
LXXXII
𝐋𝐨𝐧𝐝𝐫𝐞𝐬 1880— 𝐈𝐧𝐠𝐥𝐚𝐭𝐞𝐫𝐫𝐚, 𝐑𝐞𝐢𝐧𝐨 𝐔𝐧𝐢𝐝𝐨
De todas formas, eso no significaba que su mente no se haya puesto a dar vueltas ¿Repetir qué historia? ¿Terminar como Karoma? ¿Qué estaba diciendo?
Caminar por la oscuridad y tener a Karoma caminando detrás de ella no ayudaba. Le quería preguntar, pero su cerebro le decía que era mejor que no lo haga, presentía que era un tema mucho más profundo de lo que si quiera se podía imaginar.
Decidió callarse, presentía que podía meterse en un tema en el cual no quería tener que ver. Así que ante la gran duda y curiosidad, era mejor dejarla ahí, más aún si se convertía en cualquier sospecha.
Que la tenía, y la tuvo en una especie de momento de reacción tardía que la sorprendió demasiado, pero era una acusación tan fuerte y algo tan descabellado que era simplemente ofensivo que solo llegara a pensar algo como eso. Así que decidió simplemente no hacerlo. Además Karoma jamás hubiera soltado algo como eso, con esa intención. Así que lo más probable era que solamente sea Lauren pensando mal.
Aún así ¿Por qué Karoma se lo había dicho tan de repente? ¿Acaso sospechaba algo del príncipe o algo de Lauren? ¿De dónde salió el tema?
No podía darle espacio a la sospecha que surgió en ella. Era una conexión demasiado sacada de contexto. Que posiblemente ni tenía que ver y la sirvienta la había sacado simplemente de una teoría.
Pero si en caso fuera cierta en algún modo. Era sinceramente bastante grave. Y por eso mismo no le incumbia preguntar ni meterse. Karoma pudo hablar sin pensarlo mucho, o simplemente haber dicho algo que nada tenía que ver con lo que Lauren estaba sospechando. Que era lo que quería creer.
Era extraño, pero no se quería meter en un tema que la pueda comprometer en un tema que no entendia y preferiría no entender.
[•••]
El silencio y el eco del castillo hizo caminar a todos con más cuidado. Mientras Octavia y la ama de llaves revisaban todo, y cerraban cuidadosamente todas las puertas secretas por las que pasaban.
Pronto llegaron a las zonas principales del castillo y tuvieron que caminar con más cuidado. Para poder llegar sin problema a la torre de sus habitaciones. Era algo difícil, considerando que no había más luz que la de la luna que atravesaba las grandes ventanas.
La llegada a la torre fue algo más difícil porque la zona era aún más oscura que el resto del castillo. Octavia con una vista inhumana logró sacar la gran llave de las puertas y abrirlas sin problema. Conocía tan bien el lugar que fue de gran ayuda para poder entrar sin problema alguno.
Ya dentro y cerrando las puertas detrás, se despidieron. Octavia y Karoma estaban en el primer piso al parecer. Por ser líderes de diferentes secciones y en caso de Karoma de ser jefa de todos los sirvientes en general.
Después de hacer una reverencia, Lauren y Frizzy empezaron a subir las escaleras rumbo hasta el nivel donde se quedaban.
Entonces cuando a penas subían las primeras escaleras, Octavia recordó algo, se regresó y antes de que las sirvientas sigan subiendo y avancen de planta. Habló.
—Chicas por cierto.—susurro haciendo que ambas giren para escucharla —Se supone que mañana también tienen un día libre. Se suponía, porque al final la Reina dijo que no, que era suficiente con hoy y que mañana habían de trabajar sin problema.—dijo algo apenada en su susurro.
—No pasa nada—susurró Lauren en respuesta. Aceptando aquello también sin mucho problema.
—Nos lo esperábamos—dijo Frizzy. Encogiéndose de hombros, Lauren asintió de acuerdo.
—Esta bien—suspiró la cocinera—Buenas noches, ahora sí—dijo.
—Buenas noches. Descanse —dijeron ambas sirvientas al mismo tiempo.
[•••]
Octavia se fue para alcanzar a Karoma, y Frizzy y Lauren siguieron subiendo las escaleras hasta el sexto piso donde estaba su habitación.
En el camino Lauren no pudo evitar sacar esa cosa en su pecho y contarle a Frizzy lo que Karoma le había dicho.
La morena quedó igual de confundida—¿En serio? Eso es raro—susurró mientras seguían subiendo las escaleras.—¿Te lo dijo así de repente?
Lauren asintió.
Ambas volvieron a quedar en silencio, mientras llegaban al piso de su habitación y se disponían a caminar hacia la misma, siempre mirando el número de las puertas para no confundirse de repente e pintar abrir una habitación que no fuese la suya.
Habían un par de personas por ahí, pero nadie se dijo nada, por precaución. Por lo que más que agitar la mano en la oscuridad, no se podía hacer.
[•••]
Ambas sirvientas entraron en su habitación, cerrando la puertas detrás de sus espaldas. Frizzy corrió y se abalanzó hasta su cama. Sacando a Lauren de la preocupación de sus pensamientos por la gracia de aquello.
Lauren prendió la lámpara de su mesa se noche para brindar un poco de luz. Y conociendo a Frizzy que aún demoraría varios minutos tendida en su cama antes de levantarse a cambiarse con su ropa de dormir, Lauren lo hizo primero.
Mientras se cambiaba en el baño. Frizzy hablaba desde su cama nuevamente a cerca de su encuentro con el jardinero. Cosa que una vez más le sirvió a Lauren para dejar de pensar en lo confuso de todo lo que le dijo la ama de llaves. Y dejar de lado también esa sospecha tan grave que claro se tenía que obligar a si misma a no tener.
Frizzy repetía lo mismo con gran ilusión. Su amiga la escuchaba desde el baño con atención.
[•••]
—¿Crees que me invite a salir?—preguntó Frizzy. Justo en el momento que Lauren salía del baño ya con su ropa de dormir y se dirigía a acomodar las prendas que usó a su armario.
—Puede que—dijo Lauren ordenando su ropa en su armario—Pero recuerda que las relaciones en castillo están prohibidas. Así que puede ser peligroso que lo haga.
Frizzy suspiró cayendo en cuenta.—Cierto— se lamentó un poco— Pero supongo que podemos ser amigos. Ojalá me hable mañana, ya sabes a la hora que vienen los jardineros a la cocina para comer.
—Seguro lo hará, ahora anda a cambiarte. Arrugarás tu vestido—dijo Lauren terminando de ordenar sus cosas, dirigiéndose a su propia cama tranquilamente.
Frizzy volvió a suspirar, levantándose de su cama, tomando su ropa de dormir y yendo al baño a cambiarse. Mientras que ahora desde el baño se quejaba de por qué el castillo tenía a veces reglas tan tontas.
[•••]
Pronto salió la morena cambiada, también guardó sus cosas en su armario de una manera mucho más apurada y desorganizada que su amiga. Porque tenía prisa de acostarse en el cómodo colchón de nuevo.
Y eso hizo, a penas terminó saltó a su cama, metiéndose bajo las sábanas.—Oye ¿Qué hora es?
Lauren que también estaba sentada en su cama, se extendió hasta su mesa de noche para ver su reloj. El cual dejó ahí después de quitárselo para dormir.
Sintió sus ojos abrirse más en sorpresa por la —3: 16 de la mañana.—dijo.
Frizzy también se sorprendió.—A ese paso no podremos despertar mañana, bueno hoy día—dijo empezando a acostarse.
Lauren imitó su acción volviendo a dejar su reloj en la mesa de noche. Ambas apagaron sus respectivas y pequeñas lámparas y se dispusieron a dormir.
Frizzy se acurrucó entre sus sábanas, en una pose extrañamente cómoda para ella. Y Lauren se acomodó como siempre lo había hecho, con el cuerpo recto mirando hacia arriba, y las manos descansando en su estómago.
Y en muy poco tiempo, ambas ya estaban completamente dormidas.
[•••]
Al despertar técnicamente pocas horas después en la mañana. Toda la falta de sueño se hizo notar, en las enormes bolsas bajo los ojos de Lauren, trayendo más atención a los mismos, que de por sí ya eran gigantes, dándole esta vez un aspecto agotado y demacrado, y también como la muchacha tuvo que sacudir el colchón de Frizzy para que se levante, llegando incluso a levantar el mismo un poco para que al menos al sentir que iba a caer despierte.
Y no era solo el caso de ambas, todos los sirvientes que habían estado presentes en la fiesta aquella estaban igual y algunos hasta peor.
Los saludos y las felicitaciones hacia Lauren volvieron a hacerse presentes. La muchacha agradeció a cada uno de ellos. También le preguntaron si estaba bien, debido a la apariencia que tenía. Dijo que sí pero que así como todos solo estaba muy cansada.
El ambiente a pesar de cansado estaba muy feliz y muy positivo. Se notaba la celebración y la alegría. Y considerando que no solo el castillo estaba consciente, sino también una parte de Londres, era seguro que al menos una parte del pueblo esté igual de feliz.
Todos disimularon como pudieron lo del día anterior. Para que nadie que no estuvo presente en la fiesta se de cuenta que hubo una, o que siquiera pasó algo.
[•••]
Debido a lo bien que estaba el día, Lauren ignoró y olvidó por completo lo que pasó con Karoma. Logrando dejarlo de lado, como si en verdad no hubiera pasado. Lo que era bueno, porque por lo animado que estaba todo, darle vueltas a una conversación ya no tenía ningún sentido.
Karoma parecía haberlo olvidado y dejado de lado también, porque hizo como que no pasó nada cuando vio a Lauren y a Frizzy dirigiéndose a la cocina. Una vez más, así era mejor.
Frizzy en forma de broma comento que seguro en la fiesta Karoma estuvo tomando cerveza, y que de repente le afectó y que por eso dijo esas cosas que seguro no tenían sentido. Lo que incluso calmo más a Lauren, haciendo que deje el tema por completo.
[•••]
Lauren y Frizzy llevaron el desayuno del príncipe como siempre. Quien si ya tenía un sueño bastante pesado el cansancio lo hacía peor.
Al entrar la imagen del joven completamente dormido, con las sábanas casi hasta la cabeza, la boca semiabierta, notable cansancio y una respiración tranquila. Hizo que ninguna de las sirvientas tenga ganas de levantarlo. Personalmente, Lauren no deseó hacerlo.
Frizzy que siempre traía la campana al ir la sacudió más fuerte de lo normal para despertar al joven de la realeza. Sacando a Lauren de la parte de ella que no quería despertar al muchacho.
El joven se despertó como pudo, sentándose inconscientemente con una expresión fastidiada, con los ojos a penas abiertos y su claro cabello sumamente desordenado.
—¿No se supone que el día de hoy lo tenían libre también?—pregunto con una voz baja, ronca y adormitada. Luchando por despertar por completo aún mientras se sentaba mejor en su cama.
—Se suponía, su majestad—dijo Frizzy ayudando a Lauren que había empezado a acomodar la bandeja del desayuno en el regazo del príncipe.
El príncipe no entendió.
—La reina decidió que no podíamos perder el tiempo por más. Ayer fue suficiente. Eso nos dijo Octavia—contó Lauren.
El joven bufó—Bueno me lo esperaba— comentó refiriéndose a la decisión de su madre.
—Nosotras también— comentó Frizzy ayudando a Lauren con la pequeña mesa que acomodaban en el regazo del hijo del rey para la bandeja.
El príncipe rio.
—Lamento que no hayan podido dormir mucho—dijo el joven cambiando de tema.
—¿Puede creer que Lauren me sacudió y levantó el colchón? Me asusté mucho—se quejó Frizzy acusando a Lauren.
—Ella era la que no despertaba con nada, se nos iba a hacer tarde— se defendió Lauren.
Thomas se echó a reír.—Lo siento, la fiesta se alargó hasta muy tarde. Karoma me llamó por eso, ya que en verdad era tarde y nadie se dio cuenta. Por un momento insistí en que sea al menos unos minutos más, pero ella tenía razón, al día siguiente seria muy difícil para todos los sirvientes estar lo suficientemente activos para poder trabajar sin que nadie sospeche algo, sobretodo mi madre.
Después de eso, con una reverencia las muchachas se retiraron de la habitación del príncipe, para esperar afuera de la misma a que termine de comer.
Al esperar Lauren sintió que podía dormirse estando de pie. Pero resistió como pudo.
Después de varios minutos, que Frizzy y Lauren aprovecharon también para despertar ellas mismas. El príncipe llamó para que recojan su bandeja.
Así las sirvientas cumpliendo con su trabajo lo hicieron. Mientras el príncipe esperaba pacientemente. Y agradecía por el servicio.
A Frizzy le tocaba llevar la bandeja con los trastes vacíos en el regreso. Pero eso no significó que Lauren no la haya ayudado a recoger todo. En un momento incluso el príncipe ayudó a acomodar una taza que parecía querer caerse. Ya estaba mucho más despierto, el desayuno había ayudado.
Cuando estaban a punto de partir después de despedirse el príncipe pareció recordar algo.
—Lauren, Lauren—susurró el joven, haciendo que la muchacha regrese para escuchar al joven. Frizzy también miró atrás, pero Lauren le hizo una seña para que no se preocupe y que vaya avanzando con la bandeja de una vez.
Thomas se extendió hasta su mesa de noche y abrió uno de los cajones, sacando una pequeña caja de ahí después de buscar unos segundos. Tendiéndole la caja a Lauren.
—Es un pequeño regalo por tu victoria, quería dártelo ayer pero terminé olvidándolo con toda la fiesta. No me mires así, acéptalo por favor—dijo pidiéndole que tome la caja.
La muchacha tomó la pequeña caja en sus manos, agradeciéndole al príncipe por aquel detalle, aunque ella misma considere que no debía aceptar el regalo. Por un poco de vergüenza.
—No era necesario tal detalle su majestad. Me avergüenza un poco todas sus atenciones conmigo, en un buen sentido — confesó con una voz más nerviosa de la que esperaba tener.
— Bueno, supongo que me agradas más que una gran cantidad de personas aquí.—dijo el príncipe usando cuidadosamente sus palabras—Guárdalo en tu delantal para que nadie que no desees lo sepa. Tiene una nota dentro, esa leela sola si es posible. Me daría vergüenza que alguien más sepa lo que escribí ahí. Es un poco personal—susurró.
Lauren asintió lentamente guardando la pequeña caja en el gran bolsillo del delantal blanco del uniforme, haciendo que su presencia sea invisible.
—Cada vez siento que se me será imposible agradecerle por tanto.
—No te preocupes.—dijo el joven halagado— Espero de hecho que te guste, aunque cuando vaya a Francia también traeré tu libreta. —susurró divertidamente.
Lauren sentía sus orejas quemando un poco. Agradeció de nuevo al príncipe, con una reverencia sin poder decir alguna palabra. Se sentía avergonzada. Y siendo callada en general como lo era, su voz solamente desapareció.
Pidió el permiso para poder retirarse cuando recuperó la voz. El príncipe se lo coincidió amablemente. Y se volvieron a despedir amable y respetuosamente.
[•••]
Lauren se retiró, cerrando la puerta detrás de ella. Dándose un susto cuando Frizzy en realidad la esperaba a un costado lo suficientemente lejos de la habitación del príncipe.
—Me asustaste—dijo Lauren llevándose una mano al pecho, recuperándose del susto.
—No quería bajar sola, así que quise esperarte afuera.—dijo la morena.
Lauren asintió entendiendo ya calmada del susto.—Está bien, está bien. Vamos—dijo mientras ambas avanzaban. Hasta el momento Lauren también estaba tranquila porque Frizzy no preguntó nada sobre su conversación con el príncipe. Ya que si lo hacía estaba segura que sus orejas quemarían más al contarle.
Y felizmente, Frizzy siguió sin preguntar todavía. Posiblemente porque aquello solamente parecía una conversación casual sin importancia, por lo que la muchacha no se vio en necesidad de cuestionar nada.
Lo que sí sucedió, fue que en esa hora donde los jardineros llegaban a comer. Frizzy se puso sumamente nerviosa, por razones obvias. Y peor aún cuando acorde a sus esperanzas Finlay sí se le acercó, para saludarla. Haciendo que tenga que disimular su pequeño ataque de pánico mientras trataba de conversar de la manera más natural con aquel jardinero.
[•••]
Las demás horas pasaron rápido. Posiblemente por lo ajetreado del trabajo combinado al permanente cansancio.
La curiosidad de Lauren sobre saber que había en la caja, y que pudo haberle escrito el príncipe la atacaba en cualquier momento del día, y en los momentos más raros. Dándole ideas de ir a un rincón al castillo a ver de una vez. Pero por otra sabia que en esos momentos del día sería peligroso. Así que solo tenía que ser paciente, y así encontraría la oportunidad de poder hacer todo aquello. Posiblemente de noche, considerando el apretado horario de su trabajo.
Pero lamentablemente todo parecía estar tan ajustado que tener tiempo para respirar era un privilegio.
La hora del té, del almuerzo todo pasaba rápido y de manera ajetreada. Sin tiempo y sin espacio. Recibió la felicitación del Rey en el almuerzo mientras le servían la sopa, Lauren se lo agradeció sinceramente. Por otra parte, la Reina la miraba mal, y estuvo de ese humor en el almuerzo. La sirvienta simplemente decidió dejar eso de lado. Era la Reina, nadie podía decirle nada.
En caso de la princesa y el príncipe ambos bostezaban seguido, pero intentaban ocultar todo aquello lo mejor que podían. El joven Dylan en cambio parecía poder caer dormido en cualquier momento pero su voluntad por no hacerlo hacia que disimule de cierta manera.
[•••]
Fuera de eso, incluso un "pequeño" accidente ocurrió en la cocina mientras se alistaban las cosas para la cena.
Una de las cocineras sufrió un corte en uno de los dedos al estar pelando una zanahoria. Y no fue un corte pequeño, más bien fue un milagro que no haya perdido el dedo.
Octavia salió corriendo a buscar a Rose la enfermera. Mientras que dentro de la cocina se trataban de dar todos los primeros auxilios posibles. Y claro para alguien que le tuviese miedo a la sangre, aquella escena era apocalíptica.
Felizmente al rescate llegó Rose pronto. Acompañada de otras dos sirvientas enfermeras a su mando. Llevándose a la cocinera lo más rápido posible.
Después de eso tuvieron que darle aire a Octavia, que había corrido demasiado por aquella emergencia y se había agitado. Y para la edad que tenía, ya no estaba para ese tipo de cosas.
Gracias a Dios fuera de aquella emergencia, nada grave volvió a pasar.
[•••]
Así pronto y por fin llegó la noche, el día agotador y la rutina terminaban por fin para poder darle paso a su esperado descanso.
El día fue feliz, cosa que ayudó a sobrellevarlo. Aún así obviamente quien dijera que no estaba muerto de cansancio seguramente mentía completamente.
A la noche, en el sexto piso donde estaban el par de empleadas, muchas de sus compañeras que también estaban en el mismo nivel siguieron felicitando y celebrando a Lauren. La muchacha aceptó todo aquello con agradecimiento y se sintió bastante bien por las palabras recibidas.
Pronto dentro de la habitación se repitió lo conocido, Frizzy se abalanzó a su cama con el uniforme puesto. Y Lauren organizadamente fue a cambiarse primero al baño.
La sirvienta pensó que ese era el momento correcto para abrir y ver el regalo del príncipe. Porque Frizzy pensaría que se estaba cambiando, estaría en la privacidad que otorgaba el baño. Y si se demoraba no pasaba nada porque era seguro que Frizzy seguiría totalmente tumbada en su cama. Además no preguntaría si se demoraba, porque Lauren estaba en el baño y sería raro hacerlo.
Al entrar al baño dejo su ropa de dormir doblada encima del lavabo para tener las manos libres. Bajo la tapa de la taza del baño para poder sentarse ahí y lo hizo.
Mientras se sentaba metió la mano al bolsillo del delantal buscando la pequeña caja. Logrando sacarla en el momento preciso.
La sostuvo entre sus dos manos mientras se sentaba mejor. Se sintió nerviosa, por lo que respiro profundamente y controló el temblor de sus manos.
La abrió poco a poco, con miedo de romperla o hacer algo, incluso la caja se veía extremadamente fina, y le costaba creer que en verdad pueda si quiera tener una simple caja de ese tipo en sus manos.
Si ya estaba sorprendida y abrumada por la caja, lo de dentro fue incluso más sorpresivo. Tanto que no quería tocarlo a un inicio
Algo tan fino como un collar de plata, no podía estar siendo un regalo para una sirvienta. A un inicio tenía la forma de una cadena delgada y pequeña y al centro una piedra preciosa, era una esmeralda.
No se lo creyó por varios minutos. Y no toco la cadena por los mismos, pero cuando se sintió salir de aquel trance, sus manos temblorosas tomaron la misma, con un cuidado inmenso. Con la mayor delicadeza posible.
Aquello debía costar muchísimo más de lo que si quiera se imaginaba. Su instinto de siempre, le rogó que lo devuelva, que ella no merecía aceptar algo como eso.
Dentro de la cajita estaba también la nota del príncipe. Un pergamino doblado muchas veces para que pueda entrar.
Ante la necesidad de una explicación ante un detalle tan grande, Lauren sacó la nota. Volvió a poner la cadena en la caja que ahora con más espacio debido a la ausencia recibía al collar nuevamente. Lauren lo colocó con la misma delicadeza con la que lo había sacado.
Cerro la pequeña caja por un momento para leer la nota con tranquilidad. Desdobló aquel pergamino. Y empezó.
Querida Lauren:
Te escribo esta nota en la
madrugada después de la
fiesta, ya que olvidé
entregarte el regalo, y me
di cuenta cuando era
muy tarde.
Pero de algo sirvió, porque
me permitió tomarme el
tiempo de expresar ciertas
palabras.
Puedo deducir la sorpresa
ante la cadena que esta
en esta caja, pero te lo
ruego, no me la devuelvas,
quédatela. Es tuya. Por favor.
Recordé que tu color
favorito es el verde, por
eso es una esmeralda.
Espero pueda gustarte.
Si en caso, como también
puede ser posible, tu
vergüenza de todo
corazón no desea el regalo,
véndelo. Pero no me lo devuelvas.
Véndelo, toma toda la
buena cantidad de
dinero que cuesta y
sal de este lugar. Junto a lo
que te pagarán sobre el juicio,
lo que te dejó Vladimir.
Será suficiente, incluso
más. Puedes irte de aquí,
dejar de trabajar
siendo una sirvienta,
estudiar comprarte una
casa, todo lo que me
dijiste que querías.
Cumplir tus sueños,
sin estar atada a este castillo.
Yo no puedo atarte aquí,
aunque cuanto quisiera
que te quedes por tanto
tanto tiempo.
Considerando el tiempo
que demore venderlo y
el pago del juicio podrás
irte máximo en dos
semanas, tiempo en el que coincidentemente
también me iré a Francia.
Esto no es con ánimo
de obligarte a irte,
porque si te quieres quedar,
y conservar el regalo,
no soy nadie para
decirte que no lo hagas.
Aún así sé que posiblemente
ya no estés aquí de acá
a un tiempo.
Gracias Lauren, por
permitirme ayudarte, conocerte. Volverte a encontrar.
Un encuentro tan casual
hace tanto tiempo termino
en un reencuentro que me
ha traído mucha luz.
Agradezco tu amistad,
tu humor, tus malos chistes
tu amabilidad y tu expresión
seria que aunque no lo
creas trae una sonrisa a mi.
Quiero que tengas todo
lo que no tuviste, todo lo
que te quitaron. Persigue
y cumple tus sueños, puedes
hacerlo. Sé la profesora que
me dijiste que quieres ser
y te aseguro que cuando
los años nos vuelvan a
encontrar, me asegurare
que mis propios hijos
sean alumnos tuyos.
Así tendrán a la
mejor profesora del Reino
entero.
Una vez más, no te
estoy echando.
Claro que no. No quiero
que pienses eso.
Pero fuera el caso, de
quedarte o irte de una vez,
quiero que sepas que mis
mejores deseos, siempre son
para ti.
Con amor.
Thomas.
[•••]
La emotividad de la nota causó un sentimiento extraño en Lauren. Uno que dolía, y no sabía por qué. Si todo lo escrito había sido de lo más dulce que había recibido.
Aquel collar podía valer lo suficiente para una casa, incluso más. Con el dinero que recibiría del juicio junto a eso tenía ya hasta de sobra para irse con Frizzy incluso.
¿Cómo algo así había sucedido tan rápido? Todo estaba a su favor. Todo iba de maravilla, tremendamente. Podía irse del castillo. Pero ¿Por qué esa última idea le dolía? Si hasta podía irse con su gran amiga si así lo quería.
No se dio cuenta que tenía los ojos acuosos hasta que parpadeo. No sabía como decir gracias ni que hacer. Sin querer su mente dio vueltas y vueltas a la situación que salió.
Por un lado, cómo alguien como ella pudo recibir una cosa tan costosa. Qué haría con aquel collar más que solo conservarlo. Por el otro lado ¿Como vendería algo que parecía también tan lleno de pensamiento
No se lo podía devolver. El príncipe lo pedía encarecidamente en toda la nota.
Y entonces cayó en la cuenta de la verdad de todo el asunto. Ella en verdad no se quería ir del castillo, ni aunque pueda hacerlo por conseguir algo mejor. Ni aunque pudiera irse con Frizzy, que era para esos momentos ya como una hermana suya.
No quería irse, no quería dejar a Octavia, ni a Karoma, ni a Desire ni a Louise ni a Amy ni a Rose. No quería dejar a la princesa, no quería dejarlo a él.
Irse podía traerle los mejores de los beneficios, pero su corazón. Esos sentimientos que muchas veces no entendía, le pedían que no se vaya. Sabia que en el pueblo estaba Gerard, Aitana, Hope, Louis, a quienes también apreciaba, pero una vez más había una parte muy fuerte en ella que simplemente no se quería ir.
Pero ¿Qué había de sus sueños? De tener una casa de estudiar para ser una profesora, de serlo. Eso también era otro problema. Era un debate en el que jamás se había visto a sí misma.
Entonces casi por primera vez, dejó de pensar tanto. Sacudió su cabeza y se dijo a sí misma tomar una decisión en ese momento. Y si lo hizo.
No se iría, no pronto. Sabía que en algún momento el destino la obligaría a hacerlo, pero hasta que ese momento llegue, no lo haría.
Respiró y limpió sus ojos antes de que empiecen a la lagrimear y eso le de una pista a Frizzy dr que paso algo más en el baño. Volvió a doblar la nota y a poner la en caja con mucho cuidado de la cadena, la cual solamente conservaría en la misma.
Se levantó, se vio en el espejo encima del lavabo unos segundos y suspiró. Y con una sensación algo melancólica, le sonrió a su reflejo, se sonrió a ella misma. Una sonrisa pequeña, porque aún su cuerpo se estaba acostumbrando a aquello.
Volvió a respirar y se cambió lo más rápido que pudo.
[•••]
Salió del baño con el uniforme en las manos, y la caja escondida dentro de la manga de la ropa de dormir. Disimulando perfectamente su presencia.
Frizzy tumbada en la cama, una vez más, como siempre Lauren mientras ordenaba el uniforme en su armario la alentó a que se levante y se cambie.
Cuando Frizzy se fue al baño a cambiarse, Lauren aprovechó para guardar la cajita en el último cajon de su mesa de noche, para que Frizzy no vea ni sospeche nadie. No porque no quisiera contarle, sino porque el príncipe había pedido que eso sea privado, y estaba respetando eso.
Como ya había ordenado toda su ropa, los que quedó fue meterse entre las sábanas y sentarse. Para esperar a Frizzy antes de apagar las luces de sus lámparas.
Mientras esperaba, se hizo tronar los dedos por costumbre.
—¡Hasta aquí se escucha!—dijo Frizzy divertidamente desde el baño.
A modo de broma, Lauren lo siguió haciendo, más fuerte. Para molestar a su amiga. A quien sabía que le daba nervios ese sonido.
[•••]
No mucho después salió Frizzy quejándose de que le daba miedo que con la fuerza que Lauren se tronaba los dedos termine haciéndose daño.
Lauren la calmo diciendo que siempre tenía cuidado. Que no le iba a pasar nada y que era un hábito que no se podía quitar.
La morena negando divertidamente se metió a sus sabanas como siempre, dispuesta a acurrucarse.
Pero Lauren decidió hablar.
—Frizzy—La llamó.
La morena se acomodó entre sus sabanas sentada para prestarle atención a su amiga.—dígame jefa—bromeó.
—¿Crees que seremos amigas por toda la vida?
La morena se extrañó por varios segundos.
—Que pregunta más rara. Si somos hasta como hermanas. Si lo dices porque te quieres librar de mi te informo que ahora seré tu parásito de por vida así que no puedes—rio.
—No no es eso. Solo te pregunto.—dijo Lauren suavemente.
—Ah no te preocupes. Vamos hasta mis padres saben de ti. Algún día Dios mediante me dijeron que vengas a Escocia conmigo, la granja es grande podemos quedarnos ahí, quien sabe cuando se acabe este trabajo o nos despidan, nos vamos, eres mi familia Lauren. Me iría contigo hasta a un depósito de basura. No te dejaría ni aunque fueras una cucaracha—dijo.
La emoción de todo el día, de la nota y de las palabras de Frizzy hicieron que Lauren no pueda estar serena por más tiempo.
—Yo tampoco te dejaría jamás—dijo notando su voz muy débil. Y sus ojos empezar a gotear.
Si llorar de felicidad y de paz era algo real, le estaba pasando.
—Ah que linda—dijo la morena para luego darse cuenta del estado de su amiga—Ay espera ¿Estas llorando?—dijo sorprendia—No, no llores—dijo alargando la última sílaba mientras salía de su cama lo más rápido que podía. Para saltar hasta la cama de su amiga.—No quería hacerte llorar, perdón.
—No, no. No es eso—justifico Lauren limpiando sus lágrimas con las manos—Es que estoy feliz, es por eso—dijo sinceramente.
—¿Estás llorando porque estás feliz?—preguntó Frizzy tiernamente con una risa. Acomodándose en la cama de su amiga para intentar ver su rostro escondido.
Lauren asintio sin poder decir algo por miedo a que su voz salga temblorosa.
—¡aw!—dijo la morena avalanzose a un gran y cálido abrazo a su amiga. Del cual no la soltó.
Lauren no pudo corresponder, su cuerpo no le respondía por la cantidad de sentimientos que tenía. Pero se dejó abrazar sin problema alguno, se dejó apretar. Y se dejó querer.
—Y serás mucho más feliz—feliz susurró la morena sin dejar de abrazarla, empezando a acurrucarse en el abrazo. A pesar de que Lauren estaba quieta.
—Lo seremos las dos.—decidió contestar Lauren estabilizando sus lágrimas un poco. Haciendo que Frizzy apriete el abrazo haciéndolo más emocional.
—Viste que tengo razón cuando digo que eres un terroncito de azúcar. —rio Frizzy sin soltar a Lauren, y sin que Lauren quiera que lo haga.
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