Capítulo 7: Conexión Elemental y Caos Desatado
Academias Ancestrales: Tomo I - El Cuarteto de Elite
Atabey, Hestia, Artemisa y Eurusia; son las academias que forman el cuarteto de elite, veneradas por su legado ancestral y su contribución a la enseñanza de la magia elemental. En la antigüedad Atabey destaco por su enfoque en la magia elemental de agua, pero con los años abrió sus puertas a otros elementos.
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Desperté sobresaltada por el alto sonido de mi alarma. Parecía más cercano y potente de lo normal, como si estuviera intensificado de alguna manera. El recuerdo de la noche anterior vino de inmediato a mi mente. Lo primero que hice fue asegurarme que no hubiera sido envenenada por la abuela.
Una vez estuve segura de que no tenía garras o colmillos, me senté en la cama y apagué la lámpara de noche. La luz parecía más intensa de lo habitual, y eso que no tenía mis lentes puestos. Poco a poco comencé a notar las diferencias en mí. Ya no necesitaba mis lentes y podía escuchar sonidos más allá de las puertas de mi habitación, esto era un gran avance para mí.
Aunque el líquido no había tenido buen aspecto, al menos había cumplido su función, no estaba segura para qué lo guardaba la abuela, pero agradecía que lo hubiese compartido conmigo. Solo había pasado una noche y ya había mejorado mi vista y audición. No me sentía más fuerte y no sabía cuánto tiempo me tomaría sanar una herida, pero lo descubriría en cualquier momento.
Al salir de casa, observé detenidamente el paisaje, cómo los árboles movían sus hojas, inhalé el aroma de las flores y escuché a alguien hablando a lo lejos. Todo parecía más vívido y lleno de vida, mis sentidos se habían agudizado y era totalmente distinto a lo que acostumbraba. Había comenzado una nueva forma de vida.
—Mucho mejor, ¿no?
No fui capaz de responder, cada vez que conectaba con ella, sentía que traicionaba a mamá, y eso no me hacía sentir cómoda.
Antes de subir al coche, ella tironeó de la liga en mi cabello, deshaciendo mi coleta. Lo toqué para volver a atarlo y noté que estaba completamente seco. Le arrebaté la liga antes de que la guardara en su bolsa y la puse en mi muñeca.
—Quizás la necesite para la entrevista —mentí, tratando de ocultar la verdadera razón por la que quería conservarla.
—Está bien, Isi. Nunca dejes que alguien te haga dudar de lo hermosa y buena persona que eres. Nadie podría pasar por alto tu belleza y encanto. Sé que ese chico idiota dijo muchas cosas, pero todo ha cambiado, él ya no está aquí para seguir molestando. No debes atarte a sentir confianza en cosas materiales, no las necesitas. —ella se tomó su tiempo para acomodar su sombrero—. Y debes estar tranquila, has estudiado mucho para lo que viene, así que lo harás bien. Eres mi nieta después de todo.
Sus palabras generaron una mezcla de emociones en mí. En este momento, anhelaba que mamá estuviera aquí, deseaba poder hablar con ella y que me acompañara.
La abuela rebuscó en su cartera de miles de dólares, y me tendió una cajita de madera, pero no dijo que contenía.
—¿Qué es esto? —después de anoche sentía que debería esperar cualquier cosa de la abuela —No me digas que es una pata de conejo, o peor...
—Es el encendedor de tu madre. Ella empezó en Atabey hace varios años ya, pero no siempre fue tan hábil, así que necesitó un empujoncito para poder comenzar sus estudios. Con el tiempo, ya no fue necesario así que lo desecho y yo lo guardé. Pensé en dárselo a Arthur, pero él no lo necesita, sé que tampoco va con tu elemento, pero, aun así, quiero que lo tengas.
Me quedé mirando la cajita, casi no tenía recuerdos físicos de mamá. Solo tres ligas para el cabello y una vieja caja donde las guardaba, y ahora sostenía algo que estuvo en su infancia y adolescencia. No me atreví a abrirla en ese momento. Temía emocionarme o, peor aún, comenzar a llorar.
En ese instante, sentí cuánto la había extrañado y necesitado cada día. Aunque durante los últimos cuatro años había hecho caso omiso en su mayoría, sabía que nunca dejaría de necesitarla y de sentir su ausencia, era muy doloroso pensar en ello, me dolía el corazón.
Mamá era una mujer joven, y le quedaba tanto tiempo para compartirlo conmigo y mi hermano, nadie debió habérmela quitado así. Era muy injusto para todos. A veces cuando pensaba en ello, deseaba que cuando todo pasó, no hubiese tenido dolor.
—No sé qué decir —mis posibilidades de hablar se habían transformado en un nudo en mi garganta.
—No digas nada, solo promete que lo cuidaras.
Asentí y me quedé en silencio el resto del viaje. Puse atención al camino y en mi desayuno que sabía mejor de lo que hubiese esperado para este momento agridulce.
La academia se encontraba en medio del bosque de Nicolet, por la ruta Estatal 52 hacia el norte desde Wausau. Esto significaba que estaba a más de una hora de distancia de nuestra casa, fue un largo camino.
Entrar en la recta que conducía a la escuela era como adentrarse en otro mundo. No solo por el difícil acceso, reservado exclusivamente para estudiantes, padres y personal de la academia, sino también por la atmósfera especial que se respiraba. Los frondosos árboles ocultaban la vista desde el camino principal y se extendían por varios kilómetros antes de llegar a la zona edificada. Entendí de inmediato que era para alejar a los humanos.
Finalmente, cuando pude divisar parte del campus, quedé impresionada por el cuidado que la administración ponía en las áreas verdes y su arquitectura. El edificio que se vislumbraba ante mí parecía haber sido transportado directamente de una mansión inglesa de películas antiguas. Sus muros de piedra eran imponentes, con una gran entrada flanqueada por escaleras majestuosas y una fachada perfectamente conservada.
—Wow... —exclamé asombrada.
—Hestia es aún más impresionante —respondió, sonando un poco decepcionada.
Atabey Academy, era una escuela para alumnos de magia elemental. Nunca hubiera imaginado yo estaría cruzando por las puertas de una academia, aunque fuera para una simple entrevista de acceso. Pero aquí estaba, mirando a la abuela que ya estaba poniendo un pie fuera del coche. No sabía si me acompañaría al salón donde se realizaría la entrevista, en realidad esperaba que lo hiciera, estaba muy ansiosa.
—¿Qué esperas, Iseria? Ve a tu salón.
—¿No me vas a acompañar? —pregunté, esperando su apoyo.
Ella soltó una risa suave, y me dio una mirada que me hizo sentir como si fuera la chica más inocente del mundo.
—¿Por qué te acompañaría? No esperas que tome la entrevista por ti, ¿verdad? —me miró un momento como si esperara que yo fuera a hacer algo y luego agregó. —Voy a hablar con el director sobre algunos asuntos. Estaré aquí cuando termines.
Ella se fue, dejándome sola en la entrada de la escuela. Tomé una bocanada de aire para calmarme y comencé a caminar en busca del salón que me correspondía. El lugar era bastante grande, con muchas puertas y largos pasillos. No había alumnos o profesores a quienes preguntarles en qué dirección debía ir, así que cerré los ojos y presté atención a los sonidos.
No muy lejos, se escuchaba un hombre hablar, aunque no podía distinguir las palabras, si percibía el sonido que emitía su voz. Había encontrado lo que buscaba.
Al entrar al salón, vi a varias personas que parecían ser de mi edad. Había más de diez cabezas en el lugar, sin contar al hombre que estaba parado al frente. Supuse que era quien iba a realizar las entrevistas. Revisé nuevamente mi hoja para asegurarme de que era el lugar correcto.
No esperaba ver a tanta gente, especialmente no de mi edad. Ya había pasado el plazo para presentar la magia elemental, así que no parecía posible que todos estuvieran aquí por la misma razón.
—Es el salón correcto y tú serás la número trece.
El profesor que no parecía tener más de treinta años, me entregó un broche con el número y lo anotó en su hoja. Caminé al fondo del salón, mientras lo hacía miré el rostro de los demás chicos y chicas, cada uno se veía más interesado en sus manos o cualquier otra cosa que en mí.
—Cuanto rato más vamos a estar aquí en silencio —se quejó un chico después de transcurrido veinte minutos.
—Esperaremos cinco minutos y comenzaremos.
El entrevistador ni siquiera levantó la vista del libro que estaba leyendo y mantuvo sus pies en el escritorio, lo cual era totalmente diferente a los profesores de mi antigua escuela.
Nadie parecía realmente atractivo, supe que no había mucha sangre de sombrío en ellos. Sin embargo, todo cambió cuando el último chico entró. Era alto y muy guapo, parecía haber salido directamente de una película de Disney. Su cabello rubio y sus cautivadores ojos verdes me atrajeron de manera inexplicable. Supe que él era quien mayor cercanía tenía con un sombrío.
—Hola, soy Caleb, estaba algo perdido, lamento llegar tarde —se disculpó mientras entraba al salón.
—Sin nombre, no son más que números hasta que sepamos si valen para quedarse en la academia, eres el número dieciséis —respondió de manera brusca el entrevistador.
El chico hizo un gesto de disculpa y tomo asiento cerca de mí, su mirada se cruzó con la mía y me sonrió. Yo me quede quieta, casi sin poder respirar.
—Pongan atención porque no volveré a repetir nada. Hay cinco elementos; Aquarius magier del agua, Therrene magier de la tierra, Aerial magier del aire, Empyreal magier del fuego y los más especiales, Psychus magier mentales. Todos tienen como origen a un demonio, a los cuales en este lado del mar llamamos; sombríos. Luego, tenemos los rangos los cuales se determina por su afinidad con la magia elemental: élite, alto, medio e inferior. Y por último la mierda, los Draugr, considerados como la peor escoria en este mundo. Son contenedores vacíos que roban nuestra magia para poder utilizarla. Para lograrlo, deben matar a un magier, ya que no se conforman con tomar solo un poco de magia, siempre buscan más. Si se encuentran con uno deben matarlo de inmediato. Yo ya me he cargado a varios.
Lo último lo dijo como si fuese lo más normal del mundo y me sorprendió estar de acuerdo con sus palabras, quería escuchar más detalles, pero fuimos interrumpidos por un chico levantó la mano. Al principio, pensé que no se le permitiría hacer preguntas, pero después de unos segundos, el entrevistador le concedió la palabra.
—¿Qué probabilidad hay que un sombrío, tenga hijos con una humana?
—Ese es el comienzo de nuestra estirpe, no es algo común, pero tampoco es tan raro. Ha habido varios casos en los que un demonio se ha mezclado con un humano para tener descendencia.
—Y existen la mezcla de elementos ¿verdad? —preguntó otra chica.
—Esa es una buena pregunta, que será respondida por su profesor en sus clases. — hizo una pausa —Se preguntarán porque les cuento esto, se debe a que hoy tendrán que demostrar quiénes son, no hay un término medio, así que háganlo lo mejor posible. Y como todos queremos acabar con esto luego, del uno al veintidós me dirán su elemento y en que rango creen encontrarse, comiencen.
Veintidós casos era más de lo que yo hubiese imaginado. Esta mañana, esperaba encontrarme solo con unas pocas personas en esta entrevista, tal vez cuatro como máximo. Esto estaba más allá de mis expectativas.
Comenzó el chico número uno, quien se presentó:
—Mi elemento es Tierra, y desconozco el rango. No estoy muy seguro de nada, ya que no conocí a mis padres.
La respuesta me servía como referencia para contar la mía. Escuché las historias de los demás y nadie parecía estar cercano a un sombrío, en su mayoría todos eran de rango medio o bajo. Las respuestas continuaron hasta que llegó mi turno.
—Mi elemento es aire, pero no estoy segura de que rango soy.
—Una forma de determinar tu clase es a través de tu apellido. Si está relacionado con un sombrío, podrás tener una idea de tu rango.
Asentí, comprendiendo su explicación.
—Mi apellido no está relacionado con un demonio, pero el de mi madre y abuela sí. Según lo que tengo entendido, soy una d'ábel de tercera generación. Y soy una mezcla de fuego y aire —revelé, sintiendo cierta incertidumbre de si era correcto decirlo.
Supe que no debí decir eso cuando todos se voltearon a mirarme.
—En esta zona nos referimos a infernis como hijos de demonios, y usted en tercera generación no puede ser catalogada así —comento el entrevistador, casi como si se riera de mí. —Nunca deben juntar dos elementos, nos interesa que nuestra clase siga existiendo, ya hay demasiadas criaturas allí afuera que nos eliminan, como para cometer esa aberración —su tono ácido y visiblemente molesto por mi presencia.
Mamá amaba a papá por eso formo una familia con él, quizás se equivocaron, pero nadie podía opinar sobre ello. Lo único que podía hacer en defensa de mamá, era hablar.
—Soy la bisnieta del príncipe derrocado —dije con firmeza. Noté cómo el rostro del entrevistador cambió levemente, quizás conocía a mi abuela.
—Por lo que veo, ser la bisnieta de un archiduque no le servirá de nada, no cuando no comparte su magia. Usted no es interesante, solo es una magier de bajo nivel y un Bastaard.
Hasta donde yo sabía, yo tenía un padre y una madre, no era bastarda si eso era a lo que se refería. Las risitas burlonas de los demás chicos resonaron en la habitación. Me sentí muy avergonzada, y solo pude esconder mi rostro entre mi cabello, agradeciendo en silencio a la abuela por obligarme a llevarlo suelto.
El chico número dieciséis, desconocía su linaje, no tenía padres presentes ni nadie que lo apoyara. De alguna forma me recordó a mí.
Continuaron pasando los números hasta llegar al último. De todos los chicos que hablaron, ninguno era como yo. Nadie tenía padres de distintos elementos. Incluso los más extraños tenían un padre humano. Aunque esa combinación también era poco convencional, nadie los miraba con el mismo rechazo que el entrevistador mostró conmigo.
El intercambio de opiniones siguió, pero me hice a un lado de todo y centré mi mirada en la ventana y lo que había fuera, árboles y un hermoso lugar lleno de cosas verdes.
—Para aquellos que logren aprobar, deberán traer su árbol genealógico lo más completo posible durante su primera semana de clase. Si su ancestro es un humano, intenten investigar un poco más, tal vez encuentren a alguien con magia elemental allí, busquen lo que puedan y si tienes el registro de un demonio como abuelo, podrán averiguar con certeza si se trata de un sombrío juguetón, uno medio, o algo más interesante —informó el entrevistador.
—¿De verdad tengo que traer esa mierda nuevamente?, la hice el año pasado.
El entrevistador no respondió. Me causé curiosidad saber por qué estaba aquí, no me imaginaba a alguien repitiendo el año, menos tener que dar nuevamente la entrevista, ¿Qué tan malo tenías que ser para que tengas que volver a intentarlo? En ese momento no era algo que quisiera saber. Recogí mis cosas y seguí a todos fuera del salón.
—Trece, en caso de que logres pasar, lo cual dudo, no olvides traernos más de tu fascinante e interesante historia familiar. —agregó en tono irónico
—No se preocupe, Abigor no es el único que se encuentra en mi ascendencia Astaroth también. Obtendré más nombres y los traeré para que los evalúe.
Su rostro cambió a una máscara sin expresión.
—Vayan a su prueba de conocimientos —gritó con tono autoritario.
El examen estaba diseñado para evaluar los conocimientos sobre magia elemental, criaturas nocturnas y demonología. Había dedicado mucho tiempo a estudiar esos temas cuando era niña y había reforzado todos mis conocimientos con la abuela y los profesores que me habían dado clases en los últimos meses. Estaba segura de que podría desempeñarme bien en el examen.
—Psss, ¿la pregunta dos?
El chico Disney me había vuelto a susurrar, insistía en intentar conseguir algunas respuestas. Como le explicaba que los entrevistadores estaban escuchando y viendo todo lo que hacíamos, no quería meterme en problemas. Mordí mi labio indeciso, consideré la posibilidad de que él pudiera ser mi primer amigo si ingresaba a la academia. Además, solo era una pregunta entre más de cincuenta de alternativas y algunas de desarrollo, no parecía tan grave.
Miré en dirección a un entrevistador para notar lo que ya sabía, nos estaban mirando atentamente. El chico insistió con su pregunta, suspiré y me moví un poco para que pudiera ver mis respuestas escritas, esperaba que él tuviera buena visión porque era lo más que haría por ayudarlo.
Fueron dos horas para tres pruebas, mis manos dolían de tanto escribir, así que fue un alivio cuando terminamos. En medio de segundo examen un chico había abandonado, diciendo que se iba a casa, un entrevistador lo había acompañado fuera sin decir una palabra.
—¡Ey! Gracias por eso —agradeció el chico.
—Debes tener cuidado, ellos pueden escuchar cada palabra, por más baja que sea. Tienen sentidos muy agudos —advertí, consciente de que sonaba un poco paranoica.
—Bueno, a ellos no les importa de todas formas. Soy Caleb. —extendió su mano hacia mí.
Me llevó unos segundos comprender su gesto, se estaba presentando. Y yo debía tomar su mano y apretarla. Algo que no había hecho nunca. Si no respondía me transformaría en alguien rara y no quería eso, así que lo intente, devolviendo el gesto.
—Soy Iseria —respondí, sintiéndome algo incómoda, pero al mismo tiempo intrigada.
Sentí cómo mis mejillas se calentaban, era la primera vez que me sucedía algo así. Primera vez que alguien estaba hablándome y que no había nadie que juzgara.
—Lindo nombre, Isi. Así que... ¿Eres un caso un tanto especial en esta escuela? No entendí del todo que tiene de malo que seas aire y tu padre fuego. —comentó con curiosidad.
—En realidad, mi madre era fuego, no mi padre —corregí, consciente de que a nadie le importaba. —¿No sabes nada?
Caleb simplemente encogió los hombros, mostrando una actitud despreocupada.
—No, en realidad vivía en Florida hasta que un día descubrí que tenía el poder de controlar el aire. Fue en ese momento cuando me di cuenta de que no era completamente humano y que las personas que creía que eran mis padres biológicos no lo eran en realidad. Alguien me encontró y me puso en contacto con un magier, lo cual finalmente me trajo hasta aquí.
Asentí sin saber que debería decir, sintiendo una mezcla de curiosidad y emoción al hablar con un chico en los pasillos de lo que esperaba que fuera mi nueva escuela. Esto era nuevo para mí
—Bueno, supongo que debería ir a cambiarme. Nos vemos más tarde, "chica de aire" —dijo mientras se alejaba.
No respondí, pero imaginé todas las buenas frases que pude haber dicho para sonar casual y agradable al despedirme. Golpeé mi cabeza contra la pared, frustrada y sintiéndome tonta. Sin embargo, mi desánimo se vio interrumpido cuando un segundo chico se acercó para hablar conmigo. Compartimos un intercambio de palabras sobre cómo mostramos nuestra magia y habilidades, hasta que fuimos llamados para seguir con las pruebas.
La siguiente etapa consistió en una entrevista personal, en simultáneo, que duró aproximadamente media hora para cada uno de nosotros. El entrevistador comenzó haciéndome preguntas sobre mi familia y todo lo que sabía sobre ellos: mis padres, abuelos, su magia, familiares, incluso amigos de mis padres y luego pasaron a la información acerca de mis capacidades con la magia, con mi visión nocturna y mayor fuerza. Omití el asunto de la sangre de sombrío que había bebido; imaginaba que no sería algo bueno para contar.
Al salir de la entrevista, fui conducida a una sala completamente a oscuras. Me pidieron que encontrara una campanilla en un tiempo limitado. No fui capaz y fracasé, aún no mejoraba mi capacidad para ver en la oscuridad.
Finalmente nos llevaron a una gran pista deportiva para las pruebas finales.
La primera prueba física correspondía a correr una hora, no tenía nada de anormal. Miré en todas direcciones, había varios entrevistadores o quizás eran guardianes, todos parecían interesados en las pruebas.
Mientras corría, sentí una extraña energía en el ambiente, como si hubiera una tormenta eléctrica. Me enfoqué en mantener un ritmo constante, suponiendo que esta prueba estaba diseñada para medir nuestra resistencia física.
Sabía que cualquier humano podía correr durante una hora sin problemas, así que mantuve un ritmo constante y a veces lo incrementaba ligeramente, pero nunca disminuí mi paso. Con el paso del tiempo noté como algunos chicos se iban quedando atrás, por sus números, recordaba que eran los que eran hijos de elementalistas y humanos, o que se habían llamado de rango bajo. En ese momento, empecé a darme cuenta de las diferencias entre los rangos, en un salón todos éramos iguales podíamos aprender al mismo ritmo, pero este era el momento en que comenzaban a notarse las diferencias.
Cuando estábamos cerca del minuto cuarenta, noté un cambio notable en el clima. El ambiente se volvió increíblemente caluroso, como si estuviera en medio de un desierto, pero a su vez, había una humedad molesta en el aire y no soplaba el viento. La combinación dificultaba aún más mantener mi ritmo, me sentí orgullosa de mí misma por poder reconocer lo que pasaba y adaptarme a estas condiciones desfavorables.
—Aguantas bastante para ser una mestiza.
El entrevistador de la primera hora me gritó, decidí que podía odiarlo de aquí en adelante, me había tomado el asunto muy personal.
A medida que nos acercábamos a los últimos diez minutos de la prueba, sentí que mi cuerpo ya no podía más. Mi ritmo disminuyó casi a paso de tortuga. Cada paso requería un gran esfuerzo y mi respiración se volvía cada vez más agitada.
Caleb me alcanzó justo después de cruzar la última vuelta, luciendo igual de agotado que yo.
—Siento que me va a dar un ataque cardíaco, ¿es posible? —preguntó, mientras trataba de recuperar el aliento
—Es obvio que no, tienes sangre de un sombrío no eres humano —volví a sonar como una lunática a mis oídos, me desesperé un poco. Así que lo intenté con otro tema —. Notas el cambio en el clima, creo que ellos estaban jugando con sus elementos.
—Ahora que lo dices, hace calor, pero esa humedad no estaba aquí cuando llegamos.
Nos concedieron un breve tiempo de descanso para refrescarnos y beber agua. Pasado unos quince minutos, un miembro del personal de la academia se acercó a nosotros y anunció la próxima prueba.
—Número trece, te enfrentarás contra Reinald.
Una chica se acercaba hacia mí. No parecía ser una estudiante; tal vez era una guardiana de la academia. Me di cuenta de que no tenía forma de competir con ella, no era cobarde; me había peleado en el pasado, solo que con gente de mi tamaño. Ella debía estar algunas tallas sobre mí y se veía demasiado ejercitada como para yo no sintiera temor.
—¿No debería ser más equitativo? —salió de mi boca a nadie en específico.
—Esto no se trata de una pelea. Tu objetivo es demostrar tus habilidades físicas y cómo te defiendes, sin importar las diferencias de tamaño o fuerza.
Me posicioné sobre la colchoneta, el sonido del silbato marcó el comienzo de la pelea. La chica se abalanzó velozmente hacia mí, tratando de golpearme en el rostro. Yo había aprendido hace muchos años cómo defenderme, así que usé mi brazo como escudo. No conté con el dolor que se extendió como una descarga eléctrica por mi cuerpo. Me conformé con que, por lo menos, mi rostro no había sido tocado.
Con determinación, respondí lanzando una serie de golpes hacia la guardiana. Sin embargo, ella bloqueó cada uno. Me consideraba hábil peleando, creía saber dónde golpear, pero nada funcionó. En un movimiento fluido y preciso, la chica me barrió con una patada, desequilibrándome por completo. Mi cabeza giró hacia atrás, y lo siguiente fue ver el cielo. Después de eso, sentí el dolor avanzar por mi cuerpo, y no fui capaz de moverme por un rato.
Con gesto amable, la guardiana me ofreció su mano y me felicitó por mi esfuerzo. Aunque no creía haberlo hecho especialmente bien, pero parecía que ella opinaba distinto. No era quien para contradecirla.
Los entrevistadores que dirigían las pruebas nos dieron algunos minutos para descansar, tomar agua y refrescarnos nuevamente.
—Esta será la última prueba, es la más fácil porque no deben hacer nada, pero es la más importante, aquí se decidirá quienes ingresan —explicó el entrevistador —Consiste en acercarse a la fuente que corresponden a su elemento y esperar a que ella nos indique si ustedes pertenecen aquí o no.
Había escuchado a la abuela hablar sobre artefactos que potenciaban la magia elemental, pero nunca imaginé encontrarlos en el mundo humano, y mucho menos en una escuela. Nadie me había mencionado esto antes, y empezaba a sentir ansiedad por no saber cómo mi elemento podría interactuar con esos objetos.
Miré a Caleb, quien también parecía perdido en sus pensamientos mientras observaba los artefactos.
—¿No es algo injusto que esa sea la prueba para permitir quedarnos? O sea, si todos estamos aquí es porque conocemos de este mundo y sabemos sobre nuestras habilidades y elemento.
Observé a los demás aspirantes, notando en sus rostros la misma interrogante y cierta tensión en el aire. Parecía contradictorio que, después de haber superado diversas pruebas físicas y de habilidades, la prueba final se redujera a simplemente acercarse a un objeto y esperar una respuesta mágica.
—No tiene nada que temer, catorce. Si usted está aquí es porque ha mostrado su magia elemental, y las vasijas nos dirán la verdad. Somos muy cuidadosos con quienes entran y salen de nuestras academias —respondió el entrevistador a cargo.
—Y qué pasa si mi elemento no se muestra, algunos estamos más diluidos en nuestra línea.
Comprendí su insistencia y me identifiqué con el miedo palpable en su voz. Recordé los momentos en los que había utilizado mi elemento frente a la abuela, Arth, Tommy y mis profesores, todos habían sido testigos de ello. Pero ahora estaba segura de que podría fallar en la prueba, era cosa de ver todo lo que lo había intentado.
—Como mencioné anteriormente, esta es la parte más sencilla. Las vasijas revelarán lo que necesitamos saber —dijo rápidamente—. Comenzaremos con el número uno, tres, seis y diez. Por favor, pasen.
Solo uno de ellos da un paso adelante, los demás se veían algo indecisos.
Seguí con la mirada su caminar hasta que se posicionó frente recipiente destinado al elemento de tierra. Cuando colocó sus manos en el área designada, el suelo comenzó a temblar ligeramente, creando ondulaciones. Pero pronto, el movimiento se intensificó, sacudiéndome y haciéndome perder estabilidad. El chico retiró sus manos y todo se detuvo abruptamente.
—Está bien, número uno. Sabemos que tienes una conexión notable con un sombrío. Solo debemos descubrir cuál es —expresó el entrevistador, revelando aceptación.
Los "entrevistadores" parecían bastante divertidos con la demostración del chico, me di cuenta de que algunos de ellos llevan armas en sus cinturas. No las había notado antes o eran que no las llevaban consigo. Un escalofrío recorrió mi nuca, dejándome con una sensación de inquietud, no eran lo que creí en un inicio.
Continuando con la prueba, los otros tres chicos avanzaron. Desde donde me encontraba, pude ver cómo las llamas danzaban en pequeñas lenguas de fuego que se perdían en el aire, y supe que el chico del elemento fuego había pasado la prueba. Luego siguió una esfera de agua y un pequeño tornado. El proceso continuó con el siguiente grupo de postulantes, quienes demostraron sus respectivos elementos, hasta que finalmente solo quedamos seis participantes en la competencia.
—Adelante, no tenemos todo el día.
Noté que más guardianes se acercaron a nosotros, y sus actitudes me indicaron tan claramente que algo estaba por suceder.
—No tienen más tiempo— insistió uno de los guardianes.
Di un paso adelante, inspirando profundamente y exhalando el aire de mis pulmones en busca de tranquilidad y calma. Me recordé a mí misma que tenía magia elemental, que estaba allí por esa razón. Recordé cómo había cortado los tendones de Erick, cómo Tommy me había visto usarla, cómo mi hermano y mi abuela también sabían de mis habilidades. La magia-elemental estaba dentro de mí. Solo tenía que tocar la fuente de poder, como los demás lo habían hecho, y mi magia se manifestaría ante todos.
Estaba a punto de tocar la vasija de aire cuando escuché gritos de terror provenientes de los demás postulantes. De repente, todo se volvió caótico. Órdenes y silencio se mezclaron en el ambiente, mientras tanto yo apenas dirigía mi mirada hacia la fuente de los gritos.
Vi el cuerpo inmóvil de una chica en el suelo. La participante número catorce sostenía un cuchillo en su mano, pero no era un simple cuchillo de cocina; era un cuchillo de cazador, grande y afilado. Aunque me perdí parte de lo que sucedió, comprendí que la situación era grave cuando vi que tenía a la chica número siete agarrada por el cuello. Mis instintos se activaron de inmediato, sintiendo la fuerza del magnetismo que amenazaba con arrastrarme hacia el suelo. Sin embargo, mi magia elemental no se manifestó.
—Aléjense —ordenó ella, mientras agitaba el cuchillo cortando el aire.
—De aquí no vas a salir viva si la tocas.
La escena se desenvolvía a solo unos pasos de mí, en una mezcla de horror y asombro. La desesperación en los ojos de la chica catorce era palpable, pero también pude percibir algo más, algo inquietante y oscuro que no logre descifrar inmediatamente Mi atención se dividía entre ella y nuestro entorno, buscando desesperadamente una vía de escape.
En un intento por detenerla, uno de los entrevistadores lanzó una ráfaga de viento en dirección a la chica, lo sentí correr por mi piel, logrando que el cuchillo cayera de su mano. Sin embargo, con destreza y velocidad ella logró agarrarlo con su mano libre antes de que tocara el suelo y, sin vacilar ni un segundo, lo hundió en el cuello de su rehén, no hubo una pizca de vacilación.
Mi mirada nunca dejó el frágil cuello de la chica, presenciando toda la escena. Vi cómo la sangre brotaba a borbotones de la garganta recién cortada. Ella soltó el cuchillo y tocó la sangre de su rehén, como si fuera algo importante de hacer, más que la única arma que tenía para atacar y defenderse.
El suelo tembló y pequeñas rocas salieron disparadas en todas direcciones como astillas. Mi mente luchaba por comprender lo que estaba sucediendo, pero mi instinto de supervivencia me impulsó a girarme y cubrir mi rostro con mis brazos.
Una barrera de fuego se alzó a mi alrededor; agradecía que alguno de los guardianes me hubiera protegido.
En el suelo, yacía una chica sin vida, mientras otra sostenía el cuchillo ensangrentado. Aunque los evaluadores intentaron protegerse, su reacción fue lenta y la situación pareció escapar de su control. Antes de que pudiera siquiera completar un pensamiento, una cuchilla de hielo atravesó la cabeza de la chica catorce, y ambas cayeron al suelo.
Experimenté una mezcla abrumadora de desesperación y ansiedad por lo que acababa de presenciar. Dirigí mis ojos hacia la dirección de donde provino la flecha y me encontré con la mirada de un chico alto vestido de negro. Su cabello oscuro y su tez clara despertaron en mí una sensación inexplicable que no fue buena. Era fuerte, todo en él lo indicaba.
Junto a él, vi a Tommy, el segador a quien conocía muy bien, pero que jamás me miró. Era claro que uno de ellos había sido el responsable de acabar con la draugr.
Todo sucedió en unos breves diez segundos, un lapso de tiempo que parecía insignificante, pero que fue suficiente para dejar a dos draugrs y a una magier en el suelo, posiblemente sin vida.
—Ustedes tres terminen la prueba —dijo alguien.
El chico número dos se acercó rápidamente a la vasija de fuego y la tocó sin titubear. Las llamas se elevaron, perdiéndose en el cielo. Aunque mi instinto solía impulsarme a correr en situaciones peligrosas, esta vez mi cuerpo estaba paralizado, incapaz de moverse.
Observé la cabeza que rodó a unos metros de distancia; ni siquiera me había percatado de ese ataque. La chica número catorce también estaba en el suelo, con un gran orificio en la cabeza donde alguna vez había estado su cabello y, seguramente, su cerebro. No era fácil de mirar ni de digerir.
Un guardián se inclinó sobre la magier, tratando de atenderla mientras dejaba un rastro de sangre por todo el lugar. Aunque no la conocía, esperaba que su linaje tuviera sombríos directos y que pudiera curarse rápidamente. Nadie merecía morir a manos de esas criaturas repugnantes.
—¡Una mierda, me largo! — grito Caleb al aire, sin mirar a nadie en específico.
Comprendía su sentimiento, ya que yo también tenía el impulso de irme a casa. Hace apenas unos minutos, tenía muchas dudas sobre mi elemento, pero ahora estaba segura de que nada iba a salir bien. Me sentía aterrada, temiendo que me acusaran de ser un draugr por ser una usuaria inútil.
Caleb intentó alejarse, pero fue detenido y arrastrado hacia las vasijas. Mis pies se prepararon para correr, pero no encontré una salida. Todos estaban sobre mí, sin dejar espacio para escapar.
—Yo no puedo— balbuceé mirando en todas las direcciones.
Comenzó a llover intensamente sobre las vasijas, mientras que el resto del lugar permanecía despejado. Mi ropa se empapó por completo bajo la lluvia. Observé a Caleb dar un paso hacia la fuente de agua; nuestros ojos se encontraron cuando él tocó la vasija. El agua comenzó a fluir, llegando a mis pies y formando charcos a nuestro alrededor.
—Tócala —sentencio Tommy
Él tomó mis manos y me obligó a ponerlas sobre la vasija de aire. En ese momento, experimenté una conexión instantánea con el elemento. Una sensación envolvente de aire me rodeó, como si estuviera inmersa en medio de una tormenta en el mar.
Podía sentir la fuerza del agua de Caleb y el aire atravesando mi cuerpo, mientras voces parecían querer ser escuchadas, susurros tenues en un idioma desconocido para mí. Era una sensación extraña pero liberadora.
Me encontraba en total sintonía con la esencia del aire y la tormenta. Un pequeño remolino se formó y se unió a la lluvia que estaba creando Caleb, su elemento era dominante en la demostración. Finalmente, retiré mis manos y todo desapareció.
—Bien hecho, Isi —susurró Tommy suavemente.
Esperaba que mi futuro en Atabey fuera más tranquilo y menos caótico que este día.
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