25. Media noche
Autor/a: @eyelessfaces

Resumen: te despiertas en medio de la noche y encuentras a miguel en tu sala, herido.
Advertencia: descripciones de lesiones

Un fuerte golpe proveniente de la sala de estar te despertó, haciéndote saltar.

Podrías sentir y escuchar tu corazón latir con fuerza en tu caja torácica, repentinamente alerta sobre tu entorno.

Tocaste nerviosamente y pasaste la mano por las sábanas, solo para encontrar el lugar a tu lado frío y vacío.

Demonios, ni siquiera te diste cuenta de que se fue en medio de la noche, pero al menos te sentiste aliviado de que se confirmara que el ruido sordo en tu sala de estar era solo él y no un ladrón que irrumpió en tu apartamento.

Te sentaste en el borde de la cama, llevándote las manos a los ojos para tratar de quitarte el sueño antes de agarrar y ponerte una sudadera para aliviar el frío de la noche.

Saliste de la habitación y encontraste a Miguel en tu sofá, pasándose una mano por su cabello húmedo, máscara en la otra mano. Te miró y se pellizcó los labios en una sonrisa tímida antes de cerrar los ojos. "No fue mi intención despertarte, lo siento" murmuró, arrojando su máscara sobre el reposabrazos del sofá.

"Esta bien." murmuraste somnolienta, luchando por contener el bostezo que amenazaba con interrumpir tus palabras. "La gente suele usar la puerta de entrada para entrar a un apartamento, ¿sabes?", dijiste con una sonrisa, dirigiéndote a la cocina y sirviéndole un vaso de agua.

Regresaste a la sala y pusiste el vaso en la mesa de café antes de arrodillarte a su lado y tomar su mano entre las tuyas, contemplando su rostro bañado en la oscuridad. "Miggy" llamaste. Sostuvo tu mano con más fuerza y tú frotaste su rodilla suavemente.

"Deberías beber", le aconsejó, reemplazando su mano con el vaso. Se llevó el vaso a los labios y rápidamente se lo bebió por completo, bloqueando la tos con el dorso de la mano antes de volver a dejar el vaso vacío sobre la mesa de café. Te sentaste junto a él en el sofá y pusiste una mano en su mandíbula, inclinando su rostro hacia la ventana para poder examinarlo con la tenue luz de la luna.

Su labio inferior estaba roto y su nariz cortada con un corte. Un corte horizontal que se alinearía perfectamente si tuviera gafas. Pequeñas gotas de sangre del mismo color de sus ojos goteaban de un rasguño en su frente, un moretón comenzaba a formarse alrededor.

"Mierda Miguel" murmuraste entre dientes, llevándote una mano a su cabello mojado para poder apartar un mechón suelto de su rostro.

"Estoy bien" declaró con cansancio, sus ojos rojos brillando suavemente hacia ti.

Te tomó por sorpresa la lluvia que comenzó a golpear violentamente contra tu ventana nuevamente, y suspiraste antes de redirigir tu atención hacia él.

"¿Hay algo más? ¿En algún otro lugar?" preguntaste, y él parpadeó lentamente, mirándose a sí mismo.

"Yo uh-creo que mis costillas están magulladas"

Asentiste y observaste cómo luchó un poco para quitarse el traje, mostrando un rastro de manchas azules y moradas sobre el costado de su torso, cubierto por rasguños leves.

"Está bien", declaraste, sentándote para ir a buscar tu botiquín de primeros auxilios. Te agarró la muñeca antes de que pudieras irte y lo miraste, sobresaltada.

"No tienes que hacer esto" asintió, con una suave expresión en su rostro. "Puedes volver a la cama, puedo encargarme de esto yo misma, he visto cosas peores".

Negaste con la cabeza inmediatamente. "Quiero hacerlo. Descansa ahora, te tengo, ¿de acuerdo?" preguntaste retóricamente, pasando una mano por su cabello.

Él te miró con una expresión deslumbrada y esbozó una suave sonrisa. Lo habrías hecho de todos modos, incluso si él dijera que no e insistiera en que volvieras a la cama. Él podía ser terco, pero tú estabas lista para ser aún más terca.

Supusiste que estaba demasiado cansado para pelear contigo en este momento.

Miguel había insistido en que te sentaras a horcajadas sobre su regazo mientras limpiabas sus heridas y, francamente, la posición te permitía un mejor acceso a su rostro.

No había insistido para que fuera más práctico, había insistido porque la proximidad lo calmaba, estaba agradecido y aliviado de poder estar cerca de ti después de esa noche.

Estaba fascinado por lo cuidadosa y precisa que eras al cuidar sus heridas, sus ojos seguían cada uno de tus movimientos, mirando a través de sus pestañas cuando te ocupabas de la herida en su frente.

Una mano estaba en la parte baja de tu espalda mientras que la otra sostenía tu muslo, apretándolo suavemente cada vez que dolía el contacto contra sus heridas.

"Aquí tienes, grandulón" sonreíste, echándole el cabello hacia atrás una vez que terminaste con tu tarea.

"Gracias amor" murmuró, su pulgar acariciando tu muslo. "Te besaría, pero creo que te dolería", se rió entre dientes señalando su labio partido, incluso su leve sonrisa dolía, y sus colmillos clavados allí cuando trató de morder el dolor ciertamente no ayudaron.

Te reíste de él antes de inclinarte para besar su frente, evitando cuidadosamente su herida allí. Tu mano descansó en su mejilla, trazando suavemente su pómulo afilado.

"Eso es lo que obtienes por no tener cuidado. No eres tan duro como pareces y como tratas de hacerlo parecer" sonreíste, tu otra mano descansando en la parte posterior de su cuello.

Él se rió entre dientes y juguetonamente puso los ojos en blanco antes de acercarte más y enterrar su rostro en el hueco de tu cuello, su cabello húmedo jugueteando con tu piel. "Eres la única que puede verlo" murmuró casi
infantilmente, su nariz acariciando debajo de tu oreja antes de que él dejara un beso ahí.

Te reíste suavemente, ambas manos se enterraron en su húmedo cabello oscuro, tu cuerpo aún presionado contra el suyo.

Te quedaste así por un tiempo, y cuando
declaró que probablemente ambos deberían ir a la cama y no obtuvo respuesta, rápidamente se dio cuenta de que Miguel se había quedado dormido en su cálido abrazo.