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09| P.E.D.D.O

“P.E.D.D.O”...

                HERMIONE ENTRÓ a la sala común con muchos pergaminos en una mano y en la otra una caja. Crookshanks arqueó la espalda, ronroneando.

—¡Hola! —saludó a Harry y Ron que hacían tarea —¡acabo de terminar!

—¡Yo también! —contestó Ron con una sonrisa de triunfo, soltando la pluma.

Hermione se sentó, dejó a un lado las cosas que llevaba, y tomó las predicciones de Ron.

—No vas a tener un mes muy bueno, ¿verdad? —comentó con sorna, mientras Crookshanks se hacía un ovillo en su regazo.

—Bueno, al menos no me agarra de sorpresa —bostezó Ron.

—Me temo que te vas a ahogar dos veces —dijo Hermione.

—¿Sí? —Ron echó un vistazo a sus predicciones —Tendré que cambiar una de ellas por ser pisoteado por un hipogrifo desbocado.

—¿No te parece que es demasiado evidente que te lo inventaste? —preguntó Hermione.

Harry dejó también la pluma. Acababa de predecir su propia muerte por decapitación.

—¿Qué hay en la caja? —inquirió, señalando hacia ella.

—Es curioso que lo preguntes —dijo Hermione —¿Saben dónde está RJ?

—No, no la vi en todo el día, debe estar escondiéndose por allí con el mapa merodeador. Además le diste la loca idea del giratiempo, debe estar llorando en la biblioteca —Contestó Ron con pena por su hermana.

En ese momento, entró RJ caminando exhausta y los tres la miraron.

—hablando de Roma —sonrió Harry y la pelirroja les sonrió cansada, bostezando, hasta sentarse a un lado del de lentes y acurrucarse a su lado, casi dormida —¿Estás bien?

—si, solo tuve horas extras con Moody, es un gran profesor de DCAO y aceptó enseñarme de más —admitió, jugando inconsciente con la mano de Harry que sonreía.

—no hablemos de él. Sigo asustada por la clase que nos dió a nosotros —rogó Hermione antes de sonreír —menos mal que estás aquí. Tengo que mostrar esto.

Levantó la tapa y les mostró el contenido. Dentro había unas cincuenta insignias de diferentes colores, pero todas con las mismas letras: «P.E.D.D.O.»

—¿«Peddo»? —leyó Harry, tomando una insignia y mirándola —¿Qué es esto?

—¿Son para los gemelos? ¿Quién se lanzó un pedo? —preguntó RJ tomando otra y Ron rió, pero Hermione la miró severa.

—No es «peddo» —repuso Hermione algo molesta —Es pe, e, de, de, o: «Plataforma Élfica de Defensa de los Derechos Obreros.»

—No oí hablar de eso en mi vida —se extrañó Ron.

—Por supuesto que no —hizo énfasis Hermione  —Acabo de fundarla.

—¿De verdad? —dijo Ron, sorprendido —¿Con cuántos miembros cuenta?

—Bueno, si ustedes se unen, con cuatro —respondió Hermione. RJ la miró con mezcla de sentimientos. La mayoría de pena.

—¿Y crees que queremos ir por ahí con unas insignias en las que pone «peddo»? —dijo Ron.

—Pe, e, de, de, o —lo corrigió Hermione, enfadada —Iba a poner«Detengamos el Vergonzante Abuso de Nuestras Compañeras las Criaturas Mágicas y Exijamos el Cambio de su Situación Legal», pero no cabía. Así que ése es el encabezamiento de nuestro manifiesto —Blandió ante ellos el manojo de pergaminos —La esclavitud de los elfos se remonta a varios siglos atrás. No comprendo cómo nadie hizo nada hasta ahora…

—Hermione, métetelo en la cabeza —la interrumpió Ron —¡A ellos les gusta la esclavitud!

—Nuestro objetivo a corto plazo —lo ignoró Hermione. RJ le dió su insignia a Harry y volvió a acostarse sobre su hombro. Él la abrazó y comenzó a acariciar su brazo —es lograr para ellos un salario digno y unas condiciones laborales justas. Los objetivos a largo plazo incluyen el cambio de la legislación sobre el uso de la varita mágica y conseguir que haya un representante elfo en el Departamento de Regulación y Control de las Criaturas Mágicas... ¡RJ! —Miró a la niña que estaba cayendo dormida.

—¡Presente! —gritó, alzando su mano. Luego miró a los chicos que sonreían y a Hermione que fruncía el entrecejo —ah, si, un pedo, me anoto.

—¡Que no es...! —Exhaló cansada y miró el techo.

—¿Y cómo lograremos todo eso? —preguntó Harry.

—Comenzaremos buscando afiliados —explicó Hermione más contenta —Pienso que puede estar bien pedir como cuota de afiliación dos sickles, que darán derecho a una insignia, y podemos destinar los beneficios a elaborar panfletos para nuestra campaña. Tú serás el tesorero, Ron: tengo arriba una hucha de lata para ti. Harry, serás el secretario, así que quizá quieras escribir ahora algo de lo que estoy diciendo, como testimonio de nuestra primera sesión. RJ, serás publicidad.

Hubo una pausa en la que Hermione les sonrió satisfecha, y RJ bostezó, solo aceptaba porque estaba a favor de cambiar el mundo mágico, pero en verdad quería empezar por algo más fácil como el derecho licantropo. El silencio fue roto por un leve golpeteo en la ventana.

—¡Hedwig! —gritó, Harry, y se levantó de un salto para ir al otro lado de la sala común a abrir la ventana.

Hedwig entró, cruzó la sala volando y se posó en la mesa, sobre las predicciones de Harry.

—¡Ya era hora! —exclamó Harry, yendo aprisa tras ella.

—¡Trae la contestación! —señaló Ron, nervioso, el mugriento trozo de pergamino que Hedwig llevaba atado a la pata.

Harry se dio prisa en desatarlo y se sentó para leerlo. Luego Hedwig aleteó hasta posarse en una de sus rodillas, ululando suavemente.

—¿Qué dice? —preguntó Hermione con impaciencia.

La carta era muy corta, y parecía escrita con mucha premura. Harry la leyó en voz alta:

Harry:
Salgo ahora mismo hacia el norte. Esta noticia de que tu cicatriz te dolió se suma a una serie de extraños rumores que me llegaron hasta aquí. Si vuelve a dolerte, ve directamente a Dumbledore. Me dijeron que sacó a Ojoloco de su retiro, lo que significa que al menos él está al tanto de los indicios, aunque sea el único. Estaremos pronto en contacto. Un fuerte abrazo a Ron, RJ y
Hermione. Postada: cuéntame las travesuras de RJ. Postada 2: Abre los ojos, Harry.
Sirius.

Harry miró a RJ que le devolvió la mirada.

—¿Que viene hacia el norte? —susurró Hermione —¿Regresa?

—¿Rumores? Debe andar espiando como perro ¿Estará comiendo bien? —cuestionó con preocupación RJ.

—¿Que Dumbledore está al tanto de los indicios? —dijo Ron, perplejo —¿Qué pasa, Harry?

Harry acababa de pegarse con el puño en la frente, ahuyentando a Hedwig.

—¡No tendría que haberle contado nada! —exclamó con furia.

—¿De qué hablas? —le preguntó Ron, sorprendido.

—¡Pensó que tenía que venir! —repuso Harry, dando un puñetazo en la mesa que hizo que Hedwig fuera a posarse en el respaldo de la silla de Ron, ululando indignada —¡Regresa porque cree que estoy en peligro! ¡Y a mí no me pasa nada! No tengo nada para ti —le dijo en tono de regañina a Hedwig, que abría y cerraba el pico esperando una recompensa —Si quieres comer tendrás que ir a la lechucería.

Hedwig lo miró con aire ofendido y volvió a salir por la ventana abierta, pegándole en la cabeza con el ala al pasar.

—no es culpa de Hedwig —lo riñó RJ, viendo triste por dónde se había ido el ave.

—Me voy a la cama —atajó Harry —Hasta mañana.

RJ suspiró y se despidió de sus amigos también yendo a la cama. Se recostó y se tapó, pensando en sus clases con Ojoloco.


Durante las siguientes dos semanas, casi no veían a RJ. Cada que Harry la buscaba, se cruzaba con Colin o Ginny que les decían que RJ estaba ocupada estudiando.

Pero RJ estaba en la oficina de Moody, practicando maleficios avanzados que él creía conveniente que ella practique. RJ se sentía genial, Moody era el tipo de persona que RJ quería, aquella que deseaba explotar al máximo sus virtudes, su talento.

—Tienes más seguridad al empuñar tu varita que cualquiera de cuarto curso que no podían siquiera ver el maleficio cruciatus frente a sus ojos —Alagó el hombre, blandiendo su varita para arreglar el desastre del cuarto.

—¿Les mostró el maleficio cruciatus? —preguntó atónita y Moody rió.

—¡Claro que sí! Creí que sería conveniente, pero me decepcionaron, se animaron a recibir solo la maldición Imperio para practicar el soportarla, pero ninguno fue más fuerte. No tienen la suficiente capacidad para hacerlo, ni la valentía, las Artes Oscuras no son para los cobardes... —Explicó y a RJ se le infló levemente el pecho de coraje —Imagino que no soportarían la maldición cruciatus.

—¿Está permitido hacerlo? —cuestionó interesada y OjoLoco la miró de soslayo. Teniendo esa reacción que buscaba en la intrépida RJ.

—Claro que si. Para la maldición cruciatus e imperius se necesita gran fuerza y se soporta. Entrenamiento mental, mucho, con práctica ¡Puff! Cuando intenten usarla en la persona seria en vano, podría soportarla. Yo tuve largos años de entrenamiento para tolerarlas, por eso atrapé a esos mortifagos que intentaban deneterme, sus maldiciones imperdonables no funcionaban conmigo —explicó con orgullo, los ojos de RJ brillaron en admiración —Pero... Con buen entrenamiento, podría lograrlo en un solo curso —sugirió indirectamente, viendo a la niña que asintio.

—Tal vez, tal vez... —sugirió dudosa pero no necesitó decir más nada, OjoLoco sonrió.

—Sabia que eras más valiente que cualquier otro, RJ. Una vez entrenada, serás imparable.

Ella sonrió, así ya no le temería a nadie, ni a Voldemort, no cuando él no tendría efecto en ella. Esa sensación de libertad le dió fuerzas y ánimos.

Cayendo en las garras de una trampa.

Así, Moody empezó con la maldición Imperius.

—¡Imperio!

Fue una sensación maravillosa. RJ se sintió como flotando cuando toda preocupación y todo pensamiento desaparecieron de su cabeza, no dejándole otra cosa que una felicidad vaga que no sabía de dónde procedía. Se quedó allí, inmensamente relajada, apenas consciente de que OjoLoco la manejaba.

—¡quiero que te resistas! —escuchó a lo lejos.

Y luego oyó la voz de Ojoloco Moody, retumbando en alguna remota región de su vacío cerebro: quiero que ruedes por el suelo.

RJ se resistió, negándose a hacerlo, pero su cuerpo parecía ceder a regañadientes.

Ni loca. Negó, tratando de contenerse.

¡Rueda por el suelo!

No... RJ se agachaba a un lado del escritorio, pero se sostuvo de este, negándose a seguir bajando y rodar por el suelo, OjoLoco sonreía, tratando de controlar más a RJ hasta que ella terminó arrodillada en el suelo, aún luchando por no bajar más y él terminó, pero, al hacerlo, y con RJ queriendo bajar al suelo y luego subir de golpe, logró que ella se golpeé la cabeza contra el escritorio.

—auch.

OjoLoco rió y RJ lo miró ceñuda. No le causaba gracia. Pero había sido un gran avance.

RJ bajó a desayunar la mañana del 30 de octubre y descubrió el Gran Comedor decorado. De los muros colgaban enormes estandartes de seda con las diferentes casas de Hogwarts, sus logos y colores. Detrás de la mesa de los profesores, un estandarte más grande que los demás mostraba el escudo de Hogwarts: el león, el águila, el tejón y la serpiente se unían en torno a una enorme H.

Caminó a un lado de Angelina y Katie hasta sentarse en la mesa de Gryffindor, en medio de los gemelos.

—Hey —saludó ella, los demás la saludaron también.

—¿Ya se les ocurrió algo para participar en el Torneo de los tres magos? —inquirió Harry —¿Pensaron alguna otra cosa para entrar?

—Le pregunté a McGonagall cómo elegían a los campeones, pero no me lo dijo —repuso George con amargura —Me mandó callar y seguir con la transformación del mapache.

—tal vez solo eligen a los inteligentes para el Torneo de Los tres magos. Lo siento, Fred, disculpa, George. Pero ustedes están fuera, su nivel de intelecto es menor al mío, hasta Ron tiene más chances de participar —se burló de sus hermanos y George la miró con ojos entrecerrados.

—si eligiaran solo a los guapos. RJ, tú no participarías —sonrió con cinismo Fred y RJ se llevó las manos al pecho, ofendida.

—¡Saqué la belleza de Charlie, no te atrevas a decir que soy fea! Soy la más linda de los hermanos ¿No, James? —miró al de lentes que balbuceó.

—ahm... —terminó por beber zumo de naranja, absteniéndose a opinar y rojo como tomate.

—Me gustaría saber cuáles serán las pruebas —comentó Ron pensativo —Porque yo creo que nosotros podríamos hacerlo, Harry. hicimos antes cosas muy peligrosas.

—Disculpame, señor aventurero, pero no es tan fácil como crees. Además, no estuvieron envueltos por decisión propia —RJ miró con burla a los chicos. La verdad es que no sabían por qué siempre acababan en el medio.

—ademas: No delante de un tribunal —replicó Fred —McGonagall dice que puntuarán a los campeones según cómo lleven a cabo las pruebas.

—¿Quiénes son los jueces? —preguntó Harry.

RJ iba a hablar pero alguien le tapó los ojos.

—¿Quien es? —preguntó sonriente y escuchó a alguien silbar una melodía detrás suyo —¡Cedric! —el castaño la destapó y RJ lo miró divertida.

—¿Qué harás hoy? Pensé que podríamos ir a practicar al campo de Quidditch. Así me terminas de contar sobre la vez que pusiste polvos antignomos en tus galletas en lugar de harina.

—bueno, acepto ir. Pero debe ser de seis a siete treinta, no más. Es mi único tiempo libre —Pidió y él asintio.

—lo entiendo, chica ocupada. Pero debes llevar tus pinturas entonces, ¿Te da tiempo una hora y treinta para que pintes conmigo? Prometiste dibujarme —señaló y RJ rió.

Hermione miró como Harry clavaba con fuerza su tenedor en el waffle sobre su plato, viendo fijamente a ambos.

—lo averiguaremos, te veo allí, sé puntual —le pidió y Cedric aceptó.

—te veo luego —se alejó sonriente y RJ rió volteando a ver a los gemelos que la veían con cejas alzadas.

—¿Qué? Somos amigos. Ya no se ve tan inalcanzable cuando lo conoces. Cedric es divertido —admitió con diversión.

Y era así. Cedric era solo un buen amigo que se estaba ganando un lugar en el corazón de RJ.

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