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𝟎𝟎𝟕: 𝐈𝐍𝐒𝐄𝐆𝐔𝐑𝐈𝐃𝐀𝐃

┏━━━━━━━°⌜ 𝐃𝐄𝐌𝐎𝐍 ⌟°━━━━━━━┓

┗━━━━━━━°⌜ 悪魔 ⌟°━━━━━━━━┛


El albino desvío la mirada, observando desde la pequeña ventana de su camarote como el agua se movía a un ritmo lento y relajante. No llevaba la cuenta de cuántos días habían transcurrido desde que cruzaron aquel enorme portón, empezando así con el que sería, el verdadero viaje al Continente Oscuro; pero si llevaba la cuenta de todos los accidentes que tuvieron desde entonces.

La marea no solía estar tranquila todo el tiempo, casi todos los días debían lidiar con alguna sorpresiva tormenta que los desviaba del camino, y aquello los había atrasado mucho. De no ser por el guía que les indicaba el camino que debían seguir, seguramente ya estarían varados en medio del mar.

Por suerte, el barco era lo suficientemente fuerte para resistir un viaje tan caótico como este. La estructura no había sufrido daño alguno a pesar de las tormentas y pequeños accidentes que tuvieron; el capitán era un hombre bastante talentoso y experimentado, así que Killua no se preocupaba por llegar a salvo a su destino.

Lo que le preocupaba era lo que sucedería después de llegar.

—Killua —la voz de su mejor amigo lo hizo girar. Gon se encontraba en la parte superior de la litera, observandolo fijamente con sus enormes ojos dorados—. ¿Qué tanto piensas?

Ante aquella pregunta, el joven Zoldyck permaneció en silencio durante algunos segundos. ¿En qué pensaba? Era complicado responder a algo como eso, ya que su mente era una laguna de vagos pensamientos; solía pensar en Alluka la mayor parte del tiempo, en qué estará haciendo o si se encuentra verdaderamente a salvo con la familia de Gon, también solía imaginar cientos de escenarios que pudiesen ocurrir al desembarcar en tierra firme, preparándose mentalmente para volver a sentir la adrenalina que generaba el peligro. Desde que se fué con Alluka hace algunos años, no había tenido la necesidad de pelear contra alguien, y solo solía usar su habilidad Nen para facilitar sus labores cotidianos; no había dejado de entrenar, pero tampoco había ganado nuevas experiencias desde lo que sucedió con las Hormigas Quimera.

Aquello le preocupaba mucho, su negativa forma de pensar le recordaba diariamente que no era lo suficientemente fuerte para proteger a sus amigos, sobre todo a Gon, quien ni siquiera puede utilizar Nen para defenderse. La vida de su mejor amigo estaba prácticamente en sus manos, y solo pensar que podía perderlo, lo volvía loco.

El peliverde se acomodó correctamente en su cama, sin despegar la mirada de los apagados ojos de su mejor amigo. Últimamente lo sentía muy desanimado, parecía estar perdido en sus pensamientos durante todo el día, y las pocas veces que lo veía sonreír era de forma forzada y falsa, lo cual no le agradaba mucho.

—¿Killua?—pronunció su nombre nuevamente, sin poder ocultar la preocupación en su tono. El albino dió un ligero respingo, pestañeando varias veces antes de devolverle la mirada—. ¿Te encuentras bien?

—Eh... sí —balbucea, agitando un poco la cabeza para enfocarse en el peliverde—. ¿Que decías?

—¿En qué tanto piensas?

Killua desvío la mirada, frunciendo un poco sus labios antes de responder:—En nada importante.

«Mentiroso» se reprochó asimismo, presionando con fuerza su antebrazo «No quiero preocupar a Gon; ni siquiera entiendo porqué estoy tan preocupado, aún no ha sucedido nada malo y todo está bien» se contestó, y no pudo evitar apretar los dientes debido al dolor que se estaba autoinfligiendo «Pero sabes que sucederá algo, y no se lo dices porque eres un cobarde» la presión en su brazo se hizo más fuerte, y sus uñas ya habían raspado la gruesa tela de su sudadera «Ya no tienes la aguja de Illumi, pero sigues huyendo de la realidad como todo un niño»

—¡Killua!—el grito de Gon lo hizo sobresaltar, y se sorprendió enormemente al encontrarlo parado frente a él.

El Freecss sostenía con fuerza el brazo derecho del albino, alejándolo de la lastimada piel de su antebrazo izquierdo. El ojiazul bajó la mirada para observar el brazo que sostenía Gon, quedando anonadado al encontrarse con sus dedos manchados con su propia sangre, y al sentir el ardor que provenía de su otro brazo, comprendió lo que había sucedido.

Se había lastimado mientras discutía consigo mismo.

Usualmente solía hablar solo para poder desahogarse sin preocupar a nadie a su alrededor, y sí, a veces aquellas conversaciones con su negativo subconsciente solían terminar de mala manera; pero esta era la primera vez que algo así sucedía, y estaba asustado, por no decir aterrado de si mismo.

Tragó saliva antes de zafarse del agarre en su brazo, y con vergüenza esquivó a su amigo para acercarse a la puerta del camarote. No sabía que excusa darle al joven para que no se preocupara por su salud mental, tema que ya lo tenía bastante preocupado a él mismo. Gon actuó a tiempo al ver las intenciones del albino, y de forma imponente se paró frente a él para obstruirle el paso.

—Entiendo que no quieras hablar, pero déjame ayudarte con eso —musita, señalando con la mirada las heridas de su brazo—. Por favor, solo la desinfectaré y te pondré vendas.

Ante la insistencia del muchacho, Killua decidió ceder a sus peticiones, dejándose arrastrar nuevamente hacía la cama mientras el muchacho corría al baño por un botiquín de primeros auxilios. No pudo evitar sonreír levemente al escuchar como el chico buscaba desesperadamente el dichoso botiquín, encontrandolo poco después en uno de los gabinetes.

Sacó el alcohol junto a algunos trozos de algodón, y luego de mojarlos empezó a pasarlos por encima de la lastimada piel del Zoldyck. Este último arrugó las cejas con cierta incomodidad al sentir un leve ardor en su brazo, pero por suerte era bastante tolerante al dolor, así que aquella herida en su antebrazo no era nada del otro mundo.

Mayor fué el daño mental que el físico.

Con delicadeza envolvió la herida con algunas vendas, realizando un torpe nudo al final para que no se desataran. Gon le mandó una rápida mirada a su amigo, frunciendo las cejas con cierta pena al encontrarse con sus vacíos ojos e inexpresivo rostro.

No entendía que le sucedía a Killua.

Kurapika suspiró pesadamente, ya llevaban alrededor de tres semanas navegando sin parar, y aquello ya estaba empezando a agobiarlos a todos. No sabían cuánto faltaba para llegar, ya que aunque lograron interactuar un poco con el guía, este no era una bestia mágica con buenas habilidades de comunicación; así que solo les quedaba seguirlo en silencio.

Desató hábilmente la corbata de su traje, cerrando la puerta de su habitación antes de desabrochar los primeros tres botones de su camisa. Se retiró el saco antes de arrojarlo a su cama, tomando asiento a un lado para reposar un rato.

«¿Qué estarán haciendo Gon y Killua? Llevo varios días sin hablar con ellos» pensó con curiosidad, recordando vagamente el rostro de ambos muchachos «Seguro están hartos de todo este viaje, aunque ellos siempre hayan la manera de divertirse» una corta risa nasal llamó la atención de Leorio, quien dormía tranquilamente en la parte superior de la litera.

—Oh, Kurapika —la voz del hombre lo hizo sobresaltar, ya que no había notado su presencia hasta el momento—. ¿Ya terminaste tu jornada de hoy?, ¿alguna novedad?

El rubio suspiró pesadamente, negando con la cabeza aunque no pudiesen verlo—Nada relevante, solo nos toca seguir al guía hasta que pare en algún sitio —responde, observando distraídamente el techo de la habitación—. ¿Que hay de tí?, ¿alguna novedad en el área médica?

—Parece que Killua está pasando un mal rato —comenta, haciendo que el Kurta frunciera las cejas confundido—. Hace unos días se hirió asimismo en lo que supongo, fué un ataque de pánico, Gon lo llevó a la enfermería al día siguiente porque su herida se abrió durante la noche.

—¿Un ataque de pánico?—repitió el rubio en un susurro, a lo que Leorio musitó un sonido afirmativo.

Pensándolo bien, no le sorprendía mucho que aquello haya sucedido. Killua podía llegar a ser muy emocional cuando de Gon se tratase, y teniendo en cuenta todas las promesas que le hizo al venir, seguramente le preocupaba no poder cumplir con su objetivo personal durante este viaje. Probablemente estaba agobiado por tanta tensión, varios cazadores más estaban en la misma situación justo ahora; la incertidumbre de lo que podría o no pasar, los estaba volviendo locos a todos.

Pero desgraciadamente, no podía hacer nada para ayudarlo con eso. El único capaz de calmar a Killua en esta situación, era Gon.

El Freecss salió de la ducha, tomando una toalla para enrrollarla en su cintura y otra para colocarla sobre sus hombros. Con su mano limpió el espejo empañado, frunciendo un poco las cejas al observar su rostro en el reflejo.

Su cabello estaba caído debido al agua, pero sabía que no faltaba mucho para que volviese a su estado natural; un par de ojeras adornaban su rostro, como evidencia de su estrés y reciente falta de sueño. Se veía cansado y desanimado, y exactamente así era como se sentía.

Estaba cansado, cansado de ver como su mejor amigo se lastimaba asimismo cada día más, y desanimado porque no sabía exactamente como ayudarlo. No tenía ni idea de que cruzaba por su mente, ya que él se negaba a compartir sus emociones en esta ocasión. Trataba de hablar con él, hacerlo reír o por lo menos distraerlo un poco, pero nada parecía funcionar.

Y eso lo tenía deprimido.

Con algo de esfuerzo embozó una sonrisa, creyendo inocentemente que con eso elevaría aunque fuese un poco su ánimo. Con la toalla que reposaba en sus hombros, secó parte de su cabello antes de abrir la puerta del baño, cerrándola detrás de sí para ingresar a la habitación.

Y ahí estaba de nuevo; Killua, como de costumbre, se encontraba sentado frente a la ventana, perdido entre sus tormentosos pensamientos.

—Killua —lo llamó, recibiendo solo silencio de su parte—. Killua —repitió, y al ver como el cuerpo del muchacho se movió un poco, supuso que había logrado escucharlo—, ¿quieres ir a comer?

—No tengo hambre...—murmuró, sin siquiera dirigirle una mirada.

Gon frunció el entrecejo. A veces le gustaría saber que era eso tan interesante que había en el mar para que Killua estuviese todo el día frente a la ventana.

—Debes comer, Killua, vamos.—insistió, acercándose a su maleta para sacar algo de ropa.

Al no recibir respuesta del albino, se resignó a guardar silencio. Tomó sus prendas; una simple camiseta de color blanco, unos cómodos pantalones de algodón color verde, sus boxers y unas zapatillas negras. Al ver que el muchacho no tenía intenciones de voltearse, se vistió de forma tranquila, acercándose a él una vez terminó.

Colocó su mano sobre el hombro derecho del muchacho, obligándolo a girarse en su dirección. Killua frunció las cejas irritado, pero al ver la expresión en el rostro de su amigo, no pudo emitir la más mínima queja.

—Vamos a comer.

El albino se dejó arrastrar por su mejor amigo hasta el comedor del barco. El peliverde había recuperado su habitual estado de ánimo gracias a la presencia del Zoldyck; durante el camino se la pasó hablando y hablando sobre los diferentes platillos que preparaba una de las mejores cocineras encargadas, y por un segundo, Killua se dió el lujo de olvidar todas sus preocupaciones para escuchar adecuadamente a Gon.

Era fascinante la facilidad que tenía el muchacho para calmarlo.

—¿Que piensas pedir, Killua?—cuestionó el joven, a lo que él levantó la mirada para observar la limitada carta de platillos.

—Gon —lo llama, a lo que él torció los labios para que continuara—, solo sirven un tipo de comida al día, no se puede escoger.

El peliverde se llevó una mano a la nuca, embozando una sonrisa apenado. Killua no pudo evitar reír ante su torpe descuido, haciendo que la sonrisa del Freecss se ensanchara aún más.

Ya estaba volviendo a ser el mismo de antes.

—Te extrañé mucho, Killua.—musita, haciendo que la risa del Zoldyck cesara.

—Cierra la boca, baka.

Luego de algunas risas más por parte de ambos, la cocinera les entregó su porción del almuerzo diaria, a lo que ambos se despidieron de ella dándole las gracias como de costumbre. Gon sonrió ampliamente al ver a sus dos amigos comiendo tranquilamente a unas cuantas mesas de distancia, y sin delicadeza alguna tomó al albino por el brazo para arrastrarlo en esa dirección.

Kurapika levantó una ceja sorprendido al ver a Killua, ya que no había tenido tiempo de ir a visitarlo desde que se enteró de su pequeño incidente; pero tal parece que no hizo falta que fuese a verlo, ya que se veía perfectamente bien.

—Gon, Killua —saludó alegremente Leorio, haciendo un ademán con su mano para invitarlos a tomar asiento frente a ellos—. ¿Cómo han estado?

—Muy bien, ¿y ustedes?—responde el Freecss, ahorrándose los detalles sobre sus últimos y, horrorosos, días.

—Todo en orden —responde el Kurta, tomando un corto sorbo de su jugo de naranja—. ¿Se están divirtiendo?

—¿Qué tiene de divertido este barco del infierno?—responde altaneramente Killua, haciendo reír al rubio.

—Me tomaré eso como un no —murmura, ganándose una mueca del peliverde—. Gon, ¿has hablado con Ging últimamente?

El muchacho entreabrió los labios, tratando de recordar la última vez que convivió con su progenitor; notando así que, tenía alrededor de un mes sin verlo, más específicamente desde que partieron del portón. Había estado tan concentrado en la salud mental de su mejor amigo, que ni siquiera le había puesto cuidado a la ausencia de su padre.

—No, llevo mucho tiempo sin verlo —responde, ligeramente preocupado—. ¿Le habrá pasado algo?

Leorio negó con la cabeza, masticando rápidamente el bocado de comida que tenía en la boca antes de tragarlo para poder hablar—No se preocupen, suele estar en el área donde tienen confinado a Beyond junto a los otros zodiacos. Seguro tratan de sacarle información o algo por el estilo.

—Cierto, ese barbudo es el único en todo este barco que ha pisado el continente oscuro al menos una vez —comenta Killua, entrecerrando un poco sus enormes ojos—. Me gustaría escuchar que tiene para decir ese tipo, Ging nunca lo deja hablar durante las reuniones.

—Yo no, ese sujeto no me da confianza —niega el rubio, recordando vagamente sus pocas interacciones con el señor—, es la avaricia en persona. Estoy seguro de que nos sacrificaría a todos en este barco solo para salvarse él mismo.

—A mi tampoco me da buena espina, desprende un aroma muy feo y desagradable.—comenta el peliverde, arrugando su nariz con cierto asco.

—Que no se bañe no quiere decir que sea una mala persona, recuerden que es hijo del viejo Netero —apunta Killua, para luego fruncir los labios de manera pensativa—. Pero en general, no me cae muy bien, lo mejor será que nos mantengamos alejados de ese tipo.

Todos asintieron al comentario del Zoldyck, ya que ninguno tenía intenciones de acercarse al hijo del difunto presidente de la asociación. Terminaron de ingerir sus almuerzos de forma tranquila, disfrutando del agradable ambiente que se formaba cuando los cuatro estaban juntos, igual que antes.

—Si no tienen nada que hacer, necesito un poco de ayuda en el área médica del barco. No tenemos mucho que atender, pero debemos organizar todas las medicinas que desembarcamos de la ballena negra —comenta Gon, a lo que ambos jóvenes asintieron—. Perfecto, en ese caso, pueden pasar mañana por la tarde-...

Las palabras del pelinegro quedaron al aire; y él, al igual que todos los pasajeros presentes, se quedaron inmóviles para confirmar que aquello que acababa de suceder, no fuese un error o una interrupción momentánea. Pero luego de algunos tensos segundos, en los cuales nadie emitió el más mínimo sonido, las dudas fueron disueltas.

El barco, luego de casi un mes sin detener su andar, se había parado abruptamente en algún lugar desconocido.

El tiempo empezó a transcurrir en cámara lenta para Killua. Permaneció sentado en su asiento, observando lo que hacían todos los demás. Kurapika y Leorio se levantaron rápidamente de sus asientos, abandonando el comedor para dirigirse hacía la cabina del capitán. El resto de cazadores a su alrededor empezaron a gritar cosas que no se tomó la molestia de escuchar, pero al ver sus rostros llenos de júbilo, pudo suponer que estaban celebrando.

Gon, su mejor amigo, se veía igual de emocionado que el resto de pasajeros; pero en lo personal, Killua no encontraba la más mínima razón para alegrarse o entusiasmarse. Incluso se sentía asustado.

A partir de ahora, las cosas solo empezarían a complicarse para todos.

Espero que les haya gustado el cap uwu

Ya volvemos con más actualizaciones semanales de esta historia 😸

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