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CAPÍTULO 16: OLD FRIENDS (PART I)

—— OLD FRIENDS

Inglaterra, 1489.

—¿Qué hacemos aquí?— Le preguntó Davina a Sueño al ver que habían ido a la tierra, lugar al que la protectora llevaba sin visitar desde hacía casi cien años, y estar de nuevo allí se la hacía extraño. El mundo no había cambiado, pero ella lo sentía diferente, tal vez la que había cambiado había sido ella.

—Hace cien años, hice un experimento. Un humano creía que sería mejor no morir, por lo que le concedí su petición, hoy hace un siglo ello y lo acordado era vernos hoy aquí, para ver si su opinión ha cambiado o no.— Se limitó a decir el señor de los sueños, haciendo que Davina le mirase confundida al no comprender que diversión podía haber en ello.

Eso parece cruel.— Comentó sin entender por que Sueño hacia aquello, ¿cual era el propósito de ello? ¿Destruir a un hombre? —¿Tan aburrida es la vida de un eterno que os tenéis que divertir a costa de los mortales?Preguntó haciendo que Sueño la mirase con frialdad, por supuesto agradecía que finalmente un protector tuviera el valor suficiente de desafiar a un eterno en el aspecto de llevarle la contraria o de indicarle lo errado que estaba, pero a veces Davina se pasaba aportando su opinión, aunque a ella la daba igual.

—No me divierte, siento curiosidad con respeto al porque una criatura inteligente no quiere morir.Respondió Sueño mientras los dos entraban en la taberna, y veían que en una de las mesas del fondo se encontraba Hob Gadding, el cual aún estaba intentando entender como era posible que siguiera vivo y sin haber cambiado ni un ápice.

—¿Cómo sabías que seguiría aquí? ¿Quien eres?— Le preguntó a Sueño ignorando la presencia de Davina, la cual iba escondida en una capa de color negro que apenas dejaba ver algo de ella, únicamente algunos mechones de su cabello plateado. —¿Un brujo? ¿Un santo? ¿Un demonio?— Inquirió sin entender quién era aquel que había hecho realidad el más egoísta de los sueños del ser humano. —¿He hecho un pacto con el diablo?Preguntó de nuevo, haciendo que la protectora reprimiera una sonrisa, ya que desde la perspectiva del humano parecía lógico, pero desde la perspectiva de ellos no. Un demonio nunca hacía nada gratis, ni se molestaba en visitar a un mortal cien años después de hacer el trato, no si la visita no fuera de interés para sacar alguna clase de beneficio o de pacto cerrado con anterioridad.

—No.Respondió el eterno con frialdad.

—¿Y porque no he muerto desde entonces? ¿Qué es esto? ¿Un juego? Preguntó Hob, mostrando que tenía la misma opinión que Davina antes había manifestado, la creencia de que aquellos inmortales y con poder eventualmente buscaban entretenerse, siendo a veces las formas más crueles.

—No es un juego.Negó Sueño.

—¿Y por qué...?— Empezó a decir el humano sin saber que decir en su pregunta. —¿Quien eres? ¿Por qué has venido?Insistió mostrando lo desesperado que se encontraba por saber la verdad.

—Vengo porque estoy interesado.Respondió Sueño sorprendiendo al mortal con su respuesta.

—¿En mi?— Inquirió Hob sin entender a qué se estaba refiriendo, él no podía ser de interés para una criatura capaz de hacer a los demás inmortales.

—En tu experiencia.Puntualizó el eterno con tranquilidad.

—¿Qué tengo que hacer?Preguntó Hob creyendo que todo aquello se trataba de una prueba, antes había pensado que era una broma, pero cuando vio que sus amigos envejecian y que él no lo hacía, comprendió que aquello era normal, por lo menos para él.

—Nada, vive tu vida como te plazca pero nos veremos aquí cada cien años en esta fecha.Sentenció el tercero de los eternos con firmeza.

—¿Por que quieres saber cómo es?— Preguntó el humano sin comprenderlo aún. —Pues puedo decírtelo ya.— Añadió haciendo creer a Sueño que empezaría a lamentarse por ser inmortal. —Es una maravilla, amigo.— Garantizó mostrando que aquella nueva realidad le apasionaba. —Todo va cambiando.Añadió eufórico.

—¿En qué sentido?— Intervino por primera vez Davina, ya que para ella todo parecía ser exactamente igual a como lo fue cien años atrás, la única diferencia es que había más hambre y más nobles.

—Las chimeneas, ahora no me lloran los ojos sin parar por culpa del humo, y ahora tenemos unos trozos de tela para la nariz, antes había que usar la manga.— Le reveló señalando la chimenea que había a un costado, al mismo tiempo que dos hombres gritaban eufóricos al haber ganado. —Ah, y los juegos de cartas.Añadió señalando a los dos hombres que habían ganado la partida.

—¿Qué será lo siguiente que inventeis?— Preguntó Sueño con curiosidad, viendo que los humanos parecían ser aquella clase de criaturas que parecían prometer mucho para el futuro.

—Con suerte algo para matar pulgas.Admitió mientras empezaba a arrascarse la espalda.

—¿Pero que has estado haciendo estos últimos cien años?Preguntó Sueño queriendo saber que había hecho el humano en aquel siglo que había vivido.

—Lo mismo de siempre, servir de soldado, robar un poco de aquí y de allá cuando no había guerra. Pero ahora acabo de abrir un negocio, se llama imprenta, no hace falta ser de un gremio, aun no, nunca habrá mucha demanda y es un trabajo duro, pero es mejor que criar malvas bajo tierra, ¿no?Admitió mostrando que a pesar de no haber hecho mucho era feliz con lo que tenía, además de que no tenía intención de morir, era feliz viviendo.

—Con que todavía quieres vivir.Observó Sueño sorprendido, ya que su suposición había errado por completo al creer que una criatura inteligente con todo el tiempo del mundo querría morir como las demás hacían.

—Sí.Exclamó Hob con seguridad.

—¿Cien años entonces?— Inquirió el eterno sabiendo que de aquella forma firmaban un acuerdo en el que se verían dentro de otro siglo.

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Inglaterra, 1589.

Verás, mi opinión es la siguiente, por el arte y los sueños de uno, es lícito aliarse y tratar con los poderes ocultos.— Le dijo un poeta a uno de sus amigos, llamando la atención de Sueño al escucharle.

—Muy cierto.Añadió su amigo dándole la razón.

—¡Amigos!— La voz de Hob hizo que Davina y Morfeo desviaran la mirada, para poder centrarla en él, viendo que en aquel siglo había prosperado.

—Vaya, parece ser que sí próspero su negocio.Observó la protectora, mostrando que está vez no iba escondida bajo una capa.

—Sentaros, he pedido un par de botellas de vino del bueno, ya las he empezado.— Admitió mientras Sueño se ponía a un costado y Davina en el otro, ambos llenos de curiosidad por saber que había sido el humano durante aquel siglo.

—Hola, Hob.— Le saludo Sueño.

—¿Hob? Cielos, que recuerdos me trae ese nombre.— Admitió mostrando que atrás quedaba aquel nombre. —Ahora soy sir Robert Gadding, viejo desconocido.— Les informó mostrando que lo único que había hecho había sido cambiarse el nombre para no levantar, del todo, grandes sospechas con respeto su gran secreto.

—Ha de ser extraño, ¿no? Tener que dejar atrás tu nombre.— Inquirió Davina sin imaginarse lo difícil que sería, el nombre era algo de cada uno, algo que les identificaba y que de cierta manera les hacía únicos a los demás.

—Es necesario, lo diferente bien sabéis que no es muy bien acogido.Admitió mostrando que su intención era pasar desapercibido, pero para alguien que había sido pobre y que ahora era rico, no era tan fácil como podía imaginar.

—Parece que no te ha ido mal.Observó Sueño impresionado por el gran cambio que había dado en tan sólo cien años.

—Los dioses me han sonreído, igual que han sonreído a Inglaterra donde no hay ni esclavos ni siervos.— Admitió mientras les ofrecía un plato. —¿Pastel de venado?— Inquirió pero tanto eterno como protectora rechazaron su oferta. —¿No? Esta bueno.— Admitió mientras le daba un bocado. —Delicioso.— Garantizó con seguridad. —La última vez que hablamos gané algún dinero, le invertí en los astilleros de Enrique Tudor he hice una fortuna, después fui al norte un año y volví con mi hijo, fui dos veces.— Les explico mostrando que aparte del dinero había conseguido construir una familia. —Más vino muchacha.— Le ordenó a una campesina que le llenó hasta arriba la copa. —Cuando Enrique el gordo ex propio los monasterios compre tierras, y una generosa donación me convirtió en caballero.— Añadió mostrando que había sido inteligente al saber donde debía de invertir y a quien debían de agasajar para obtener lo que quisiera. —Y eso no es todo, mirad.— Les indicó mientras mostraba un pequeño medallón donde aparecían el retrato de una mujer y de un niño que estaba sentado en su regazo. —Mi hermosa Elenor, y mi hijo Robin, el primero que he tenido en mis doscientos años de vida, que yo sepa.— Admitió mostrando lo feliz que estaba por tener todo aquello. —Es curioso, es justo así como me imaginaria el cielo desde siempre. Las calles son seguras, hay comida y buen vino, la vida es muy bella.Sentenció con seguridad, sabiendo que aquello era perfecto.

—¡Por amor de dios! Ojalá escribiera igual que tu, en Fausto escribiste "Adiós, el no te ama..."Empezó a decir de nuevo el mismo poeta que anteriormente había llamado la atención de Sueño.

Siéntate, Will.— Le pidió su amigo al poeta.

—"...El dios al que sirves es tu propio apetito, y en su interior reside el amor de vencebu. ¡Por él levantaré iglesia y altar y levantaré la sangre tibia de los recién nacidos!Narró Will captando la atención del Sueño por completo.

—Es bueno.Admitió Davina impresionada por la forma que tenía de narrar, la recordaba a una de sus hermanas cuando leía viejos pasajes de la vida de la diosa.

Daría lo que fuera por tener tu don, por tener los sueños de tu Fausto por esa gracia.— Le dijo Will a su amigo, mostrando que todo ser humano tenía un sueño, y para suerte de todo aquel que atrapará la atención de Sueño, podía hacerle realidad.

—¿Quien es?— Le preguntó Sueño a Robert esperando que este tuviera la respuesta a su pregunta.

—Se llama Will Shakespeare, actúa y ha escrito una obra.— Se limitó a decir el inmortal mientras seguía comiendo.

—Es bueno.Garantizó Sueño.

—Ni mucho menos, el tío de al lado, el de la pierna rota, él sí domina la pluma.— Aseguró Robert, pero aquel hombre no había atrapado del todo la curiosidad de Sueño, Will en cambio sí. —Deje lo mejor para el final, la mismísima reina durmió en mi casa este verano, no resultó nada barato.Añadió intentando atrapar de nuevo la atención de Sueño, pero este ignoro lo que había dicho y se levantó para poder acercase a Will.

—No está enfadado.— Le informó Davina al ver la expresión de Robert al creer que le había ofendido.

—¿No tienes hambre?— Le preguntó centrando su atención en ella, en una mujer tan peculiar como misteriosa.

—Prefiero la carne demasiado hecha.Admitió mientras sonreía de lado.

—Hay algo que siento curiosidad, ¿quien eres? Cuando hice el trato, había rumores de que aquellos que tenían el color de tu pelo erais... monstruos.Admitió haciendo que la expresión de Davina se oscureciera al recordar aquello, al recordar todas las personas que debían de haber muerto únicamente por ser especiales.

—Somos diferentes, yo también soy humana, o tal vez lo fui hace doscientos años. Pero algunos como yo tenemos habilidades, nos entrenamos, y nos volvemos protectores.— Se limitó a decir sin darle demasiados detalles, por mucho que fuera inmortal Davina dudaba que en algún momento volviera a confiar en algún humano.

—¿Tu?— Inquirió riéndose al escuchar que ella era una guerrera, ente su risa Davina le miró con una expresión de pocos amigos. —Disculpa, no parece que sepas blandir una espada.Añadió diciendo algo evidente, pero ella era más que una cara bonita, era mucho más letal que cualquier protector que existiera, era la más peligrosa pero también las más poderosa.

—Se blandir cualquier arma, ¿pero quien las necesita cuando me convierto en una de las criaturas más mortales que han podido existir?Alegó mostrando el orgullo que sentía por ser lo que era, por ser simplemente un dragón, el poder nunca la había importado, ella solo quería ser libre.

—¿Y no tienes familia?Preguntó Robert sin comprender como es que alguien podía acceder a ser un protector cuando había ataduras que te hacían replantearte las decisiones que tomabas, incluso cuando estas eran las más seguras.

—No podemos tener familia, y la que tuve me la arrebataron hace tiempo.— Se limitó decir, haciendo que Robert viera como sus ojos se llenaba de tristeza al recordar aquello.

—Asumo que también eres inmortal.Añadió cambiando de tema a uno algo diferente.

—Con respecto a envejecer, pero puedo ser asesinada. Aun espero no morir, como bien has dicho hay mucho por vivir.Comentó Davina mostrando que tenía la intención de vivir muchos más años, no quería morir porque aun sabía que había cosas ahí afuera esperándola, además de que quería ver como de lejos llegaría la humanidad.

Así que tenéis sueños.Asumió sin ser consciente de lo irónica que aquella frase podía llegar a sonar.

Más bien una promesa, mis hermanas no pudieron vivir porque fueron cruelmente asesinadas. Yo sobrevivi, y me prometi que viviría por todas ellas. Doscientos años no compensa la vida que perdieron, además me gustan los retos, y lo máximo que ha durado un protector son trescientos años, yo pienso vivir más, mucho más.Sentenció sin saber que no solo batería aquel record, sino también que cumpliría su promesa a pesar de las crueles circunstancias que siglos después viviría.

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Inglaterra, 1689.

—No llego a comprender porque tienen que culpar a una criatura divina de los problemas.— Se quejó Davina al escuchar como varios hombres se quejaban de que era Dios el responsable de todas las penurias que estaban viviendo y sucediendo a lo largo y ancho del mundo.

—Los humanos tendeis a no reconocer vuestros errores, e incluso cuando no sois responsables de algo, siempre creéis que proviene de una criatura superior.— Respondió Sueño sin apartar la mirada de la puerta, a la espera de que Robert apareciera.

—Estas generalizando, no tienes en cuenta aquellos que saben que no existe un único dios.— Le recordó mientras bajaba su voz, si alguien la escuchaba que reconocía que existían más entidades divinas podría llegar a oídos de cualquiera con el poder suficiente para "castigarla" por herejía, y lo último que Davina quería era mancharse las manos con la sangre de los suyos.

—Incluso aquellos que saben la verdad, tienden a culpar a alguien de sus desgracias sea o no responsable de ellas.— Añadió con seguridad, aunque en aquellos momentos Davina no sabía si lo que la estaba diciendo Sueño era con respecto a los humanos o con respecto a todas las criaturas, porque la habilidad de culpar a los demás no sólo la poseían ellos, sino cualquiera.

—¿Seguro que no queréis nada señores?— Le preguntó una campesina a ambos.

—No, estamos bien.— Respondió Sueño con frialdad y sin dirigirla la mirada.

—Serás majadero.— A lo lejos se escucho la voz de Robert, mostrando que había cumplido su palabra como había prometido.

—Vuelve a fuera con el resto de la escoria.— Le ordenó uno de los que estaban en la taberna.

—Soltarlo, es mi invitado.— Les ordenó Sueño haciendo que obedecieran su orden, para después Robert correr a sentarse en una silla.

—Sabría que vendríais.— Afirmó con seguridad, aliviado de que no le hubieran abandonado.

—Parece que no ha ido bien este siglo.— Comentó Davina viendo que todo el poder que en el siglo pasado tenía había desaparecido.

—¿Sabéis el hambre que se puede tener si uno no come, pero tampoco muere?— Preguntó sabiendo que nadie podía hacerse una idea de lo horrible que había sido aquel siglo. —Lo perdí todo, mis tierras, mi oro, mi Elenor... La pobre murió en el parto, el bebé también. Mi hijo, Robin, murió a los veinte en una trifulca de taberna. Después de aquello, apenas salía, querían ahogarme por brujo. Llevaba cuarenta años allí, y me confié. Escape con lo puesto y poco más. Todo fue a peor, y a peor, y a peor.— Les narró mientras Davina le miraba con atención, sabiendo que si le hubieran atrapado e hubieran intentado matarlo hubieran descubierto la verdad, y si la voz de que la inmortalidad existía todos los seres vivientes querrían gozar de ella, y eso era algo que no se podía permitir. —He odiado cada segundo de los últimos ochenta años, cada maldito segundo, ¿lo sabíais?— Alegó mirando únicamente a Sueño, él cual parecía creer que al final el humano estaba rogando por que el don que le dio siglos atrás fuera eliminado.

—¿Y todavía deseas vivir?— Le preguntó Sueño con curiosidad.

—¿Estas loco?— Inquirió Robert, mostrando que jamás desearía la muerte, no cuando tenía todo el tiempo del mundo. —La muerte es para los necios, tengo tantísimo por lo que vivir...— Afirmó mientras seguía comiendo, mostrando que pasará por lo que pasará nunca echaría de menos la posibilidad de morir, porque en cambio tenía la posibilidad de vivir miles de vidas.

★★★

Primera historia publicada en el 2023.

El capítulo es de flashbacks, a todos nos gustan y a mi me encanta hacerlos.

Pero la historia de Hob me parece algo muy interesante, empezó siendo una diversión para Sueño pero se volvió su amigo y eso me parece genial, por el personaje que es.

Aún así no puedo evitar hacer una comparación entre Hob y Davina.

Ambos son humanos y son inmortales, pero ambos lo son de distinta manera. Davina por obligación y Hob por deseo. Y creo que ese paralelismo es interesante.

Con respecto al resto del capítulo... No hay mucho que destacar, a fin de cuentas me centro en el episodio pero bueno. Ya va quedando menos para el final.

¿Que os ha parecido el capítulo?

Os leo ❤️


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