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❛ 𝑪𝑨𝑷𝑰́𝑻𝑼𝑳𝑶 𝑫𝑶𝑺

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DARKSIDE
el lado oscuro.
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02. 𝕶𝖞𝖔𝖐𝖔.

Su mirada pasó de un lado al otro. Guiándose por el aroma de los machos que iban alrededor de donde se encontraba, caminado despacio, al lado del general del grupo. La pequeña Askari tomó la mano con fuerza de Lord Devlon, quien solo pudo alzarla ─cubriéndola con sus brazos─, intentando hacerla sentir mejor, aunque no fuera nada de eso. El ,acho llevó su mirada ala infante, y luego a la otra mujer que estaba siendo resguardada por sus más fieles perros de confianza. Suspiró. Maldijo en voz alta. E hizo de todo para no intentar querer volver por su cuenta y deshacerse de todos los que sobraban como prisioneros. 

──Se que lo que está pensando ──susurró la niña, agotada ──. Solo sálvela por mi, ¿puede?

Devlon bajó su manos hacia la menta, cubriéndola con ella, mientras asentía perjudicadamente, sin saber que responder. Era la primera vez en siglos que le ocurría esto, y él no era bueno con los niños o las niñas, lo más cercano que estuvo de alguien fue de la hermana del hijo de su Alto Lord, quien solo aparecía cuando se le tocaba el culo. ¿Irónico, cierto? Su hijo sufriendo los entrenamientos, y un niña que era creada para ser una niña del bien, observada desde la única burbuja que su madre deseó crear. ¿Qué le esperaba a él? No lo tenía claro, pero si de algo estaba seguro es que no permitiría que ni el Alto Lord la tocara, ahora era un tema demasiado personal. 

──Lo haré, no te preocupes. Descansa.

Y entre sueños, el pudo sentir un calor abrazador, ¿qué era ese poder? 

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──Te he pedido respuestas, Devlon. No excusas.

──No son ninguna excusa, Alto Lord ──gruñó.

La llegada de los guerreros ilirios se recibió entre gritos de felicidad, música, alcohol y buenas mujeres, o incluso familiares de algunos de ellos, sin embargo, Devlon fue a dejar con las sanadoras a amabas mujeres, mientras el Alto Lord reclamaba verlas con insistencia, pero el macho contrario aseguraba que pertenecían a su colonia, pero tanta era la insistencia del otro, que Devlon le sentenció su muerte allí mismo sin importarle como pudiera afectarle, pero salió tan rápido de allí para volver a ver a esa niña de perfectas obsidianas como piedras preciosas incrustadas en su piel. Sin contar que cierto chico se había colado en la enfermería para buscar algo interesante junto a sus fiel seguidora, su hermana. 

──Te he dicho que aquí no hay nada ──susurró la menor.

──Shh, vas a llamar la atención de la sacerdotisa ──regañó el mayor.

── ¿Llamar la tención de quién? ──preguntó una voz femenina, bastante desconocida para ellos.

──Muchas gracias, hermanita ──Rhys observó a su alrededor ──, nos han pillado por tu culpa.

──Yo no he dicho nada malo, tonto ──se quejó la contraria.

──En efecto, creo que ninguno de los dos debería estar aquí ──dijo la joven azabache que los hizo darse vuelta con un sustos, pero al verla bien, su preocupación creció.

── ¿Quién te hizo eso?

──Nadie ──se quejó la niña que volvía a la camilla donde la habían dejado. 

──Dudo que nadie tenga tanta fuerza ──dijo la niña.

── ¿Dudas de que nadie no tenga suficiente fuerza para someter a una niña como yo, o como tú que no sabes levantar una venda? ──cuestionó. 

──Yo si sé ──repitió la menor.

──Ajá, y yo no soy mujer ──susurró la contraria.

──En todo caso, serías un hombre muy bonito ──defendió el chico, quien recibió un golpe por la otra niña, enfadada ──. ¡Es mujer, tonto!

──Era broma, bruta ──se quejó el ilirio.

Kyoko los observaba con neutralidad, sin entender porque se llevaban así de mal, pero cuando quiso separar sus labios y articular palabras para echarlos de allí, una voz masculina los interceptó echándolos con fuerza de allí. Agradecida, se cubrió con cuidado, mientras Devlon se sentaba a su lado, vigilando que ningún otro macho o hembra de su raza preguntara por ellas, e incluyéndose a él mismo. El hombre dirigió su mirada hacia la pequeña, quien solo lo observaba como todos los extraños que estaban dentro de aquella carpa extraña; Devlon sacó de su bolsillo una bolsita de dulces, los cuales se les entregó con tranquilidad, como si intentara demostrarle que podría confiar en su persona, o crear un lazo de confianza con él.

Era inexplicable. El macho ilirio se sentía seguro cuando la joven volcó la bolsa de dulces, tomando algunos para ella, y los demás dejándoselos a él, sonrió sin darse cuenta que al parecer ella si tenía confianza en su persona, aunque no entendía bien sus razones. Kyoko llevó los dulces a su boca saboreando los distintos, pero diminutas esferitas de colores que llenaban de tranquilidad a su organismo. Según sus cálculos, no ingería alimento desde hace unos tres o cuatro meses. Probar algo dulce en esa instancia, sin importar que tan pequeño fuera, era la misma gloria ejecutada por los dioses. 

──Gracias.

── ¿Cómo te encuentras? ──la miró.

──Entera. 

Devlon sonrió de lado.

──No me refiero a eso. 

──Lo sé ──ella susurró ──, pero no creo estar bien después de haber sufrido por años en Stone City.

── ¿Tu familia nunca pudo...? ──el macho la observaba atentamente, viendo como sus rasgos se tesaban con aquella palabra ──. ¿Huérfana? No es algo tan fuera de serie.

── ¿Lo dice por qué nunca le obligaron a matar a los suyos? ¿O dejar que los superiores te castigarán tomándote de los vellos de zonas que no debería siquiera contarle? 

──No puedo sentir el mismo dolor que tu, ero si puedo asegurar que e ayudaré a superarlo, aún así me cueste toda la vida, Kyoko,

La joven intrigada, lo miró a los ojos con duda.

── ¿Por qué?

──No lo sé ──susurró sin dudar.

──Gracias, Lord...

──Devlon ──terminó por ella.

──Gracias ──volvió a repetir.

── ¿Por qué? ──la miró.

──Por salvar a mi dashur.

¿Pero qué demonios era un dashur

Ya tendrían tiempo para aprender el idioma del otro.

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Las paredes eran angostas, el poco espacio que había estaba repleto de matices grises, tantos eran que para ella eran difíciles de contar teniendo su habilidad. Recorrió una ultima vez el cuarto de baño antes de hundirse con lentitud en la bañera, cubriéndose hasta el rostro de agua caliente mientras sus heridas paraban de liberar la sangre o tierra incrustadas hace décadas. No tenía sentido mantenerse todo el tiempo de aquella manera, pero su mente era un torbellino oscuro donde la desesperanza comenzó a invadirla porque su respiración se fue al carajo, guiándola de nuevo por las mismas pesadillas que atormentaban dejándola en cero, controlando sus brazos para abrir sus piernas con furia, susurrando las mismas asquerosas palabras, sin embargo, una serie de extraños golpeteos la trajeron a la realidad, mientras iba hacia la superficie como una bala. 

── ¿Quién es? 

── ¿Todo bien ahí dentro? ──cuestionó el mayor.

Era Devlon. Habían pasado tres meses desde los sucesos recientes, y si bien ya comenzaba a volverse toda una guerrera, los ilirios no dejaban de recordarle que no era como ellos, o al menos una gran parte, porque aquel macho le había adoptado, proclamándola su hija, la que entrenaría mucho antes que cualquier otro a los ilyrios, y claro que lo haría. Sin embargo, siempre estaba el grupo de tres imbéciles que amaban que le pusieran correa en el cuello, otra cosa que estaba más que dispuesta a hacerlo, con tal de ver como lloraban de rabia. Sus pensamientos fueron de apoco borrándose, porque salió cubierta por una toalla rumbo a su habitación, ignorando las palabras de su tutor.

──Kyo ──le llamó de repente, preocupado ──. ¿Has escuchado algo de lo que te dije?

──No ──expresó desconcierto en su mirada ──, y lo lamento. 

── ¿Otra vez?──preguntó acercándose mientras limpiaba lágrimas imaginarias de las mejillas de la jovencita ──. No te obligaré a contarme, pero debes saber qué...

── ¿Por qué eres bueno conmigo? ¿Por qué me cuidas, sabiendo que soy una asesina o incluso cosas peores? ¿Acaso no temes a que yo te haga algo peor que matarte lentamente aunque no tenga un motivo suficientemente sano para hacerlo? 

──Matar no es un motivo sano ──la miró con los ojos entrecerrados──. Kyoko, si decidí ayudarte es porque algo dentro de mi ve en ti, algo muy pequeño, quizás una luz que te desenvuelve como si fueras un regalo del propio Caldero o no lo sé. Es extraño no sé como explicarlo──dictaminó mientras tomaba asiento a su lado, tomando vendas y un pequeño potecito de savia que parecía estar relleno con la mitad del agua ──. Toma esto, va a ayudarte con tus heridas.

──Esa no es una buena respuesta.

──Lo sé, y se que esperas más ──aseguró dejándole un cúmulo de ropa encima de la cama, para luego verla a los ojos ──. A lo mejor mis palabras te parecerán vagas, pero pienso demostrarte que sigues siendo una iliria, sin importar que tengas un ala o ninguna, quiero estar ahí para ti, quiero darte un hogar, y quizás lo veas hipócrita debido a mi trato dulce hacia ti, pero duro en las afueras de este hogar ──ella lo miró──, pero puedo asegurarte que lo que hay aquí ──señaló su propio corazón, que parecía estar desesperado por hacerle comprender sus palabras ──, es...

Un abrazo. Kyoko le había atrapado en sus brazos, refugiándose en ellos como solía hacerlo cuando despertaba a altas horas de la noche, diciéndole gracias aunque fuera egoísta, pero para el Lord era lo más grato que había recibido por parte de alguien que no fueran sus recuerdos.  Devlon mantuvo la calma, odiaba sentir como el putrefacto órgano de su interior se iba magullando con cada acción que daba aquella ilyria de alas rotas, mientras que Kyo solo era capaz de ver a través de sus manos por lo que prestando atención de nuevo a sus ojos, decidieron cerrar aquella conversación con otro tema, dejando en claro que el futuro que empezaría mañana, sería el nuevo mundo del alma guerrera de la askari.

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