07| new friend.
“nuevo amigo”...
CUANDO LOS restos desaparecieron de los platos, dejándolos limpios, Albus Dumbledore se levantó.
—¡Bien! —Dumbledore sonreía —Ahora que todos estamos bien comidos —Hermione lanzó un gruñido —Quiero recordarles que el bosque dentro de los terrenos esta prohibido a los estudiantes. Lo mismo con el pueblo de Hogsmeade para todos los alumnos de primero y de segundo. Es también mi doloroso deber informar que la Copa de quidditch no se celebrará este curso.
—¿Qué? —dijo Harry sin aliento, al mismo tiempo que RJ lo gritaba.
Miró a Fred y George. Le decían algo a Dumbledore moviendo sólo los labios, sin pronunciar ningún sonido, porque estaban demasiado consternados para hablar.
—¡No! —la niña quiso levantarse de su lugar para objetar, si Oliver estaría allí, estaría igual que RJ, pero Hermione tiró de ella y la sentó.
Dumbledore continuó:
—Esto es porque tengo el gran placer de anunciar que este año en Hogwarts…
Mas se escuchó un trueno, y las puertas se abrieron de golpe.
Por allí apareció un hombre con un bastón y abrigo de viaje. Todos observaron al extraño que se bajó la capucha, sacudió su larga melena en parte cana y en parte negra, y caminó hacia la mesa de profesores. Un sordo golpe repitió cada uno de sus pasos por el Gran Comedor.
Cojeando pesadamente caminó hacia Dumbledore. El resplandor de otro rayo cruzó el techo e iluminó su rostro: Cada centímetro de su piel parecía una cicatriz. La boca era como un tajo en diagonal, y le faltaba un buen trozo de la nariz. Más terrorífico eran los ojos. Uno pequeño, oscuro y brillante. El otro era grande, redondo y de un azul eléctrico. El ojo azul se movía sin cesar, ni parpadear, girando para todos lados, completamente independiente del ojo normal… aveces parecía como si mirara al interior de la cabeza.
RJ lo miró boquiabierta y Hermione le había levantado la boca para cerrarsela. Las dos sorprendidas del extraño que tenía una pata de madera.
Él le tendió su mano toscamente formada a Dumbledore que la estrechó, murmurando palabras inaudibles. Dumbledore asintió con la cabeza, y el hombre se sentó a su derecha. Luego, se acercó un plato de salchichas, lo levantó hacia lo que le quedaba de nariz y lo olfateó. A continuación, sacó una pequeña navaja, pinchó una salchicha por un extremo y empezó a comérsela.
—les presento a nuestro nuevo profesor de Defensa Contra las Artes Oscuras —dijo animadamente Dumbledore, ante el silencio de la sala —el profesor Moody.
Lo normal era que fuera recibido con aplausos, pero nadie nadie lo hizo a excepción de Hagrid y Dumbledore. El sonido de las palmadas resonó tan tristemente en medio del silencio que enseguida dejaron de aplaudir. Los demás parecían demasiado impresionados para hacer algo más que mirarlo.
—¿Moody? —le susurró Harry a RJ que lo miró aún boquiabierta —¿Ojoloco Moody? ¿Al que tu padre fue a ayudar esta mañana?
—Si —asintió, comenzando a sonreír de la emoción.
—¿Qué le ocurrió? —preguntó Hermione en voz muy baja —¿Qué le pasó en la cara?
—No lo sé —contestó Ron, observando a Moody con fascinación.
Moody parecía totalmente indiferente a aquella fría acogida y buscó en su capa de viaje una petaca y echó un largo trago de su contenido.
Dumbledore volvió a aclararse la garganta.
—Como iba diciendo —siguió, sonriendoles pero todos seguían con la mirada fija en Ojoloco Moody —tenemos el honor de ser la sede de un emocionante evento que tendrá lugar los próximos meses, un evento que no se celebraba hacía más de un siglo. Es un gran placer para mí anunciar que este curso estará en Hogwarts el Torneo de los tres magos.
—¡El torneo de los tres magos! —RJ le dijo a su amigo emocionada.
—¿Qué es? —susurró, Colín.
—Eh… bueno —continuó Dumbledore —Bien, para quienes no sepan: El Torneo de los tres magos empezó hace unos setecientos años, y fue creado como una competencia amistosa entre las tres escuelas de magia más importantes de Europa: Hogwarts, Beauxbatons y Durmstrang. Para representar a cada una se elegía un campeón, y los tres campeones participaban en tres pruebas mágicas. Las escuelas se turnaban para ser la sede del Torneo, cada cinco años, y era un medio excelente de establecer lazos entre jóvenes de diferentes nacionalidades… hasta que el número de muertes creció mucho y decidieron cancelarlo.
—¿El número de muertes? —susurró Hermione, asustada.
—si, es que debía ganar uno pero... Las últimas veces nadie llegaba a la tercera prueba —le dijo RJ sonriendo, mas borró su expresión al ver su incredulidad.
—Hubo varios intentos de volver a celebrar el Torneo —prosiguió Dumbledore —Sin embargo, nuestros departamentos de Cooperación Mágica Internacional y de Deportes y Juegos Mágicos decidieron que es un buen momento para volver a intentarlo y trabajamos para asegurarnos de que esta vez ningún campeón se encuentre en peligro mortal.
RJ se arrepintió de haberse quejado por la copa de Quidditch. Esto era una experiencia única en la vida. Era fantástico.
—En octubre llegarán Beauxbatons y Durmstrang con sus candidatos, y la selección de los tres campeones será en Halloween. Un juez imparcial decidirá qué estudiantes competiran por la Copa de los tres magos, la gloria de su colegio y el premio en metálico de mil galeones.
Todos cuchicheaban, también queriendo ser participes.
—imagino que todos desean llevarse la Copa del Torneo de los tres magos; pero los directores de los colegios participantes, con el Ministerio de Magia, decidimos establecer que sólo los estudiantes que tengan diecisiete años o más podrán participar. Ésta —Dumbledore levantó la voz debido a que algunos protestaron, especialmente Fred y George, furiosos —es una medida necesaria dado que las tareas del Torneo serán difíciles y peligrosas. Me aseguraré personalmente de que ningún estudiante menor engañe a nuestro juez imparcial para convertirse en campeón de Hogwarts.
Sus ojos brillaron especialmente hacía Fred y George, que mostraban una expresión de desafío.
—Beauxbatons y Durmstrang permanecerán con nosotros la mayor parte del curso. Sé que todos los tratarán con cortesía, y que daran su apoyo al campeón de Hogwarts cuando sea elegido/a. Y ya se esta atardeciendo y sé lo importante que es para ustedes empezar las clases mañana ¡Hora de dormir!
Dumbledore volvió a sentarse y siguió hablando con Ojoloco Moody.
Los estudiantes hicieron mucho ruido al ponerse en pie e irse.
—¡No pueden hacer eso! —protestó George, que se había quedado quieto, de pie y mirando a Dumbledore —Nosotros cumpliremos los diecisiete en abril: ¿por qué no podemos tener una oportunidad?
—No me van a impedir que entre —aseguró Fred con testarudez y su entrecejo fruncido —Los campeones tendrán que hacer un montón de cosas que en condiciones normales nunca nos permitirían. ¡Y hay mil galeones de premio!
—Sí —asintió Ron, con expresión soñadora—Sí, mil galeones…
—Vamos —pidió Hermione —si no nos movemos nos vamos a quedar aquí solos.
Juntos salieron por el vestíbulo; los gemelos iban hablando de lo que Dumbledore podía hacer para impedir que participaran en el Torneo los menores de diecisiete años.
—¿Quién es ese juez imparcial que va a decidir quiénes serán los campeones? —preguntó Harry.
—No lo sé —respondió Fred —pero es a él a quien tenemos que engañar. Supongo que un par de gotas de poción envejecedora podrían bastar, George…
—Pero Dumbledore sabe que no tienes la edad —objetó Ron.
—Ya, pero él no es el que decide quién será el campeón, ¿no? —dijo Fred astutamente —tengo la impresión de que cuando ese juez sepa quién quiere participar escogerá al mejor de cada colegio y no le importará mucho la edad. Dumbledore pretende que no lleguemos a presentarnos.
—¡Pero hubo muertos! —señaló Hermione preocupada mientras comenzaban a subir una escalera estrecha.
—Sí —admitió Fred, sin darle importancia —pero eso fue hace años. Además, ¿es que puede haber diversión sin un poco de riesgo? ¡Eh, RJ!, y si averiguamos cómo engañar a Dumbledore, ¿no te gustaría participar?
—Claro que si —dijo obvia —pero dudo que puedan engañar a Dumbledore. Lo dudo mucho.
—para eso te tenemos a ti, nos tienes que ayudar —Pidió George.
—¡No lo hará! —refunfuñó Hermione.
—¿Cuánto gano? —contradijo RJ.
—¡RJ! —Hermione la regañó.
Fueron hasta la entrada de la torre de Gryffindor, frente al retrato de la Dama gorda.
—¿La contraseña? —preguntó cuando los vio aproximarse.
—«¡Tonterías!» —respondió George.
El retrato se abrió para dejarlos entrar. RJ se giró a los demás.
—sé que soy extrañable, pero traten de no extrañarme. Me iré a dormir, a soñar con ser hermosa, esperen, no, eso ya lo soy. Solo iré a dormir, feliz comienzo de clases —les lanzó besos y subió las escaleras.
Harry suspiró y miró a Ron que lo vió con cejas alzadas.
—¿Qué?
En la mañana, durante el desayuno, nubes enormes y grises se arremolinaban sobre las cabezas de los alumnos, mientras RJ examinaba sus nuevos horarios, a su lado, Fred, George y Lee discurrían métodos mágicos de envejecerse y engañar al juez para poder participar en el Torneo de los tres magos.
—¿En serio vas a intentarlo? —Hermione le preguntó a RJ que asintió viendo cómo tenía a las nueve Adivinación, Estudios Muggles y Aritmancia —bueno, guarde mis libros y apuntes del año pasado para ti. Te los daré.
—Gracias, Herms —sonrió abrazándola.
—y a nosotros no nos dá ni los buenos días —refunfuñó Ron.
RJ se giró y comenzó a desayunar, sintiendo la cadenita fría del giratiempos debajo de su camisa blanca.
Y RJ ese día terminó con más energía de la que pensó.
A eso de las doce, la niña estaba saliendo de clases con Colin, Ginny y Rolf. Los cuatro iban hablando hasta que RJ tuvo que volver al salón para ir a por su libro de Aritmancia que no había tenido tiempo de dejar en su cuarto. Luego salió y se chocó con un chico.
—oh, lo siento... —se disculpó él y RJ lo miró sorprendida —¡RJ!
—¡Cedric! —saludó sonriente. Él sonrió igual —Hola...
—¡Hola! —saludó él, empezando a caminar juntos —¿Salias de clase?
—ah, si, me había olvidado mi libro —lo mostró y luego miró al chico —¿Cómo estás?
—¿Yo? Bien, muy bien, ¿Cómo estás tú? Digo, la última vez que nos vimos fue en el mundial —hizo una mueca y ella asintio.
—bien, estoy bien. Gracias por eso —Murmuró apenada y él hizo un ademán.
—¿Te digo algo? Agradezco que hayas aparecido, estaba tan asustado que podría haberme puesto a llorar solo ahí en el bosque como niñita —admitió y RJ rió —¡Te lo digo en serio! Me hice el valiente pero... —negó aplanando los labios, mostrando que no era lo suyo y ella lo empujó.
—lo dices para hacerme sentir bien. Cualquiera que es buscador y capitán del equipo es lo suficientemente valiente y fuerte —se burló, Cedric sonrió descubierto —pero te lo agradezco.
—tranquila, no le diré a nadie que la cazadora de Gryffindor se quedó con mi chaqueta —bromeó y RJ lo miró sorprendida ¡Cierto!
—¡Me quedé con tu chaqueta! Merlín, la tengo en mi baúl, si quieres te la traigo ahora —ofreció atropellada.
—no, no, puedes quedartela —negó riendo —Regalo de amistad, nueva amistad —estiró su mano y RJ la estrechó —Cedric Diggory, tu nuevo amigo.
—River Jimena, dime RJ, tu nueva amiga —se presentó también en chiste y rieron.
—¿Te acompaño al comedor, nueva amiga? —señaló.
—por favor, nuevo amigo.
RJ estaba sentada en el jardín con Cedric. Los dos leían el periódico, hablando.
—¿Qué es esto? —preguntó confundida, viendo al chico sin entender.
—Lo estaba leyendo un compañero de casa, se lo pedí prestado y te lo traje, sale tu papá —le contó, señalando el párrafo —es de El Profeta.
—mas errores en el ministerio de magia —leyó RJ —Muy cuestionados últimamente por la falta de seguridad en los Mundiales de quidditch, y aún incapaces de explicar la desaparición de una de sus brujas, el Ministerio se vió inmersos ayer en otra situación embarazosa a causa de la actuación de Arnold Weasley, del Departamento Contra el Uso Incorrecto de los Objetos Muggles.
—Cuando leí Weasley, pensé en tu familia, luego leí Arnold pero tu papá no tiene ningún hermano ¿No? —preguntó y RJ negó suspirando.
—no, escribieron mal su nombre —murmuró, viendo las demás páginas en busca de algo, hasta que lo encontró —¿Te molesta si se lo llevó a...
Ruidos los hicieron girar y notaron gentío rodeando a Draco Malfoy y a sus amigos. RJ se levantó al segundo. Parecía que la noticia había llegado más rápido a todo el colegio que a ella.
—Ni siquiera aciertan con su nombre, Weasley, pero no es de extrañar tratándose de un don nadie, ¿verdad? —dijo exultante, mostrando el periódico.
—malfoy ¿Tienes algo interesante en tu vida? Digo, porque esto de que lo único bueno que tengas en tu día sea ser el fan de mi familia ya me está cansando —Se quejó la niña, haciéndose espacio entre los demas. Harry, Ron y Hermione voltearon a verla.
—¿Yo? ¿Fan de una familia pobre como la tuya? Por favor, primero me dejo petrificar —se burló haciendo referencia a ese mal momento y RJ lo miró herida. Harry quiso avanzar pero Hermione lo detuvo —De todos modos, es tu papi también, sigamos leyendo ¿Quieres?
»Arnold Weasley, quien hace dos años fue castigado por la posesión de un coche volador, se vio ayer envuelto en una pelea con varios guardadores de la ley muggles (llamados «policías») por contenedores de basura agresivos. Parece que el señor Weasley acudió en ayuda de Ojoloco Moody, el anciano ex auror que dejó de distinguir un apretón de manos y un intento de asesinato. Y en la muy protegida casa del señor Moody, el señor Weasley halló que su dueño, una vez más, había sonado una falsa alarma. El señor Weasley tuvo que modificar varias memorias antes de escapar de la policía, pero negó explicar a El Profeta por qué comprometió al Ministerio en un incidente tan indigno y embarazoso.
—¡Y viene una foto, Weasley! —añadió Malfoy, mostrandola —Una foto de tus padres a la puerta de su casa…¡bueno, si esto se puede llamar casa! Tu madre tendría que perder un poco de peso, ¿no crees?
Ron temblaba de furia. Todo el mundo lo miraba.
—Métetelo por donde te quepa, Malfoy —dijo Harry, avanzando hasta tomar la mano de RJ —Vamos…
—¡Ah, Potter! Tú pasaste el verano con ellos, ¿verdad? —siguió Malfoy con aire despectivo —Dime, ¿su madre tiene al natural ese aspecto de cerdito, o es sólo la foto?
—¿Y te fijaste en tu madre, Malfoy? —preguntó Harry. Hermione sujetaban a Ron por la túnica para impedir que se lanzara contra Malfoy, y él tiraba de RJ para que no le lance un maleficio —Esa expresión que tiene, como si estuviera oliendo mierda, ¿la tiene siempre, o sólo cuando estás tú cerca?
El pálido rostro de Malfoy se puso sonrosado. Y RJ se relajó aguantando la risa de muy mala forma.
—No te atrevas a insultar a mi madre, Potter.
—Pues mantén cerrada tu grasienta bocaza —le contestó Harry, dándose vuelta y llevando a RJ que lo miró sonriente.
¡Bum!
RJ cayó de cara al piso al sentir un hechizo contra su espalda. Hubo gritos. Pero, antes de que Harry tome su varita, oyó un segundo ¡Bum! y un grito que retumbó en todo el vestíbulo.
—¡Ah, no, muchacho!
RJ se volvió completamente. El profesor Moody se acercaba cojeando. Con la varita apuntando a un hurón blanco que tiritaba sobre la tierra, en el mismo lugar en que había estado Malfoy.
El silencio se apoderó del lugar. Moody se volvió para mirar a RJ y Harry. O, al menos, los miraba con su ojo normal. El otro estaba en blanco, como dirigido hacia el interior de su cabeza.
—¿Estás bien? —gruñó Moody, viendo a RJ que se levantaba con ayuda de Harry. Tenía una voz baja y grave.
—Si... —respondió RJ —Solo me ensucie las manos —se las sacudió con su túnica, mientras Harry revisaba que no tuviera raspones preocupado.
—¡Déjalo! —gritó Moody.
—¿Que deje… qué? —preguntó Harry, desconcertado, soltando a RJ.
—No se lo digo a ustedes… ¡se lo digo a él! —gruñó Moody, señalando por encima del hombro, a Crabbe, que se paralizó a punto de agarrar el hurón blanco.
El ojo giratorio de Moody era mágico, y podía ver lo que ocurría detrás de él. Moody se acercó cojeando a Crabbe, Goyle y el hurón, que chilló de terror y salió corriendo.
—¡Me parece que no vas a ir a ningún lado! —le gritó Moody, volviendo a apuntar al hurón con la varita.
El hurón se elevó tres metros en el aire, cayó al suelo dando un golpe y rebotó. RJ abrió los ojos sorprendida.
—No me gusta la gente que ataca por la espalda —gruñó Moody,mientras el hurón botaba cada vez más alto —Es algo innoble, cobarde, inmundo…
Algunos reían mientras veían al hurón rebotar. RJ estaba entre reír por lo chistoso o preocuparse por Malfoy que estaba pasando un mal momento. Pero luego recordó lo que él le hizo, su padre, y como trataba a sus amigos y miró sonriente a Moody.
El hurón se agitaba en el aire, sacudiendo desesperado las patas y la cola.
—No… vuelvas… a hacer… eso… —dijo Moody, acompasando cada palabra a los botes del hurón.
—¡Profesor Moody! —exclamó una voz horrorizada. McGonagall pasaba cargada de libros.
—Hola, profesora McGonagall —respondió Moody con toda tranquilidad, haciendo botar aún más alto al hurón. RJ se escondió detrás de Harry para ahogar su risa.
—¿Qué… qué está usted haciendo? —preguntó la profesora, siguiendo con los ojos la trayectoria aérea del hurón.
—Enseñar.
—Ens… Moody, ¿eso es un alumno? —gritó McGonagall dejando caer todos los libros.
—Sí.
—¡No! —vociferó McGonagall, sacando la varita.
Al momento siguiente reapareció Malfoy con un ruido seco, hecho un ovillo en el suelo con el pelo lacio y rubio caído sobre la cara, que en ese momento tenía un color rosa muy vivo. Haciendo un gesto de dolor, se puso en pie.
—¡Moody, nosotros jamás usamos la transformación como castigo! —dijo con voz débil, McGonagall —Supongo que el profesor Dumbledore se lo explicó.
—Puede que lo haya mencionado, sí —respondió Moody, rascándose la barbilla, tranquilo —pero pensé que un buen susto…
—¡Lo que hacemos es dejarlos sin salir, Moody! ¡O hablamos con el jefe de la casa a la que pertenece el infractor…!
—Entonces haré eso —contestó Moody, mirando a Malfoy con desagrado.
Malfoy, con los ojos llenos de lágrimas a causa del dolor y la humillación, miró a Moody con odio y murmuró claramente las palabras «mi padre».
—¿Ah, sí? —dijo Moody en voz baja, acercándose. Los golpes de su pata de palo contra el suelo retumbaron —Bien, conozco a tu padre desde hace mucho. Dile que Moody vigilará a su hijo muy de cerca… Bueno, supongo que el jefe de tu casa es Snape, ¿no?
—Sí —respondió con resentimiento.
—Otro viejo amigo —gruñó Moody —Hace mucho que tengo ganas de charlar con el viejo Snape… Vamos, adelante… —Y agarró a Malfoy del brazo para conducirlo de camino a las mazmorras. Luego se volvió a RJ y siguió como si nada.
McGonagall los siguió con la vista; luego levantó sus libros y se fue.
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