𝘁𝗵𝗶𝗿𝘁𝘆 𝘀𝗶𝘅.
→ CAPÍTULO TREINTA Y SEIS.
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— ✧ LONDRES, INGLATERRA.
DICIEMBRE, 1973. ✧ —
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roger despertó al sentir un agradable olor a waffles y té rodeándolo cálidamente. se incorporó en el sofá, haciendo las mantas a un lado y se pasó las manos por el rostro.
miró a su alrededor y sonrió débilmente. podía sentir las voces de freddie y brian en la cocina, cantando alguna de sus letras mientras hacían sonar los cubiertos y platillos.
no le importaba dormir en un sofá y tener dolor de espalda todo el día si eso significaba que estaba en un verdadero hogar.
la figura de john apareció en las escaleras, atrayendo su atención y haciéndolo reprimir una risa al verlo.
el bajista aún tenía su pijama puesto y lucía más que somnoliento, apenas si entreabría los ojos. se rascó una nalga mientras bostezaba y perezosamente, se acercó al sofá para hundirse al lado del rubio y apoyar la cabeza en su hombro.
ante su actitud, roger rio por lo bajo y lo rodeo con un brazo, permitiéndole acomodarse mejor y teniendo la libertad de deslizar sus dedos por el cabello largo y castaño de deacon a modo de mimo cariñoso.
taylor dejó caer su cabeza hacia atrás, cerró los ojos y suspiró relajado. se sentía en paz.
las cosas estaban marchando bien. su amistad con john había mejorado desde que había iniciado su noviazgo con faith, deacon confiaba en él y eso lo hacía sentir increíblemente bien.
faith estaba comenzando su terapia, asistía al centro dos veces a la semana y las sesiones parecían funcionar pues llevaba días limpia y sin ataques nerviosos. además freddie estaba haciendo un trabajo fantástico con ella, pues poco a poco le daba más confianza en sí misma para ayudarla a socializar y conocer gente de su edad.
y brian se había presentado en la universidad donde había estudiado para conseguir un trabajo de medio tiempo como tutor de algunos alumnos de primer año. claro estaba que lo hacía para costear el tratamiento de faith, pero ninguno de los cuatro se lo había comentado a la menor para que ella no se preocupara pensando en el sacrificio del rizado.
cierto muchacho de dicha característica, salió de la cocina junto a freddie y sosteniendo las bandejas que contenían el desayuno que habían preparado para sus amigos, pero al ver a roger haciéndole piojito a john mientras estaban acurrucados con los ojos cerrados; detuvieron su andar y sonrieron enternecidos ante la escena.
—es lindo saber que todos tenemos un lugar seguro si estamos juntos, ¿no crees?— susurró el vocalista a su acompañante.
el más alto asintió, agitando su voluminosa melena. —somos una familia.—
—mamá mercury.— sonrió orgulloso.
brian rio suave y caminaron juntos hasta el par en el sofá, atrayendo la atención de ambos tras el animado saludo del persa.
—¡buenos días, estrellitas! la tierra les dice hola.—
el bajista sonrió al verlos y se incorporó, estirando sus brazos y volviendo a bostezar.
—eres lo más perezoso que existe por las mañanas, john richard deacon.— rio roger.
el mencionado hizo un mohín de fingida inocencia y recibió la bandeja de brian mientras el rubio a su lado, tomaba la de freddie.
—¿tú preparaste esto?— dijo taylor, incrédulo. —¿y sin quemar la cocina?—
—se dice gracias, maldita cerda malagradecida.—
y lo siguiente que se escuchó por toda la casa fueron un montón de estruendosas carcajadas.
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una hora más tarde, el cuarteto de chicos caminaba de prisa al centro de terapia. debían recoger a faith para hacer las compras navideñas y se habían retrasado un par de minutos, pero para su suerte, faith apenas salía del recinto.
freddie sonrió al ver cómo sus ojitos se iluminaban con brillo al verlos justo antes de correr hacia ellos y abrazarlos fuertemente.
la risa suave de brian se escuchó a la par con el saludo de roger. —hola, nena. ¿cómo te fue hoy?—
la menor alzó la cabeza, se puso de puntillas para alcanzar a darle un pico en los labios y luego asintió sonriente, indicando que todo estaba bien.
el rubio correspondió al gesto y la dejó volver a esconderse entre ellos unos segundos más.
finalmente, ella se separó a la vez que las demás personas salían del centro de rehabilitación.
—adiós, faith.— se despidió amablemente una muchacha de cabello corto y rizado. —disfruta las fiestas.—
—también tú, tania.— sonrió gentil. —y suerte con tu nuevo trabajo.—
—puedes ir cuando quieras a la tienda, te haré un descuento.— dijo la chica devolviéndole la sonrisa y tras meter sus manos en su chaqueta, emprendió camino.
ninguno de los chicos mencionó algo al respecto, pero les agradaba enormemente ver a su pequeña actuar como una adolescente normal.
—que amable.— dijo freddie, en cuanto la rizada se había marchado. —¿en dónde trabajará?—
—¿hay algún chisme que no te importe?— preguntó brian con cansancio.
roger carcajeo por lo bajo cuando mercury y faith miraron ofendidos al mayor. ¿qué clase de pregunta era esa?
ignorando por completo a may, la castaña enganchó su brazo al del persa para comenzar a caminar juntos y seguidos por los demás.
—en una boutique de moda.— respondió finalmente y el pelinegro sonrió de inmediato.
—niños, ya se donde compraremos nuestro nuevo vestuario.—
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—en este mismo lugar en una hora.— dijo brian.
—¿una hora? cariño, mínimo necesito tres.— se quejó freddie. —¿cuánto crees que me tardo en elegir cada regalo? no les compraré lo primero que vea como si nada, tengo que decidir sabiamente.—
—yo no tengo reloj.— sonrió faith.
—yo no tengo idea de que regalarles.— se sumó roger.
—y yo ni siquiera tengo dinero.— finalizó john, encogiéndose de hombros.
el mayor suspiró, poniendo sus manos en su cintura. paciencia, paciencia.
—yo te prestaré, deaky.— sonrió ligero. —y nos reuniremos en aquí a medida que estén listos. ¿les parece bien?—
los cuatro asintieron y observaron a brian sacar su billetera para entregarle algunos billetes al castaño.
—hey, john.— dijo el rubio. —¿qué hiciste con todas las libras que te pague para que le llevaras mis notas a faith?—
el bajista sonrió con dientes y fingiendo inocencia ante la mirada del rizado.
—pequeño sinvergüenza.—
se separaron luego de unos minutos, dirigiéndose a las distintas tiendas del centro comercial en busca del obsequio perfecto para cada uno y el primero en tener suerte fue roger pues encontró un abrigo para freddie a buen precio y del estilo que el persa tanto amaba.
el segundo en encontrar algo adecuado fue brian, ya que fijó su vista en un bonito overol blanco para john.
así sucesivamente, cada uno de ellos fue hallando el regalo perfecto y se encontraron nuevamente al poco más de dos horas transcurridas. cargando un par de bolsas, se dirigieron al mercado para también comprar algunas verduras y complementos para el almuerzo y posterior cena.
finalmente, emprendieron camino a la residencia may con esta vez, faith colgada del brazo de john mientras comían algunos dulces que roger y freddie les habían comprado para consentirlos.
ya por la tarde, cada uno utilizó un lugar de la casa de brian para envolver sus regalos en papeles navideños y dejarlos bajo el árbol.
los cinco sonrieron al ver el resultado final. tal vez no era demasiado, pero era suficiente para hacerlos profundamente felices.
alrededor de las ramas decoradas, reposaban sus pequeños paquetes cargados de cariño. la situación económica de todos y cada uno de ellos no era la mejor, pero nunca dudarían de demostrar su amor por los otros y de gastar hasta lo que no tenían por ver una sonrisa en los rostros de quienes tanto querían.
—es nuestra primera navidad con faith, deberíamos tomar una foto.— sonrió freddie.
la mencionada mordió su labio. la verdad era que era su primera navidad en cualquier sentido, pues nunca antes había tenido la oportunidad de disfrutar de tal fiesta.
brian asintió despacio. —deaky es el único que tiene cámara, pero no aquí.—
—¿de qué hablas?— dijo el mencionado. —mis cosas están en tu cuarto.—
—¿qué?—
roger y faith carcajearon ante la expresión facial del rizado.
—brian, prácticamente vivimos aquí.— dijo el rubio.
—y gratis, que es lo mejor.— sonrió john. —anda, ve por la cámara. está en la gaveta superior de tu armario, junto a mis camisetas.—
may ladeo la cabeza. ni siquiera sabía que deacon se había tomado la libertad de meter sus pertenencias allí.
en realidad, ya ni siquiera sabía cuántos días llevaban viviendo con él.
suspiró y fue escaleras arriba. al llegar al cuarto, se dirigió al closet y justo como el bajista indicó, en el compartimiento de arriba, se encontraban algunas de sus cosas. sonrió ligero y regresó abajo con la cámara entre sus manos.
colocaron el aparato sobre algunos libros para darle la altura necesaria para capturar sus rostros e inmortalizaron el recuerdo en papel y en sus mentes.
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faith salió de la cocina sonriendo, preparar la cena con los chicos había sido una de las mejores cosas que había hecho en su vida.
roger había abandonado el mismo lugar algunos minutos antes que ella y ahora se encontraba sentado en el suelo de la sala, mirando el fuego de la chimenea mientras intentaba entrar en calor con la misma.
la luz de la sala estaba apagada, y a unos metros podían escucharse las risotadas de freddie mientras intentaba meter las cosas al horno sin asesinar a brian o john en el intento.
ella lo miró en silencio y antes de que la calidez del fuego la rodeara, la invadió la que desprendía de esos ojos azules que la descubrieron observándolo.
—ya no tienes que espiarme desde un rincón, ¿sabes?— dijo sonriendo de lado.
—espiarte siempre será mi actividad favorita.— rio suave.
el rubio le permitió acercarse y la ayudó a acomodarse delante de él para rodearla con sus brazos y apoyar su mentón en uno de los hombros de la femenina.
—te quiero, nena.— soltó.
ella ladeo la cabeza de tal manera que sus labios pudieron unirse y disfrutarse suavemente unos segundos.
—te quiero más, rog.—
la dulzura en su tono, su apodo cariñoso y la honestidad de sus palabras, derritió el corazón de taylor y lo hizo sentirse un poco más enamorado de ella, como si eso fuera posible.
no mencionaron nada más, no lo necesitaban. ambos sabían que estar allí, entre los brazos del otro, era el mejor regalo que habían recibido en toda su vida.
durante todos los años de su infancia y adolescencia no habían hecho más que rogar por un solo momento de paz y amor, y ahora, finalmente lo tenían.
roger cerró los ojos y sonrió. si hubiera seguido siendo aquel mujeriego coqueto, no habría perdido la oportunidad de atacar su cuello a besos provocadores, pero con faith todo era distinto. era un mejor hombre.
el momento se cortó cuando las luces se encendieron y con ellos llegaron, freddie, john y brian, quien estaba limpiando sus manos en el delantal de su cintura.
—la cena estará lista en una hora.— informó el mayor.
—pero yo ya tengo hambre.— se quejó deacon, dejándose caer en el sofá.
—también yo.— dijo roger, asomando su cabeza por el lado de faith.
may suspiró y emprendió camino de regreso a la cocina, diciendo: —les prepararé unos sándwiches.—
—¡el mío con queso, por favor!—
—¡el mío con mermelada!—
—¡que sean dos!—
—¡tres!—
el guitarrista volteo a verlos con una ceja alzada, haciendo a la única chica sonrojarse por haber sido la última en gritar.
—lo siento.— susurró encogiéndose.
—nena, eres parte de esta familia. tú puedes pedir lo que quieras.— sonrió el rizado.
—entonces trae unas tazas de té también.— ordenó entusiasmada y los otros tres estallaron en carcajadas.
—¡esa es mi chica!— dijo roger haciendo su abrazo más fuerte.
—aprendes rápido, mi niña.— felicitó freddie.
brian los observó rendido y con ternura, fue a preparar lo solicitado.
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dos horas más tarde, el grupo concluía la cena en medio de risas alegres. la comida había estado deliciosa y la serenidad entre ellos endulzaba sus corazones y el ambiente haciéndolo increíblemente agradable para los cinco.
—mamá mercury propone un brindis para terminar la cena.— dijo freddie, tomando su copa.
faith lo miró con curiosidad mientras los demás limpiaban sus bocas.
—¿por qué?— consultó brian.
—porque lo mejor está por venir.—
los cuatro observaron al persa con una sonrisa y un sentimiento que no supieron descifrar más que como una inmensa calidez que tocó sus almas.
—porque lo mejor está por venir.— se unió roger, decididamente y alzando su copa también.
john y brian fueron los siguientes, sonriendo con plena seguridad.
faith tomó su copa, aquella que a diferencia de las de sus amigos, solo tenía refresco; y sonrió también.
y los cristales chocaron mientras repetían las palabras ciertas de freddie, porque aún les quedaba mucho por disfrutar.
tras beber de sus vasos, se levantaron del comedor y se dirigieron nuevamente a la sala, para abrir los obsequios de inmediato y no por la mañana, ya que habían decidido salir de la ciudad al día siguiente para dar un paseo.
repartieron los regalos en medio de abrazos de agradecimiento y finalmente se sentaron entre los sofás y el piso para abrirlos.
los gritos de freddie no se hicieron esperar al ver el abrigo, los esmaltes de uña, los anillos y el cinturón de cuero que sus amigos le habían dado. estaba demasiado feliz y no podía esperar estar sobre un escenario para lucirlo todo como solo él sabía hacerlo.
roger sonrió al ver las baquetas al abrir la delgada cajita que brian le había entregado. sabía que la razón de ello era un impulso a que nunca se rindiera en sus sueños por más difícil que fuera alcanzarlos.
john corrió al baño para cambiarse sus viejos jeans por el overol blanco y modelar exageradamente mientras se reía. si bien, él solía ser muy tímido y reservado, no podía privarse de demostrar sus emociones cuando se sentía tan feliz.
brian sonrió al verlo. sin duda le había quedado perfecto, pero lo bien que se ajustaban sus muslos y entrepierna a la tela, lo desconcentraba y convertía la ternura en otra clase de sentimiento que no lograba identificar.
y por último, faith tenía los ojitos brillantes por las lágrimas que había acumulado al ver la pulsera de plata con cinco dijes que roger le había dado.
el rubio acarició su mejilla con delicadeza y sonrió.
—freddie es la estrella, ya sabes, el bastardo se cree el centro del universo.— rio. —brian es la nube, tiene cabeza de una y también se las come.—
el rizado lo miró mal y ella rio suave, deslizando sus dedos por sobre dichas figuras mientras los demás estaban atentos.
—john es la luna, silencioso y un poco solitario, pero a la vez, él que ilumina tu camino oscuro.—
deacon se encogió. se sentía enternecido y muy suave.
—yo soy el sol. en tu primera nota dijiste que mi cabello te recuerda a esa estrella y que yo... que yo era el sol que iluminaba tus días nublados y grises.—
faith giró su ya humedecido rostro para verlo, y llevó su mano a su pelo, acariciando sus rubios mechones. él cerró los ojos ante su tacto y sonrió.
—siempre serás mi sol, roger.—
el mencionado se inclinó a dejar un beso sobre sus labios antes de terminar su explicación.
—y el arcoíris... dios, nena, tú eres el arcoíris.— suspiró. —tú coloreaste nuestros días, mi vida entera y eres la obra de arte de estos cuatro tarados buenos para nada.—
la chica rio ligera y se acercó a los labios de su novio para susurrar sobre estos un gracias.
él correspondió y tomó su obsequio, aquel que ella le había comprado tan especialmente con sus ahorros. lo abrió con delicadeza y del paquete sacó un bonito par de suspensores de colores.
sonrió enternecido y con la ayuda de ella misma, los colocó en la pretina de su pantalón para que los elásticos quedaran por sobre su camisa.
—eres mis colores, rog.—
—y tu los míos, nena.—
❝ te amo ❞ no es la única manera de decir te amo.
freddie hizo un puchero de ternura al verlos volver a besarse cortamente. eran tan tiernos.
—bueno, niños.— aplaudió. —fue una linda noche.—
—gracias por todo.— dijo brian, apuntando los regalos que había recibido.
—levantemos la mesa, yo lavaré los platos.— dijo roger, poniéndose de pie.
—yo iré a preparar la habitación para...—
—chicos, esperen.— detuvo john. —aún queda un regalo.—
freddie se inclinó por sobre él para mirar la bajada del árbol. —eres un estafador, no hay nada.—
el castaño le sonrió algo nervioso y del bolsillo de su camisa, sacó una pequeña caja que extendió hacia su hermana.
—¿para mí?— dijo ella con curiosidad. —me regalaste un vestido ya, deaky.—
él volvió a sonreír de la misma manera que lo había hecho hace segundos y agregó: —solo ábrelo, pequeña.—
la pálida aceptó la cajilla, la abrió con cuidado y frunció ligeramente el ceño al ver que solo se trataba de un trozo de papel con dos palabras escritas por la caligrafía del bajista.
❝ faith deacon. ❞
los segundos comenzaron a pasar lentos y silenciosos. los demás no entendían el porqué de la falta de reacción o comentarios de ella y esta misma no entendía qué significaba lo que john acababa de darle, pero sentía todo su cuerpo temblar por dentro.
—¿qué?— dijo freddie impaciente. —¿qué es?—
john tenía la mirada fija en la menor y ante la falta de respuesta, roger se puso en cuclillas para volver a quedar a la altura de faith y echar una mirada.
su primera reacción fue jadear con asombro y parpadear repetidamente. vaya.
—oh, john...— suspiró.
su cabeza se quedó en blanco. definitivamente john era como la luna, se preparaba en silencio durante varios días antes de dejar ver la verdadera luz que poseía. y deacon había hecho un ciclo silencioso y de trabajo consigo mismo durante ya algunas semanas para aventurarse a decir la verdad.
—¿qué... qué es esto, deaky?— susurró faith. —¿qué... significa?—
el bajista tomó una respiración profunda. se había mentalizado para dar las respuestas que ella buscaría y se había preparado para todos los escenarios posibles. no podía acobardarse ahora, tenía que decirle.
—significa que eres mi hermana, faith.—
freddie abrió la boca y brian lo miró atónito. si bien, estaban completamente de acuerdo en decirle la verdad, aquello los había tomado por sorpresa.
ni john ni nadie habría entendido que había dicho faith si no la hubieran estado mirando en ese momento, porque solo así pudieron notar como sus finos labios se habían movido en un qué inaudible.
los ojos de la joven comenzaron a arder. no lo entendía, no sabía qué hacer o decir. se sentía un huracán de emociones entre alegría y un inexplicable vacío.
el mayor de los deacon, tragó saliva intranquilo. había pensado demasiado en como diría las cosas pero al verla tan afectada, todos su planes y prácticas se habían evaporado para reemplazarse por una horrible incertidumbre.
—no estoy orgulloso del hombre que fue mi padre.— dijo, comenzando a desesperarse. —tenía una mala vida y nos abandonó hace demasiado tiempo, dios, ni siquiera sé si está vivo o muerto, pero... de algún modo sus errores y los de tu madre, crearon algo maravilloso, algo puro y gentil... tú.—
ella se levantó del piso con rapidez y respirando de forma irregular. puso las manos sobre su cabeza como si así pudiera hacer que le doliera menos el procesar tanto en tan poco tiempo.
el oficio de olivia y sus clientes.
el padre de john llevando una vida de perversiones.
ella, su madre, john, la familia de él... todo giraba una y otra vez en su mente como la peor de las montañas rusas, una tan emborrachante que la hacía sentir perdida y al borde de desfallecer.
—yo... yo necesito un minuto.— sollozó, corriendo al jardín trasero.
roger se puso de pie, incorporándose y dispuesto a ir tras ella, pero la mano del mismo john en su muñeca, lo detuvo.
—déjala un momento, rog. necesita pensarlo.— susurró cabizbajo.
el rubio lo miró con tristeza. parecía estar haciendo un tremendo esfuerzo para no romper a llorar.
y aunque bien sabía él, lo horrible que era sentirse avergonzado por las acciones de su padre, no podía imaginar cuán peor aún era para el bajista, tener que volver a enfrentar el fantasma del hombre que durante años lo había hecho sufrir un terrible abandono.
john se sentía algo acabado. siempre supo que en cuanto dijera la verdad, las cosas serían mas complejas de como las había imaginado, pero no podía evitar sentirse mal.
la principal razón por la que en todos esos meses no había confesado aquel vinculo que los unía ,era porque temía lastimarla al decirle de donde provenía.
—¿por qué no nos lo dijiste?— susurró freddie, amable y preocupado.
—necesitaba hacer esto yo...— murmuró el castaño, jugando con sus dedos. —tenía que darle la cara, como su verdadero hermano... y no ser como mi madre o julie.—
sus acompañantes asintieron lentamente y roger se sentó a su lado sin decir algo más por el momento.
john había previsto la reacción de faith, incluso había pensado algo peor. así que aunque se sentía terriblemente inquieto por dentro, esperaba su comprensión.
los minutos comenzaron a pasar desde entonces y roger se impacientó al cabo de unos cuantos. temía que ella estuviera demasiado mal o que se fuera, porque si bien había salido por al jardín trasero, no era difícil rodear la casa y abandonarla por el costado.
la sola idea de faith caminando sola y en mal estado, bajo el frío cielo oscuro y peligroso, le ponía los vellos de punta.
—voy a salir.— avisó, levantándose y esta vez, john asintió, dándole su aprobación.
taylor miró a sus otros dos amigos, haciéndoles un movimiento con la cabeza a cada uno y que ambos supieron atender de inmediato.
freddie se levantó también y fue con él al jardín, a la vez que brian se quedaba con john.
—hiciste lo correcto, deaky.— susurró, poniendo sus mano sobre la del menor de forma reconfortante gracias a la diferencia de tamaños.
deacon sonrió a penas. —¿puedes solo abrazarme?—
y el rizado no dudo en envolverlo entre sus brazos y consolarlo tanto como pudo mientras, roger y freddie encontraban a faith sentada en el césped, abrazando sus piernas y con un ligero temblor en su cuerpo como mezcla del frío de la madrugada y de sus incontrolables emociones.
mercury se quitó su abrigo y lo poso sobre sus hombros, haciéndole notar así, que ya no estaba sola.
el frío lo hizo estremecerse y sintió cada centímetro protestar por la falta de calor, pero aquella era la última de sus preocupaciones en ese momento.
—hola, cielo.— dijo, sentándose frente a faith. —¿cómo te sientes?—
a ella le tomó unos segundos levantar la cabeza para responder y dejarse ver. tenía los ojos y la punta de la nariz con un tono rojizo.
siendo honesta consigo misma, no tenía idea de que sentía. era una especie de remolino que no dejaba de darle vueltas. sentía un enorme amor por john y darse cuenta que tenían un vínculo que iba más allá de una amistad, llenaba varios vacíos de su vida a la vez que otros se hacían mas grandes.
—no lo sé.— susurró y pasó saliva. —¿ustedes lo sabían?—
el vocalista ladeo su cabeza indeciso de contestar y roger se acercó, tomando asiento a su lado.
—sí, amor. lo sabíamos.— confesó valientemente. —pero creo que puedes entender que no nos correspondía a nosotros decírtelo.—
la chica asintió despacio y freddie suspiró de alivio.
—¿no estás molesta?—
—tendría que estar loca para molestarme por tener de hermano a deaky, es solo que...— pauso. —estoy dolida sobre mi origen... es asqueroso.—
ninguno de los dos contestó de inmediato. no podían negar aquello.
ella amaba a john de verdad, de hecho, siempre lo había considerado un hermano; pero no esperaba enterarse de que en verdad lo era.
y tan solo pensar en el porqué, le daba nauseas.
faith solo había preguntado por su padre una vez y había sido durante su infancia, pero una paliza fue todo lo que olivia le dio por respuesta y desde entonces, supo que aquello era algo en lo que no debía indagar.
cuando comenzó a crecer, pensó en muchas posibilidades, como que ella había nacido antes de que su madre comenzara en el oficio de la prostitución o incluso que olivia hubiera sido abusada en el pasado y aquello hubiera desencadenado su falta de amor por ella, pero nunca pudo imaginar que fuera producto de una de esas malditas noches con clientes porque su progenitora llevaba años con esa vida y jamás la había visto siquiera la preocupación de un embarazo.
desde ella, olivia jamás se permitió otro desliz. tan pronto como faith nació, se sometió a un tratamiento ginecológico que modificó su matriz de tal manera que esa clase de problemas, como la mujer pensaba, jamás volviesen a ocurrir.
—amor, mírame.— pidió roger, tomando el rostro de la menor entre sus manos para obligarla a hacerlo. —ni lo que tus padres sean, ni sus errores o crímenes... definen quien eres y quien serás.—
las lágrimas comenzaron a caer por los ojos de ella nuevamente, deslizándose como frías gotas entre los dedos cálidos del baterista.
—tan solo mira a deaky, arthur los abandonó cuando era menor que tú y la paso horrible, sufrió como nunca y soportó un daño terrible que desearía nunca hubiera tenido que vivir... pero fue justamente eso lo que lo convirtió en ese ser incondicional que todos amamos. fue ese dolor el que lo hizo convertirse en el hombre que se hace cargo de su madre y de sus hermanas.— faith sollozó fuertemente al escuchar aquello. —y tú, nena... tú tampoco eres como oliva y sé que jamás lo serás, porque tengo por novia a la mujer más fuerte de este jodido mundo, a la chica que ha sobrevivido a la peor de las oscuridades para ser luz.—
—deaky y tú son mejores que ellos, cielo, y se merecen el uno al otro.— dijo freddie.
tenían razón, tenían toda la razón del mundo.
ella se encogió, siendo rodeada por los brazos del rubio y en su pecho lloró desatada, limpiándose de su dolor, de sus traumas y vergüenzas.
—eso es, amor... sácalo todo.— susurró taylor, acariciando su espalda.
la sostuvo suave y gentil, sintiendo los espasmos de su cuerpo en cada sollozo.
—todo estará bien, mi niña.— prometió freddie.
y mamá mercury, estaba en lo cierto.
cuando la muchacha logró calmarse y se incorporó, susurró que deberían entrar y en compañía de ambos mayores, regresaron al interior de la casa.
al entrar, pudieron divisar a john con la cabeza sobre el regazo de brian mientras éste acariciaba su cabello delicadamente. el bajista comenzaba a dormirse pero aún así, su rostro evidenciaba que a pesar de sus intentos, había estado llorando.
roger sonrió al ver como faith lo miraba y la rodeó por la espalda.
—¿sabías que el color terracota se asocia a la calidez del hogar? simboliza la felicidad de una familia.— dijo despacio. —¿no es esto el mejor regalo que podrías recibir en tu primera navidad? un hermano... uno que te ama incondicionalmente y que daría su vida entera por cuidarte feliz.—
una pequeña sonrisa se asomó en los labios de ella, aún sin despegar su mirada del bajista y el ojiazul tocó el centro de su pecho con suavidad.
—¿sientes eso que te invade al verlo y al saber que una parte de ti pertenece a alguien y que una parte de él también te pertenece a ti?— sonrió. —es amor, es alegría... déjalos entrar.—
ella tomó aire y cerró los ojos un segundo, permitiendo que todas sus emociones la recorrieran y llenaran por dentro. y fue entonces cuando un sentimiento se instaló en su corazón, algo que solo había sentido estando con ellos, pero ahora de una manera mucho más fuerte y definitiva.
ese sentimiento terracota: la calidez hogareña y la felicidad de una familia.
cuando abrió los ojos, roger la dejó ir hacia el deacon mayor y la observó arrodillarse y acariciarle las mejillas de forma delicada para despertarlo.
—deaky, hermano...—
y la armonía del verde, la alegría del amarillo, el amor del rojo y la tranquilidad del azul; tiñeron sus rostros con el reflejo de las luces navideñas del árbol como la prueba indudable del sinfín de colores que eran.
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— tania ; ElFerrasTaylor
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