
XXVII
𝐋𝐨𝐧𝐝𝐫𝐞𝐬, 1880—𝐈𝐧𝐠𝐥𝐚𝐭𝐞𝐫𝐫𝐚, 𝐑𝐞𝐢𝐧𝐨 𝐔𝐧𝐢𝐝𝐨
Lauren dejó a un lado la copa que acababa de limpiar, y le mostró su mano izquierda a Frizzy, ya que esta seguía temblando, incluso cada vez un poco más.
—Entiendo, entiendo. Perdón te estresé más de lo que ya estabas con esto. Un día de estos voy a querer coserme la boca en serio—dijo para luego hacer lo mejor para quedarse callada.
—No, las dos estamos estresadas. Si hablar te calma, hazlo. No me molesta—le respondió Lauren mientras ambas seguían puliendo y limpiando las copas, que cada vez parecían ser más y más.
Frizzy suspiró y una de sus piernas empezó a temblar mientras volvía a hablar de cualquier cosa que venía a su mente respecto al tema.
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Siguieron limpiando todo lo que les habían dicho, y en un momento una sirvienta más se unió para ayudarlas por órdenes de Octavia también.
Eran cientos de copas, y al menos tenían que avanzar con la mitad para no recargarse de trabajo para cuando llegue la hora del baile de bienvenida.
Al hablar tanto Frizzy parecía haberse calmado un poco, a medida que pasaron los minutos el nerviosismo y estrés de su voz fue controlándose un poco. Pero aún así, necesitaba seguir hablando.
—¿Y como crees que sea el príncipe? Osea, me refiero a como es como persona. Porque físicamente todos sabemos como es, aunque tal vez de cerca sea un poco más guapo, porque sí es guapo. Incluso de lejos parece muy apuesto, me gusta su cabello. Pero me entra una duda ¿es marrón claro o rubio oscuro?
Lauren que a pesar de todo la estaba escuchando, se distrajo unos segundos con la última pregunta de Frizzy. Y a la sirvienta que estaba también con ellas, le sacó una risa pequeña aquella duda de la morena.
—No sé, no me había puesto a pensar en eso—le contestó Lauren, mientras una una por una seguían puliendo y asegurándose que las copas sean perfectamente brillantes.
—Ya ves, es una duda importante. Pero volviendo al tema. Solo sé por lo que escucho que el príncipe es un buen hombre, que es muy inteligente pero que es algo tímido. En realidad, solo tengo una idea de como es la familia real por lo que me han contado, pero también me gustaría saberlo por mi misma. Por ejemplo, me han dicho que la Reina es súper exigente y medio extraña, que el Rey es estricto pero benevolente, que la princesa es la mejor persona del mundo y que el príncipe es bastante educado y todo eso. Pero es el punto de vista de otros, uno nunca sabe, y ni tenemos idea si los vamos a ver seguido, aun que bueno, has escuchado que les servimos comida, pero igual—hizo una pausa—no tenemos permiso para mirarlos a los ojos a menos que nos lo permitan.
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Entonces, la cocina empezó a estar mucho más alterada de lo que ya estaba, ingresó más gente, avisando cosas. Señalando el reloj, ya eran 7:40. En cinco minutos tenían que estar todos para el recibimiento.
Gente empezó a correr por todos lados, tuvieron que darle un poco de agua a Octavia, que con la actualización de la hora le había venido un fuerte dolor de cabeza por el estrés. Incluso una sirvienta que lavaba los platos estuvo cerca a desmayarse, tuvieron que sostenerla y tranquilizarla.
Calma, era lo que menos había.
Hubo un intento de estabilizar las cosas, pero la cocina al estar encargada de uno de los servicios más importantes del castillo, era casi el último lugar donde se iba a encontrar paz.
Hicieron formar a todas las mujeres en una fila aún dentro de la cocina, para que salgan de manera ordenada hacia el camino que había afuera del castillo. A los mayordomos que estaban en la cocina también los hicieron formar otra fila.
Frizzy y Lauren dejaron lo que estaban haciendo al instante y terminaron formando casi al final de la fila apresurada pero ordenadamente.
Los minutos pasaban, la hora se acercaba. Para ese momento, todo el castillo y todo Londres ya sabía de la llegada del príncipe. Que estaba a minutos de llegar al castillo.
La ansiedad que provocaba saber eso era inconmensurable.
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Karoma llegó a la cocina de repente, y se paró en frente de toda la fila inponentemente. Para dar unas indicaciones.
—En a penas 15 minutos llega el príncipe. El heredero al trono. Todas ustedes sirvientas, se forman al lado derecho del camino de la entrada, todos los mayordomos, al lado izquierdo. Llega el príncipe, y todos nos agachamos, nadie se levanta ni sube la mirada hasta que el príncipe haya entrado a palacio por completo. Después podrán seguir con todas sus tareas aquí en la cocina. Y tener el desayuno perfectamente preparado para las 9—habló fuerte, para que se la escuche en todo el ambiente, con una voz dura.
Karoma, después se fue casi tan rápido como llegó. Para salir a verificar como estaba todo afuera, y si todos ya estaban propiamente listos.
Octavia fue quien esta vez se puso delante de las filas dio un par de indicaciones más e hizo lo posible por tratar de al menos un poco bajar el estrés del atolondrado ambiente.
Y con un último respiro guió a las dos filas escaleras arriba, para poder volver al primer piso, cruzar la sala principal y la de recibimiento para así salir hacia la entrada.
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Mientras iban subiendo habían murmullos, muchas voces nerviosas y preocupadas, mientras en completo orden y sin romper la formación aceleraban el paso un poco.
Lauren suspiró pesadamente, y sacudió sus manos. Al hacerlo el sonido de los huesos de sus manos salieron en un fuerte coro, provocando que Frizzy detrás de ella se estremezca por el sonido.
—Por un segundo pensé que te habías roto algo—habló detrás de ella.
Debido al estrés, Lauren no respondió ni la escuchó bien. Y terminó haciendo tronar los dedos de sus manos repetidamente. Sacando el aire que había entre los mismos, esta vez uno por uno.
Las dos filas salieron de la cocina, y rápidamente cruzaron ambientes del castillo, el gran comedor incluido.
Al llegar a la hermosa y gran sala principal, habían más filas, dos de ellas guiadas por Karoma. Que indicó que todos los demás se formen en las que ella estaba dirigiendo.
Todos los sirvientes se formaron y se juntaron en dos filas. Una de mujeres, la otra de varones. Frizzy y Lauren en aquella nueva formación estaban ahora casi al medio.
Así se pudieron dar cuenta de la gran cantidad de trabajadores del castillo. Un número incontable de personas, pero que a pesar de eso parecían ser insuficientes para el gran tamaño de palacio y todas sus interminables necesidades.
La líder de todos los sirvientes se puso firmemente delante de las dos inmensas filas, y a paso sincronizado, apresurado y ordenado, terminaron de cruzar la inmensa sala, para hacer lo mismo con el espacio de recibimiento y poder formar en la entrada.
Karoma, quedó en la puerta, al medio de las filas indicando que estas avancen para poder hacer la formación que minutos antes había indicado.
Salieron al camino de la entrada, a ese ambiente bonitamente decorado por arbustos y rosas blancas a cada lado.
Como se los habían indicado, todas las mujeres estaban a la derecha, los varones a la izquierda. Al llegar a las posiciones donde debían detenerse, todos voltearon para poder quedar frente a frente. Con un gesto más desde la puerta, Karoma indicó que todos pongan sus manos detrás de la espalda, y así lo hicieron.
[•••]
El silencio que se formó en ese espacio justo en aquel momento, dio paso a que se pueda escuchar todo lo que pasaba fuera de las rejas. Más lejos en el pueblo y en las mansiones de los nobles que estaban cerca al castillo.
Los segundos de espera se hicieron interminables, cada vez más tortuosos.
No podían moverse, tenían que estar todos erguidos, no hablar con el del costado, no girar la cabeza, mirar al frente y portarse dignamente incluso minutos antes de que se pueda ver el carruaje del miembro de la realeza acercarse.
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Cuando ya el nivel de ansiedad era tan fuerte que hacía denso el ambiente, la música solemne de varias trompetas se hacía cada vez más fuerte a medida que se acercaba a las rejas.
Sonidos de los cascos de caballos, y las ruedas de un carruaje, se hacían cada vez más presentes. Se escuchaban vítores y gritos de alegría sumamente lejanos a la distancia.
Y en unos segundos, el más bello de los carruajes, uno cuya belleza no podía describirse con una simple palabra, había parado delante de las rejas del palacio.
El sonido de la música duró varios segundos. Y lo fuerte que era provocó que un sonido agudo aparezca dentro del oído de Lauren.
Habían muchos caballos a parte de los que jalaban el carruaje. Adelante en los que iban los que tocaban la música, que habían de ser como cuatro, y detrás más caballos con guardias.
Las rejas se abrieron, y del carruaje primero bajó un sirviente, que era el encargado de sostener la puerta del mismo para que su majestad baje del mismo.
El hombre mantuvo la puerta abierta.
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Y lo que todos estaban esperando, sucedió. Desde dentro del carruaje un muchacho bajó.
En el momento que pisó el suelo, exactamente al mismo tiempo, y sin un mínimo margen de error, todos los sirvientes formados a ambos lados del camino de la entrada, se agacharon bajando la cabeza en un instante.
Con las manos en la espalda, todos los mayordomos se agacharon, con la cabeza mirando al suelo. La reverencia de las mujeres fue algo diferente, porque en su caso debía parecer como si se hubiesen arrodillado, también con la cabeza mirando al suelo.
El príncipe salió del carruaje. Y la música de las trompetas paró. El hombre que mantenía la puerta abierta también se agachó.
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El joven de la realeza, venía de gabardina azul marino, una de las prendas más elegantes del mundo, parecida a un abrigo. Su traje era del mismo color, con una camisa blanca y un chaleco de tela con botones ceñido a su delgado cuerpo.
Al estar los sirvientes mirando hacia abajo, agachados y agachadas, a penas se podía ver la mitad de su cuerpo. Karoma también se había agachado como todas las demás mujeres, solo que al frente de la puerta.
Nadie habló, por el gran respeto y adoración que se tenía. Mientras que el príncipe también en silencio pasaba por el medio del camino. Se podían escuchar los pasos del hijo del Rey a medida que iba avanzando en un ritmo normal.
Cuando ya estaba por el medio, unas sirvientas más allá de Frizzy y Lauren, se detuvo por unos segundos, como si se hubiera confundido o visto algo que lo había extrañado. Pero tan rápido como paró siguió de frente sacudiendo la cabeza ligeramente en el camino.
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Segundos después, del carruaje bajó alguien más. El consejero del príncipe, a quien también debían tratar como un miembro de la realeza debido a su gran y altísima posición.
Pero al estar bajando el consejero, se resbaló. Y se cayó de una manera demasiado graciosa.
Hubo un respiro masivo de una gran cantidad de sirvientes para no sonreír y no reirse.
A Lauren no le dio risa ni gracia, pero Frizzy parecía hacer un esfuerzo inhumano para no esbozar una sonrisa.
El joven se levantó del suelo, se sacudió el traje y haciendo sonar la garganta caminó como si nada hubiera pasado.
Todos ya sabían la extraña habilidad del consejero para resbalarse en todos lados. Pero Lauren y Frizzy estaban presenciando aquello por primera vez, y para la última, no reírse era de las cosas más difíciles que había experimentado.
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Todos los sirvientes permanecieron agachados y en reverencia. Hasta que tanto el príncipe y su consejero habían entrado al castillo, con los dos guardias de la puerta abriendo la misma para su entrada.
Cuando ambos jóvenes estaban completamente dentro, todos pudieron levantarse nuevamente. Y las catorce personas al final de las filas, entraron al castillo, para poder ayudar al príncipe y al consejero a quitarse los abrigos y atender todas sus necesidades para la llegada.
Los demás junto a Karoma debían esperar a que ambos jóvenes se retiren o vayan a sus aposentos, para recién poder entrar y continuar con todo lo que estaban haciendo.
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