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LXXXVI

𝐋𝐨𝐧𝐝𝐫𝐞𝐬, 1880— 𝐈𝐧𝐠𝐥𝐚𝐭𝐞𝐫𝐫𝐚, 𝐑𝐞𝐢𝐧𝐨 𝐔𝐧𝐢𝐝𝐨

El tremendo problema en el que se habían metido.

Frizzy no quiso separarse de Lauren, y Lauren tampoco la obligó a hacerlo.

Las dos estaban muy preocupadas. Muy aturdidas. Tenían miedo, y claramente aquella noticia era algo que ninguna debía haberse enterado.

Ambas estaban en completo silencio, ninguna tenía voz alguna.

[•••]

Pasó un buen tiempo. Hasta que entró Rose de nuevo, con Karoma. Que estaba totalmente estresada.

Inmediatamente Frizzy empezó a pedirle perdón. Muchas veces.

Y para sorpresa, Karoma no reaccionó mal, la misma, se sentó en la silla en la que estaba Rose al inicio. Y la consoló. Y más bien, fue ella quien le pidió perdón a Frizzy, y de igual manera se las pidió a Lauren.

—Dije muchas cosas que no debía. Enoje a Tasha porque quería hacerlo. No fui lo suficientemente madura para saber que ella quería molestarme. Fue mi culpa ponerlas en riesgo—se lamentó Karoma—lo siento tanto.—dijo siendo ella quien esa vez se ponía a llorar también.

Rose se apresuró a consolarla.

El ambiente pronto estaba tan pesado, que toda la tristeza, y preocupación presente era lo único que se podía tener.

[•••]

—¿Qué vamos a hacer ahora?—preguntó Frizzy en una voz baja.

Un suspiro salió de las 4 mujeres presentes.

—No puedo permitir que Tasha se atreva a hacer algo. Es una persona muy posesiva, más aún cuando ahora se trata de su hijo. Querrá hacerle la vida imposible a Lauren, porque a pesar de que no dije algo sobre ella, Tasha lo supone.—dijo, mientras Rose sobaba su espalda.—Muchas veces pienso que la mejor opción es separarme de Mark, pero no puedo hacerlo. Es el amor de mi vida, ya lo he intentado—dijo, sintiéndose sensible de nuevo.

—Podemos encontrar algo, tiene que haber una forma.—dijo Rose.

—Thomas es como mi hijo, no podría soportar verlo sufrir por vivir lo mismo que su padre. Pero tampoco quiero verlo con alguien que no ame.—dijo.—Pero ya está enamorado, ya es tarde. La ilusión en sus ojos, es el mismo brillo que tenía su padre.—susurró.

Lauren se sentía muy mal, por Karoma por la vida que había tenido, porque recordó la historia del príncipe mencionando que al parecer Karoma había perdido un hijo.

También se sintió mal por el príncipe. Por como hablaba Karoma de los sentimientos del mismo. Porque ella no se sentía igual, o en realidad no sabía si lo hacía. Era algo difícil de asimilar, difícil de descifrar. Lo quería, bastante pero no estaba segura si era en la misma forma que él lo hacía.

No quería que le pase lo mismo, no quería que el joven sufra. No se imaginaba que sería de el si se enteraba lo de su padre. Sería algo sumamente doloroso, porque era un tema serio. Más aún cuando Karoma y el Rey seguían juntos, cuando Karoma era como una madre para él. La infidelidad de su padre podía significar una traición para él.

O para la princesa. Que de igual manera apreciaba a Karoma. El amorío de su padre podía arruinarles la vida.

Fuera de eso y por otro lado, merecían saberlo también. Merecían saber la verdad, y que se las digan. Ocultarle algo asi durante toda su vida, era igual de grave.

Ese era también uno de los peores debates presentes. Un debate en el cual lo que habían adoptado, era ocultarlo todo.

[•••]

—No podemos permitir que el príncipe se siga ilusionando—dijo Rose, con un cierto dolor en sus palabras—Lauren ¿Qué sientes tú por él?—preguntó con algo de miedo.

Frizzy entonces se separó para prestar atención a tan repentina pregunta. Mientras en su rostro también había algo de  miedo.

La pregunta dejó callada a Lauren varios segundos. Su mente tenía una respuesta, pero algo también le decía que estaba mintiendo si decía que no sentía nada.

—No lo sé—dijo con toda la sinceridad posible—No sé como me siento, yo jamás he estado con alguien ni me he enamorado. Así que no sé, en verdad no sé—dijo sintiendo su voz débil de repente.

Rose suspiró preocupada.

Karoma se llevó las manos a la cabeza en frustración.

—Es igual a antes—susurró Karoma—Es demasiado igual—dijo con notable estrés.—Yo me sentía igual, yo decía lo mismo.—se dijo a sí misma.

—Karoma—dijo Rose tratando de calmarla.

Karoma negó—Es que Rose. Es exactamente la misma historia.—dijo.

Frizzy miró a Lauren muy preocupada.

[•••]

Karoma entonces, con el corazón roto. Decidió hablar de nuevo.—Tienes que dejar de verlo—anunció, tomando de sorpresa a la enfermera.—Lo siento.

Lauren sintió algo romperse en ella, en varios pedazos.

—¿Pero cómo? Literalmente estamos en un mismo lugar. Que sea grande no significa nada.—replicó Rose.

—Yo sé —dijo Karoma.—Cambiaré sus puestos de trabajo, ya no llevarán el desayuno ni servirán ninguna comida. Eso impedirá que se vean al menos en el trabajo.

Frizzy quiso decir algo pero se quedó sin voz.

—Perdoname Lauren, tienen que dejar de interactuar. Al menos en como he notado que lo hacen.—susurró dolida—Esto es tan egoísta de mi parte. Pero si a Thomas y a ti les pasa lo mismo, no me lo perdonaré. Que la Reina vaya a encerrarlas aquí ya es totalmente terrible como para agregar algo más. Tienen que dejar de ser amigos.

—Pero el príncipe—dijo Frizzy con mucha pena.

—Se le va a romper el corazón—dijo Rose tristemente.

Lauren permaneció callada.

—Yo lo sé, yo lo sé. Pero aquí nadie se puede arriesgar a nada. Lauren no puede terminar siendo su amante, no está hecha para eso, no merece tener el mismo destino que yo.—replicó Karoma.—Thomas es un joven testarudo, jamás se alejará completamente, pero hay que buscar una forma de evitarlo.

[•••]

Lauren se vio obligada a contar entonces su nivel de relación con el príncipe. Tuvo que contar la historia de las notas, de su contenido y la historia del regalo.

Viéndose obligada también a sacar la última y reciente nota, que no había leído, que le había entregado hace unas horas.

La abrió y la leyó. Era un poema, uno pequeño.

A veces pienso que tu
sonrisa es un poema que
Dios escribió en el día
que se enamoró del mundo.

Para Lauren fue inevitable sentirse peor. Por haberse visto obligada  a tejer que romper el secreto de la confidencialidad del príncipe. Y por tener que haber leído eso último en voz alta. Se sentía terrible, y al parecer todos los presentes también.

Karoma le pidió la nota. No solamente con intenciones de verla. Lauren negó.

—Déjeme quedarmela por favor—susurró en una voz temblorosa. De la cual no se había dado cuenta hasta el momento.

Karoma terminó asintiendo, incapaz de decir no.

Nada de eso era egoísmo de parte de Karoma, todo en realidad era una situación que escapaba de sus manos. Nadie tenía la culpa por enamorarse. Más aún cuando empezaron a comprender la historia de un punto de vista más completo. Porque Karoma empezó a contarselas.

[•••]

Resulta que así como Lauren y el príncipe, Karoma y el Rey se conocieron en la segunda década de sus vidas. Karoma una simple sirvienta, el Rey Mark, un príncipe aún. Karoma, como Lauren una mujer seria desde siempre, el entonces príncipe un joven adorable, amable y bueno.

Se hicieron amigos inevitablemente. Poco a poco, Karoma descubrió sus sentimientos por el, pero se los negó. Porque era imposible. No sabía que eran correspondidos, pero cuando se se enteró, a pesar de que estaba mal. Compartieron su primer beso. Todo fue de mal en peor entonces, porque era un secreto. En el que pronto se arrastraron a más personas, a Octavia y a Rose. Quienes fueron protectoras de la relación. Hasta que llegó la entonces hija del primer ministro. Destinada a ser prometida del rey.

El entonces joven Mark, se negó. Pero esa no era su decisión. Pronto estaba comprometido, y no había vuelta atrás.

Karoma lloro y lloro, incapaz de poder estar con su gran amor. El príncipe Mark se arriesgó, le propuso escaparse juntos. Dejaría la corona, dejaría todo por ella. Karoma se negó, su corazón roto veía imposible aquello, y se negaba a hacer algo como eso.

Entonces accedió a algo que tal vez no debía. A ser su amante.

Lo vio casarse, vio a Tasha cumplir el sueño que ella jamás tendría. Todo de lejos, sin que nadie se entere.

Tasha estaba enamorada del príncipe Mark, casarse con el fue un sueño. Ser princesa consciente de que sería Reina pronto, era la vida de sus fantasías.

Pronto también se dio cuenta que el hombre de su vida no la amaba. El día que descubrió a Karoma con él. Quiso mandar a Karoma a ejecución, pero el Rey se lo prohibió. Defendiendo al amor de su vida, prometiendo que si le hacía algo lo más mínimo, el no dudaría en dejarla por ella.

Mark asumió el trono, todo siguió en secreto. Por apariencias tuvo que acostarse con la Reina y así nació el príncipe, y la princesa. A quienes Karoma adoraba hasta ahora.

Ella también se embarazó, y todo de repente se volvió difícil. Karoma quería tener a su hijo, no le importaba criarlo sola. Incluso el rey tenía planeado reconocerlo, llevando a la sirvienta a una sorpresa. El Rey estaba feliz.

La reina al enterarse odio más a Karoma, pero no hizo nada.

Lamentablemente Karoma perdió a su hijo, llegando a saber pronto, que tenía un útero inhabitable para cualquier tipo de vida.

Y sufrió como nunca, se separó del Rey y pensó en hacer su vida. Lejos del dolor del castillo.

No pudo hacerlo, Mark le rogó que no se vaya. Que si lo hacía el lo haría. Ella le dijo que no, que no podía hacerle eso a sus hijos. El Rey más consciente admitió la razón en Karoma, pero lloro desconsoladamente para que no se vaya.

Cuando Karoma quiso irse, quien se lo impidió fue la reina. Asustada por su reputación, por como Karoma podía abrir la boca. Y se lo prohibió. La obligo a quedarse y la obligó a alejarse de su marido.

Obviamente esto último fue diferente e imposible. El amor entre Karoma y el Rey era de los más puros posibles. Fuerte y verdadero. No pudieron separarse después de ello. Un amor oculto de eternos amantes.

Ni Karoma ni el Rey tenían la culpa por como se sentían. Como se habían sentido. El amor que se tenían.

Vivir en el secreto y el dolor era su castigo. Uno que no merecían. Porque no cometieron ningún crimen.

[•••]

Karoma quería evitar eso para el ahora príncipe. Quería proteger a Lauren de un sufrimiento para el que no estaba lista.

Pero sabía que ella no era nadie para controlar el corazón de nadie. Que si el destino hacía a Lauren y al príncipe enamorarse completamente, a pesar de todo lo que intente. No podía hacer nada. Ella no mandaba en sus vidas, y no controlaba en sus corazones.

Pero había de intentarlo, parar las ilusiones del príncipe. Hacer que la confusión de Lauren deje de serlo para convertirse en un no. No quería ver a nadie sufrir, no sabía que especie de maldición estaba pagando la familia del Rey.

Karoma sabía lo que le terminó diciendo a la reina "ojalá que a diferencia de Mark y yo, él sí se pueda escapar" sabia que era un error, que cayó en la trampa de la mujer para hacerla enojar.

Pero si lo pensaba mejor, si ninguno de sus planes funcionaba para alejar a estas dos personas. Y si la historia se seguía repitiendo de manera tan exacta y similar como lo venía haciendo. Ella sería la primera en abrir la puerta del castillo para que ambos salgan corriendo. Como ella no lo pudo hacer.

[•••]

Lauren y Frizzy terminaron con los ojos bastante húmedos por como contó Karoma su historia. Ya estaban metidas en el tema. No tenían salida.

Lauren tenía la nota en su corazón, con las manos en el pecho. Reflexionando sobre todo lo que contó la ama de llaves.

Tenía razón. Tenían que dejar de verse seguido. Dejar de ser amigos. Al menos había de intentarlo. No podía ella tampoco permitir que el príncipe sufra, o seguir confundiéndose más. Hasta el momento lo similar que eran ambas historias era aterrador. Y si aquello era alguna especie de maldición, no quería que aquel joven, que aquel amigo, sufra lo mismo.

[•••]

—Me alejaré—dijo Lauren en voz baja. Sin ánimo a hablar con seguridad.

Las palabras, calmaron la conciencia de Karoma, aunque claramente. Dentro  de ella, sabía que a pesar de que Lauren lo intente, no se iba a poder.

—Para mañana otras dos personas reemplazarán su servicio en la comida. Les informaré los nuevos cambios. Hablaré con Tasha lamentablemente, y hablaré con Mark. Me aseguraré que la Reina no haga nada en contra de ambas, y me disculpo nuevamente por provocar su encierro en este lugar, al menos hasta que Thomas asuma el trono. Y tal vez, se pueda tomar el valor suficiente para hablar de todo lo que ha pasado. Que él también pueda perdonarme y poder morir en paz también. Haré todo lo posible, todo a mi alcance, y proteger con todas mis fuerzas, su seguridad y libertad. Pase lo que pase, fueran todos estos intentos de evitar esta aparente maldición efectivos o no. Que quede en claro, que todos nuestros intentos son para evitar el dolor en el destino de las personas amadas, pero que si la vida reclama que todo pase sí o sí, ya no podremos hacer nada. Pero que en esta misma situación, sea el destino el que quiera ser a pesar de nuestros esfuerzos por romperlo, sea como sea, daré hasta mi vida por proteger a todos, y por protegerlas a las dos, se los debo.—dijo con la voz un poco rota— Después de todo es mi culpa.—dijo, lamentándose por algo en lo que una vez más, fue víctima. Pero tampoco pudiendo evitar sentirse más bien, como lo contrario.

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