Prólogo.
Encantadora.🩸🥀
Lo dije, lo advertí. No lo creyeron pero probablemente ahora lo harán. Me quitaron todo desde que puedo falsificarme una identificación, yo les quitaré algo más.
Bajo la ventana de mi auto viejo y lo veo a lo lejos. «Grandote», me burlo.
Tomo un tubo y preparo mi pistola paralizante. Mis tacones se unden en la graba de la orilla del mar, su espalda se pone rígida y me detengo sonriendo para que vea mi cara. Quiero que vea quién lo matará.
Es grande, pero se vuelve tan pequeño, veo el miedo atravesando su mirada cuando gira, y yo me quito los lentes de sol que me dejan ver con más claridad la penumbra.
—Tú... tú estás muerta.
«¿De verdad? —ruedo los ojos—. Todos dicen lo mismo»
—Oh, lo estoy.
Disparo cuando le veo ademán a sacar su arma y cae al suelo. Escaneo el dardo paralizante en su cuello cuando me acerco a él.
Me río y le quito los pantalones rasgándolo con dagas haciendo que grite.
—Cállate, perra cobarde —le golpeo la cara con el tacón—. Son pequeños rasguños.
Sus gritos me llenan de euforia, como si la misma droga que poco a poco me mata con necesidad se sustituyera. Súplica en su idioma natal pero no me preocupo en traducirlo ya que, él nunca me escuchó. Lo ruedo dejando que las piedras apuñalen su cara. Saco el tubo y bajo los pantalones por completo.
—Aquí vas a aprender modales —susurro en un saboreo de palabras.
—¡No, no lo hagas! ¡Basta, lo siento! —llora sin moverse.
El paralizante en ocasiones tarda más, pero me gusta.
Dejo ir la primera embestida arrancándole un grito sin que pueda moverse, lo siente todo pero no se puede mover.
Recuerdo a la Lovely tirada, orinada y llorando en el suelo, recuerdo su barba en mi mejilla y aroma repugnante. Mis gritos, y el sabor de mi vagina cuando me penetró con esa maldita botella.
Sigo una y otra vez hasta que me pierdo en la maldita rabia viendo que acabo de atravesarlo. Se me eriza la piel y tiemblo queriendo abrirlo en pedazos.
Quería seguir jugando, «maldito inútil». Saco el tubo lleno de sangre y me pongo frente a él haciendo puchero.
—Creí que soportarías más —siseo muy decepcionada del grandote.
—Mátame... maldita —escupe sangre.
Le aviento el tubo cerca de la cara y escupe sangre aún inerte.
Saco mi daga nuevamente y le tomo el pito flácido lleno de orín, entierro el cuchillo desde los testículos provocando un grito melodioso, le corto los testiculos meciéndoselos a la boca. Lo obligo a mascar un poco y vomita pero vuelvo a cerrarle la boca mientras se ahoga.
Respiro hondo el aroma de su sangre y gritos de auxilio.
—Чертова свинья —Saco los pétalos de mi chaqueta y se las aviento.
Traducción: Maldito cerdo.
Me doy la vuelta y camino a mi auto para tomar el tren. No puedo perderlo, seguramente llegaré tarde a mi clase de ética y valores... «joder».
Necesito pasar el examen psicológico... «Seguro que sí»
Mentiría si digo que me cure, que soy una nueva persona porque lo único nuevo en mí es que tengo la sangre de ellos en mis manos y no me importa en absoluto.
El viaje es largo pero no me importa, no cuando lo único que he hecho estos meses es trabajar duro para destrozarlos a todos justo como lo hicieron conmigo. Debo ser rápida pero la cantidad de bastardos es amplia. Una vez dejó el auto en el deshuesadero.
Reviso la red roja percatándome de que la rebelión tiene una pista para mí. Viajé a otra ciudad sólo para matar a este idiota. Rebelión me da su paradero y yo los cazo.
Llego a mi apartamento. Me quito la ropa y la quemo. Siempre llevo gabardina que cubre cualquier atuendo sospechoso. Respiro hondo mirando mi muñeco de pulso con mi localizador de muñeca.
No me pusieron uno en el sistema porque lo iba a hackear, pero no me iban a frenar, yo soy todo, pero no idiota, y si no morí fue para hacerle pagar a todos los que me hicieron mierda.
Me arreglo dependiendo a mi perfil. Rachel Persley. Pelinegra de ojos grises, no puedo usar lentillas por la cantidad de daño que hay en mi sistema, y por ello tomo mis vitaminas antes de tomar el muñeco de pulso.
Debo ser rápida y eficaz.
—Uno —cuento cerrando los ojos—. Dos...
Empujo mi pulgar sintiendo que el pecho me revienta....
—¡Joder! —pateo la madera tomando aire.
La cara me arde y rápido tomo el localizador sacándolo del muñeco, lo meto a mi mano sacando otro grito de dolor cuando roza con mi hueso dislocado, este vuelve a acomodarse y pateo la madera, sollozando.
Me voy al baño, quito el olor de ese maldito y tiemblo de la rabia que me da tener que hacer esto. Pongo mi informe y me dirijo a la universidad. Mi agente a cargo se encarga de ayudarme con esto y estoy agradecida, hace más fácil mi tarea.
Una vez en mi papel una de mis compañeras pasa por mí al "apartamento" que tengo. Mi pantalón de mezclilla queda perfecto, veo mis labios en el retrovisor en lo que mi compañera habla cosas que no escucho. Apenas sale el sol pero en Australia todo es mejor.
—¿Qué hay de nuevo? —inquiero.
—Un nuevo caso —dice con entusiasmo y sonrío—. Un líquido que elimina los huesos en cuestión de segundos —mis ojos se abren con brillo—, es como si jamás hubiesen existido. Tendremos un proyecto de esto junto con sustancias químicas. Vendrán agentes del FBI de Quantico, y la aristocracia mandó una pasante a quien resalte con su ensayo para estar entre ellos. —se emociona—. Podríamos irnos directo al FBI cuando salgamos de aquí.
—No creo pasar esas pruebas —digo.
—No digas tonterías, celebraremos después del fin de semana, creo que tendremos trabajo en equipo.
Sonrío asintiendo. «Ya sé que vamos a hacer más tarde», saboreo. Probablemente robe químicos para desaparecer el cuerpo, pero me gusta que los vean. Adoro que lo sepan.
Recuerdo a cada idiota, y eso me hace sentir con una alegría incomparable, porque lo único que he querido en la vida es ser libre. Ahora de alguna manera he obtenido libertad.
Mi corazón aún extraña esa sensación pero es apaciguada por la sed de venganza. Quizá eso lo aprendí de él.
Bienvenidos a la primera fase de Estocolmo...
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