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Capítulo 9: Juego de Poder

Guía Básica de Demonología: Tomo I- La Jerarquía y Clases

Los sombríos se clasifican en diversas jerarquías y clases, cada una reflejando su poder y función en el inframundo; Demonios Menores/bajo rango", son los más numerosos y suelen desempeñar roles de sirvientes y mensajeros. Les siguen los "Demonios Medianos/rango medio", seres más poderosos y astutos, capaces de influir en eventos terrenales. La categoría de "Demonios Mayores/alto rango" alberga a entidades de gran poder y habilidades, mientras que los "Demonios Superiores/elite" son líderes de vastas legiones infernales, gobernando con astucia y maestría.

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Durante mi primer mes de clases, el tiempo pareció pasar de manera muy lenta, cada día iba en horario nocturno al salón de entrenamiento. Tommy daba clases allí algunos alumnos más aventajados. Me sentaba a mirarlo por todo el tiempo que pudiese mientras él guiaba a sus alumnos o pares.

También había aprovechado cada fin de semana y los días permitidos para regresar a casa y visitar a la abuela. Al principio, ella me bombardeaba con preguntas sobre mis nuevos compañeros y los amigos que estaba haciendo en la academia. Intenté compartir algunos detalles, pero después de unos días, me di cuenta de que no podía contarle realmente cómo me sentía y cómo era excluida. Ella pareció captar el mensaje y dejó de hacer preguntas, limitándose a decir que podía llevar a mis amigos a casa cuando quisiera.

El problema para mí era que Atabey Academy no era tan distinta a mi antigua escuela. O sea, si quitábamos la infraestructura de miles de dólares en medio de la nada, los alumnos descendientes de demonios que hacían uso de un elemento cuando querían y el tipo de clases que se impartían. Era casi lo mismo. Este lugar tenía la misma jerarquía en el alumnado, con grupos muy marcados en su mayoría.

Solo que los rangos aquí tenían una importancia mucho mayor. Y cuando decía rangos no me refería a nada relacionados con la vestimenta, la situación económica de la familia o el atractivo físico. Más bien, se basaban en la habilidad para manejar su elemento y en la proximidad a un sombrío que tuviese cada uno. Cada grupo se componía de:

A quienes yo había tildado como los "dueños de la escuela" se movían entre todos con una gracia y confianza muy notoria. Eran magier de rango elite, los que tenían a un sombrío de elite muy cerca en su árbol genealógico, ya fuera un archiduque o mejor aún, un príncipe. El linaje de estos chicos era lo más puro. Los había escuchado llamarse entre ellos infernis (descendiente directo de un sombrío). Y el uso de su elemento era increíble, podían extraer agua del ambiente o hacer subir lenguas de fuego por las paredes de una habitación sin quemar nada.

El grupo de los magier de alto rango seguía muy de cerca a los de elite. Muchos de ellos eran descendientes de un duque, marqués o conde. Y la afinidad con su elemento era de total control.

Luego estaba el grupo de los chicos que eran magier rango medio. Estaban un poco más distante a un sombrío en descendencia en relación a los dos grupos anteriores, pero aun así contaban con algún lord, barón o caballero. Me había dado cuenta de que había muchas generaciones en las que no se presentaba un sombrío, por lo que la cantidad de magia elemental comenzaba a reducirse, era muy notorio entre algunos chicos.

Los magier de bajo rango. Eran más variados y se diferenciaban por ello. Los sombríos que se presentaban en sus linajes eran algún diablillo, sirviente o demonio menor. Cuando alguien los quería molestar, a veces los llamaban slave (esclavos). En este rango, la fuerza física predominaba sobre la afinidad con su elemento, sus habilidades de combate estaban muy por sobre los demás rangos.

Y finalmente el grupo en que nadie quería estar, los skhal o bastaar,  que eran mestizos de elemento, como era mi caso. El segundo término era mucho más despectivo. Aquí se compartían unas pocas habilidades físicas, y el uso escaso de un elemento. Había entendido de mala forma porque no estaba permitido que se juntaran dos elementos. La descendencia era mayormente contenedores vacíos, vakuum, quienes eran mirados con lástima por no poseer nada de los magiers, solo el conocimiento.

Esa fue la razón por la cual mamá no dejo que entráramos a una escuela de magier siendo pequeños. Sentía que era más difícil estar entre mi propia clase que en el mundo humano. La gente aún vivía con muchas reglas arraigadas en el pasado.

En los primeros días, había logrado entablar algunas conversaciones, le había puesto mucho esfuerzo a ello y se había sentido bien. También, una de mis compañeras de habitación me había hablado dos noches seguidas para pasar el rato, estaba tan cansada por los entrenamientos que lo dejamos para después. Sin embargo, cuando finalmente me sentí capaz de aguantar y no dormirme, ella ya no me miraba y tampoco me dirigía la palabra.

Al finalizar la segunda semana, el rumor de que yo era una skhal se había extendido por toda la academia. Tal vez esa fue la razón principal de la perdida de interés, si es que alguna vez alguien la tuvo. Esto me hizo volver a encerrarme en mi propia comodidad y en lo que estaba acostumbrada, evitando mezclarme con los demás.

No era la única mestiza en la escuela. Había notado que todos ellos tenían su grupo de amigos. Me preguntaba qué habían tenido que hacer para ser incluidos.

No era capaz de romper el hielo y establecer conexiones con los demás. Me sentía atrapada con mis pocas habilidades para socializar. Cuatro años de distanciamiento de mi clase, y dos años de soledad, habían dejado marcas muy visibles en mí.

Mayormente hablaba con Caleb, quien se había esmerado en que nuestra comunicación fluyera. Solíamos charlar sobre algunas materias, datos de demonología y asuntos simples, sin adentrábamos en temas más personales. Él venía a las prácticas nocturnas, a veces participaba en ellas, otras sé quedaba allí simplemente a mi lado hablando de la vida. 

Habíamos tocado muchos temas, y aunque no me había atrevido a preguntarle por su familia, él me había contado muchos detalles sin pedirlos. Éramos iguales, solo que yo tenía a Arth a la abuela y a Tommy, mientras él no tenía a nadie.

Con Tommy hablábamos muy poco. Prácticamente tenía que perseguirlo a cada lugar que iba. Me había dicho muchas veces que él estaba trabajando y yo era una estudiante. Aunque siempre había miradas y guiños furtivos, no era suficiente. De vez en cuando se colaba en mi habitación en las noches, conversábamos un poco y luego se marchaba tal como llegaba. Era mucho más de lo que había tenido en cinco años, y eso me ponía muy feliz.

También había encontrado a gente que era cordial y amable, saludándome cuando me veían. Sospechaba que esto tenía que ver con sus familias y el contacto con mi abuela, aunque nunca había hablado directamente con ellos. Otros, en cambio, me trataban directamente como una "slave". Había intentado explicar que en mi familia no existían rangos bajos ni humanos, y que ser una mestiza no era equivalente a ser una mezcla de especies, pero a nadie parecía importarle esa parte de la historia. Preferían quedarse con el rumor.

La plática más larga que había tenido hasta el momento se originó una noche en la biblioteca mientras hacía mi tarea de matemáticas. Había un chico de mi clase que llevaba un rato intentando resolver sus ecuaciones. Lo vi borrar al menos diez veces, lo que me hizo entender que no le estaba yendo muy bien. Yo era buena en matemáticas, así que me ofrecí a explicarle como podía desarrollar los ejercicios. Él se negó en un principio, pero cuando vio mi cuaderno y mis apuntes, aceptó.

Me di cuenta de que se me daba bien explicar, y creo que él también lo notó, porque unas noches después llegó pidiéndome las respuestas de la tarea de "Criaturas Mágicas y otras clases". Me negué a darle las respuestas como si nada, yo me consideraba una chica honesta en cuanto al trabajo. No era lo mismo enseñar que dejar que la otra persona copiara sin saber de qué se trataba el asunto.

Yo había dedicado horas a estudiar, así que no iba a regalar mi esfuerzo. Él lo intentó un par de veces y luego me ofreció veinticinco dólares por las respuestas. La verdad era que ni siquiera lo pensé y dije si, después de todo no era mi culpa si él no quería aprender y quien era yo para negarme a un trato justo. En un par de días, se corrió la voz de que yo hacía tareas y trabajos extra a cambio de un pago justo. Me sorprendió ver cuánta gente no quería ocupar su tiempo en sus obligaciones y prefería tomar el camino fácil.

La semana pasada había ganado casi cuatrocientos dólares haciendo tareas de mi nivel, de un nivel más arriba y uno más abajo, había fijado valores de acuerdo de las exigencias o si eran personalizadas. Me preguntaba si me echarían de la escuela cuando me descubrieran. ¿Era considerado una falta grave? Había revisado el reglamento de la escuela y no mencionaba nada al respecto, así que por ahora me sentía feliz ganando más de lo que había tenido en toda mi vida.

El sonido estridente del segundo timbre de mi alarma me sacó abruptamente de mi sueño. Desperté justo a tiempo para darme cuenta de que hoy, una vez más, iba a llegar tarde un lunes.

Sin perder un segundo, me apresuré por los pasillos, ignorando las miradas curiosas de mis compañeros. Decidí tomar un atajo a través de la zona de los chicos, pensando que así acortaría la distancia. No obstante, mi intento de ahorrar tiempo se vio interrumpido de forma inesperada.

Chocar de frente con alguien me hizo detenerme en seco. Sentí cómo el cuerpo del desconocido me sostuvo para evitar que cayera. Lentamente, alcé la vista y me encontré con los colores del uniforme, bordes rojos y una corbata del mismo color, lo que indicaba que era un elementalista de fuego. Pero no era cualquiera, era Thane el príncipe de la corte de fuego y el chico que me recordaba a Erick y me hacía sentir de la misma forma.

Él irradiaba un aura diferente, una energía singular, considerablemente más intensa que la de cualquier otra persona. En un instante, las expresiones de gratitud por sujetarme se transformó en rechazo.

—No me toques — Me sentía asqueada. Aunque cautelosa, sabiendo que en el pasado este tipo de escenas habían terminado muy mal.

—Creo que debería ser "Gracias" —su tono fue profundo pero muy casual.

No pude mirarlo a los ojos, él me causaba una extraña sensación que querer llorar, mi vida se había arruinado por culpa de su familia. No me importaba si era amable o quería bromear, lo odiaba.

Había oído que era capaz de seducir a cualquier chica, pero no entendía como podía serlo. Lo había visto interactuar, todos tenían respeto por él, no lo había visto reír ni actuar tan casual.

—Jamás te daría las gracias. —Mi respuesta fue seca, no merecía más.

Intente pasar y seguir mi camino, pero él me lo bloqueo.

—No sé si soy yo, o es que acaso te caigo mal. —la sonrisa se esfumó de su rostro tornándose serio.

Sentí un escalofrío recorriendo mi espalda. Las historias que había escuchado sobre él no eran solo rumores sin fundamento. Thane era conocido por su naturaleza peligrosa y su falta de escrúpulos. Era el tipo de persona que podía hacer daño sin pestañear, no le importaban los demás y no media consecuencias. No tenía intenciones de meterme en su camino, menos con lo que ya sabia de él. Era demasiado.

Y como si eso no fuera suficiente, también estaban los rumores de sus conquistas, los cuales eran escandalosos y llenos de exageraciones; coleccionaba los sujetadores de las chicas con las que dormía. Incluso comentaban que dejaba su firma en la cabecera de las camas después de sus encuentros.

—Por lo visto eres muy inteligente —fue lo único que se me ocurrió en el momento.

—¿Y cuáles serian las razones? —quiso saber —Hasta donde sé, no nos conocemos de antes ¿o si?

Sus palabras y miradas en los días pasados me hacía creer que quizás sentía curiosidad de mí. De esta misma forma se desarrollaron las cosas con Erick, primero fue curiosidad de ser la hermana pequeña de su amigo, luego se transformó en una amistad que no me agrado y me aleje, finalmente fue más de un año de acoso y violencia.

No quería convertirme nuevamente en un objetivo, ni ser objeto de burlas, ni formar parte de historias exageradas de relaciones tejidas alrededor de Thane. No quería tener nada que ver con él, mientras más lejos todo sería mejor. Sin esperar a que continuara amenazándome lo rodeé y seguí mi camino.


Entré al salón y me di cuenta de que mi asiento estaba ocupado por una chica de una belleza deslumbrante. Su cabello rubio cenizo caía en rizos perfectos y naturales. Su piel parecía ser suave, con un tono claro y luminoso que realzaba aún más su hermosura. Sus ojos azules eran profundos y cautivadores, brillando con una intensidad hipnotizante. Poseía una elegancia, feminidad y seguridad innegables.

Ella era el tipo de chica que parecía inalcanzable, alguien tan deslumbrante por fuera no podía ser amable y amorosa en su interior. Sabía que molestarla tendría consecuencias, pero era mi asiento y no me atrevía a ir a otro lugar, no quería problemas con nadie.

—Ese es mi puesto —dije con un poco de miedo. Me preparé para lo que pudiera responderme, tratando de mantener la calma.

La chica volvió su cabeza hacia mí, sus ojos azules se abrieron con sorpresa.

—Oh, dios mío, ¿Iseria? —Su voz era dulce, pero tenía un tono de sorpresa cuando me hablo.

Yo no le había dicho mi nombre, pero ella lo sabía. Se abalanzó sobre mí en un abrazo. Me quedé parada muy quieta sin saber qué hacer, luchando contra mis pensamientos. Por un lado, mi instinto de protección y mi tendencia a mantener a la gente alejada me incitaban a empujarla lejos. Y por otro, una pequeña voz dentro de mí me susurraba que esta era una posibilidad de demostrar que podía hacer nuevas amigas, aunque fuera producto de un malentendido.

—Sí... —fue lo único que pude decir, me sentía agobiada y mi cerebro estaba frito.

—Estoy tan feliz de verte, han pasado tantos años y yo creí que jamás te volvería a ver... —dijo, con un sonido que parecía un sollozo.

Cuando se alejó de mí y pude ver lágrimas cayendo de sus bellos ojos. Debí mirarla de una forma extraña, porque ella sintió la necesidad de aclarar quién era.

—Soy yo, Arlenn — comenzó a restregarse los ojos.

Yo solo conocía a una chica con ese nombre, pero no se parecía en nada a la chica frente a mí.

—¿Lenna? —mi voz sonó una mezcla de sorpresa y confusión.

Estaba desconcertada por varias razones. En primer lugar, ella había cambiado mucho físicamente desde la última vez que nos vimos. En segundo lugar, me sorprendía que me reconociera después de tanto tiempo, yo también había cambiado. Y, en tercer lugar, no entendía por qué estaba actuando tan amigablemente conmigo, considerando que habían pasado mucho tiempo desde nuestro último encuentro.

Yo era una persona razonable.

—Estoy tan feliz de verte, tenemos tanto de lo que hablar —tomó un pañuelo de sus cosas, y limpió una lágrima con él.

Tenía la intención de decir algo, cuando fuimos interrumpidas por una chica que se lanzó sobre ella para abrazarla.

—¡Ari, volviste! ¡Te extrañé tanto! —gritó con entusiasmo, asegurándose de que todos la escucharan.

La había visto en todas mis clases. Era una de esas chicas que parecen increíblemente atractivas y perfectas en todo lo que hacen, tal como se veía Arlenn. Llevaba el uniforme con bordes rojos y un escudo bordado con los colores del fuego, destacando entre todos.

Sus ojos, fríos y calculadores, solo se habían posado una vez en mí para llamarme slave, dejándome claro que estaba fuera de su radar y que no volvería a dirigirme la palabra.

—No contestabas mis llamadas —se quejó la chica. Luego, notó las lágrimas en los ojos de Arlenn y su expresión cambió repentinamente. Me miró acusadoramente, como si yo le hubiera hecho algún daño.

—Qué crees que le has hecho a Ari, estúpida slave— sus ojos se posaron en mí.

Esta era la segunda vez que me miraba desde que habían partido las clases y era para llamarme de la misma forma. Sentí ganas de agarrar su cabello o dejarle una cicatriz, pero era posible que yo saliera más afectada. Su mirada despectiva clavándose en lo más profundo de mi ser, dejándome sin palabras ni defensa.

Desde que llegué a la escuela, había evitado este tipo de confrontaciones. En el mundo humano, sabía que podía defenderme de las chicas cuando cruzaban la línea, tenía mi ventaja sobre ellas, pero aquí las reglas eran diferentes. Dudaba que pudiera siquiera tocarla, y mucho menos si contaba con el respaldo de su "casa". Los elementalistas de fuego eran conocidos por su explosividad, algo a lo que no podía enfrentarme.

—¡No le hables así a Isi, ella es mi amiga! —exclamó Arlenn con una voz firme que resonó en todo el salón.

Esa respuesta me sorprendió más que cualquier cosa. Mis ojos se abrieron con asombro al escuchar esas palabras. Nadie antes había alzado la voz en mi ayuda.

Había vuelto a encontrarme con una Arlenn a quien apenas reconocía, y ella estaba dispuesta a enfrentarse a la "reina" de la escuela en mi nombre, como si fuera lo más natural del mundo y no le importara las consecuencias.

La chica se quedó mirando como si no fuera capaz de entender. Parecía incapaz de articular una respuesta. No la culpaba, la escena también me había dejado sin palabras.

—Y ¿por qué tu amiga te hace llorar? —titubeó, tratando de recuperarse rápidamente, sabía que todos la miraban.

La pregunta resonó en el aire, y por un momento, el silencio se apoderó de la sala, era un juego de poder en el que estaba metida pero no incluida. La chica esperaba una respuesta, y mi mente luchaba por encontrar las palabras adecuadas.

Antes de que pudiera articular una respuesta. El profesor llegó al salón y nos pidió que ocupáramos nuestros lugares. Ahora que sabía que era Arlenn y que además me había defendido, no me atreví a sacarla de mi asiento. En su lugar, giré en busca de un puesto vacío, mientras trataba de procesar toda la situación.

—Por aquí, chica de aire. Toma mi asiento —ofreció amablemente Caleb.

Su gesto me tomó por sorpresa. No me dio tiempo a negarme, yo no quería quitarle el lugar a mi único amigo. Pero él solo tomó sus cosas y se puso de pie.

El examen era largo, había muchas cosas que no estaban en los libros o en los capítulos que nos habían pedido leer. Durante el examen, en dos ocasiones volteé sutilmente para ver la hoja de Arlenn, no es que quisiera copiarle ni mucho menos, solo sentía curiosidad de si conocía los tópicos. Me sorprendió darme cuenta de que ella estaba completando todo con seguridad. Fue la primera en entregarlo y luego se ausentó del salón por el resto de la mañana.

Al llegar a la cafetería durante la hora del almuerzo, me dispuse a buscar un lugar para dejar mi bandeja. Tenía la intención en avanzar en alguna de las tareas que habían dado durante las clases. Además, me gustaba tener tiempo libre para dedicarme a mis actividades extracurriculares, como los negocios escolares, ver películas o tomar el aire desde mi ventana.

—Isi aquí —una voz femenina llamó mi atención.

Por el rabillo del ojo, noté que alguien agitaba sus manos mientras pronunciaba mi nombre. Yo era Isi o Iseria, pero no estaba segura de ser la única chica con ese nombre, así que no voltee de inmediato hasta que volví a escuchar mi nombre. Arlenn se inclinaba sobre una mesa agitando sus manos con mucha energía.

Sentí ansiedad al pensar en qué podría querer de mí, ¿hacerme alguna mala broma? Había pasado por situaciones similares con algunas novias de Erick en el pasado, y no quería repetir. Ella y yo solíamos ser amigas cuando éramos pequeñas debido a la amistad de nuestras madres, pero había pasado mucho tiempo desde entonces, y el tiempo cambiaba las cosas y a las personas.

Observé que estaba sentada en una mesa junto a chicos de rango alto, probablemente infernis o de rango élite. Me preguntaba qué podía querer de mí, sobre todo considerando que Siobhan, la chica de la mañana, parecía no estar muy contenta con mi presencia.

Arlenn dejó su asiento y se acercó hacia mí.

—Hey, ¿por qué no vienes a almorzar con nosotros? —me pidió con una expresión de cachorro perdido.

No me dio opción de negarme, ella solo sacó la bandeja de mis manos y caminó en dirección al asiento en que estaba junto a sus amigos. Dudé un segundo, pero todos los ojos estaban sobre mí, toda la cafetería parecía mirarme como si de un momento a otro me hubiesen salido dos cuernos gigantes y estuviera recitando algún conjuro satánico de invocación. No me quedó más opción que seguirla.

En la mesa solo eran chicos de alto rango, aquellos que eran tanto amados como temidos. Cuando me acerqué, un silencio incómodo cayó sobre ellos. Me senté en el lugar que Arlenn me indicó, sintiéndome como un cordero en el matadero, preparada para cualquier cosa que pudiera suceder. Podían ser empujones, miradas despectivas o algo aún peor, aquí se utilizaba los elementos.

La tensión en el ambiente era palpable, y no sabía cómo manejar esta situación tan incómoda.

—Esta es Vaugh, Siobhan, él es su novio Christopher, y ella es Thyra —Arlenn continuó con las presentaciones de su grupo de amigos, mientras mi corazón parecía querer salirse de mi pecho.

Permanecí allí, observándolos a cada uno, intentando mantener la compostura y ocultar mi nerviosismo.

—Chicos, ella es Isi, aunque supongo que ya la conocen —concluyó Arlenn.

Reconocía a todos los chicos de la mesa, era imposible no hacerlo, no sabía con exactitud sus orígenes. Pero si conocía los de Arlenn, siendo una de las nietas del rey de la corte de tierra y además era hija de un sombrío que yo no recordaba. Por otro lado, Siobhan, que siempre estaba hablando de su ascendencia, tenía un duque del infierno como abuelo. Podía entender que todos los demás debían estar en un mismo rango.

—No la conocemos, ¿y desde cuándo cualquiera puede sentarse en nuestra mesa? —pregunto Athena de forma desafiante.

Percibí su mirada penetrante. Cada palabra que pronunciaba estaba cargada de agresividad. Me sentía muy perdida, sin saber cómo debía actuar en esa situación. En ese preciso instante, Vaugh, la chica atractiva de pelo negro con tinte azul, intervino con sarcasmo.

—¿Acaso tú no estás aquí? 

—Cierra la boca Vaugh.

Athena no era de mi año. Comenzaba a notar que quizás era a ella a quien debía temer, emanaba una agresividad palpable en cada palabra que decía, y no era solo sus palabras, también el calor que desprendía su cuerpo. Me sentía intimidada y evité mirarla, sin tener claro que hacer. Quería marcharme eso si lo tenía muy claro.

—Iseria no es cualquiera, nos conocemos desde bebés. Nuestras madres eran muy amigas, al igual que nosotras —intervino nuevamente Arlenn en mi defensa.

La cafetería estaba en completo silencio, lo cual me hizo sentir aún más incómoda al ser el centro de atención. Era algo poco común para mí, a menos que fuera por algo negativo ¿esto era negativo o no?

—Yo... debería irme —murmuré, intentando tomar mi bandeja. Sin embargo, Arlenn puso sus manos sobre las mías.

—Quiero que almuerces con nosotros. Tenemos mucho de qué hablar —dijo con énfasis, acompañando sus palabras con una sonrisa que recordaba.

La tensión en la mesa estaba clara, pero algo en la mirada y actitud de ella me hizo considerar su propuesta. Decidí quedarme y darle una oportunidad a esta extraña y agresiva reunión.

Thyra habló por primera vez, con las manos apretadas sobre la mesa, marcando cada palabra con determinación. Parecía más joven que los demás, pero eso no impidió que tuviera mucho que decir.

—Está bien que Ari sea amable con todo el mundo, pero no es necesario que adopte a cada "bicharraco" que siente que ha sido abandonado. Aquí tenemos reglas, y esta chica no las cumple. No puede estar aquí.

—Si hablamos de reglas, Iseria es bisnieta de un archiduque de fuego que tiene bajo su mando al abuelo de Athena. Podríamos decir que tiene más rango que muchos de ustedes.

—Ella es una mestiza y un slave, Arlenn, eso elimina cualquier derecho que crea tener. Además, es una usuaria de aire... por suerte para ella, ni siquiera la has visto como pelea en cada clase intentando hacer salir su elemento, es patética —añadió con cierto tono de desdén.

La discusión continuaba y la tensión aumentaba, dejándome aún más confundida en medio de este nuevo mundo al que me había adentrado sin buscar. Thyra tenía cierta razón, eso es justo lo que yo era. Aunque ella lo hacía sonar tan sucio que me avergonzaba.

Podía percibir la electricidad en el ambiente, como si en cualquier momento fueran a pasar de las palabras a la violencia física.

—Quiero que salga de nuestra mesa ahora mismo, o yo misma la voy a sacar, y ya saben lo que pasa cuando las cosas no me gustan —escupió la chica, dejando claro su amenaza.

—A nadie le importa si no te gusta, Thyra, solo estás aquí por tu hermano. Come y deja comer —intervino Vaugh nuevamente.

—Cierra el pico Vaugh, ya tenemos que soportarte a ti, otro experimento no —gruño Siobhan, respaldando a Thyra con su comentario.

Yo estaba a punto de echarme a reír por lo nerviosa que me sentía. Esto era un sueño, era imposible que fuera real. Nadie se peleaba por mí, nadie me defendía, estas cosas no me pasaban a mí.

Un látigo de agua avanzó por la mesa, hasta apuntar el rostro de la chica que acaba de hablar, nunca la vi mover las manos ni nada que indicara que iba a usar su elemento. Vaugh simplemente movió el agua en la dirección que quería, lista para lo que sea que viniera.

—¿Qué pasa aquí? —se escuchó una voz detrás de mí.

Los vellos de mi nuca se erizaron avisándome de que debía irme. La presencia del chico hizo que todos en la mesa cesaran momentáneamente su confrontación.

—Solo una pequeña charla, pero Vaugh siempre se altera antes de un par de palabras —respondió Siobhan. Era impresionante como su voz sonaba dulce de un momento a otro, eso sí debía considerarse una habilidad. —Le decíamos que ese era tu puesto y que claramente nadie puede tomarlo, no parece querer entenderlo.

Eso no era exactamente lo que pasaba, pero entendí por qué Siobhan lo hacía parecer así.

—Ella se ha sentado en la mesa equivocada, pero no te preocupes, puedo mostrarle dónde está su lugar— sugirió Athena, hablándole al chico a mi espalda.

La bandeja fue colocada delante de la mía, y sentí un pequeño y suave toque en mi hombro. Esa simple caricia hizo que se me cortara la respiración por un momento. Fue como si un mar de llamas se encendiera en mi interior, llenándome de una sensación intensa y electrizante, mientras un sentimiento de pavor se apoderaba de mí.

—No tengo ni un problema con que ella se siente aquí —hizo una pausa que fue para hablarme directo en el oído —Es más, lo podemos compartir. No me molestaría que te sientes en mis piernas y me des de comer —fue un susurro que había sido escuchado por todos en la mesa.

La sugerencia hizo que mis mejillas se pusieran rojas de vergüenza y rabia, abusaba de su lugar. Sentí cómo el calor se extendía por todo mi cuerpo y no tenía que ver con su elemento. Los chicos a su alrededor se rieron, lo que solo empeoró mi situación. Era igual a Erick, un cerdo asqueroso. Y tampoco lo esperaba de él, esto no tenía nada de frío y distante como me había parecido. 

—Vete a la mierda —gruñí, no pude evitarlo, no iba a volver a vivir lo mismo, ni permitirle a él que me volviera su juguete. Moví mi mano en el aire, queriendo golpear su rostro. Pero al estar de espaldas a él no di con el objetivo.

Escuché la sorpresa en la voz de todos, seguida por la risa de Thane.

—Eres una gatita enojona. —Corrió su bandeja hacia otro puesto.

Quitándole seriedad al asunto, a lo que acababa de hacer y decir. Me pare para marcharme, pero Arlenn tomo mi brazo pidiéndome con la mirada que no lo hiciera.

—No molestes a Iseria —intervino Arlenn

Ambos se miraron con calma, a pesar de estar hablando con alguien que parecía ser casi un demonio, nadie parecía alterado. Sabía que Thane tenía una naturaleza oscura y peligrosa, ya no tenía dudas, lo había sentido cuando me toco, toda la cantidad de su elemento era preocupante.

—Perdón, no lo volveré a hacer —añadió él, mientras apretaba las mejillas de Arlenn

Recién pude verlo cuando él la levantó en un abrazo apretado, como si fuera un osito de felpa o algo igual de tierno y liviano. La actitud de los demás en la mesa se calmó, y volvieron a sus conversaciones, como si supieran que el tema había terminado. Las mesas cercanas retomaron sus propios asuntos, y yo me concentré en mi comida, sintiendo que no podía dar un solo bocado.


Thane hablaba desde su lado de la mesa, pero captó mi mirada en el momento que levante mi vista hacia él, me guiñó un ojo. Él no me agradaba.

Me centré en Arlenn, era una mejor opción, no podía entender lo cambiada que estaba, siempre fue linda, pero solía ser una chica baja y rellenita con lentes muy llamativos y un cabello muy enmarañado, ahora era una belleza.

—Sé que he cambiado, no debes mirarme así —me dio una sonrisa tímida, indicando que me había descubierto.

—Lo lamento Lenna —me centré en mis vegetales. La duda no me dejaba comer —¿Cómo supiste que era yo?

—Solíamos decir que éramos gemelas, porque nuestro cabello y ojos eran similares. Solo que el mío era horrible con todos esos risos y el tuyo era perfectamente liso. No he conocido a otra chica con ese cabello —hizo una pausa —Sabes, nadie me ha llamado Lenna en años, crees que puedas llamarme Ari como todos los demás, creo que va más conmigo —pidió, mostrando cierta vergüenza.

Toque mi coleta mientras asentía. No podía entender que alguien pudiese reconocerme solo por mi cabello, no es como que fuera poco usual. Era un rubio, muy rubio como si estuviera desteñido por el sol.

—¿Cómo está tu madre y tu abuelo? —pregunté, esforzándome por mantener una conversación. No era tan difícil, la conocía desde hace años, conocía a su familia, tenía tema para hablar.

—Mamá está fenomenal, ahora está a la cabeza del concejo aquí en América. El abuelo está bien, sigue con su idea de que va a morir pronto y así pasan los años. Nada ha cambiado, bueno solo que tengo un hermanito, es tan adorable, mira, déjame mostrarte —ella sacó su teléfono y comenzó a buscar una foto —Se parece a papá, pero tiene el cabello enmarañado como mamá.

—Y tu padre... —no supe cómo terminar la frase. Ella tenía un padre sombrío y un padre magier quien se había casado con su madre.

—Él está bien, sigue siendo el mismo hombre que conociste, solo que más aprensivo ahora está siempre sobre mí y mi novio... exnovio —se corrige, su expresión cambia como si estuviese ¿triste?

Vaugh le quito el móvil y lo lanza al aire.

—Quita eso de mi vista, es horario de comer y me quitas el apetito —hizo un pequeño berrinche en juego.

El móvil no llegó a tocar el suelo antes de ser detenido en el aire.

—A Vaugh no le gustan los niños, tiene dos hermanos pequeños —comentó Ari.

—Esas cosas son dos pequeños demonios, no son normales. No pueden ser llamados niños —insistió Vaugh, haciendo un movimiento como si hubiese sentido un escalofrío.

Las chicas continuaron hablando y finalmente puedo comenzar a comer. Mientras estaba pinchando la última uva de mi fruta, sentí una extraña sensación en mi piel, como si algo malo estuviera por suceder. El aire se arremolinó de forma extraña a mi alrededor, pero desapareció tal como llegó.

Mire discretamente a Thane, quien está riendo con sus amigos. Me pregunté qué había de malo en él, además de ser hijo de un demonio y tener un parecido sorprendente con Erick. ¿Qué tan peligroso era?, que me hacía sentir así.

Quedamos con Arlenn de encontrarnos en un tranquilo lugar cercano a los laberintos de rosas después del término de clases. Luego de todo el revuelo de la mañana y los cuatro años sin vernos, teníamos que hablar. Mientras disfrutamos de los últimos rayos calientes del sol, la conversación comenzó a fluir.

—Vi a Arth la semana pasada, no podía creer que fuese él, ha cambiado mucho, tú también lo has hecho. Te has vuelto muy hermosa, te pareces a tía Azahar. Yo lamento mucho todo lo que sucedió, lamento mucho que la perdieras —tocó mi mano en un pequeño apretón.

Sentí ganas de llorar, tuve que desviar la mirada hacia los árboles a la distancia tratando de contener mis emociones. Ari era la primera persona que me decía que lamentaba la muerte de mamá. Ella la conocía y tenían una relación cercana. Bueno como seria entre una mujer grande y la hija de su mejor amiga.

Yo no me parecía a mi madre, ella era una mujer bellísima y muy segura, que jamás tuvo que pasar por escenas así en la escuela. Ella sabía cómo tomar el control de las cosas y no dejar que nadie la pasara a llevar. Yo no tenía nada similar a ella, solo el color de ojos, y las ondas falsas que le hacía a mi cabello.

—Hay un abismo entre ella y yo...—me sentí muy triste.

Me contó sobre su tiempo en Inglaterra, como había descubierto su magia elemental, y luego todo lo que había vivido en estos años. Llegó mi turno, comencé de a poco a contarle las dificultades que enfrenté desde la muerte de mi madre, las responsabilidades que tuve que asumir, cómo aprendí a valerme por mí misma y cómo descubrí mi propia magia elemental.

Evité hablar de cómo me sentía, de mis emociones, o los detalles de la primera vez que usé mi elemento, también de la fata de dinero. Sabía que, si la gente se enteraba de esas cosas, las podían usar en mi contra. Y aunque Ari parecía ser la misma chica dulce, no me fiaba de sus amigos.

A medida que pasaba el tiempo y la escuchaba parlotear de distintos temas, su voz familiar, y sus ojos llenos de sinceridad. Pude comenzar a sentir como una pequeña llama de calidez creció en mi interior.

Recordé los momentos de complicidad que habíamos vivido en el pasado, no eran pocos. Nuestras madres habían compartido muchas historias. Quería pensar que había una amistad que recuperar, también la necesitaba, ella me hacía sentir en una comodidad que no había logrado sentir con mucha gente durante este último tiempo.

Me di cuenta de que la había extrañado. Sentía alegría por tenerla frente a mí, pero también cierta aprehensión. Cuatro años era mucho tiempo, y durante ese período nos perdimos de vivir momentos juntas. Era difícil creer y confiar plenamente en alguien después de tanto tiempo.



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