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𝘁𝗵𝗶𝗿𝘁𝘆 𝗻𝗶𝗻𝗲.

→   CAPÍTULO TREINTA Y NUEVE.

⇆ ◁ || ▷ ↺   :  𝚖𝚛/𝚖𝚖𝚎 - 𝚕𝚘𝚒𝚌 𝚗𝚘𝚝𝚝𝚎𝚝.

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LONDRES, INGLATERRA.
ENERO, 1974.

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brian llegó al parque tempranamente, como era de costumbre. miró a su alrededor y suspiró profundamente, inhalando el aroma del césped. y luego de unos segundos, se sentó sobre este mismo, decidiendo esperar a los demás mientras comía un sándwich que había comprado de camino.

mientras masticaba, miró el cielo y volvió a suspirar. estaba cansado del ritmo entre impartir lecciones en la universidad y los ensayos de la banda. además de que su cabeza no estaba en completo orden desde hace ya semanas y la razón de ello, tenía nombre y apellido: john deacon.

no lo entendía. habían pasado años desde que tuvo ciertos sentimientos por el muchacho, ¿por qué ahora volvían a surgir?

may dejó el sándwich a un lado y pasó sus manos por su cara con estrés. a pesar de jamás haber dicho nada sobre aquella situación, brian estaba profundamente agradecido con john, ya que gracias a él había descubierto su verdadera orientación. y aunque la mantuviera en secreto, se sentía más aliviado desde que se aceptó así mismo como bisexual.

fuera de sus pensamientos, la segunda en llegar al punto de encuentro fue faith. esa tarde vestía una falda negra y una camisa de roger, que la hacían lucir joven y hermosa.

—hola, bri.— saludó sonriente y sentándose al lado del mencionado. —¿cómo estás?—

—hola, pequeña.— contestó amable. —todo bien.—

—¿estás seguro de eso?—

el rizado se sintió pequeñito y expuesto ante sus ojos, pero intentó evadir el pánico. —claro, ¿por qué no habría de estarlo?—

—últimamente estás un poco extraño, te ves decaído y distante.— dijo suave. —roger está preocupado por ti, dice que ocultas algo que te agobia.—

may guardó silencio. podía intentar esconder sus sentimientos, pero no podía esconderse del rubio, lo conocía a la perfección.

cerró los ojos. una parte de él, le rogaba que se sincerara con alguien y dejara de llevar tal carga solo, pero la otra no hacía más que preguntarle cómo demonios le diría a faith que estaba enamorado de su hermano.

—roger tiene razón.— admitió finalmente, algo apenado y mientras tocaba su pecho. —solo que... no sé cómo sacar esto de aquí.—

la deacon asintió despacio. no lo presionará a contarle algo para lo que no estaba listo, pero quería que supiera que siempre podría contar con ella y los demás.

—tal vez debes dejar que nosotros lo descubramos.—

sus palabras le sacaron un repentino jadeo de sorpresa al sentir la verdad golpeándole más fuerte que la brisa de las tardes de londres. quizá solo debía permitirse mostrarse como en realidad era y confiar en que ellos, su familia jamás lo traicionaría.

quizá solo debía dejarse ver por john y sincerarse con él.

incapaz de responder algo más, solo se acercó lo suficiente a la chica para brindarle un cálido y agradecido abrazo que se prolongó hasta que los demás comenzaron a llegar al parque poco a poco y tardando algunos minutos más de lo esperado.

—bueno, niños.— anunció freddie. —ya que al fin estamos todos, podemos ir partiendo.—

sophie y tania se miraron entre sí con diversión. era un completo descarado. hablaba de esa manera cuando él había sido el último en llegar, casi un cuarto de hora después de lo acordado.

—¿uh?— murmuró john, confundido. —creí que solo veníamos al parque como de costumbre.—

—cambio de planes, mi amor.— sonrió el persa, apretando la mejilla del menor con ternura.

el bajista sintió su cara calentarse ante su toque por lo que se encogió en sus hombros mientras mercury sacaba unos boletos del bolsillo de su abrigo para entregarle uno a cada uno.

—¿ópera?— dijo brian al leer el ticket.

todos los ojos se centraron en el carismático vocalista en busca de una explicación.

—cada semana tendremos que preparar un nuevo show y me rehusó a repetir presentaciones y los mismos patrones en cada canción. tenemos que buscar nuevas influencias y expandir nuestro horizonte musical.—

tres de los todos los presentes asintieron, comprendiendo la estrategia mientras que los demás se miraron entre sí con cierta duda.

—¿y los que no somos de la banda qué?— preguntó chiméne de forma risueña.

—¿qué es lo que dices, cariño?— dijo freddie espantado y frunciendo el ceño. —queen no es solo es una banda, es una familia.—

a la muchacha se le iluminó el rostro con una sonrisa que contagió a los demás.

—debiste gastar más de la mitad de tu paga en esto, fred.— musitó roger.

—y la otra mitad la gasté en este precioso abrigo, ¿no crees que se me ve divino?— evadió mercury, modelando su nueva prenda.

—hey, hablo enserio.— regañó taylor.

el vocalista hizo un mohín. —roggie, el dinero es una de las cosas más efímeras en la vida, solo va y viene... pero si yo tengo la oportunidad de crear hermosos momentos con los que amo gracias a ello, ten la seguridad de que gastaré hasta la última libra.—

el baterista quedó sin respuesta, pero confirmó una vez más que tenía a las mejores personas en su vida.

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el grupo entró en el recinto intentando hacer silencio, aunque fue un poco imposible gracias a que john se tropezara en los escalones y generara carcajadas burlescas.

el bajista hizo un puchero apenado y enganchó su brazo al de paul para caminar aseguradamente. el mayor rio por lo bajo y se aseguró de no soltarlo mientras buscaban sus asientos.

faith, por su lado, se detuvo y sonrió al mirar el teatro y ver los palcos superiores. para ella, se trataba de una verdadera obra de arte. era el lugar donde se interpretaban las tragedias de la literatura que soñaba con estudiar o escribir algún día.

a lo lejos, podía escuchar las risas de sus amigos, como el eco de la inmensa felicidad que sentía en su pecho.

ensimismada en sus pensamientos, ignoró que los demás subieron a sus lugares y de no ser por la cálida mano de roger que se envolvió sobre la de ella, se habría quedado contemplando cada detalle del anfiteatro.

sonriéndole, la condujo a una de las esquinas del balcón, esperando ver aparecer a una mujer robusta, con un voluminoso vestido y con un gran peinado entre un montón de violinistas que se dejarían ver cuando se levantaran las pesadas cortinas rojas.

sorpresa se llevaron, al ver un muchacho delgado y rubio, vistiendo totalmente de blanco y con solo un piano tras él.

—que lindo.— musitó tania, inclinándose ligeramente por la barandilla.

las demás chicas sonrieron ante su repentino enamoramiento y observaron al joven hacer una reverencia al público mientras un compañero aparecía a tomar lugar en el banquillo y así hacer sonar las teclas del piano en su maravilloso sonido.

las melodías pasaron a un segundo plano cuando el chico abrió su boca y de ella escapó su voz en profundos versos franceses que pusieron los vellos de punta.

no estaba cantando, estaba contando una historia y recitaba de tal manera que parecía evidenciar sus vivencias y sin saberlo, las de aquel grupo de amigos.

relató el infierno en el que vivían, los deseos de escapar lejos del mundo que estrangula y destruye las infancias y desaparecer, huir lejos, sin saber a donde.

contó la verdad de aquellos que deseaban ver luz en las tinieblas: esa ilusión de escribir un mundo nuevo, un planeta en el que pudieran sentirse libres, como ellos mismos, sin presiones, odios o cadenas que los ataran a las más crueles miserias.... un planeta en el que abrirían sus alas.

los nueve jóvenes presentes se sintieron conectados en aquellas palabras, envueltos en el deseo de volver las lágrimas y el dolor como un simple mito y vivir de los sueños y de la esperanza por la que habían mendigado tantas noches.

john fue el primero en quebrarse al darse cuenta que vivía en un lugar donde los padres convertían a sus hijos en pequeños monstruos malvados que eran capaces de clavar los peores puñales. pensó en su madre y en julie, y sintió su corazón sangrar con el nombre de faith.

así que confesaron ser derrotados, devorados por la vida y tener desagradables amarguras. admitieron sentirse solos y que durante mucho tiempo, nadie había tomado sus manos para compartir el camino o esperarlos al final de la meta.

y que por ello, personas como freddie o roger se habían emborrachado incontrolablemente para olvidar su soledad y que el sendero de la tristeza parecía no tener un mañana esperanzador.

poca vida, pocos amigos. llenos de enemigos, idiotas que los habían jodido siendo tan solo unos jovencitos obligados a luchar con las cabezas hechas un desastre sin luz, con mentes que necesitaban algo de iluminación, pero primero algo de esa felicidad que se obtiene cuando el amor verdadero calma todo dolor y hace olvidar las horribles desgracias.

con los ojos cristalizados, tal como faith, roger rodeó con sus brazos la cintura de su novia, aferrándose al escape que había encontrado en medio de su corazón roto, solitario y melancólico.

brian jadeo al escuchar al compositor preguntando si ya sabía quien era, si ya lo había descubierto o aun se sentía algo perdido, incompleto e infeliz.

cerrando los ojos y soltando así un par de lágrimas, se encontró así mismo y se aceptó, negándose a volver a sentirse como un cobarde al que le faltaba el amor y la felicidad que podía brindarle el tierno muchacho que estaba a su lado.

así que tomó la mano de john, entrelazando sus dedos con los suyos y capturando la mirada confundida del emocionado castaño; pero también, capturando su corazón al decirle en un susurro un par de palabras que su alma había gritado con todas sus fuerzas.

—te quiero, deaky.—

y a la vez que la melodía y la voz del cantante, tomaba el punto culmine de su arte y juraba la más bella y hermosa esperanza, faith y roger se fundieron en un abrazo que los aisló de toda realidad, uniéndose en un vínculo tan profundo que volvía suyas aquellas palabras que prometían encontrar a una persona sincera para tener y hacer el amor.

dos almas gemelas que finalmente habían hallado el glorioso camino para soportar el pesar de la vida, pero con un afecto tan puro que los hacía libres de traiciones y malas pasadas.

sophie, quien se había mantenido absorta en su mente, haciéndose su propios cuestionamientos y liberaciones, los observó con una sonrisa y limpió su rostro humedecido por el llanto que había soltado sin siquiera notarlo.

la chica buscó a su fiel compañera con la mirada, pero la encontró ocupada al estar recibiendo una vez más las disculpas de un lloricoso paul sobre aquel incidente que habían tenido en su primer mes como pareja. pero suspiró tranquila al ver la expresión en el rostro de chiméne. la conocía bien y sabía que había reflexionado y que sería cuestión de días para volver a verlos juntos y felices como merecían.

llevó sus ojos a tania, buscando apoyo emocional en ella, pero la muchacha no había despegado su mirada del escenario ni por un solo segundo. aquel jovencito de nombre desconocido, pero de voz encantadora, la había capturado por completo. en ese traje blanco y mientras finalizaba la letra con un bello agradecimiento, parecía el ángel que le hacía falta a su vida para salvarla de algunas desgracias.

justo en el momento que sophie iba a rendirse y tragarse sus emociones, uno de los brazos de freddie pasó por sus hombros.

—aún tienes a mamá mercury, cariño. —

ella sonrió y lo rodeó por el abdomen, escondiéndose en su pecho y sintiéndose mucho mejor. agradeció tener al persa en su vida y tener la fortuna de sentir sus manos brindándole caricias amables y reconfortantes sobre la espalda.

freddie sonrió a penas. tal vez él podía conseguir aliviar las tristezas de su amiga, pero ¿quién aliviaría su dolor? nada ni nadie podría sacar a john de su corazón y difícilmente olvidaría las ilusiones que se había hecho a su lado, porque aquellas esperanzas se habían convertido en cenizas tras las palabras que brian había confesado al castaño y que este, parecía haber aceptado pues sus manos seguían fuertemente enlazadas.

y es que la vida no es justa para todos y tal vez sea por eso que la vida en sí misma no es más que la simple paleta de colores que matiza los grises con los dorados, el amor y la felicidad con el dolor y la decepción; pero que finalmente, da por resultado una digna obra de arte.

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