Prologo
Ya sean de sangre o no, para ella, él siempre será su padre sin importar qué.
Ella siempre estará ahí para apoyarlo, protegerlo, cuidarlo y hacerle saber que siempre la tendrá a ella para él. Después de todo, ella es su hija aún sin tener su sangré.
Por las calles del Inframundo, un miembro de la realeza Goetia se encontraba caminando; Stolas Goetia, el encargado de los estudios de la astrología, las constelaciones y todo relacionado a aquellos temas.
No hace mucho acababa de nacer su primera hija; Octavia. ¿Hubo una fiesta?, claro, su padre; Paimon, había hecho una fiesta ENORME e invitó a todos los de la realeza. Su esposa Stella se llevaba a la perfección con casi todos en el baile y se la pasaba hablando mal de él, después de todo su matrimonio había sido arreglado por lo que no había ni una pizca de amor.
Stolas trato mínimo de llevarse bien con Stella pero parecía que la contraria no quería eso, se la pasaba criticandolo, humillando lo y demás. Cuando su padre estaba presente, ahí las cosas cambiaban, parecía el ser más "amable" del Inframundo.
En fin, ahora se encontraba caminando por unas cuentas calles del Inframundo de su sociedad, no hace mucho su hija se había dormido y apesar que ella estaba dormida la fiesta seguía por lo que no tenía razón de estar en esa fiesta.
Un llanto llamó su atención, dirigió su mirada hacia un callejón...era el llanto de un bebé. Apresuró su pasó hacia el callejón y entre más se adentraba en aquel lugar medio oscuro, más podía escuchar el llanto del bebé.
—Oh por...!.—. Stolas vió sorprendido a una bebé de cabellos rubios llorando y cubierta con sangre amarilla. —¿Que te ha pasado pequeña?—. Levantó a la bebé que tal vez parecía ser una recién nacida del suelo y limpió la sangre con su capa. —Espera...está sangre...—. No le tomó muchos segundo para averiguar de quién era la sangre. —Es de... ángel?—. Susurró algo sorprendido y puso su vista en el suelo.
Un charco de sangre amarillo estaba donde se había encontrado tirada a la bebé y de ahí, había un camino de sangre a la parte más la oscura del callejón. Algo dudoso e inseguro, Stolas se armó de valor para dirigirse a dónde lo llevaba el camino de sangre con la bebé aún en sus brazos.
No apartó sus ojos de la sangre que veía con seriedad pero su mirada de puso aún más seria cuando notó sangre del color negro mezclada o patada de la amarilla.
La bebé no dejaba de llorar por lo que Stolas no dudó en calmarla.
—Ya dulzura, ya, no temas, yo te cuidó—. Meció con delicadeza a la bebé mostrándole una sonrisa tranquila y cariñosa.
La pequeña abrió sus ojos y al ver como él príncipe le sonreía no pudo evitar reír demostrando que estaba a gustó con él, la sonrisa de la pequeña también hizo sonreír al Goetia quién beso la frente de la bebé haciéndole cosquillas sin querer.
—Ahg!—. El jadeó de dolor alertó al búho.
Cubrió de forma sobreprotectora a la pequeña rubia. Avanzó un poco más hasta que el camino de sangre acabo.
Los ojos del príncipe pudieron notar a una demonio (tal vez pecadora) tirada en el piso con una herida muy grave en su vientre, la herida era muy horrible que el búho dudaba que seguía viva. Dió una mirada de horror al ver eso que causó que le cubriera los ojos a la pequeña para que no viera tan horrenda escena.
'Esa debió ser su mamá...'. Pensó con tristeza Stolas sin dejar de ver el cadáver de la pecadora.
—...Pequeña...flor...—. Una voz masculina y algo gruesa se escuchó desde una pila de basura.
Stolas volteó su mirada y abrió los ojos sorprendido, quedó boquiabierto por lo que sus cuatro ojos estaban viendo.
Era un ángel exterminador....
Aún que se le hizo raro que fuera hombre pues que él supiera los exterminadores eran mujeres, pudo reconocerlo por el uniforme que llevaba. El cabello del ángel era rubio y muy largo, los ojos eran azules pero lo que le llamó la atención fue que llevaba varias grandes cicatriz en su rostro, como si hubiera sido herido anteriormente con un cuchillo o algo similar a eso.
De la sorpresa que sentía puso su mano en su boca dejándole de tapar los ojos a la pequeña.
Cuándo los ojos de la pequeña rubia cruzaron con los ojos medio abierto del ángel, está rió y alzó sus manitas hacia él quién no dudo en sonreírle.
—Bua-awh!—. La pequeña no dejaba de sonreírle al ángel que río dándole una sonrisa cariñosa y gentil. Los bracitos de la bebé se alzaban hacia el rubio en señal de que él quería que la cargase.
—Pe..pequeña...fl..flor—. Alzó un poco su brazo derecho con debilidad, hacia la bebé que seguía en los brazos del demonio.
Stolas se mostraba confundido ante aquella reacción. ¿No se suponía que esa pecadora muerta que ya hacía en el suelo era la mamá de la bebé?.
—Cu-...—. Al escuchar la voz del rubio, el príncipe dirigió su mirada ahora a él. —Cuida...de la-...la pequeña...flor...—. Fueron sus últimas palabras dichas por una sonrisa hacia él y hacia la bebé.
Apesar de que no entienda muy bien lo que estaba pasando, el búho no dudo en asentir con la cabeza dándole una mirada segura y que lo iba a ser a cualquier costó, eso pudo darle paz al ángel antes de partir.
—Abwuel?—. Parpadeó un par de veces rápida la bebé sin entender lo que estaba pasando debido a que el rubio no se había levantado de la basura.
Sonrió. —Te Quiero...her-...—. Su mano cayó al piso mientras a su vez cerraba sus ojos.
El ángel había muerto.
Stolas miró eso con tristeza y se dió la vuelta para llevarse a la bebé al palacio, la pequeña queria ver a la rubio pero el búho no lo dejó.
Al salir del callejón, Stolas se quedó pensando unos cuantos segundos lo que había pasado tan de repente. Fue sacado de sus pensamientos por la bebé que no dejaba de sonreírle lo que causó que él también le diera una sonrisa tierna y gentil.
—No te preocupes, pequeña—. Cargó a la pequeña debajo de sus brazos para juntas sus frentes. —Yo te cuidare desde ahora, mi pequeña Evelyn—. Besó su frente causando que ella riera.
Volvió a cargar entre sus brazos a la bebé para quitarle la poco sangre que tenía con su capa.
Al momento de quitar la sangre de las mejillas de la pequeña bebé, abrió los ojos sorprendidos al ver unas marcas de círculos de color rosado parecido al rojo.
Aquellas marcas las conocía casi a la perfección, eran parecidas a...
—Te peleaste con casi toda la familia Goetia...—. Stella veía con asco al ser que estaba en la cuna de oro. —¡Por esté adefesio!—. Señaló asqueada a la bebé de las marquitas de círculos.
Stolas suspiró enojado. —Si solo vas a estar aquí para insultar a Evelyn, será mejor que te largues de esta habitación—. Rápidamente el príncipe cargó a la bebé para poder alejarla de su esposa.
La reacción que dio Stolas dejó por completó sorprendida a la princesa que apretó los puños con enojó.
—Tks!, ¡Como si fuera hacerle caso a un plumero sin clase!—. Se cruzó de brazos viendo con molestia a su esposo y a la bebé que se suponía que es ahora su hija adoptiva.
El llanto de Octavia se pudo escuchar debido a que la habitación de ambas bebés estaban cerca.
—No vas a ir a ver a Octavia?—. Stolas se encontraba dándole el biberón a Evelyn debido a que era su hora de comer.
—¿Por qué no vas tú?. ¡Claro!, ¡Cómo tienes una hija, no te importa tú hija DE SANGRE!—. Lo último lo gritó tan fuerte que causó que la pequeña Evelyn se asustara para que comenzará a llorar. —Ahg!, ¡Dile a tu cosas que se callé!.
—¿¡Y de quién crees que es la culpa de que esté llorando!?—. El príncipe se veía tan molestó con su esposa que se notaba por los puntitos brillantes que aparecieron en sus ojos.
Stella reviro los ojos. Stolas se calmó para después calmar con gentileza a Evelyn para poder seguir dándole su biberón.
—Bien, iré yo. Pero no iba ir porque no quería, sino porque no tenía a nadie quien le diera de comer a Evelyn pues los sirvientes están en su hora de almuerzo y tú ni te atreverías a si quiera tocarla—. Comenzó a caminar Stolas para poder salir de la habitación llevándose a Evelyn consigo.
—¿¡Vas a acercar a ese adefesio a MI hija!?.
—¡No pienso pelear más contigo, Stella!. ¡Octavia y Evelyn necesitan más mi atención que mis peleas contigo—. Fue lo último que dijo para salir de la habitación, cerrando la puerta.
{Ya sea de sangre o no, papá es siempre aquel que te cria, te apoya, te quiere tal y como eres, y está ahí para guiarte a ser una gran persona. A veces el padre que te crío es mejor con el que comparte sangre.
—Evelyn Ars Goetia.}
Y ya está, el prólogo está escrito. Ahora me despido, chao!.
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