⚠︎ 𝗳𝗼𝘂𝗿𝘁𝘆 𝗳𝗶𝘃𝗲.
→ CAPÍTULO CUARENTA Y CINCO.
⇆ ◁ || ▷ ↺ : 𝚒'𝚖 𝚒𝚗 𝚕𝚘𝚟𝚎 𝚠𝚒𝚝𝚑 𝚖𝚢 𝚌𝚊𝚛 - 𝚚𝚞𝚎𝚎𝚗.
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— ✧ LONDRES, INGLATERRA.
MARZO, 1974. ✧ —
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paul y dante entraron al teatro como ya se les había hecho costumbre: entre café y risas amistosas ya que su relación de jefe - empleado había superado con creces la expectativa básica; y una vez dentro, se percataron de la presencia de sólo dos de las muchachas, a lo que ambos fruncieron el ceño con extrañeza.
—bonjour, mesdemoiselles.*— saludó el rubio con su habitual educación y acento. —aunque siempre es un gusto verlas, me sorprende que sea sin compañía.—
[ — hola, señoritas. ]
—además, estábamos retrasados.— complementó mccartney confuso, antes de acercarse a saludar a sus amigas.
—sí, lo estaban.— respondió tania tras besar la mejilla del pelinegro.
—entonces, ¿dónde está todo el mundo?—
—freddie está encerrado en el baño desde hace más de media hora. no abre y tampoco responde, pero escuchamos que no ha dejado de vomitar. brian nos pidió dejarlos solos... como un problema de chicos y están intentando que salga... y chiméne y faith fueron a la farmacia.—
el par de recién llegados se miró entre sí con evidente preocupación tras las palabras de sophie, y no les hizo falta decir nada para dirigirse juntos hacia el baño.
una vez en el pasillo, pudieron ver a tres de los cuatro integrantes de la banda a las afueras de uno de los cuartos sanitarios con una determinada actitud: roger parecía estar nervioso y ligeramente desesperado, brian lucía como si estuviera perdiendo la paciencia y john solo se notaba alerta e inquieto.
—vamos, fred. deja los berrinches de reina dramática que se encierra en algún lugar para mí.— bromeó el rubio sin ánimo y apoyando su frente contra la puerta.
may rascó su cabeza y corrió a taylor de un pequeño empujón. —¡freddie mercury, si no abres ahora mismo te juro que...!—
—tú no vas a hacer absolutamente nada, harold.— interrumpió dante, señalándolo con el dedo. —¿qué? ¿desaparezco por cinco minutos y todo se va a la mierda?—
el guitarrista se apartó del acceso al baño, quedándose quieto y en silencio, temeroso del regaño de su maestro; cosa por la que roger no pudo evitar no reír por lo bajo.
—hola, dante.— dijo john en un susurro amable y algo vergonzoso.
el mayor sonrió alegremente antes de responder con cierta dulzura. el joven bajista era una de las personas más tiernas y buenas que había conocido en toda su vida.
—buen día, precioso.—
ante el tono y apodo, brian frunció el ceño de inmediato.
su entrecejo marcado no pasó desapercibido para ninguno de ellos. roger mordió la punta de su lengua con sus dientes mientras reía silenciosamente, paul se hizo un festín interno y john se encogió en sus hombros; por último, en su inocencia y falta de conocimiento sobre la relación de sus muchachos, dante solo creyó que su mala cara se debía al estrés de la situación de mercury.
—bueno, niños; su hada madrina ya está aquí así que quiten esas caras largas. y tú, paul, dame las llaves.— ordenó el tenor con gracia y movió sus dedos frente al mencionado.
el asistente se apresuró a buscar entre sus bolsillos el manojo que se le había confiado hace algunos días y entregárselo a su amistoso jefe, quien tras recibirlas, se dispuso a abrir la cerradura luego de un par de pasos.
en cuanto dante abrió la puerta, su corazón se desgarró lenta y dolorosamente ante la cruel imagen frente a sus ojos: freddie simplemente no parecía el mismo, no estando así, de rodillas en el piso, sujetándose al retrete mientras vomitaba hasta su alma en medio de sangre y saliva espumosa que acompañaban las lágrimas de vergüenza y dolor qué hicieron qué van de bossche permaneciera absorto e inmóvil en la entrada, sintiendo el cuerpo entumecido, los ojos cristalizados y la respiración más pesada que nunca, casi tan asfixiante como el montón de horribles recuerdos que recorrieron su mente en tan solo una milésima de segundo.
—oh, mi dulce niño.— susurró perdido. —¿qué fue lo que te hicieron?—
mercury alzó los ojos a él y tan solo aquel acto, le arrancó un sollozó al rubio. podía verlo, podía ver lo roto que estaba, lo muerto que se sentía por dentro... podía verse así mismo.
al ver a su tutor de esa manera, john, roger y brian no esperaron más y entraron al baño también, siendo los dos últimos los únicos capaces de correr a arrodillarse al lado de su amigo en el momento que notaron su deplorable estado. y aunque el castaño se hubiera quedado en shock, era como si sus corazones desesperados estuvieran coordinados pues algo les dolía en lo más profundo.
y es que algo dentro de ellos, les hacía adivinar que había sucedido.
compañeros, amigos, hermanos, familia... vínculos, lazos que el cuarteto había formado a pulso durante años. se conocían, podían leerse y sentirse.
—freddie....— musitó roger, estirando su mano a él.
pero freddie huyó de su tacto como un animal asustado e indefenso, llorando y arrastrándose hasta la pared tras su espalda.
los ojos azules del rubio se llenaron de lágrimas y su pecho ardió con una terrible angustia. a lo largo de su vida, había sufrido una serie de tristezas y agonías, pero ninguna nunca podría igualar o siquiera prepararlo para el dolor que le significaba ver sufriendo a quienes amaba.
john sollozó, ocultando su cara entre sus manos y salió del cuarto. sentía ganas de morir, de desaparecer de la faz de la tierra, de cerrar sus ojos y poder olvidar lo que acababa de ver, porque aunque no fuera como freddie deseaba, deacon lo quería.
fuera del cuarto de lavabo, paul saltó en su lugar al ver salir al bajista así y lo persiguió por el pasillo con preocupación, logrando alcanzarlo a la mitad del corredor. mccartney lo sujetó por el brazo, obligándolo a mirarlo y arrepintiéndose al instante de haberlo hecho porque en cuanto vio sus ojitos rojos, se sintió de lo peor. y sin saber que mas hacer, el pelinegro rodeo al menor con sus brazos y lo siguiente que pasó fue que john rompió a llorar desconsoladamente en su pecho.
de vuelta en la fría habitación, brian tomó la palabra, intentando mantenerse firme.—rog... debemos llevarlo al hospital.—
fue entonces cuando dante parpadeo y salió de su trance. una clínica significaba corroboraciones médicas, un pase a un bienestar físico, sí, pero también significaba pruebas, exámenes, personas investigando sin prudencia ni escrúpulos la poca integridad y dignidad que le quedaba a una persona después de ser violentada sexualmente.
—déjenme con él.— suplicó, sacando la voz finalmente.
a roger no le faltó unir más cabos después de eso: dante también había sido abusado.
jodido mundo de mierda.
—pero...—
—déjalo, brian.— interrumpió taylor. —si alguien puede ayudar a freddie ahora, es él.—
el rizado tragó saliva, comprendiendo el trasfondo de la situación y observó a su maestro con tristeza.
—por favor, no me mires así.— rogó el rubio, ya con lágrimas en sus pálidas mejillas. se sentía tan malditamente expuesto.
y es que el mundo no puede pretender que alguien llegue a olvidar y superar un abuso o una violación. no puede consentir la normalización de un acto tan bajo y denigrante como ultrajar a una persona, atentar contra su dignidad, robar su integridad y hacerla presa de miedos y traumas humillantes. no se puede, no se supera, no se olvida... solo se aprende a vivir con ello. solo se aprende a vivir con la vulnerabilidad, con una serie de pánicos, de inseguridades y trastornos que tienen el poder de crear valentía y fortaleza o destrucción absoluta.
—lo siento.— susurró may, bajando la cabeza. su intención no era incomodarlo y jamás se atrevería a husmear en su intimidad y sensibilidad.
van de bossche asintió ligero, sabiendo que no había interés alguno en ofenderlo y suspiró, metiendo el manojo de llaves en los bolsillos de su elegante gabardina antes de pasarse las manos por el rostro.
si alguien le hubiera dicho que el mismo día que pretendía darle a la banda la noticia de sus vidas, se encontraría al extrovertido vocalista prácticamente violado y que con ello, todos sus traumas del pasado volverían a aparecer... habría pensado que era una jodida broma de mal gusto.
roger y brian se levantaron del piso, evitando volver a mirar a freddie. en primer lugar porque no deseaban hacerlo sentir peor y más expuesto; y en segundo porque... les dolía demasiado la imagen de verlo ensangrentado y sufriendo.
el guitarrista dejó el cuarto a pocas pero largas zancadas mientras el ojiazul arrastró los pies con tristeza y se detuvo al lado de su tutor.
—por favor...— suplicó tembloroso y cerrando los ojos.
¿por favor qué? maldita sea, ni siquiera él mismo sabía que estaba rogando, pero lo necesitaba. la desesperación que sentía en su interior estaba aniquilándolo, comiéndole por dentro como un cáncer asesino.
a dante se le fue imposible no querer echarse a llorar nuevamente. sentía su necesidad, su miedo, sus ansias, su pena y el dolor de un hermano, de un mejor amigo.
que no hubiera dado él por tener una sola persona a su lado cuando fue víctima de la lujuria más perversa y sucia.
quería responder, decirle que lo único que deseaba era que nunca nadie en el mundo entero viviera el infierno que él había padecido, pero no podía. sentía la garganta apretada, muda, como si aquella voz maravillosa que podía llenar teatros completos se hubiera extinguido como un fuego que cede a una tormenta y simplemente se apaga, transformándose en cenizas negras y polvorientas que cuentan una historia en la brisa silenciosa que las arrastra.
así que solo fue capaz de asentir e intentar sonreír, pero aquello bastó para para roger pudiera sentir algo de paz en aquella maldita tempestad, porque comprendió que dante era la única persona que podía entender el dolor de freddie y que haría todo lo que estuviera a su alcance por salvarlo y recuperarlo, por no dejarlo caer en la miseria y en la oscuridad.
—merci.*— dijo con un terrible acento, que logró hacerlos reír suavemente.
[ — gracias. ]
el baterista dejó el baño después de eso y cerró la puerta, brindándoles privacidad.
dante se acercó lentamente al joven mercury, quien sacó la cabeza de sus rodillas y lo miró aterrado por un momento, pero no se movió en rechazo al ver la linda sonrisa que se dibujó en el rostro del tenor. era gentil, amable y comprensiva, justo como las palabras que la acompañaron:
—sé que no quieres que te toquen, eso está bien... pero estás a salvo ahora y nadie volverá a lastimarte.—
freddie se encogió. aquello le transmitía quietud, algo de tranquilidad...
como si no estuviera solo en su lucha.
—¿cómo... cómo lo sabes?— susurró temeroso.
la sonrisa de dante no se borró de sus labios, pero la tristeza fue evidente en ellos, como sus fieles compañeros, aquellos que habían sido tomados a la fuerza muchas veces, pero por los cuales ahora escapaban los versos más conmovedores y profundos.
—porque he estado allí antes.—
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los siguientes días no fueron sencillos, aún cuando se suponía que aquella semana debía ser una de las más emocionantes para todos con la producción de un demo de presentación para discográfica, los ánimos no fueron los mejores pues no hubo nadie que no se sintiera afectado por la situación de freddie y a nadie que no le doliera.
pero también, no hubo nadie que no lo apoyara.
aunque para roger fue especialmente trágico. una parte de él sólo quería reventarle la cara al bastardo que se había atrevido a tocarlo, pero dante había tomado las riendas del asunto de una manera mucho más segura y efectiva. y si bien, no había sido una tarea fácil ni mucho menos agradable, mercury había accedido ir al hospital después de su charla con él. en el centro médico se constataron las lesiones de su garganta y se analizaron los fluidos de esta misma, reconociendo el uso de la fuerza y la presencia de semen.
taylor simplemente no podía esperar a que la justicia hiciera caso a la demanda que habían levantado. necesitaba ver al desgraciado de bill tras las rejas, pudriéndose en la cárcel.
no hacía falta siquiera pensar en qué la increíble agilidad y también privacidad y discreción del proceso se debía gracias a la influencia y dinero de van de bossche. el mundo es un jodido nido de ratas vendidas, en donde el que tiene más, gana.
dante jamás había hecho un uso abusivo de su posición, pero estaba dispuesto a lo que fuera por sus muchachos.
aquel músico se había convertido en uno más de la familia.
familia que ahora tenía nuevas actividades, siendo una de ellas que freddie iba a terapia con faith y tania.
o que paul escribiera letras con john.
y bueno, ¿cuántas cosas más se podían esperar de un grupo tan diverso y particular? la respuesta era que demasiadas y un ejemplo de ello, era la canción que roger acababa de presentar como opción.
—he dicho que no, meddows.— sentenció freddie, frotándose las sienes.
brian sonrió de lado y dejó la guitarra en el soporte a su lado. honestamente, él también pasaría de ella.
—¿por qué no?— protestó el rubio y luego sonrió. —a faith le gustó.—
la mencionada le sonrió dulcemente mientras los ojos de los demás residían en ella.
—nena, escucha. sé que estás enamorada y lo quieres, pero no tienes que tenerle lástima.— dijo mercury.
a los demás les fue imposible no carcajear ante su comentario y sentirse aliviados al verlo más compuesto y natural.
la deacon negó con la cabeza. —estoy orgullosa de él, sea cual sea su trabajo.—
taylor sonrió, pero por tan solo unos segundos pues el persa volvió a hablar.
—olvídalo. no vamos a tocar una canción sobre tu maldito auto.—
—ni siquiera es suyo.— silbó john.
el baterista rodó los ojos al recordar a su padre. michael era el dueño legal del vehículo, ya que los taylor lo habían adquirido cuando él no alcanzaba la mayoría de edad, pero lo conducía desde siempre.
—ay, tú cállate. baboso.—
y tan pronto como respondió, se arrepintió.
los ojos de faith le brindaron una sola mirada que logró hacerlo encogerse y sonreír como un niño pequeño que intenta evadir un regaño.
—lo siento.—
ella sonrió de vuelta y se acercó a él. de inmediato, roger palmeo su regazo y la muchacha se sentó en sus muslos gustosa mientras escuchaban la risa de sus amigos.
—te tienen de las pelotas, taylor.— se burló paul.
—no es como que contigo sea diferente, mccartney.— se defendió el rubio.
todos volvieron a reír. todos menos john, que observaba con curiosidad a su hermana sobre las piernas del blondo. ¿en qué momento habían tomado tanta confianza? los conocía bien. faith era demasiado tímida como para estar sentada en roger sin sonrojarse y él era demasiado puberto caliente para no inquietarse.
sin embargo, el bajista no pudo prolongar sus pensamientos en esa dirección ya que la conversación entre el grupo necesitaba su atención.
—¿tú qué opinas, dante?— preguntó brian.
el pálido se inclinó a tomar la letra de la canción y la analizó unos segundos, recordando la melodía de la guitarra que acompañó el rango e impacto de la voz de roger cuando la había presentado.
—sin duda... tiene la majestuosidad del rock.—
taylor no necesito de más para declararse con una risa de superioridad que provocó una nueva disputa.
mientras todos hablaban animadamente, olvidando así las tragedias sufridas, van de bossche revisó los papeles que roger había dejado dispersos en la mesa del pequeño comedor del teatro. eran intentos de letras, algunos párrafos a medio terminar, con correcciones sobrescritas o con un par de garabatos que ni siquiera podía descifrar y... versos, poemas que al tenor le parecieron sencillamente maravillosos.
—¿quién escribió esto?— dijo, capturando la atención de los demás. entre sus dedos largos, sostenía una nota de corta extensión.
—faith.— sonrió roger y la mencionada se encogió en sus hombros al notar los iris de dante en ella. —a veces nos ayuda con las estrofas, aunque a mi me inspira siempre.—
—¿tienes un talento así y no lo haces público?— habló el mayor. —lamento decir que no conozco a nadie en una buena universidad o que puedo influir en una para conseguirte una pasantía o vacante, pero si puedo decirte que... cariño, eres arte.—
la femenina se sintió inesperadamente alagada. —oh, gracias.—
su murmullo avergonzado la delató frente al rubio, haciéndolo reír ligeramente.
—no te sorprendas tanto, pequeña. lo eres.— pauso sonriente. —todos lo somos. el arte se manifiesta de diferentes maneras... algunos somos buenos para cantar, otros para tocar instrumentos, escribir o trabajar; incluso aquellos que no saben en que son buenos o cuál será su don, también son arte... abstracta quizás, de esa que nadie más que el mismo creador puede apreciar y entender, pero arte después de todo.—
john y compañía sonrieron al escucharlo, era una persona verdaderamente fantástica y digna de admirar.
las chicas se miraron entre sí. todas sentían una linda emoción, como si las palabras del músico las hubieran tocado profundamente. jóvenes, inocentes, sin tener la más mínima idea de que les prepararía el futuro, sin saber qué sería de ellas en los siguientes años y en plena edad de tomar el tren equivocado una y mil veces. pero, ¿qué importaba? para muchos, la vida no es más que una serie de sucesos y experiencias malas y buenas que construyen y definen poco a poco, un ir y venir de triunfos y fracasos que pule un diamante en bruto hasta hacerlo brillar.
sophie puso sus codos sobre la mesa y apoyó su mentón en sus manos, mirando al pálido.
—creo que te amo.— soltó risueña.
las risas no tardaron en aparecer y volver a llenarlos de ese ambiente familiar que los hacía saber que aún cuando el mundo se estuviera derrumbando, estarían juntos, ayudándose a sanar y amar... complementándose los unos a los otros como los colores que componen el arte.
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