21. Desastre emocional
¿Conocen esa sensación de sentirse prisioneros? ¿Algo así como entre la espada y la pared? Porque es así como me siento ahora mismo.
Mientras busco la manera de que mi mirada no choque con la de Hyeonji, que se encuentra en nuestra casa debido a la llegada anticipada de la señora Garam, no dejo de pensar una y otra vez en aquella escena en el baño de su casa.
Dios bendito, justo ahora tenían que venir.
Aún no consigo asimilar del todo lo que mi mente y cuerpo sintieron en ese momento —o más bien no deseo hacerlo—, así que me pongo de pie pidiendo permiso y avisándole a mamá en un susurro que estaré en el jardín. Mi progenitora asiente con aceptación y me permite marcharme. Una vez fuera, siento que puedo respirar con normalidad y con toda la tranquilidad que mi mente y ser necesitaban, me acerco a uno de los arbustos que rodean el pequeño tramo perteneciente únicamente a las rosas, claveles y demás flores que mamá adora cuidar más que a su propia vida.
En una ocasión Minkyu se molestó por el cuidado que nuestra progenitora le brinda a sus plantas y jardín en general, incluso podría llegar a decir que lo que mi hermanito sintió fueron celos, lo cual resultaba absurdo ya que a ojos de nuestra madre él era su adoración y razón de ser.
Llego hasta el árbol enorme que desconozco cómo mamá consiguió mantener en nuestra casa y me coloco bajo la copa del mismo. Me recuesto contra la corteza del tronco y cierro los ojos, llenando mis pulmones de nuevo aire.
—Hola —toda mi paz tambalea al escucharle hablar, abro los ojos y los enfoco en los suyos que me miran con una atención que nunca antes he recibido—. ¿Cómo estás?
Me tomo unos segundos para contestar a su pregunta, en el proceso le ayudo a sentarse sin que se revele nada de lo que hay bajo su falda. Justo hoy tuvo que colocarse esa falda de tablones en color melocotón que le queda tan bien con la blusa beige de corte en v y manga larga que trae puesta a juego.
Me abstengo de soltar un suspiro.
—Bien —sus ojos evaluando mi rostro—. ¿Tengo algo en la cara? —niega—. ¿Entonces?
Ahora es ella quien se toma su tiempo para responder.
—Solo me pregunto hasta cuándo piensas ignorarme.
—Yo no...
—Oppa —detiene mi nefasto intento por defenderme, guardo silencio y frunzo el ceño al escucharle llamarme así.
Hasta donde tenía entendido, teníamos la misma edad, por lo que sigo sin comprender por qué me llama así. No lo dudo y se lo hago saber, una pequeña sonrisa tirando de la comisura de sus labios.
—En realidad, soy un año menor —confiesa—. Tengo diecisiete. Cumplo años en diciembre.
—¿El cuanto? —el interés es evidente en mi tono de voz a pesar de que me esfuerzo por ocultarlo.
Ella parece feliz de escucharme hacerle tal pregunta.
Se ve tan bonita sonriendo.
—El diecinueve.
—Ya veo —hago una nota mental y remarco en el calendario de mi mente la fecha—. ¿Entonces...?
Intento volver al tema anterior cuando el silencio se abre paso entre nosotros y me lleva a pensar cosas que no debería estar pensando. Consigo acallar con mucho esfuerzo ese lado oscuro y perverso que me incita a robar un beso a la hija de la mejor amiga de mi mamá.
—¿Vas a dejar de ignorarme? —respingo—. Oppa, sabes que lo que pasó en mi casa fue un accidente, ¿verdad?
Aunque quiero sentirme ofendido, no puedo evitar estar de acuerdo con ella.
—Lo sé.
—Ahora vamos a olvidar ese episodio y seguir siendo amigos —propone.
—No quiero ser tu amigo, Hyeonji —suelto, no pudiendo contener mis sentimientos, aún cuando estos siguen siendo un tanto confusos.
Veo el dolor atravesar sus facciones, lo cual me hace sentir mal por la brusquedad con que he hablado. Sin embargo no consigo aclarar mis palabras debido a que se pone de pie de un momento a otro y planea irse. Algo parece detenerla ya que en última instancia se voltea y me mira.
—Perdona si te he molestado en algo —su tono de voz, que usualmente es dulce y risueño, suena resentido y amargo. Mi interior entra en pánico—. Prometo no volver a causarte ninguna molestia.
Antes de que consiga alejarse la tomo de la muñeca, justo a la altura en donde la pulsera con dije que mariposa se encuentra, y la atraigo a mí con un gesto gentil que nos sorprende a ambos debido a la cercanía.
—No quise hacerte daño con mis palabras, perdóname —pido en un susurro llevando un mechón de su cabello suelto tras la oreja—. Lo que quiero decir es que no quiero que seamos solo amigos, Hyeonji.
Su entrecejo se arruga, lo que extrañamente me causa ternura.
—¿Qué quieres decir?
Suspiro, alejandola de mí con gentileza y guardando una distancia prudente. No puedo olvidar que estamos en casa de mamá y que tanto ella como la señora Garam se encuentran a unos pocos metros de distancia de nosotros.
—Ahora mismo todo mi interior es un desastre y no tengo seguridad de nada—confieso—, pero si de algo estoy seguro es que no quiero que nuestra relación se resuma a una simple amistad.
—Hoseok...
—No estoy pidiendote que aceptes salir conmigo —me apresuro a decir—. Es decir, no ahora, pero al menos ten en cuenta mis sentimientos, por favor.
Una linda sonrisa se adueña de su rostro.
—Está bien —acepta dejándome una sensación de tranquilidad.
Quince minutos y una charla trivial después, ella y su madre abandonan nuestra casa para regresar a la suya.
*Total de palabras: 942.
Bueno mi gente, se vino lo bueno uwu.
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