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⚠︎ 𝘁𝗵𝗶𝗿𝘁𝘆 𝗳𝗶𝘃𝗲.

→   CAPÍTULO TREINTA Y CINCO.

⇆ ◁ || ▷ ↺   :  𝚜𝚝𝚒𝚕𝚕 𝚕𝚎𝚊𝚛𝚗𝚒𝚗𝚐 - 𝚑𝚊𝚕𝚜𝚎𝚢.


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LONDRES, INGLATERRA.
DICIEMBRE, 1973.

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—tenemos un problema.—

ante el inesperado comentario de frente, john dejó de curar las heridas de roger y junto a este mismo, miraron al persa.

brian dejó las cajas que tenía entre sus brazos en el suelo y observó a su amigo también. tenía las manos en la cintura en forma de jarra y un aire pensativo que preocupó a los demás hasta que volvió a hablar.

—sé que soy una estrella, pero no puedo ponerme a mí mismo en la punta del árbol.—

a roger se le escapó una carcajada mientras el bajista solo suspiraba cerrando sus ojos.

—eres un caso perdido, freddie.— dijo brian, negando con la cabeza.

mercury lo miró ofendido e ignorándolo, retomó su trabajo de colocar las bolitas en las ramas verdosas y a la vez que john volvía a lo suyo también, tomando algunas vendas para terminar las curaciones del rubio pues era el encargado de limpiar las heridas de roger cada mañana.

tal vez porque era el más delicado y cuidadoso o tal vez porque freddie le metería otro golpe por cada vez que se quejara.

—auch.—

—lo siento, lo siento.— se apresuró a decir el menor, acariciando su mejilla para aliviar el dolor.

—está bien, deaky.—

el mencionado cortó las gazas en pequeños trozos y con suavidad, los pegó sobre las lesiones del rostro de taylor con esparadrapo.

—listo.— sonrió haciendo que sus ojitos se achinaran.

roger le devolvió el gesto como agradecimiento. sus heridas habían mejorado considerablemente gracias a él.

john se limpió las manos con alcohol y metió todo lo que había utilizado en el botiquín antes de apoyar su cabeza en el hombro del rubio.

brian, quien estaba apoyado en la pared para tomar un descanso de llevar tantas cajas, sonrió al verlos. se sentía en paz y feliz.

la situación era simple, diciembre había llegado y con ello, el espíritu tan mandón como navideño de freddie. el persa se había empecinado en que sería la mejor navidad de sus vidas.

gran parte de eso le tocaba al joven guitarrista, ya que al ser su casa, debía buscar los adornos y colgar la mayoría de ellos por ser el más alto. además, john y roger eran demasiado perezosos para hacer algo más que sentarse en el piso y reírse de sus constantes peleas con freddie.

¿por qué la casa may? porque los padres de brian habían sido invitados a pasar la semana de final de año con unos amigos del trabajo y al muchacho no le entusiasmaba la idea ya que no eran personas de su agrado y roger aún estaba hospedado con él.

así que tras una plática familiar, harold y ruth decidieron que irían solos y dejarían que su hijo pasará las fiestas con sus amigos en casa pues freddie no tenía ningún interés es celebrar la noche de navidad y año nuevo con familiares lejanos que no harían más que criticarlo constantemente y john tampoco quería compartir con su madre o julie por el rechazo que estas aún tenían con faith.

el pitido de la tetera en la cocina, fue la señal para sacar al rizado de sus pensamientos y para que roger y compañía se levantaran del suelo para ir a preparar el desayuno.

los dos chicos no tardaron mucho en poner la comida y lugares en la barra, por lo que tras unos pocos minutos, llamaron a freddie y brian para que se acercaran.

tan pronto como entraron a la cocina, el olor de tostadas y té recién preparado, los invadió cálidamente. el ambiente era tan dulce y reconfortante que el mayor se quedó inmóvil.

—dios, como amo esto.— sonrió mercury.

roger sonrió de vuelta y pasó uno de sus largos mechones de cabello tras su oído mientras tomaba asiento.

el persa caminó hasta la isla y se sentó frente a él mientras el bajista terminaba de sacar el pan del tostador.

—¿con mermelada o queso?— consultó john.

—¿qué tal un poco de miel?— pidió freddie.

el castaño sonrió y se volteó para sacar el frasco de la alacena, pero al hacerlo notó que may seguía de pie en la entrada de la cocina.

—bri, ¿qué pasa?—

el mencionado guardó silencio unos segundos, abrumado por sus propias emociones y finalmente respondió:

—me alegra tanto tenerlos en mi vida.—

los otros tres lo miraron con ternura y emoción. se amaban tanto o incluso más que como una familia.

bueno, una familia muy especial.

—¿ya te he dicho lo gay que eres?—

—oh, que te den, roger.—

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habiendo transcurrido una hora desde que el cuarteto se sentaron a desayunar entre burlas al guitarrista, freddie se encontraba hablando animadamente lo seguro que estaba del éxito que tendrían como banda y de lo que harían después de eso.

—¿qué caso tendría vivir separados si estamos más de la mitad del día juntos? tenemos que comprar una casa para los cinco.—

john agachó la cabeza, ocultando su gran sonrisa. había incluido a faith.

roger lo miraba entusiasmado y asentía a todo lo que el persa parloteaba. al fin de cuentas, tenía un buen punto. prácticamente ya vivían juntos, pasaban todo el tiempo en la residencia may.

—brian y los gatos estarán en el tercer piso, deaky junto a faith en el segundo y roggie y yo, en el primero.— continuó alegremente. —además...—

freddie se calló ante oír golpes en la puerta y los cuatro miraron el reloj en la pared.

—esa debe ser faith.— dijo brian, levantándose.

roger lo imitó, poniéndose de pie para calentar el té y hacer nuevas tostadas. y estaba en eso cuando la voz del rizado capturó su atención y la de los otros dos.

—chicos...—

los tres giraron sus rostros en su dirección y la felicidad que habían estado sintiendo tan solo segundos antes, se evaporó al ver al buen brian lleno de pánico y sosteniendo a una faith temblorosa y sucia.

la taza de té que roger sostenía, cayó al piso, haciéndose añicos justo como su corazón y a la vez que john se levantaba de su asiento para correr a ella y atraerla en sus brazos.

deacon sintió las manos de su hermana aferrarse a su camisa y su cuerpo temblar contra el suyo.

una crisis.

porque faith no lo había hecho, se había resistido al polvo con todas sus fuerzas, pero dejar una adicción no era fácil y tendría que luchar sin descanso para deshacerse de esa maldita obsesión.

john cerró los ojos, abrazándola, como si así pudiera eliminar de su cuerpo la horrible sensación de desesperación y necesidad.

y roger... roger solo sintió sus ojos llenarse de lágrimas. no, no de nuevo. no quería verla así, no lo merecía.

ella debería estar viviendo un sueño, las ilusiones de su juventud y no pagar mierdas de su mal árbol genealógico.

—rog.— susurró freddie, sacando del trance el rubio. este lentamente giró a verlo.

el persa ladeo la cabeza, indicándole que se acercara y tras tragar saliva, él lo hizo.

john era su hermano, pero el único que podía calmarla, era él.

solo había una persona que podía regresarla a la vida y sacarla de sus desgracias; y esa era la persona que amaba.

mercury se encaminó tras el baterista e intentó hablar lo más natural posible. —niños, ¿por qué no dejamos que roggie se encargue? faith estará bien con él.—

brian asintió despacio, se sentía demasiado descolocado y débil como para volver a enfrentarse a una crisis de la chica. aquella vez que lo había hecho, sería por siempre el peor recuerdo de su vida.

john se apartó segundos después, soltando a faith para permitirle ir con roger.

—hola, amor.— susurró él, brindándole una sonrisa débil.

la muchacha se escondió en su pecho, comenzando a llorar y dejando salir todo su dolor. ella no quería eso, no quería sentir que su vida dependía de las mismas porquerías que consumía su madre.

no quería tener esas terribles cicatrices y esas horribles paranoias que nadie creería que había pasado.

roger besó su cabello, estaba sucio, pero no le importó. solo quería hacerla sentir bien.

la guió a la sala, llevándola a uno de los sofás para recostarla y brindarle el descanso que tanto necesitaba.

—john, cariño...— susurró freddie, al ver el mal estado del menor.

él solo asintió y volvió lentamente a la barra. se sentó en el mismo lugar que antes y escondió su rostro entre sus manos.

sus hombros subieron y bajaron. estaba llorando y eso devastó al vocalista.

el pelinegro se giró para ver a brian, pero este salió corriendo antes de que pudiera pedirle ayuda.

suspiró, poniendo sus manos en su cintura.

mamá mercury tenía que ser fuerte.

intentando relajarse, se acercó a john y se sentó frente a él.

—vamos, amor. no puedes dejar que faith te vea así.—

—es que ya no sé qué más hacer...— sollozó.

el mencionado tomó sus muñecas, obligándolo a destapar su rostro y así dejarse ver.

algo dentro de freddie se removió al ver sus ojitos rojos y llenos de lágrimas.

—¿crees que yo sí? solo soy un payaso de circo que finge tener el control de todo para alegrarlos.— dijo y john rió suavemente mientras alzaba la mirada.

era la primera vez que lo veía sincerarse así y brindar apoyo de otra manera que no fuera con chistes. ¿qué había de especial esta vez?

—escucha, cielo....— tomó aire. —se me parte el alma cada vez que veo que faith la está pasando mal, pero tenemos que ser fuerte para ella porque nos necesita más que nunca.—

deacon asintió como un niño pequeño y sintió los pulgares de freddie limpiando sus mejillas de las lágrimas derramadas.

—además, tienes una carita demasiado preciosa para llorar.—

y entonces esa carita se sonrojó.

mientras tanto, en el jardín trasero, brian miraba el cielo con tristeza. ¿por qué? ¿por qué? ¿por qué tenían que pasar por tanto?

¿por qué él no podía hacer más?

maldita sea.

apretó las manos en un puño y se levantó del césped.

no, no se quedaría sin hacer nada.

y le vendería su alma al mismísimo demonio con tal de que sus amigos estuvieran bien.

decidido, fue al contenedor de plástico en el que su padre metía los diarios ya leídos y comenzó a buscar uno por uno, haciendo un gran desastre con las páginas durante algunos minutos hasta que dio con lo necesario.

bingo.

arrancó bruscamente el papel de las demás hojas y se metió a la casa otra vez, con dirección hacia la cocina y entró en ella justamente segundos antes de que freddie hubiera perdido la cabeza y se hubiera lanzado a los labios de john.

dejó el trozo de la página sobre la isla, atrayendo la mirada de ambos al escrito.

terapia de rehabilitación.

deacon lo miró y relamió sus labios. —no tenemos dinero para eso, brian.—

—me importa una mierda el dinero, deaky. ya buscaremos una manera de pagarlo.— soltó. —lo importante es que nuestra pequeña esté bien.—

freddie alzó las cejas involuntariamente, era algo sorpresivo escuchar a may así.

john asintió y sin poder evitarlo, abrazó al rizado con fuerza mientras le susurraba la palabra gracias repetidamente.

brian pasó los brazos por su cintura tímidamente y cerró los ojos mientras sentía que todos esos sentimientos que había creído superar hace años, volvían a erizarle la piel.

demonios, tal vez seguía algo enamorado de john deacon.

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—nena, tenemos que hablar contigo.— dijo mercury entrando en la sala y captando la atención de la pareja.

faith lucía mejor, algo más recompuesta y calmada. estaba recostada sobre el pecho de roger, mientras este le brindaba mimos, amor y algunos murmullos de canciones.

—¿qué sucede?— dijo, incorporándose.

el rubio protestó haciendo un mohín. le gustaba tenerla cerca.

—brian tiene una idea y deaky y yo... creemos que puede funcionar.—

taylor se incorporó también y los miró atento y a la vez que entrelazaba sus dedos con los de su novia.

el rizado tomó aire y les comentó lo que había pensado de la mejor manera posible, porque no era nada fácil señalar a su mejor amiga como una drogadicta que necesitaba tratamiento.

a faith le tomó algunos minutos procesar la gravedad de su situación. se sentía tan impotente y frustrada.

pero tenía que intentar solucionarlo, era hora de cambiar las cosas y arreglar su vida de una buena vez.

aceptó.

y así fue como un par de horas más tarde, después de que ella se hubiera estabilizado por completo y hubieran almorzado todos juntos, se encontraron caminando con rumbo al centro de terapia.

el ambiente era agradable, roger y brian caminaban tras los otros tres, escuchando las típicas y dramáticas historias del persa.

—... y entonces paul le dijo a chiméne que todo había sido una confusión y que lo perdonara, pero ya era demasiado tarde porque ella empezó a salir con ese chico del cabello largo.— parloteo mercury. —sophie cuenta los mejores chismes de la ciudad entera, adoro a esa chica.—

—¿y qué pasará con el pobre paul?— preguntó faith verdaderamente intrigada. —él no tuvo la culpa.—

—sophie dijo que lo invitaría a salir el fin de semana para presentarle a una de sus amigas.—

—prométeme que iras con ella el lunes a primera hora para saber que rayos paso.—

john negó divertido. freddie la había convertido en una chismosa igual que él.

—¿por qué no vienes conmigo? tal vez hacer nuevos amigos sea bueno para ti.—

ella detuvo su paso y alzó el rostro para verlo. sus ojitos brillaban de emoción.

—¿crees que les agradaría?—

—¿bromeas? van a adorarte.—

roger sonrió al verla saltar a abrazarlo con entusiasmo. le gustaba la amistad que ese par había desarrollado.

le generaban una sensación demasiado cálida en el centro del pecho y estaba seguro de que a brian también, por lo que volteo a verlo, pero de inmediato notó algo más en su rostro.

—hey, ¿estás bien?—

el rizado asintió, manteniéndose callado. se sentía fuera de lugar.

taylor ladeo la cabeza, disconforme. lo conocía demasiado bien y sabía que le estaba mintiendo, pero no podía presionarlo a hablar si él no quería hacerlo.

retomaron el camino y en poco llegaron al centro de terapia. era un recinto de dos pisos y de tonalidades grises claras.

los nervios invadieron a faith, poniéndole los vellos de punta, pero no decepcionaría a sus chicos, así que en compañía de estos mismos entró en el edificio.

el lugar estaba pintado de un amarillo pastel y tenía iluminación blanca, haciéndolo un espacio amplio y ordenado.

wamborlok suspiró y armándose de valor, avanzó hasta el mesón de atención allí estaba una mujer de unos treinta y tantos que la saludó cortésmente.

faith cerró los ojos, no podía mantenerlos abiertos mientras confesara que era drogadicta porque aun cuando no era su culpa, no podía evitar sentir una terrible vergüenza.

y no podía ir john o brian a hablar por ella, no. aquello era un paso que ella necesitaba dar sola, enfrentarse a su realidad y aprender a luchar contra ella.

—yo...— balbuceó. —yo necesito ayuda profesional con un problema de... adicción.—

roger dio un suspiró y john apretó su mano en un puño. era difícil descifrar para cual de los dos era más terrible escuchar eso.

pero la mujer no la juzgó, ni siquiera con la mirada por ser tan joven, sino que le sonrió cálidamente.

—eres muy valiente, bonita.— dijo amable. —nunca nadie lo dice así, todos se rehúsan a aceptarlo cuando ese es justamente el primer paso.—

faith soltó el aire contenido en sus pulmones y le sonrió tímida y con cuatro chicos totalmente orgullosos tras ella.

—ven conmigo, linda. uno de nuestros especialistas te atenderá para hacerte un registro y asignarte un tratamiento individual o grupal.— animó la mayor, saliendo de su lugar y señalando las escaleras que llevaban al segundo piso.

la castaña relamió sus labios y la siguió con algo de lentitud, deteniendo su paso antes de llegar a los escalones para voltear a ver a su familia.

—los amo.— susurró.

—lo sabemos.— respondió brian sonriendo.

—pero nosotros te amamos más.— complementó john.

les sonrió y miró a roger, quien asintió suavemente, alentándola. no necesitaba palabras para saber que él la apoyaría sin importar que, con mirar aquellos preciosos ojos bastaba para saber dónde tendría un hogar siempre.

—suerte, preciosa.— dijo freddie, lanzándole un beso y ella fingió comerlo en el aire, haciéndolos reír.

le dio una última mirada a los cuatro y fue tras la recepcionista, aún con los nervios recorriéndole todo el cuerpo.

y es que tal vez no estaba lista para contar su vida frente a un psicólogo o a un grupo de extraños, pero si estaba lista para aprender a amarse a sí misma.

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—  chiméne ; heyroger
—  sophie ; theywillrockme

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