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Amor de una madre Joven.


Quizá el arruinar tu futuro con un hijo es la decadencia de tu vida. Himawari tenía un enorme futuro por delante pero su primer hijo, arruinó muchas cosas según la gente.

Pero para ella, su hijo jamás hizo algo malo solo por nacer, ¿Qué culpa tenía él?, ¡Ninguna!

Fue difícil, aún teniendo apenas 19 años, estando en un país ajeno al suyo y viviendo con un hombre tan despiadado cómo lo era su esposo.

Himawari jamás borró su energía, ni su felicidad por tener un bebé.

Michael Kaiser sería su nombre, un bebé qué sería amado hasta los huesos por ella. Y cuando nació, heredó su pelo rubio y sus ojos azules, algunas facciones del padre, no podía negarlo.

Su bebé, su hijo era tan hermoso que no podía evitar llorar de la alegría.

― Michael, ¡Eres tan hermoso, mi amor! ― Dijo ella, con un dulce tono abrazando al pequeño mientras besa sus redondos y gordos cachetes.

El pequeño michael fue creciendo, creando un odio a temprana edad por su padre y un inmeso amor por su madre.

Himawari jamás tembló para responder, proteger y defender a Michael de su agresivo, tan horrible padre quién quería obligarlo a robar.

Sí, eran pobres pero no había necesidad de poner a un niño tan inocente a robar sabiendo qué la gente no tenía corazón.

― Mamá, ¿¡Por qué siempre me proteges?!, ¡No quiero que él te lastime más! ― Dijo Michael, molesto.

Pero sus ojos azules estaban cristalizados, deslizando finas lágrimas de preocupación por su rostro.

― Esto no es nada, mi amor. ― Lo convenció mientras lo cargaba entre su brazos.

El pequeño Michael no terminaría siendo hijo único, naciendo su hermano pequeño. Qué su madre bautizaría cómo Adagny Kaiser.

Era un poco más débil qué Michael pero aún así, era muy animado y casi nunca lloraba.

― Mamá, Adagny huele mal, ya no lo quiero ― Michael entregó a su madre mientras hacía una mueca de asco.

Himawari empezó a reír al escuchar a su hijo. Tomando al más pequeño entre sus brazos

― Michael, cuando tú eras pequeño también olías así de mal. ― Le dijo su madre.

― Pero yo ya no huelo mal, Adagny sí. ― Dijo mientras se cruzaba de brazos.

Adagny empezó a reír entre balbuceos al ver el rostro de su hermano mayor, haciendo qué el rubio se voltee mientras empezaba a sonrojarse.

― ¿Y dices qué no quieres a Adagny?

― Bueno, pero lo quiero mucho más cuando está limpio ― Terminó por decir.

Los años pasaron, su esposo y padre de sus hijos se quedaba más en casa, eso hacía las cosas más difícil.

No podía dejarlo, no tenía nada y todo sería tan difícil con sus dos hijos. Y Michael lo sabía

Sabía qué su madre sufría por no poder huir de allí con ellos. Aún cuando él protegía a su hermano de los maltratos de su padre.

Él ya no aguantaba más, haciendo la promesa de volver pronto para sacarlos a ambos.

― Adagny, ¿Dónde está tu hermano? ― Preguntó su madre, desesperada al no verlo.

La pequeña se quedó callada, mirando a su madre buscar desesperada a Michael.

El corazón de Himawari quería dejar de latir al no encontrar a su bebé en casa, se había ido, se había escapado.

La mujer abrazó a su hija entre su horrible llanto, mientras le pedía perdón por ser tan mala madre.

Su hijo se escapó y no volvió a casa, nadie la ayudó a buscarlo, su hijo estaba perdido y quién sabe cómo se encontraba.

Se sentía agobiada, buscando día y noche por él.

Por aquél descuido tan desesperante en busca de encontrar a su hijo, su hija pagó las consecuencias.

La sangre corrió por las piernas de Adagny, haciendo qué Himawari tuviese un colapso, sin dejar de llorar mientras intenta consolar a su bebé.

Dios mío, ¿Por qué le haces esto a una madre?

Himawari Tsuki sufrió demasiado pero, su dolor la hizo entender muchas cosas para ser lo qué es hoy en día.

Una madre llena de amor para sus hijos.

Adagny miró a Michael mientras ambos intentaban preparar una sorpresa lo más rápido qué podían para su madre.

Michael acomodaba la mesa mientras Adagny se aseguraba de qué toda la cocino se prendiera en fuego.

― Dios, si yo fuese de madera hace rato estuviese en candela ― Se quejó

Las llaves de su madre resonaron, ambos se alertaron y empezaron a colocar todo en la mesa, escondiendo los trastes sucios.

Cuando Himawari abrió la puerta, la enorme sorpresa qué sus hijos estaban totalmente sucios de comida, el lugar estaba raramente limpió y la mesa preparada.

Ambos sostenían regalos diferentes mientras se abrazaban con una enorme sonrisa.

― ¡Feliz día de las madres, Mamita! ― Gritó Adagny, abrazando a su madre.

― Feliz día de las madres ― Felicitó Michael, dándole un beso en la mejilla a su madre.

Los esfuerzos del pasado dieron su fruto, creando lo qué hoy ella está viendo con sus propios ojos, qué algo qué parecía un sueño antes, ahora era su realidad.

Una familia feliz con sus dos hijos, siendo personas qué persiguen sus sueños.

― Muchas gracias, mis bebés ― Agradeció con emoción la mujer.

Ambos quitaron sus prendas pesadas e incómodas para sustituirlas por cosas más cómodas y lindas, haciéndola sentarse.

Un sueño hecho vuelta realidad, gracias mamá.










Happy mother day. :D

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