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⇁ 06 ↼


「 ʟᴏ ᴅᴇᴊᴏ ᴘᴀsᴀʀ 」






La felicidad de tener de nuevo en nuestras vidas a Chuck resulta efímera, cuando siento una manos sobre mi hombro. Es Haymitch, quiere hablar en privado conmigo.

Ignoro con un bajo suspiro a los gritos, a la desbordante alegría de mi equipo, que llora alrededor del pequeño Chuck. Resulta casi doloroso verlo, con esa sonrisa surcándole de oreja a oreja. Ni en mis mejores sueños había concebido la posibilidad de verlo de nuevo.

Tampoco en mis pesadillas, en ellas, siempre la culpa me embargaba.

Todavía recuerdo las palabras que dijimos Tommy y yo en el podio de su Distrito, las palabras de despedida que le dimos. Ahora parecen perderse sin importancia alguna, porque maldición, está vivo. Con nosotros; y por el momento, no soy capaz de pedir nada más.

Bueno sí, que Haymitch no me molestase para ser amiguitos de nuevo.

Me lleva aparte de la sala, cerca de una esquina, para cruzarse de brazos. Ciertamente su aspecto es mucho más desaliñado que en los Juegos, pero esa vista iluminada y severa —tal y como recuerdo— es suficiente para ponerme alerta.

Mis ojos se reparten por esa barba empecinada, por sus hombros hundidos y esa sonrisa que tan malos recuerdos me trae.

—Bueno, ¿y qué quieres de mí ahora?

Suspira, porque como esperaba, no voy a recibirlo con brazos abiertos a pesar de este hermoso regalo. De este milagro.

—Es sobre Minho, creo que... bueno, ya has visto lo que le hacen en el Capitolio, ¿no?

El solo recuerdo de verlo a través de la pantalla, sufriendo y claramente torturado en cada parte visible de su cuerpo fue suficiente para hacerme perder el buen humor de antes. Revolviendo mi cabello rubio, noto áspera la superficie de mis dedos y mirándolas, asintiéndome levemente hacia Haymitch, recuerdo las manos de Thomas.

Mucho más suaves, tersas y delicadas que las mías; forzadas a pulirse en los Juegos desde el principio. Escucho la voz de Heather, que alza a Chuck en sus brazos mientras Ethan pide cogerlo también. El niño no cabe en su felicidad y eso, consigue aliviar un poco el peso de mi corazón.

—Ya estoy hablando con un pequeño equipo de contingencia para prepararnos a formar un grupo secreto para rescatarlo, siempre y cuándo Coin y su hermana no den un visto bueno a tu última jugada —ni siquiera me sorprende que sepa de mi amenaza en la sala del consejo de antes.

Recuerdo a Jorge, quién todavía no se ha comunicado con Brenda, pero sé que lo hará pronto; por lo que mencionarle el tema sería innecesario.

Sin embargo, la sola mención de formar parte más tiempo de compañía con mi ex-mentor, me pone los pelos de punta. Siento que mi puño arde de solo recordar cómo golpeé su mejilla en el pasado, al despertarme, hace malditos tres meses.

—¿Prepararnos? ¿Qué te hace pensar que quiero estar contigo después de lo que me hiciste?

Haymitch detecta al momento mi tono hosco, y apretando el puente de su nariz, vuelve a suspirar. Me tenso más sobre mi sitio al sentir ojos en mi espalda, probablemente de mis amigos.

Sin embargo, mi ex-mentor no parece acobardarse esta vez; parece incluso molesto.

—Es hora de madurar, Newt. Deja de jugar al doliente y pobre chico que ha perdido parte de su pierna, porque eso ya no funciona conmigo —y sus palabras duelen.

Siento un escalofrío en mi pierna izquierda, sobre mi rodilla que es en donde está amputada y notando calor en mis brazos, lo miro con la ceja enarcada.

—No juego ningún papel, me traicionaste y el regreso de Chuck no cambia nada de lo que hiciste, Abernathy. —Sé que le ha dolido que lo llame por su apellido, sus ojos cerrados me lo demuestran.

Sin embargo y aunque siento un pinchazo en mi estómago, no me retracto.

Las voces siguen sonando detrás nuestra, y en mi mente sólo se pasan una y otra vez las imágenes de Minho. Tan herido, tan vulnerable y, lo que es peor, lo apabullante que resulta ser consciente de que su dolor haya sido mostrado por, posiblemente, todas las pantallas de este Distrito.

Mi cabeza da vueltas una y otra vez sobre la enorme posibilidad de recibir la espalda del 13 y de tener que vernos obligados a actuar en solitario. Y sé que de tener razón, tendría que trabajar codo con codo con este hombre, que me mira con tormento. Conociéndome mejor que nadie.

Algo incómodo, me masajeo las muñecas recibiendo a Gally, que pasando la reunión afectuosa de los demás —quizás todavía sin atreverse a mirar a Chuck del todo—, se acerca a nuestro trote. Me codea el brazo e ignora olimpicamente a mi ex-mentor.

—Tienes que darle una oportunidad, Newt. Nada de esto se podría haber conseguido sin su ayuda —me dice, pero el hombre está molesto.

Por lo que no me sorprende que me dé la espalda, para dirigirse hacia la salida, mientras suelta un último comentario: —Para cuando se te pase la actitud de crío, ven a buscarme a la habitación 605, si es que eres capaz de echarle huevos a verme la cara de nuevo.

Y dios, si no fuese por la mano de Gally en mi espalda, le habría saltado encima.

Se cierra la puerta tras su salida, y me veo en una encrucijada.

Ahora mismo, no me veo realmente capaz de reunirme con los demás, de sonreír alegremente a su lado y mucho menos de hablar de otra cosa que no sea esta revolución que acongoja mi corazón. Por eso, hablo en susurros bajos a Gally, con la oportunidad de excusarme.

—Diles que estoy en mi habitación, necesito descansar —y es lo único que digo, para dirigirme hacia la puerta de salida. La única de toda la sala.

Dudo mucho que Haymitch haya buscado una que tenga una posibilidad de tener cámaras por dentro, si de algo sabía del hombre, era que el secretismo y pasar invisible para el resto del mundo, era su pan de día a día. Dios, incluso pensar en esa comparación me hace escocer el corazón.

Porque, por una simple y cubierta hogaza de pan, fue que pude conocer a mi mejor amigo. Joder, lo echa de menos tan arrolladoramente que dolía.

Sin embargo, antes de poder salir con una pata y media de la habitación, unos dedos con un tacto ardiente que conozco demasiado bien me detienen al filo de la puerta. Sé que es Thomas sin si quiera tener que darme la vuelta.

Su esencia, su calor, todo de él, lo tengo tan grabado en mi mente que resulta hermoso formar ese rompecabezas incompleto en mi cabeza. Desde el principio, conocerle ha resultado tratar de unir piezas tan diferentes y caóticas, unas con las otras, que resultaba increíble que formasen un retrato tan perfecto juntos.

Sus dedos acarician los míos, lenta y tortuosamente. Mi cabeza se queda en blanco cada vez que lo noto cerca de mí; y sus ojos achocolatados, tan profundos como intensos, me debilitan a cada paso. Resulta divertida la idea de que ahora me supera en tamaño, y envidio que tuviese tiempo para dedicarse a sí mismo, mientras yo permanecía en una cama, odiando cada parte de mi ser.

Odiando ser tan fructuoso.

—¿No quieres quedarte? ¿Te sientes mal, o algo? ¿Quieres que te acompañe a tu habitación, Newt? —Y su tono, tan dulce y empalagoso, me resulta terriblemente adictivo.

Aunque en realidad, todavía ni sé qué demonios somos.

Pero veo ese rastro de lágrimas que acaricio con mi mano libre, notando su piel caliente y tan cerca, como esa sonrisa deslumbrante y sé que apartarlo ahora mismo de Chuck sería la decisión inequívoca. Después de todo, su pérdida causó un trauma demasiado grande; sobre todo a él.

Mi mano permanece intacta sobre su mejilla, obligándome a alzar la cabeza para mirarle y sonriendo, con suavidad y como he aprendido a hacer a su lado, le digo: —Voy a reunirme con Bellamy, no te preocupes. Tú disfruta con él, ambos os lo merecéis.

Y aunque trato de separarme, su voz vuelve a dirigirse hacia mí.

—Tú te lo mereces más que nadie.

Y con eso y la sombra de una sonrisa, así como una imagen de un beso rápido de Ethan y Heather, salgo de allí.

Cojeo un poco para llegar a mi habitación, pero por suerte los pasillos no están tan abarrotados como al principio de mi llegada. Cuesta creer que este sea todavía mi primer día; llego a mi habitación, tomando el ascensor y sin vista de Luna, para cerrar la puerta tras mi espalda.

La pierna me palpita como un demonio y el estómago se me revuelve ante la verdad dicha a medias hacia Thomas; porque en realidad he quedado con mi estilista en la noche, y eso con suerte si tenía tiempo para mí, y... me doy cuenta en la soledad de mi cuarto, otra vez, que odio estar solo.

Ni siquiera estoy seguro de qué hora es y tampoco me apetece verla en el reloj automático a un lado de la cama. Por lo que alcanzo las ásperas y tersas sábanas de mi cama y me siento sobre ella, soltando un exasperado suspiro, pensando en lo que me toca ahora.

Porque si tengo que fingir que todo está bien delante de tanta gente, delante de mis cercanos y aquellos a los que quiero, durante horas y horas tan duras como esta..., no estoy seguro de poder soportarlo. Alcanzo de mi mesilla, bajo un estante, unas aspirinas.

Ayudan con el dolor y al trabajo de la mente, que no deja de pensar en todo y nada, todo el tiempo.

Mis ojos vuelan hacia el rostro de Minho, todavía palpable y muy vivo en mi cabeza, y arrugando las manos sobre las perneras de mis vaqueros, golpeo mis muslos en un arrebato.

—¡Maldito Capitolio! ¡Maldita Ava y Snow! ¡Maldita Teresa! —repito una y otra vez, en el silencio de mi habitación, odiando a todo el mundo que me ha llevado en realidad a este punto.

Pienso en las personas que salvé esta mañana, en esa madre, en su hija y en el bebé, y me obligo a calmarme. Me tumbo sobre la cama, quejándome de la pierna unos segundos hasta que, horas más tarde quizás, escucho un golpeteo en la puerta.

Rápidamente e ignorando la molestia de mi pierna izquierda, alcanzo el pomo deseando ver a Bellamy. Porque exceptuando a Thomas y al resto de mi equipo, era la persona que mejor me conocía.

Es un alivio verlo, a pesar de tener la cara algo moreteada y con leves heridas.

Me surge la duda de qué puede haberle pasado, cuando horas antes, estaba brillante como siempre. Incluso parece todavía molesto, pero trata de ocultarlo con una sonrisa condescendiente. Aunque no lo consigue.

Sus nudillos rojos, sujetando una carpetilla oscura, sólo me regresan a pensar en el enorme agujero que hemos caído todos. En lo mal que debemos estar de la cabeza si planeamos un surgimiento a un estado que se ha mantenido en el poder, desde incluso antes de mi nacimiento.

—La tormenta se acerca, pajarito —dice, mientras lo dejo pasar.

Y odio que tenga tanta razón.

🏹🧡... ELSYY AL HABLA (!)

... omgggg siento que sea tan corto, pero me pareció mejor cortarlo aquí. además, siento mucho haber tardado tanto en subir la continuación; pero prometo hacerlo más seguido, después de todo, esta historia es parte de mí y la amo demasiado. por cierto, a quien le interese, tengo un nuevo fic newtmas subida en este mismo perfil (es en el mundo de alicia en el país de las maravillas).

anyways, amo a thomas y a newt.

los quiero mucho, no olviden dejarme todas sus opiniones. nos vemos pronto, mis tributos.

🧡🏹

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