17| it's over
“se acabó”...
ENTONCES, luego de una ardúa batalla de Harry contra el basilisco y contra Tom, ahora el niño de encontraba en el mismo lugar donde había empezado todo con la espada de Godric y el fénix de Dumbledore. Con un batir de alas, Fawkes pasó de nuevo por encima de sus cabezas y dejó caer algo en el regazo de Harry: el diario.
Lo miraron los dos durante una fracción de segundo, Ryddle con la varita levantada. Luego, sin pensar, Harry tomó el colmillo de basilisco del suelo y lo clavó en el cuaderno.
Se oyó un grito largo, horrible, desgarrado. La tinta salió a chorros del diario, vertiéndose sobre las manos de Harry e inundando el suelo. Ryddle se retorcía, gritando...
—¡La Khaalesi caerá, Harry Potter, y no estarás para volver a salvarla! —gritó, entonces… Desapareció.
Se oyó caer al suelo la varita de Harry y luego se hizo el silencio, sólo roto por el goteo de la tinta que aún manaba del diario. El veneno del basilisco había abierto un agujero incandescente en el cuaderno. Harry se levantó temblando. La cabeza le daba vueltas. Recogió la varita y el sombrero y, de un fuerte tirón, extrajo la brillante espada del paladar del basilisco.
Le llegó un débil gemido del fondo de la cámara. RJ se movía.
RJ había sentido como si hubiera sido arrastrada por sus tobillos al fondo de una oscuridad dónde su cuerpo pareció haber sido congelado por un hielo oscuro y doloroso, estaba segura de que había muerto, de que se había rendido, de que Tom la había matado. Pero no fue así.
La niña sentía cada uno de sus huesos gritarle de dolor, pero abrió los ojos viendo la cámara de los secretos, estar allí, la hizo retorcerse. Se sentó, sus ojos desconcertados pasaron por el inmenso cuerpo muerto del basilisco, asustada dió un salto, cuando escuchó pasos, pero vió a Harry Potter correr hacia ella.
El niño tenía la túnica empapada de sangre, y luego al cuaderno que éste llevaba en la
mano. La niña al ver todo, al no ver a Tom, al basilisco muerto, al diario roto en brazos de Harry y a él agachandose a un lado de ella, profirió un grito estremecido y se echó a llorar.
—James… James, intenté decirselos en el desayuno, pero delante de Percy no fui capaz. Era yo, James, pero te juro que no quería… Ryddle me obligaba a hacerlo, me manipuló y le creí, luego, se apoderó de mí y… ¿cómo lo has matado? ¿Dónde está Ryddle? Lo último que recuerdo es que salió del diario...
Pero no dió más a basto con el llanto y Harry se lanzó a abrazarla, el niño espero unos minutos hasta que la niña paró de llorar. Un mestizo y una traidora a la sangre pura, abrazados frente al basilisco muerto y a la estatua de Salazar Slytherin.
—Ha terminado todo bien —negó Harry, soltandola para mostrarle el diario con el agujero hecho por el colmillo —Ryddle ya no existe. ¡Mira! Ni él ni el basilisco. Vamos, RJ, salgamos… —pero ella negó, y él la miró confundido.
—¡Me van a expulsar! —se lamentó RJ, abrazándose a si misma —Siempre quise estudiar en Hogwarts, desde que vino Bill, y ahora tendré que irme y… ¿qué pensarán mis padres? ¡No, ni siquiera me expulsaran! Me enviaran a Azkaban...
—no lo harán ¿De acuerdo? —negó, acercando sus pequeñas manos para limpiar el rostro de RJ —Tom me lo dijo, me lo dijo todo —vió el pánico en sus ojos —pero estaba manipulandote, tranquila. Hablaremos con Dumbledore ¿Si? —trató de insistirle con aquellos ojos azules que la hicieron finalmente aceptar.
incorporándose torpemente con la ayuda de Harry, RJ terminó por suspirar y volver a afirmar, queriéndose darse fuerza a ella misma. Fawkes los estaba esperando, revoloteando en la entrada de la cámara.
Harry abrazó a RJ que caminó con él. Dejaron atrás el cuerpo retorcido e inanimado del basilisco, y a través de la penumbra resonante regresaron al túnel. RJ oyó cerrarse las puertas tras ellos con un suave silbido.
La niña miró hacia atrás una última vez, sobre el hombro de Harry, luego, volvió a ver al frente, llorando en silencio.
Tras unos minutos de andar por el oscuro túnel, a los oídos de RJ llegó un distante ruido de piedras.
—¡Ron! —gritó Harry, apresurándose —¡RJ está bien! ¡La traigo conmigo!
—¿Ron? —preguntó la niña, viendo las piedras que interrumpían su paso. Suponiendo que había pasado cuando ellos quisieron ir a rescatarla.
—y el profesor Lockhart. En verdad es un fraude, un inútil —asintió, Harry —no nos ayudó en nada.
Oyó que Ron daba un grito ahogado de alegría, y al doblar la última curva vieron su cara angustiada que asomaba por el agujero que había logrado abrir en el montón de piedras.
—¡RJ! —Ron sacó un brazo por el agujero para ayudarla a pasar, pero la niña, al sentir el tacto de su hermano, se sintió aún más asqueada consigo misma, molesta —¡Estás viva! ¡No me lo puedo creer! ¿Qué ocurrió?
Intentó abrazarla, pero RJ se apartó, sollozando. Mientras se abrazaba a si misma.
—Pero estás bien, RJ —dijo Ron, sonriéndole —Todo pasó. ¿De dónde salió ese pájaro? —Fawkes había pasado por el agujero después de la pelirroja.
—Es de Dumbledore —dijo Harry, encogiéndose para pasar.
—¿Y cómo conseguiste esa espada? —preguntó Ron, mirando con la boca abierta el arma que brillaba en la mano de Harry
—Te lo explicaré cuando salgamos —dijo Harry, mirando a RJ de soslayo. La niña seguía lagrimeando.
—Pero…
—Más tarde —insistió Harry. No creía que fuera buena idea decirle en aquel momento quién había abierto la cámara, y menos delante de RJ —¿Dónde está Lockhart?
—Volvió atrás —dijo Ron, sonriendo y señalando con la cabeza hacia el principio del túnel —No está bien. Ya veran.
Guiados por Fawkes, cuyas alas rojas emitían en la oscuridad reflejos dorados, desanduvieron el camino hasta la tubería. Gilderoy Lockhart estaba allí sentado, tarareando plácidamente.
—perdió la memoria —contó, Ron —El embrujo desmemorizante le salió por la culata. Le dio a él. No tiene ni idea de quién es, ni de dónde está, ni de quiénes somos. Le dije que se quedara aquí y nos esperara. Es un peligro para sí mismo.
Lockhart los miró a todos afablemente. RJ lo observó confundida, limpiando sus propias lágrimas.
—Hola —dijo —Qué sitio tan curioso, ¿verdad? ¿Viven aquí?
—No —respondió Ron, mirando a Harry y arqueando las cejas.
—usted vive aquí —dijo, RJ, llamando la atención de ambos. Pero la niña estaba comprobando si verdaderamente les había lanzado un hechizo desmemorizante que le dió a él —¿No lo recuerda, Freddy Mercury?
—¡Oh, claro! —rió tontamente y ella miró a ambos —mi nombre es Freddy Mercury.
—en serio le dió fuerte —susurró, la niña, sorbiendo su nariz.
Harry, negó para si mismo, inclinandose y miró la larga y oscura tubería.
—¿Has pensado cómo vamos a subir? —preguntó a Ron.
Ron negó con la cabeza, pero Fawkes ya había pasado delante de Harry y se hallaba revoloteando delante de él. Los ojos redondos del ave brillaban en la oscuridad mientras agitaba sus alas doradas. Harry lo miró, dubitativo.
—Parece como si quisiera que te agarraras a él… —dijo Ron, perplejo —Pero pesas demasiado para que un pájaro te suba.
—Fawkes —aclaró Harry— no es un pájaro normal —Se volvió inmediatamente a los otros —Vamos a darnos la mano. RJ, toma la de Ron. Profesor Lockhart…
—Se refiere a usted —aclaró Ron a Lockhart.
—¡Soy Freddy Mercury! —negó, fingiendo estar indignado.
—solo toma mí mano —le dijo, RJ, negando mientras limpiaba rápidamente, otra vez, su rostro. Siendo que no podía parar de lagrimear.
Ron se agarró a los bajos de la túnica de Harry, y Harry, a las plumas de la cola de Fawkes.
Una extraordinaria luminosidad pareció extenderse por todo el cuerpo del ave, y en un segundo se encontraron subiendo por la tubería a toda velocidad. RJ quiso soltar a Lockhart cuando esté hablababa.
—¡Asombroso, asombroso! ¡Parece cosa de magia!
Rápidamente salieron, y saltaron al suelo mojado del cuarto de baño de Myrtle la Llorona, y mientras Lockhart se arreglaba el sombrero, el lavabo que ocultaba la tubería volvió a su lugar cerrando la abertura.
Myrtle los miraba con ojos desorbitados.
—Estás vivo —dijo a Harry sin comprender.
—Pareces muy decepcionada —respondió serio, limpiándose las motas de sangre y de barro que tenía en las gafas.
—No, es que… había estado pensando. Si hubieras muerto, aquí serías bienvenido. Te dejaría compartir mi retrete —le dijo Myrtle, ruborizándose de color plata —¡Igual que RJ! Seríamos dos lloronas —miró a la niña que la miró inexpresiva.
—¡Uf! —dijo Ron, cuando salieron de los aseos al corredor oscuro y desierto —¡Harry, creo que le gustas a Myrtle! ¡RJ, tienes una rival!
Pero por el rostro de RJ seguían resbalando unas lágrimas silenciosas.
—tranquilo, ya no me interesa James —negó, aplanando los labios. El de lentes la miró brevemente antes de ver a Ron que hizo una “o” con sus labios.
—¿A dónde vamos? —preguntó Ron, mirando a RJ con impaciencia. Harry señaló hacia delante.
Fawkes iluminaba el camino por el corredor, con su destello de oro. Lo siguieron y en un instante se hallaron ante el despacho de McGonagall. Harry llamó y abrió la puerta.
Hubo un momento de silencio cuando Harry, Ron, RJ y Lockhart aparecieron en la puerta, llenos de barro, suciedad y, en el caso de Harry, sangre. Luego alguien gritó:
—¡RJ!
Era Molly, que estaba llorando delante de la chimenea. Se puso en pie de un salto, seguida por su marido, y se abalanzaron sobre su hija.
RJ al sentir los brazos de sus papás, comenzó a llorar con más fuerza, sintiendo como su cuerpo perdía toda fuerza y tenía el descanso que necesitaba, un abrazo de sus papás era todo lo que quería, lo que quiso desde el comienzo del desastre. Arthur acariciaba el pelo de su hijita, empapandolo en lágrimas y susurrando “mi niña...”.
Detrás de ellos. Dumbledore estaba ante la repisa de la chimenea, sonriendo, junto a McGonagall, que respiraba con dificultad y se llevaba una mano al pecho. Fawkes se puso el hombro de Dumbledore.
Molly soltó a RJ que se aferró al cuello de su papá y la mujer fue a abrazar a Harry y Ron.
—¡La salvaron! ¿Cómo lo hicieron?
—Creo que a todos nos encantaría enterarnos —dijo con un hilo de voz la profesora.
Molly los soltó y Harry, se acercó a la mesa y dejó encima el Sombrero Seleccionador, la espada con rubíes incrustados y lo que quedaba del diario de Ryddle. RJ soltó a su papá al ver lo último.
Harry empezó a contarlo todo. Tardó casi un cuarto de hora, mientras los demás lo escuchaban absortos y en silencio. RJ, estaba sentada frente a la chimenea con una manta sobre su pequeño cuerpo, escuchando también.
—Muy bien —señaló McGonagall, cuando Harry hizo una pausa —así que averiguaron dónde estaba la entrada, quebrantando un centenar de normas, añadiría yo. Pero ¿cómo demonios conseguieron salir con vida, Potter?
Así que Harry, con la voz ronca de tanto hablar, les relató la oportuna llegada de Fawkes y del Sombrero Seleccionador, que le proporcionó la espada. Pero luego titubeó. Había evitado hablar sobre la relación entre el diario de Ryddle y RJ.
Miró a la niña, que estaba sola en esa esquina, su madre y su padre estaban detrás de ella, pero sin tocarla ya que ella daba saltitos cuando lo hacian. Ella seguía derramando silenciosas lágrimas por las mejillas. ¿Y si la expulsaban?, pensó Harry aterrorizado. El diario de Ryddle no serviría ya como prueba, pues había quedado inservible… ¿cómo podrían demostrar
que era el causante de todo?
Instintivamente, Harry miró a Dumbledore, y éste esbozó una leve sonrisa. La hoguera de la chimenea hacía brillar sus lentes de media luna.
—Lo que más me intriga —dijo Dumbledore amablemente —es cómo se las arregló lord Voldemort para embrujar a River, cuando mis fuentes me indican que actualmente se halla oculto en los bosques de Albania.
Harry se sintió maravillosamente aliviado. Y RJ alzó la cabeza, sus ojos brillantes miraron a Dumbledore que le guiñó el ojo.
—¿Qué… qué? —preguntó el señor Weasley con voz atónita —¿Sabe qui-quién? ¿RJ embrujada? Pero RJ no ha… RJ no ha sido… ¿verdad?
—Fue el diario —dijo inmediatamente Harry, tomándolo y enseñándoselo a Dumbledore. RJ sentía su cuerpo ablandarse —Ryddle lo escribió cuando tenía dieciséis años.
Dumbledore examinó minuciosamente sus páginas quemadas y mojadas.
—Soberbio —dijo con suavidad —Por supuesto, él fue probablemente el alumno más inteligente que ha tenido nunca Hogwarts —Se volvió hacia los Weasley, que lo miraban perplejos —Muy pocos saben que lord Voldemort se llamó antes Tom Ryddle. Yo mismo le di clase, hace cincuenta años, en Hogwarts. Desapareció tras abandonar el colegio… Recorrió el mundo… profundizó en las Artes Oscuras, tuvo trato con los peores de entre los nuestros, acometió peligros, transformaciones mágicas, hasta tal punto que cuando resurgió como lord Voldemort resultaba irreconocible. Prácticamente nadie relacionó a lord Voldemort con el
muchacho inteligente y encantador que fue delegado.
—Pero RJ... —dijo la señora Weasley —¿Qué tiene que ver nuestra RJ con él? —Miraron a la niña que nuevamente explotó en llantos.
—Escribí en su diario, como si fuese mío, Tom me contestaba... Escribí todo el semestre en él, creí que era mí amigo —susurró, con la voz entrecortada.
—¡RJ! —exclamó su padre, atónito —¿No te enseñé una cosa? ¿Qué te dije siempre? No confíes en nada que piense si no sabes dónde tiene el cerebro. ¿Por qué no me enseñaste el diario a mí o a tu madre? Un objeto tan sospechoso como ése, ¡tenía que ser cosa de magia oscura! Eres más inteligente que eso, mucho más.
—No… no lo sabía —sollozó nuevamente —Lo encontré dentro de uno de los libros que me había comprado mamá. Pensé que lo había dejado allí ¡O que me lo compró! … yo... ¡Yo lo siento mucho, en serio! —miró a sus padres, Molly golpeó suavemente el brazo de Arthur y se agachó frente a su hija.
—River Jimena Weasley —nombró la mujer tomando las manos de su hija —eres la niña más dulce e inocente que jamás conocí, era obvio que caerías en la garras de ese... Ese sucio nombre. No hay almas más bondadosa que la tuya, muy manipulable si, pero sabemos que no fuiste tú. No conociéndote. Tú también te conoces, lo sabes —acarició la mejilla de su hija que afirmó. Alejándose del tacto.
—tú madre tiene razón —Arthur afirmó —no debemos perdonarte, la que debe perdonarse eres tú.
—La señorita Weasley debería ir directamente a la enfermería —terció
Dumbledore con voz firme —Para ella fue una experiencia terrible. No habrá castigo. Lord Voldemort engañó a magos más viejos y más sabios —Fue a abrir la puerta —Reposo en cama y tal vez un tazón de chocolate caliente. A mí siempre me anima —añadió, guiñándole un ojo bondadosamente. RJ se levantó quitando la manta —La señora Pomfrey estará todavía despierta. Debe de estar dando zumo de mandrágora a las víctimas del basilisco. Seguramente despertarán de un momento a otro.
—¡Así que Hermione está bien! —dijo Ron con alegría.
—No les causaron un daño irreversible —dijo Dumbledore. Molly salió con RJ, y el padre iba detrás, todavía impresionado.
La menor de los Weasley iba pensando en si misma, consternada, sin escuchar los que sus padres le decían, así hasta llegar a la enfermería dónde Pomfrey la recibió rápidamente, ayudándola a recuperar fuerzas con una poción.
—¿Sabe, señorita Weasley? Sé cuanto le ha dolido lo de sus amigos, así que, de seguro, quiere ser la primera en verlos —la enfermera le dijo sonriendo y RJ se dió la vuelta.
Notó como Colín se movía lentamente hasta que gritó de golpe y RJ se levantó, corriendo hasta ver al niño que gritaba y pataleaba asustado, saltó a la cama de Colin y lo abrazó, sosteniéndolo con fuerza hasta que él dejó de luchar, respirando agitado y abrazando a RJ.
—yo...yo... —susurró, asustado.
—¡Lo siento, lo siento tanto! —se disculpó la niña mientras abrazaba al chico. Colín se alejó viendo la enfermería.
—¿Qué pasó? —preguntó confundido y RJ le explicó todo. Luego de unos minutos, ya el chico de hufflepuff y Penélope Clearwater despertaron —vaya... Pero... Pero estas aquí. Supongo que gracias. Y no te disculpes más —pidió, sonriendo mientras abrazaba a la pelirroja —eres mí primer amiga. Tal vez puedas sacarle una foto a la cámara de los secretos y... No, mejor no —negó, callando su emoción, al ver el rostro de RJ.
—¡Cuidado! —voltearon a ver a Hermione que gritó, sentandose de golpe.
—ve —le dijo Colín y RJ caminó hasta aparecer delante de Hermione.
—el basilisco... —susurró Hermione, confundida y miró a RJ.
—si, James ya lo mató —asintió, jugando con su brazalete. Luego quiso hablar pero volvió a comenzar a llorar y se abalanzó a abrazar a Hermione mientras explicaba también, y por última vez, lo que había sucedido.
Hermione se alejó unos segundos de ella, pensando en todo, hasta que suspiró. Sabiendo que se lo había visto venir en el fondo, ella si había notado todo lo que le sucedía a RJ.
—te quiero, RJ ¿Recuerdas? Eres mí amiga. Y eres una muy buena gryffindor, no todos se animan a enfrentarse a quien-tú-sabes, además de que quisiste frenarlo, dos veces. Yo también hubiera caído —admitió, abrazándola nuevamente.
Pomfrey apareció para darles una chocolatada caliente a ambas, mientras Hermione le contaba como había ido a la biblioteca y vió al basilisco, luego, ambas se levantaron con Colin para ir al Gran Comedor. RJ iba bastante callada, ya que ambos gryffindors iban hablando sobre como vieron al basilisco.
Ella todavía seguía pensando en eso.
Nunca hubo un banquete tan grande como ese en Hogwarts. RJ quedó impresionada al verlo. al entrar, Hermione corrió hacia Harry gritando: ¡Lo has conseguido! ¡Lo has conseguido! Y abrazó también a Ron. RJ fue detrás suya, algo incomoda, hasta que los gemelos y Percy se levantaron rápido de sus asientos y corrieron a abrazarla. Los tres pelirrojos estaban llorando.
—¡Casi nos matas del susto!
—¡Estás bien!
—¡No vuelvas a hacer algo así nunca!
Ella se dejó abrazar por sus tres hermanos, hasta que se alejaron y ellos se limpiaron las lágrimas, era de los pocos momentos donde los gemelos y Percy no discutían, ya que estaban demasiado preocupados por su hermanita menor que pronto cayó de cara al piso cuando Ginny se le tiró por atrás.
—¡Te odio, te odio, te odio! —le gritó, abrazando por la espalda a RJ que se volteó sobre el piso y Ginny la abrazó por el pecho, llorando —¡Te creí muerta!
—estoy bien —se levantó del suelo mientras Ginny se abrazaba a George que acarició su brazo.
—ya no la asfixien —pidió, Harry, acercándose a los Weasley —¿Tienes hambre, RJ? —Ella asintió, caminando hasta sentarse en la mesa gryffindor.
Dieron a Gryffindor cuatrocientos puntos ganados por Harry y Ron, con lo que se aseguraron la Copa de las Casas por segundo año consecutivo; también McGonagall se levantó para anunciar que el colegio, como obsequio a los alumnos, había decidido prescindir de los exámenes; por último, Dumbledore anunció que, por desgracia, el profesor Lockhart no podría volver el curso siguiente, debido a que tenía que ingresar en un sanatorio para recuperar la memoria. Algunos de los profesores se unieron al grito de júbilo con el que los alumnos recibieron estas noticias.
—¡Qué pena! —dijo Ron, agarrando una rosquilla rellena de mermelada —Estaba empezando a caerme bien. En especial luego de que decía que era Freddy Mercury.
—¿Qué? —preguntaron los gemelos al unisono, riendo.
El resto del último trimestre transcurrió bajo un sol radiante y abrasador. Hogwarts había vuelto a la normalidad, con sólo unas pequeñas diferencias: las clases de DCAO se habían suspendido y Lucius Malfoy había sido expulsado del consejo escolar. Draco ya no se pavoneaba por el colegio como si fuera el dueño. Por el contrario, parecía
resentido y enfurruñado.
Y RJ, bueno... La niña no volvió a ser la misma.
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