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☽ | SABERLO TODO.
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Odiaba perderse en sus pensamientos. Odiaba recordarse pequeño, débil y vulnerable.
Pero es lo que hacía la lluvia: traer recuerdos del pasado. Por eso, mientras Vanitas guía a Noé por los pequeños espacios de la casa austera de Dante y de su pareja, Johann, trata de disipar la borrosa imagen de sí mismo, que llora en casi todas las esquinas. Esa rutina lo aburre porque siempre su pasado trata de esconderse de miradas lascivas, trata de dejar de sentir los múltiples golpes, llorando sin desconsuelo como si fuese lo único que pudiese hacer... Odia esa versión de sí mismo.
Por esa razón, al llegar a la cocina con una única mesa central, toquetea uno de sus mechones sueltos de ese agarrado peinado que se ha hecho horas antes. Quiere pensar que, a pesar de verse diferente, se ve bien.
Siente que Noé toma asiento a sus espaldas, en una de las varias sillas centrales y mientras él se ocupa de acercarse a la encimera, allí en donde sus ojos se desvían hacia la cocina.
En donde recuerda horas antes haber lanzado su taza de café hacia el suelo. Pero ahora ya no queda ni rastro de esas gotas oscuras y que tan malos recuerdos le trae. Eso y los sonidos de la puerta, lo atormentan desde que tiene memoria. Pero de nuevo todo eso está en su cabeza, como siempre.
De todas formas, sacudiendo su cabeza, se limita por hacer una nueva jarra de café y rebuscar algo de desayuno para prepararle a su invitado. Quien, para su gusto visual, ya está con una sonrisa esperando a ser atendido. Tan lindo.
Vanitas entonces termina de hacer los cafés, toma unas tostadas con un buen surtido de vainilla y de mermelada, y tendiéndolas en varios platos, toma asiento enfrente del chico de cabellos níveos. Su rostro se tuerce en una sonrisa, feliz de repente de tener compañía. Ya le quedan pocos días para cumplir su promesa con Liam, esa que le hizo antes de irse de viaje.
Ha estado... durante mucho tiempo solo, realmente. Tratando de encontrar ayuda y soluciones para su familia, negando salidas a todos sus compañeros de trabajo por el mismo miedo de perder un segundo con ellos. Pero ahora, a este otro lado del mundo (por decirlo de alguna manera) se siente libre. Puede que las circunstancias en las que conoció a Noé no fueran las indicadas.
Puede que en realidad no conozca nada de este chico, pero le gusta. En todo el sentido de la palabra.
Le gusta su cabello blanco, le gustan sus ojos morados y su mirada llena de misterio y de emoción casi por cualquier cosa. Le gusta su altura, lo mucho que le supera y su buen y formado cuerpo. Nunca ha establecido un gusto sexual realmente; desde hace mucho tiempo ha buscado tiempo para liarse con todo aquel que le interesara, ya fuera mujer o hombre.
Y no puede negar lo mucho que le atrae Noé, porque es terriblemente atractivo; con sus manos fuertes y aún así delgadas, con sus pestañas níveas, con su sonrisa encantadora. Y el día de ayer pudo ver en él un poco de su debilidad, aunque en parte se repartiera por su animal querido Murr. Pero le gusta saber de él y ahora mismo, tiene la oportunidad de conocerle más a fondo.
Sobre todo... con esa otra duda que no le ha abandonado desde hace tiempo; lo mucho que se parece al hombre o criatura que lo atacó en su llegada. Y dios, todavía tiembla de recordar esa mano llena de garras casi en su garganta. Parpadea varias veces, mientras toma un sorbo de café caliente y siente que esa sensación amarga regresa con fuerza.
Carraspea levemente, perdiéndose en el sonido de la lluvia de la calle, para comenzar diciendo: ―Bueno, Noé, decidme. ¿De qué os apetece hablar?
Noé, en ese momento, tras darle un buen sorbo a la taza humeante de café, alza su vista para encontrarse con la suya. Vanitas trata de no mostrar ninguna emoción relacionada con el agobio de antes y mucho menos de la emoción que le causa conocer al chico moreno.
―Sinceramente, debo de tener la mente en blanco porque no estoy seguro de por dónde empezar... ―comenta, mientras toma un momento para aclarar su garganta.
Y entonces se hace el silencio, por lo que Vanitas se recuesta en su silla, observando cómo el vapor se eleva de su propia taza de café. Afuera, la lluvia cae en un ritmo constante, creando una melodía suave contra las ventanas de la casa de Johann y Dante. Frente a él, Noé de repente parece más interesado en el líquido oscuro de su vaso.
Vanitas se siente algo extraño, pero sin dejarse afectar por ello, decide retomar la conversación.
―Empecemos por algo básico, Noé... ¿Qué os gusta hacer cuándo no estáis en búsquedas conmigo? ―El chico de cabellos negros rompe el silencio, en un tono alegre y jocoso.
Ve cómo el chico de cabellos níveos levanta la vista, sorprendido por la pregunta. Después de un breve instante, responde. Su voz sale baja, casi silenciosa.
―Me gusta leer, me gusta cuidar de Murr. También la idea de viajar, siempre he querido viajar lejos, lejos de aquí ―comenta como si no estuviese hablando de sí mismo de pronto.
Vanitas de repente ve más allá del chico, como una pequeña y minúscula nublosa que se apodera de su mirada. Parece atormentado, dolido y estar sufriendo por algo que se muere por ganas de saber; sin embargo, regresa su mirada soñadora, ansiosa por conocer el mundo y se deja embriagar por esa agradable sensación.
―¿Y a vos? ¿Qué os atrae, Vanitas? ―Y Vanitas trata de no prestar demasiada atención a la forma en la que se inclina sobre la mesa, interesado de golpe en él.
Por lo que sacudiendo su cabello medio recogido, dice:
―Cuando no estoy trabajando como médico en Suiza, o... ahora mismo buscando esas flores, adoro escuchar una música tranquila y leer un buen libro. ―Vanitas se pierde en sus memorias, justamente rememorando todas esas tardes en su vieja casa, leyendo una y otra vez las mismas aventuras de sus cuentos preferidos.
―¿Y qué buen libro me recomendáis?
―"El camino del niño azul", un libro escrito por mi padre mismo. Es... algo profundo, pero sin duda recomendable. ―Noé parece impresionado de que, de repente, Vanitas cuente mucho más de su vida profesional, pero se siente cómodo.
Y hace mucho tiempo que nadie, actualmente, quiere conocerle tan a fondo.
―Lo tendré en cuenta, mucho más al saber que es a mano de vuestro padre. ¿Os sentís identificado con dicho libro, o fue antes de teneros? ―El de ojos azules corta la idea que se estaba formando en la cabeza del otro.
―Soy adoptado, pero... respondiendo a vuestra pregunta, no, lo escribió después de adoptarme y por supuesto que no me identifico con eso ―aclara, con un tono más duro esta vez.
Noé parece de alguna manera entender la indirecta y hundiéndose de hombros, desvía la conversación a otro lado.
―Si pudierais viajar a algún lado, lejos de todas vuestras preocupaciones, ¿a dónde iríais?
Vanitas ha pensando en realidad mucho en ello; la idea de alejarse del peso de sus padre lo mata por dentro y liberarse de esas cadenas sería su mayor deseo. La idea de tomar las riendas de su vida, dejándolo todo atrás le resulta tentadora, sin embargo, si tuviera que elegir un lugar en el que vivir, sin lugar a dudas sería...
―España, las temporadas frías no son de mi gusto y creo que... sería agradable. ―Vanitas nota su garganta seca, de repente―. ¿Y vos, niño del arca?
Noé coloca la taza vacía sobre la mesa, para morder un trozo de su tostada rellena de mermelada. Después, coloca uno de sus largos y elegantes dedos bajo su barbilla para decir: ―A un lugar en donde pueda encontrarme buena compañía... como vos.
Vanitas de inmediato nota un leve rubor en sus mejillas, sorprendido por la respuesta directa de Noé. Pero no permite que eso lo desconcierte demasiado.
―Eso es inesperado, pero... no es de mi total desagrado. Me alegra ser consciente de qué soy para vos una buena compañía ―añade con un tono de coquetería en su voz, intentando disimular su propia reacción.
―¿Por qué resultaría inesperado? ―pregunta en cambio, Noé, con una genuina sonrisa y Vanitas lo odia por no querer dejar el tema atrás.
Revuelve con una cucharilla más azúcar en su taza medio vacía, sintiendo mucho más calor en sus mejillas. Se arrepiente de haber querido entablar con una conversación con el otro, sobre todo al ser observado por esos ojos grandes, morados y curiosos. Hermosos, piensa en su cabeza al verlos cubiertos por campos nevados.
―Por la sencilla razón de que, a pesar de lo que digáis, no creo realmente ser alguien bueno para nadie, Noé ―dice, con voz rasposa y salta sobre su lugar cuando el más alto se inclina sobre la mesa, para acariciarle la mano que mantiene insegura sobre el asa de la taza.
―¿No resulta irónico? ―Mientras su mano tiembla bajo ese toque helado del moreno, encuentra esos ojos apagados en los que puede reflejarse―. Pienso lo mismo de mi persona.
Entonces ambos permanecen en un agradable silencio, en los que Vanitas sin darse cuenta permite al más alto enlazar sus dedos con los suyos hasta que terminan el desayuno improvisado. Ninguno dice nada más de la cuenta, ninguno quiere atravesar los pocos muros de hielo formados a su alrededor y Vanitas nunca ha tenido más ganas de romperlas.
Noé lava los platos utilizados mientras el chico de cabellos oscuros observa su ancha espalda cubierta por sus mudas de ropa, elegidas a la perfección. Observa su mano, antes sujetada por el más alto y nuevamente se pregunta qué está haciendo.
Su misión era encontrar las flores que se encargarían de salvar a sus padres, esas creadas con astermita, no... No coquetear con un chico que a primeras, parecía algún tipo de acosador; al principio, por supuesto. Ahora solo parecía perdido, solo y un niño, en pocas palabras.
Nota que su corazón se arruga con pesar mientras alcanza su pendiente morado (falso) y piensa en lo mucho que han cambiado las cosas. Por un momento cree estar viendo a Olivier, su antigua pareja, pero... Sacude su cabeza, escuchando ese pequeño tintineo de su joya y levantándose de un golpe, echando la silla hacia atrás, dejando todo ese lío de pensamientos muy atrás.
―Noé, dejad eso. Acercaos. ―Necesita confirmar algo.
El mencionado deja lo que está haciendo de inmediato, para en dos zancadas grandes tomar lugar delante de él. Vanitas alza la cabeza, disfrutando brevemente de la diferencia de tamaño; por alguna razón ahora mismo le resulta atractiva.
Su mano izquierda, enguantada en cuero negro y con puntas afiladas acaricia suavemente aquella barbilla del otro, notando al instante su sobresalto. Más los ojos azulados de Vanitas tratan de acariciar todas esas bellas facciones del más alto, para terminar y darle un golpecito en la punta de su nariz. Noé, agradeciendo en el fondo, ha permanecido quieto y en silencio hasta que está apunto de apartar su mano.
―Vanitas, ¿qué...?
Sin embargo Vanitas aparta la mano, maldiciéndose dejarse llevar por sí mismo; aunque lo ha ayudado a saber su respuesta y siente que un oscuro agujero nace en su interior. Está encandilado con este muchacho de cabellos níveos y le va a resultar bastante imposible dejarlo atrás, olvidarle, cuando regresa a su hogar.
―¿Habéis amado a alguien antes, niño del arca? ―Obviamente no espera una respuesta.
No obstante, ahora salta en su lugar cuándo nota un fuerte agarre en su muñeca que lo obliga a mantenerse unido al otro. Su mirada altiva, emocionada, lo desconcierta. Siente que los latidos de su corazón van en aumento, pero mantiene su respiración baja cuándo el otro le hace esa maldita pregunta.
―Vanitas, ¿qué demonios es el amor?
Y siente que su mundo se pone patas arriba. Recuerdos antiguos de Olivier, de alguna noche con cualquier lío de una noche invaden su cabeza y nota que tiene ganas de vomitar. Sobretodo porque Noé parece tan inocente, tan dulce al querer saber su respuesta y él, en cambio, se siente tan sucio que... se queda sin palabras.
El agarre de Noé se hace más fuerte, lo atrae más consigo y Vanitas deja que sus labios se muevan solos. Puede que sea una tontería, puede que se esté arriesgando, pero... Él mismo ha dejado la puerta abierta de la tentación.
―Noé, ¿vos que sentís al verme?
Y el niño del arca lo acerca más todavía y Vanitas quiere saberlo.
Quiere saber todo del otro.
✮ ; ; Dear, vampires ;
:: MUCHAS GRACIAS POR LEER y de verdad, pensé en hacer este mucho más largo, pero mejor para el siguiente que será el final del primer acto, van a llorar.
ahora, no se olviden de votar, comentar y compartir para que esta historia llegue a más gente, los quiero mucho.
→ Se despide xElsyLight.
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