೫II. La sentencia de querernos.
Después de aquel encuentro, Jungkook consiguió regresar a casa justo antes de que oscureciera por completo. Apenas había tenido tiempo de recuperar el aliento cuando su abuelo llegó con la cena, una comida sencilla que había comprado en el pueblo. Mientras comían en silencio, la mente de Jungkook seguía dando vueltas a lo que había sucedido en el bosque. Tras mucho reflexionar, decidió que lo mejor era no mencionar nada. Por un lado, no estaba seguro de que su abuelo le creyera, especialmente porque incluso él aún dudaba de la realidad de lo que había visto. Por otro lado, sabía que, de contarle, lo más probable sería recibir una reprimenda por haberse aventurado solo en el bosque. Así que, con un nudo en la garganta, optó por guardar su experiencia para sí mismo.
Pasaron algunos días después de aquel encuentro, y Jungkook no tuvo oportunidad de volver al bosque. En realidad, sería más acertado decir que no se había atrevido a regresar. A medida que los días avanzaban, comenzó a cuestionarse seriamente lo que había presenciado. La curiosidad lo devoraba, sí, pero al mismo tiempo temía que todo hubiera sido producto de su imaginación y que, al volver, solo encontrara el mismo bosque vacío y silencioso de siempre. Había algo en esa experiencia que lo mantenía extrañamente absorto, y debía admitir que eso era, en sí, desconcertante; rara vez algo lograba captar tanto su interés. Sin embargo, aquel chico de cabello plateado, con su presencia casi etérea, había logrado marcarlo de una forma que no lograba comprender del todo, dejándole una inquietud constante que no podía sacudirse.
Hoy, sin embargo, decidió que había llegado el momento de regresar. No podía seguir dejando que la incertidumbre lo atormentara; tenía que enfrentarse a la verdad, fuera cual fuera. Si todo resultaba ser una ilusión de su mente, siempre podría regresar a casa y pretender que nada había pasado, enterrando el recuerdo en algún rincón de su memoria. Pero si aquello era real... entonces tendría que averiguar qué hacer, aunque aún no sabía cómo manejar lo que aquello implicaría.
Finalmente había terminado las labores del día con el cultivo de sandías. Mientras lavaba sus manos y sacudía el polvo de su ropa, pensó en todas las posibles excusas que podría darle a su abuelo para salir sin despertar sospechas. Pero, después de darle algunas vueltas, se dio cuenta de que no tenía por qué mentir más de lo necesario. Así que, al llegar a la casa, simplemente le dijo que iría al santuario a leer un rato y que volvería antes de que oscureciera.
Su abuelo, al principio, se mostró sorprendido. No era habitual que Jungkook mostrara tanto interés en el santuario, pero terminó cediendo, complacido por la idea de que su nieto encontrara calma y aprecio por ese lugar especial. Con una leve sonrisa, le dijo que tuviera cuidado, y Jungkook, al sentir la aprobación, partió con un entusiasmo silencioso, el corazón latiendo con una mezcla de anticipación y nervios mientras se encaminaba hacia dicho lugar.
No le tomó mucho tiempo llegar, aunque, al enfrentarse a la larga hilera de escalones, suspiró deseando que el santuario estuviera un poco más cerca del suelo. La subida fue intensa, y sintió el esfuerzo en cada paso, pero la expectación que latía en su pecho le dio fuerzas. Esta vez, sin dudar, se dirigió directamente hacia el sendero de los arcos rojos que serpenteaban entre los árboles. La luz filtrada a través de las hojas creaba sombras que danzaban sobre el suelo, aumentando la sensación de que este lugar guardaba secretos.
Mientras avanzaba, los nervios comenzaron a agitarse dentro de él. No estaba seguro si era nerviosismo o miedo, o quizá una mezcla de ambos, pero había algo en aquella incertidumbre que lo mantenía en vilo. Se descubrió deseando intensamente que su encuentro no hubiese sido una ilusión, que el chico de la máscara fuera real y que pudiera verlo de nuevo. Esa necesidad, tan extraña y poderosa, lo hacía apresurar el paso, como si temiera que, de no llegar a tiempo, aquel misterioso ser pudiera desvanecerse con la niebla que empezaba a flotar entre los árboles.
Antes de cruzar el último arco, se detuvo, tomando un instante para observar a su alrededor. Todo estaba sumido en un inquietante silencio, un mutismo que parecía envolver el aire, pesado y denso, como si el bosque mismo contuviera la respiración. Jungkook bajó la mirada al suelo, notando que solo un paso lo separaba de resolver el misterio. Respiró hondo, llenando sus pulmones con el aire fresco y húmedo, y reuniendo todo el valor que tenía, dio el paso final.
El ambiente a su alrededor no cambió; el silencio seguía igual de opresivo, cargado de un enigma que no se desvelaba. Jungkook recorrió el lugar con la mirada, buscando desesperadamente algún rastro, alguna señal de que no estaba solo, de que aquel encuentro no había sido un simple sueño. Pero en cada dirección que miraba, solo encontraba la quietud del bosque, indiferente y vacío.
Pasaron varios minutos que parecieron eternos, cada segundo alimentando su desilusión. Finalmente, exhaló un suspiro largo y pesado, su decepción evidente en la caída de sus hombros y en la sombra que nublaba su expresión. Había esperado encontrar algo, alguien, una señal... pero solo estaba el eco del silencio, y la vaga duda de si realmente algún día había habido alguien allí.
A punto de marcharse, Jungkook se dio la vuelta para regresar por el sendero de arcos, resignado. Sin embargo, algo lo detuvo de inmediato.
—Parece que estás bastante decepcionado.
La inesperada voz lo hizo girarse de golpe, sus ojos recorriendo frenéticamente el entorno en busca del dueño de aquellas palabras. Miró en todas direcciones, pero no lograba ver a nadie a su alrededor. Era como si la voz hubiese surgido de la misma niebla que envolvía el bosque.
—¿Dónde estás? No puedo verte —respondió, su tono entre ansioso y desconcertado, mientras intentaba captar cualquier movimiento entre las sombras de los árboles.
—Aquí, justo a tu lado.
La voz resonó, profunda y cercana, tan cerca de su oído que Jungkook dio un salto, sintiendo un escalofrío recorrerle la espalda. Se giró con rapidez, y allí, apoyado en el tronco de un árbol a unos pasos de distancia, estaba el chico de la máscara, tal y como lo recordaba de la primera vez.
—Entonces... sí eres real... —murmuró Jungkook, sus ojos abriéndose en asombro mientras se aferraba a cada detalle, asegurándose de que no era una ilusión.
Taehyung ladeó la cabeza con una mezcla de incredulidad y diversión, rascándose la sien antes de responder.
—¿Aún lo dudabas? —replicó, con un tono que Jungkook imaginó estaba teñido de ironía, aunque su expresión seguía oculta detrás de la máscara.
—Es lo más sensato, ¿no te parece? —inquirió Jungkook, con una lógica evidente en su tono, sin apartar la mirada de Taehyung ni un segundo, como si temiera que incluso el más breve parpadeo pudiera hacer que desapareciera—. Tardaste en aparecer. Eso me hizo dudar aún más.
—Bueno, tú también te tomaste tu tiempo en regresar —replicó Taehyung con calma—. Así que pensé que era justo hacerte esperar un poco. Aunque, a decir verdad, no fue nada en comparación con lo que tú te demoraste.
Jungkook parpadeó, sorprendido. Él... ¿lo había estado esperando? Aquella confesión inesperada hizo que algo se revolviera en su interior, una sensación confusa que no supo cómo interpretar, aunque rápidamente intentó ocultar el leve destello de satisfacción que le provocó.
—Lo siento, han sido días ocupados —respondió, tratando de sonar casual, aunque su voz dejó entrever un ligero nerviosismo.
—Bien, estás perdonado —respondió Taehyung con un tono casi despreocupado, dándose la vuelta—. Ahora, sígueme. Hay otro lugar al que deberíamos ir. No te preocupes; yo me aseguraré de traerte de vuelta a tiempo para que puedas irte cuando debas.
Sin decir más, Taehyung comenzó a avanzar entre los árboles, su figura deslizándose con una fluidez casi sobrenatural en el ambiente sombrío del bosque. Jungkook dudó un momento, pero, intrigado y cada vez más fascinado, decidió seguirlo, preguntándose hacia dónde lo estaría llevando y qué secretos más podría estar a punto de descubrir.
Como la primera vez, Taehyung avanzaba frente a Jungkook, manteniendo una distancia considerable entre ambos. El castaño no podía evitar preguntarse qué pasaría si tratara de acortar esa distancia, si estirara la mano para tocarlo. ¿Realmente podría llegar a desaparecer?
A medida que se adentraban en el bosque, el ambiente se volvía cada vez más denso, como si una extraña carga se instalara en el aire. Una sensación de ser observado comenzó a colarse bajo su piel, erizándole los vellos del cuerpo. Jungkook miraba en todas direcciones, intentando hallar la fuente de esa incomodidad, pero la espesura del bosque solo devolvía su mirada, impenetrable y oscura.
De repente, un murmullo leve, apenas perceptible, comenzó a llenar el silencio. Eran susurros arrastrados por el viento, voces distorsionadas que parecían provenir de todas partes y de ninguna al mismo tiempo. Las palabras eran ininteligibles, pero su tono transmitía una mezcla de advertencia y amenaza, tan inquietante que un escalofrío recorrió la espalda de Jungkook. La incertidumbre y el temor comenzaron a instalarse en su pecho, haciéndolo sentir pequeño y vulnerable en medio de aquella inmensidad desconocida.
En ese momento, un temblor recorrió el suelo bajo sus pies, como si algo poderoso despertara en las profundidades de la tierra. Jungkook se detuvo, la respiración atrapada en su garganta mientras escuchaba el crujido inquietante de ramas y hojas resonando alrededor. Miró a Taehyung, quien seguía avanzando con calma, ajeno al peligro que parecía surgir a su alrededor.
Entonces, de las sombras de un imponente roble sobre la cabeza de Taehyung, emergió una gigantesca mano de madera. Sus dedos, largos y retorcidos, comenzaron a descender lentamente, cada movimiento acompañado de un sonido seco y siniestro que parecía partir el aire. La mano se acercó a Taehyung como si tuviera un propósito claro, sus dedos abriéndose como una red en espera.
Antes de que Jungkook pudiera reaccionar, los dedos de la mano se cerraron suavemente alrededor de Taehyung, formando una jaula que lo envolvía sin lastimarlo. Taehyung, lejos de inmutarse, permaneció completamente sereno, como si estuviera acostumbrado a aquella extraña manifestación del bosque o supiera que no corría peligro alguno. Su figura seguía inmóvil, atrapada en los dedos de madera que lo rodeaban como un protector silencioso y aterrador.
Jungkook sintió un nudo en el estómago, incapaz de apartar la vista de aquella escena surrealista. A su alrededor, el bosque parecía más oscuro y expectante, como si el mismo lugar estuviera conteniendo la respiración en un silencio denso y vigilante.
—Tae, ten cuidado. Ese es un chico humano. Si te toca, desaparecerás. —La voz resonó con una suavidad etérea, profunda y reverberante, un tono que Jungkook jamás había escuchado. La advertencia traspasó el silencio, envolviendo el ambiente como una brisa helada que lo hizo estremecerse. Podía sentir la tensión palpitante a su alrededor, como si el mismo bosque estuviera conteniendo el aliento.
—Gracias —respondió Taehyung, con calma y un tono tan sereno que contrastaba con la inquietud del momento—. Lo sé, no te preocupes.
El silencio que siguió fue pesado, un susurro de expectativa en el aire. Jungkook observó cómo los largos dedos de madera se abrían con un crujido lento y liberaban a Taehyung, permitiéndole descender de su agarre. La mano titánica, comenzó a elevarse de nuevo hacia las copas de los árboles, desapareciendo entre las sombras.
—Haz el favor de no tocarlo, chico humano. —Fue la última advertencia, dicha en un murmullo grave que parecía surgir de cada rincón del bosque, antes de que el titán de madera desapareciera por completo en la penumbra.
Jungkook se quedó inmóvil, sin saber cómo reaccionar, con una mezcla de asombro y desconcierto reflejada en su rostro. Logró apenas asentir, murmurando un "de acuerdo" que apenas fue un susurro, sin saber si alguien lo escuchaba.
Entonces, el entorno pareció cambiar de nuevo. A su alrededor, comenzaron a aparecer figuras sombrías, sin forma ni rostro, solo sombras profundas que emergían entre los árboles. Eran espectros oscuros, carentes de contorno definido, que parecían acercarse cada vez más, rodeándolo. La visión era tan aterradora que Jungkook sintió el miedo deslizarse bajo su piel.
De todas partes comenzaron a escucharse murmullos, palabras susurradas con voces múltiples, agudas y graves, como un coro de advertencias que lo envolvía:
—Tae...
—Ten cuidado...
—No te atrevas a tocarlo, humano...
—Si lo haces... te devoraremos.
Las palabras seguían flotando en el aire como una amenaza latente, apretando el corazón de Jungkook con un miedo que lo envolvía y paralizaba. Cerró los ojos, tratando de apartarse de aquellas sombras susurrantes que parecían estar cada vez más cerca, como si quisieran absorberlo en su oscuridad.
—Tendré cuidado. Por favor, dejen de asustarlo.
La voz tranquila de Taehyung resonó en el ambiente, y al instante, las voces cesaron, como si su mandato fuera incuestionable. La sensación sofocante de amenaza se desvaneció, y el bosque volvió a una quietud cargada, pero mucho menos siniestra. Lentamente, Jungkook abrió los ojos, su respiración aún agitada, solo para encontrar a Taehyung frente a él, tan cerca que pudo escuchar el leve murmullo de su respiración. La máscara cubría su rostro, pero la cercanía transmitía una intensidad que lo hizo sentir nervioso, aunque también reconfortado.
—¿Estás bien? —preguntó Taehyung, su tono suave.
Jungkook, aún recuperándose del susto, asintió, pero sus pensamientos estaban desordenados. Miró a su alrededor, el lugar donde los fantasmas y espíritus habían estado apenas unos segundos antes, recordando la palpable tensión que lo había rodeado. Entonces, algo que había pasado desapercibido antes comenzó a hacer clic en su mente: los espíritus, las figuras oscuras, sí podían acercarse y rodear a Taehyung sin problema. No solo eso, incluso había sido tocado por la gigantesca mano de madera, pero Taehyung no parecía verse afectado en lo más mínimo.
—Esos eran... —empezó a decir, todavía incrédulo.
—Sí, fantasmas y espíritus —respondió Taehyung con calma—. Lo siento por eso, suelen ser muy protectores.
La franqueza de Taehyung hizo que Jungkook sintiera aún más fascinación. Observó sus alrededores, todavía tratando de asimilarlo todo. Era la primera vez que veía fantasmas de verdad, y lo que le parecía imposible estaba sucediendo ante sus ojos. Al pensarlo, una chispa de asombro cruzó por su mente, y una sonrisa leve y desconcertada se asomó en su rostro.
—No puedo creerlo... Es la primera vez que veo fantasmas. Realmente existen —murmuró, la incredulidad teñida en su voz mientras sus pensamientos vagaban entre lo que acababa de presenciar.
Taehyung ladeó la cabeza, observándolo con un aire de desconcierto.
—Oye... ¿y entonces qué soy yo?
Al no recibir respuesta, Taehyung soltó un suspiro y se giró, retomando su camino entre los árboles con pasos silenciosos. Jungkook, al ver cómo lo dejaba atrás, apresuró sus pasos para seguirlo a una distancia prudente. La advertencia de no tocarlo y la amenaza de desaparecer parecían ahora más reales que nunca, y optó por andar con cautela, asegurándose de no acercarse demasiado.
—¿Eres un fantasma sin rostro o algo así? —preguntó, su voz temblando entre la curiosidad y la duda—. ¿Por qué llevas esa máscara?
—Por nada en especial —respondió Taehyung sin detenerse, la respuesta breve y cortante, como si quisiera esquivar la pregunta—. No hablemos de mí. Mejor cuéntame de ti.
Taehyung disminuyó la velocidad hasta quedar a su lado, aunque conservando una prudente distancia. Jungkook sintió la persistente curiosidad cosquilleándole, insatisfecho con la vaga respuesta, pero decidió no insistir por ahora. Quizás en otro momento, si lograba ganarse su confianza, le contaría lo que ocultaba.
—¿Tienes curiosidad?
—Claro. Por eso te estaba esperando —respondió Taehyung con calma, volteando brevemente hacia él.
Jungkook dudó, mirando el suelo mientras caminaba. Decidió compartir lo mínimo, su voz apenas audible:
—No hay mucho que contar... Vivía en la ciudad, pero hace poco me mudé aquí con mi abuelo.
—¿Por qué?
Jungkook se tensó, un eco de recuerdos que prefería no tocar resonando en su mente.
—Es... complicado —respondió, evitando profundizar en los motivos.
—Parece una historia triste.
—¿Por qué piensas eso? —Jungkook lo miró, algo extrañado.
—Tu rostro se puso triste —respondió Taehyung, interrumpiéndolo antes de que pudiera responder.
Jungkook frunció el ceño, sorprendido. No recordaba haberse sentido particularmente triste, aunque tal vez el peso de la situación le dejaba una huella que no notaba. Pero antes de reflexionar más, algo se le hizo evidente y clavó su mirada en Taehyung, intrigado.
—¿Cómo puedes ver mi rostro? Esa máscara... no parece tener agujeros en ningún lado —inquirió, mirando con curiosidad la superficie lisa que cubría su rostro.
—Bueno, soy un fantasma bastante especial —declaró Taehyung con una ligera risa, una melodía suave y misteriosa que resonó en los oídos de Jungkook y lo dejó desconcertado, fascinado. Antes de que pudiera responder o hacer más preguntas, Taehyung señaló el frente con un gesto—. Hemos llegado —anunció de repente, sacando a Jungkook de su ensimismamiento.
Al girarse, Jungkook quedó asombrado ante la escena que se desplegaba ante él. Un vasto prado de un verde profundo y vibrante se extendía hasta donde alcanzaba la vista, bañado por la luz tenue que se filtraba entre las copas de los árboles circundantes. La hierba era tan densa y esponjosa que casi parecía una alfombra, y el suave vaivén de sus hojas bajo la brisa creaba un efecto ondulante que le confería al lugar una atmósfera mágica, como si el suelo estuviera vivo y respirara junto a él.
En el centro se encontraba una laguna cristalina y pequeña, que reflejaba el cielo y los árboles como un espejo impecable. Su superficie brillaba con destellos de luz, y el agua, de un color azulado que viraba a tonos esmeralda cerca de la orilla, era tan clara que se podían ver las piedras lisas en el fondo y pequeñas plantas acuáticas balanceándose suavemente. Un par de nenúfares flotaban despreocupados en la superficie, sus hojas redondeadas sostenidas por tallos delgados que se alzaban con elegancia desde las profundidades.
Jungkook sintió cómo la brisa acariciaba su rostro y traía consigo el aroma fresco y ligeramente terroso de la vegetación. El canto de algunos pájaros resonaba a la distancia, mientras un par de mariposas revoloteaban despreocupadas alrededor de la laguna, sus alas brillando en tonos iridiscentes bajo la luz. Alrededor de la orilla, algunos arbustos bajos y flores silvestres, en tonos blancos y morados, completaban el cuadro con una belleza sutil, enmarcando la laguna con un toque de color.
Jamás imaginó que, en lo profundo del bosque, pudiera existir un lugar tan cautivador. La serenidad de la laguna, el verde intenso del prado y la armonía de todo el entorno lo dejaron sin palabras. Era raro en él sentirse tan impresionado, tan conmovido por algo; normalmente sus emociones se mantenían en equilibrio, sin mostrar mucho al no ser capaz de manejarlas. Sin embargo, aquí estaba, fascinado y absorto, observando cada detalle del lugar como si quisiera grabarlo en su memoria para siempre.
Volvió la vista a Taehyung, quien observaba el paisaje en silencio, como si fuera parte del entorno. Jungkook se dio cuenta de que conocerlo había abierto una puerta inesperada en su vida, algo que no estaba seguro de cómo describir. Algo en el aire parecía insinuar que este era solo el comienzo de algo que, aunque desconocido, quería seguir descubriendo.
Conforme los días transcurrieron, ir al bosque se convirtió en una parte esencial de la rutina de Jungkook. Lo que al principio había comenzado como una simple búsqueda de respuestas a los extraños eventos paranormales terminó transformándose en algo mucho más profundo. Aunque su curiosidad inicial se centraba en desentrañar el misterio detrás de Taehyung, pronto se dio cuenta de que disfrutaba de su compañía por el simple hecho de estar con él.
El vínculo entre ambos se fortalecía con cada encuentro, pero Jungkook seguía sintiendo que apenas rascaba la superficie del enigma que era Taehyung. No sabía nada sobre su pasado ni sobre las circunstancias que lo habían llevado a convertirse en un fantasma. Cada vez que Jungkook creía haber encontrado el momento adecuado para obtener respuestas, Taehyung evadía sus preguntas con una habilidad desconcertante.
Sin embargo, había algo que lo intrigaba aún más que las evasivas de Taehyung: su rostro oculto. La máscara que nunca se quitaba era un recordatorio constante de todo lo que aún desconocía, y Jungkook debía admitir que esa incógnita era la que más alimentaba su curiosidad, al punto de que no podía dejar de imaginar cómo sería el verdadero rostro del chico que se había convertido en el centro de sus pensamientos.
—No viniste a verme ayer. —Fue lo primero que Jungkook escuchó al atravesar el último arco. La voz de Taehyung, aunque usualmente calmada, llevaba un matiz de reproche que lo tomó por sorpresa—. Pero sí fuiste al santuario con un chico.
Las palabras lo dejaron perplejo. Jungkook sabía que Taehyung solo podía percibir su presencia al cruzar el último arco del bosque, lo cual hacía aún más desconcertante que supiera de su visita al santuario con Yoongi. No entendía cómo se había enterado de algo que, en teoría, estaba fuera de su alcance.
—Pensé que no podías salir del bosque —dijo, tratando de ocultar su asombro.
—El santuario es mi límite. Puedo ir si el Dios de la montaña me lo permite.
—¿Y pediste permiso solo para espiarme? Espera... ¿estuviste ahí todo el tiempo?
El silencio de Taehyung fue revelador. Jungkook deseó poder ver su rostro en ese momento; esa máscara siempre ocultaba las expresiones que tanto deseaba descifrar.
—No todo el tiempo... —murmuró finalmente, cruzándose de brazos antes de girarse con evidente incomodidad—. No importa.
Jungkook no pudo evitar reír. Había algo inesperadamente tierno en la actitud de Taehyung, y una idea cruzó por su mente: ¿estaba celoso? La posibilidad le hizo sonreír aún más, aunque rápidamente se preguntó si solo estaba imaginando cosas.
Lo que sí era cierto es que el deseo de abrazarlo apareció con fuerza, algo que lo tomó desprevenido. No era alguien que soliera expresar sus emociones de manera abierta; nunca había aprendido a hacerlo. Pero estar cerca de Taehyung parecía cambiar eso poco a poco. Había algo en él que despertaba una parte más vulnerable y sincera en Jungkook.
Y mientras observaba cómo Taehyung evitaba su mirada, no pudo evitar pensar en lo feliz que se sentía en su compañía. Con él, era inevitable que su rostro se iluminara con una sonrisa, incluso cuando todo seguía envuelto en misterio.
—Quería venir a verte, pero justo cuando salía de casa me encontré con Yoongi y no pude evitar que me acompañara. Lo siento, no tuve cómo avisarte. Sería muy conveniente que los fantasmas pudieran utilizar celulares —intentó bromear Jungkook, buscando aligerar el ambiente. Sin embargo, Taehyung permaneció en silencio, inmóvil, sin siquiera dirigirle una mirada.
La tensión en el aire aumentó hasta que, finalmente, Taehyung rompió el silencio.
—¿Son muy cercanos... tú y ese tal Yoongi? —preguntó con voz suave pero cargada de algo difícil de identificar.
La pregunta tomó por sorpresa a Jungkook, quien tardó un instante en responder.
—Mhmm... no estoy seguro. Desde que me mudé, Yoongi ha sido mi único amigo. Llega todos los días a mi casa a ver a mi abuelo, así que lo veo muy seguido, pero... no sabría si eso nos hace muy cercanos.
Era sincero. Jungkook nunca había sido particularmente bueno en lo que respecta a las relaciones personales. Aunque pasaba tiempo con Yoongi, ese vínculo existía más por las visitas diarias a su abuelo que por algo que ellos hubieran construido juntos. Ayer había sido una de las pocas ocasiones en que realmente estuvieron a solas, y aunque la idea de que Yoongi pudiera considerarlo un amigo lo hacía sentir bien, había algo en toda esta conversación que lo inquietaba.
Mientras reflexionaba, su mente derivó hacia Taehyung. Él también era parte importante de su vida, pero... ¿eran amigos? ¿Podían siquiera serlo? No sabía cómo funcionaban las relaciones entre un humano y un fantasma, si existía algún tipo de norma tácita o si simplemente era algo que debía dejar fluir. Pero incluso si pudiera llamar amigo a Taehyung, la palabra no se sentía adecuada.
"Amigo" parecía demasiado superficial, demasiado pequeño para describir lo que sentía cuando estaba con él. Había algo más, algo que Jungkook no lograba identificar pero que lo hacía sentir conectado a Taehyung de una forma que nunca había experimentado con nadie más.
Esa realización lo descolocó. La línea entre lo que debía sentir y lo que realmente sentía se desdibujaba cada vez más, dejándolo confundido y, al mismo tiempo, deseoso de comprender qué era realmente lo que lo unía a Taehyung. ¿Era una amistad? ¿Algo más profundo? O tal vez simplemente algo que no tenía nombre.
Jungkook negó ligeramente con la cabeza y soltó un suspiro largo, como si quisiera liberar algo de la tensión que lo invadía. Dio un par de pasos hacia adelante hasta colocarse frente a Taehyung, asegurándose de mantener una distancia prudente.
—¿Tú y yo somos cercanos? —Le preguntó con curiosidad, lo que hizo que el fantasma finalmente lo mirara, o al menos es creía Jungkook pues con la máscara no sabía muy bien—. La verdad es... que nunca fui bueno para relacionarme con los demás. Siempre viví de la manera que se me dictaminó. Las personas que se me acercaban lo hacían solamente por mi estatus, así que no sé si realmente fui cercano a alguien alguna vez.
No había sido su intención hablar de más, pero por alguna razón, sentía que si era a Taehyung a quien se lo contaba entonces todo estaría bien. El peliplateado pareció finalmente relajarse con esa confesión, pues sus brazos cayeron a sus costados y sus hombros se destensaron.
—¡Lo somos! —declaró inmediatamente, dando un paso hacia delante que Jungkook retrocedió por miedo a la cercanía—. Somos tan cercanos que podemos incluso tomarnos de la mano.
—Aunque en realidad no podemos —intervino el castaño con diversión y cierto pesar en su mirada pues cada que recordaba que no podía tocarlo algo se sentía pesado en su pecho.
Taehyung guardó silencio por un instante, como si estuviera considerando sus palabras. Luego, su rostro se movió de un lado a otro, como si comenzara a recorrer el área. De repente, desapareció sin previo aviso, dejando al joven desconcertado. Un instante después, Taehyung reapareció bajo un árbol cercano, inclinándose para recoger una rama del suelo. Con la misma rapidez, volvió a materializarse frente a Jungkook, quien dio un salto del susto.
—¿Puedes dejar de hacer eso? —se quejó el castaño, llevándose una mano al pecho.
Taehyung ignoró la protesta y levantó la rama con una sonrisa —o al menos eso imaginó Jungkook puesto que lo escuchó reír ligeramente—.
—Si tú sostienes este lado y yo tomo este otro, será como si nos estuviéramos tomando de las manos, ¿no te parece?
Jungkook parpadeó, sorprendido por la propuesta. Había algo infantil y conmovedor en el gesto, una simplicidad que hizo que su corazón se ablandara. Con una sonrisa pequeña pero sincera, tomó el extremo de la rama que Taehyung le ofrecía.
—Supongo que sí... aunque no estoy seguro de que cuente del todo.
—Cuenta para mí —respondió Taehyung con firmeza, como si eso fuera lo único que importara.
En ese momento, Jungkook se dio cuenta de que, aunque las reglas normales no aplicaban entre ellos, siempre encontrarían una manera de conectar, incluso si era con algo tan simple como una rama compartida.
Comenzaron a caminar por el bosque, sosteniéndose de la rama que usaban como puente. La luz que atravesaba las hojas creaba destellos a su alrededor, mientras Taehyung, como siempre, le mostraba cosas nuevas y hermosas de la montaña. Jungkook encontraba fascinante cada descubrimiento, por pequeño que fuera, y a cambio le contaba con entusiasmo cómo era el mundo exterior, un lugar al que Taehyung no podía ir.
—Cada vez que hablas de comida, me da hambre —dijo Taehyung de repente, tumbándose en el prado de flores donde se habían detenido.
Jungkook lo miró con una mezcla de incredulidad y diversión, dejando escapar una pequeña risa antes de responder.
—No mientas, tú ni siquiera puedes sentir hambre.
—Lo sé, pero realmente quisiera poder sentirla.
La sonrisa de Jungkook se mantuvo un instante, pero su curiosidad no tardó en aparecer.
—¿De verdad nunca has probado ningún tipo de comida?
Taehyung se quedó en silencio por un momento, como si sopesara su respuesta, antes de hablar con una voz más suave.
—No. Era tan solo un bebé cuando me abandonaron en este bosque.
El impacto de aquellas palabras golpeó a Jungkook como un balde de agua fría. Su sonrisa se esfumó de inmediato, y su cuerpo se tensó mientras lo miraba, incapaz de ocultar su confusión.
—¿Q-qué? —farfulló, sin saber si había escuchado bien.
Taehyung suspiró, levantando una mano para rozar con cuidado una de las flores cercanas.
—Estaba destinado a morir aquí. Pero los fantasmas y espíritus del bosque tuvieron lástima de mí. Le suplicaron al Dios de la montaña que me encantara para que pudiera vivir.
Jungkook apenas podía procesar lo que estaba oyendo. Cada palabra parecía más increíble que la anterior, pero el tono tranquilo de Taehyung, casi resignado, le daba un peso innegable.
—Prácticamente fui criado por ellos hasta que mi cuerpo alcanzó esta apariencia —continuó Taehyung—. Y desde entonces, no volví a crecer. El encantamiento me mantiene vivo, pero es demasiado frágil. Si un humano llegara a tocarme, se rompería, y entonces... desaparecería.
Era la primera vez que Taehyung compartía algo sobre su pasado, y Jungkook no podía entender qué lo había impulsado a hacerlo. Por alguna razón, no sentía el alivio o la claridad que podría haber esperado al conocer la verdad. En lugar de eso, le pesaba de una manera que no había anticipado. Jamás se habría imaginado que Taehyung hubiera pasado por tanto para llegar a ser quien era ahora. Las piezas no encajaban con la imagen que él tenía del chico tranquilo y enigmático que tenía delante.
Por un instante, la historia de Taehyung despertó recuerdos de su propia vida. Aunque sabía que sus caminos no se parecían en nada, había una sensación de conexión amarga. Jungkook, a pesar de las dificultades que había enfrentado, siempre tuvo opciones, oportunidades para salir adelante. Taehyung, en cambio, jamás conoció esa libertad. Su vida estaba marcada por el destino desde el principio, un destino al que él no había podido escapar.
Taehyung, tal vez percibiendo el cambio en la expresión de Jungkook, lo miró de reojo antes de hablar con suavidad.
—No pongas esa cara. Por eso no quería decirte nada.
Jungkook bajó la mirada, intentando aclarar sus pensamientos.
—Solo recordé cosas —murmuró, sin querer revelar demasiado.
Taehyung dejó escapar una pequeña risa, pero su tono seguía siendo ligero y burlón.
—Oh, entonces no es por mí que estás así. Estoy un poco celoso ahora.
Se recostó de nuevo, mirando el cielo como si nada hubiera cambiado, como si la revelación de su trágico pasado no hubiera dejado una sombra en el ambiente. Sin embargo, Jungkook no podía sacudirse la sensación de pesadumbre que lo envolvía.
El silencio se extendió entre ellos, pesado y denso, como si las palabras se hubieran agotado con la confesión de Taehyung. Jungkook sabía que tal vez debería decir algo, ofrecer algún tipo de consuelo o respuesta, pero las palabras parecían quedarse atrapadas en su garganta. ¿Qué podía decir después de algo así? Todavía estaba aprendiendo a relacionarse con los demás, a descifrar lo que se esperaba de él en momentos como este. La vulnerabilidad de Taehyung lo había tomado desprevenido, y no tenía idea de cómo manejarla.
Por su parte, Taehyung parecía cómodo en el silencio. Seguía con el rostro fijo en el cielo, como si las nubes fueran mucho más interesantes que cualquier reacción que Jungkook pudiera ofrecerle. Había algo en su postura relajada que lo hacía casi inalcanzable, como si ya hubiera aprendido a convivir con su propio dolor de una manera que el castaño apenas podía entender.
Finalmente, incapaz de soportar la incomodidad del momento, Jungkook tomó una decisión. Se recostó a su lado, aunque con cuidado, dejando una prudente distancia entre ambos. Sin embargo, esta vez, quizás de forma inconsciente, se situó un poco más cerca de lo que normalmente lo habría hecho. Lo suficiente para que Taehyung pudiera sentir su presencia, pero no tanto como para invadir su espacio y correr el peligro de tocarlo.
El césped bajo su espalda era fresco, y el aroma de las flores llenaba el aire, pero Jungkook apenas lo notaba. Su atención estaba dividida entre su propio desconcierto y la figura tranquila de Taehyung junto a él. Aunque no intercambiaron palabras, ese pequeño gesto, esa cercanía un poco más audaz, fue su manera de decirle que estaba ahí, que lo escuchaba y que, aunque no supiera cómo, quería entenderlo.
Permanecieron en silencio por un largo rato, ambos envueltos en la tranquila comodidad que les brindaba la presencia del otro. Jungkook no estaba seguro de cuánto tiempo había pasado; el ritmo del mundo parecía haberse ralentizado junto a ellos. Finalmente, se giró un poco, lo suficiente para observar a Taehyung, quien mantenía su mirada fija en el cielo, inmóvil como una estatua.
—Tae... —murmuró en un intento de captar su atención, pero Taehyung no reaccionó. Su silueta seguía inalterable bajo la luz, como si perteneciera a otra realidad, lejos de su alcance—. ¿Estás dormido? —preguntó con una mezcla de curiosidad y suavidad, consciente de que nunca antes le había preguntado a Taehyung si dormía como él.
El silencio fue la única respuesta. Intrigado, Jungkook se sentó lentamente, sin apartar los ojos del chico que seguía recostado sobre la hierba, tan sereno que parecía fundirse con el paisaje. Sus pensamientos volvieron a la máscara que siempre cubría el rostro de Taehyung, ese escudo impenetrable que, a pesar de la cercanía que habían compartido, jamás había visto retirarse. No podía evitar preguntarse qué expresiones se ocultaban detrás, qué secretos escondía aquel semblante que permanecía eternamente cubierto.
La curiosidad le quemaba por dentro. ¿Quién era realmente Taehyung detrás de esa máscara? Aunque habían pasado mucho tiempo juntos, esa parte de él seguía siendo un enigma, y por primera vez, Jungkook sintió el impulso casi incontrolable de descubrirlo.
—¿Tae? —murmuró una vez más, su voz apenas un susurro que se desvaneció en el aire, buscando una respuesta que no llegó. Jungkook lo observó con cautela, asegurándose de que Taehyung no mostrara ni el más mínimo indicio de haberlo escuchado—. Bueno... ¿no pasa nada si solo toco la máscara, cierto? —se dijo en voz baja, como si intentara convencerse a sí mismo de que no era algo tan grave. Aun así, sus palabras resonaron en su mente con un tinte de duda, mezcladas con la emoción que le provocaba el misterio. Lentamente, sus manos se movieron hacia la máscara de Kitsune, casi temblorosas por la mezcla de nerviosismo y curiosidad.
Cuando sus dedos rozaron la superficie fría y lisa de la máscara, una sensación extraña lo recorrió. Era ligera, pero de alguna manera parecía cargar con un peso simbólico, como si al tocarla estuviera cruzando un límite invisible. Por un instante, reconsideró lo que estaba a punto de hacer, su mente dividida entre el respeto hacia Taehyung y la insaciable necesidad de saber más sobre él.
Sin embargo, la curiosidad terminó ganando. Jungkook tragó saliva, enfocando toda su atención en no cometer un error. Con una precisión casi reverente, cuidando de no tocar nada más que el borde de la máscara, comenzó a levantarla despacio. El mundo a su alrededor pareció detenerse, su respiración se volvió contenida, y su corazón martilleó con fuerza contra su pecho. ¿Qué descubriría debajo? ¿Qué secretos guardaba Taehyung tras aquella barrera que nunca había permitido cruzar?
Verdaderamente, no estaba preparado para lo que encontraría debajo de ella. No porque temiera descubrir que Taehyung fuera una persona sin rostro, sino porque nadie lo había preparado para lo impactantemente atractivo que sería. Su rostro era la definición de perfección serena, una combinación de rasgos que parecían cuidadosamente esculpidos para capturar la atención de cualquiera que los mirara.
Sus ojos estaban cerrados, rodeados por pestañas espesas que proyectaban sombras ligeras sobre su piel pálida. Parecía dormido, pero había algo en su expresión que transmitía una paz profunda, casi sobrenatural. Sus facciones eran delicadamente esculpidas, una mezcla de suavidad y definición que resultaba imposible de ignorar. Las líneas de su mandíbula trazaban un contorno elegante, mientras que sus labios, llenos y perfectamente delineados, descansaban en una ligera curva neutral que le daba un aire enigmático.
Jungkook dejó que su mirada recorriera con detalle cada centímetro de su rostro, memorizando la forma en que la luz acariciaba su piel, acentuando su perfección. Taehyung no solo era atractivo; era magnético.
De repente, una sonrisa inesperada se dibujó en el rostro de Taehyung, justo en el mismo instante en que sus ojos grises se abrieron. Por un segundo, Jungkook quedó atrapado en esa mirada, paralizado, hasta que la realidad lo golpeó de lleno.
—¡Ah, lo siento! —exclamó, entrando en pánico. Con un movimiento torpe y apresurado, volvió a colocar la máscara sobre el rostro de Taehyung, asegurándose de no tocar nada más que la máscara. Sus manos, temblorosas, la ajustaron rápidamente, casi con desesperación, y luego se alejó con la misma rapidez, su corazón latiendo desbocado.
—¡Auch! —Se quejó Taehyung, llevándose las manos a la máscara y soltando un pequeño gemido de dolor. Se retorció un poco sobre el césped antes de enderezarse—. Me has tomado por sorpresa —dijo, quedándose sentado frente al castaño.
—Lo siento... aunque, ¿estabas haciéndote el dormido, cierto?
Taehyung permaneció en silencio por un momento, recostando su cabeza en su puño de manera relajada, como si estuviera considerando su respuesta con calma. Jungkook no pudo evitar preguntarse qué tipo de expresión tendría en ese momento, pero la máscara seguía siendo un obstáculo que impedía descifrarlo.
—Tengo un rostro bastante normal, ¿no? —dijo Taehyung en lugar de responder directamente, como si fuera una verdad tan obvia que no merecía mayor explicación. Aun así, su tono enigmático añadía un peso inesperado a sus palabras. Jungkook frunció ligeramente el ceño. Aunque técnicamente no podía contradecirlo, "normal" no era la palabra que él usaría para describirlo.
—¿Por qué llevas la máscara? —preguntó en cambio, esperando que esta vez quizás si podría obtener una respuesta de su parte.
—Si no me pongo la máscara, no parezco un fantasma. ¿No crees? —contestó Taehyung con una media sonrisa que Jungkook no pudo ver, pero que imaginó por el matiz juguetón en su tono.
Jungkook se quedó en silencio, intentando descifrar el significado oculto tras aquellas palabras. Había algo en el tono de Taehyung que lo inquietaba, algo que sugería un conflicto más profundo de lo que parecía a simple vista. Se preguntó cómo sería vivir como él, atrapado entre dos mundos, sin pertenecer del todo a ninguno. Tal vez Taehyung había pasado toda su vida adaptándose, intentando encajar como un fantasma. Pero ahora, después de conocerlo, parecía haber algo diferente. Quizás, por primera vez, estaba enfrentándose a una parte de sí mismo que había ignorado hasta entonces.
—Eres raro. —Es todo lo que pudo decir, consciente de que, sin importar cuánto lo pensara, no había manera de consolar al fantasma.
—Supongo que sí —respondió el peliplateado, dejando escapar una ligera sonrisa. Con calma tomó la rama a su lado, poniéndose de pie, y le extendió el otro extremo a Jungkook para que la sujetara—. Ya es hora de que vuelvas, vamos.
El castaño asintió, tomando la rama con cuidado. Con un ligero impulso y la ayuda del otro, logró ponerse de pie. Mientras sacudía el polvo de su ropa, alzó la vista hacia el horizonte, donde el cielo comenzaba a teñirse con los cálidos tonos del atardecer. El sol, aún visible, descendía lentamente, proyectando un resplandor dorado que envolvía los árboles y alargaba las sombras sobre el suelo.
El camino de regreso transcurrió en un silencio cómodo, roto solo por el crujir de las hojas bajo sus pasos y el suave trinar de algunos pájaros que anunciaban la llegada del ocaso. El aire estaba impregnado de un aroma fresco, una mezcla de hierba y tierra cálida, mientras una brisa ligera acariciaba sus rostros.
Aunque no intercambiaron palabras, el ambiente entre ambos era apacible, como si la naturaleza misma les ofreciera un respiro. Jungkook se permitió disfrutar del momento, dejando que su mirada se perdiera en los colores vibrantes que se desplegaban en el cielo. Había algo mágico en la transición del día a la noche, un instante efímero que parecía sincronizarse con la tranquila presencia de Taehyung a su lado.
De vez en cuando, Jungkook desviaba la mirada hacia él, observando cómo el cálido resplandor del atardecer iluminaba los mechones plateados de su cabello y creaba un halo que lo hacía aún más enigmático. Era en estos momentos de paz compartida cuando Jungkook encontraba un extraño consuelo, como si ese sencillo acto de caminar juntos bastara para hacer el mundo un poco menos pesado.
—Gracias por traerme. —Jungkook agradeció con una sonrisa.
—¿Te veré mañana?
Jungkook vaciló antes de responder.
—Oh, sobre eso... no podré venir a verte por algunos días.
Un silencio pesado cayó entre ambos, envolviéndolos como un manto invisible pero opresivo. Jungkook sintió el cambio inmediato en el aire, una especie de tensión que parecía haberse materializado con las palabras que acababa de pronunciar. Aunque no podía ver el rostro de Taehyung debido a la máscara que siempre llevaba, algo en su postura, en el ligero cambio de su respiración o quizás en el modo en que inclinó apenas la cabeza, le hizo imaginar la seriedad que seguramente se reflejaba en sus facciones.
—¿Por qué?
—Es tiempo de recolectar las sandías —explicó Jungkook con un suspiro, dejando entrever un toque de pesar—. Mi abuelo necesita ayuda, y solo somos él, Yoongi y yo. Tenemos que recogerlas a mano antes de que estén demasiado maduras y prepararlas para el empaquetado.
Jungkook hizo una pausa, intentando explicarse mejor al notar el silencio de Taehyung.
—Es un trabajo pesado. Hay que inspeccionarlas cuidadosamente para asegurarnos de que estén en su punto justo, ni muy verdes ni demasiado maduras. Luego las limpiamos y clasificamos según el tamaño para evitar que se dañen en el transporte. Mi abuelo siempre dice que el buen aspecto de las sandías es lo que asegura una buena venta. Además, no es solo recogerlas. También hay que cuidar las plantas para la siguiente temporada, retirar las malas hierbas, y eso lleva tiempo. Así que... probablemente esté ocupado varios días.
Taehyung permaneció en silencio un momento más antes de asentir levemente, como si necesitara procesar algo antes de responder.
—Entonces... ¿Yoongi estará ahí?
La pregunta tomó por sorpresa a Jungkook, quien ladeó la cabeza con una expresión confusa, parpadeando un par de veces mientras intentaba comprender a qué venía aquello.
—¿Yoongi? —empezó a decir, pero Taehyung lo interrumpió antes de que pudiera elaborar.
—Ese chico... —murmuró el fantasma, su tono cargado de una mezcla de curiosidad y algo más que Jungkook no supo identificar del todo. Pero antes de que pudiera indagar más, Taehyung negó con un leve movimiento de cabeza, cortando sus propias palabras—. No importa.
Había algo extraño en su voz, algo que dejó a Jungkook con la sensación de que Taehyung había querido decir más pero se había detenido a propósito. El castaño frunció ligeramente el ceño, sintiendo una inquietud que no podía explicar del todo.
—Prometo que volveré tan pronto como quede libre —dijo rápidamente, como si la necesidad de tranquilizar al peliplateado se impusiera por encima de su desconcierto. Había algo en la actitud de Taehyung que lo incomodaba, una especie de vulnerabilidad silenciosa que no podía ignorar.
El silencio volvió a instalarse entre ambos, denso y prolongado. Jungkook lo sintió como una eternidad, cada segundo cargado de una tensión que no podía sacudirse. Finalmente, el sonido inesperado de un suspiro rompió la quietud, y Jungkook parpadeó sorprendido al ver cómo Taehyung deslizaba la máscara apenas lo suficiente para dejar su boca al descubierto.
—Estaré aquí —dijo el fantasma, esbozando una suave sonrisa que, a simple vista, podría haber pasado por genuina. Sin embargo, incluso aunque sus ojos permanecían ocultos, Jungkook pudo notar la ausencia de verdadera alegría en ese gesto. La sonrisa no había llegado a ellos; era una fachada, una barrera cuidadosamente construida.
Un sentimiento extraño y pesado se asentó en el pecho de Jungkook, una mezcla de compasión y tristeza que no pudo ignorar. Había algo profundamente desolador en las palabras de Taehyung, algo que iba más allá de la simple espera.
Esa resignación, esa aceptación implícita de que no tenía otro lugar al que ir, golpeó a Jungkook con una fuerza inesperada. Por primera vez, sintió plenamente el peso de la soledad que parecía envolver a Taehyung, una soledad que el propio fantasma parecía haber asumido como inevitable. Y eso, más que cualquier otra cosa, dejó una marca dolorosa en el corazón de Jungkook.
Los días transcurrieron con una lentitud casi exasperante, llenos de una sensación de pesadez que Jungkook no habría podido anticipar. Cada amanecer marcaba el inicio de otro día en el que no podía ir al bosque, y cada ocaso parecía prolongar aún más la distancia entre él y cierto fantasma de cabello plateado que no lograba apartar de sus pensamientos. Lo desconcertaba la intensidad con la que su mente volvía una y otra vez a Taehyung, como si el vacío que sentía en su ausencia creciera con cada momento que pasaba.
El castaño se sorprendió a sí mismo muchas veces, sentado en silencio mientras sus manos trabajaban en la recolección de sandías o mientras escuchaba las instrucciones de su abuelo, pensando en detalles insignificantes que no debería recordar con tanta claridad. La forma en que Taehyung inclinaba ligeramente la cabeza al escucharlo, la suavidad en su voz cuando decía su nombre, incluso el peculiar sonido de sus pasos al caminar junto a él por los senderos del bosque. Todo ello regresaba a su mente como un eco persistente.
Cada día sin verlo era un recordatorio de cuánto parecía extrañarlo, un sentimiento que lo tomaba completamente desprevenido. Jungkook no recordaba haber experimentado algo tan extraño antes: una tristeza punzante que se instalaba en su pecho, haciéndolo suspirar sin darse cuenta. Había intentado justificarlo, racionalizarlo. Se dijo a sí mismo que probablemente solo se trataba de la costumbre, de que se había habituado tanto a verlo todos los días que su ausencia lo descolocaba. Pero esa explicación no parecía suficiente, no lograba aliviar el peso en su corazón.
Por momentos, se sentía frustrado consigo mismo. Quería entender por qué lo afectaba tanto. Nunca había sido alguien que se detuviera a analizar sus emociones con demasiada profundidad, pero ahora desearía ser capaz de hacerlo. ¿Por qué Taehyung ocupaba tanto espacio en su mente? ¿Por qué esa conexión que compartían, aunque fuera silenciosa y sutil, parecía volverse tan esencial para él?
Mientras los días seguían avanzando con una lentitud insoportable, Jungkook solo podía esperar que, al volver al bosque, las respuestas a esas preguntas se volvieran más claras. Pero, más que eso, esperaba que la simple presencia de Taehyung disipara la tristeza que ahora lo acompañaba como una sombra constante.
—Kook, ¿ocurre algo? Llevas días algo ausente —preguntó Yoongi con un dejo de preocupación mientras dejaba una caja de sandías recién empaquetadas en el pórtico, limpiándose luego las manos en los jeans gastados.
Jungkook parpadeó, como si despertara de un sueño. Alzó la mirada hacia el azabache frente a él, parpadeando un par de veces más para enfocarse, saliendo lentamente de sus pensamientos que lo habían atrapado durante toda la mañana.
—Oh, sí, estoy bien. No te preocupes, solo estoy un poco distraído —respondió, esbozando una sonrisa que, aunque intentaba ser convincente, no lograba ocultar del todo el brillo melancólico en sus ojos. Sin embargo, mientras las palabras salían de su boca, algo cruzó por su mente como un destello repentino: tal vez Yoongi podría ayudarlo a comprender lo que sentía, algo que él mismo no había podido descifrar—. Yoongi, ¿qué significa cuando no puedes dejar de pensar en alguien y tu corazón duele cuando estás lejos de esa persona? —preguntó, su tono más serio de lo habitual, casi vulnerable, mientras sus ojos oscuros se clavaban en los de su amigo con una mezcla de curiosidad y necesidad.
La pregunta tomó completamente por sorpresa al azabache. Yoongi, que ya se había agachado para tomar otra caja, se detuvo en seco, sus ojos abriéndose con incredulidad mientras giraba lentamente la cabeza hacia Jungkook. El silencio que siguió fue palpable, cargado de confusión y un poco de incredulidad.
—B-bueno, eso depende... —murmuró finalmente, rascándose la nuca con un gesto incómodo, como si intentara ganar tiempo para procesar lo que acababa de escuchar.
Jungkook inclinó ligeramente la cabeza hacia un lado, su expresión curiosa e inocente, aunque cargada de expectativa.
—¿De qué? —preguntó con un interés genuino, sus grandes ojos aún fijos en Yoongi, esperando pacientemente una respuesta, como si las palabras del otro pudieran darle el entendimiento que tanto buscaba.
Yoongi desvió la mirada un momento, frunciendo el ceño con una mezcla de concentración y algo que parecía una pizca de nerviosismo.
—Pues... depende de quién sea esa persona y lo que sientas por ella —respondió, midiendo cada palabra, intentando no precipitarse—. A veces, puede ser simplemente que los extrañas porque te importan mucho... pero otras veces... —hizo una pausa, mirando de reojo a Jungkook— puede ser algo más profundo.
Jungkook se quedó en silencio, procesando las palabras de Yoongi mientras sentía que su pecho se apretaba un poco más. ¿Algo más profundo? La idea lo dejó desconcertado, pero también con una punzada de intriga que no podía ignorar.
—¿Algo más profundo? —murmuró Jungkook, más para sí mismo que para Yoongi, mientras su ceño se fruncía levemente en una mezcla de confusión y desconcierto. No notó el leve sonrojo que se extendía por las mejillas de Yoongi ni la forma en que este lo observaba, con una intensidad que contrastaba con su habitual actitud despreocupada.
Yoongi apartó la mirada rápidamente, aclarando su garganta mientras volvía a centrarse en la caja de sandías que había dejado a un lado.
—Sí, algo más profundo —repitió, esta vez con un tono más neutro, aunque sus dedos tamborileaban ligeramente contra la madera de la caja, reflejando un nerviosismo que intentaba disimular.
Jungkook inclinó la cabeza, sus pensamientos girando rápidamente.
—¿Cómo sé si es eso? —preguntó con genuina curiosidad, dando un paso hacia Yoongi, como si la proximidad pudiera ayudar a obtener una respuesta más clara.
Yoongi dejó escapar un suspiro lento, como si estuviera debatiéndose internamente sobre qué decir. Finalmente, se giró hacia Jungkook, encontrando sus ojos oscuros que lo miraban con una mezcla de ansiedad y esperanza.
—Bueno... —empezó con cautela, el sonrojo regresando a sus mejillas—. Si es algo más profundo, suele ser porque esa persona significa mucho más para ti de lo que creías. No puedes dejar de pensar en ella porque, de alguna manera, tu corazón... —hizo una pausa, buscando las palabras adecuadas— siente que le falta algo cuando no está cerca. Es como si estuvieras incompleto.
Jungkook lo miró fijamente, sus palabras resonando en su mente como un eco. Abrió la boca para decir algo, pero se detuvo. El peso de lo que escuchaba era abrumador, pero también encajaba de una manera inquietante con lo que había estado sintiendo.
—¿Y si... nunca antes había sentido algo así? —preguntó finalmente, su voz un poco más baja, casi un susurro.
Yoongi lo miró con una mezcla de sorpresa y algo más que Jungkook no supo identificar.
—Entonces, puede que sea la primera vez que realmente... —Yoongi vaciló, mordiendo el interior de su mejilla antes de terminar la frase—. Te importa alguien de esa manera.
El silencio que siguió fue pesado, pero no incómodo. Jungkook desvió la mirada hacia el suelo, tratando de procesar todo lo que Yoongi había dicho. Mientras tanto, el otro lo observó por un instante más antes de volverse a su tarea, aunque su expresión sugería que había mucho más que quería decir pero había optado por guardar para sí.
—Entiendo —asintió el castaño, su tono calmado, como si finalmente hubiera llegado a una conclusión. Yoongi soltó un pequeño suspiro de alivio, agradecido de que la conversación pareciera haber llegado a su fin.
Sin embargo, antes de que pudiera disfrutar plenamente de esa tranquilidad, Jungkook habló de nuevo, y lo que dijo lo tomó completamente por sorpresa.
—¿Tú te sientes así por alguien? —preguntó con una curiosidad desarmante, sus grandes ojos fijos en Yoongi con una honestidad tan pura que este no supo cómo reaccionar.
La pregunta fue como una chispa que encendió el caos. La caja de sandías que Yoongi tenía en las manos resbaló de sus dedos, cayendo abruptamente al suelo, y en su trayecto aterrizó justo sobre su pie.
—¡Oh, mierda! —exclamó Yoongi, su rostro contorsionándose de dolor mientras daba pequeños saltos sobre su pie sano, agarrándose el afectado en un intento inútil por mitigar el dolor que lo atravesaba.
—¡Yoongi! ¿¡Estás bien!? —exclamó Jungkook, alarmado, dando un paso al frente para sostenerlo y asegurarse de que no perdiera el equilibrio.
—¡Claro que no estoy bien! —farfulló el azabache, apretando los dientes mientras trataba de no gritar por el dolor punzante que sentía. Se inclinó hacia un lado, apoyándose en la pared más cercana para evitar caer al suelo.
—Déjame ver —dijo Jungkook, agachándose rápidamente para revisar el pie de Yoongi.
—Espera, espera... creo que está bien, no creo que sea grave —dijo Yoongi, su voz aún cargada de dolor pero menos tensa por el nerviosismo que sentía por la cercanía del contrario.
—¿Seguro? —Jungkook lo miró preocupado, examinando la forma en que el azabache probaba apoyar el pie con cautela.
—Sí, sí... no es como si me hubiera roto nada —resopló Yoongi, aunque su rostro todavía mostraba una ligera mueca de dolor. Aprovechó la distracción para tratar de cambiar el tema—. Solo... me tomaste desprevenido.
Jungkook se sonrojó ligeramente, consciente de que quizá había sido demasiado directo.
—Lo siento, no pensé que te pondrías tan nervioso.
Yoongi lo miró de reojo mientras masajeaba su pie.
—¿Nervioso? ¡No estaba nervioso! Solo... me sorprendiste. No es una pregunta que escuches todos los días, ¿sabes?
—Entonces, ¿la respuesta es sí? —insistió Jungkook, sus ojos brillando con una mezcla de picardía e inocente curiosidad.
Yoongi desvió la mirada, sintiendo que la conversación comenzaba a tomar un giro incómodo. Sabía que Jungkook no iba a detenerse hasta entender completamente, y aunque la respuesta parecía simple, no era algo fácil de decir. Suspiró, dándose por vencido ante la insistencia del contrario, y dio un paso atrás para apoyarse contra la pared.
—Bueno, sí —dijo finalmente, buscando una salida que no comprometiera demasiado sus sentimientos—. Es posible. A veces, el solo hecho de pensar en alguien constantemente hace que te des cuenta de que tal vez... tal vez te importa más de lo que pensabas.
Jungkook asintió lentamente, aunque no estaba completamente convencido. Podía ver en los ojos de Yoongi que había algo más detrás de esas palabras, pero no se atrevió a preguntar más. A cambio, dejó escapar una sonrisa tímida, agradeciendo de alguna manera a Yoongi por la sinceridad, aunque sin entender completamente todo lo que había dicho.
—Gracias, Yoongi. No sé, es un poco confuso, pero... creo que lo estoy entendiendo más ahora.
Yoongi simplemente sonrió de vuelta, aunque no era una sonrisa completa, más bien una mueca que intentaba disimular lo que realmente pensaba. Sin embargo, en su interior, una pequeña parte de él sentía un alivio por haber podido, de alguna manera, compartir algo de lo que sentía sin tener que confesarlo directamente.
—De nada, Kook. —Yoongi hizo una pausa, sintiendo que era mejor cambiar de tema antes de que la situación se volviera demasiado densa—. Ahora, ¿me ayudas con las cajas o qué? No tengo toda la tarde.
Jungkook rio suavemente, todavía un poco distraído por la conversación, pero feliz de volver a algo más ligero.
—Claro, vamos.
Luego de varios días de arduo trabajo y responsabilidades que parecían no terminar nunca, finalmente llegó el momento que Jungkook había estado esperando con ansias: podría volver al bosque y ver a Taehyung. Las semanas pasadas se sintieron como una larga espera interminable, donde cada día sin poder ir al encuentro del fantasma pesaba más que el anterior. La sensación de vacío que había comenzado a formarse en su pecho durante esos días desaparecía lentamente mientras se acercaba al lugar donde Taehyung solía esperarlo.
La sensación de alivio y emoción era tan intensa que Jungkook apenas podía contener la sonrisa que comenzaba a formarse en su rostro. Aunque era temprano, la claridad de la mañana teñía el aire con una frescura que solo acentuaba su impaciencia. Los recuerdos de sus últimos encuentros le daban vueltas en la cabeza, pero el deseo de volver a verlo, de sentir esa calma inexplicable que le proporcionaba la presencia de Taehyung, era lo único que ocupaba su mente.
Caminó hacia el bosque con paso rápido, sintiendo cómo cada paso lo acercaba más a la figura misteriosa que había comenzado a ocupar sus pensamientos. La quietud del lugar era casi palpable, y el aire se sentía cargado de expectativa. La luz aún estaba suave, casi difusa, creando una atmósfera especial entre los árboles, como si el mundo entero estuviera en pausa solo para él.
Cuando Jungkook cruzó el último arco, se detuvo abruptamente, girando la cabeza en todas las direcciones con la esperanza de encontrar al fantasma. No tuvo que buscar mucho. Apenas unos segundos después, Taehyung apareció delante de él, materializándose en un suave destello que parecía fundirse con la luz tenue del entorno. Jungkook no pudo evitar sonreír, una sonrisa genuina que iluminó su rostro y desterró al instante el peso de la tristeza que había estado cargando como una sombra constante en su interior.
—Tae... —susurró, su voz apenas audible pero cargada de alivio.
—Volviste —respondió Taehyung con una serenidad que contrastaba con la agitación interna de Jungkook.
Asintiendo con firmeza, Jungkook comenzó a caminar hacia él, ansioso por acortar la distancia entre ambos. Sin embargo, en su apuro, no se fijó en una piedra que sobresalía del suelo y tropezó torpemente.
—¡Kook, cuidado! —exclamó Taehyung, dando un paso instintivo hacia él.
El tiempo pareció ralentizarse. Jungkook percibió claramente la intención de Taehyung de alcanzarlo, de evitar su caída. Pero el pánico se apoderó de él al imaginar lo que podría suceder si el fantasma lo tocaba. «Por favor, no», rogó en silencio, su corazón acelerándose desbocado. En el último instante, Taehyung se detuvo. Jungkook golpeó el suelo con un ruido seco, el dolor recorriendo su cuerpo, pero la sensación de alivio fue mucho más intensa que cualquier molestia física.
—Kook, lo siento... —murmuró Taehyung, su voz impregnada de culpa mientras observaba a Jungkook acomodarse con cuidado en el suelo.
El contrario negó suavemente con la cabeza, levantando la mirada hacia él con una sonrisa rota, sus ojos ya nublados por las lágrimas que empezaban a caer sin control.
—Ah... es un alivio, de verdad. P-por favor... nunca me toques —susurró con la voz temblorosa, incapaz de contener la oleada de emociones que lo invadía.
Las lágrimas comenzaron a brotar con más fuerza, rodando por sus mejillas en un torrente imparable. No estaba acostumbrado a mostrarse así, tan vulnerable, tan expuesto. Pero con Taehyung todo era diferente. Algo en él derribaba sus muros con facilidad, dejándolo desprotegido ante la intensidad de sus propios sentimientos. Sollozando con fuerza, se dejó llevar por el temor desgarrador de perderlo, de que un simple roce pudiera arrebatarle aquello que, aun en su forma etérea, parecía más real que cualquier otra cosa en su vida.
Bajó la mirada, sintiendo el calor de la vergüenza arder en sus mejillas. No quería que Taehyung lo viera así, tan vulnerable, tan desbordado por sus emociones. Sin embargo, los sollozos que escapaban de su garganta eran incontenibles, cargados de un terror que aún lo atenazaba. La simple idea de que Taehyung pudiera haber desaparecido lo había desgarrado de una forma que no podía explicar ni controlar.
—No llores, ¿sí? —escuchó la voz serena de Taehyung, mientras el extremo de una rama asomaba en su visión—. Estoy bien, sigo aquí.
Jungkook alzó la vista, sus ojos todavía húmedos, y lo que vio lo dejó sin aliento por un instante. Taehyung tenía la máscara ligeramente levantada, lo que le permitió ver su rostro una vez más. Aunque ya lo había visto antes, el impacto seguía siendo el mismo. Había algo en su rostro, en la calma que transmitía y en la inexplicable atracción que despertaba, que hacía que todo a su alrededor se desvaneciera por completo.
Era imposible apartar los ojos. Aunque el momento estaba impregnado de emociones intensas, ese simple gesto de Taehyung logró calmar el caos en su interior, al menos por un instante.
Limpió las lágrimas de su rostro, saliendo lentamente del trance que lo había mantenido inmóvil. Con un leve temblor en las manos, tomó el extremo de la rama que Taehyung le ofrecía. Este lo ayudó a levantarse con suavidad, y, sin soltar el improvisado puente entre ellos, ambos mantuvieron su agarre. Aunque no era más que un simbolismo; como si sus manos realmente estuvieran entrelazadas. El peso emocional de ese gesto silencioso llenó sus corazones de una calidez reconfortante.
—Lo siento —murmuró Jungkook con voz baja, aún limpiando las lágrimas rebeldes que quedaban en su rostro.
—Está bien —respondió Taehyung con suavidad, una sonrisa apenas perceptible curvando sus labios—. Sigues siendo muy bonito.
Jungkook lo miró de inmediato, sorprendido por las palabras, y sintió cómo el rubor invadía sus mejillas. Taehyung, al percatarse, añadió con una ligera risa:
—Pero no me veas así, es malo para mi corazón.
Antes de que Jungkook pudiera reaccionar, Taehyung tomó su máscara y, en un gesto inesperado, la colocó sobre el rostro de Jungkook. Fue un movimiento rápido y juguetón, pero el contacto fugaz entre ellos pareció detener el tiempo por un instante.
Poder observar las expresiones de Taehyung, aunque fuera por ese breve momento, fue un regalo para Jungkook. Siempre se había preguntado qué emociones se escondían detrás de esa máscara, y ahora que había tenido la oportunidad de verlas, se sintió embriagado por la belleza de lo que había descubierto. El ligero sonrojo en las mejillas de Taehyung, esa vulnerabilidad que parecía tan extraña en él, era algo que Jungkook disfrutó más de lo que se atrevía a admitir. Fue un momento fugaz, pero uno que atesoraría profundamente.
A Jungkook le sorprendió la peculiaridad de la máscara. A simple vista, parecía una pieza sólida, sin aberturas visibles para los ojos, pero aun así podía ver a través de ella sin dificultad. La sensación era extraña pero fascinante, como si la máscara estuviera conectada de alguna manera con quien la llevaba puesta, adaptándose perfectamente. Era probable que estuviera encantada, diseñada específicamente para Taehyung.
—Vamos, supongo que tienes mucho que contarme —dijo Taehyung con una ligera sonrisa. Sujetó el extremo de la rama que aún compartían y la jaló suavemente, como invitándolo a seguir adelante. Su tono era tranquilo, pero había algo en sus palabras que insinuaba una mezcla de curiosidad y anhelo.
Jungkook asintió en silencio, permitiendo que el gesto lo guiara mientras sus pasos seguían a Taehyung. Había algo profundamente reconfortante en este momento, en estar a su lado nuevamente, como si el peso del tiempo y la distancia desaparecieran por completo. Solo ahora, al sentir la familiaridad de su presencia, comprendió cuánto lo había extrañado. La emoción se instaló en su pecho, cálida y envolvente, mientras una ligera sonrisa curvaba sus labios.
—No creo tener mucho que contar... nada que sea interesante —dijo finalmente, su voz suave, casi un murmullo que se perdió entre los sonidos del bosque.
—Todo lo que viene de ti me interesa —respondió Taehyung, sin voltear, pero con una nota de sinceridad en su voz que hizo que Jungkook sintiera un nudo en el pecho.
Sus mejillas se calentaron ligeramente, y su mirada bajó al suelo, como si necesitara esconder la agitación que esas simples palabras habían provocado.
Mientras avanzaban, el bosque parecía más vivo, como si sus pasos despertaran murmullos entre las ramas y las hojas. La conexión entre ambos, invisible pero palpable, se hacía más fuerte con cada palabra intercambiada, con cada segundo que pasaban juntos. Aunque no lo dijera en voz alta, Jungkook sabía que este instante, por simple que fuera, era uno que atesoraría profundamente.
—Bueno... —Jungkook comenzó, mirando al suelo mientras pensaba en cómo contarle a Taehyung sobre las semanas que había pasado con su abuelo—. Como ya sabes, pasé estas semanas ayudando con el cultivo de las sandías. Yoongi estuvo allí también, y realmente fue de más ayuda de lo que imaginaba. Es increíble cómo puede mantenerse tan enfocado y trabajar tanto sin perder energía. Yo, por mi parte, terminé bastante agotado, pero él no dejó de moverse ni un segundo.
Taehyung, que hasta ese momento había estado caminando sin mucha expresión, pareció tensarse ligeramente al escuchar el nombre de Yoongi. No dijo nada, pero su postura cambió de manera sutil, como si una pequeña brisa de incomodidad lo hubiera rozado. Jungkook, que no entendió de inmediato, continuó hablando sin detenerse.
—Yoongi estaba bastante involucrado, realmente. Sabía cómo organizarse y eso hizo que todo fuera más fluido. Aunque yo me sentía agotado al final del día, fue bueno ver que podíamos trabajar juntos. Mi abuelo también estaba feliz de tenernos a los dos ayudando.
Un pequeño suspiro escapó de Taehyung, y su tono cambió, volviéndose más grave.
—Así que Yoongi fue quien te ayudó más, ¿eh? —preguntó, su voz más cargada de lo que Jungkook había esperado.
El castaño, sin captar la ligera tensión en las palabras de Taehyung, asintió con una sonrisa.
—Sí, realmente. Es muy trabajador, siempre parece saber exactamente qué hacer. Yo... bueno, hice lo que pude, pero no me voy a comparar con él.
Taehyung apretó un poco la mandíbula, y aunque su tono siguió siendo suave, había algo más en él, algo que Jungkook no podía identificar completamente.
—Parece que Yoongi tiene un talento para eso, ¿verdad? —dijo, aunque la pregunta tenía un tinte algo diferente al resto de la conversación.
Jungkook, ahora un poco más consciente de la forma en que Taehyung hablaba, frunció el ceño ligeramente, sintiéndose curioso más que incomodado. Algo en el tono serio de Taehyung le indicaba que había más de lo que parecía, pero él no terminaba de entender bien qué estaba sucediendo.
—¿Te molesta? —preguntó finalmente, al ver la seriedad en el rostro de Taehyung. Le pareció un poco divertido cómo una simple conversación sobre Yoongi parecía causar tal reacción, aunque no lograba descifrar del todo las emociones que estaban en juego.
Taehyung lo miró, su expresión permaneciendo seria por un momento antes de soltar una risa cargada de sarcasmo.
—Para nada —respondió con una voz cargada de ironía—. Yoongi esto, Yoongi aquello —bufó con frustración, como si la mención constante de su nombre lo estuviera irritando—. Quiero escuchar de ti. No de tus fascinantes aventuras con él. Tú y yo tenemos más aventuras juntos.
Jungkook no pudo evitar que una pequeña sonrisa se dibujara en su rostro al escuchar la respuesta de Taehyung. Era evidente que el fantasma estaba algo molesto por la constante mención de Yoongi. Esa actitud le resultaba tan intrigante como graciosa; ¿qué sentido tenía que se mostrara celoso cuando, para Jungkook, ambos chicos ocupaban lugares completamente distintos en su vida? Pero algo en esa escena lo mantenía fascinado, como si desentrañar las emociones de Taehyung fuera un enigma que quería resolver.
—Esto no es una competencia —respondió Jungkook con calma, aunque sus ojos brillaban con un toque de desafío—. Además, si realmente quieres saber qué he estado haciendo, tendré que mencionar a Yoongi te guste o no.
El fantasma abrió los ojos ampliamente, adoptando un aire de melodramática indignación que no pudo disimular del todo.
—Ah, claro. Tengo que soportar semanas de tu ausencia, extrañándote como un alma en pena, y lo primero que escucho de ti es hablar de otro hombre. ¡Pobre de mí! —dijo con fingido pesar, llevándose una mano al pecho como si el dramatismo ayudara a subrayar su desgracia. Sin embargo, algo en sus palabras hizo que Jungkook se detuviera de golpe, jalando involuntariamente a Taehyung debido al movimiento abrupto y a la rama que compartían—. ¡Oye!
—Tú... —murmuró Jungkook, sus ojos buscando los de Taehyung con una intensidad inesperada—. ¿Me extrañaste?
El fantasma parpadeó un par de veces, frunciendo ligeramente el ceño antes de esbozar una sonrisa. Jungkook quedó cautivado por esa secuencia de expresiones, un espectáculo inusual que no dejaba de fascinarlo. No estaba acostumbrado a ver el rostro de Taehyung tan al descubierto; siempre cubierto por la máscara, esas emociones ahora visibles parecían un tesoro que él apenas empezaba a descubrir.
—Por supuesto —respondió Taehyung con naturalidad, como si la pregunta ni siquiera mereciera duda—. ¿Tú no me extrañaste a mí?
La sencillez con la que Taehyung aceptó lo que a Jungkook le había costado días entender lo dejó momentáneamente sin palabras. Sentía el calor subir lentamente desde su cuello hasta teñirle el rostro, incapaz de ocultar la vergüenza que lo invadía. ¿Cómo podía Taehyung admitir algo tan directo con tal naturalidad, cuando él había estado enredado en sus propios pensamientos durante tanto tiempo?
—Sí —respondió al fin, con un toque de timidez en la voz, aliviado de que la máscara ocultara su expresión—. Lo hice... te extrañé.
Taehyung no respondió enseguida. Permaneció en silencio, con la mirada fija en Jungkook, tan intensa que parecía atravesarlo. El nerviosismo creció en el pecho del chico, acelerando su respiración.
—Ahora entiendo tu frustración. ¿Puedes quitarte la máscara? Quiero ver tu rostro.
La petición dejó a Jungkook momentáneamente perplejo, su corazón dando un vuelco inesperado. Durante unos segundos, permaneció inmóvil, sopesando el significado detrás de las palabras de Taehyung. Finalmente, con un gesto lento pero decidido, llevó las manos hacia la máscara y, sin apartar la mirada del fantasma, se la quitó.
El aire pareció detenerse entre ambos. Los ojos grises de Taehyung brillaron con una intensidad casi hipnótica, capturando cada detalle del rostro al descubierto de Jungkook, como si fuera algo precioso. Una sonrisa se extendió por el rostro del fantasma, suave pero luminosa, transmitiendo una mezcla de alegría y algo más profundo, algo que resonó en el pecho de Jungkook.
—Eres hermoso —murmuró Taehyung, sus palabras tan ligeras que casi se perdieron en el aire, pero lo suficientemente claras para hacer que el corazón de Jungkook se acelerara aún más.
El castaño apartó la mirada, su timidez evidente, pero no pudo evitar que una leve sonrisa se asomara en sus labios. Había algo mágico en la forma en que Taehyung lo miraba, como si en ese instante no existiera nada más que ellos dos.
—Ya estás delirando, vamos —dijo Jungkook, continuando con su andar, tratando de fingir que esas palabras no habían generado algo en él cuando podía sentir su corazón latir con fuerza.
Continuaron avanzando entre los árboles, cada uno sosteniendo un extremo de la rama, la conversación fluyendo naturalmente mientras compartían lo que habían hecho en los días que no se habían visto. Las hojas crujían bajo sus pies, pero el sonido parecía lejano para Jungkook, como si todo a su alrededor se desvaneciera cuando estaba con Taehyung. Se dio cuenta de que esa plenitud, esa sensación de estar exactamente donde debía estar, solo la experimentaba cuando estaba junto a él, un sentimiento que no encontraba en ningún otro lugar.
—Pronto habrá un festival en el bosque, ¿te gustaría ir conmigo? —preguntó Taehyung apenas llegaron a la pradera donde solían pasar tiempo juntos, sus pasos deteniéndose al borde del claro.
—¿Un festival? —repitió Jungkook, alzando la mirada con curiosidad mientras dejaba a un lado la rama con la que solían tomarse de la mano.
—Sí, los fantasmas y espíritus suelen organizar uno por estas fechas.
—¿Y no será algo... aterrador? —preguntó Jungkook, ladeando la cabeza con un gesto de duda.
—Descuida. A los fantasmas les gusta disfrazarse de humanos, así que se parece mucho a un festival normal. Y yo estaré contigo todo el tiempo. No tienes nada de qué preocuparte —aseguró Taehyung, su tono firme pero tranquilo—. Además, es bastante común que a veces los humanos terminen en el festival sin siquiera darse cuenta.
—Oh, cierto... Creo que mi abuelo mencionó una vez que los chicos del pueblo hablaban de un festival en el bosque —recordó Jungkook, entrecerrando los ojos como si tratara de evocar el recuerdo con claridad.
—Eso tiene sentido. Muchas personas suben al santuario ese día a rezar porque también hay un festival en el pueblo. La magia del bosque suele atraerlos, y algunos terminan perdidos en nuestro festival. Pero como es un día de adoración, los fantasmas se comportan y no causan problemas. Incluso levantan la magia de confusión para que puedan encontrar el camino de regreso sin dificultad.
Jungkook asintió lentamente, tratando de imaginar cómo sería estar rodeado de fantasmas y espíritus celebrando algo tan peculiar. Por alguna razón, la idea le resultaba menos inquietante y más... intrigante.
Además, la posibilidad de disfrutar de un festival junto a Taehyung era lo que más emocionaba a Jungkook. Estar con él siempre había sido especial, diferente a cualquier otra compañía que conociera. Había algo en la forma en que Taehyung hablaba, en sus silencios cargados de significado, en la calma que transmitía, que despertaba en Jungkook emociones que jamás había experimentado antes, emociones que ni siquiera sabía cómo nombrar.
Sin embargo, después del tiempo que habían pasado sin verse, todo parecía haberse intensificado. Cada palabra, cada gesto de Taehyung resonaba más fuerte, y la simple cercanía entre ellos parecía cargar el aire de una electricidad que Jungkook no entendía del todo, pero tampoco quería alejar. Era como si el tiempo separados hubiera hecho que todo lo que sentía por él, aquello que antes podía ignorar o justificar, ahora se sintiera imposible de ocultar.
—Está bien, me gustaría mucho ir contigo —respondió Jungkook con una sonrisa tímida, sintiendo un leve calor subirle al rostro—. ¿Cuándo sería?
—Mañana en la noche —contestó Taehyung con naturalidad, como si no acabara de soltar una bomba.
—¿Q-qué? ¿Tan pronto? —balbuceó Jungkook, abriendo los ojos con sorpresa.
—Bueno, podría haberte invitado antes, pero no esperaba que te demoraras tanto en volver —dijo Taehyung con un tono que mezclaba sinceridad y algo de reproche juguetón—. Me has tenido nervioso todo este tiempo, preguntándome si sería capaz de invitarte. Ha sido realmente una tortura estar sin ti.
Jungkook sintió cómo el rubor se apoderaba de su rostro. Desvió la mirada, incapaz de sostener la intensidad con la que Taehyung lo observaba, y murmuró con voz baja:
—Dices cosas vergonzosas con tanta facilidad...
—Solo estoy siendo honesto —respondió Taehyung, su tono despreocupado, aunque sus ojos brillaban con algo que Jungkook no supo identificar. Eso solo hizo que su sonrojo se intensificara aún más.
—Haces esto más complicado de lo que ya es.
—Lo sé... pero no puedo evitarlo.
El silencio cayó entre ambos como una densa niebla, haciendo que el aire pareciera más pesado. Jungkook desvió la mirada hacia el suelo, sintiendo cómo algo invisible se enredaba en su pecho. Sabía que las palabras de Taehyung tenían un peso más profundo de lo que aparentaban. No era solo lo que decía, sino cómo lo miraba, con una intensidad que parecía atravesar sus defensas y llegar directo a algo que aún no lograba entender por completo.
—Realmente quisiera tocarte... —murmuró Jungkook antes de darse cuenta, su voz apenas audible, como si las palabras se hubieran escapado sin pedir permiso.
Taehyung lo miró, sus ojos ensanchándose por un breve instante. El dilema en su mirada era palpable, una mezcla de sorpresa, anhelo y algo que Jungkook no pudo descifrar. Después de un momento que pareció eterno, Taehyung suspiró profundamente.
Con cuidado, tomó la rama que descansaba junto a Jungkook y, con un movimiento lento y deliberado, la acercó hasta rozar la mejilla de este. La suavidad del gesto contrastaba con la tensión que flotaba entre ellos, como si con ese simple contacto quisiera transmitir lo que las palabras no podían.
—También yo... —susurró Taehyung, su voz apenas un eco, pero cargada de una sinceridad que hizo que Jungkook contuviera la respiración.
Después de la tensión que había envuelto el aire entre ambos, lograron volver a charlar con naturalidad. Sin embargo, Jungkook no pudo evitar notar que Taehyung lucía distraído. Sus ojos parecían escanear el entorno cada cierto tiempo, como si estuviera buscando algo en específico, lo que despertó la curiosidad de Jungkook.
—¿Estás buscando algo? —preguntó finalmente, rompiendo la calma. La pregunta hizo que Taehyung girara hacia él, mirándolo directamente. Aunque Jungkook aún no se acostumbraba a ver su rostro, le agradaba poder hacerlo después de esos primeros meses en los que Taehyung no se quitó la máscara ni una sola vez.
—No diría que algo... —respondió Taehyung, aunque su mirada volvió a recorrer los alrededores con un aire de frustración creciente. Finalmente, murmuró entre dientes, lo suficientemente bajo como para que Jungkook casi no lo escuchara—: Maldición... lo prometió.
La ligera molestia en su tono no hizo más que avivar la curiosidad de Jungkook.
—¿Tae? —insistió, queriendo obtener más respuestas.
Taehyung le dirigió una mirada rápida, como si estuviera evaluando algo, antes de suspirar.
—Espérame aquí un momento, ¿de acuerdo? No tardo. Y no te vayas a ningún lado.
Jungkook frunció el ceño, a punto de responder que no había ningún sitio al que pudiera ir. Después de todo, si se alejaba, la magia de confusión que envolvía la montaña lo haría perderse sin remedio. Pero no tuvo tiempo de decir nada. Antes de que pudiera articular una palabra, Taehyung ya había desaparecido, dejando solo el leve eco de su presencia.
—Ah, detesto que haga eso —murmuró Jungkook, soltando un suspiro de resignación mientras se dejaba caer de espaldas en el césped. El fresco contacto de la hierba contra su piel no era suficiente para calmar la inquietud que comenzaba a surgirle. ¿Qué podría estar buscando Taehyung con tanta urgencia? ¿Y por qué no podía decirle nada al respecto?
No sabía cuánto tiempo había pasado, pero Jungkook comenzó a notar cómo el ambiente cambiaba. El aire, que antes era fresco y ligero, se volvió frío y pesado, como si algo invisible lo estuviera oprimiendo. Se enderezó de inmediato, su cuerpo tensándose mientras buscaba con la mirada algún indicio de lo que causaba aquella inquietud. Recordó las palabras de Taehyung: los fantasmas no le harían daño porque él había hablado con ellos. Sin embargo, ahora que estaba lejos de Taehyung, no estaba seguro de que acataran esa promesa.
Todo ocurrió en cuestión de segundos. Una sombra negra se deslizó sobre el césped frente a él, expandiéndose como si surgiera del mismo suelo. De ella, emergió una figura imponente; un enorme zorro dorado, con ojos rojos que brillaban intensamente y tres colas que se movían de forma amenazante. Jungkook se quedó inmóvil, incapaz de reaccionar, como si su cuerpo hubiera olvidado cómo moverse. Estaba seguro de que el miedo que sentía lo tenía paralizado.
El zorro comenzó a acercarse con lentitud, cada uno de sus pasos haciendo crujir la hierba bajo sus patas. Un gruñido gutural resonó en el aire, profundo y cargado de agresividad, haciendo que el pecho de Jungkook vibrara con su intensidad. El animal mostraba los colmillos en una clara advertencia, sus fauces entreabiertas emanando un calor extraño que contrastaba con el ambiente helado.
Jungkook tragó saliva, su mente luchando por encontrar alguna salida, alguna forma de actuar, pero el pánico seguía siendo más fuerte que cualquier pensamiento lógico.
El tenso silencio que envolvía el momento fue abruptamente interrumpido por la voz de Taehyung, tan familiar que hizo que Jungkook sintiera una oleada de alivio recorrer su cuerpo. La sensación fue tan intensa que casi tuvo la necesidad de levantarse y correr hacia él, abrazarlo y...
—Dijiste que te ibas a comportar, lo prometiste —dijo Taehyung, con un tono de reproche que, aunque firme, carecía de la hostilidad que el zorro había mostrado minutos antes.
El zorro detuvo su avance de inmediato, como si la simple presencia de Taehyung hubiera borrado toda la agresividad de su postura. En un abrir y cerrar de ojos, la amenaza se desvaneció, y el animal dejó de mostrar sus colmillos, devolviendo la calma al ambiente. Taehyung enarcó una ceja hacia la criatura, su mirada calculadora y tranquila. Sin prisas, se sentó en la hierba, cruzándose de piernas con total indiferencia, como si nada hubiera sucedido.
El zorro, por su parte, no le prestó ni una mirada más a Jungkook. Con un suave movimiento, comenzó a caminar hacia Taehyung, cada paso reduciendo su tamaño de manera mágica hasta que, al llegar a sus piernas cruzadas, se acurrucó entre ellas. Cerró los ojos, mostrando una expresión casi de rendición mientras Taehyung le acariciaba la cabeza con suavidad. El zorro se relajó por completo, como si nada de lo ocurrido antes hubiera sido más que una breve alteración en su tranquila existencia.
Jungkook observó en silencio, una mezcla de incredulidad y alivio recorriéndole el cuerpo. No era solo el zorro lo que había desaparecido, sino también el peso de su propio miedo, que ahora se disipaba con la misma rapidez con la que el zorro había dejado de ser una amenaza. Taehyung, como siempre, parecía tener todo bajo control.
—Kook, ven, te quiero presentar a alguien.
Jungkook asintió, aunque aún sentía una ligera confusión por lo que acababa de suceder. No obstante, se acercó al fantasma, que seguía acariciando la cabeza del zorro con una calma que contrastaba completamente con la tensión que había reinado momentos antes. Se sentó a una distancia prudente de ambos, observando cómo el animal, ahora más tranquilo, abría los ojos lentamente. Los intensos ojos rojos del zorro se posaron sobre él, y Jungkook no pudo evitar sentir una ligera incomodidad al percibir una hostilidad residual en su mirada, como si el pequeño ser aún lo estuviera evaluando.
—Este de aquí es mi amigo Jimin —dijo Taehyung, su voz algo vacilante. Era raro verlo nervioso. Observó al zorro por un momento antes de continuar—. Llevaba tiempo queriendo presentártelo, pero... bueno, no se había dado la oportunidad.
En ese instante, un pequeño gruñido escapó del zorro, que, aunque sonaba casi juguetón, aún cargaba una sombra de desconfianza. Taehyung sonrió ligeramente, como si tratara de suavizar la atmósfera que había quedado algo tensa después del encuentro.
Jungkook miró al zorro, intentando procesar lo que acababa de suceder. La conexión entre Taehyung y esa criatura parecía más profunda de lo que inicialmente había supuesto.
El zorrito, que había permanecido inmóvil por un momento, dirigió su mirada hacia Taehyung. Durante unos segundos, ambos se observaron en silencio, como si compartieran un entendimiento tácito que Jungkook no alcanzaba a comprender. Finalmente, Taehyung dejó escapar un suspiro pesado, uno que parecía cargado de resignación.
—No podrá entenderte si sigues así. Vamos, Jimin, lo prometiste —dijo con tono suave, pero firme, como si estuviera reprimiendo una pequeña molestia.
El zorro permaneció quieto, sus ojos rojos fijos en Jungkook como si aún estuviera evaluando si era digno de confianza. Luego de unos segundos que parecieron eternos, comenzó a crecer ante los ojos de Jungkook. Pero esta vez, lo que vio fue diferente a lo que había presenciado antes. El proceso no fue tan abrupto; el cuerpo del zorro comenzó a alargarse, transformándose lentamente.
Observó, boquiabierto, cómo el pequeño zorrito dejaba de ser una criatura peluda para adoptar una forma humana. A medida que su cuerpo tomaba forma, los rasgos de la criatura cambiaban: las patas se convertían en piernas, el pelaje dorado se desvanecía, y lo que antes era una bestia salvaje ahora tomaba la apariencia de un joven.
Finalmente, entre las piernas de Taehyung, se encontró sentado un chico de cabellos rubios, tan dorados como el pelaje del zorro, y unos ojos rojos brillantes como rubíes, que resplandecían con una intensidad que casi dolía a la vista. La transformación estaba completa, y ahora frente a Jungkook se encontraba alguien completamente diferente, pero al mismo tiempo, el mismo ser que había observado en su forma animal.
Jungkook no pudo evitar sentir una mezcla de asombro y desconcierto. ¿Cómo era posible que una criatura tan pequeña y aparentemente inofensiva pudiera transformarse en un ser humano? Sin embargo, al mirar los ojos del joven, tan similares a los del zorro, comenzó a entender que, de alguna manera, este chico estaba tan fuera de lo común como el mismo Taehyung.
En esa forma, Jungkook notó la clara sensación de rechazo que emanaba del joven, la cual se reflejaba claramente en sus gestos y su actitud. La seriedad en su mirada era palpable, como si estuviera evaluando la situación con una intensidad que Jungkook no lograba comprender completamente. A pesar de su apariencia juvenil, el chico tenía una presencia imponente, y todo en él parecía emanar una energía que dejaba claro que no quería estar allí.
De repente, el chico levantó los brazos y, en un gesto sorprendentemente natural, se abrazó al cuello de Taehyung, apoyando su rostro contra él. El movimiento, tan fluido y cercano, dejó a Jungkook paralizado. Una sensación extraña se apoderó de su pecho, una que no lograba identificar de inmediato. El espacio entre él y Taehyung parecía haberse distanciado aún más, y el nudo en su estómago se apretó con fuerza.
Al intentar entender qué era lo que sentía, Jungkook se dio cuenta, con cierta incomodidad, de que era envidia. Envidia de que el chico pudiera tocar a Taehyung tan libremente, de que tuviera el derecho de estar tan cerca de él sin restricciones. La sensación creció dentro de él como una bola de fuego, una creciente molestia que se asentó firmemente en su pecho.
Quería que lo soltara. Esa necesidad de que el chico dejara de abrazar a Taehyung lo abrumó con una fuerza que no había anticipado. La imagen de ellos dos juntos, tan naturales y cercanos, lo hacía sentir como un extraño en su propio cuerpo, incapaz de hacer nada más que observar.
—Creo que cambié de opinión —dijo de repente Jimin, su voz tan suave y aterciopelada que parecía diseñada para seducir a quien la escuchara, envolviendo el aire a su alrededor en una especie de magnetismo involuntario.
Taehyung no respondió inmediatamente, pero su mirada se endureció ligeramente. Al parecer, ese no era el cambio de opinión que había esperado. Aun así, su tono al hablar fue calmado, como si intentara apaciguar la situación.
—Anda, lo prometiste. Es importante para mí, por favor...
Jimin soltó un fuerte suspiro, resignado, antes de volver su mirada hacia Jungkook, quien había permanecido en completo silencio durante toda la interacción, observando de forma cautelosa. El rubio lo evaluó brevemente, como si intentara ver algo más allá de la fachada que mostraba el castaño.
Taehyung se giró hacia Jungkook, con una sonrisa que intentaba suavizar la situación, pero sin lograr ocultar del todo su inquietud.
—Kook, este es Jimin, como mencioné, es mi mejor amigo. Jimin, este es Jungkook, de quien te he hablado.
Jimin soltó una risa seca, su tono de voz frío y cargado de sarcasmo.
—Sí, sí, el humano que amenaza tu existencia. Diría que es un placer conocerte, pero tiendo a odiar todo lo que pueda dañar a Taehyung.
Un escalofrío recorrió la columna de Jungkook al escuchar esas palabras, pero antes de que pudiera responder algo, la voz de Taehyung, firme y autoritaria, cortó la tensión en el aire.
—Jimin —dijo con dureza, como un claro recordatorio de los límites.
Jimin desvió la mirada, pero no bajó la guardia.
—No sería capaz de lastimarlo, Tae es importante para mí —murmuró Jungkook, su voz cargada de sinceridad. Las palabras parecían romper la tensión en el aire, pero al mismo tiempo provocaron que la mirada de Jimin se volviera aún más tensa, como si estuviera evaluando cada palabra que salía de su boca.
No dijo nada de inmediato, pero la incomodidad creció, palpable, mientras el rubio mantuvo su mirada fija en él.
—Tu sola presencia ya le hace daño a su corazón. Y si, por accidente, llegaras a tocarlo, entonces él...
—¡Jimin! —exclamó Taehyung con dureza, cortando las palabras del rubio con una brusquedad inesperada. Ambos, Jimin y Jungkook, dieron un salto de sorpresa ante la súbita exclamación del fantasma. El ambiente se cargó de una presión que hizo que Jungkook se quedara quieto, sintiendo cómo su pecho se apretaba ante la intensidad de la situación.
Taehyung suspiró con frustración y un poco de arrepentimiento, llevando una mano a su frente como si intentara calmar la tormenta interna que se desataba en su pecho.
—Ah, creo que no fue una buena idea —murmuró, bajando la mirada y, por un momento, dejando que un pesado silencio llenara el espacio entre ellos.
Jimin, sin embargo, no parecía dispuesto a ceder. Se apartó lentamente de Taehyung, sus palabras frías y directas como siempre.
—Te dije que no quería hacer esto —declaró, soltándose del fantasma con un movimiento brusco. Su voz, aunque calmada, estaba impregnada con una firmeza que hacía que cada una de sus palabras sonara como una sentencia. —No me pienso retractar de mis palabras. Este chico es un peligro para ti y lo sabes. No me refiero solo al hecho de que, si te toca, podrías desaparecer. Si esperas que vea cómo te condenas a ti mismo, lo siento, pero me niego a ser testigo de eso.
La dureza de sus palabras pareció calar hondo en Taehyung, quien, aunque intentó mantenerse estoico, no pudo evitar dejar escapar un suspiro de frustración y dolor.
Jimin se puso de pie con una rapidez que dejó a Jungkook y a Taehyung sin palabras. Empezó a alejarse de ellos, sus pasos ligeros pero decididos, como si ya hubiera tomado una decisión que no iba a cambiar. Jungkook, incapaz de reaccionar con la misma rapidez, observó cómo el rubio se desvanecía poco a poco. Su cuerpo se transformó en una sombra que se deshizo entre la hierba, como si se fundiera con la oscuridad misma del bosque.
Pronto, Jimin desapareció por completo, deslizándose en la oscuridad del bosque, dejando tras de sí un ambiente denso y una sensación de vacío en Jungkook. El nudo en su estómago se apretaba más, y la inquietud que lo envolvía parecía crecer con cada segundo que pasaba, incapaz de disiparse.
—Lamento eso... Jimin es un buen chico, solo que... —comenzó Taehyung, su voz sonando cansada, casi en un susurro, como si no supiera bien cómo justificar el comportamiento de su amigo.
—Está bien. —Lo interrumpió Jungkook con suavidad pero firmeza. A pesar de la agresividad que Jimin había mostrado, había algo en la mirada del rubio que lo había desconcertado. Detrás de esa hostilidad, Jungkook había percibido algo más profundo: miedo. Miedo a perder a Taehyung—. Sé que solo está preocupado por ti.
Taehyung lo observó con sorpresa, sus labios curvándose en una sonrisa triste mientras asentía.
—Aun así, no era la manera de reaccionar —admitió el fantasma, su tono cargado de remordimiento—. Hablaré con él... pero por ahora, me disculpo en su nombre. Quería que se conocieran de otra forma. Jimin es un espíritu más antiguo, pero desde que llegué aquí, siempre ha estado a mi lado. Dije que es mi mejor amigo, pero... la verdad es que es como un hermano para mí.
Jungkook asintió lentamente, comprendiendo más de lo que quizás había entendido antes. El vínculo entre Taehyung y Jimin era algo profundo, algo forjado en el tiempo y en la soledad que compartían.
—Desde el principio no estuvo de acuerdo con mi acercamiento a ti —admitió Taehyung, su mirada volviendo a posarse en Jungkook, cargada de una vulnerabilidad que rara vez mostraba—, pero lo ha tolerado a su manera. Aun así, no puedo justificar lo que acaba de pasar.
El castaño desvió la mirada, su mente dando vueltas a todo lo que acababa de escuchar. Había tanto que quería preguntar, tanto que quería entender, pero no sabía por dónde empezar. Lo único que tenía claro era que, a pesar de todo, no quería que Taehyung sintiera que estaba solo en este conflicto.
—No tienes que disculparte, no por él —murmuró finalmente, con una pequeña sonrisa que intentaba aliviar la tensión—. Entiendo por qué se siente así. Pero... espero que algún día me vea de una forma diferente. Jamás sería capaz de hacerte daño.
Taehyung le devolvió la sonrisa, esta vez más cálida, como si las palabras de Jungkook hubieran logrado aliviar parte de su preocupación.
—Espero lo mismo. Porque Kook... tú ya eres importante para mí. Más de lo que Jimin imagina.
Están enamorados, sí que sí😚🌷
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro