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𝟏𝟏.

❝*¹¹. ᵉˡ ᵛᵘᵉˡᵒ

𝑩𝒂𝒓𝒄𝒆𝒍𝒐𝒏𝒂, 𝑬𝒔𝒑𝒂𝒏̃𝒂
𝟐𝟗/𝟎𝟗/𝟐𝟐


PABLO

Llegué a la sala principal de las instalaciones de la Ciudad Deportiva. La mayoría ya estaban allí.

Vi a Pedri sentado en uno de los sofás, así que me senté a su lado. Estaba mirando su móvil.

—¿Vamos juntos en el autobús? —me preguntó, apartando la vista de su teléfono.

—Supongo, ¿no?

Como si una hada madrina nos hubiera escuchado, vino nuestra administradora, Beatriz, hablando del mismo tema.

—Tenemos que organizar los asientos —comunicó—. Voy aprovechar que estamos todos, no solo los jugadores. A ver, no sé con quién poner a Aída. Uno de ustedes tiene que ir con ella. Yo sin problema iría con la chica, pero tengo que ir con Xavi para hablar de unas cosas. —explicó.

—Yo —dije sin titubear—. No tengo problemas. —aseguré.

Noté la mirada de burla de Pedri.

—Perfecto. Pues así quedamos.

Minutos después, vi a Aída aparecer. Rápidamente, Beatriz se acercó a ella.

Vi cómo, después de que nuestra administradora le dijera algo, puso su mirada en mí. Sabía que le estaba comunicando cuál sería su acompañante. Sonreí de manera burlona. Sabía que a ella no es que le agradara la idea, pero a mí me divertía.

—Cómo se notan tus intenciones. —me dijo Pedri, riéndo al ver que estaba haciendo contacto visual con Aída, el cual ella había cortado.

—No sé de qué hablas, solo soy considerado.

Él soltó un carcajada.

—Claro, claro. Vamos a ver si realmente vas a conseguir aunque sea una pizca de su atención.

—Ya lo veremos. Va a ser un viaje divertido. —opiné.

———♡———

AÍDA

Después de la noticia que me dio Bea, me senté en un sillón individual, algo apartado de los demás.

Saqué mi móvil del bolsillo de mis tejanos y empecé a ver Instagram para matar tiempo: todavía quedaban veinte minutos para partir.

De repente, me llegó un mensaje.

"Pablogavi quiere enviarte un mensaje"

Me metí para ver lo que ponía.

"Espero que no te desagrade la idea de ir conmigo, rizos."

¿Rizos? ¿En serio? Miré hacia dónde él se encontraba. Ya me estaba mirando con su típica sonrisa burlona. Sabía que estaba leyendo su mensaje.

Le acepté la solicitud y le envié un mensaje.

"Para nada, Gavira. Sinceramente me da lo mismo. Estoy aquí por trabajo."

No tardó mucho en responder.

"Tu cara no dice lo mismo, guapa"

Rodé los ojos. «Guapa», ¿quién se cree?

Pasaron unos minutos, ya nos tocaba entrar en el autobús. Nuestro equipaje lo metieron encargados de ello. Ya con mi maleta guardada, lo único que llevaba encima era mi bolso y mi móvil.

—Vamos, nos tenemos que ir ya. —anunció Xavi.

Sin demora, nos dirigimos a la salida. Cuando salimos, como dijo ayer Bea, los alrededores ya estaban llenos de periodistas. También de fanáticos.

Yo directamente me metí al autobús, no como unos cuantos de jugadores que se pararon a sacarse algunas fotos con fans o a firmarles algo.

Me senté en mi sitio indicado, al lado de la ventana. Me coloqué mis auriculares, y mientras la música de mi playlist se reproducía, cerré los ojos sólo pendiente de la melodía.

Minutos después, empezaron a subir los demás. Al abrir los ojos vi que Pablo se acercaba, pero decidí no hacerle mucho caso.

Cerré los ojos de nuevo y segundos después sentí cómo se sentaba al lado de mí. En ese momento abrí los ojos y le pillé mirándome, estaba reprimiendo una sonrisa. Fruncí el ceño y miré hacia la ventana. ¿Qué le hacía gracia ahora?

No pasaron muchos minutos cuando llegamos al aeropuerto, ya que no estaba muy lejos de la Ciudad Deportiva.

Bajamos del autobús, dándonos después las maletas. Nos adentramos al aeropuerto y después de unos minutos de chequeo entramos al avión.

Era uno privado. Claramente, el equipo del Barça no iba a ir en uno cualquiera.

Pablo y yo nos sentamos en nuestros respectivos asientos. Nuevamente, yo al lado de la ventana.

Después de abrocharme el cinturón, me puse mis auriculares de nuevo. Saqué mi Kindle, dispuesta a leer un libro que me compré en Amazon, pero unas manos me la arrebataron poco después de sacarlo.

—¡Ey! —me quejé mirando a Pablo, que observaba la Kindle como si fuera el aparato más curioso del mundo—. ¿Qué haces?

—¿Esto qué es? Parece una tablet, pero no lo es. —habló, curioso.

—Es una Kindle, sirve para leer libros. —le expliqué, cruzándome de brazos.

—Aaamiga —dijo, entendiendo—. ¿Y cómo funciona?

Le expliqué detalladamente el funcionamiento de mientras él me escuchaba atento.

—¿Desde cuándo te interesa leer, Gavira? —le pregunté al terminar mi explicación.

—Siendo sincero, no me importa —admitió—, pero me gusta escucharte hablar.

Acto seguido, cogió uno de mis rizos y empezó a jugar con él.

—Te lo juro que me flipa tu pelo. —no sé qué tipo de obsesion tenía con mi cabello este hombre.

—¿Eres Romeo ahora, o qué? —le pregunté con seriedad.

Él soltó una carcajada.

—Solo alagaba tu pelo, guapa.

—Y otra vez con lo de guapa. No te di permiso para llamarme así. —le regañé.

—Vale —pausó—, rizos.

—Eres insufrible. —dije, arrebatándole la Kindle que seguía en sus manos.

—Hacerte rabiar es de lo mejor, eh. —dijo, riéndo.

Le dediqué una sonrisa falsa y volví a lo mío.

———♡———

PABLO

No sabía que, tan fácilmente, podías hacer rabiar a Aída. Una cosa que se notaba es que no quería que le pusiera apodos. Aunque como todos sabemos, lo seguiría haciendo.

Después de nuestra charla me dispuse a mirar el móvil. Ya había pasado más de la mitad del viaje cuando sentí un golpecito en el hombro.

—¿Qué pasa? —le pregunté a mi acompañante, mirándola.

—Necesito ir al baño. —me comentó.

—¿Y qué?

—Que necesito que salgas para yo poder salir —me explicó.

—No lo voy hacer.

—Pablo, deja de joder. Necesito ir al baño urgente, hablo en serio.

—Lo mío también va en serio. —le aseguré.

—¿Sabes qué? A la mierda. —espetó.

De repente se desabrochó el cinturón y se levantó. Pasó delante mía con algo de dificultad, dándome la espalda, dejándome su culo algo cerca de mi cara. Inevitablemente, me fijé en él.

Apreté los labios. Lo tenía muy bonito, se le veía muy bien a través de sus tejanos.

Después de unos minutos volvió del baño, repitiendo la acción. Intenté esta vez no bajar la vista, pero fue en vano.

Si todos los viajes fueran así los haría con gusto.

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Atte: Ari la anónima ( )

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