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Capítulo 32

Lovely Walker.


¿Enemigos?❤️‍🔥

El frío está muy amable en Londres, no es nada igual a Moscú. Me alegra porque eso no evita que trabaje. Aunque me he mantenido ocupada para no pensar en lo que haré.

Escaneo a Ellie que arregla al bebé para irse. Volverán en dos días pero es una de mis pocas amigas.

—¿Cómo te sientes? —inquiero.

Guarda cosas de bebé y se ve mal así que la ayudo.

—Como si me acabará de salir un humano de cuarenta centímetros y tres kilos de la vagina —se sienta en la cama.

No puedo evitar reírme, y de la nada aparece el padre con la dulzura que no he visto de tan cerca.

—Pequeña, Love —me habla Petee—. Mira a esta dulzura.

Me le acerco y veo sus manitas lindas, tiene al cabello negro azabache apenas creciéndole. Se queda quieto como un angelito y sonríe cuando le acaricio la cabecita.

—¿Te agrada la tía Love? —le habla Petee y el bebé se retuerce.

—¿Cómo? —me quedo boca abierta.

—Él sabe de reconocer voces —dice Ellie y se lo quita a Petee dándole un beso—. Cámbiate, nos vamos en quince minutos.

—Sí, preciosa —la besa en la cara repetidas veces.

Me quedo quieta sintiéndome miserable y con ganas de ver a Matthew que es lo único que no me hace sentir sola. Después de un rato despido a Elton con Ellie que me dice que no demorará.

Ocupo mi día arreglando todo, el trabajo se ha vuelto pesado. El FBI está respirándome en la nuca, están siguiendo mis huellas en el homicidio que cometí cuando llegué, trato de evitar que descubran quién soy. Es verdad que matar a esa sumisa fue un arrebato pero los celos que siento burbujean en mi pecho, y si pudiera la reviviría para matarla de nuevo.

Mi mente sólo piensa en ese beso que me dió en el hospital, sus manos, su lengua, aroma. Me siento harta y asqueada de todo. Ya no quiero esa sensación. «Es un manipulador. Un dominante que hace lo que sea por tener control», me recuerdo.

Tomo mi teléfono y le llamo a Hill que responde al segundo.

—Hola, Love —dice dulcemente—. Tu cita es después de noche buena. ¿Sucede algo?

—Le dije lo que sentía —me acuesto en el montón de papeles de mi cama—, pero estaba durmiendo, y drogado. Yo estaba enojada y cuando me enteré que estaba en el hospital me rompí por sentir que lo perdería. Así que, lo dije, y aún así siento que no lo hice. No sé si no es real o si tengo miedo de no poderlo decir.

Muerdo las yemas de mis dedos mientras escucho un "Mhmm".

—¿Tienes miedo de que te diga lo contrario?

—Está con otra y esa maldita —respiro hondo—. Me dijo que viven juntos y que básicamente me perdona por follarmelo...

—¿Cómo? —me frena—. ¿Te metiste con él?

—Después de que me dijeras que podía romperle las manos un poco...

—Estaba de vacaciones y no era literalmente. ¿Lo hiciste?

—No le rompí las manos —siento la sonrisa de mi rostro.

Bien.

—Le clave un tacón, pero ella me atacó y casi me mata. Deberías haberla visto —miento—. Casi me entierra un filo de botella en la cara.

—¿Te parece si después de navidad tenemos dos citas y verificamos si puedo darte medicación? —inquiere y enarco la ceja.

—¿Crees que estoy loca?

Creo que la parte dominante de él te controla y la sumisa está sólo con él, lo que quiere decir que la dominante se apodera de ti cuando alguien se le acerca —me explica—. Si él está con alguien más no deberías hacerlo, en primer lugar porque eso bajaría tu avance y en segundo porque ya habíamos hablado de soltar. Convéncete a ti de qué puedes y la razón por la cual un narcisista no puede amar.

—Es un manipulador —repito—. Me miente con besos y caricias, y domina cuando tiene mi atención.

—Recuerda que tu mente es el centro de tu cuerpo, y si ella no está bien, tu cuerpo tampoco —suspiro aliviada—. Nos vemos.

—Gracias, Hill. Adiós —cuelgo.

Yo sé de esto, estudié, estoy preparada para hombres como él. No me debería de sorprender. No debería sentirme así, pero quiero decirlo, sin embargo duele, me da mucho miedo que después de todo el no esté listo para mí. Dijo que sí, ebrio. Porque en sobriedad sólo me grita y reclama. Si Selinne se interpone la voy a matar, y yo no debería ser la otra, pero si no está con ella... ¿cómo me insistiría en que vivían juntos? ¿Por qué me trataba de convencer?

«Porque miente —me digo mientras veo informes que no leo, en la comodidad de mi cama—. Esa perra me intentó manipular en un momento vulnerable, pero la haré pagar, quiero que me vea»

Matthew llega a darme más informes sobre el italiano pero esto lo debe hablar Aragon, él es su líder y debe organizarse con ellos. Una vez me tuvo no ha estado en el complejo, de hecho no tengo idea de adónde diablos está. Desde nuestra discusión en el hospital no ha aparecido.

Envío la petición de que verifique si están traicionándolo y espero respuesta pero como siempre no lo hace.

Me ducho y me preparo para dormir porque el día me ha cobrado factura. Elton me dice que ya llegó y que está feliz con Derek Miller Makris. Literalmente es hijo de Petee y Elton.

Trato de llamar a mis padres porque seguramente en algún momento fueron tan felices con mi llegada como Elton. Mi padre no contesta, y llamar a mi madre es lo más humillante y aún así trato de llamarla. Me vendió pero estoy aquí, no creo que haya perdón pero aún así lo hago porque será navidad. No responde y agradezco que no lo haga porque sólo me hace saber lo sola que estoy.

Otro día inútil. Al día siguiente despierto con Matthew que me consiente y besa cada dos, tres, pero el fuego ya no está y debo hacerle saber que ya no estamos juntos. Sólo lo uso para no sentirme sola, él duerme por su lado y yo el mío.

Pero es lo único que me queda y aunque suene egoísta, no puedo.

La sala de juntas se vuelve un caos, hubo una masacre de agentes encubiertos y no saben de dónde vino el golpe de información.

Bueno, cuando se trata de poder. La mafia supera a la monarquía.

Para ser sinceros ni siquiera yo sé, pero estas cosas me ponen en evidencia, si saben que jugué a la mercenaria creerán que yo los he traicionado y no sólo ellos si no el Yakuza que casi me amenaza con matarme.

—¿Qué piensas, Walker? —inquiere Klein.

Miro la pizarra pero no veo nada, las marcas, símbolos. Están matando a agentes... están limpiando los lugares de la política, el escalofrío me recorre y me acerco a las fotos viendo el modo en que están masacrados.

—¿Dónde fue esto? —pregunto mirando al equipo de análisis.

—En colorado, y Palestina. Creo que los grupos deleitivos se están negando a hablar.

—¿Y Aragon?

—Él menos —dice Scott—. No hemos sabido de él desde antes que el Rey se fuera. No sabemos adónde fue ni que hace, esto podría romper el amparo y abolir la ley marcial. Trabajar con un criminal podría traer consecuencias y estas son unas de ellas. No se ha notificado en nada y pronto vendrá una reunión de poder a la que el FBI no está invitada.

No me muestro nerviosa aunque me esté comiendo el miedo.

—Hablaré con él —digo simplemente—, seguramente Selinne sabe algo.

—Dice que está en cosas de trabajo y ella aunque es la novia no tiene peso —habla Clary—. Bett nos informó que ella no está metida en nada ilícito.

«Doña perfecta»

Me trago el dolor de estómago antes de vomitar y seguimos con Andersson que no hace más que estar calmado en su celda, se relaja, canta y come como si no estuviera encerrado. Ya habló para la cena con él pero no haré tal cosa. Anoche volvió a insistir que lo haga pero hacerlo es una estupidez.

Ocupo el día con niebla y Matthew ya que nos tocó un descanso por estos días de trabajo. A niebla le agrada, pero sólo porque él me quiere.

Le doy de comer y hablo con Eliot por videollamada que está en Grecia con Elton que regreso a asuntos de rey. Parece perico hable y hable de todo lo que hay allí y me cuenta que el barbón también tiene una casa gigante donde hay animales y muchos esclavos como los de Elton.

Me río negando con la cabeza y dejo que me hable sobre el papá que ya tiene la prueba de ADN en sus manos gracias a mí. También el registro médico de Abby y el sinfín de violaciones que le hicieron a ella estando embarazada. Lo conseguí gracias a Franck que ha trabajado conmigo debajo del agua. Lo felicité por su bebé.

Con él mandé a analizarla droga ya que, Elton está muy feliz y ocupado para mí suerte. Tayler está jugándome chueco, pero debo mover mis piezas.

Le mando un beso al rey y a mi bebé para recostarme y dormir. Ya no tengo fuerzas así que dejo que el sueño me venza con niebla en la cama. Matthew se fue a ver a su madre y padre que me odian a morir.

Los días son un martirio y tras otro, gracias al cielo hay trabajo. Estaremos infiltrados en un nido de mafias externas para averiguar de dónde vienen los golpes bajos. Yo no planeo estar allí, me arriesgaría a morir o ser descubierta, y no quiero hacerlo.

Los italianos son los primeros pero falta la confirmación de alguien más, han desaparecido embarcaciones de mercancía. Escuché a Petee decir que interceptaron una embarcación y la desviaron pero aún no saben si son los italianos y Tayler va a recuperarla, no por querer los millones, la quiere por quedar bien.

Si rebelión se entera que también planeo entregarlo va a matarme. Aunque esto es más bien para descubrir quién está vendiendo a Tayler. Debe ser una mafia interna y estamos seguros de que son los italianos. Bueno, yo lo estoy. Lombardi dijo claramente Andersson lo cual se vuelve peor para mí.

Elton como siempre organizó una fiesta a la cual necesito ir y ponerme ebria pero primero me inyecto el broncodilatador.

Recibo el perfil de las masacres que se están haciendo en contra de hombres de la mafia y soldados, lo estudio mientras Matthew ya no me exige nada, creo que sabe que lo nuestro terminó pero debo decírselo.

—Matthew —lo llamo mientras se arregla para ir con Klein a protección de testigos.

—¿Sip? —sus ojos miel me miran y siento que ya sabe.

En serio es lindo, y debería quererlo tanto como lo merece.

—Creo que...

—Lo sé, lo sé —se acerca a mí apoyando las manos en la cama—, pero renunciar a tu compañía es algo que no he querido digerir.

—Aún podemos ser amigos. No quiero que te alejes por ser tan tonta.

—¿Sabes que te quiero, no? —besa mi mejilla.

—Sí.

Sus ojos me escanean la cara y... estampa sus labios con los míos. Suaves y firmes, me besa como Reid y no como yo quiero que sea, me aprieta y estruja la nuca con la manos cuando aparta el cabello de mi cara.

—Estaré esperando —susurra separándose de mí.

Asiento y me besa por última vez para irse. Cuando por fin sale tengo la sensación de libertad en el pecho y lo aprecio. Ya no necesito fingir. De hecho sólo convivíamos como compañeros de cuarto y él misteriosamente comenzó a sacar sus cosas de mi apartamento poco a poco.

«Interesante, ojos lindos»

Jade viene a verme un rato y repasamos todo lo que haré. Ya sé quién es el que ha mandado a matar y masacrar, también sé la razón, pero eso no debe importarme.

Porque yo jugué con fuego y me estoy quemando. Porque Aragon es un cazador y está destrozando al mundo enfrente de sus narices. Quiere algo y sé que llegar a un trato me costará mi equilibrio.

He estado estudiando a las mafias y todo está manejándose como yo quería, destruyéndose entre ellas.

Jade me ayudará con la infiltración, ha vivido toda su vida bajo esto, y llegaré con ella y otras chicas. La diferencia es que ellas se quedarán, yo más dirigiré.

Acomodamos los perfiles y reviso mi teléfono con un mensaje de Elton que dice que ya vaya a hablar con Aragon, algo que obviamente no haré. Porque cuando le envié mensajes me ignoro y entonces yo también lo ignoré y ahora él me ignora y... un mensaje llega. Muchos mensajes.

Anciano:
¿Crees que estaré esperando
todo el día?
Ven.
Ven.
¿Ya vienes?
Mocosa, si no llegas te juro que
te voy a estrangular.
Ven a la casa.

Yo: No.

Claro que vi las banderas rojas, pero follan muy bien...

—¿Qué tal me veo? —inquiere Jade con su vestido rosa y maquillaje perfecto.

Si no supiera todo lo que ha vivido creería que es pura, pero al menos su alma lo es. Aún le duele la muerte de Chéster y a mí igual, era un buen amigo pero aprendí a que si no tengo a nadie no puedo perderlos.

—Preciosa —le aviento un beso.

—Ya quisiera no batallar con la belleza y ser como tú —suspira aventando un beso al espejo mientras modela—. Eres sin duda la mujer más hermosa que he visto, y no porque eres mi amiga pero su cara parece de una muñeca de porcelana, y incluso allí despeinada con tu gatita te ves como una obra de arte.

—Jade vas a hacer que me enamore de ti y a mí me gusta el pene —me hago la coqueta abanicando mis pestañas mientras acaricio a niebla.

—Cuando quieras —me guiña el ojo y le aviento un beso—. Sin duda me gustan los penes pero no desaprovecharía la oportunidad contigo.

—Jade, por Dios —me cubro la cara con las carcajadas y suspiro—. Ya sé soy un bizcocho.

—Te quiero —viene a abrazarme, dejándome su olor a canela—. Nos vemos luego.

Le digo que se cuide y se va aventándome un beso que yo respondo.

Me arreglo porque a fuerza quiere que vaya a darle a ese malnacido los papeles y una firma cuando sabe que no puedo estar cerca de él.

Me veo bien, sólo voy a que firme. Sonrío al espejo y veo lo que veía Jade.

Niebla bosteza y la beso para que se duerma un rato, ha estado entrenando todo el día con un profesional y no le han dado tregua.

Y finalmente Elton me aniquila los sentidos bombardeándome con llamadas y mensajes.

Bestie:

Te juro que me va a matar.
Por favor. Es sólo una firma.
Sólo míralo a los ojos y tendrás todo.

Yo:
¿Sabes lo mucho que
quiero arrancarte esos zafiros?

Bestie:
Morirías en agonía sin ellos.

Yo:
Idiota.
Te quiero.



Elton Makris.
💙👑

Muñeca:
Idiota.
Te quiero.

Yo:
Yo más.


Es tan increíble como algo tan pequeño te hace sentir tan grande. Mi pequeño sobrino Derek está entre mis brazos durmiendo mientras su madre y padre se acicalan para la fiesta que organicé en el Magic Mike.

Ellos se bañan y yo estoy muy ocupado viendo las manos pequeñas que se aprietan cuando lo dejo en la cama para cambiarle el pañal. Me dieron ganas de tener uno. De hecho creo que si no fuera por Tayler ya hubiera preñado a Love, bueno. Cuando podía dar crías, ahora no estoy seguro pero un hijo nuestro sería un Dios. Con Tayler sería un pequeño demonio.

Pronto sabré si es así.

Quito la ropita y cambio con cuidado de no romperlo. Ya le avisé a Love que vaya a pedirle a Aragon que deje de matar porque me pondrá en evidencia, este berrinche lo hace porque quiere que Love regrese y está poniendo todo en evidencia, ya no puedo hacer las mismas cosas que hace dos años, ahora tengo otras cosas que cuidar y aunque Love es una de ellas...

Freno cuando veo el lunar que tiene mi sobrino en el pene y sonrío. Envuelvo la tira del pañal y... mi marca de nacimiento, un lunar de sangre en la parte de la espalda como si fuese una corona, todos los Makris lo tienen, y yo no podía faltar.

—¿Se hizo del baño? —inquiere Miller envuelto en una toalla.

No respondo y termino de vestirlo cuando la mujer de cabello negro sale sonriente. Estoy apunto de hacer algo estúpido. Soy un hombre tranquilo.

—¿Qué? —me mira mal pero le respondo de la misma manera.

—¿Cómo está mi pequeño? —el papá viene y me lo quita.

Los poros de la piel se me abren y la piel me pica.

—¿De quién es? —pregunto con firmeza.

Aprieto los puños mirando a Elleonor que no sabe dónde meterse mientras el marido cambia de color.

—¿Qué? —se ríe nerviosa—. ¿Tan temprano estás bebiendo?

—¡No estoy para juegos estúpidos, Elleonor! —le grito—. ¿De quién es?

El aire me falta y marido frunce el ceño.

—No le hables así —el bebé comienza a llorar y me laten los oídos.

—¡Cállate y lárgate que quiero hablar con esta! —me paro firme porque la quiero matar.

La sangre se me atora. «¿Me lo ocultó?»

—Es mi esposa y mi hijo...

—¡No lo es! —le confieso y aprieta al bebé como si se lo fuera a quitar. Miro a Elle—. Dile la verdad.

—Elton...

—¡Díselo! —le ordeno—. Dile la verdad o te juro por Dios que lo hago yo.

Miller la mira y ella comienza a llorar tratando de explicar algo que ya sé y con eso me basta para darme cuenta de lo idiota que fui. Le creí y le di a mi hijo a otro, tantas veces que la cogi y no me di cuenta de que la embaracé.

Embaracé a Elle, mi hermana. Los miro y los gritos se hacen fuertes pero no los distingo. El bebé queda en la cama y lo tomo mientras se gritan.

—¿Quién es el padre? —la sacude suplicando—. ¿Por qué me hiciste esto? Yo... yo los amo.

—Es tuyo —llora a charcos y me apresuro a salir—. ¡Elton, no!

No me importan sus gritos. Mis guardias los detienen y me alejo con el bebé en brazos. Es un bastardo, aunque esté con mi apellido, es un hijo fuera del matrimonio, y es carne de guitres. Es que... las mujeres son unas insensatas.

No puedo permitirme darme el lujo de flaquear.

—¡Elton! —grita el soldado mientras entró al elevador donde se para enfrente—. ¿Adónde lo llevas?

—Cuida a Elle, necesito que el niño esté a salvo.

Niega pero sé que lo hará. Yo no puedo dejar que me quiten esto. Es su hijo, es verdad porque lo ha amado como suyo pero necesito saber si es mío pero ya. Me encargo de todo y subo al aeronave donde recibo la llamada de Aragon.

—¿Qué quieres? —pregunto acomodando al bebé en una cuna que mande a poner.

A mí no me hables así, basura. —ruedo los ojos y me tranquilizo—. ¿Adónde está la mujer esa? No tengo su tiempo, yo tengo que trabajar.

—Seguramente va para allá, y prepárate que no está muy feliz —le aconsejo—. Nos vemos en la fiesta, debo hablar unas cosas contigo.

¿Vas a darme lo que te dije? —sigue la mula al trigo.

Es que yo lo aprecio pero casi me está pidiendo que renuncie a mi derecho y armas una guerra que no quiero y no puedo tener.

—¿Por qué no podemos vivir así? —tallo mis sienes.

Se carcajea y se me eriza la piel.

Cuando veas a tu bastardito entre muerte y sangre entonces lo harás y no me la jugaré por ti, ni por nadie.

¿¡Lo sabías!?

Se sumar dos más dos —dice y resopla—. Ya llego la mujer imprudente esa, espero haya entrado en razón. Y más te vale que hagas lo que te dije.

Me cuelga antes de que pueda coaccionar.

Ya en el laboratorio hago todo lo que necesito y mientras veo a los soldados de la aristocracia. Han venido de una redada y hay heridos por doquier. La jerarquía está más fuerte que nunca matando a todo lo que se le atraviesa.

Me la paso con los agentes mientras las enfermeras se hacen cargo del bebé. Necesito el lugar de la isla, el lugar exacto. Si derribamos ese lugar podemos tambalear a Andersson que no hace más que adherirse como sanguijuela en las calles de Moscú. El vikingo trabaja por su lado. Su hermano es el underboss mientras su hijo es pequeño. Cómo la ley de la Bratva puede liderar su terreno y él no debe meterse. Lo que me preocupa es que yo amenazo todo lo suyo, y ahora él puede tener lo mío. No puedo permitirme dejar que vean que me importa.

Aragon está siendo presionado por los clanes para firmar acuerdos y sobre todo dar un heredero, no lo dice pero se que es así.

Nunca he sido de tener mujeres u algo que me importe, Ellie siempre estuvo en las sombras y sólo salí con Lovely pero ella ya tiene a alguien que daría a su propia sangre por salvarla.

Es verdad que la hermosura de Lovely es digna de convertirse en reina pero ella no quiere reinar al lado de nadie, puedo verlo.

—Majestad —habla un soldado que trae informe—. Derribaron una fortaleza en Ámsterdam, hubo una guerrilla entre mafias y eliminaron a soldados de nuestro lado.

Veo las fotografías de la escena y es descomunal. Están acabando con los nuestros, sólo los hombres de Aragon sobreviven...

—Llama al Coronel Chan —le ordeno—. Pásalo directo a mi oficina y dile a las enfermeras que traigan al niño.

—Como ordene, Majestad —hace reverencia y se va.

La fiesta de hoy puede ser lo que necesito. Si me ven de fiesta sin importar nada seguiré siendo un príncipe egocéntrico con corona. Es verdad, no puedo mentir y decir que soy alguien bueno porque lo único que me importa es lo que me beneficia.

Martín no está aquí y eso quiere decir que está en la fortaleza de Aragon. Los resultados llegan junto con el bebé que está durmiendo como cosa rara. Casi no he podido apreciar sus ojos azules, pero son tan intensos que me dejaron helado.

Cumplo con la llamada de mis padres y me muero por decirles que tienen un nieto pero me abstengo, no puedo hacerlo, ellos no dudarían en notificarlo a la jerarquía. Me lo quitarían.

Replico los dedos en el sobre mientras veo al bebé, aún no estoy listo para ver el resultado, por eso me dirijo a la fortaleza de Aragon no sin antes llamar a Love que no contesta. Ya debería estar bombardeándome el teléfono diciendo que qué diablos me pasa.

No contesta y llamo a Martín que responde al tercer pitido.

—¿Sí, majestad?

—¿Se encuentra Lovely por ahí?

—Sí, majestad.

—Dile que necesito que se vaya al complejo, le envié unos informes que necesito que organice antes de mañana —ordeno.

El señor Aragon la tiene encerrada, majestad —dice en un susurro—. Se la han pasado discutiendo.

—¿Y Selinne?

—Tiene prohibido entrar aquí, Majestad —dice.

Cuelgo porque me arde la cabeza. Ya sé quién le prohibió la entrada. Sólo le pido al universo que mis sospechas no sean ciertas porque si no Lovely será todo lo que no es. Emana un poder irracional, tanto como la belleza que sé qué usa a su beneficio, arrodillando a más de uno con una mirada, y he sido testigo porque yo me he arrodillado ante ella sin quererlo, fue un reflejo porque su mirada es autoridad pura, ahora es peor, es como las tinieblas.

Ya cambió, y todos, pero ahora es diferente, no hay un poco de piedad en su mirada desde que murió Jonson. No sé si traicionaría a Tayler pero sé que le costaría la vida.




🔥Félix🔥

⚠️Esta parte contiene escenas MM y Parafilia como el Voyerismo. (Ver a otras personas teniendo actividad sexual)⚠️




Veo a Martín nervioso detrás de la casa mientras hace guardia en la esquina. Me mira y mis mejillas arden. Es atractivo, y un ángel.

Sus labios delgados... sacudo la cabeza, no quiero que si me atraviesa un francotirador sepan que morí babeando por mi novio... aún no somos novios, ¿debería pedírselo? Digo, no lo sé. Hemos salido por meses y meses, hemos tenido sexo, mucho de eso, y cosas han pasado.

Creí que me gustaban las mujeres, de hecho sentí que me gustó una, pero después me di cuenta de que si ponía mis ojos en ella me los arrancarían.

—¡Déjame! —escucho un grito—. Te lo dije, y yo no te creo nada. Ella no me dijo nada, y menos si me ignoraste.

—¡Tú me ignoraste!

Es la señora, llegó hace unas horas y no han dejado de discutir. Literalmente le gritó que si no paraba la guerra le enterraría el lápiz en el ojo.

—¡Detén lo que sea que planees! —escucho un golpe.

—¡Lo haré si te quedas! —algo más y respiración agitada.

¿Le golpearía? Él jamás le golpearía así.

Tomo mi arma empuñándola corriendo a la parte delantera y Martín me hace guardia detrás.

Salgo apuntando con sigilo pero me doy cuenta de que son ellos, siendo ellos.

—¿Qué diablos hago? —gruñe el señor—. Detendré las matanzas si te quedas.

—¡De eso hablo! —le grita—. Puta manipulación.

—¡Estás haciendo jodidamente lo mismo y es hipócrita!

—¿Hipócrita? —veo cómo se desespera—. Estás con ella y me estás rogando que vuelva contigo.

—¡No estoy con ella! —se pasa las manos por el cabello y me burlo por sus peleas—. ¿La ves? ¡No! Ella no está aquí porque está es nuestra casa, y no sé si quieres vengarte del tiempo en que te trate de la mierda pero ya no quiero. ¡No puedo, Lovely! ¡Me estoy ahogando sin ti! Joder... ya basta de guerras entre nosotros.

Veo que la trata de tocar y se aparta. Trae un vestido negro con el vuelo corto, hace frío pero la señorita siempre usa este tipo de ropa.

—¿Por qué no me dijiste? —lo empuja y guardo mi arma dándoles espacio.

Le indico a Martín que me siga hacia los árboles. Me sigue y resoplo. Saco un cigarrillo de mi caja que llevo dentro de mi chaqueta y lo enciendo con el encendedor de mi pantalón. La nieve acaricia el lugar y suspiro viendo cómo está casi desnuda pero sin frío.

—¡Porque no me importa! —la toma del brazo y le doy una calada a mi cigarrillo pasándoselo a Martín—. ¡No voy a permitir que te pongas entre una bala y otros!

—¡Es mi hermana y tenía el derecho de saber! —lo abofetea—. Lo sabías desde siempre.

—¡Por eso hice lo que hice! Es que debes entender que a mí no me importa.

—Sus hijos también son inocente...

—¿A quién le importa? —el señor la toma de los brazos.

—¡A mí, y a tu padre por lo que veo!

—¡Pues que lo arreglen ellos! —la lleva contra la pared de la casa. Martín me lo devuelve y aparto el olor a hierva—. ¡No puedes arriesgarte por ellos!

Lo empuja y lo abofetea. Martín se ríe y yo muevo la cabeza. Siempre sucede esto, pero ahora es como si ambos se quemaran, antes eran más tranquilos.

Tomo una calada y me ahogo cuando lo veo estrellarla nuevamente, zampándole un beso que la hace gritar. Ella responde subiendo una pierna a su cadera, él desliza su mano arrancando una tira roja y metiéndola en su bolsillo. Martín me mira, trata de irse pero lo empujo contra el árbol.

Me mira asustado y beso sus labios sabor a nicotina y canabis. Deja escapar un suspiro.

—¿Esto querías, mocosa? —se escucha un azote.

Dirijo mi mirada viendo a la señorita Love descubierta del pecho enseñando sus pezones. El señor muerde salvajemente mientras empuja su mano debajo de ella, y ella araña su camisa quitándola del paso para repartir mordidas al igual que él.

Me encargo del cinturón de Martín mientras un calor en la espalda me atraviesa con un sudor caliente.

—Nos van a ver —trata de quitarme.

Los gemidos se hacen bestiales y me ahogo. Miro y veo como el saca algo gigante y se lo empuja haciendo que chille pero al mismo tiempo se zangolotea.

—No importa —susurro contra sus labios.

Envuelvo su cabello en mis manos y miro sus ojos azul mar. Es hermoso, y soy dichoso de tenerlo conmigo. Envuelvo su pene en mi mano y comienzo a sacudirla mientras gime y se ocupa de mi cinturón sacándome eso que le he metido cada que desaparecemos en el almuerzo.

El espectáculo frente a mí sigue con gritos y gruñidos. Pieles chocando y no me pierdo de los sonidos mientras Martín besa mi cuello y yo su oreja. Su mano caliente me pone a temblar mientras lo sacudo. Juntamos nuestros falos y gruño sin poder controlar el calor que me atraviesa cuando su húmeda punta toca la mía. Unas cosquillas me atrapan poniéndome a temblar.

—Dios, Felix —gime—. Me voy a venir.

Muerdo su barbilla y deslizo mi lengua hasta su boca enviando calor hasta mi espina dorsal.

Aprieta y sacude con fuerza. Un gemido me hace abrir los ojos y la veo siendo embestida contra la pared de la casa mientras sus pechos rebotan, obligo a Martín a mirarla y su polla se tensa contra mi mano. No sé si es por ella o por él. Ambos se ven como un exquisito video porno, su espalda ancha la cubre y el movimiento de su cadera me pone a hacer lo mismo mientras follo la mano de Martín.

Lo beso sin perder la vista y gimotea enviándome al paraíso, gime tan bonito.

—Si sigues gimiendo así me correre —le advierto.

—También yo —jadea y comienzo a balancearme más.

Un grito ahogado nos atraviesa y giramos disfrutando de la vista. Ella envuelve sus brazos al cuello del señor y algo me atraviesa cuando sus ojos nos encuentran pero no me puedo detener y Martín tampoco lo hace... muerde su labio inferior mientras es embestida y abre la boca gimiendo sin perdernos de vista... el señor trata de voltear pero ella lo evita besándolo en lo que me tiemblan las piernas. Martín lloriquea pero no podemos apartar la vista.

—Oh... dios —lloriquea la señorita y sigue mirándonos mientras hunde la cabeza del señor en sus pechos los cuales son devorados—. Que rico, tan mío...

—¿Te gusta ser el soldado sucio, no? —le dice, abre la boca y sus labios rojos son tocados por copos de nieve.

Algo en mí desaparece y me meto a la boca de Martín lo volteo bajando los pantalones más y lo tomo un condon rápido, temblando, embisto cubriendo su boca. Sigue listo para mí con la cogida de hace una hora muerdo su oreja y lo masturbo mientras chilla contra mi otra mano.

Ambos los miramos. Ella se voltea dándole la espalda y la aplasta contra la pared apretando sus pechos. El culo de Martín me aprieta y siento que no aguantare. Me hundo por completo mientras el sonido de sus pieles y las nuestras se sincronizan cuando ambos los follamos por detrás. La señorita Love su burla pero después simplemente araña la pared gritando y gimiendo su nombre mientras el extasis de estar follandolo me consume.

Ambos son una vista grata y Martín no puede dejar de ver mientras empuja su trasero contra mí. Su polla se tensa y sus bolas también y lo atraigo a mi boca para que grite mi nombre mientras lo lleno de mi semen... me descargo y su mano se aferra a mi cuello.

—Te amo —gime.

Me ciego arremetiendo con mi falo latiendo dentro de él.

—Yo también... yo también.

Quedo gimiendo con él contra el árbol mientras tiembla y descansa la cabeza contra el árbol.

—¿Puedo ser tu novio? —le pregunto y su culo me aprieta.

No sé qué significa eso.

—¿Qué?

—¿Puedo...?

—Sí —responde a la brevedad.

Algo me revolotea el estómago y me salgo de él para besarlo. Arreglo mi ropa y él la suya, acuno su rostro.

—Te amo —le digo.

—Y yo a ti.

Me besa...

—¡Grítalo maldita sea! —el señor gruñe y giramos asustados.

Siguen follando pero ahora ella está sobre su auto desnuda, siendo embestida mientras sus pechos se pegan al capot.

—¡Te odio! —gime lloriqueando—. ¡Te odio, tanto, tanto!

El abofetea su trasero gruñendo y se sale de ella dejándonos verlo... miro a Martín y él gira también. Parpadeamos un poco y los miramos. «Que aguante»

—¡Malditamente mía, mocosa! —espeta y la embiste con una fuerza que parece que la va a matar—. Eres tan jodidamente jugosa, maldita desquiciada, me tienes a un paso de la demencia, este maldito coño me pertenece...

—¿Les gusta la vista? —una voz detrás de nosotros y saco el arma apuntando—. ¿Me vas a disparar?

Me relajo cuando veo que es el señor Elton. Martín no sabe adónde meterse.

—Necesito hablar con mi soldado —dice y le mueve la cabeza a Martín.

—Claro, majestad —se marcha tras él los veo irse.

Pero antes de eso el señor Elton se detiene y me mira.

—Que él no te sorprenda mirándola, ya sabes lo que le pasó al último. —me guiña el ojo, y asiento.

Sé lo que le pasó. Sus ojos fueron comida de pájaros, y la piel de su miembro desprendida debido a que se tocó con la imagen de la señorita.

Nunca supe qué pasó con el joven Edward después de que lo capturamos. Hemos capturado a muchos, pero aún no me dice adónde.



Selinne Palagot.


Espero como una espía americana en el pasillo baldío de la calle lejana. Aunque para ser realistas aquí nada es baldío. La nieve acaricia mis guantes y levanto mi capucha cuando un hombre corpulento de gafas se acerca a mí.

La calle está sola y sólo veo al inicio deambular autos que no se fijarían al rincón de los basureros.

—Esto jamás pasó —el doctor me entrega el documento.

Le entrego el dinero y me lo rechaza.

—Esto es por mi hijo, pero no volveré a hacer algo así —recalca.

—Gracias —suspiro.

Se da la vuelta por el callejón y hago lo mismo con el sobre. Esto lo hice hace más de una semana. Conseguí lo que quería de la única persona que sería capaz de hacerlo, y el doctor J. Reid fue la cereza del pastel junto con su hijo. Todo concuerda.

Me dejó, pero no se quedará así, aún debe estar conmigo en cada paso que dé.

No me responde, de hecho parece que no le importa en absoluto que quiera hablar con él sobre esto. Pero no me va a hacer a un lado por esa estúpida niña. Me prohibió la entrada a su casa pero por esa razón me escabullo al ver que llegaba un auto, y para ser precisos el real.

Una vez las rejas se abren cruzo, y la seguridad aquí no es tanta como en otras. Esta es la única casa que nadie conoce.

Jadeo cuando comienzo a ir por el sendero de la entrada. Los árboles adornan el lugar así como una gran alberca en forma de reloj de arena. Tardo en llegar por la cantidad de terreno pero lo estudié bien.

Veo su auto pero no hay guardias, es como si los hubiesen corrido, la noche es fría así que me escondo abrazándome a mí misma. No están aquí pero probablemente lo hagan. Se que la quiere traer a vivir aquí a esa idiota.

Trato de acercarme pero la cámara de la entrada se mueve así que retrocedo cuando enciende una luz.

—Mierda —susurro. No soy espía y sé que me atraparán.

Pero esta zorra barata me las pagará. Trato de irme pero comienzo a escuchar gritos y así sonrío. Me oculto entre la maleza de los arbustos en formas de mujer, junto a la fuente y veo cómo salen gritándose.

Hablan sobre la hermana y ella lo golpea... «la va a matar.»

Tan pronto como sucede mi pensamiento es echado a la borda cuando el frío me recorre como bomba al verlo azotarla y besarla. No, no. Se la está tragando.

Son unas bestias urgidas, le arranca el vestido de arriba y ella le ofrece los pechos como dulce lo cual acepta.

Es primitivo, pero ella... lo besa, toca y muerde. «No», mi mente repite pero me quedo sin aliento cuando gritan a gemidos, gruñidos.

El sollozo se me escapa pero nadie me escucha porque los ruidos que hacen me cubren. Ella lo jala del pelo y le pasa la lengua por los labios. Se saca el miembro embistiéndola como salvaje lo cual ella recibe gustosa, se la traga como maldita puta.

Gritan sus nombres y me cubro los oídos porque no puedo seguir. El corazón me duele. Tayler sólo me usa, y jamás me quiso. Sólo soy una sumisa cualquiera, y ni eso.

Ella... esa maldita perra en celo. Urgida de vergas ajenas.

Follan contra su auto, sienta arriba del auto y esta vez cambian de posición.

—¿Te gusta? —pregunta ella—. ¿Quién te cabalga como yo?

Su pregunta muere en un gruñido cuando se azota contra él. Salta, y salta arriba del auto dejando que sus pechos se zangoloteen en la boca de Aragon cuando se los devora. Desesperado, hambriento.

—¡Contesta! —lo abofetea tomándolo de los cabellos.

—¡Nadie! —gime como jamás lo había escuchado. Mi estómago se revuelve haciendo que una arcada me haga retorcerme—. Sólo tú... tú. Mi mujer... mi vida, mi esposa... todo. Así, sí. Me encanta... me vuelves loco, mocosa. Jodidamente loco. —le aprieta el trasero para acercarla a él y grita temblando como loca—. ¡Que rico me follas, joder! ¡Justo así!

—Tayler —susurro queriendo detener esto pero entonces mi reclamo se convierte en terror cuando sus ojos pálidos me miran—. No.

Ella no se detiene. Salta más fuerte, sus gritos son casi armonías y Tayler gruñe como una bestia hambrienta, no tienen sexo. Esto es... ni siquiera se lo que es porque es como ver a dos animales aparearse.

Sus ojos clavados en mí me causan asco, ella lo atrae hacia su boca, lo besa y jala del cabello sin dejar de verme.

—¡Tayler! —grito pero ella salta más fuerte.

Estoy afónica.

—¡Tay...! —grita retorciéndose—. Así, sí. Oh, Dios. ¡Follame más! Lléname de ti... Oh, maldita sea. Dime quién es la única. ¿Quien soy yo?

—Mi mujer —gime ahogándose de placer, temblando, agarrándola y besándola como si se le fuese a él—. Eres tú, sólo tú, mocosa.

Su sonrisa de triunfo me retuerce el corazón al ver y ladea el cuello y él la recorre con la lengua. Ella lo está dominando, lo domina como a un tonto.

—¡Tayler! —grito pero ella grita más fuerte burlándose de mí.

Aprieto mi estómago y él cambia de posición follandola contra el auto que siempre me negó tocar. Ella recarga la cara en el capot mirándome, y él la penetra fuerte y duro haciendo que las pieles truenen como rayos. Sus nombres salen de la boca de cada uno aclamando más y más cuando están literalmente matándose al follar.

«Bestias asquerosas», reniego de este amor que siento.

Ya no grito, simplemente me alejo poco a poco y... ella me guiña el ojo.

—¡Eres todo mío! —grita y Tayler le aprieta el trasero después de dejar ir su palma al embestirla—. Dímelo mi vida.

—Jodidamente tuyo, herz —«Corazón». El mío se rompe. Se remolonea contra ella—. ¿Lo sientes?

Ella jadea hipnotizada pero yo... yo me retuerzo en la miseria por este acto tan bajo. Tayler nunca ha sido un hombre infiel, no porque jamás tuviese novia, sí no porque muchas veces me dijo que no le agradaba la idea de tener una si podía tener muchas.

Ella ya no me mira, sólo lo besa y besa sonriéndole. Cambian pociones dejándose desnudos como si no estuviesen afuera de su casa y ahora veo. Los guardias saben qué sucede.

No valen la pena, pero juro que me las van a pagar con creces, y ella mejor que nadie. Haré que se revuelque en el suelo. Voy a verla en la miseria que jamás debió salir. Esa niña va a desear haber muerto hace dos años.

Puta de cuarta.






Lovely Walker.




Me reparo en el espejo mientras veo a Jade escanear el moretón que tengo en el brazo. Pongo una capa ligera de maquillaje ya que no necesito nada de eso para verme hermosa. Resalto mis ojos y veo la hora. Ya son las once menos y cuarto. «Sí»

No he visto ha Petee ni ha Ellie pero el bebé está con la seguridad de Elton. Coddy parece una sombra, apenas se le ve pero anda de aquí para allá.

Después de hoy me mudaré a la casa de Elton para mi seguridad, una en los suburbios y privados donde viven los famosos aquí en Londres. Nunca entenderé cómo conseguí a un amigo como él pero por mí está excelente.

Acomodo mis botas zapatillas de tacón fino con mi figura favorita que es un obsequio navideño de Jade antes de que se vaya. Va a México, allá estará mejor que aquí sin duda. Tiene a su familia y espero que le vaya bien, sólo pasaremos una noche juntas y espero que esté feliz.

—¿Cuando te vas? —le pregunto recogiendo mi teléfono para ponerlo en la liga de mi pierna.

—Antes del 24, a mi familia le gusta celebrar ese día en particular.

—Falta una semana —le digo sonriente. Me acerco y le extiendo un fajo de billetes—. Sé que no es mucho pero quiero que cuando llegues compres una casa. Ya transferí dinero a tu cuenta bancaria, no lo necesitas pero yo necesito que hagas tu vida.

Los ojos se le humedecen.

—No...

—No te pregunté. Eres una buena amiga y lo único que puedo hacer después de todo lo que me ayudaste es darte un nuevo comienzo.

Asiente sonriendo y me abraza. Aprieto a la chica me ayudó a lavarme cuando quedaba tirada y drogada. El vikingo era su dominante y su favorita. Cuando supo lo que sucedió no la regañó, le dió de comer en su piernas y la dejó descansar.

Sergei nunca pudo controlar a su pequeño hermano de hacernos mierda pero alguna la recogía.

Me limpio las lágrimas y reparo mi atuendo frente al espejo mientras Jade mete el dinero a una de sus maletas. Ya están hechas, y pasará navidad con su familia, me alegra mucho.

Elton festeja sus cumpleaños cada seis meses y no lo entenderé pero no importa. Es Leo, los Leo tienen el ego por los cielos, y él tiene el dinero para hacerlo crecer.

Me dirijo a Magic Mike después de volver a enviar un mensaje a Petee que no responde. Él me va a ayudar con esto, lo hizo en Nuevo México, y sé que lo hará siempre.

Bajo hasta el estacionamiento donde está mi bebé hermoso estacionado y doy saltitos para besarlo...

—¿Qué haces con el auto de Tayler?

«¿Me odias, Dios?»

Ruedo los ojos y me compongo viendo a la amiga de Selinne que no recuerdo su nombre.

—Este auto es mío —la corrijo—, que haya quedado en mi casa mientras yo no estaba es otra cosa. —suspiro poniendo la mano para desbloquearlo—. Pero ya está con mami.

Me mira como si me quisiera matar pero me importa muy poco. Subo y arranco amenazando con atropellarla. A mí no me van a humillar de nuevo, ni hacer quedar como estúpida.

Le doy besos al volante y me acomodo en mi asiento precioso de cuero. Aún recuerdo el auto de mi antiguo agente, recuerdo el olor y lo que decía. "La mujer más poderosa del mundo"

«Cedric Bake, donde quiera que estés; gracias por confiar en mí»

Acelero y dejo que mi bebé vuele en las calles húmedas de Londres. La ciudad del sueño, de las lágrimas, y tristeza.

Llego al lugar donde las personas están pidiendo entrar pero como era de esperarse; Elton reservó o probablemente compró el maldito lugar. Hace años que modificaron el lugar, ahora es un club selectivo y con áreas restringidas. Abarca dos calles ya que tiene diversas áreas de entretenimiento.

Salgo haciendo lucir las botas preciosas de suela roja, y vestido de gamuza brilla con los flashes. Al lugar vienen celebridades; ya no está mal visto, de hecho somos un mundo más libertino y expuesto en ese y muchos aspectos.

Me cubro el rostro con el bolso de diamantes que me acaban de regalar y camino hasta la entrada.

—¿Pase? —inquiere el guardia.

Levanto la cara y me escanea el collar al igual que el anillo. Abre la cadena dejándome entrar al lugar lleno de luces rojas.

Las puertas se abren con Bei Maejor a todo lo que da. El lugar es precioso y los hombres que bailan me retuercen los órganos, no necesito ser una ninfómana para ver lo atractivos que son. Bailan... ¡No, no bailan! Están haciéndole el amor al maldito suelo.

Quedo quieta y escaneo al de cabello largo que me avienta un beso. Sonrío cuando las hormonas hacen su mala jugada recordándome cosas que quiero olvidar por ahora o saldré a buscarlo para que me parta en dos de nuevo. Aún me duele la cadera.

Hay mujeres y hombres colgando del techo, danzando en telas de seda, dejándose caer para volver a trepar la tela.

Sonrío al ver un toro mecánico en una de las zonas donde mi mejor se baja corriendo hacia mi dirección.

Busco a mis amigos y los determino en el área de atrás, pero...

—¡Muñeca! —unos brazos me levantan del suelo y grito riéndome—. ¿Adónde estabas?

Me giro y veo que está ebrio. Sus ojos están apagados.

—¿Estás bien? —acaricio su barba creciente y cabello un poco más largo.

—Claro que sí, preciosa —me toma de la cintura y retrocedo mirando sobre mi hombro—. Baila conmigo.

Bailamos un rato y nos vamos a la mesa donde está Jade que llegó con un soldado real. Mañana tienen trabajo pero ya sabemos que son responsables, no importa y mientras tengan el permiso del ojo azul que está bebiéndose media barra todo bien.

Comienzo con un vodka y soy arrastrada por Elton que sigue ebrio. Jade baila con el chico y los demás aún no llegan, debería estar Petee y Ellie. Tampoco veo al Yakuza por ningún lado pero supongo que es por las cosas que se han complicado.

Me dejo llevar y me balanceo un poco mientras seguimos bebiendo y disfruto de un baile corto que me dan los chicos con pantalones apretados y pectorales tersos. Jalo a Jade para que le bailen y ella los acaricia mientras me largo a la barra porque el calor que tengo no me lo quita nadie...

Sacudo la cabeza porque sí hay alguien que me lo quita y me molesta. Me molesta.

—Ahora vuelvo —le aviso an Elton que está besando a una rubia que no sé de donde salió.

Alza el dedo indicando «Sí», y me largo. El sonido merma y me meto al tocador sintiendo como me hierve la entrepierna, es que ya no aguanto, lo necesito conmigo.

Tomo en teléfono, marco el número y muerdo las yemas de mis dedos para no arruinar el esmalte...

—¿Adónde estas? —habla y escucho la música.

Cuelgo pero el corazón se me revienta de la emoción. Me escaneo en el espejo y estoy preciosa, me veo hermosa, y acomodo el bolso que me dió. No es secreto que jalo las miradas así pase a diez metros pero yo sólo quiero la suya.

Salgo empujando personas, la música de hace fuerte y lo que veo es a Elton con los chicos de Magic Mike...

—¡Eso es todo! —grito y aplaudo a mi amigo que sabe moverse bien.

Elton como yo es especialista en el arte de camuflaje y seducción. Creo que por eso nunca hemos caído a los encantos del otro. Baila como un profesional arrancándose la camisa y mostrando el lavadero. Sus caderas se curvean, se tira licor encima mientras mujeres de lamen el pecho y el sacude el cabello echándolo hacia atrás.

Jade me grita desde el toro y corro hacia ella como loca para abrazarla.

—Súbete —dice sobre la música—. Ponte el sombrero, y trata de no caer. Pondré música.

—He montado bestias más peligrosas.

—¡Me acaloras! —dice coqueta y se marcha mientras entro.

Elton se acerca y yo saludo a los guapos que veo en espera de desatar el infierno. Observo la parte VIP donde sólo hay ricos con ganas de ver urgías pero no lo veo, volteo y aunque la vibra cambia debo concentrarme ya que me pasan el sombrero y me monto con agilidad.

—¡Doma a la bestia! —dice Elton en un grito.

Jade coquetea con el DJ para que cambie la música mientras el toro se balancea y sube, baja y se cantea.

Aflojo las caderas cuando Ride or Die comienza a sonar y Jade me graba haciéndome reír. Sostengo mi sombrero haciendo una bulla mientras mis amigos gritan mi nombre que parece alabanza en lo que me muevo como si el toro fuese parte de mí.

El coro de la canción me hace reír y al ladearme dejo que mi cabello llegue al colchón de piel y sonrío quitándome el sombrero, haciendo una reverencia cuando regreso.

Salto, bajo, me muevo, brinco y vibro sobre él así como mi trasero y tetas. El pensamiento de follar se me atraviesa y una sonrisa diabólica se me escapa al sentir los flases sobre mí. Es como si fuese un enigma.

Después de un rato me siento mareada, y opto por beber pero también me marea, el asco me atrapa aunque tome al menos cuatro shots, aún no puedo beber como quisiera, pero lo que me ha dado Aragon funciona muy bien. Me dirijo hacia Jade en una mesa que me saluda cuando le hago señas.

—Hola —me saluda el soldado—. Soy Milo.

Extiendo la mano sonriendo. Señala a una chica también y la saludo. Ambos son del comando.

—Soy Karla.

Siempre tiene amigos nuevos y son pareja. Es traviesa.

—Un gusto a ambos —los saludo.

Comenzamos a platicar un rato en lo que el pastel llega. Elton festeja a gritos y yo no hago más que carcajearme cuando salen mujeres dentro del pastel gigante. A lo lejos determino a Selinne que se le acerca porque al parecer ella se lo regalo.

«Que ganas de arruinar mi noche»

Yo le regalé una corona, se la mandé a hacer con el traficante de diamantes. Se que le encantará, y me alegrara ver su cara cuando lo vea. Lo verá en navidad.

Elton la abraza y mis ojos buscan a alguien más. El pastel se reparte y me pica la piel mientras el ambiente a fiesta de las vegas no merma, me duele la cabeza y la entrepierna me late, ya he ido tres veces al baño para lavarme y nada más no puedo.

—¿Qué tienes, muñeca? —Elton me habla sentándose a mi lado.

Está ebrio y lo que sigue.

—¿Qué pasa contigo? —lo tomo de la mano y veo sus nudillos rojos. Concentro mis ojos en él y apenas los abre—. ¿Elton? Mírame y dime qué pasa.

Me quita la mano y me besa la mejilla callándome.

—¿Te gusta ese anillo? —señala mi dedo, y asiento—. Puedes tenerlo si quieres.

—¿Todo bien? —tomo su cara pero no abre los ojos.

Está sudando y pone su mano en mi pierna.

—Me llamó el Agente Reid a decirme —susurra contra mi cuello y los demás nos miran—. Dado que Aragon está muy ocupado ahora, y que estás soltera...

—Basta, Elton —le tomo la cara y la aparta cuando los ojos le brillan—. Vamos.

Lo jalo conmigo a la pista que está más retirada de la mesa. La música no merma y lo atraigo a mí abrazándolo. Su pecho vibra y me aprieta contra él. «Está llorando», «El rey, está llorando»... sacudo la cabeza y lo agarro con fuerza.

Elton nunca llora, Elton jamás ha llorado así.

—¿Qué pasa? —bailamos la música como si fuese balada.

Comienza a hablar pero no entiendo.

—Estaba allí... la ventana... Dios... —solloza aferrándose a mi vestido—. Yo... lo hice... me mintió... no es...

—Elton, no entiendo —le hago cariño. Su cuerpo se tensa—. Mírame y dime qué sucede. ¿Qué le pasa a mi majestad?

Se carcajea con mi última frase y se levanta para mirarme. Trato de encontrar lo que le pasa pero no dice nada.

—Te amo —susurra.

Las palabras calan pero las aparto porque sé a lo que se refiere.

—Y yo a ti.

Tomo una bebida azul con sal del tipo que pasa con una charola y la bebo de un sorbo mientras las ideas se me aclaran. Me abraza de nuevo y pone un beso en mi cuello... mi mandíbula. Aferra sus manos a mis caderas... muerde mi oreja y pasa la lengua de por la línea de mi mandíbula hasta mis labios eliminando la sal de la bebida succionando y metiendo la lengua mientras deja saliva sabor a chicle, y jadea.

Estoy estática tratando de entender que diablos hace Elton. Pero de la nada se separa y toma otra bebida igual para empinarse tal cosa.

—¿Qué diablos sucede? —lo tomo del brazo.

—Quiero follar —se sincera—, y por más que quisiera hacerlo contigo no puedo. No lo mal entiendas, estás para cagarte de lo buena pero me gusta el músculo que tengo entre las piernas.

Le doy un empujón y jala hacia la pista haciéndome reír comenzamos a hacer espacio empujando a los demás.

—¡Atrápame! —le grito sobre la música. Y corro hacia el.

Me levanta en el aire haciéndome reír y envuelvo su cuello para que me baja mientras comenzamos a bailar.

Envuelvo mis piernas en su cadera para darme equilibrio.

—Te he extrañado —susurra en mi oído cuando me baja al suelo.

—Y yo a ti.

Ice cream man retumba y Elton me atrapa balanceando sus caderas.

—¡Está es mi canción!

La canción me pone a vibrar porque me recuerda a otro y no hago más que reírme.

—¿Por qué no puedes ser una mujer cualquiera y así poderte decir puta mientras cojemos? —hace puchero triste pero yo no soy capaz de aguantar la carcajada—. No te burles.

—Idiota —le palmeo la mejilla—. Yo te llamaría mi puta.

—Sería un buen chico —hace ojos coquetos.

Abrazo el rey indignado para bailar como si estuviéramos follando. Después de unas dos horas bailamos hasta sudar.

—¿Ya viste quién no te deja de ver? —inquiere en mi oído y dirijo mi mirada hacia la multitud pero aprecio al hombre de traje que está sentado con Selinne en una parte VIP.

Las luces parpadean como una película erótica sobre él, sus piernas están abiertas donde sólo veo su traje y el reloj así como el anillo en su meñique junto al vaso de ron. «Como en mis sueños»

—No me interesa —le doy la espalda. Estuve esperando que llegara para verlo con esa maldita.

Los observo sobre mi hombro mientras ella se recarga del barandal, recibe una botella de agua y su mirada recae sobre la mía. Debería tener vergüenza pero a mí esa se me fue desde hace mucho, porque ni aunque me vió se puede alejar de él, giro y me concentro en Elton que es el anfitrión. Su número de cumpleaños cuelga en el centro y está; «¿?»

Tiene veintinueve y no aparenta más de veinticinco.

Todo se vuelve borroso cuando Elton me da de su bebida, el líquido caliente cae dentro de mi tráquea y dejo ir el aire mientras me quema pero el efecto desaparece de la nada. Las luces me ciegan en lo que unas manos están en mi cintura, pierdo el sentido de lo que duele y lo que no. Sólo quiero divertirme, reír, disfrutar y poder gritar para ver si alguien me escucha.

—¡Muéstrales! —grita Elton detrás de mí mientras pone su mano en mi vientre.

Asiento divertida, me gira para poner su entrepierna contra mi trasero, y tomo su mano para guiarla por la brecha de mi vestido. Elton se tensa y pongo mi otra mano en su nuca atrayendo su aliento a mi cuello mientras subo y bajo. Algo arde en mi piel pero sé perfectamente quién es. El humo sale de los disparadores enloqueciendo a todos, inhalando el gas que los pondrá a alucinar.

—¡No le tengas miedo! —le grito a Elton.

—Sí —ríe con ironía—, es que hoy me aparecía morir.

Me río y me giro bailando al ritmo de Stereo Love. La canción hace que los sentidos se me desestabilícen, la piel se me enciende. Cierro los ojos dejando que las luces estallen en mis párpados para hacerme sentir al hombre que me mira del otro extremo.

Dirijo mis manos a mi vestido, alzándolo un poco en el proceso. Estoy sudando con la maldita necesidad. La música cambia y miro al DJ que está junto a Jade con un mix de Romeo Santos. Ella me sonríe y levanta el pulgar.

Necio comienza a sonar, y Elton cambia de ritmo tomando el mando del baile. Es un profesional y lo hace ver a la hora declinar mi pierna para meter su muslo dentro de los míos. No puedo dejar de reír y disfrutar del baile.

Me cambia de pareja con un chico y igual se sabe mover mientras él toma a la rubia de antes besándola sin perder la compostura. Bailo con Jade... un aroma choca contra mí. «La presencia, olor, el tacto de su mano en mi espalda». Tay...

Me cambia con una vuelta y comienzo a bailar sin querer darle la cara. Es que si lo hago no me voy a contener. Siento como la piel me arde ande los movimientos de sus caderas coleccionadas con las mías. No habla sólo me refriega la erección en el abdomen. «Soy una zorra, acabo de follar y lo único que quiero es que me vuelva a embestir»

La canción cala mi piel porque lo único que me dará es esto; sexo descomunal, peligro, engaños, mentiras, dolor. Y, por ello mi corazón vibra aferrándose a su traje gris, alzo la vista topándome con su mirada y el mundo desaparece, aprieto su mano y miro su muñeca donde aún conserva aquello que le regalé. Me levanto un poco. El mundo deja de existir cuando sus ojos miran mis labios y me levanta del suelo...

—Me toca —una voz a lo lejos me hace reaccionar.

Aclaro la garganta y no tengo tiempo de reaccionar porque Elton me jala al momento en que Selinne me lo quita.

La música me pone a arder los ojos cuando para colmo quedo frente a él y veo cómo baila con ella que se le pega pero está vez no es como antes. «No la quita. ¿Por qué? —me pregunto peor ya sé la respuesta—. Ella es su novia ante el público», me recuerdo.

Enrique Iglesias suena mientras Jade baila y sonríe como nunca, uniéndose al baile con Elton. Es la mejor noche después de tanta mierda, ver qué respiro sin miedo a que me maten es increíble. Tonight vibra hasta el último rincón de mi cuerpo mientras Elton se apodera de mí después de beber tres tragos de tequila con unos chupitos de mango. «La música de Jade me va a matar»

Me toma de la mandíbula y vacía el licor en mi boca para que se lo pas...

—¡Coño! —un grito me hace salir del bucle hormonal y un empujón llena mis fosas nasales de su loción—. ¡Te juro por Dios que no la toque!

Elton está a metros de mí cuando abro los ojos, él humo de los rociadores aún están pero no localizo al individuo...

—¡Me estás matando! —gruñe detrás de mí al mismo tiempo en que me atrae con la mano a su pecho.

La sangre hierve en mi cuerpo, y no hago más que echar la cabeza hacia atrás, desliza su mano de tetas hasta mi garganta para girarme y me pongo de puntitas con los tacones en lo que él me envuelve la cintura elevándome y atrapar mi boca con un beso que me marea. La saliva se me vuelve agua, le envuelvo el cuello con mis brazos mientras nos movemos de lugar.

—Dios —jadeo bajo la música y da empujones de parejas bailando, haciendo lo mismo que nosotros—, lléveme a casa.

—No llegaremos a casa —susurra contra mis labios.

Me lleva a grandes zancadas mientras atropella a gente a diestra y siniestra. No hago caso, sólo sigo repartiendo besos húmedos mientras gruñe y hundo mis dedos en su suave cabello. Determino a Elton que se limpia la sangre del labio y después besa a otra mujer que creo es Jade.

Quiero que sepan, quisiera que supieran que estamos juntos, Dios. Necesito que sepa que me gusta, que me muero con cada beso, que respiro de su aliento, mi corazón es un tonto y mi cabeza no está entendiendo, pero Dios.

Me azota contra la pared del pasillo y abro los ojos notando que estamos en los privados del club. Los gritos no se escucharán porque están adaptadas para este tipo de hombres, y este tipo de mujeres.

Me sube sobre sus caderas y no pierde el tiempo metiendo sus dedos dentro de mis húmedas bragas y arrancarlas como siempre lo hace.

—Te haré mía de todas las jodidas maneras posibles —asegura—, y después te juro que no podrás ni querrás correr de mí.

Nunca.

—¿De verdad? —hago puchero bajo sus ardientes ojos.

Me ciega con un beso donde succiona mi lengua y la saco para que devore todo de ella. Escucho el sensor de una tarjeta y por primera vez en la vida tengo miedo de follar. «¿Y Selinne?»

Me carga haciéndome pasar a la maldita habitación roja, y la música inunda mis tímpanos. Me baja tomando mi muñeca, me jala apenas dándome cuenta del arnés sobre el techo, besa mi cuello y al mismo tiempo siento cómo aprieta algo en él, gimo con el corte de aire.

Se aleja y me quedo quieta tratando de saber qué diablos está sucediendo. Lo escaneo y comienza a quitarse la camisa blanca al igual que los zapatos en puntapié. Trato de avanzar pero mi cuello se retrae y casi me levanto de puntitas. Conozco esto, si me muevo la cabeza se me desprenderá.

La habitación roja enfoca su cuero perfecto y también enfoca todo lo que hay que es justo mi castigo.

—¿Qué maldita locura haces? —trato de tocar con una mano pero la tengo amarrada con cuero negro que lleva a una cadena pega a la pared—. Estás pero idiota, ¡quítame esto!

—Cállate un rato —levanta la mano—. No pudimos discutir cómo serán las cosas, así que lo haremos ahora.

Hace sonar su cinturón después de quitárselo. Las piernas me traicionan queriendo correr y arrodillarme frente a él.

Camina detrás de mí y toma mis caderas haciéndolas hacia atrás. Quiero echar la cabeza hacia adelante pero probablemente me mataré yo mismo. Su dureza me maltrata a un grado que probablemente pueda romper el vestido...

—¿Te gusta que otros te toquen? —inquiere y muerde mi hombro para dejar un cálido beso—. ¿Por qué te castigas queriendo que otro te haga sentir lo mismo?

Pasea su mano por la brecha y echo mi pelvis hacia atrás. Cuando quiere es rápido y cuando no; cuando no, me tiene aquí casi orinandome.

—Dios, Tayler... sólo —me calla introduciendo un dedo y bajo mis caderas follandolo—. Por favor... por favor.

—¿Suplicas? —retira el dedo.

Maldito hijo de...

Un azote cae en mi trasero haciéndome gemir por la manera en que arde. Concentro mi vista en la habitación y a lo lejos veo los instrumentos de tortura sexual. La música me calienta los circuitos, agradeciendo que Doja Cat no pase de moda. Arranca mi vestido partiéndolo por la brecha hasta arriba, el ardor se adhiere a las llamas de mi piel. Chupa y muerde mis tetas haciéndome jadear. Elevo mis pies parándome de puntitas para poder moverme un poco mientras él sube y muerde mi clavícula, mandíbula y finalmente estrella un beso ardiente para terminan mordiendo mi labio inferior.

—¿Alguna palabra de seguridad? —inquiero cuando se aparta y desparece en mi espalda.

—No hay seguridad —dice y trato de quitar el agarre con la mano libre.

Pero el cuero se adhiere más a mi piel. Trato de respirar con calma cuando con un control mueve la cadena de mi cuello y de repente estoy flotando entre cadenas y una mano suelta. Mis dos pies están flotando, mientras él sostiene mi cuerpo y amarra un cinturón en mi cintura... que flota y el miedo a no poder estar más expuesta me aniquila. Los brazos extendidos como estrellas y las piernas separadas pero con las rodillas flexionadas y no sé cómo.

La vergüenza me aniquila y las lágrimas me lastiman. No debería llorar, yo sé cómo es él, sé quién es, no debería de sentirme así pero quisiera que me demostrara que me ama. Daría todo por eso.

—¿Adónde está el malnacido ese? —dice y azota una mano en mis glúteos.

—Matthew...

—¿Adónde lo dejaste? —pregunta y vuelve a azotarme pero ahora el coño.

El tacto arde, es como si tuviese otra piel. No respondo y vuelve a azotar. No puedo evitar gemir con el calor que me recorre la entrepierna, pasea su mano por mi abdomen y golpea mi vientre mientras me zangoloteo con las cadenas. La de mi cuello comienza a retroceder cada que me muevo y debo dejar de hacerlo para no morir asfixiada.

—¿Debo preguntar de nuevo?

El alcohol abandonó mi cuerpo sin duda.

—Terminamos —contesto en un suspiro e interta dos dedos en mí antes de que pueda hablarlo con convicción—. Terminé con él.

Hay silencio y sigue sin moverse dentro de mí pero de pronto eso cambia cuando me toma de la cara y me levanta con una fuerza descomunal. La cadena se retrae y el miedo me consume. Sus ojos me miran pero yo sólo quiero que lo acepte, que dejemos este juego, ya no tengo nada que perder.

Tengo todo húmedo, el sudor me quema y las tetas me brillan de la saliva que a dejado sobre ellas mientras me folla tan rico como lo hace. Tayler me está volviendo loca, y quiero más.

—¿Por qué? —hace presión maltratandome.

Juro por Dios que quiero una foto de esto.

—Porque no puedo acabar con el deseo...

—¿De quién, mocosa? —me pierdo en el cabello que cae sobre su frente, y los labios que se le iluminan en luz roja que cambia a azul alternado. «Diablo»

—De ti —acepto—. No puedo acabar con lo que me hierve cuando estoy contigo. Te odio porque me gustas, mucho más, y es horrible, pero delicioso.

—Así es mocosa —aprieta mi pezon mientras me muerdo el labio inferior—, sólo yo. Nadie más. —baja la cabeza y chupa mis tetas haciendo el sonido embriagador con su garganta—. Voy a dejarte ese coño lleno de mí y después el estómago, así como cualquier otro agujero.

—Oh, joder...

Y me besa como si la vida dependiera de ello y de la nada afloja todo, mis pies caen pero la de mi cuello se mantiene, envuelvo su cuello con mis manos mientras la cadena abre el candado automático que se adhiere a mi mano. El sabor de su boca es algo que me hace temblar, es cálida y resbaladiza, ruda. Me aprieta aniquilándome el aire pero me aferro a él como si estuviera respirando a través de los besos cargados de fervor y necesidad que me da.

Me besa la mejilla, cuello y muerde mi mandíbula. Envuelvo bien mis piernas en sus caderas y llevo mis manos hasta su cinturón sin dejar de besarlo. Aprieta mis pechos y se hunde en ellos comiéndoselos como el mejor manjar.

No tengo que ocultarlo, me gusta este maldito mafioso de mierda y toda mi vida ha sido así. Desde el momento en que lo vi por primera vez, desde que lo vi con esos malditos. Sabía que era mayor pero me gustó y...

—Ábrete bien —pide y la cadena de mi cintura sigue allí para sostenerme—. Te la quiero encajar toda.

La maldita morbosidad me puede y mientras me inclina me abro lo más que puedo. Su vista se pierde en mis pliegues, aprieta mi botón rojo enviándome una descarga de necesidad monumental.

—No sabes cómo me gusta este maldito coño —jadea con el pecho temblándole—. En todo lo que pienso en ti. Día. Noche. En sueños, pesadillas. Cada que respiro, y te voy a castigar por volverme desquiciado. ¿Entiendes, mocosa? ¿Entiendes que tuve que matar a mi propia gente para que entendieras? ¿EN. —introduce un dedo—. TIEN. —Lo saca haciéndome temblar—. DES?

—Entiendo —jadeo cuando introduce dos dedos hacia arriba.

Aprieto la cadena que me sostiene en el aire y sonrío de par a par cuando lo veo allí; el cabello revuelto y ese tatuaje que reluce su pecho. «Este hombre me encanta»

Desabrocha el pantalón y libera la bestia que se carga entre las piernas. Se acerca volviéndome loca y jadeo al sentir su punta apretando mi clitoris.

—Ahora pídelo como las chicas buenas —su dedo acaricia mi barbilla pero está loco.

—Me he portado mal —hago puchero—. He dejado que otro me posea, me vea y me foll...

No termino de decir la frase burlona cuando de repente me la corta de una embestida grotesca. Es una bestia, no me da tiempo de nada cuando toma mi cabello y me estrella contra su boca, follandome como me gusta.

Me carga pegándome a su cuerpo mientras tengo los piernas abiertas de par a par como ordeno. Chillo con cada estocada placenteramente dolorosa, me llega hasta el punto de querer gritar. Aprieta, muerde y chupa lo que encuentra.

Comienzo a temblar pero pone presión en mi cabello para que deje las piernas abiertas, no sé cuánto aguantaré pero gimo y chupo su oreja aferrándome a su nuca en lo que entra y sale de mí una un animal, mis gritos se ahogan con sus jadeos guturales convirtiendo eso en la única música.

Sus gruñidos me ponen a colisionar caderas, en busca del orgasmo descomunal que me atropella poco a poco. Busco su boca y muerdo su labio inferior, lloriqueando con el orgasmo que se me acumula en las entrañas, chupo la sangre y él hace lo mismo... mi epicentro da un vuelco y se pausa por un segundo para explotar con un calor y electricidad bombeándome que me quema a más no poder.

—Oh, Dios... —beso su boca temblando pero él me sostiene al sentir que me desmayaré.

—Como me gusta que me llames Dios, Mocosa —gime dando estocadas que me dejan ciega.

La fuerza se pierde y no hago más que aguantar cuando sigue y sigue hasta derramarse dentro de mí. Me besa y muerda mientras sigo babeando por él. Sonrío somnolienta y me abrazo fuerte de él.

Besa mi rostro y... quita lo que tenía en el cuello, hasta este punto es donde me doy cuenta la falta de oxígeno que tenía pero no me importó. Quita todo y me carga hasta la cama que no usamos. Me acuesta y me aferro a él. No quiero que se vaya, no quiero que acabe.

—Acuname —pido con los ojos casi cerrados.

—Es un club de sexo, no de bellas duermientes —gruñe poniéndome algo de ropa encima.

—¿Soy bella? —me rio tallando mis ojos.

—Ese ego.

—Tú me lo elevas.

No dice nada y me mira mal pero no me importa porque se aferro a su pantalón para plantarle el beso que no me corta, se sube sobre mí envolviéndome y ensartandome nuevamente como me gusta.

—Estás loca —gruñe mordiendo mi mandíbula—, y me vuelves loco, mocosa.

—Y tú a mí, anciano.

Eso basta para que yo renuncié a todo, incluso a mi respeto como persona pensante. Ya no tengo 18, ni me siento atrapada, no puedo echarle la culpa a mi edad aunque siga siendo joven e inmadura. Ahora sé lo que quiero y lo haré.



Nota:

💋

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