02
Notita💌: Antes de que comiences a leerlo debo advertirte que este capitulo contiene escenas +18 que son explicitas así que si las quieres dejar pasar estás en todo tu derecho, no te pierdes de mucho🔥
Freya lleva una caja con algunas de sus cosas para su nueva habitación en la residencia. Entra al cuarto que por lo que tenía entendido era un cuarto con el que compartiría con otras dos chicas.
—¡Freya!—Grita alguien desde una de las habitaciones. La rubia voltea y se encuentra con los ojos de Noah. Una sonrisa se forma en su rostro.—Pero si somos unas suertudas, también nos toca compartir habitación.—Dice mientras se frena delante de su amiga.
—Este año no puede ser más emocionante.—Comenta Freya. Su mirada viaja detrás de su amiga para encontrarse con Rafaela, la madre de Noah.—Rafaela.—saluda con un tono serio. La mujer solo la mira fijamente y hace un asentimiento de cabeza. Freya podía entender perfectamente la actitud de la mujer, pues era la mujer de William y al igual de él estaba en contra de la relación de Nick y ella.
Freya entra a la que era su habitación. Era bastante amplia con una cama enorme para ella sola. Deja la caja sobre su cama y sale de la habitación para volver a ver a Noah quién seguía explorando la zona de la sala. La rubia puede notar a otra chica en la habitación por lo que la lleva a pensar que será la tercera integrante.
—Me llamo Noah.—Se presenta la chica Morgan con la nueva compañera. La chica extraña deja ver su cabello corto de color rojizo. Sonríe levemente.
—Me llamo Briar.—Contesta con tranquilidad. Sus ojos viajan hasta la rubia que estaba explorando el lugar.—¿Es tu hermana mayor?—preguntó señalando a Freya. Noah voltea y sonríe para después negar lentamente.
—Es mi mejor amiga, ella también va a vivir aquí con nosotros. Se llama Freya.—Responde con una sonrisa cálida. Briar hace un leve asentimiento.
Freya se va de la habitación. Planeaba seguir buscando algunos muebles para decorar su nueva casa que compartiría con el amor de su vida. Justo cuando caminaba choca bruscamente con alguien. La rubia se toca el hombro algo adolorida, pues parecía como si se hubiera chocado con una pared.
—Lo lamento muchísimo fue mi culpa.—Habla una voz grave. Freya gira lentamente y se encuentra con un hombre alto, de cabellos claros y ojos verdes.
—Tranquilo, no me fije por donde andaba.—Dice con una sonrisa amigable. Ambos se quedan mirando en silencio. Freya carraspea la garganta y extiende su brazo.—Freya Williams.—se presenta con una voz amable. El hombre estira su mano y la estrecha con la de la rubia.
—Artemis Hidalgo.—Habla con una sonrisa cálida. Freya arruga las cejas lentamente como si conociera el apellido.
—¿Eres hijo de Juan Hidalgo, no?—preguntó con curiosidad. Artemis hace un asentimiento algo sorprendido al ver que la rubia conocía a su padre.—Bueno es que mi padre es Erik Williams y uno de sus amigos de negocios era Juan Hidalgo. No esperaba encontrarme a otro Hidalgo por aquí.—comenta con sorpresa. Artemis sonríe un poco más relajado.
—Vine a comenzar otra carrera. Quiero comenzar a estudiar Derecho.—Dijo mientras mete sus manos en sus bolsillos mirando a la rubia atentamente. Freya abre la boca con sorpresa como si no pudiera creerlo.—¿Qué?—preguntó ladeando la cabeza con curiosidad.
—También voy a estudiar Derecho.—Responde mientras sonríe algo divertida por la situación. Artemis abre la boca con sorpresa y deja escapar una risa de diversión.
—Supongo que la historia de un Williams y un Hidalgo se volverá a repetir.—asegura mirando fijamente a la rubia. Freya hace un asentimiento con una sonrisa.
—Lo mismo digo...—susurra sin despegar sus ojo del rubio. Ambos solo se miran por cierto tiempo.—Bueno, tengo que irme a hacer unas cosas. Un placer conocerte, Artemis.—Añade con una voz suave. Artemis hace un asentimiento con suavidad.
—El placer es mío, Freya.—Concluye. Freya se aleja unos pasos y después se gira para continuar con su camino hacia su nueva casa.
Freya se preguntaba si sería bueno tener al hijo de uno de los mejores hombres de negocios de su padre. Tenía miedo de que tal vez esto fuera un plan de su padre para manipularla o vigilarla.
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Freya estaba en la casa. Había terminado de acomodar una parte de la sala. El diseño que había escogido era acogedor y elegante, tal a como ambos estaban acostumbrados a ver en sus antiguas casas. Su teléfono comienza a vibrar y al ver la pantalla era una videollamada de su hombre.
—Hola.—Saluda Freya con una sonrisa. Nick sonríe al ver la cara que tanto le encantaba ver.
—Hola. Necesitaba verte la cara.—asegura sin despegar sus ojos del móvil. Freya alza una ceja y Nick entiende rápidamente.—Mi padre me ha comentado que tendré que compartir el despacho con otra becaria.—se peina la ceja algo irritado.
—¿Y es guapa?—preguntó la rubia con curiosidad. Nick hace una mueca.
—Bueno..le apestan lo pies.—contesta. Freya suelta una risita divertida.
—¿Nos veremos luego? ya terminé de decorar la sala. Me quedo hermosa.—comenta con una sonrisa egocéntrica. Nick niega lentamente.
—Tengo...tengo mucho trabajo la verdad. Espera que lo pongo en llamada.—dice. Nick cambia el modo a llamada. Freya se lleva el celular a la oreja.
—Te echo de menos..—susurra con una voz tierna.
—Yo también...—contesta el al otro lado. Freya sonríe.
—Te amo.—Suelta. Era la frase más especial para ella y la más sincera.
—Yo más.—Responde el castaño y cuelga. Freya arruga las cejas confundida.
—¿porqué no me dijo "yo te amo más"?—se preguntó en voz alta confundida ante el comportamiento de su novio. —Siempre me lo dice, ¿será que se le olvido?—cuestionó cruzándose de brazos.
Algo que parecía tan insignificante para muchos para Freya era muy importante. Y tal vez esto le crea muchas dudas por las cuales estará pensando por horas y horas. El timbre suena sacando a Freya de sus pensamientos. La rubia abre la puerta y se encuentra con Noah.
—¿Vamos al piso? tengo ropa que llevar.—Dice con una sonrisa. Freya hace un asentimiento y sale para después cerrar la puerta tras ella.—¿No estás emocionada por este año?—pregunta mientras entra al auto. Freya entra igualmente.
—Pues si que lo estoy. Este año parece ser el mejor de los años. Todo ha estado saliendo de maravilla.— Asegura con una sonrisa satisfecha.—Y creo que ambas pensamos lo mismo porque el anterior año... no fue el mejor para las dos.—añade con una voz más triste. El año pasado las dos habían tenido perdidas importantes en sus vidas. Para Noah su padre y para Freya su hermano.
Los ojos de Noah viajan al antebrazo de la rubia. Un tatuaje minimalista de una serpiente comiéndose su propia cola.
—¿Por qué el tatuaje?—pregunta con curiosidad. Freya ve el tatuaje en su antebrazo y sonríe vagamente.
—Tengo una familia para nada normal.—Responde mirando a Noah.—Y recuerdo un día donde noté que mi padre tenía una serpiente dibujada por uno de sus brazos. Cuando le pregunté me dijo que era algo que decidió cuando era joven y estaba ebrio, pero nunca se lo quito porque le recordaba lo estúpido que podría llegar a ser. Tiempo después vi lo mismo en Marcus, pero lo tenía en el abdomen y cuando le pregunté dijo... nuevamente la verdad.—informa con un tono pensativo recordando las palabras de su hermano.
—¿Y cuál es la verdad?—cuestionó su mejor amiga. Freya muerde su labio algo nerviosa.
—Cada Williams se dibuja una serpiente que come su propia cola por que refleja lo que realmente son. Somos serpientes con un veneno letal y lo malo es que nunca sabemos cuando parar. Solitarias a tal punto que podemos atacar a nuestra propia familia por beneficio propio y tan toxicas que llegaremos al punto de comernos a nosotros mismos simplemente por el mero placer.—Concluye con una voz fría.
El silencio en el auto fue de inmediato. Noah no se imagino que aquella familia tuviera tal punto tan critico y oscuro pasado. Nunca se imagino que Freya llegará a tener esa clase de perspectivas, pues ella demostraba ser todo lo contrario a una serpiente. Nada toxica o venenosa, era dulce y amigable, sonriente a tal punto que siempre la veías tan feliz era imposible imaginarla llorando. Lo que si era cierto era el hecho de que cuando tuvo que matar a su propio hermano, ese día se notó como algo se quebró dentro de ella y era lógico que nada lo podía volver a reparar.
Noah estaciona el auto, toma su maleta y sale del auto. Ambas caminaban por el pasillo con tranquilidad pero justo cuando llegan a la entrada notan que hay una fiesta en su apartamento.
—Freya...—susurra Noah pero era tarde. Freya ya estaba bastante cabreada.
—¡Largo todos de mi piso!—Grito Freya lo suficientemente fuerte para que todos la miraran sorprendidos.—¡¿Acaso son sordos?!—su rostro estaba furioso. Se acerca a uno de los equipo de sonidos y lo desconecta con rapidez.—¡Largo!—concluye. Todos comienzan a salir del apartamento con rapidez asustados por el rostro furioso de la rubia.
—¿Pero por que se van...—Briar se callada al instante al ver a Noah y el rostro de Freya totalmente enojado.
—No entiendo con que modales fue que te educaron o qué clase de mente tengas. Pero te lo voy a dejar lo suficientemente claro, Briar.—Freya camina hacia la pelirroja. La chica solo la mira atentamente, aunque por dentro sentía algo de miedo.—Estás compartiendo un piso con otras dos chicas y cuando haces una fiesta de tal magnitud avisas para pedir permiso. No hacen lo que te venga en gana con el lugar.—
—Pero no tenía vuestro números para contactarlas y—
—Y si no los tenías pues simplemente no haces la maldita fiesta. Es simple, Briar.—Le interrumpe Freya con una voz fría.
—No entiendo cual es el drama, la verdad.— Dice Briar mientras se cruza de brazos. Freya se pasa una mano por el cabello algo irritada ante la actitud de la pelirroja.
—Debe ser porque no pagaste esto por tu cuenta, sino que tu mami te lo pago entonces como no es tu maldito dinero te vale mierda.—soltó con desdén la rubia. La pelirroja muerde su labio algo enojada.—Será mejor que mañana esto este totalmente limpio en la mañana y no encuentre ni un solo vaso de plástico. Porque si lo llego a encontrar...—mira fijamente a la chica.—Te aseguro que tendrás que buscar otro lugar para hospedarte durante este año de Universidad.—Concluye y al pasar a su lado choca el hombro Briar.
Noah solo sonríe divertida al ver que Freya a puesto en su lugar a Briar. La pelirroja toma la maleta de Noah y se la ayuda a llevar. Freya entra a la habitación de Noah y encuentra a una pareja besuqueándose en la cama de su mejor amiga.
—Hostia, que asco..—susurro la rubia. La pareja se separa y mira a las chicas algo apenados. Freya se acerca a uno de los armarios donde habían sabanas limpias y se las tira encima a la pareja.—Comiencen por cambiar las sabanas de la cama.—
—Pero no es nuestra cama— Dice el chico. Freya sonríe divertida.
—¿Entonces porque carajos ibas a follar encima de ella?—preguntó con una sonrisa falsa que casi se veía macabra. —Anda, comiencen.—termina con una mirada fría. La pareja algo enojados comienzan a cambiar las sábanas sucias por las limpias.
—¿Sabías que te amo mucho?—susurro Noah en el oído de su mejor amiga. Freya hace un asentimiento y Noah le da un beso en la mejilla que hace que la rubia cierre los ojos algo conmovida por el gesto.
—Perdón...—susurra una voz detrás de las tres. Al girarse Freya se encuentra con Artemis y otro chico más bajo que él.—Estamos buscando nuestras chaquetas.—añade mirando a la rubia fijamente. Freya toma las dos chaquetas que estaban aún lado de la cama y se las lanza con brusquedad al rubio. Artemis tensa la mandíbula.—Para la próxima me las entregas en la mano para que se vean los modales.—comenta con una voz fría.
—Pues para la próxima no dejes la chaqueta para que yo no te tenga que enseñar los modales con los que crecí.—corrige ella con la misma voz fría. Artemis la mira enojado. Se da la vuelta y se va de la habitación. El otro chico se queda mirando a Noah.
—¿Te encuentras bien?—preguntó mirando a la mejor amiga de la rubia. Briar al notar la mirada de desaprobación que Freya le estaba lanzando al pobre chico decide intervenir.
—Estudia Psicología y está haciendo las practicas como orientador en nuestra facultad. Se llama Michael.—Lo presenta con una voz tranquila. —Ella es Noah...y ella se llama Freya.—añade con una voz algo tensa al ver la mirada de la rubia.
—Encantado de conocerlas.—Dijo con una sonrisa. Noah hace un asentimiento.—Bye.—Se despide y se va casi que corriendo de la habitación.
—¿Me puedes decir tú como es que le hablas así a ese rubio tan apuesto?—preguntó Noah algo confundida e indignada ante el comportamiento de Freya. La rubia alza los hombros con desinterés.—Anda ya, que tengas novio no significa que vas a tratar al resto de los chicos como un mierda.—regaña sin despegar sus ojos de su mejor amiga.
—Se llama Artemis Hidalgo y es el hijo de Juan Hidalgo uno de los amigos más cercanos a mi padre. No sé exactamente si puede ser un espía que me ha mandado papá o simplemente se va volver un compañero más—
—Pues compañero no creo, porque lo has tratado de una manera...—susurra Briar. Freya se muerde el labio algo frustrada.
—En fin, no es mi deber andar sonriendo a todos. Tengo novio y al único al que tengo el deber de sonreír es a él, el resto se pueden estar muriendo al lado mío y yo voy a estar tranquila.—Concluye ella mirando a Noah.—Si quieres te lo puedes quedar, hacen bonita pareja.—añade y la menor simplemente sonríe divertida.
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Estaban en el parque Nick y Freya jugando junto con Maddie. La niña se había puesto emocionada al volver a ver a su hermana mayor otra vez durante tanto tiempo. Freya como más que nadie extrañaba a Maddie de tal manera que era casi asfixiante cuando la volvía a tener cerca.
—Freya, ¿Cuando nos vamos a volver a ver?—preguntó la mini rubia mientras sujetaba la mano de la rubia mayor. Freya la mira fijamente.—Es que te he extrañado mucho.—añade con un tono triste para después abrazarla. Freya con su fuerza la levanta y la carga.
—Yo también te he extrañado mucho, angelito.—asegura Freya mirando fijamente a su hermana menor.—Pero somos hermanas, así que cuando quieras verme solo dile a tu papi o a tu mami que me quieres ver. Y yo voy a estar ahí, siempre.—susurra y después le da un beso en la frente a Maddie. La mini rubia sonríe.
El carro para llevarse nuevamente a Maddie freno delante de los chicos. Se abre la puerta y sale un perro casi que enorme corriendo hacia las rubias.
—Mira Freya, ese es copito el que me compraste hace un año.—Lo señala Maddie con una sonrisa. Freya sonríe al recordar al tierno cachorro de hace un año y ahora verlo tan gigante.
—Anda, pero si que ha crecido..—susurra bajando a la pequeña nuevamente al suelo. Se agacha y comienza a acariciar al perro.—Que hermoso que eres, copito..—sonríe. Nick se agacha al lado de Freya.
—Nunca me lo pagaste.—Susurro el castaño. La rubia lo voltea a mirar.
—Y así será.—contesta. Freya se acerca Maddie y le da un abrazo fuerte.—Nos vemos luego, angelito.—Le dice al oído. Maddie hace un asentimiento y después se acerca a Nick para abrazarlo con fuerza.
—Hasta luego, mi amor.—Se despide Nick. Maddie corre nuevamente al auto. Una de la puertas se abre y deja ver a la mamá del castaño. La mirada de ambos cambia radicalmente a una de amor por una de odio.
—Hola, hijo.—Saluda la mujer. Nick toma la mano de Freya para irse antes de que ella se logre acercar.—Necesito hablar contigo.—comenta persiguiendo a ambos.
—No te atrevas a utilizar a Maddie para acercarte a mi.—Niega el chico Leister mientras continua caminando evitando a su madre.
—No contestan mis llamadas, no me dejan otra opción.—Informa con una voz fría.—Hay muchas cosas de las cuales hablar, escúchame por favor.—suplica algo frustrada ante la actitud de ambos.—Freya, tu eres la única cuerda. Haz que me escuche.—Mira fijamente a a la rubia. Freya se da la vuelta para mirarla a los ojos.
—No se trata de mi, Anabel. El problema es tuyo.—Soltó. La pareja entra al auto y se van dejando a la castaña frustrada por el momento vergonzoso que ha pasado.
Las cosas eran bastante tensas en esa familia. Pero algo le daba la incertidumbre a Freya, pues el hecho de que Anabel se encontrará acá significaba que tal vez su padre también hubiera vuelto de Ecuador y que trataría de buscarla. Llegan a la casa y Nick solo se sienta en el sofá. Sus piernas se mueven algo ansiosas y sus ojos se llenan de lagrimas. Freya se sienta a su lado acariciando su pierna con suavidad.
—Hacia años que no la veía..—susurra con la voz algo apagada.—¿Cómo puede una madre desaparecer así?—cuestionó con la mirada fija en un solo punto. Freya se muerde el labio algo nerviosa.
—A lo mejor hay algo que no sabemos..—responde ella mirando a Nick. El castaño niega lentamente como si eso no le convenciera del todo.
—¿Tan fácil es olvidar algo que has querido?—pregunta en voz alta pensativo. Freya no puede evitar sentir como se le arruga el corazón al ver a su novio preguntarse esa clase de cosas. La rubia toma el mentón del castaño para que la mire fijamente.
—No, no es fácil.—Negó.—Y nunca creas que eres alguien fácil de olvidar, Nick Leister. Tu madre simplemente es una mujer que busca cuando se siente sola. Pero quiero que estés seguro que para los que te amamos verdaderamente nunca te vamos a olvidar.— Concluye sin despegar sus ojos de él.
Perspectiva de Nick
Los ojos de Freya me transmitían tanta paz que es casi al instante que olvido realmente el motivo del porque estamos aquí. Mis ojos bajan hacia sus labios que se ven tan tentadores en este momento. Mi mano viaja hasta su mejilla sintiendo su piel contra la palma de mi mano. La suavidad de su piel como si fuera de porcelana. Joder. Que mujer tan perfecta tengo delante de mi. Mi dedo pulgar roza con lentitud su labio inferior.
—¿No te he dicho que eres hermosa?—Dije con una voz casi que grave. Ella solo se limita a sonreír. Carajo. Esa sonrisa, esa maldita sonrisa es la que provocan que en momento así no pueda resistirme a pensar en esto.
Mi mano baja a su cuello y la acerco estampando mis labios contra los suyos. Ese sabor dulce que desprende es casi como un veneno del que soy completamente adicto. El beso era lento pero no duró mucho para que se transformará en algo más. Algo que claramente yo deseaba que sucediera. Después de unos minutos nos distanciamos y podía notar ese brillo travieso en sus ojos, ese brillo que amaba ver. Con sus manos comienza a deshacerse de mi chaqueta dejando mi abdomen desnudo delante de ella. Freya solo alza los brazos y mis manos se van a la parte de su camiseta para subirla y dejar simplemente el sostén negro de encaje que me vuelve loco cada vez que lo veo.
—¿Acaso es que adivinas o siempre lo utilizas por que sabes que va llegar el momento?—cuestione con diversión mientras mi mano baja lentamente al cierre de su pantalón. Ella solo hace una mueca pensativa.
—No te voy a decir.—Susurro. Sus pantalones caen al suelo. Mis ojos contemplan el cuerpo espectacular que maneja esa mujer. Una figura como la de una Diosa, mi Diosa. Sus manos bajan hasta el cierre de mi pantalón y siento un escalofrío recorrer mi cuerpo al sentir sus manos peligrosas en aquella zona. Mis pantalones caen al suelo quedando solamente en ropa interior.—Parece que tu también vienes preparado...—dice cerca de mi oído.
—Me pones duro hasta con una mirada.—dije. Una risa por lo bajo escapa de sus labios. Mis brazos rodean su cintura acercándola más a mi, sintiendo el calor de su cuerpo y la sensación de su piel contra la mía.—Me vuelves loco, Freya...—susurre en su oído. Mis labios comienzan a dejar besos por su cuello, puedo sentir sus dedos enredarse en mi cabello como si no quisiera que saliera de ahí.
—Nick, tu también me vuelves loca...—Dice con una voz agitada. Sonrío levemente contra su cuello y continuo. Mis labios bajan por ese cuello y me atrevo a dejar un leve chupetón marcando mi territorio. Porque todos deben saber que este cuerpo solamente lo toco yo y solo lo veo yo.
Vuelvo a llevar mis labios contra los suyos sumergiéndome en el deseo y el placer que solo ella sabe producir en mi. La tomo en mis brazos y siento como sus piernas se enrollan alrededor de mi cintura. Mientras la sigo besando camino hacia la habitación. Al momento de llegar a la habitación la tumbo con delicadeza sobre la cama. Pongo mis manos cada una al lado de su cabeza. Mis labios continúan el camino de su boca hacia su cuello, bajando por la mitad de sus pechos y después hacia su ombligo para llegar al punto que más deseo su vientre. O técnicamente a más abajo de su vientre.
Con mis manos deslizo suavemente hacia abajo el borde de sus bragas dejando al descubierto su intimidad o bueno intimidad para muchos, el placer mío. Mi lengua comienza acariciar suavemente esa zona con suavidad pero algo de fuerza.
—Nick...—gime y eso me hace saber que estoy haciendo exactamente lo correcto. Mis manos acarician sus muslos mientras sigo con mi trabajo aquí abajo. Ese sabor exquisito esta en mi lengua y en mi boca. Mi lengua aumenta la velocidad y puedo sentir como sus gemidos aumentan provocándome la locura. —Mmm..—gime nuevamente con más fuerza enredando sus dedos en mis cabellos presionando mi cara contra su entrepierna.
Después de unos minutos en mi trabajo puedo sentir como a llegado a el orgasmo. Sus piernas tiemblan con suavidad y yo solo sonrío satisfecho con mi trabajo. Vuelvo a besar sus labios con pasión. En un movimiento rápido Freya es la que esta sobre mi, tomando el control tal y como le encanta.
—Te necesito...—dice con un tono agitado. Sus manos acarician mi abdomen enviando descargas eléctricas por todo mi cuerpo. ¡Joder! muerdo mi labio intentando ocultar el gemido que estaba por escaparse. Puedo sentir como se mueve sobre mi provocando que mi polla se friccione contra su entrepierna.—Te quiero dentro de mi...—muerde su labio. El gesto más sexy que puede existir. Con sus manos atrapa mi polla y la lleva lentamente a su entrada.
Bendita sea esta mujer que me hace perder el control como ninguna otra en este maldito mundo. Ya estoy dentro y se siente jodidamente bien. Su calor atrapando mi miembro es algo que llevaba esperando hace cuatro días exactos. Freya comienza a moverse y yo solo pongo mis manos en su cintura guiando los movimientos, aunque no es necesario ella los sabe hacer perfectamente bien.
—Joder, mujer...—gemí levemente. Las sensaciones que recorrían mi cuerpo podría decirlas casi que inhumanas. Provocadas por la Diosa del placer que se llama Freya. Tomo su cintura con fuerza y comienzo a embestirla con más fuerza.
—¡Oh, Nick!—soltó con la voz agitada. El ritmo aumentaba y ella sabía seguirlo a la perfección. Mientras más continuábamos los gemidos aumentaban haciendo eco en la habitación. El orgasmo, la sensación de que toda esa presión acumulaba estaba siendo expulsada era liberador. Salgo de dentro de Freya y ella solo se acuesta sobre mi apoyando su cabeza contra mi pecho.
—Te amo...—susurre mirándola fijamente. Decir "te amo" es poco a lo que siento comparado con ella. Es la mujer que me transmite más paz en todo este caótico mundo, sus ojos son los únicos que me hacen querer salir corriendo y no correr. Freya es esa clase de mujer que cualquier hombre merece tener en su vida, pero que con mucha suerte solo yo puedo tener.
—Yo también te amo.—Responde ella para después dejar un suave beso en mis labios.—Iré a tomarme la pastilla luego vuelvo.—Avisa con una sonrisa. Yo solo hago un asentimiento. Se levanta de la cama dándome la espalda y creo que al ver ese perfecto culo me dan ganas de más. —¡Nicolás Leister!—Grita y yo abro los ojo saliendo de aquel transe de lujuria.
Ella me acaba de llamar por el nombre, por mi nombre. Eso es algo para preocuparme realmente. Me siento en la cama y me cruzo de brazos. En el momento en que Freya entra con esa cara de enojo siento que después del cielo viene el infierno.
—¿Cuantas veces te he dicho que no me gustan los chupetones? No soy una vaca, Nicolas.—Regaña cruzándose de brazos. Yo solo suelto una risita divertido.—¿Se te hace muy divertido?—preguntó alzando una ceja. Yo hago un asentimiento mirándola fijamente. Freya se da la vuelta y desaparece por unos segundos. Cuando vuelve tiene un marcador permanente en la mano. Comienzo a negar rápidamente.
—No, no, lejos con eso.—Hablo con una voz firme. Freya se sienta a mi lado.
—Te vas a quedar quietecito..—susurro en mi oído y por un momento pensé en bajar la guardia pero vuelvo a ver el marcador y el miedo vuelve a mi mente. Toma mi brazo con fuerza para que no me mueva. Siento el marcador por mi antebrazo casi por la muñeca. Un trazo suave y preciso. Al mirar que es lo que ha escrito era un..—Eres mío.—Sonríe con malicia.
—Pues si que soy tuyo pero no había necesidad de escribirlo.—
—Lo mismo digo del chupetón—
—El chupetón en algo más discreto..—
—Si sigues diciendo algo más para defender tu chupetón te voy a rayar la frente con mi nombre.—Amenaza ella y yo cierro la boca de golpe. Por más amor que le tenga a mi mujer si me gustaría reservar mi frente sin su nombre.
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Nota💌: ¡Holaa! Espero que se encuentren súper bien. Aquí el segundo capítulo de nuestra pareja favorita. La verdad que fue un verdadero reto escribir esta escena picante porque no es algo que yo acostumbre a hacer, siempre hago escenas muy leves pero esta vez me atreví un poco más. Y se que fue algo inesperado porque apenas y vamos en el cap 2, pero chicos, ya después vienen cosas que son picantes pero no al modo lujurioso.
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¡Los amooo!
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