⇁ 05 ↼
「 ʜᴇ ᴠᴜᴇʟᴛᴏ ᴀ ʟʟᴏʀᴀʀ 」
Tres largos y duros meses pasaron hasta que pudiera volver a Newt. Hasta que me ofrecieran esa maldita oportunidad los del Distrito 13, de ver a quien amo. Todavía no sé muy bien qué pensar de ellos, pero sí que les agradezco por cuidar de mi chico.
Por cuidar a mi Newt, decir eso incluso en la cabeza resulta abochornante.
De todas maneras, la cosa es así; no me ha resultado fácil verlo sin la pierna izquierda, gran parte de ella convertida en un trozo de metal fue duro de digerir. Intenté al verlo por primera vez, no sobre reaccionar para no hacerlo sentir mal. Tampoco puedo dejar de pensar en que cada una de esas sonrisas que nos ha dado desde su llegada, no han sido más que forzosas.
Y lo entiendo, de verdad, pero me duele verlo de esa manera. Todo está sobre sus hombros, y él lo tiene más que claro. Todos, en realidad.
También cuide de su hermana en la distancia; sigue atrapada en las salas médicas del distrito bajo tierra, y aunque realmente no parece tener mejoría salvo cuándo Gally permanece a su lado, tuve una oportunidad de hablar con ella hace mes y medio.
No intercambiamos muchas palabras y sólo me reconoció por verme en los primeros juegos, además de por ser el que sin razón alguna, le di un puñetazo en los segundos juegos. Sin embargo tras pedirle unas respuestas algo vagas, tampoco supe mucho qué decir de ella, o de Newt. Traté de recabar toda la información posible con respecto a su memoria, tal y como me habían recomendado. Sobre todo por parte de Caleb, mi antiguo estilista del Capitolio, y de Bellamy, quien se mostraba muy emocionado ante la idea de ver pronto a Newt.
Por suerte, nuestros equipos de estilistas (menos los de Teresa que habían muerto) estaban con vida, seguros y con nosotros.
Hice todos mis intentos con la chica, de verdad. Pero... no dio muchos resultados.
Elizabeth, o Sonya como proclamaba llamarse ahora, recordaba a sus padres y hasta ahí, todo bien; pero no recordaba nada de su hermano, ni siquiera que lo fuera. Ella sólo era consciente de que Newt era un posible enemigo de ella, y de que tenía que matarlo. Lo odiaba con todo lo que era, lo que por supuesto, era lo extraño.
La única vez que lo saqué a colar en la conversación, trató de morderme y empezó a gritar como una loca; su ataque de histeria no llegó muy lejos, porque los equipos y mediqueros del trece me sacaron casi que a patadas y la mantuvieron a raya con varios sedantes.
Era muy bonita, algo semejante a su hermano, pero con rasgos muchísimo más femeninos y claramente corrompidos por lo que sea que tenga en la cabeza. Era menor, sin duda. No por mucho, pero era bastante triste ver a alguien en ese estado y tan joven.
La idea entonces de no haber podido ser de ayuda a Newt con este tema en particular, en ese momento, me deprimió bastante.
Pasé algunos días insistente, deseando ver a mi chico dorado por todos los medios y al cabo del último tercer mes, me ofrecieron la oportunidad. Fue el mejor día de mi vida, desde que llegamos aquí y dejamos atrás los juegos.
El... recuerdo de Teresa y de su traición, todavía me escuece como una espina clavada en mi corazón; quiero decir, la conozco desde que éramos pequeños, o bueno, creía hacerlo. La historia de su madre todavía me causaba pesadillas en las noches, sobre todo de imaginarlo.
También me martiriza ahora saber que sufría en silencio y que yo era incapaz de hacer algo por ella.
En ese tiempo, antes de poder tener un encuentro con Newt, junto a Ethan y Jace, ambos tomamos la idea de fortalecernos. Por suerte, en el distrito trece disponían de equipamiento para entrenamientos y ejercicios diversos. Quizás por su insistencia, de los chicos, es que conseguí unirme a sus locas ideas.
He cambiado, por supuesto. Quiero pensar qué a mejor.
Estoy mucho más alto y he ganado más músculos por mi consistencia, pero nada de eso importó en la llegada de mi chico dorado. Que me recibiera con un beso (ignorando la presencia de todos en el comedor) me dejó sin habla; y es que esto es algo que siempre me pasa con él.
Me deja helado y a sus pies, y no me importa. Me gusta, y me hace sentir especial; nunca me había sentido de esta manera, ni siquiera las veces en que en mi distrito —del que no sé nada— Ava bromeaba con que tenía que encontrar cuanto antes alguna chica para copular y encargarme de no desperdiciar mi inteligencia.
Ahora esas palabras que antes me enorgullecían un poco, me dan repulsión; sobre todo, porque ahora, lejos de mi casa, de la gente que creía conocer, me ha hecho darme cuenta de quién realmente soy, de quién quiero ser. Y esa persona, a como dé lugar, debe permanecer al lado de Newt. Porque es mi luz, mi esperanza y la razón por la que he cambiado.
Mi chico de oro; no por nada se ha vuelto el Sinsajo de la revolución.
Aunque es cierto e innegable que en la sala de reuniones, la presencia y recordatorio de la captura una vez más de Minho, había abierto algo entre nosotros. Que realmente no estoy seguro de que haya un "nosotros", porque en ningún momento hemos aclarado algo de ese tipo, pero lo ha hecho.
Minho... me culpa de algo que no es cierto, y odio que haya puesto inestable a Newt. Porque yo he visto antes que nadie cómo temblaban sus manos, cómo encorvaba sus hombros por la presión social y cómo ha mantenido en secreto todo eso; por supuesto, quizás he parecido estar algo molesto en la charla posterior con nuestros demás amigos, pero no es que esté cabreado con el pobre amigo de Newt, no; es sólo... que me parece increíble que de verdad Minho crea que yo soy capaz de meterle alguna idea en la cabeza a Newt.
Él mismo sabe qué nunca hace caso a nadie.
Parte de su personalidad volátil, rebelde e impredecible, es la razón de que me guste. De que revolotee a su alrededor como polilla persiguiendo la luz. Su carácter fuerte, sereno en bastante ocasiones y de libertador, me vuelve loco. Por no hablar de su hermoso cabello, de su rostro de marfil, de sus ojos intensos y de esos labios carnosos que he podido probar varias veces.
Aún sigo pensando en cómo he tenido la suerte de que se fije en mí.
Todo en Newt me trae de cabeza y por eso, aunque sé a consciencia que estamos en una horrible guerra del que nadie sabe su final, no puedo dejar de sentirme bien conmigo mismo. Porque he podido decidir por mí mismo, por estar en el lado correcto. Por estar dónde quiero.
Sé que Sarah o Enid, sé que mis padres adoptivos o biológicos, estarían orgullosos de verme ahora. Cuando llegué al Distrito 13, después de despertar, traté de buscar a mi madre adoptiva, pero no dio resultado; eso me confirmó de que en realidad, aquel día durante la visita en mi distrito, fue que la perdí para siempre. Y no sé muy bien que sentir respecto a ello; a veces pienso que la odio, por mentirme toda mi vida, por mentirme sobre mi verdadero origen, pero luego..., recuerdo todas esas noches atrapado en sus brazos. Recuerdo los dulces besos dados por mis pesadillas de arena y fuego que ahora tienen algo más de sentido, ya que relaciono con la destrucción del Distrito 13 (antiguo) y me duele sentir rabia hacia ella.
Porque ella todo el tiempo me dio su amor y confianza. Porque me crío como su hijo, tras la pérdida de mi padre adoptivo y su esposo. Porque nunca me repudió a pesar de no llevar su misma sangre.
Mis manos —durante los tres meses— buscaban constantemente mis objetos preferidos y que siempre conseguían mantenerme en calma: el colgante con las fotos de mis verdaderos padres, el colgante del sinsajo que antes pertenecía a Madi y, por supuesto, la figura de Chuck. La que tanto quería dar a sus padres. Me ayudaban a mantenerme sereno.
Por supuesto, también traté de hablar con alguien sobre mis verdaderos padres. Mostraba su foto a todos aquellos que me parecían que pudieran saber algo, pero tampoco dio resultado. Aunque eso sí que me lo esperaba, porque ellos murieron hace tanto tiempo que soy incapaz de recordarlos.
Ahora, regresando a la actualidad, al lado de Newt y persiguiendo a esa figura de nombre Lexa Griffin, la idea de soltarlo todo pasó por mi cabeza. De ser sincero, porque ahora que estaba con él, me sentía completo y seguro. Porque sé que él me diría lo que necesitaría escuchar.
Por supuesto, no esperaba pero para nada del mundo, encontrarme con esa inexplicable y loca sorpresa de Gally y Haymitch. Eso eliminó todos mis deseos de golpe.
—¡Chuck, maldito pingajo! —dice Newt, con una sonrisa borrosa de lágrimas, trayéndome a la realidad.
Admito que mientras aferro mi corazón, soy incapaz de moverme.
Me quedo helado al ver salir con vida, con esa sonrisa orejona y esos rizos castaños, a mi querido Chuck. Parece un sueño, parece que he perdido completamente la cabeza cuándo Ethan lo carga entre sus brazos para darle vueltas sin parar.
Heather y Brenda son las siguientes en acercarse; también abrazan al niño, tocándolo por todas partes y cerciorándose de que no se trate de alguna ilusión. Yo caigo de bruces al suelo, siendo recibido inmediatamente por Newt, quien no deja de mirar al niño. Boquiabierto, llorando; puedo asegurar que esto también puede haber roto todas sus fortalezas.
Me sujeta de un hombro, con fuerza, quizás también tratando de asegurarse de que esto que está pasando es real. De inmediato mi respiración se acelera cuándo lo veo reírse, como si nunca hubiera estado en el suelo, sangrando y con una herida mortal. Como si nunca me hubiera visto obligado a despedirme de su cadáver frío y diminuto, del cuerpo de un niño de apenas trece años.
Como si nunca hubiera fallado de haberlo devuelto con vida a sus padres, tal y como se lo prometí una noche de los primeros juegos.
Mis ojos lagrimean casi sin darme cuenta y cuándo Chuck se separa de mis amigos, escépticos de verle también con vida, nos mira a Newt y a mí; su mirada castaña, tan familiar y dolorosa repasa nuestras figuras, una y otra vez. Para cuándo me doy cuenta, está arrugando su rostro y corre entre ligeros tropiezos hasta nosotros, entre sollozos.
Vuelve a parecerme ese niño que perdí en la arena, pero, puedo decir a simple vista qué también ha cambiado; o al menos, de la imagen que mantenía a fuego lento en mis memorias todo el tiempo.
Está bastante más delgado, ya no tiene las mejillas redondas y las manos regordetas; ha perdido mucha grasa de bebé y sus ojos ya no me detallan con la misma inocencia de antes. Pero sigue siendo el mismo en el fondo.
—¡Newt! ¡Thomas! —Y para cuándo salta a nuestros brazos, los míos como memoria muscular grabada en mi cabeza, lo apretujan casi dolorosamente.
Newt nos abraza de inmediato mientras escucho por encima al resto de nuestros amigos saltar con miles de preguntas hacia Chuck, hacia Haymitch y Gally, por este milagro. Porque es lo que es: un increíble milagro.
Sin darme cuenta, tengo cuidado de aplastar con demasiada fuerza a Chuck, tengo también cuidado de apartar a Newt y en ese pequeño espacio reducido, sigo llorando mientras atrapo esas mejillas del niño, qué también parece desconsolado.
—¿Cómo... cómo es posible, Chuck? —Incluso decir su nombre en alto resulta una pesadilla—. ¿Cómo estás vivo? —Y mi voz sale tan delicada, tan suave, que hasta me cuesta creer que se trate de la mía.
Newt parece también escéptico ante la idea. Trata de hablar con seguridad mientras respira hondo y se limpia sus frágiles lágrimas con movimientos bruscos.
—Te vimos morir —añade, mi chico de oro.
No obstante, el niño de mejillas sonrosadas, calientes y relucientes, niega con la cabeza, con severidad. Nos toma de las manos, a ambos y, por un instante, pienso en qué sigo en los primeros juegos. En qué sigo siendo nada, bajo la enorme y brillante sombra de Teresa.
—No, me disteis por muerto, que es diferente. —Su voz sonaba igual a cómo la recordaba, quizás algo más grave, pero nada fuera de lo normal—. Mirad, nunca escuchasteis ningún cañón, ¿cierto? Eso es, sencillamente, porque no morí.
Bajo nuestra atenta mirada, ante el silencio profundo de la sala, estira su camiseta con suavidad hacia abajo y nos deja ver parte de su pecho, que muestra una cicatriz redonda y de buen tamaño. Allí, dónde en los primeros juegos, Gally le clavó la daga.
No puedo evitar pasar mis dedos por ella, casi con miedo a tocarla y mis manos tiemblan, con bajos sollozos. Sinceramente, no soy capaz de encontrar palabras; es como si de alguna manera hubieran dado la vuelta a mi tablero, no encuentro sentido y no veo ninguna ficha para mover. A diferencia de Newt, que toma mi lugar, revolviendo los dulces rizos del niño.
Luego pienso en qué tiene toda la maldita razón, porque en mis borrosos recuerdos, no recuerdo haber escuchado ningún cañón tras "su muerte".
—Pero... pero vimos como ese aerodeslizador se llevaba tu cuerpo, ¡con el de Emily también! —Recuerdo entonces que hablaba de la última chica a la que tuvimos que enfrentarnos y que fue el mismo Chuck quién acabó con su vida.
El niño niega de inmediato, sacudiendo la cabeza pero incapaz de soltarnos la mano. Nuestros amigos se acercan por detrás y cuándo, parpadeo varias veces, los veo formar un círculo a nuestro alrededor. Heather sigue limpiándose las lágrimas, Ethan no deja de sonreír como un pato mareado y Brenda, en cambio, cubre su boca, asombrada.
De refilón veo que Haymitch y Gally toman asiento cerca nuestra, en la única mesa de la sala, entablados en una conversación baja. Tampoco puedo prestarles demasiada atención, cuando el chico vuelve a hablar.
—Eso fue... fue un teatro. En realidad, quienes recuperaron nuestros cuerpos fue un equipo del 13. He estado aquí desde entonces. Por supuesto y dejadme acabar —interrumpe a Brenda, que al momento intenta alzar su voz para hablar—, de esto se enteró el Capitolio pero, aparte de mantenerlo bajo los altos mandos como un secreto, tampoco decidieron darle mucha importancia porque al fin de cuentas, para ellos eran sólo dos cadáveres perdidos.
Newt negó febrilmente, señalando su pecho con la barbilla.
—Esa herida... esa herida era muy grave, ¿cómo sobreviviste? —No se me pasa desapercibido cómo mira de soslayo a Gally, obviamente intentando no mencionar el hecho de que ese cabeza de botarate fue quién se la lanzó.
Chuck mantiene su sonrisa, tan brillante como recordaba y dice: —Estuve apunto de no contarlo, es cierto, pero... Supongo que no era mi día.
Y no puedo evitar llorar a moco abierto mientras lo atrapo entre mis brazos de nuevo, agachando mi cabeza contra esa maraña suave y revoltosa. Acaricio varias veces su espalda, abrazándolo por debajo de las axilas mientras no dejo de repetir un «No puedo creer que sigas con vida. Estas vivo, joder», y ese tipo de cosas.
Él sólo asiente y calla, bajo cada de mis palabras y entonces, separándome de su lado otra vez, escucho a Heather dirigirse hacia nosotros.
—Pero si estabas aquí desde que llegamos, ¿por qué nunca nos dijeron nada? ¿Por qué no saliste a vernos? —Sin embargo, ya sé la respuesta. Estaba claro.
Chuck gira su cabeza a ellos, señalando a Haymitch y compañía.
—Ellos me recomendaron mantenerlo en secreto hasta que Newt saliese de rehabilitación, aunque ya me he reunido con mis padres, así que pude soportar la espera gracias a eso —menciona, como si nada.
Entonces pienso en Gally, en qué realmente ya no tengo una razón o motivo aparente para seguir odiándolo y cuándo cruzo mirada con él, veo esa sonrisa complaciente, sencilla y aliviada, y me doy cuenta de que tendré que hablar con él pronto. A lo mejor no para pedirle disculpas, porque de todas formas sí que había atacado a Chuck en el pasado y eso no se lo perdonaría nunca, pero sí para enmendar mis errores y malas palabras que le solté en los juegos.
Luego, comprendo qué Chuck ha visto a sus padres, que aunque no cumplí mi promesa al final se hizo realidad y atraje su atención, incapaz de soltar mi agarre de sus hombros.
—Cuando... cuando te vi allí, tirado, en lo único que podía pensar era en tus padres. En que no había podido cumplir mi promesa contigo y, aunque lo intenté por todos los medios, sentí que volví a fallarte al no haber tenido oportunidad para darle tu último mensaje a tu madre ni mucho menos devolverte la figurita que me diste. Lo... lo siento mucho, Chuck, de verdad —quise hacerle entender, que todo lo había hecho mal desde su marcha.
Que no había hecho más que faltar a mi promesa, que no había hecho más que cometer errores tras errores y de que, tras su pérdida, había perdido algo de mí mismo. Pero, él no me deja terminar. Me abraza una vez más, de soslayo viendo que aprieta con fuerza la mano de Newt y me dice:
—¿Aún la tienes?
Entre su maraña de pelos, y las vueltas que me marean la cabeza, logro pronunciar: —¿El qué?
Y sonriendo, remueve su cabeza de mi pecho para sostener su camisa, con su mano ahora libre y sonriéndome de una manera que me hace pensar que no me culpa de nada. Ni siquiera de haberlo dejado morir, solo, sin poder hacer nada más que verlo caer y desangrarse. Todavía tengo pesadillas con su sangre manchando mis manos, con su piel perdiendo color.
—La figura que te di. ¿Aún la tienes? —Como puedo, asiento repetidas veces, recordando que la tengo en mi habitación de este completo de distrito bajo tierra.
De refilón siento los dedos de Newt limpiarme las mejillas. Me abochorno ante tantas atenciones y pienso, una vez más, que no hago más que el ridículo. Pero allí, rodeado de mis amigos, de Chuck y de Newt, maldita sea, siento que todo está perfecto tal y como está.
—Entonces sí cumpliste mi promesa, de mantenerla contigo todo el tiempo. Eso era lo único que necesitaba saber, Thomas. No te culpo de nada, ¿vale? —me asegura entre risas. De nuevo, no soy el único que está demasiado emocionado con esto—. Estoy bien, estoy aquí. Y no pienso irme de nuevo, esa es mi promesa para ti. Para todos.
Y lo dice con tanta seguridad, con tanta confianza, que no puedo evitar abrazarlo con todas mis fuerzas, rodeado de las risas de las personas que quiero, mientras grito sin miedo a que alguien me maldiga por lo feliz que estoy de verlo con vida, de haber recuperado algo mío.
De tener a alguien inocente y que no tenía la culpa de vivir en una revolución de distritos, a salvo y a mi lado. Newt y los chicos corean su nombre, conmigo.
—¡Chuck ha vuelto, chicos! —Demonios, he vuelto a llorar—. ¡Ha vuelto nuestro pingajo!
🏹🧡... ELSYY AL HABLA (!)
... dioooos, espero que les haya gustado. omggg pensaba hacerlo más largo y saltar este trozo, para comenzar con un siguiente arco de esta primera parte, pero es que he pensado que era suficiente por ahora para recordaros que no he olvidado esta historia.
simplemente, estoy trabajando muy duro en ella para no soltar cabos. espero que esto salve algo de espera que pronto vendremos con más.
los quiero mucho, no olviden dejarme todas sus opiniones. nos vemos pronto, mis tributos.
🧡🏹
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro