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ᵎ ִֶָ ◞ ᝰ ❛ 🅻🅸🅴🆂 ❜ ∦ 🅳🅴🅽🅰🅻🅸, 🅰🅻🅰🆂🅺🅰.
Había pasado un mes desde Año Nuevo.
Y también un mes desde la desaparición de Laurent.
El dolor de Irina se había vuelto un huésped permanente en la casa. Willow y Kate se turnaban para acompañarla, asegurándose de no dejarla sola ni un instante. La preocupación era constante: temían que, impulsada por la tristeza, Irina pudiera tomar una decisión desesperada. Cuando ninguna de las dos podía estar con ella, Eleazar o Carmen se encargaban de su cuidado. No solo velaban por su bienestar emocional, sino que también la obligaban a alimentarse, insistiendo en que saliera a cazar para que no sucumbiera a la debilidad.
A comienzos de febrero, Tanya regresó tras haber pasado un mes alejada del clan. Inicialmente, había decidido marcharse para desconectarse y darle espacio a su mente, agobiada por los sentimientos que le provocaba Willow. Durante ese tiempo, supo de la desaparición de Laurent y del inmenso dolor que consumía a Irina, algo que agravó su incomodidad al estar lejos. Tanya había esperado que la distancia le ayudara a olvidarse de Willow, aunque pronto descubrió que el vacío de no saber si estaba a salvo era mucho peor que tenerla cerca sin poder tenerla completamente.
Así que, reconociendo que escapar no había funcionado y sintiéndose culpable por dejar a Irina sumida en su tristeza, Tanya decidió volver.
De alguna manera, la situación de Irina terminó acercando de nuevo a Willow y Tanya. Ambas, decididas a ayudar, comenzaron a explorar diversos lugares, buscando cualquier pista que pudiera llevarlas hasta Laurent. Al principio, compartían estas misiones, guiándose por su excelente orientación. Pero todo cambió cuando, durante una de esas salidas, encontraron algo que las desconcertó: un rastro tenue del olor de Elena, la vampira que había convertido a Willow.
La aparición de Elena, aunque fuera a través de un rastro tan ligero y distante, trastornó profundamente a Willow. El olor era amargo, inconfundible, y se hallaba en un pueblo pequeño y remoto, a dos días de viaje. Sin embargo, el rastro se interrumpía abruptamente en el extremo opuesto del pueblo. Elena no parecía haberse alimentado de nadie allí, y su presencia era tan fugaz como desconcertante.
Ese hallazgo reabrió viejas heridas en Willow, despertando el miedo y la ansiedad que había intentado sepultar. No quería ni pensar en Elena, y mucho menos recordar el día en que esta la transformó. El veneno recorriendo sus venas, borrando su humanidad, el dolor insoportable... y luego, como si no fuera suficiente, Elena la había desechado arrojándola por un precipicio, indiferente a su suerte.
Willow detestaba esos recuerdos. Elena le causaba una mezcla de repugnancia y odio. La odiaba por condenarla a la inmortalidad, por transformarla en algo que ella misma despreciaba. Aunque sabía que Elena aborrecía su propia existencia como vampira, no había dudado en transmitirle esa maldición, dejándola sola en el proceso.
Cada vez que cerraba los ojos, los de Elena aparecían en su mente: rojos como la sangre, con pupilas dilatadas que parecían devorarla. Era una pesadilla que no quería revivir, no ahora, no nunca.
Por esa razón, Willow dejó de acompañar a Tanya en la búsqueda de Laurent. No podía arriesgarse a cruzarse nuevamente con Elena. En cambio, volcó toda su atención en cuidar de Irina, distrayéndola y ofreciéndole compañía constante para compensar su ausencia en las expediciones. Era lo menos que podía hacer en medio del caos que ambas estaban viviendo.
━¿Quieres que prenda la chimenea? ━preguntó Willow al entrar, su voz suave rompiendo el silencio de la cabaña. Llevaba el abrigo característico del clan, orejeras de peluche blancas que resaltaban contra su cabello y botas gruesas para la nieve. Había pasado la última hora cortando leña en la zona cercana a la pequeña vivienda destinada a Irina y Laurent, buscando mantenerse ocupada.
━No, de todas formas no siento el frío ━respondió Irina con tono apagado, sin apartar la mirada del vacío.
Irina se había aislado por completo desde la pérdida de Laurent, refugiándose en aquella cabaña y negándose a salir. Apenas interactuaba con nadie, excepto con Willow, a quien respondía con frases cortas o monosílabos cuando lograba captar su atención. Pasaba la mayor parte del tiempo sentada al borde del sofá marrón en un rincón, inmóvil como una estatua, observando un punto perdido en el espacio.
Willow no se daba por vencida. Todos los días iba a visitarla, apartándose solo para cazar por su cuenta. Intentaba distraerla con juegos de mesa, aunque Irina rara vez mostraba interés. Había leído y releído los libros de la pequeña biblioteca para comentarlos con ella, pero aún así las conversaciones eran escasas. Cuando el polvo comenzaba a acumularse, Willow limpiaba cada rincón y se aseguraba de que la chimenea tuviera siempre leña nueva, aunque Irina nunca pedía nada. Más allá de las palabras, Willow se esforzaba por estar presente. Trenzaba el cabello de Irina, acariciaba su espalda y se acurrucaba a su lado en las noches más silenciosas. A veces, Irina gimoteaba en sus brazos, incapaz de llorar, mientras se sujetaba el pecho, como si el dolor pudiera desgarrarla. Willow entendía esa angustia profundamente. Así se sentía ella cada vez que pensaba en Rosalie y en la distancia que las separaba.
━Ayer terminé "Romeo y Julieta" por enésima vez. Creo que necesitas más libros en tu biblioteca ━comentó Willow, dejando el abrigo en la entrada y sentándose junto a Irina en el mullido sofá. Sus ojos se dirigieron hacia la pequeña biblioteca del rincón, con no más de cinco estantes llenos.
━Dejé de leer tanto cuando conocí a Laurent ━murmuró Irina con un suspiro pesado.
━Tal vez sería bueno ir a un pueblo cercano y buscar algunos libros nuevos para ti ━sugirió Willow, midiendo sus palabras al notar la falta de reacción en el rostro de Irina━. O puedo ir yo sola, elegir el más interesante y traértelo. ¿Qué te parece?
━Bien.
━¿Bien de ir conmigo o bien de que lo traiga yo? ¿O bien de que no quieres nada?
━Lo primero estaría bien ━susurró Irina, casi imperceptiblemente.
Willow ocultó su entusiasmo, temerosa de alterar la frágil tranquilidad de Irina. Esa era la frase más larga que había pronunciado en semanas.
━¡Genial! Le diré a Tanya y Kate y a...
━Solo nosotras está bien. Será más tranquilo.
Willow asintió, aceptando la petición sin discutir.
━Perfecto ━respondió con una sonrisa cálida, notando que los ojos de Irina estaban completamente oscuros━. Pero antes de ir, creo que necesitas una caza.
La caza fue breve y eficiente, sin los juegos previos de depredador y presa. Irina cazó dos alces, mientras que Willow atrapó un zorro. Una vez saciada la sed, ambas se limpiaron y se pusieron presentables, listas para partir hacia el pueblo más cercano. Aunque el clan Denali evitaba la presencia humana siempre que podía, Willow había logrado que fueran más abiertos a ciertas interacciones, como donar comida y ropa al orfanato de aquel pueblo.
Los Denali habían asegurado su sustento a largo plazo gracias a inversiones estratégicas y actividades que no requerían interacción directa con humanos. Habían acumulado una considerable fortuna a lo largo de los años, lo que les permitía mantener su estilo de vida discreto. Según lo que Willow sabía, cada cierto tiempo compraban propiedades en áreas con potencial de crecimiento, esperando pacientemente para venderlas años después con grandes márgenes de ganancia. Además, al tener una relación cercana con los Cullen, pensaba Willow que era posible que hubieran compartido inversiones conjuntas para maximizar beneficios mutuos. Tanya, en una de sus conversaciones con Willow, mencionó que, cuando se aburría o necesitaban incrementar sus ingresos (lo cual era poco frecuente), solía asesorar a terceros en la compra de acciones, bienes raíces o criptomonedas, todo a través de llamadas y otros medios.
Por otro lado, Eleazar había aprovechado su vasta experiencia y conocimiento histórico para publicar libros y ensayos bajo diversos seudónimos. Nunca reveló a Willow cuáles eran esos nombres, desafiándola a descubrirlos por sí misma, algo que a ella le resultaba tan frustrante como intrigante. En una ocasión, también le sugirió que, si deseaba comenzar a generar sus propios ingresos, podía dedicarse a crear y vender obras de arte en galerías o subastas, utilizando seudónimos y sin necesidad de estar presente. Alternativamente, le propuso que, una vez se sintiera más cómoda como vampira, considerara estudiar alguna carrera universitaria, en modalidad virtual, para abrirse a nuevas oportunidades.
El viaje al pueblo fue silencioso, pero no incómodo. Willow caminaba a un paso relajado, asegurándose de no apresurar a Irina.
A medida que avanzaban en su pequeño viaje, el frío invernal se volvía cada vez más intenso, pero la noche prolongada de Alaska les favorecía. Aunque todavía era temprano, algunos negocios permanecían abiertos, lo que les daba algo de tiempo antes de su próxima parada. Para Willow, las grandes ciudades seguían siendo desconocidas, ya que los Denali preferían mantenerse cercanos a pequeñas comunidades o pueblos, donde la población no solía superar unas pocas miles de personas.
Willow sabía que visitar un lugar como ese les facilitaría a ella y a Irina lidiar con el olor de la sangre humana, pero también los exponía a llamar la atención debido a sus características físicas distintivas. Irina, con su belleza y facciones, parecía particularmente fuera de lugar en esos entornos rurales, lo que hacía necesario tomar precauciones adicionales. Optaron por ropa abrigada, pero sencilla, intentando cubrirse lo más posible con prendas de invierno para pasar desapercibidas.
El pueblo que visitaron era modesto pero encantador, con un aire cálido a pesar del gélido clima. Las casas, hechas de madera robusta, se dispersaban a lo largo de las tranquilas calles cubiertas de grava. Los techos inclinados estaban diseñados para soportar las fuertes nevadas, mientras que las chimeneas lanzaban un tenue humo al aire, anunciando la presencia de acogedores hogares calentados por leña. Entre los pocos turistas que habían llegado desde comunidades cercanas, ambas se mezclaron con naturalidad, observando el sencillo pero pintoresco entorno que los rodeaba.
Se encontraba cerca de un bosque de abetos y álamos, donde en el horizonte se recortaban las montañas cubiertas de nieve. El pequeño pueblo parecía sacado de un cuadro: pequeñas tiendas de comestibles, tres acogedores cafés locales, una oficina de correos y el orfanato que Willow había visitado en varias ocasiones. Ese conjunto de estructuras componía el corazón del pueblo, que, poco a poco, comenzaba a atraer más turistas. Gracias a que Willow había sido vista en repetidas visitas al orfanato, las dos lograban evitar las miradas hostiles típicas hacia los extraños. Claro, también ayudaba que ambas estuvieran bien cubiertas, ocultando cualquier detalle que pudiera delatarlas.
La nieve cubría todo con un manto blanco que absorbía los sonidos, dejando en el aire un silencio casi solemne, acompañado de un frío tan intenso que cortaba la piel de cualquier humano. Aun así, algunos adultos trabajaban al aire libre, apilando leña frente a sus casas mientras el vapor de sus respiraciones flotaba en el aire helado. En pleno invierno, el pueblo se iluminaba con faroles cálidos y titilantes, mientras sus habitantes preferían refugiarse en sus hogares buscando el calor del fuego. Por las noches, el cielo se adornaba con auroras boreales que danzaban en tonos verdes, púrpuras y rojos, un espectáculo que Willow nunca se cansaría de observar ni de plasmar en óleo una y otra vez.
━Ya casi cerramos ━avisó con brusquedad el dueño de la pequeña librería. A pesar de ser modesta, aquel lugar contaba con ejemplares raros y difíciles de conseguir, lo que había llevado a Willow a considerarlo el sitio perfecto para visitar con Irina.
━Lo lamentamos, será rápido ━respondió la rubia con un tono cortés, aunque firme, mientras se dirigía al hombre detrás del mostrador. Este, un anciano de cabello canoso, pareció recapacitar al instante, relajando su expresión y emitiendo un leve chasquido de lengua como si se arrepintiera de su rudeza inicial.
Willow, sin perder tiempo, tomó suavemente el brazo de Irina y la guió entre los estantes con rapidez.
━¿Usaste tu don con él? ━la reprendió Irina con un murmullo bajo, alzando ligeramente las cejas. Willow sonrió con un aire de culpabilidad mientras asentía.
━Solo un poquito... pero mira, pensé que esta sección podría gustarte.
Irina, inicialmente desinteresada, desvió la mirada hacia los estantes y, al examinar los títulos, sus ojos se abrieron con sorpresa.
━¿Quién diría que tendrían estas ediciones aquí? ━comentó con una leve emoción mientras tomaba un libro con cubierta de cuero entre sus manos.
━Lo supe desde la primera vez que Tanya y yo vinimos al orfanato ━explicó Willow con entusiasmo━. Pasamos por aquí y de inmediato pensé que te encantaría.
Irina hojeaba las páginas del libro, pero su atención se desvió momentáneamente.
━Me alegra que tú y Tanya se lleven bien de nuevo ━dijo en un tono bajo, casi reflexivo.
Willow se encogió ligeramente de hombros, como si buscara las palabras adecuadas.
━Bueno... no sé si es lo mismo que antes ━confesó finalmente, bajando un poco la mirada━. Es algo complicado.
━Claro. Tú, Rosalie y Tanya... interesante ━respondió Irina con una ligera sonrisa, sin apartar la vista del libro.
Willow suspiró con suavidad.
━Sí… Solo quiero que todo vuelva a la normalidad entre nosotras.
━Lo hará. Ella sabe que Rosalie es tu compañera, y tú lo eres de ella. Además, conocemos a los Cullen desde hace siglos. Tanya es completamente consciente de lo territorial que pueden ser los Hale. No intentará nada más contigo, sabe que la amas.
Willow suspiró, dejando que la bufanda que le cubría la mitad del rostro cayera hacia su pecho. Se apoyó en una de las estanterías, semiacostada, mientras observaba a Irina seguir hojeando el libro de manera distraída, como si nada de lo que había sucedido antes le importara ya.
━Lo llevaré ━asintió la Denali, cerrando el libro con suavidad y caminando hacia el mostrador. Willow aprovechó para usar su don ligeramente en el hombre que se encontraba tras el mostrador, suavizando su mente para que no levantaran sospechas, antes de salir de la tienda. Ambas se dirigieron hacia la puerta y, una vez fuera, continuó━: Tal vez podríamos alquilar una habitación en algún lugar si te apetece, y...
Willow estaba a punto de asentir con entusiasmo, aliviada de que Irina estuviera finalmente de mejor humor. Las frases que ella decía eran más largas, y parecía que por fin estaba dejando atrás sus pensamientos sobre Laurent. Sin embargo, ese alivio fue breve. De repente, el aire se llenó de un olor amargo y penetrante que invadió sus fosas nasales. Un asco inmediato se apoderó de su rostro, su estómago se revolvió y, sin poder evitarlo, escupió ponzoña al suelo.
Era el olor de Elena.
El grito que siguió a esa nauseabunda sensación resonó en sus oídos. Un grito desgarrador, humano, proveniente de una casa en el extremo opuesto del pueblo. Inmediatamente después, el inconfundible aroma a sangre humana.
El odio y la rabia cegaron a Willow con rapidez. Volver a enfrentarse a Elena... Aunque había intentado reemplazar el miedo que sentía por ella con un odio corrosivo, la rabia se disparó al instante. No creía que la volviera a ver. Después de todo, los últimos rastros de Elena se habían perdido en un pueblo lejano, separado de este por grandes distancias y agua. Era imposible que ella estuviera allí. Y, sin embargo, lo estaba. Alimentándose de alguien inocente, sin importarle nada. ¿Qué hacía en ese pueblo? ¿Cuál era su objetivo?
Willow no sabía la respuesta, pero lo único que sintió fue la necesidad de actuar. Sus piernas se movieron antes que su mente pudiera procesar el peligro y, sin pensarlo dos veces, corrió en dirección al origen de la pesadilla. La noche había caído y el frío helado envolvía el pueblo, por lo que la gente ya estaba confinada en sus casas, ajena a lo que sucedía fuera. Nadie la vería.
━¡Wills, espera! ¡Podría ser una trampa! ━Irina la siguió, pisándole los talones, intentando alcanzarla, pero Willow estaba demasiado lejos para detenerse.
━Ella está allí. No quiero que hiera a nadie más ━respondió Willow, su voz tensa y llena de ira.
━¡Piensa de forma racional! ¡No podremos contra ella! ¡Por favor! ━Irina intentó tomarla de la muñeca, deteniéndola, pero era demasiado tarde. Ya se habían acercado lo suficiente a la vivienda.
La puerta estaba abierta de par en par, los muebles desordenados por doquier. El aire estaba impregnado con el inaguantable olor a sangre. Irina, incapaz de soportarlo, se detuvo abruptamente en el umbral de la puerta, pero Willow, guiada por la furia y la determinación, ignoró el hedor y avanzó. Se adentró en la casa, pasando rápidamente por el pasillo hasta llegar a la habitación al final, que era un verdadero desastre.
La sangre salpicaba las paredes y el suelo, y allí, al pie de la cama, yacía el cuerpo sin vida de una mujer. Sus cuencas vacías y sus mejillas pálidas eran testigos de la brutalidad de lo sucedido. Y allí estaba ella. Elena.
Sin prisa, pero con satisfacción, Elena se alimentaba directamente del cuello de su víctima. Con una sola mano, sostenía el cuerpo sin vida del hombre, y no dudó ni un segundo en desgarrarlo y acabar con su existencia. Apenas terminó, giró la cabeza hacia Willow, y sus ojos carmín brillaron al encontrarla. Miraba a Willow con una intensidad fría.
La observó durante unos segundos, evaluándola de arriba a abajo, con una sonrisa amplia que emergió lentamente de sus labios mientras se reincorporaba del suelo de madera oscura.
━Wills... ¿quién lo diría?
El rostro de Elena era una mezcla inquietante de belleza y peligro. Sus ojos, de un carmín profundo, reflejaban una furia contenida, con una pupila diminuta que parecía capaz de devorar todo a su alrededor. Su sonrisa, cruel y afilada, dejaba entrever dientes perlados, y su presencia irradiaba una energía dominante, tan abrumadora como el fuego. A pesar de todo lo que emanaba de ella, la rabia que sentía Willow parecía eclipsar todo lo demás.
━Ah, ¿estás intentando usar tu don en mí? ━Elena se mostró sorprendida, pero sin inmutarse.
Ni siquiera la expresión de Elena cambió demasiado al Willow utilizar su don en ella. Pero la menor lo notó.
La mirada de Elena titubeó, tan solo por un instante, un milisegundo que parecía haberse detenido en el tiempo. La reacción de Elena fue fugaz, casi imperceptible, pero suficiente para que Willow pudiera sentir la fragilidad de su seguridad. Sin embargo, su don no fue efectivo. En cuanto la tensión se disipó, Elena recuperó su confianza al instante, acercándose a ella con pasos decididos. Willow no se movió, ni siquiera cuando la pelinegra la tomó por el mentón, estudiando cada detalle de su rostro con una curiosidad distante.
━Hueles a brea ━dijo Willow, apartándose ligeramente de ella, con la expresión visiblemente de repulsión.
━Me odias ━comentó Elena, como si lo reconociera en las palabras de Willow.
━¡Me convertiste en esto! ━rugió la vampira, su voz cargada de furia contenida.
Elena la miró con desdén, rodando los ojos con evidente aburrimiento mientras, en un movimiento rápido, pasó junto al cadáver y se sentó en la cama con las piernas cruzadas, desparramando las frazadas rosadas que estaban empapadas en sangre carmesí.
━Yo no di la última mordida ━su tono denotaba una calma inquietante, con los cuerpos sin vida a su alrededor.
━¿De qué hablas? ━vaciló Willow, confundida y tratando de comprender lo que estaba sucediendo.
━Te dejé a tu suerte. Pensé que morirías antes de que el veneno de mi mordida tuviera tiempo de hacer efecto, pero... ━Elena sonrió con una malicia que parecía llenar toda la habitación de pesadumbre━. Oh, sí... ahora puedo ver en tu expresión que lo sabes. Siempre lo supiste en el fondo.
━No... ━murmuró Willow, sintiendo cómo su corazón muerto se hundía con cada palabra. La sonrisa de Elena se ensanchó, disfrutando de su tormento.
━Quién diría que tu "noviecita" sería tan egoísta... ━se burló Elena, pronunciando la palabra con veneno, saboreando cada sílaba.
━¡No! ¡Calla! ¡Tú me convertiste en esto! ━la furia de Willow estalló, pero Elena la ignoró con tranquilidad.
━Vaya... ━Elena dejó escapar una risa suave, con diversión, mientras su rostro se iluminaba con una expresión satisfecha, como si hubiera planeado todo ese encuentro con antelación━. A tu edad, recién convertidos, son tan... terribles. No te pediré que me creas, sería agotador... pero mataría por ver tu expresión cuando le hagas esta pregunta a Rosalie Hale.
El nombre de Rosalie fue pronunciado con una delectación palpable, como si Elena estuviera disfrutando de cada palabra que salía de su boca.
━Tú... ━Willow comenzó a hablar, pero sus palabras se perdieron en un torbellino de dudas.
━No, yo no, Willow ━Elena se levantó de la cama con una gracia envidiable, su capa negra deslizándose sobre el suelo con un susurro━. Tengo más tareas que cumplir. Pertenecer a los Volturi es... laborioso, ¿sabes? ━con una última mirada satisfecha viendo que Willow estaba paralizada, salió de la habitación, dejando atrás el rastro de su presencia imponente.
Willow se quedó allí, sintiéndose más perdida que nunca. No podía creer lo que acababa de escuchar. No podía creer que alguien como Elena con tal nivel de crueldad pudiera ser capaz de decir la verdad. Eleazar le había advertido sobre su personalidad. Todos los que la conocían sabían que Elena no era alguien en quien pudieras confiar.
La rubia trataba de convencerse de que Elena la había convertido. Sabía lo que debía creer, lo que su mente insistía en aceptar: no podía ser cierto. Rosalie, su amada Rosalie, jamás hubiera hecho algo así, ¿verdad? Era imposible, se repetía Willow una y otra vez, intentando silenciar la pequeña chispa de duda que ahora había encendido su mente. Incluso cuando salió al exterior, encontró en Irina una bienvenida cálida y un alivio por verla sana y salva, pero esa calma no pudo deshacer las preguntas que rondaban en su cabeza. Irina, al ver la situación, se disculpó amargamente, reconociendo su error al no haber podido entrar cuando Willow estuvo con Elena.
━Fue mi culpa, fue estúpido seguir a Elena ━dijo Willow, asumiendo la responsabilidad en un tono bajo, como si al admitirlo pudiera aliviar el peso en su pecho.
━Deberíamos volver. Ahora mismo. A Tanya no le agradará saber con quién nos encontramos ━respondió Irina, con una leve preocupación en su voz.
Durante el largo camino de regreso, Willow intentó, sin éxito, mantener una conversación ligera con Irina, como si nada hubiera pasado. Irina, al intentar sacar el tema de lo que Elena le había dicho a Willow, recibió la negativa firme de esta, quien le aseguró que no le creía ni una palabra de lo que había dicho. Pero en lo profundo, Willow sabía que no era tan sencillo. La duda ya había anidado en su mente y, aunque intentaba ocultarla, la sentía ahí, acechante, como una sombra que no podía disipar.
Se sentía culpable incluso por pensar que Rosalie podría haberla convertido. Imposible. Rosalie nunca sería tan egoísta. Lo sabía. La conocía, y sabía que jamás le habría hecho eso, que jamás le habría entregado la eternidad que tanto ella le decía que aborrecía. No, no podía ser. Pero... existía ese pequeño pero. ¿Y si en algún momento, por alguna razón, era cierto? La pregunta la atormentaba, y la idea de enfrentar esa posibilidad la revolvía hasta el fondo. No quería pensar en ello, era mejor no hacerlo. Era impensable que Rosalie la hubiera convertido. Pero aún así, el solo pensamiento de esa posibilidad le causaba una extraña sensación en el estómago.
Se sentía mal por tantas razones. Primero, por dudar de su amada sin tener ninguna prueba que respaldara su temor, por darle crédito a alguien que la había herido tanto, cuando ella sabía que Rosalie jamás haría algo así. Segundo, por no haber escuchado a Irina, por haberse dejado llevar por el odio hacia Elena, a pesar de saber que acercarse a ella no podía traer nada bueno. Tercero, por no haber podido salvar a las personas inocentes en la casa, por no haber llegado a tiempo. Cuarto, por no haber hecho más frente a Elena, por haberse sentido tan débil frente a sus palabras, por haber dudado al herirla. Y quinto, por no haberla seguido. Por no haberla detenido cuando tenía la oportunidad.
━No deberías pensar en eso, Wills ━le sugirió Irina con suavidad, notando el peso que se había instalado en el rostro de Willow mientras se acercaban a la salida del pueblo.
Willow sacudió la cabeza, como si pudiera despejar sus pensamientos de esa forma.
━No lo hago. ¿Tú estás mejor?
━Lo mejor que se puede estar después de ver a alguien como ella.
━Me refiero a... ya sabes. ¿Al menos ese libro vale la pena? ━dijo Willow, esforzándose por cambiar de tema, y, para su alivio, Irina aceptó la distracción y le comenzó a contar sobre el libro que estaba leyendo.
Al llegar a la casa, ya con el sol alto, la tensión en el aire era palpable. Eleazar y Tanya no dudaron en reprender a Willow por haberse acercado a Elena en lugar de alejarse del peligro. Le dijeron que había sido una decisión insensata, que había puesto en riesgo a Irina, a ella misma, y que no podían arriesgarse a perderla. Las palabras de Eleazar resonaron con una firmeza que Willow no pudo desmentir, mientras Tanya, con una preocupación palpable, le recordaba cuánto dependían de ella, tanto ellos como los Cullen.
Carmen, al enterarse de todo, casi se desmaya de la ansiedad, mientras Kate, con su característica forma de ver las cosas, le felicitaba a su manera por haber intentado enfrentarse a Elena, incluso si todavía no podía controlar su don del todo.
A pesar de todo, Willow no podía sacudirse de ese sentimiento. El hecho de que Elena seguía acechándola de alguna manera también la llevó a cuestionar la seguridad de su hermana. Si Elena había estado observándola a ella, entonces, ¿sería capaz de hacer lo mismo con ella? Los correos sin respuesta, las llamadas perdidas... había esperado demasiado tiempo, y ahora su miedo a perderla la impulsaba a actuar. Quizás era hora de ir a Forks, de tomar el control y aclarar todo. Tal vez allí, por casualidad, podría encontrarse con Rosalie y, finalmente, confirmar que Elena efectivamente había mentido.
La mañana siguiente, la realidad golpeó con fuerza.
━¡Wills, me llamaron... tu hermana! ━dijo Tanya, entrando a su habitación con el teléfono en mano, el rostro de Willow se llenó de temor instantáneo escuchar esas palabras.
la mitad del acto
terminada,
comenten para la
próxima mitad.
¡ comenten y
voten, besos !
by Tori 💓.
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