Capítulo 35
Lovely Walker.
Cacería.🥀
La última vez que sufrí por amor estaba acostada en mi cama, viendo diarios de vampiros hasta quedarme dormida, salía a beber y volver a casa al amanecer para despertar y volver a salir. El señor Armstrong me consiguió trabajo para hacer algo productivo y lo acepté, gracias a ello me reencontré con Elton. Un guapo tipo de 1.90 con cabello oscuro y ojos azul cobalto. Nunca me pareció ser del tipo lector a menos que fuese pornografia cuestionable pero no estaba para juzgar. Yo era la que quería ser secuestrada por el monstruo que me arrancó el corazón.
Pero tenía 18 años y no sabía una mierda del amor porque lo que sufrí por Damon no se asemeja a lo inservible que me siento ahora. Porque perder a Tayler es como una extremidad vital. ¿Qué debería hacer? Debería odiarlo pero no puedo respirar, porque sus llamadas y búsquedas me cuestan el alma.
«Matar a Selinne», me digo.
Si lo hago ya no estará embarazada, pero es su hijo y él ha querido eso. Él siempre ha querido eso, ¿no? Para la mafia. Aprieto mis dedos en su camisa mientras el sollozo sonoro me atrapa, y juro por Dios que me arrepiento de no follar con Rebelión, y quiero gritárselo en la cara. Quiero que vea que...
—Maldito —pataleo la cama con los ojos calientes y niebla se sube—. Es un mentiroso —sollozo aferrándome a ella en un berrido que me parte el pecho. Cada lágrima me quema la garganta y no respiro, me ahogo con el llanto—. Lo odio... lo odio, lo odio. Nunca debí enamorarme de un infeliz como él. Te odio tanto, tanto. ¿Cómo no a mí? ¿Por qué diablos no me elegiste a mí? —niebla me talla la cabeza con la suya y sirve para que me prive con el llanto porque ella me consuela, no hay nadie más—. ¿Qué hice, niebla? ¿Qué fue lo que les hice?
Me atraganto con el dolor sordo de mi pecho.
—Me duele, me duele muchísimo —es entonces donde recuerdo a Ostin y sé que estaría odiando a Tayler—. Te extraño tanto, tanto. Debí enamorarme de ti, pero te amo y tú tampoco estás... tampo-co estás aquí... no estás.
«Sólo puedo llorar hoy, mañana ya no», me digo. Porque voy a dominar mis sentimientos y haré como si jamás hubiese pasado. Me entrené para el dolor, y se que no se compara al físico pero si mi mente se lo cree yo puedo controlarlo. Yo soy capaz de bloquearlo, lo sé.
He vivido mi vida con los recuerdos borrados y si no sentir es lo que me salvará entonces lo aceptaré.
La cabeza me punza y el sabor ahora dulce de las lágrimas se deslizan por mi lengua mientras diviso a niebla bostezandome en la cara con aliento a algún cadaver. Necesita su lavado, y entonces todo comienza a golpear contra mi pecho, las lágrimas pican ardientes en mis ojos pero respiro.
«No»
Después de que Damon me dejase en mi apartamento opté por no responder las llamadas de ese infeliz mentiroso mientras me hundía en llanto. He estado de hotel en hotel, no más de siete horas porque me está buscando. Suspiro hondo levantándome pero sólo veo sus manos sobre mi cuerpo.
Se que no debería pero voy a actuar como lo que soy e iré a esa maldita cacería. Le di mi palabra a la mafia y allí estaré. Para todos soy la dama y la imagen de la mafia.
El poder me hace sentir bien, así que me baño y arreglo sin responder llamadas ni mensajes. Ya le avisé a Félix que iré sola a la dirección donde será.
Será en la mansión del Dragón debido a su gran amplio verdio. Al parecer dormí hasta las 5 de la tarde y dos horas en el baño mientras como alitas de pollo picantes con malteada y comida que pido para niebla, las horas nos vuelan cuando somos chicas despreocupadas.
Debo de evitar ver mis ojos ya que me he puesto rodajas de papas para evitar la hinchazón, pero sé que si veo las marcas de su piel en mí voy a quebrarme y no quiero. Por ello diviso la web roja sin señales de rebelión que seguro está enojado.
Coloco un vestido y me encargo de que Felix tenga mi corona. Dejo que el vestido escarlata se adiera a mi cuerpo y tomo mis zapatillas de daga con el mismo color. Mandé a hacer unos grises.
Me veo en el espejo y acaricio mi vestido, y la pierna izquierda reluce con el cinturón que guarda mi arma. Suspiro. «Malditos todos», me recuerdo.
Salgo del hotel con niebla que luce un collar de diamantes rojos para que combine conmigo, es un regalo. La subo a mi auto y emprendo camino mientras subo el volumen de la canción que me atropella el corazón. Chris Grey- Let the world burn.
Porque sé que es él y jodidamente la que arde soy yo, porque me quiere retener pero no tener.
La maldita canción me atormenta hasta la última célula y prefiero ignorar el sentimiento. «La embarazó», aprieto los puños.
Sabe lo que significa para mí. Las lágrimas no salen porque si algo aprendí es que no me van a volver a hacer mierda. Podré arrastrarme pero no volveré a pedir clemencia jamás, mi espíritu sigue firme y es lo único que jamás me volverán a quitar.
No estoy dispuesta, voy a luchar hasta verlos muertos a todos y tener el poder aunque signifique que él sea con quién pelee por el trono.
Llego a la fortaleza y ya entrando diviso el sinfín de autos lujosos, los árboles adornados y las fuentes de con figuras exóticas llenas de luces rojas. La Melancolía me atraviesa y la aviento en el fondo de mi cabeza dentro de un baúl con llave.
Los guardias ni siquiera me impiden llegar. Félix está frente a la fortaleza que luce más grande de lo que recordaba. Bajo y luego a niebla que se pone a mi lado mientras Felix me mira de arriba abajo.
—Señorita —suspira.
—¿Qué? —enarco la ceja divertida—. ¿Te enamoraste?
—Estoy seguro de que la única manera de ser heterosexual sería con usted —me entrega la corona.
—Me avisas cuando quieras pasarte al bando —le guiño el ojo.
Me acompaña a la parte de atrás donde todos están, y mi piel se eriza cuando el dejavú me absorbe el pecho. Personas con trajes elegantes, vestidos y esmoquines.
Hay una tarima hacia el fondo y la piscina donde tuvimos esa carne azada reluce en rojo. Los meceros deambulan de aquí para allá. Hay sumisas del Yakuza, también hombres y uno que otro con prótesis.
Determino a Elton que está en una de las paredes de armas con ese imbécil que se equipa y la novia está a su lado.
«Domínate», me exijo aunque me ardan los ojos y deba apretar mi corona.
Los ignoro yendo hacia la barra por un martini y quitarme este mal sabor de boca.
—Dama —habla uno con acento italiano haciendo que frene.
«¿Ahora qué?»
No sabía que habían cerrado trato con los italianos, ellos tienen conexión con la rebelión y calaveras. Pero Elton no sabe lo de Moscú y ahora ya no sé en quién confiar.
—¿Sí?
—Luce hermosa esta noche —me adula y le doy la mano para que la bese.
—¿Sólo está noche? —le sonrío y se endereza.
—Siempre —se acomoda el saco—. ¿Me haría el honor de ir de mi brazo?
Lo pienso un momento, pero no me convine, no por Tayler. Rebelión no estará feliz si es que él habla con los italianos.
—Muñeca —la voz de Elton me hace girar. Mira al italiano—. Gracias por cuidar a mi preciosa joya.
—Majestad —hace una reverencia—. Que tengan una linda velada.
Elton me toma de la cintura una vez el loco ese desaparece.
—Creí que no habían cerrado trato con los italianos —le digo y caminos hacia la barra.
—No lo hicimos, pero este evento es el más grande del año, y está prohibió matar —llegamos a la barra y mis ojos como si fuese un imán miran al hombre que se acomoda las armas. Enarco la ceja hacia él—. Ya sabes a lo que me refiero. Fuera de la cacería.
—Quiero arrancarme el maldito corazón —susurro y le hablo al de los tragos—. Un martini de cereza.
—Enseguida mi señora —dice y coloco mi corona en la barra.
—¿Eso no va en tu cabeza? —inquiere y lo ignoro—. No me trates así, no podía decirte nada. ¿Crees que a él le importa?
—Eres mi amigo —lo encaro furiosa—. Se supone que debías evitarme el dolor, pero no, preferiste cubrirle el culo a un pendejo egoísta, y sinceramente, Elton. Prefiero estar lejos de ustedes dos.
—Bien —suspira—. Pero no me odies, ¿no te convencen mis zafiros? —abanica las pestaña coqueto y me saca una sonrisa.
—Me debes mucho y tus zafiros no te salvan esta vez —lo señalo—. No quiero tenerte cerca porque aún no te perdono, maldito imbécil.
—¿Qué desea mi reina para perdonarme? —toma mi mano y le deja un beso.
—Inmunidad.
—Mientras estés conmigo el mundo está a tus pies —sonríe—. Pero sólo eso, se que deseas mi cuerpo pero me pueden matar por eso.
Lo empujo burlona y se pide una bebida contándome sobre Ellie. Trato de no ver nada ya que Selinne se ocupa de saludar y atender como la reina y señora. Pero en cambio a mí llegan.
Uno que otro clan con su líder viene hacia mí presentándome a sus primogénitos. No los determino mucho pero acepto que besen el dorso de mi mano, los veo como lo que son; hombres mentirosos.
Todos unos malditos.
—Luce despampanante mi dama —dice un búlgaro. No confío en ellos, en mi presentación como dama ellos me retaron—. Cada vez más feroz.
—No ha visto nada —le sonrío con hipocresía para que me deje en paz.
No dejan de desfilar hasta que terminan de llegar todos, y Elton está sabrá Dios donde. El maestro de ceremonia comienza a bajar la música, mientras voy por el quinto martini y el último.
Niebla tiene hambre y dejaré que se divierta cuando queden los cuerpos en el bosque. El del bar me entrega otro martini y frunzo el ceño.
—Yo no lo pedí —lo deslizo y noto un papel debajo.
—Es cortesía —me dice y se marcha.
Tomo el papel con el pulso sofocante pero trato de hacerme la fuerte. Desdoblo el papel.
¿Preciosa esta noche? Debería ver cómo te ves desnuda después de follar ocho horas seguidas. Es una pena que ni muerto podrá tenerte.
Eres la luz de todo el lugar.
A.
Aprieto el papel buscando al imbécil que lo escribió y lo veo arreglando las dagas en su cinturón. Sus ojos chocan con los míos y aviento el papel largándome hacia una de las mesas donde veo al Yakuza y el dragón bebiendo con sumisas al lado.
—Mira nada más —me adula el Yakuza—. ¿Por qué esa cara de homicida?
—Necesito que comiencen a morir porque seguramente voy a arrancar los ojos de alguien —resoplo y las sumisas se van cuando las veo mal.
No quiero a nadie cerca de mí y menos a sumisas que me hacen recordar lo que me hizo. Me volvió su maldita puta y me dejé engañar. La necesidad que siento por él es la de un dominante, se lo que me hizo y dejé que lo hiciera porque me siento poderosa a su lado, pero ahora...
—¿Lista para verlo ganar? —inquiere el dragón. Me siento frente ellos—. Las apuestas están hasta el tope.
—¿Están apostando? —miro a los hombres que se acercan a las tablas de armas.
Me regreso al dragón que me pone una tablet enfrente.
—Esto es más divertido —dice—. Hay 50 millones en juego por la cabeza del líder.
—Si él muere tú serías la dama y líder si te quedas —dice el Yakuza.
—No va a morir —sueno más preocupada de lo que quiero.
—¿Segura? —dice el dragón señalándome a los nuevos.
Más de cincuenta hombres del mismo porte o más grandes que Tayler se están armando con todo tipo de armas debido a su marca.
—No van a matarse —susurro.
—Lo cazarán a él —concluye el Yakuza—. Quieren al líder muerto porque quieren a la jerarquía de vuelta. Él es la presa del año, y tú morirías también, de ser su mujer. Por suerte es Selinne.
—¿Él lo sabe? —les pregunto.
—Claro que sí, pero esto es un circo y de cierto modo es bueno que estés aquí, así creerán que todo marcha bien —me dice el dragón—. Prepara tus pañuelos o despídete.
Niego, y siento que los pies me sudan. Niebla se pone mal, y me levanto. No escucho los llamados de Yukimura, mis pies se mueven solos hacia el hombre que se arremanga la camisa, levanta la mirada pero siento que me partiré en dos. No puedo respirar y me acerco lentamente.
No me quiebro, sólo le tomo la manga de la camisa acomodándola como si hiciera mi trabajo y acorto espacio mientras me tiemblan las piernas. Hablo lo suficientemente alto como para que me escuchen.
—¿70 millones por el samurai? —le digo con coquetería. No lo vale pero lo matarán a él primero.
Tayler sólo necesita de mi acercamiento para envolverme la cintura y me trago las ganas que tengo de empujarlo cuando acaricia mi mejilla.
—Son nuestros —susurra contra mis labios, y aprieto las piernas. Va hasta mi oído—. ¿Tienes miedo de perderme, mocosa?
—No sabes cómo espero que te atraviesen con una espada —miento.
Se aparta. Su mirada se oscurece y asiente fingiendo tranquilidad.
—Siéntate en tu lugar y aprécialo.
Le acomodo una de las dagas y sonrío amargamente con esto. Me está doliendo y costando todo el corazón para no besarlo y perdonarlo, pero no sé en qué me he convertido que sólo una migaja de su amor y estoy de rodillas.
Tayler me envolvió en una red de mentiras y caí como estúpida. Pero sigo siendo suya y el mío. Hoy voy a disfrutar de eso, y me van a conocer porque de Lovely Walker nadie se burla. Y juro por Dios que si debo decirle a Andersson que mate a Selinne lo haré.
Me acerco a los invitados que están enfrente de la tarima y aunque todo es familiar como la pantalla no logro entender qué va a suceder.
Trato de tomar asiento y Selinne se me atraviesa de la nada haciendo el ridículo.
—Debiste quedarte donde perteneces —gruñe por debajo como si estuviésemos teniendo una linda charla de socias.
Miro mi corona y la veo a ella.
—Que yo sepa mi lugar en la mafia lo gané y no abriendo las piernas —acorto espacio—, y aléjate de mi camino si no quieres que los guardias te arrastren a la parte de atrás donde puedo ordenar que te drenen los intestinos.
Félix se acerca cuando nota la tensión y me toma del brazo.
—Por aquí, señorita —me da la silla roja con almohada que parece un trono y ella debe sentarse a mi lado.
—Eso pronto acabará —escupe y ruedo los ojos.
No tengo tiempo para sus estupideces. Elton se acerca y me sonríe. Ve a Selinne y frunce el ceño. Félix le acerca la silla a mi lado mientras los invitados de la aristocracia, mafia y jerarquía nos rodean.
Quizá estemos en guerra con el ejército de la jerarquía pero los adinerados aman esto. Sus mujeres también y lo noto cuando las apuestas comienzan.
—¿Quieres algo de comer? —inquiere Elton sentándose a mí lado.
Niego y me toma de la mano mientras niebla se pone en mis pies.
—Buenas noches damas y caballeros —habla el maestro de ceremonia—. Démosle la bienvenida al segundo año consecutivo a la cacería.
Los aplausos se hacen presentes como lluvia atrofiante.
—¿Te has sentido bien? —me pregunta Elton y lo miro confundida.
—Sí. ¿Sucede algo?
—No, sólo ellas pruebas de sangre que te hice, como estuvimos ocupados no pude enviarlas a los laboratorios, pero ya están allá —se acomoda—. Ya quité lo de la evidencia de sangre en los asesinatos, no era tuya, la última muerte era Felix. Mató a ese hombre y puso tu sello. ¿Por qué?
—Se lo pedí a Tayler —digo sin más.
Los dos miramos a Félix, se ve tan tierno.
—La sangre fue a propósito, sabía que desviaría la atención —dice Elton y asiento—. ¿Realmente crees que no te quiere?
La sangre me hierve.
—¿Realmente crees que Ellie no te quiere? —contraataco y traga, aparta la vista brillante.
—Démosle un cálido agradecimiento a nuestra dama por regalarnos esta noche —el maestro de ceremonia me señala haciendo que los aplausos se dirijan a mí, rompiendo el incómodo momento—. Sin mucho más que decir despídanse de sus depredadores que probablemente no saldrán vivos.
Una que otra persona se levanta y con ella Selinne que corre con Tayler. Me da mucha lástima ver cómo no la toca ni abraza pero sí la embarazó como vil canalla. Porque para ponerla en cuatro y abrirle las piernas sí sirvió. El corazón se me encoge.
—¿Quieres decirle algo? —inquiere Elton con discreción.
Niego mirándolo a los ojos, y aunque la distancia es notoria puedo sentir el calor de su cuerpo.
—Espero que se muera.
Se que puede leer mis labios, y las llamas de sus ojos me dicen que lo encendió a la perfección. Selinne camina hacia mí y el maestro de ceremonia se acerca.
—No hables de lo que te puedes arrepentir —me regaña Elton apretando mi mano.
Trato de decir algo pero el maestro se me acerca con discreción.
—Sería un honor que diga unas palabras para los concursantes —me dice entregando el micrófono.
Supongo que no es opcional. Me levanto y veo a Selinne retorcerse. Elton me mira con orgullo y todos comienzan a aplaudir.
No los miro, simplemente me pongo frente a la tarima apreciando a los hombres armados hasta los dientes y al frente de ellos su líder.
Perro infeliz, infiel, cobarde, y poco hombre malnacido.
—Buenas noches, damas y caballeros —les hablo—. La última vez que estuve en una cacería corrí y maté por mi vida. Espero que sea más fácil para ustedes que miden el doble que yo —los aplausos y risas se hacen—. Bienvenidos a la noche donde todos son una presas más —miro a Tayler sin apartarle los ojos—. Feliz día. Hoy pagarán por su muerte.
Enarca la ceja y el maestro de ceremonia se me acerca.
—Ese espíritu es el que nos ha llevado a amar este evento —habla y le entrego el micrófono—. Todos a la línea de salida.
La pantalla se enciende y Tayler acomoda su cámara como todos los demás. Su cámara me enfoca y puedo verme en el centro de la tarima debido a que no aparta la vista de mí. Me renuevo en el asiento y veo a Selinne mirando lo mismo que yo.
Deslizo mi mano a la pierna del rey que se tensa y pone su mano sobre la mía.
—Yo no quiero morir —susurra para nosotros.
Todos se van, quitándome las llamas de encima y siento que el corazón se me comprime. La música comienza a hacerse presente en lo que un cuerno suena y los hombres se golpean el pecho largándose como animales primitivos llenos de euforia y así destruyendo todo tipo de seguridad en mí.
Todos quieren matarse entre sí. Veo la espalda de Tayler desaparecer en la penumbra mientras balancea sus caderas y hace girar las dagas sobre sus dedos en cada mano.
Selinne comienza con sollozos y niebla se remueve para acurrucarse en mis pies. Que bueno porque si la maldita se pone de impertinente espero que niebla se la coma.
El maestro dice unas palabras pero para ser sincera el mundo deja de existir a mi al rededor cuando las cámaras de algunos encuentran y se que lo cazan a él.
Tayler es un depredador pero está rodeado de ellos. Percibo al dragón y Yakuza detrás de mí hablando de apuestas y a mí me estresa haciendo que apriete la mano de Elton.
Los primeros se encuentran y uno de un sable parte a la mitad al de un arco, los intestinos son enfocados como trofeo. La pantalla se ilumina con el dinero de la apuesta y me tambaleo en el asiento. Aprieto a Elton haciendo que jadee y veo la cámara de Tayler que enfoca a dos hombres hablando. Un silbido los llama y en menos de nada comienza a correr hacia ellos...
Una trampa lo recoge del suelo haciendo que trate de levantarme pero Elton me vuelve a sentar y las manos me comienzan a temblar. Sin perderlo de vista aprecio cómo desde el aire clava una daga en la frente de uno. Mira su pie y corta la soga cayendo sobre el otro que saca un alambre térmico.
—Niebla —hablo en Alemán. Se levanta—. Cacería.
—La van a matar —me dice Elton.
—Jamás verán a niebla.
—¿Qué diablos pasa? —se desespera Selinne.
—Cállate, estúpida —ordeno en gaélico.
No va a entender.
Félix me escanea y se acerca a darme un vaso de agua, mientras Tayler lucha contra el del alambre térmico y... el alma sale de mi cuerpo cuando las cámaras se alinean a una dirección y más de cinco lo enfocan a él sofocando al del alambre. Hace presión cuando se da cuenta y arranca la cabeza de este, sus jadeos presiona mi corazón, levanta la cabeza como trofeo y ese dinero se va a él. Si mata a más, vale más.
Sus piernas se mueven hacia el contrincante más cercano que trae un látigo. Reconozco al clan del noreste. Y así comienza la pelea que me atraviesa como mil relámpagos. Tayler es hábil matándolo y usándolo como escudo haciendo que grite y la sangre salpique, en lo que activa las trampas que creí que no debía haber pero sabe adónde están y niebla aparece en la penumbra. La determino porque la cámara de Tayler se distorsiona.
Mientras Tayler va con otro la cámara de uno con una hacha de ve obstruida y finalmente cae al suelo haciendo que al final mi cazador aparezca clavándole el hacha en la cabeza que lo salpica de sangre y se ve extasiado, por alguna razón eso hace que los jugos de mi entrepierna resbalen mientras Selinne sigue llorando y juro por Dios que le voy a sacar la lengua.
—Estará bien —Elton trata de calmarla.
No pierdo enfoque cuando veo a otro de arco poniéndolo en la mira... un suspiro se me escapa cuando la flecha atraviesa el aire pero él se mueve sobre el cuerpo haciendo que se le calve en el hombro. Gruñe y la saca jadeando. El tipo prepara su arma y no pierde el tiempo en lanzar una daga que le queda incrustada en la frente.
Niebla aparece a mí lado un rato después mientras sigo muriéndome viendo cómo lucha por su vida, como si quisiera salir. Los minutos pasan y las apuestas suben en lo que a mí me está matando esto. Los pies me hormiguean y los pulmones se me aprietan cuando veo que está jadean contra un árbol. Ha matado a más de quince y la suma que valen ellos se aumenta a la suya. Su muerte vale más. Una suma millonaria, vale más de 250 millones y las lágrimas me pican.
Pero no se detiene y comienza la masacre y desmembramientos de cuerpos. Tayler no sólo mata, lo disfruta y saca órganos, ojos, intestinos, lenguas. No está bien con sólo matarlos, los tortura y su sonrisa al hacerlo me hace sonreír. Puedo ver su rostro sudado y con sangre desde la cámara de otro, aprecio cómo salta de los árboles con agilidad eliminando a más a discreción.
«Lo odio tanto», trato de convencerme. Porque pese a que está con otra no puedo imaginarme sin él, porque por primera vez en mi vida gira en mi mente matar a una embarazada. Lo quiero hacer, necesito hacerlo y no me importa que me odie, si es así lo voy a encerrar hasta que me desee de nuevo. Quiero eso, pero mis metas se ven atrofiadas si me hundo en la locura. Pero lo quiero para mí, quiero matarla.
Los invitados aplauden cada que Tayler mata pero es el más cansado ya que él parece la presa y eso me estresa. Una hora y media más donde yo sólo siento que el corazón me late en la boca del estómago y trato de tragar pero no puedo porque una lagrima desliza de mi garganta cuando cae más de una vez corriendo de los hombres que lo siguen.
—Tú puedes, anciano —susurro, y...
Se endereza en un rugido mientras Elton sigue sujetando mi mano y sonríe. Aprieto la mandíbula cuando comienza a correr hacia uno y salta a un árbol para impulsarse y caer encima de él. Es más joven e ignorante ante un salvaje depredador. Le da pelea pero Tayler le rompe las muñecas envolviéndolo con el alambre térmico...
El de la espada aparece y siento que la vida se me va.
—Elton...
—Él puede —me asegura.
Puedo ver la sonrisa de Tayler en la cámara del ya muerto, la sangre cayendo sobre él y el sudor goteando haciendo que aprecie lo que jamás querré dejar de ver. Veo su guante brillante ante la cámara y sonrío.
—Dios —jadeo.
Selinne pregunta que es pero sinceramente me importa muy poco. Tayler se levanta y el otro se cuadra. No espera, le lanza su daga que no se clava en ningún lado haciendo que esté se burle.
«Él jamás falla»
Se abalanza hacia Tayler y éste lo esquiva estratégicamente mientras la piel me arde. Lo esquiva peleando con él y el gruñido de mi cazador me tambalea cuando es herido por el maldito. Levanta la mano y se lo que significa cuando el metal de la espalda se mueve sin que el hombre quiera. Tayler pelea haciendo que la cifra suba pero nadie apostara más que yo.
Su daga atraviesa al hombre por la espalda cuando lo empuja haciéndole una maniobra para que tire la espada y esté trata de levantarla pero Tayler la mueve yéndose hacia él que le da pelea.
Mi cazador jadea llenándome la piel de hormigas y sonriendo que el mundo desparece en el momento que lo veo siendo sofocado. Cambia la maniobra y lleva su boca a la garganta de su atacante, el grito revienta a mi lado y veo que Elton se quita un micrófono del oído, me dirijo a Tayler que escupe el pedazo de carne...
Los aplausos y gritos me ensordecen cuando marca la diferencia matándolo. Y se levanta escupiéndolo. Toma su espada y como acto de "piedad" lo mata. Él sólo quiere matarlo, no es por piedad.
Espero sentada teniendo algún tipo de dejavú y cuando por fin los hombres sobrevivientes salen del bosque no puedo evitar levantarme hacia el hombre que se arranca la camisa dejándome ver los golpes y cortadas. Mis pies se mueven de prisa mientras sus ojos no dejan de mirarme, la corona no me importa, pero la sostengo con fuerza cuando comienzo a querer correr y entonces es allí donde el amargo sabor de boca aparece y veo a una mujer que no soy yo se le cuelga del cuello.
Entonces quedo quieta mientras los tímpanos me zumban. Selinne acaricia su estómago y a mí se me revuelve. Suspiro hondo cuando todos se levantan y me saludan pero no puedo ni pensar. Elton me toma de las mejillas y me abraza pero no siento nada. No veo nada más que a él que no me quita la mirada pero soy yo la que me aparto.
Empujo a Elton sintiendo la bilis atravesarme empujo a todo lo que se me atraviesa, y presiente mi acercamiento y sonríe tratando de acercarse, abre los brazos apartando a su novia mientras a mí no me frena nada. Tomo la corona que le da un mal golpe ya que lo evita cuando pone su mano y aún así el golpe le llega.
—¿Qué diablos te crees? —avienta la corona y me toma del cuello.
La sangre se desliza sobre su rostro y lame cuando cae a su boca. Me somete y embarra su otra mano para untarme la boca de sangre.
Grito de rabia pero cuando lo empujo, sus labios impactan con los míos en un gemido sordo, mi espalda se arquea la rabia se disipa cuando recupero el aire y me aprieta contra él para probar su sangre.
Se separa de mí pero ya estoy jadeando y deseando ser follada delante de todos. Sonríe con descaro, siniestramente ardiente y follable hasta el infierno. «Lo odio»
—Tu peor pesadilla... —le digo, pone presión y trata de hablar pero mi mano se mueve sola tomando el mango de una de sus dagas que se le clava en el abdomen—. Perdería más de 500 millones sólo por martarte yo misma pero primero lo haré con tu bastardo.
Alguien me toma los brazos y él lleva su mano al abdomen. Aviento la daga a sus pies y Selinne se me viene encima y dejo que llegue, es más alta y su mano llega a mi mejilla.
En menos de nada la veo en el suelo cuando me recompongo, tomando mi arma y apuntándole.
—¡No puede, señora! —me desvía el disparo Félix.
Selinne se sujeta la muñeca mientras el hombre sin camisa me escanea. Un guarda la recoge, me percato de el show que estoy haciendo y esto es lo que Tayler quería, todo un espectáculo.
—La vuelves a tocar y te arranco la mano —le dice, pero jadea cuando la herida lo hace tambalearse.
Debería importarme que me haya defendido, pero debió haberla matado.
—¡Esto es entre la dama y el líder! —espeta el maestro de ceremonia.
Elton me jala con él mientras todos tratan de ayudar al líder. «Imbécil»
—¿Qué diablos fue eso? —Elton me toma el rostro.
Lo aparto llamando a niebla mientras camino a la parte de enfrente. La rabia me hace tomar bocaradas de aire.
—¡Love! —me sujeta del brazo.
—¡Embarazó a otra! —le grito—. Eso pasó, Elton. Mientras estaba conmigo y tratando de recuperarme embarazó a otra, la hija de la mujer que me quitó a mi hijo, la que me quitó la posibilidad de tener una familia. Eso hizo —la rabia me cierra la garganta—. Ha hecho muchísimas cosas pero esto... esto es algo que tú entiendes muy bien.
Trata de hablar pero esos zafiros no me van a decir nada. Las lágrimas llenan sus ojos porque sabe de lo que hablo.
—Asegura que Selinne no toque mi corona o yo misma le clavo los picos en los ojos —escupo—, y no me hables. Estaré ocupada en el trabajo antes de largarme.
—No vayas a ninguna misión —me pide.
—Seguramente mató a alguien así que descuida, no iré a ningún lado, tengo claro que tengo una correa ya sea real o de mafia.
Me dirijo a mi auto y entro una vez meto a niebla. Las luces del auto iluminan al diablo en persona y se me calienta hasta la médula cuando lo veo sudando, jadeando y sosteniendo la herida con su palma, le chorrea sangre y cojea acercándose a mí. Su torso desnudo con sangre, sudor, tierra, y aprieto los ojos concentrándome en odiarlo más.
Esta imagen de él servirá para masturbarme más tarde. Cierro los ojos haciendo rugir el motor.
—¡Sal de allí, Herz! —grita—. No es así, joder. Créeme.
—¡Jamás voy a confiar en un pedazo de mierda como tú!
—¡Mocosa, sólo escúchame y...!
—¡Vete a la mierda, Aragon! —acelero haciendo que suba a la parte alta de la fortaleza y aparto la lágrima cuando no me ve.
La piel se me eriza cuando el pecho se me comprime y el primer berrido se me escapa. No había llorado en horas, pero ahora duele, ahora me ahoga tratando de enfocar la mirada.
Acelero saliendo del lugar y debo apartarme tanto cómo puedo cuando las manos comienzan a temblarme. Estaciono el auto en la calle vacía, el bosque la rodea y salgo tomando el aire frío mientras la música se escucha a lo lejos. «Esta vez es verdad», me digo. Realmente está teniendo al hijo con otra.
El estómago me dobla cuando una arcada hace que apriete mis ojos para que dejen de llorar pero mis gritos de furia no los dejan. No voy a descansar hasta que pague por esto.
Respiro hondo tragándome el dolor de mi pecho y las lágrimas punzantes que no dejan de escurrir para así suspirar y adentrarme a mi auto. «Todo saldrá bien», me digo.
Pero no, porque jamás entenderá que acaba de matarme. La puñalada no le hará nada, es igual a la que me dió Sergei, pero tenía ganas de arrancarle la polla porque mientras me follaba a mí tenía a una mujer embarazada esperándolo.
Y cómo tonta hubiera preferido no enterarme.
Pero ese maldito bastardo no va a nacer, lo juro.
Nota:
¿Aferrada o Lovely?
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