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Capítulo 1


Aunque la lluvia golpeaba perezosamente la ventana. Kim Taehyung aún podía contemplar el exterior.

Veía cómo la gente se arremolinaba con coloridos paraguas y sombreros sobre la acera. Estaba tan concentrado en localizarlo que estaba escuchando la conversación sólo a medias. Sin embargo, precisamente ese «a medidas» era lo máximo que se requería cuando sus amigos hablaban de aquel tema en particular.

—¿Ves a esa rubia tan guapa? —preguntó Jeon Jungkook— ¿La que acaba de entrar? Lleva puesto un sujetador de esos que levantan el pecho.

—¿De verdad? —preguntó Park Jimin con voz seca— ¿Cómo lo sabes?

—Conozco mi campo —replicó Jungkook con cierto cinismo—, en especial cuando se trata de pechos y traseros. A tu edad, yo habría asegurado que tú también.

—Sí, y a tu edad yo habría asegurado que ya te habías deshecho de las obsesiones adolescentes —replicó Jimin.

Los tres hombres estaban sentados en una mesa de Marco's, un restaurante italiano muy informal que habían descubierto hacía cinco años. Quedaba cercano a los lugares de trabajo de los tres, en el centro de la ciudad. Iban allí a menudo y parecía que cada vez más a medida que pasaban los años. De hecho, se reunían casi todos los días para almorzar y a menudo también cenaban allí.

Ninguno de los tres estaba casado. Jungkook era un soltero empedernido, Jimin era viudo y Taehyung... Taehyung no había encontrado a la persona adecuada. Sus criterios eran muy estrictos, pero, en su opinión, el matrimonio era para siempre. Había visto muy a menudo matrimonios tormentosos, que se sostenían gracias a la ironía, los engaños y el alcohol. También había sido testigo de lo mejor, de uniones que rezumaban amor, confianza y apoyo. No pensaba conformarse con menos de lo que sabía que podía y debía ser.

A causa de lo dispares que eran sus trabajos y su carencia de lazos afectivos con alguien más, sus reuniones en Marco's eran lo más cercano a una rutina doméstica de lo que los tres podían disfrutar.

El restaurante servía como lugar de celebración y también de conmiseración, como cuando la esposa de Jimin murió y él había querido apartarse de todo y no ver a nadie ni hacer nada excepto mimar a su hijita. Como cuando Taehyung había recibido un disparo en la pierna y había estado varias semanas de baja, algo que le provocó un profundo desasosiego.

La vida de Taehyung estaba llena de oscuridad, de amenazas y de cautela, a excepción de cuando estaba en Marco's, con las personas que confiaba. Sus dos amigos. Su familia. Nadie más, al menos no por el momento.

Nadie le había llamado la atención lo suficiente como para que existiera la posibilidad de construir algo más serio. Al menos hasta entonces. Sin embargo, en aquellos momentos, se sentía intrigado.

—Taehyung, dile a este imbécil que los pechos de una mujer no se yerguen con el sol, como si fueran una flor —le dijo Jungkook, riéndose de su propio comentario—. Si están a punto de tocarle la barbilla. Te aseguro que lleva un sujetador de esos que se los levantan.

Taehyung miró a Jimin y sonrió.

—Jungkook es un idiota en lo que se refiere a la decencia, lo que incluye su perturbada fascinación por ciertos atributos. En esto estoy de acuerdo contigo. Debería haberla superado hace ya muchos años.

—Los hombres que saben divertirse nunca superan la fascinación que sienten a los senos y traseros —replicó Jungkook sacudiendo la cabeza como si le diera pena escuchar las palabras de su amigo—. Es que ustedes dos son muy raros.

—Alguien más listo te haría picadillo — le dijo Kim.

—¿"Más listo"? —preguntó Jimin fingiendo confusión— ¿Quieres decir alguien que tenga un coeficiente intelectual mayor que diez? ¿Y por qué iba a salir Jungkook con alguien más inteligente que él?

—Ja, ja —comentó Jeon, con ironía y una sonrisa en los labios—. Lo que les ocurre es que están celosos. Además, las personas tienen cosas mejores que hacer cuando están a mi lado. Y no me refiero al picadillo —añadió. Los tres se echaron a reír—. Entonces, si a dos especimenes raros de hombre no le excitan los pechos ni tampoco los traseros, que en mi opinión ambos deberían ser suaves y naturales y no estar apuntando al cielo, ¿qué es lo que les excita?

—¿No tuvimos esta misma conversación cuando estábamos en el instituto? —preguntó Taehyung.

—Sí, pero sigue resultando interesante.

—Los vientres —respondió Jimin, de repente.

—¿Cómo dices? —quiso saber Jungkook. Por el momento, Taehyung parecía estar satisfecho con sólo escuchar.

—A mí me encanta el vientre —dijo Jimin, sonriendo—. No tan musculado como los tienen hoy en día, sino simplemente el vientre suave y liso de alguien. Natural. Sí, a mí me parece muy sexy.

—Está bien —admitió Jungkook después de considerarlo durante unos instantes—. Tengo que darte la razón. Los vientres también están muy bien, pero no me gustan los piercing en el ombligo.

—A mí tampoco —afirmó Jimin—. Un vientre bonito no necesita decoración alguna.

—¿Y a ti, Tae? —quiso saber Jeon— ¿Qué es lo que te gusta? ¿Las piernas largas? ¿Los traseros de impresión? ¿El qué?

Taehyung le dio otro bocado al bocadillo de beicon, lechuga y tomate que se estaba tomando, casi por hacer algo, no porque tuviera hambre. Pensó en la reacción que tuvo cuando lo vio por primera vez.

¿En qué se había fijado? ¿Qué era lo que le había llamado la atención y le había mantenido interesado hasta el punto de llevarlo prácticamente a la obsesión?

Volvió a mirar por la ventana. Era un triste día de julio, con viento, nuboso y húmedo. Él debía de estar a punto de llegar.

Se había fijado por primera vez en él en su antiguo barrio. Había ido para alquilar el apartamento de la última planta del edificio que aún poseía, el mismo en el que había pasado su infancia. Aquel edificio guardaba recuerdos muy desagradables para él, junto con algunos muy especiales. Seguía conservándolo para recordarse a sí mismo que las cosas habían cambiado, que él había cambiado, pero que no por ello dejaba de ser un producto de aquellos años de la infancia.

Evidentemente, él vivía de alquiler en el edificio de al lado, porque había bajado por la acera y se había dirigido a la oficina de correos con sus cartas en la mano. Aquello preocupó a Taehyung, porque nadie podía andar con tranquilidad sin protección alguna en aquel barrio.

Decir que era peligroso sería un eufemismo. Sin embargo, él había estado paseando, sin ninguna preocupación. Taehyung no había dudado en seguirlo para asegurarse de que no le ocurría nada, disfrutando la vista que él le iba dando mientras caminaba por la acera con seguridad y casi con engreimiento.

Aquel día hacía un sol de justicia, que se reflejaba sobre su negra cabellera. El pelo le llegaba hasta la nuca y tenía un aspecto tan sedoso que parecía flotar con cada uno de sus movimientos. Unos ojos café claros miraban a todo y a todos, incluso a Taehyung, como si todo lo que veía fuera una gran distracción para él.

Él se había quedado asombrado por su alto y juncal cuerpo, por sus larguísimas y esbeltas piernas y por sus anchos hombros. Lo más extraño de todo fue que, cuando regresó de la oficina de correos y pasó al lado de Taehyung, él ni siquiera se fijó en su trasero. Toda su atención se centraba en el rostro de aquel hombre, en su fuerte mandíbula, en su nariz recta y en el color de sus ojos.

Taehyung se preguntó durante un instante qué pensaría Jungkook de que lo hubiera pasado por alto. Quería conocerlo, quería tener relaciones sexuales hasta que perdiera el conocimiento de puro agotamiento, pero no por eso pensaba hablar de él con Jungkook ni con Jimin. Por eso, simplemente se encogió de hombros.

—Para mí es la combinación de una serie de cosas. Además, es diferente con cada persona.

Antes de que Jimin o Jungkook pudieran hacer comentario alguno a su respuesta, lo vio. Sin darse cuenta, dejó el bocadillo sobre el plato y se giró para verlo mejor a través de la ventana. A pesar de la lluvia, del cielo gris, lo había estado esperando.

Un poco de humedad no iba a obligarlo a quedarse en casa. A él no. Salía a correr todos los días más o menos a la misma hora, por el mismo lugar o, al menos, eso era lo que llevaba haciendo dos semanas. Parecía cosa del destino que lo hubiera visto por primera vez en la zona en la que tenía su finca y luego allí, donde solía reunirse con sus amigos.

Jimin, como era bastante razonable, no se había quejado cuando Taehyung había insistido en sentarse al lado de la venta. Por el contrario, Jungkook, entre risas y bromas, le había pedido que admitiera qué era lo que quería ver. Taehyung se había negado, pero ya no importaba. En el momento en el que él miró a través de la ventana, Jungkook se percató de lo que ocurría.

—¡Ajá! Ahí está, Jimin. Creo que vamos a ver pasar a la persona misteriosa en cualquier momento.

Rápidamente los dos amigos se giraron también y se pusieron a mirar por la ventana. La acera estaba llena de gente, que iba y venía de un lado a otro. Y allí estaba él, sorteando el tráfico humano mientras corría, con la cabeza descubierta y ropas que eran mucho más adecuadas para un día soleado. Lo más extraño fue que pasó justo delante de los tres amigos, con el cabello saltando de un lado a otro y agua goteándole de la nariz, pero ni Jungkook ni Jimin se fijaron en él. Sin embargo, Taehyung sí lo vio. A pesar de estar mojado y cansado, lo deseaba.

Sintió que los músculos se le tensaban, que la sangre se le calentaba y la piel se despertaba con un hormigueo. Si sólo verlo correr le provocaba aquellas sensaciones, ¿qué experimentaría si pudiera besarlo, acariciarlo, deslizarse dentro de su cuerpo y escuchar los gemidos de placer que le provocaba el orgasmo?

Inmediatamente sintió una erección y musitó una maldición. Aquello era una locura, pero no podía evitarlo. Para ocultar su reacción, se inclinó sobre la mesa. Como él ya había pasado, pudo volverse hacia Jimin y a Jungkook, que seguían examinando la acera para encontrar a la persona elegida por su amigo.

Aventuró una última mirada y observó lo firme que tenía el trasero bajo aquellos pantalones de ciclista tan ajustados. Sus grandes manos lo cubrirían por completo y podría mantenerlo inmóvil cuando se hundiera en él una y otra vez...

Jungkook interrumpió aquella interesante imaginería.

—¿Y bien? ¿Qué estamos buscando?

—Ahora nada —respondió Taehyung, antes de tomar un sorbo de café.

Sabía que tenía que controlarse y que tenía que conseguirlo. Tal vez después de que le hubiera hecho todo lo que deseaba durante no menos de diez días podría olvidarlo.

Con un gesto cómico en el rostro, Jungkook se estiró por delante de Jimin y estuvo a punto de tirarle el plato al suelo. Entonces, apretó la nariz contra el cristal de la ventana. Miró una y otra vez y al final dijo:

—¡Maldita sea! ¡No hay nadie que merezca la pena admirar!

Taehyung y Jimin compartieron una mirada. Entonces, el segundo se encogió de hombros.

—Si sólo estás buscando pechos, puede ser. Tal vez Taehyung estaba buscando otra cosa...

—Ni hablar —replicó Jungkook frunciendo el ceño—. A pesar de lo que él pueda decir, los dos lo hemos visto solo con mujeres.

Taehyung estuvo a punto de escupir el café sobre la mesa. Jimin se echó a reír, lo que provocó que varias de las mujeres que había en el restaurante miraran en su dirección.

—Estás haciendo que te miren otra vez, Jungkook —comentó Taehyung sacudiendo la cabeza.

—¿Yo? Si yo no soy el que se está riendo como un idiota.

—No tienes que reírte —le dijo Jimin—, para ser un idiota. Lo que quería decir —añadió, como si estuviera hablando con un retrasado mental—, es que tal vez Taehyung no estuviera buscando una mujer con los pechos muy grandes. Tal vez porque sea eso lo que, según tú, es lo más importante de una mujer, no significa que el resto de nosotros estemos de acuerdo. Lo mismo con los traseros.

—¿Es eso cierto? —le preguntó Jungkook a Taehyung.

—¿Que tienes unas ideas muy extrañas sobre el atractivo? Sí —respondió él.

—Lo que quería decir es si... si esa mujer anda algo carente de la parte de arriba —dijo Jungkook, bastante contenido.

—Por lo que sé —replicó Taehyung, que se sentía algo enojado aunque no sabía por qué—, no carece de nada.

Aquello solo sorprendió a Jungkook aún más. Taehyung volvió a mirar por la ventana, no pensaba aclarar el error de su amigo respecto al genero.

Para su sorpresa, vio que él daba la vuelta a la esquina, que cruzaba la calle y se dirigía de nuevo en su dirección. Cuando estuvo enfrente del restaurante, aminoró la velocidad y terminó por detenerse. Apoyó las manos en las rodillas mientras respiraba profundamente, sin percatarse de la lluvia ni de la ávida atención con la que Taehyung lo observaba.

Cuando se irguió, estiró los brazos. La camiseta se le levantó, mostrando un vientre que, sin duda, a Jimin le hubiera encantado. Cautivado, Taehyung no dejó de mirarlo mientras el calor iba adueñándose lentamente de él. El joven entró en la joyería que había justamente enfrente del restaurante, lo que hizo que Taehyung se decidiera.

Apartó a un lado su plato y se puso de pie. Había considerado tantas veces en las últimas semanas hablar con él, iniciar una conversación, presentarse. No quería presionarlo, pero había soñado con él dos veces, así que sabía que la fascinación que sentía por ese chico no iba a desaparecer.

Aquel momento parecía tan bueno como cualquier otro para dar el primer paso.

—Regresaré enseguida.

Jungkook y Jimin se lo quedaron mirando muy fijamente. Taehyung era consciente de que la urgencia le vibraba en la sangre. Había sido así desde el primer momento que en lo vio y en todas las ocasiones en las que había vuelto a verlo. No sabía qué era lo que le atraía tanto de él. Sólo sabía que lo deseaba. Y mucho.

Mientras esquivaba los coches y los charcos de la calle se preguntó, por centésima vez, si llevaría un tiempo viviendo en aquella zona o si acabaría de mudarse la primera vez que lo vio.

Llevaba dos meses trabajando mucho, realizando jornadas de diecisiete horas, por lo que era probable que llevara allí más de dos semanas. Cabía la posibilidad de que le asignaran otra misión en cualquier momento, por lo que tenía que aprovechar la oportunidad que se le ofrecía.

Esperaba que estuviera soltero. Siempre que lo había visto se había fijado en él muy bien y no había visto anillo alguno en los dedos. Sin embargo, sabía que muchas personas no los llevaban, especialmente cuando salían a hacer deporte. Además, tampoco lo había visto nunca con nadie en aquellas dos semanas, pero aquello también podía ser una casualidad.

Se subió el cuello del impermeable y cruzó rápidamente la acera, tratando de mantenerse tan seco como pudo. No tenía que mirar hacia el restaurante para saber que tanto Jungkook como Jimin lo estarían espiando. No era propio de él perseguir a alguien.

Justo cuando entraba por la puerta de la joyería, los truenos comenzaron a rugir en el cielo. El aire acondicionado de la tienda hizo que se le quedara muy fría la piel. Se echó el cabello hacia atrás y miró a su alrededor.

Había vitrinas por todas partes, pero al final lo vio, en el rincón más apartado de la tienda. Vestido con aquella ropa, desentonaba mucho con el ambiente elegante de la joyería. Sin embargo, también estaba tan sexy, con la piel húmeda por la lluvia, las mejillas sonrojadas por el esfuerzo y el cabello húmedo escapándosele por la frente y en su nuca...

«Maldita sea», pensó, enojado consigo mismo.

No era tan guapo. De hecho, era un hombre bastante corriente. No era una chica con maquillaje, pero sus pestañas y sus cejas eran tan oscuras como su cabello. Tenía las uñas cortas y limpias y un buen cuerpo, fuerte y esbelto, pero que no resultaba verdaderamente provocativo ni sexy. No era el tipo de cuerpo que le hacía sudar sólo con verlo.

Recordó que el chico nunca había prestado mucha atención a los hombres. De repente, un terrible pensamiento se adueñó de él. Tal vez ni siquiera le gustaban los hombres. Aquello sería un duro golpe, sobre todo cuando sentía que debía poseerlo con tanta necesidad como el dormir o comer.

Él no parecía estar interesado en ninguna joya en particular. Observaba una vitrina, sacudía la cabeza e iba a mirar la siguiente. Durante un momento, Taehyung se sintió satisfecho sólo con observarlo. Se metió las manos en los bolsillos, pero se las sacó enseguida cuando se dio cuenta de que aquella postura podría dejar al descubierto la pistola que llevaba a la espalda, guardada en una funda.

Como estaba fuera de servicio, no necesitaba la pistola, pero la llevaba siempre. Su tapadera no habría resultado creíble sin él. Traficantes de drogas, prostitutas, jugadores... Todos esperaban que un hombre como Taehyung estuviera armado. Si no lo estaba, se le consideraba un idiota, o algo mucho peor.

Normalmente, cuando la situación no requería un arma, conseguía meterse su Smith&Westson de nueve milímetros en una funda tobillera. Sin embargo, había veces en las que tenía que ir sin pistola, lo que le hacía sentirse desnudo. Aquellas eran las veces en las que se sentía más nervioso, cuando la adrenalina prácticamente lo cegaba.

Después, siempre deseaba alguien, un modo de soltar toda aquella energía contenida. En aquellos momentos, también deseaba a alguien. Lo deseaba a él.

Se acercó un poco más, sin dejar de observarlo. Se sorprendió mucho de que él no sintiera la atención que le estaba prestando, pero él no era policía y Taehyung había notado desde el primer día la poca atención que prestaba a lo que lo rodeaba. Le sorprendía que la gente pudiera sobrevivir con tan poca cautela.

De repente, la puerta tintineó a sus espaldas. Entraron dos hombres, vestidos más o menos como Taehyung, con vaqueros y camisetas. Uno de ellos llevaba una gorra de béisbol. Parecían tener unos treinta años.

Como policía que era, Taehyung automáticamente examinó todo y a todo el mundo. Había notado que en la tienda había dos vendedoras y una pareja de cierta edad que estaba mirando anillos para un aniversario. Tal vez precisamente porque era policía, detectó inmediatamente el cambio que se produjo en el ambiente. Se había producido con la entrada de aquellos dos hombres.

Tenía un sexto sentido en el que confiaba plenamente y no le gustaba lo que éste le estaba sugiriendo.

El hombre levantó la cabeza brevemente y miró a los otros dos que acababan de entrar. A continuación, miró a Taehyung. Sus miradas se cruzaron durante un instante, un momento que hizo que el cuerpo de Taehyung se tensara de deseo. Antes de girarse a una nueva vitrina, él le dedicó una sonrisa que acrecentó aún más la tensión que sentía. Con los sentidos en alerta, Taehyung se acercó a él, no demasiado, para que no resultara demasiado evidente.

Como la tienda era pequeña y estaba llena de vitrinas, pudo detectar su aroma. Era terrenal, cálido... Olía a piel mojada y a delicioso sudor masculino. El corazón comenzó a latirle aún más fuerte. Su sexo se irguió. Llevaba demasiado tiempo sin estar con alguien, demasiado tiempo sin gozar de los placeres del sexo...

Las zapatillas deportivas que él llevaba chirriaron contra el suelo. No sólo parecía estudiar las vitrinas sino también la estructura de la tienda. Taehyung frunció el ceño. Se sentía algo intrigado. Entonces, de reojo, observó que uno de los hombres se metía la mano en el bolsillo de la chaqueta. Una alarma silenciosa saltó dentro de la cabeza de Taehyung.

Se dio la vuelta rápidamente, pero no lo suficiente.

—¡Permanezcan todos inmóviles y tranquilos! —gritó uno de los hombres, agitando una pistola con intenciones amenazadoras—. ¡No quiero que nadie sienta pánico ni que haga una estupidez para que no tenga que disparar!

«Maldita sea» Taehyung miró a su alrededor.

La anciana, que se aferraba con fuerza a su esposo, parecía estar a punto de desmayarse. Las vendedoras estaban inmóviles, horrorizadas. Con un movimiento casi imperceptible, se acercó al hombre que había seguido. Él miraba fijamente al atracador. Más que miedo parecía sentir cierta fascinación por lo que estaba viendo.

—Haremos lo que hemos venido a hacer —dijo el atracador que llevaba una gorra de béisbol—, y nos marcharemos sin que nadie resulte herido.

Taehyung no se lo creyó. Las palabras sonaban demasiado huecas, demasiado ensayadas. Además, el hombre tenía una expresión de anticipación en el rostro.

El otro hombre apuntó con la pistola a una de las vendedoras.

—¡Tú! Abre la caja registradora. ¡Rápido!

La mujer dudó, más por la sorpresa que porque quisiera rebelarse. Taehyung sintió algo parecido. Estaban rodeados de diamantes y de oro de mucho valor, pero aquel idiota solo quería el poco dinero que pudiera haber en la caja registradora. Seguramente el ladrón sabía que la mayoría de las ventas se realizaban con tarjeta de crédito o cheque. Aquella petición no tenía sentido.

Taehyung ansiaba poder agarrar su pistola. Deseaba controlar la situación. En aquellos momentos, eso significaba mantener a todos con vida, mantenerlo a él con vida. Por eso, permaneció inmóvil.

Sin previo aviso, el hombre que había dado la orden comenzó a gritar.

—¡Ahora, maldita sea!

Todo el mundo se sobresaltó. La vendedora estuvo a punto de caer al suelo por la prisa que se dio en obedecer. La anciana lloraba en silencio mientras que la otra vendedora estaba muy pálida. La primera vendedora trataba de abrir la caja registradora, algo que le estaba costando más de la cuenta. Antes de que pudiera hacerlo, las sirenas de la policía rompieron el silencio que reinaba en la tienda.

Los dos atracadores comenzaron a maldecir en voz alta, lo que hizo que Taehyung se tensara esperando que salieran corriendo o que decidieran vengarse disparando a la vendedora.

En su experiencia, había aprendido que las cosas más absurdas se producen en aquellos momentos, causando a menudo muertes sin razón. Se preparó para reaccionar. Sin embargo, lo que los dos hombres hicieron lo sorprendió mucho.

Ni gritaron ni echaron a correr, sino que convirtieron al joven que había al lado de Taehyung en el blanco de su ira.

—Hijo de puta —rugió el que llevaba la gorra de béisbol—. Has hecho saltar la alarma...

—No —susurró él, dando dos pasos atrás. Aquella era la primera vez que Taehyung escuchaba su voz y vibraba de miedo y de asombro—. Ni siquiera sé dónde...

El hombre comenzó a apuntarlo, sin pensárselo dos veces. Entonces, Taehyung se colocó en medio, lo que sorprendió mucho a los dos atracadores. Él sintió las manos del chico contra la espalda, aferrándose a la cazadora que él llevaba puesta. Sintió que el rostro del joven se apretaba contra su hombro y notó lo acelerada que tenía la respiración y cómo temblaba.

Él tenía mucho miedo, lo que enfureció profundamente a Taehyung.

—Este hombre es un cliente. No sabe dónde está la alarma.

No le hicieron caso.

—¡Todo el mundo al suelo! —gritó el que llevaba la gorra de béisbol.

Justo en aquel momento, un coche se detuvo frente a la joyería. Clientes y dependientas se tiraron a suelo rápidamente. Taehyung lo hizo más lentamente. No dejaba de pensar cómo podría ganar un poco de tiempo.

Si pudiera agarrar su pistola... Con el codo tocaba la muñeca del chico tras él. Como todos los demás, él se había tumbado en el suelo y se había tapado la cabeza con las manos.

El ruido que produjeron los atracadores al irrompiendo las vitrinas hizo que la anciana comenzara a gritar y la dependienta a sollozar. El hombre que estaba al lado de Taehyung no emitió ningún sonido. Él quería mirarlo, animarlo, pero no quería apartar la vista de las armas de los atracadores.

Los dos hombres agarraron algunas joyas, pero parecía más bien como si estuvieran destruyendo la joyería sólo por el placer de hacerlo. Era el robo más patético y desorganizado que Taehyung había visto en toda su vida.

Los dos atracadores parecían tomar lo que tenían más a mano, sin concentrarse en lo que pudiera ser más valioso. Por fin, se dirigieron hacia la puerta. La tensión se hizo tal que el aire pareció cargarse de ella de tal manera que resultaba imposible respirar. Entonces, fue cuando el que llevaba la gorra de béisbol se volvió para disparar.

Taehyung se movió con mucha rapidez. Se colocó encima de él, con los brazos cubriéndole la cabeza y su fuerte cuerpo tapándolo por completo. Aunque era un hombre alto, parecía tener los huesos muy delicados. Taehyung lo ocultaba sin problemas, sobre todo porque estaba completamente decidido a protegerlo.

Al sentirlo encima, él se tensó inmediatamente y trató de levantar la cabeza.

—¡No! ¿Qué está haciendo?

Con un fuerte golpe, Taehyung lo obligó a bajar la cabeza contra el suelo. Entonces, le susurró al oído:

—Estése quieto.

Sin embargo, él se agitó aún con más fuerza, tratando de librarse de él. Seguramente se sentía confuso y asustado y no comprendía las intenciones de Taehyung.

—Va a... —comenzó a explicar él. Muy pronto, resultó completamente innecesario.

El sonido del disparo cortó el silencio. El repentino dolor que Taehyung sintió en el hombro fue como una lengüetada de puro fuego. Durante un momento, lo estrechó con fuerza entre sus brazos, apretando los dientes...

—Oh, Dios... —susurró el chico, tratando de girarse hacia él.

Taehyung gruñó, pero no se movió.

Por alguna razón, lo querían muerto. Para matarlo a él tendrían que atravesar a Taehyung primero con sus balas.

Sintió que la sangre se le iba extendiendo por la espalda. Era muy consciente del hombre que había debajo de él, llorando. Sin embargo, hasta que no oyó que se abría la puerta, no se apartó de él sacando al mismo tiempo la pistola.

Dejó a un lado el terrible dolor y consiguió disparar a través del cristal de la puerta. Consiguió dar al hombre que había tratado de dispararle al joven en el muslo antes de que se metiera en el coche. Entonces, antes de que pudiera entrar por completo, el automóvil arrancó a toda velocidad.

El hombre cayó al suelo y se golpeó la cabeza contra el bordillo de la acera. Quedó allí, tumbado sobre el suelo, completamente inconsciente.

Taehyung se puso de pie y salió corriendo por la puerta. Vio el coche, apuntó y volvió a disparar. La ventanilla trasera se hizo añicos, pero el coche no se detuvo. Giró rápidamente por una esquina y desapareció.

La calle se había llenado ya de curiosos. Taehyung sintió que el brazo se le ponía primero muy caliente, luego muy frío y que, por fin, dejaba de sentirlo.

En aquel momento aparecieron Jimin y Jungkook. Habían sido testigos del atraco desde el restaurante.

Jungkook le quitó a Taehyung la pistola y se la metió en el bolsillo del pantalón. Dos segundos después, llegaron dos coches de policía.

—Dios mío, Tae —susurró Jungkook, sujetándolo—. Te dispararon.

—¡Que alguien llame a una ambulancia! —gritó Jimin— Este hombre necesita una ambulancia.

Aquello hizo que Taehyung sonriera, dado que Jimin era técnico de emergencias médicas. Entonces, Jimin sacudió la cabeza y se sacó la radio para llamar él mismo.

—Vamos, siéntate —le dijo a Taehyung. Entonces lo llevó hacia el bordillo.

—No quiero sentarme en un maldito charco —gruñó él—. Estoy bien.

Sólo quería encontrar al hombre de sus fantasías. Miró a su alrededor. Cuando no lo vio, sintió que el terror se apoderaba de él. Vio a la pareja de ancianos y a las dos vendedoras. Había policías por todas partes. Dos coches patrulla habían salido detrás de los atracadores.

Un oficial se dirigió hacia el lugar donde estaba Taehyung.

—Me llamo Kim Taehyung —dijo él, al ver que el policía lo observaba con el ceño fruncido—. Soy de Antivicio.

Trató de sacarse la placa, pero el brazo no parecía querer cooperar. Lanzó una maldición.

—Yo te ayudaré —dijo Jungkook.

Rápidamente, su amigo sacó la placa y se la enseñó al oficial de policía, que asintió y gritó a otro para que llevara una manta. Lleno de frustración, Taehyung no pudo hacer nada más que permanecer allí, de pie. Sentía que se iba debilitando por minutos.

Mientras tanto, Jimin daba instrucciones a través de su radio y Jungkook se ocupaba de mantenerlo en pie.

—La ambulancia está en camino —informó Jimin al policía—. Soy técnico de emergencias médicas. Yo me ocuparé de él hasta que llegue.

El oficial le entregó la manta y se marchó para despejar la calle. Taehyung trató de soltarse. Estaba desesperado por encontrar al hombre. Entonces, lo vio al lado de la pareja de ancianos. Su rostro, su hermoso rostro, reflejaba una honda preocupación e incredulidad. Se le veía un hematoma en la mejilla de cuando él le obligó a pegar la cara al suelo. Estaba temblando de la cabeza a los pies.

Taehyung se zafó de Jungkook para dirigirse a él. Tenía que tomarlo entre sus brazos, disculparse con él aunque ni siquiera supiera su nombre ni por qué aquellos delincuentes habían querido matarlo.

—Maldita sea Taehyung, te vas a caer —le dijo Jimin. Estaba a punto de negarlo cuando sintió que las piernas se le doblaban. La vista se le nublaba—. Estás perdiendo mucha sangre...

—No dejes que se marche...

Taehyung quería decirlo alto y claro para que nadie pudiera desobedecer sus palabras. Sin embargo, sólo pudo susurrarlas, algo que lo enfureció. Cuando por fin lograba conocerlo, más o menos, sonaba débil, parecía débil...

Recordó lo bien que se había sentido con él debajo durante aquel breve e intenso momento. Era absurdo, pero hasta cuando había sentido el impacto de la bala, no había dejado de pensar que estaba encima de él, que el trasero del joven se acoplaba a su entrepierna, que la cabeza de él encajaba perfectamente bajo su barbilla...

—No dejes que se marche. —repitió.

—¿Quién? —le preguntó Jungkook.

—El de las zapatillas deportivas... el del cabello negro...

Jungkook miró a su alrededor.

—Ya lo tengo, compañero. Ahora descansa. Yo me ocuparé de todo.

Con eso, Jungkook se alejó de su compañero y se dirigió a él, con un tono de voz que no admitía réplica alguna.

—Joven, necesito hablar con usted, por favor...

En aquel momento, Taehyung perdió la consciencia.
















































🐾Holiii. Sip. Entró en edición jeje

•Kat🐾

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