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𝐔𝐍𝐎| Conoce mis mentiras

Conoce mis mentiras...


Cabello negro azabache. Porte elegante. Andar deslumbrante. Rostro brillante. Esas eran pocas de las cualidades físicas que Minju constantemente destacaba acerca de Jeon Jungkook, el ladrón de sus sueños y dueño de sus besos.

Mientras le miraba a la distancia, Minju no pudo evitar recordar lo sucedido hacía dos noches, cuando tuvieron su último encuentro. No se le borraría nunca de la mente la manera tan exquisita con que se movía, la tensión en sus brazos debido al esfuerzo que hacía para sostenerse del colchón de la cama y no caerle encima -tal vez, solo tal vez, para no correrse todavía-. Inevitablemente su interior vibró al mismo tiempo en que su centro se humedeció.

Se reprendió por ello.

Estaban en la universidad, en el comedor, donde existían cerca de dos mil personas a su alrededor; sino más. Minju no podía pensar de esa manera porque, sino, lo único en lo que se enfocaría su mente sería en las ganas de desvestirlo y que la hiciera suya una vez más.

Como siempre lo hacía.

Como cada vez que podían.

-¿Estás bien? -Minju parpadeó ante la pregunta-. No has dejado de suspirar en ningún momento. ¿Algo te molesta?

Negó ante la pregunta y se sintió mal por la genuina preocupación de su mejor amigo.

Taehyung era un amor. Un chico deslumbrante. Su mejor amigo y... también un amor no correspondido. Desde la secundaria hasta que ingresaron a la universidad, él había sido el único chico para ella.

Claro, hasta que conoció a Jeon y sus despampanantes ojos oscuros la cautivaron con el brillo coqueto que poseían.

-No es nada -le sonrió como acostumbraba hacerlo, bajó la mirada a su bandeja y se puso de pie-. Me tengo que ir, me toca clases esta hora.

-¿En serio? -asintió-. Esperaba que pudiéramos pasar un momento juntos.

-¿Tienes la hora libre? -Tae imitó su respuesta-. Tal vez otro día, ya que terminemos la temporada de exámenes.

La propuesta pareció no gustarle al chico.

-Eso es dentro de tres semanas, Juju.

-Lo siento, pero ya lo sabes: primero el estudio y luego...

-Sí, sí, luego la diversión. Ya me conozco tu lema -rodó los ojos con fastidio consiguiendo una sonrisa por parte de la chica-. De acuerdo, entonces vete ya.

-Nos vemos pronto.

Se despidió con la mano y tras dejar la bandeja en su respectivo lugar, abandonó el comedor. Dirigió sus pasos al aula 203, donde vería Historia del arte. Solamente estudiando conseguía evitar a Jeon Jungkook y su sensualidad inquietando a sus pobres y -muy- débiles hormonas.

Abrió la puerta e ingresó, pero el interior estaba completamente vacío. Frunció el ceño y sacó su móvil para constatar que no se equivocaba de salón. Justo al momento en que terminaba de desbloquear el aparato, tras encender los datos móviles que tenía desconectados, un sinfín de notificaciones empezaron a llegar una tras de otra. Se sorprendió y revisó rápidamente el chat grupal de su especialización y curso, lo cual la llevó a toparse con la noticia de que ese día no verían la materia por cuestiones personales del profesor.

Desanimada por no poder ver su materia favorita, dio la vuelta y se dispuso a marchar al encuentro con Taehyung. Sabía dónde encontrarlo, ya que era fácil de imaginar, así que iría al edificio de Humanidades para decirle que aceptaba la salida que había propuesto en el comedor.

Pero no pudo avanzar más de cinco pasos cuando sintió que alguien tiraba de su brazo y la encerraba en el diminuto cuarto de limpieza de ese piso.

El chillido que estuvo por soltar ante el repentino susto se vio interrumpido por los labios de otra persona sobre los suyos. Miró con sorpresa cómo Jeon le devoraba la boca, pero no tardó nada en seguirle el ritmo. Mucho menos cuando este empezó a subir de intensidad y volverse más fogoso.

-Espera... espera, déjame respirar -pidió entre jadeos.

Dos segundos. Fue el único tiempo que le dio Jungkook a Minju para que pudiese hacer como pidió antes de volver a atacar su boca con tanto ímpetu.

La arrinconó contra la puerta, pasó seguro a la misma y entonces, aprovechando su fuerza y tamaño, la empotró sobre su pelvis. Minju sintió con claridad la erección de su amante y comprendió la fogosidad con que la atacaba.

-Estás...

-Me has estado tentando todo el maldito día con esta falda, Minju -un estremecimiento recorrió su espina dorsal, no sabría decir si por sus palabras, la voz ronca con que lo dijo o por la manera en que su nombre fue pronunciado por él-. No tienes idea de lo mucho que quiero cogerte como un animal ahora mismo.

-¿Y qué te detiene? -soltó sin pensar.

Minju había descubierto, en el tiempo que llevaba conociendo a Jeon, que sus pensamientos se exteriorizaban con mucha facilidad y soltura.

Quizás era producto del lívido.

En los ojos oscuros de Jeon, aún más oscurecidos producto del deseo, se marcó una sola cosa. Era una promesa que Minju entendió con suma rapidez y de la cual no dudaba fuera cumplida.

Aunque él siempre mentía -lo cual ya no le resultaba una sorpresa en lo absoluto-, una cosa sí era segura: cuando él decía que haría algo, era porque así sería.

Sobretodo si se trataba de sexo.

-Recuerda tus palabras, preciosa.

No dijeron más, se limitaron a hablar con sus cuerpos, a demostrarse mutuamente el deseo que se tenían por el otro y a hacer de su momento el más inolvidable y placentero.

La blusa de Minju fue lo primero que voló, luego le siguió el brasier. Jungkook no dudó ni un segundo y se llevó uno de los senos a su boca. Aunque Minju era delgada, sus proporciones físicas eran adecuadas -o al menos, así lo veía él-. Mientras que con una mano amazaba uno de sus senos, su lengua jugueteaba con el pezón del que tenía en su boca. Lo saboreó con deleite, tiró de este y luego propinó un leve mordisco al mismo. El metal frío sobre la lengua de él fue el toque que consiguió darle más placer a Minju.

Su nuevo juguete, pensó Jeon, estaba haciendo muy bien su trabajo.

Se lo había hecho el día anterior única y exclusivamente para eso, para probarlo con Minju.

Cuando los gemidos de la chica comenzaron a hacerse más sonoros, Jungkook soltó el seno con el que su boca jugaba y procedió a robarle cada uno de los mismos por medio de besos candentes. Metió su lengua en el interior de la boca de Minju y se hizo dueño, una vez más -y como siempre-, de ella. Pasó luego a levantar el dobladillo de su falda, de un color rojo cereza que apenas vio le encendió, y escabulló sus manos por el interior tras hacer a un lado la prenda que cubría su sexo. Jungkook sintió el encaje y se dijo a sí mismo que se la llevaría consigo ni bien acabar.

Antes de que Minju pudiera terminar de procesar la inesperada intrusión de los dedos masculinos en su sexo, Jungkook ya estaba terminando de bajarse los pantalones. Escuchó el golpe que dejó el cinturón tras golpear el suelo, pero no le importó. Minju estaba demasiado sumida en las sensaciones que Jeon le hacía experimentar como para fijarse en algo tan irrelevante y él... estaba demasiado dispuesto a hacerle disfrutar de un buen polvo en ese reducido y prohibido espacio.

Afuera no había ni una sola alma. Generalmente, el segundo piso pasaba desolado debido a que muy pocas clases se impartían en las aulas de este, lo cual Jungkook supo aprovechar en ese momento.

Presionó su cuerpo contra el de la chica, aún con sus dedos proporcionándole placer, y con la otra mano libre hizo maromas para poder rasgar el envoltorio que cubría el látex que le serviría de protección. En la misma posición, Minju descendió la mirada y le pidió con un susurro rasposo -producto de la excitación del momento- que le permitiera colocarle la protección; Jungkook aceptó gustoso y ella se dio a la tarea con suma concentración y rapidez.

En todo el tiempo que llevaban teniendo sexo y gozando de sus cuerpos, Minju ya había aprendido una que otra cosa de manos de Jeon.

No dejaron pasar más tiempo y, con todo el frenesí, Jungkook llenó el interior de Minju arrebatandole un jadeo de evidente placer.

En eso se resumía su extraña relación: en darse y demostrarse placer mutuamente.

Las embestidas fueron precisas y certeras, cada nueva estocada hacia del cuerpo de Minju una especie de trampolín; su cuerpo rebotaba contra el de Jeon y luego se impulsaba hacia arriba. Se sujetó de sus hombros con fuerza, enterró las uñas sobre la camisa y se lanzó al frente para dejar sus gemidos y jadeos en donde pertenecían: la boca de Jeon Jungkook.

Una arremetida contra otra en una consecutiva secuencia de "metidas y sacadas" les hizo llegar al límite en menos tiempo del esperado y, en cuestión de segundos, ambos alcanzaron el tan ansiado clímax. El orgasmo fue tan abismal -quizás por el morbo al estar en un lugar prohibido- que Minju no lo pudo soportar y terminó cayendo rendida sobre el pecho de Jungkook.

-Eso fue...

-Espectacular -completó Jeon dejando un beso sobre la frente de Minju sin ser plenamente consciente de ello.

Esperaron un par de minutos antes de salir, entretanto se arreglaban las ropas Jungkook aprovechó y tomó con manos rápidas el interior de encaje en un sensual color rojo con negro de Minju.

-Este se queda conmigo.

Minju estuvo por protestar, pero él se lo impidió robándole un beso. Se resignó y salió de primera, con las piernas temblorosas y el pecho aún subiendo y bajando por el encuentro pasional. Mientras que Jeon miraba con atención a la chica marchándose.

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