XX
𝐋𝐨𝐧𝐝𝐫𝐞𝐬, 1880 —𝐈𝐧𝐠𝐥𝐚𝐭𝐞𝐫𝐫𝐚, 𝐑𝐞𝐢𝐧𝐨 𝐔𝐧𝐢𝐝𝐨
La muchacha aceptó asintiendo con la cabeza, sin importarle lo incómoda y tensa que se iba a poner en el momento.
El hombre se le acercó, y abrazó a la muchacha por encima de los hombros. Como se había de esperar, la muchacha no correspondió ni se movió en el abrazo, se quedó quieta y a pesar de lo tensa e incómoda que estaba, no tuvo problema en dejarse abrazar. Era una de las despedidas más emotivas que había tenido, a pesar de que su cuerpo rechazaba el contacto, no iba a negarle un abrazo al hombre. Lo estimaba mucho, lo consideraba bastante y lo admiraba. Iba a echarlo de menos, a él y a todos.
En un punto, la muchacha se sintió mal por no poder ser capaz de corresponder al abrazo. Pero toda la incomodidad que estaba sintiendo, tensaba mucho su cuerpo, además aquel disgusto por dar y recibir contacto físico a los demás, había estado siempre. A pesar de eso, estaba demasiado agradecida de que el hombre comprenda aquello, ya que no significaba que no lo quería de vuelta, porque lo hacía, y mucho. Sino, que las formas de expresar cariño que ella tenía, no se traducían en absoluto con lo físico.
Se sentía y estaba indescriptible y sumamente agradecida, en deuda. A pesar de que le habían dicho que no había razón para ello. Estaba yendo a trabajar a un lugar maravilloso, para la familia real, todo gracias a la ayuda de un amigo. La habían sacado de una casa cuyo ambiente era terrible. Vladimir Gees era un hombre increíble, en todo sentido, había sido amigo suyo durante casi 10 años, viéndolo en las mañanas, saludándolo a la distancia, visitándolo cuando podía. Y ahora, no iba a poder hacerlo, y a pesar de que pueda que se vean de vez en cuando, la despedida era muy triste.
[•••]
Por su parte, Vladimir no apretó el abrazo, en ningún momento. La abrazó, y se sintió mucho más aliviado al hacerlo. Nunca había tenido oportunidad de abrazarla, porque desde que la había conocido supo que no iba a incomodarla de esa manera. Pero dada la ocasión del momento, su corazón necesitaba hacerlo. No esperaba que la muchacha corresponda, sabía lo incómodo que se le hacía aquel tipo de contacto a pesar de la situación pero apreciaba mucho el hecho de que acepte recibir ese tipo de contacto porque era importante para las personas que ella quería.
La iba a extrañar, y mucho. Pero prefería no tener que verla, a observar el maltrato que le daban en aquella casa, del que desgraciadamente no estaba enterado de que a penas sabía una pequeña parte.
[•••]
Se separó, suspirando pesadamente, y hubo un silencio.
—Hasta pronto, hija mía. Ojalá lo más pronto posible, pueda visitarte en palacio o tu puedas venir si es que permiten tu salida. —Habló un poco bajo. —Nos vamos a volver a ver.
—Eso es lo que más espero. —Contestó Lauren. La muchacha volvió a despedirse una vez más, haciendo una reverencia, que fue correspondida por el hombre al mismo tiempo que se quitaba el sombrero de copa por cortesía.
[•••]
Lauren, tomó su maleta, que había permanecido a su costado todo el tiempo. La levantó del asa que tenía con una mano, porque en la otra tenía el libro que el hombre le había regalado hace unos minutos.
Bajó las gradas de la entrada de la biblioteca con algo de lentitud. El hijo del Duque, empezó a avanzar en dirección a ella, para poder invitarla y asegurarse de que la muchacha pase primero dentro del carruaje también.
Con la maleta a cuestas, la muchacha avanzó. No sin antes volver a voltear, dándose cuenta que tanto el anciano como su asistente estaban parados uno al lado del otro en la entrada de la biblioteca. Levantó su mano y la agitó, despidiéndose por última vez.
Los dos hombres hicieron lo mismo, mientras Gerard sacaba un pañuelo del bolsillo de su saco para limpiar una que otra pequeña lágrima que caía por su mejilla.
Después de aquello, y con un pesado suspiro, la muchacha se dirigió al lujoso carruaje. No sin antes pedir el permiso correspondiente al joven Harry para poder hacerlo. El cual accedió con gran educación.
[•••]
El hijo del Duque entonces pareció recordar algo sumamente importante y confirmando que él subiría al último y que la muchacha espere ahí dentro, avisó que iba a dirigurse a puerta de la Biblioteca, ya que el joven necesitaba hablar con el Bibliotecario un momento de algo que había olvidado y felizmente había recordado antes de irse.
—No demoraré señorita, pero con toda confianza siéntese sin ningún problema, y póngase cómoda. Hablaré unos segundos con Vladimir, ya que tengo que consultar algo. —Repitió el hijo del Duque educadamente, dirigiéndose a la puerta de la biblioteca, subiendo las escaleras de la entrada de dos en dos para alcanzar al Bibliotecario
La muchacha lo vio ir a hablar con el anciano, que ya había avanzado varios pasos junto a Gerard dentro de la biblioteca, ya que no pensaba que después de toda la despedida, el joven que iba a escoltar a Lauren necesitaba hablar con él un momento.
Lauren, después de confirmar que el joven había logrado alcanzar a las dos personas dentro de la biblioteca para empezar a hablar con ellas, decidió subir su maleta primero al gran y hermoso carruaje, ya que esa pesaba más, y si la subía antes, iba a ser más fácil para ella subir después.
Levantar la maleta, estaba siendo algo costoso. Pero sus brazos tenían fuerza, pero el peso la estaba haciendo echarse un poco para atrás. Además como lo estaba haciendo con solo una mano, debido a que en la otra tenía el libro, todo se hacía más pesado.
[•••]
De repente, desde dentro del carruaje, que ella creía vacío ya que el hijo del Duque iba a subir detrás de ella ya después de haber hecho lo que tenía que hacer, aparecieron repentinamente dos manos femeninas que la ayudaron a subir la maleta, dándole un pequeño susto, haciendo que se sorprenda y se desconcerte un poco.
[•••]
Dentro del gran y lujoso carruaje, también estaba una muchacha, de piel morena y el cabello ensortijado. Parecía de la edad de Lauren y traía una gran sonrisa en el rostro.
—Gracias. —Contestó Lauren, todavía algo desconcertada, ante la ayuda de la chica que había estado ahí dentro.
[•••]
Vio a la muchacha colocar la maleta de Lauren junto a la de ella, en el piso del carruaje al lado de los asientos. Haciéndola entender en ese momento que esa chica también estaba siendo escoltada a palacio, como otra sirvienta también, justo el mismo día que Lauren. Solo que como estaba dentro del transporte, no la había visto antes.
[•••]
—Ah no te preocupes, parecía que con el peso te ibas a venir atrás, además con el libro ya no tenías manos para hacerlo. —Le contestó la chica ante el agradecimiento de Lauren. —Ahora ven, toma mi mano, te ayudo a subir, porque es muy alto para que puedas impulsarte sola. —Le tendió una mano.
El cuerpo de Lauren retrocedió un poco casi instantáneamente al ver venir algún tipo de contacto, pero terminó obligándose estrictamente a tomar la mano de la chica, ya que como ella se lo había dicho, el espacio para subir era muy alto, y necesitaba ayuda extra para impulsarse.
Lo hizo, tomó su mano, la chica la ayudó, y Lauren ya estaba oficialmente dentro del carruaje, al hacerlo soltó la mano de la muchacha bastante rápido y disimuladamente para que no haya espacio a malinterpretaciones.
Aquel carruaje era el más lujoso al que se había subido en absolutamente toda su vida, espacioso, como una especie de cabina, con asientos acolchados y hasta cojines.
[•••]
—Genial ¿No? —Le dijo la chica, notando el asombro de Lauren por la lujosidad del transporte.
Lauren asintió.
La chica cuyo nombre no sabía volvió a hablar, mientras parecía haber empezado a mirar disimuladamente a través de la puerta abierta del carruaje lo que pasaba afuera.
—El joven Harry ha ido a hablar con el bibliotecario y su asistente un momento. —Dijo asomando su cabeza un momento.
Lauren giró su cabeza para ver lo que mencionó la muchacha, por más de que ya sabía que eso estaba pasando.
Viendo efectivamente cómo el hijo del Duque seguía hablando con el anciano y Gerard.
—Sí, me lo mencionó. —Contestó Lauren, mientras ambas seguían mirando discretamente la escena a través de la puerta abierta.
—Me pregunto qué será—La chica entrecerró los ojos. —Aunque probablemente solo esté solicitando el envío de un libro que se ha olvidado de solicitar antes. —Se encogió de hombros. —Pero ya que, ven siéntate a mi lado. —Escuchó a la chica, que se había ido a sentar inmediatamente de una vez después de haber hablado—Tu maleta está junto a la mía aquí en el piso. —Habló. —Ah, no espera eso ya lo viste. —se rio recordando y sacudiendo la cabeza.
—Gracias nuevamente de todas formas. —Contestó Lauren amablemente, sentándose al lado de la muchacha, y colocándo el libro de Moby Dick en su regazo, sosteniéndolo de todos modos para que no resbale por su falda.
—Ah, ya te dije que no hay por qué. —Le contestó la chica de nuevo, haciendo un gesto con las manos y quitándole importancia.—Tu maleta pesa menos que la mía, cuando yo me subí, cometí el error de querer subir de frente, y me fui para atrás, con maleta y todo, y me caí horrible. Me dio mucha vergüenza porque se me subió el vestido y todo. —Comentó riendo para luego curiosear el título y la portada del libro que sostenía la muchacha en su regazo. —¿De qué trata tu libro?. —preguntó.
—Es Moby Dick, de Herman Melville—Explicó Lauren primero. —Narra la travesía del barco ballenero Pequod, comandado por el capitán Ahab, junto a Ismael y el arponero Queequog en la obsesiva y autodestructiva persecución de un gran cachalote blanco.
—Suena muy interesante. Te lo regalaron ¿No? —Preguntó, y Lauren asintió. —Casi te pregunto si lo habías leído, pero es súper obvio que sí, sino no me hubieras explicado. —Habló un poco más para ella misma.
[•••]
Hubo silencio por a penas un segundo.
—Sé que ya te diste cuenta, pero igual te digo, yo también seré sirvienta Real, como tú, y bueno nuestras fechas para ir a castillo han coincidido. A mí me recogieron antes, como a las 10 de la mañana, bueno no me recogieron recogieron por decirlo así, porque antes yo era una de las sirvientas de la mansión del Duque, así que solo salí de ahí con el joven Harry y vinimos porque me dijo que iban a recoger a otra chica más. —le contaba. —Pero ya no recogerán a más, solo somos las dos. Disculpa que me haya quedado curioseando pero fue bonito ver que se querían despedir de ti uno por uno.—hizo una pausa. —A mi solo me despidieron mis antiguas compañeras sirvientas de la mansión del Duque Edward, porque mi familia vive en Escocia, y yo también soy de ahí solo que mudé a Londres por todo este trabajo.
Lauren se sorprendió de la gran confianza con la que le hablaba a pesar de recién haberse conocido, y todavía ni saber el nombre de la otra, abrumándola un poco. Aún así no le causó ningún tipo de molestia.
La chica siguió hablando.
—Yo me llamo Jocasta, ya sé, qué feo nombre. A mi tampoco me gusta, pero llámame Frizzy, ese es mi apodo, por el cabello. —Rio señalándose el cabello. — Aún así siempre digo mi nombre cuando me presento a alguien, como ahora. —le dijo. —Mi apellido es Godwin por si te lo estás preguntando, y sí mi apellido sí me gusta. —Rio—¿Cómo te llamas tú?
—Lauren, Lauren Harris. —Contestó la muchacha amablemente, enterándose al fin el nombre de la chica.
—Vaya, me gusta tu nombre. Yo conocía también a una Lauren, pero yo no le agradaba mucho no se por qué. —se encogió de hombros. —En fin ¿Emocionada por ir a palacio?—preguntó.
—Nerviosa. —Contestó Lauren.
—Yo también, sabes. Es como el día más feliz y en el que me he sentido más nerviosa toda mi vida. No pensaba que me iban a recomendar, es decir, no sé cómo vaya a estar todo. Siempre me fue excelente trabajando en la mansión del Duque, tenía un ambiente bastante bonito de trabajo, el joven Harry y el señor Edward siempre habían sido muy amables y afectuosos conmigo, aún así fue un momento de gran sorpresa saber que el Gran Duque había tenido esta tan gran consideración conmigo. Me siento muy emocionada y nerviosa, palacio ha de ser un lugar maravilloso—Le decía Frizzy. —Suspiró. —Bueno cuéntame algo de ti ahora que nos acabamos de conocer, o mejor te hago una pregunta, porque creo que no hablas mucho. ¿Cuántos años tienes Lauren?
—21—le respondió.
A Frizzy se le iluminaron los ojos.
—¿En verdad? ¡Yo igual! —Contestó alegremente. —¿Cuando fue tu cumpleaños? —Preguntó curiosamente.
—El 24 de mayo. —Volvió a responder la muchacha.
—El mío el 13 de abril, es el mismo día que el de mi mamá, y en mi familia siempre nos ha gustado celebrar cumpleaños doble. —Rio Frizzy.
Y parecía que iba a seguir hablando pero se vio interrumpida en el momento que el hijo del Duque entró también al carruaje.
[•••]
Las muchachas se levantaron de los asientos para poder hacer la reverencia para el noble. Esperando sus indicaciones para levantarse. Por alguna razón, pudo notar claramente que Frizzy se quería reír de algo, y se estaba aguantando mientras ambas permanecían agachadas.
[•••]
—Pido disculpas por la espera señoritas, mi mente olvidadiza lo ha ocasionado, pueden sentarse nuevamente por favor —Habló el joven, mientras el se sentaba en los asientos que estaban al frente de los que se habían sentado las muchachas.
Las dos se pudieron sentar de nuevo una al lado de la otra. Quedando frente a frente con el joven Harry.
—Tuve que consultar el envío de un libro que requiero. Uno que está francés, y necesito para unos estudios importantes. —Habló acomodándose en el cómodo asiento.
Frizzy se acercó disimuladamente a Lauren.
—Te dije—susurró divertidamente.
[•••]
El noble ordenó al conductor que avance, y junto al sonido de las riendas, los caballos empezaron a avanzar, jalando al carruaje.
Y a pesar de que ya se había despedido, la muchacha no pudo evitar mirar por la ventana del transporte. Viendo que nuevamente tanto Vladimir como Gerad habían vuelto a salir, colocándose en la entrada de la biblioteca.
Esta vez era la última oportunidad para despedirse ahora sí por definitivo. Además una despedida más no le hacía daño a nadie. Ambos hombres, agitaron las manos en alto para que la muchacha pueda verlos desde el transporte.
Y desde dentro del carruaje, la muchacha hizo lo mismo, agitando la mano suavemente, mientras el carruaje avanzaba, y siguió haciéndolo al igual que los hombres, hasta que el transporte avanzó lo suficiente y no le permitió verlos más a través de la ventana.
El viaje a palacio en carruaje desde donde estaban era algo largo. Se acomodó nuevamente de manera más cómoda en el asiento, mientras seguía sosteniendo el libro en su regazo, al cual sin darse cuenta terminó abrazándose un poco.
—Mi mano ya está temblando de los nervios, mira. —Le dijo Frizzy a su costado, elevando su mano para mostrar el temblor de sus dedos.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro