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D I E C I N U E V E










































Yoongi se lanzó hacia Jimin y estrelló su puño contra la cara del ultimo mencionado, provocando que este se tambaleara un poco. Jimin lo miró con ira y se tocó el labio con el dedo índice, lo separó y vio sangre en él. Él le sonrió y se limpió la sangre con el dorso de la muñeca.

—Nunca dejarás la violencia, ¿Cierto, Min? —le dijo Jimin, acercándose a él.

Yoongi ladeó la cabeza.

—¿Cuándo la he dejado, Jimin? —se secó el sudor de la frente y escupió saliva al suelo.

Jimin le lanzó una patada hacia el pecho, haciendo que Yoongi se encorvara por el dolor que le provocó. Aprovechó ese momento y cogió la cabella de Yoongi, y con precisión le dio un rodillazo en toda la cara, rompiendo su nariz. Él cayó al suelo, estampando muy fuerte su cabeza con el suelo. Yoongi soltó un grito de rabia y apretó los puños. Pues sentía dolor y también podía sentir la sangre manchado su rostro poco a poco.

—No me vas a ganar, Park Jimin. —se levantó Yoongi tambaleante y se limpió la sangre del rostro. Dejó escapar un jadeo y cerró los ojos con fuerza. Pues empezaba a ver borroso y su cabeza dolía.

Jimin lo observaba con una sonrisa congela en sus labios y con las manos metidas en los bolsillos delanteros de su pantalón. Pasó saliva y vio como Yoongi trataba hacer el mínimo esfuerzo de acercarse a él.

—¿No tienes frío así, Min? —río Jimin, viendo a Yoongi aún desnudo. —Si quieres puedo calentarte.

—¡Cállate, bastardo! —le gritó Yoongi, sacudiendo la cabeza para dejar de ver borroso, pero era imposible.

Jimin empezó a caminar alrededor de Yoongi, mientras lo hacía marearse.

—Déjame decirte que te vez muy bien así... —soltó una carcajada. —Créeme, me provocas tanto así.

Yoongi lo seguía con la mirada. Cada vuelta que le daba Jimin, hacía que se mareara poco a poco. Él pasó saliva y soltó un gruñido. Clavó sus uñas en la palma de sus manos hasta hacerlas sangrar y por fin convencer a Jimin que se acercara. Y así fue. Jimin, lo abrazó por detrás, rodeando el abdomen de Yoongi. La respiración de Jimin hizo que el vello corporal de Yoongi se erizara y su corazón latiera demasiado rápido.

—¿Puedes confiar en mí? —le susurró Jimin. —Cúmpleme mis locuras, Yoongi. Déjame llevarte al infierno, por favor. —fue dejando besos en la espalda de Yoongi y acariciando su abdomen, hasta bajar por su pelvis y por último alcanzar su miembro. —Vamos juntos al lugar sagrado y átame. Castígame ahí y demuéstrale a ellos quien es el maldito amo, Min Yoongi.

Yoongi empezó a reír.

—¿Quieres ir allí, pequeño? —respondió. —¿Quieres te haga mío ahí?

—Estamos enfermos, Yoongi. Iremos al infierno de todas maneras, ¿Por qué no hacerlo?

—¿Y luego qué? —Yoongi apartó a Jimin. —¿Cada quién por su camino?

Yoongi se giró para mirarlo y Jimin ladeó la cabeza.

—¿Qué? ¿Ya no me quieres encerrar? —se cruzó de brazos Jimin.

—Te lo dije, Jimin. La única manera que yo vuelva a sacar sangre de tu blanca piel, es que... —se acercó. —Seas el mismo de antes. Miedoso y cobarde. —Jimin soltó una carcajada.

—Bueno, tendrás que buscar a otro juguete. —se pasó una mano por el cabello. —O no, mejor no lo hagas. Porque tú me perteneces, Min.

Yoongi soltó una carcajada. Le acarició la mejilla de Jimin.

—Yo no soy de nadie, pequeño. —le sonrió. —Al cambio que tú. Quieres ser como yo. —se acercó a su oído. —Nunca podrás ganarle a tu maestro, pequeño.

Se alejó de él y caminó hacia la gran puerta de la jaula.

—¿Puedes decirle a Taehyung que abra esta mierda? —Jimin lo miró con seriedad.

—¡Taehyung, ábrela! —le gritó.

Yoongi le guiñó un ojo y escuchó a la jaula emitir un sonido para abrirse. Él salió y caminó por todo el lugar. Se encontró con Taehyung y lo saludó con la mano.

—¿Dónde está la ropa? —Taehyung se cruzó de brazos y con un gesto señaló la mesa de madera. Yoongi le puso una mano en el hombro sonriente.

—Buena suerte, hermanito. —y caminó hacia ella. Taehyung había quedado en shock al escuchar esas palabras, pues también se había dado cuenta que Yoongi había estado fingiendo.

Taehyung miró la jaula y se dio cuenta de que Jimin seguía dentro de ella. Él corrió hacia ella y entró.

—¿Ya te rendiste de hacerle la vida miserable? —le dijo a Jimin.

Jimin lo miró.

—El maldito siempre estuvo fingiendo. —le dijo Jimin. —¿Por qué es tan difícil ganarle en algo y quitarle el puesto?

Taehyung se cruzó de brazos y rodó los ojos.

—Estamos hablando de un enfermo que nació así, Jimin. ¿Qué esperabas? ¿Qué con solo hacerle lo mismo que él te hizo, se iba arrodillar y a pedir piedad? —Taehyung rio. —No, Park. Estás muy equivocado, amigo mío.

Yoongi se acercó a la jaula ya vestido y se metió las manos en los bolsillos del pantalón.

—Jimin. —lo llamó. —¿Listo para venirte conmigo? Y hablo de las dos formas, pequeño.

Jimin miró por encima del hombro y le sonrió.

—Quieres que cumpla tus locuras, ¿No? —le sonrió. —Entonces vamos, pequeño.

Jimin miró a Taehyung y le sonrió. Salió de la jaula y caminó hacia Yoongi. Él lo agarró de la mano y jaló de ella para llevarlo hasta afuera de aquel lugar. Pero, ¿Quién pensaría que Jimin solo estaba siendo llevado al "lugar sagrado" con la intención un asesinato?

Le señaló el auto a Yoongi y él se acercó a él. Abrió la puerta del piloto y Jimin el de copiloto. Entró junto a él y bajó la ventanilla para dejar que la oscuridad y la luna los acompañaran.

—Deberías quitarte el pantalón, así iremos más rápido al llegar, pequeño. —le dijo Yoongi a Jimin, ya que él no traía camisa.

Jimin lo miró y soltó una carcajada.

—Si me lo quito, terminaremos cogiendo en el auto, Min.

Yoongi encendió el motor con una pequeña sonrisa en los labios y pisó el acelerador para irse de aquel lugar. Vio a Jimin de reojo, observar fuera del auto la estrellada noche. La brisa fría les hizo compañía a los dos y la grande luna guiaba a Yoongi al lugar donde iba a llevar a su pequeño.

Minutos más tardes, Yoongi detuvo el auto y movió a Jimin con el codo, porque se había dormido en el trayecto. El ultimo mencionado, pestañeó varias veces antes de abrir los ojos por completo y darse cuenta de que Yoongi ya estaba fuera del auto.

Él se bajó del auto y cerró la puerta, mientras observaba a Yoongi de espaldas mirar hacia una iglesia.

—¿En serio me trajiste a la iglesia, Min? Tú ni entras en ella. —dijo Jimin llegando a su lado.

Yoongi lo ignoró.

—Si me vas atar aquí y hacerme tuyo, las cuerdas están en el baúl del auto. —se burló Jimin.

Yoongi sonrió de manera perversa y caminó hacia las grandes puertas de la iglesia. Las empujó y la brisa fría hizo que se diera cuenta de que estaba abandonada, y al juzgar por lo oscuro y sucio que estaba, ya llevaba tiempo así. Jimin se acercó a Yoongi y entró a la iglesia sonriente. Se metió las manos en los bolsillos, mientras observaba la estructura antigua de la gran iglesia. Vio ángeles y arcángeles tristes pidiendo piedad. Jimin arrugó el ceño y siguió viendo las esculturas.

Llegó al frente, en donde dos grandes sillas eran adornadas con grandes puyas de metal. Observó las siguientes esculturas, pero estas eran escalofriantes, porque eran de demonios llorando sangre y cortándole las alas a los ángeles. Jimin pasó saliva y miró todo el lugar, analizando cada rincón. Las paredes eran de un rojo oscuro y el suelo tenía una alfombra roja que llegaba hasta el trono. A su izquierda se encontraba una escultura en blanco de un demonio que sostenía un trinche. Fue ahí cuando Jimin se dio cuenta de que no era un templo sagrado y mucho menos una iglesia.

Dio algunos pasos hacia atrás y su espalda se chocó con una olla muy grande de color plata brillante. Jimin se giró y pasó saliva antes de abrir la tapa. Nervioso la abrió y miró en su interior esperando ver agua bendita, pero para su desgracia era sangre. Las grandes puertas se cerraron, dejando que la luz de la luna entrara por las grandes ventanas de aquel lugar escalofriante. Jimin miró hacia las puertas y se dio cuenta de que Yoongi estaba de pie delante de ellas, con una sonrisa cínica en sus labios. Traía las cuerdas en las manos y las agitaba de lado a lado sin apartar su mirada de Jimin.

Caminó hacia él haciendo sonar la suela de sus zapatos en el suelo. Pues la luz de la luna, hacía que Yoongi diera miedo y se veía como el propio diablo encarnado.

—¡¿Por qué mierda me trajiste aquí?! —le gritó Jimin, apartándose de la olla llena de sangre.

Yoongi dejó de caminar a unos 10 centímetros de Jimin y lo miró a los ojos.

—¿No querías hacerlo en un lugar sagrado, pequeño? Bueno, acá te traje. —le sonrió y dejó caer las cuerdas. —Ahora, acércate a esa maldita cruz para atarte. —le señaló la gran cruz que tenía a espaldas de él.

Jimin no la había notado, ya que estaba muy nervioso por el lugar en el que se encontraba.

—¿O prefieres arrodillarte y quedarte así hasta que tus rodillas sangren, mientras me la mamas? —dijo Yoongi, empujando su lengua dentro de la mejilla.

—Eres el maldito diablo. —Yoongi le guiñó el ojo. Cogió las cuerdas.

—Aún no he pedido que me digas tus pecados, pequeño. —se acercó a él y acercó una mano al pecho de Jimin para hacerlo caminar hacia atrás, hasta llegar a la cruz gigante. —Te voy hacer gritar del dolor, Jimin. ¡Juro hacerlo! —soltó una carcajada en su cara. —Voy hacerte llorar, Jimin. Voy a hacer que me vuelvas a tener miedo, pequeño.

Jimin frunció el sueño.

—¿Qué mierda está pasando contigo, maldito psicópata? —Yoongi acercó un poco su rostro al de Jimin y le lamió la mejilla. Puso una mano encima de la cabeza de Jimin y acercó su cuerpo al de él. —¿Qué me vas hacer?

—Te voy a hacer gritar del dolor, pequeño. —y fue en ese momento en que Yoongi, cogió el cabello de Jimin y tiró de el, para luego golpear su cabeza contra a cruz hecha de cemento. Lo hizo dos veces, hasta que Jimin empezó a forcejear y gritar del dolor.

Dejó caer las cuerdas al suelo y vio como Jimin trataba de mantenerse firme de pie, ya que había quedado mareado por los golpes. Lo empujó y él cayó al suelo. Yoongi le desabrochó el pantalón y se lo quitó de un solo. Él también se desnudó y se posicionó encima de Jimin. Lamió todo su abdomen hasta llegar a su cuello, el cual mordió e hizo chupetones, provocando que Jimin gimiera.

—Que los malditos demonios se apiaden de nosotros, pequeño... —le susurró y separó sus piernas al sentir los dedos de Yoongi entrar y moverse dentro de él.

Jimin cerró los ojos con fuerza y se mordió el labio inferior al sentir tal movimiento de placer. Levantó las caderas para más contacto y eso hizo que Yoongi bajara a sus muslos y lamiera, besara y mordiera. Pues, esa noche quería matarlo, pero del placer.

Yoongi entró y sacó uno de sus dedos, para luego meter el segundo y hacer varias veces los mismos movimientos que hacían que Jimin gimiera y enterrara las uñas en su espalda. Se tomó unos minutos para observar el rostro de su pequeño y seguir dándole placer. Jimin jadeaba mientras se mordía su labio inferior con fuerza hasta hacerlo sangrar. Yoongi acercó sus labios a los de Jimin y lamió la sangre de sus labios. Abrió un poco más las piernas de su pequeño y sacó sus dedos. Lo puso de espaldas contra el helado suelo y le levantó el culo con una mano. Lo cogió de las caderas y empujó dentro de él, haciendo que Jimin se retorciera debajo de él.

Yoongi enterró sus uñas en la cadera de Jimin, haciendo gemir un poco más alto. Con una mano, alcanzó su cabello y tiró del hacia atrás, provocando que Jimin gritara y lloriqueara un poco. Yoongi sonrió y empezó a embestirlo con lentitud, pero cuando fuerza. Dejó caer la cabeza hacia atrás y soltó un grito de placer.

—Ojalá te quemes en el infierno, maldito Park... —dijo entre jadeos Yoongi.

Volvió la mirada a las curvaba espalda de Jimin y la besó. Llevó sus dos manos a los hombros de Jimin y empujó más rápido dentro de él. Cuando entró por completo, sus embestidas se hicieron más duras y dolorosas, para Jimin. Quien se encontraba gritando y gimiendo por el dolor que sentía. En aquel lugar, se podían escuchar sus gritos y obscenidades que Yoongi lanzaba. Por el eco de aquel lugar, Yoongi se había encargado de hacer llorar a Jimin bastantes veces.

—Ba-Basta, Yo-Yoongi... —dijo entre jadeos Jimin.

Yoongi le mordió la espalda a su pequeño y se quedó observando las esculturas, mientras que su cabeza jugaba con ellas. Pues, él las veía como si lo estuvieran viendo y se sentía orgulloso de lo que hacía. Le encantaba el placer, eso siempre lo hemos sabido. Así que, ¿Por qué no mejor manera de hacerlo en el templo del diablo?

—Yo-Yoongi, basta. Duele... —dijo entre sollozos.

Yoongi miró la olla de la cual estaba llena de sangre y con un gran esfuerzo la alcanzó y la dejó caer encima de los dos, manchando sus pieles pálidas de un hermoso rojo carmín. Yoongi apartó la olla de ellos y con sus manos terminó de pintar el cuerpo desnudo de Jimin. Dejó de embestirlo y se corrió encima de su culo. Sonriente, miró sus manos llenas de sangre y le dio una nalgada a Jimin. Este dejó caer la cabeza al suelo, mientras lloraba desconsoladamente, por el dolor que sentía. Su cuerpo dolía y estaba bañado de sangre por todos lados.

—Vamos, mi pequeño. Levántate, tengo que atarte a la cruz. Necesito seguir escuchándote gritar. —le dijo Yoongi de pie.

Jimin seguía sollozando en silencio y trato de levantarse del suelo, pero no pudo. Yoongi lo cogió del brazo y lo arrastró por el, hasta la cruz, dejando un camino de sangre en el suelo. Jimin parecía un juguete, pues no hacía nada para soltarse, estaba muy adolorido. Yoongi lo puso de pie, pegando su espalda a la cruz ató una de sus muñecas a la puerta y con la cuerda, rodeó la cruz y ató la otra muñeca. Jimin trató de quedarse de pie, pero volvió a caerse. Yoongi se arrodilló ante él y pasó una de sus manos por la espalda de Jimin —aún con sangre —y le manchó el rostro con ella. Él mantenía la cabeza baja y lloraba en silencio.

Yoongi puso dos dedos debajo de su mentón y le levantó la cabeza para que Jimin lo mirara. El ultimo mencionado, sollozó y trató de mover sus manos para alcanzar a Yoongi, pero no pudo.

—Te vez muy lindo así, mi pequeño. Quisiera sacar una fotografía. —dijo Yoongi.

—En mi pantalón está mi teléfono... —dijo Jimin.

Yoongi ladeó la cabeza y le acarició la mejilla. Yoongi se levantó del suelo y buscó el pantalón de Jimin, lo levantó del suelo y sacó su teléfono, se acercó a Jimin y abrió la cámara.

—Llora para mí, pequeño. —le dijo y sacó la fotografía de Jimin.

Él sonrió y deslizó el teléfono por el suelo. Lo ayudó a levantarse y rodó una de las sillas grande que había en ese lugar. La puso detrás de la cruz y jaló de la cuerda, haciendo que la muñecas y brazos de Jimin dolieran. Yoongi volvió a tirar de la cuerda fuertemente hasta escuchar a Jimin gritar del ardor y dolor. Cogió la silla y tiró de una vez más de la cuerda. La ató en la silla, dejando que los brazos de Jimin quedaran hacia atrás.

Yoongi volvió hacia Jimin y su mirada se volvió obscura, sus facciones se hicieron duras y serias, mientras observaba a Jimin sollozar y ver las lágrimas bajar por sus mejillas.

—¿A qué no adivinas qué encontré en el baúl? —le sonrió. —Yoongi bajó del gran altar y cogió el látigo que había traído y lo había dejado en el suelo. Lo movió de derecha a izquierda, enseñándoselo a Jimin.

—¿Adivina a quién voy a castigar con esto? —Yoongi caminó hacia el altar, sin despegar la mirada de su pequeño, quién negaba con la cabeza y empezaba a tirar de las cuerdas. —No hagas eso, Jimin. Vas a lastimarte.

—¿Y tú no lo harás? —le dijo Jimin y se absorbió la nariz.

Yoongi le encantaba ver la escena de Jimin llorar, se veía tan inocente y débil. Parecía querer arrodillarse y pedir por su vida. Era hermoso. Yoongi sólo quería pegarle con el látigo hasta que la sangre saliera y él pudiera sacar otra fotografía y guardársela.

—Sabes que siempre te haré daño, pequeño. —Yoongi azotó el látigo en sus manos muy fuerte, haciendo que ella sangrara.

Jimin pasó saliva y se aferró de las cuerdas muy fuerte cuando Yoongi se acercó a él y le pegó con el látigo en el pecho.

—¡NO! —un grito desgarrador salió de su garganta.

Yoongi le volvió a pegar en el pecho, piernas, pelvis y abdomen, mientras escuchabas los fascinantes gritos desgarradores de Jimin. Cuando el sudor bañó su cuerpo y el de Jimin igual. Pudo ver que la sangre que había sacado, ahora había coloreado la pecho, abdomen y muslos de Jimin, y lo que más le gustaba, era que la sangre era de su pequeño.

—¡BASTA! —volvió a gritarle a Yoongi y este se detuvo. Dejó caer el látigo y cogió de nuevo el teléfono.

Jimin había quedado en el suelo, con poca respiración y temblando del miedo. Sus lágrimas seguían ahí, al igual que sus sollozos. Yoongi se fue acercar a él y Jimin apartó sus piernas pegándolas a su pecho.

—¡ALÉJATE DE MÍ! —le gritó Jimin llorando.

A Yoongi se le iluminó la mirada y le sonrió.

—¡NO ME TOQUES! ¡YOONGI, NO LO HAGAS! —volvió a gritar con dolor.

La sonrisa de Yoongi se hizo más grande. Cogió el teléfono y sacó la fotografía de su pequeño asustado. Lo dejó en el suelo y acercó su mano a la mejilla de Jimin, pero este apartó el rostro.

—DÉJAME, MALDITO. DÉJAME... —lloriqueó el pequeño demonio.

—Mi pequeño... —los ojos de Yoongi se cristalizaron. —Volviste a temerme...

—Aléjate de mí, Yoongi... Por favor, vete... —dijo entre sollozos. —Eres muy malo, Yoongi. Muy malo.

—Pequeño... —le acarició la mejilla. —Nunca puedes superar a tu maestro.

—Lárgate de mí maldita vida, Min Yoongi. ¡Lárgate! —lo miró enojado.

Yoongi pasó saliva y se puso serio.

—No regreses a mí. ¡Aunque yo te busque! ¡NO LO HAGAS! —Yoongi se había quedado congelado ante las palabras de Jimin.

Fue ahí cuando la primera lágrima de Yoongi de deslizó por su mejilla.

—Por favor, matate, Min Yoongi. ¡Por favor!

—Jimin... —retiró la mano de su mejilla.

—Te odio, Min Yoongi. ¡TE ODIO! —le gritó.

Yoongi lo abofeteó tan fuerte. Lo cogió por el cuello, lo apretó con fuerzas y lo levantó.

—Jamás podrás sacarme de tu vida, Jimin. ¡Nunca! —le dijo muy cerca de su rostro. —¿Sabes por qué? Porque somos la misma persona. Yo vivo en ti, ¡YO! —Jimin apretó los puños. —Yo soy tu peor versión, Park Jimin. Entre más me alejes, más voy a aferrarme a ti. —Jimin empezó a forcejear cuando Yoongi apretó el agarre del cuello. —Eres mi maldita marioneta, yo decido que hacer con tu maldito cuerpo y tu asquerosa vida. ¡Gracias a mí! Tú, maldita sea.... —Yoongi rio. —Estás vivo, imbécil. ¿Crees que todo lo que viviste fue por culpa mía, pequeño? ¡¿ESO CREES?!

—Yo-Yoongi, sú-súeltame... —trató de decir Jimin.

—¿Crees que tu familia era normal? ¿Eso creías? —Yoongi lo agitó. —Mira lo que era tu padre, Jimin. Él te vendió y te arrojó a los pies del diablo, ¿Cuándo lo entenderás? ¡No es mi maldita culpa! —Jimin trató de soltarse, pero las cuerdas no lo dejaban y ya estaba quedando sin aire. —Eres mío porque quise. Eres mío porque te obligué a hacerlo. Eres mío porque sin mi estarías muerto, y eres mío porque no quiero acabar con tu vida, Jimin. —le dijo. —Mereces una buena vida. —su rostro se tornó serio. Soltó a Jimin y este empezó a toser, mientras se agarraba el cuello. —Pero lastima, yo decido cuando la tendrás.

Y en ese momento, fue cuando Jimin se desmayó. Yoongi se arrodilló ante él y le desató las muñecas. Lo arrastró por el suelo y lo dejó en el altar desnudo. Él se vistió y corrió al auto por una manta. Con ella, cubrió el cuerpo ensangrentado de Jimin. Cogió el teléfono y marcó el número de Jungkook, quien al tercer tono respondió.

—¿Jimin? ¿Dónde mierda estás?

—Escúchame con atención, Jeon. Jimin está a las afueras de los ángeles, en un templó abandonado. Vas a llamar a venir por él y vas a curarlo. ¿Me escuchaste?

—Yoongi... ¿Qué le hiciste a Jimin?

Yoongi se quedó mudo unos segundos en la línea, viendo a Jimin con los ojos cristalizados.

—¡Debes hacer lo que te digo, Jeon! ¡Ven ahora!

—¿Tú dónde a dónde mierda vas?

—Nos vemos luego, Jeon.

Y colgó. Yoongi se guardó el teléfono y le acarició la cabeza a Jimin, mientras lo observaba detalladamente. Se lamió el labio inferior y se mordió el labio inferior para ocultar un sollozo.

—Adiós, Jimin. —acercó sus labios a la frente de Jimin y le dio un pequeño beso. —Te buscaré. Lo prometo. 

Se alejó de Jimin sin antes darle una última mirada. Corrió por el templo y empujó las grandes puertas para salir. Las cerró detrás de él y llegó al auto, subió en el y encendió el motor, listo para irse.

—Cuida de él, mamá. —fue lo último que dijo antes de pisar el acelerador del auto e irse de aquel escalofriante lugar.

Dentro de aquel templo, luego de media hora. Aún se encontraba el cuerpo cansado y bañado de sangre, descansaba en el altar del templo en el cual habían hecho más de cinco sacrificios humanos. Jimin se movió incomodó en el frío suelo y empezó alucinar cosas por la pérdida de sangre.

Abrió un poco los ojos y su vista se tornó nublada, escuchó las grandes puertas ser abiertas y el ruido de las sirenas también venían en compañía. Vio a alguien correr hacia él y gritar su nombre. Jimin sonrió al saber que era la voz de su hermano, pero para su sorpresa, esa voz de convirtió en la de Yoongi al tercer grito.

—¿Yo-Yoongi? —susurró Jimin. —No te vayas... —y se desmayó por última vez.


























































































Me duele, me quema, me lastima. 

¡Fin! <3





































































Es broma <3

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