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🦋𝟕🦋

Jungkook podía sentir el ritmo frenético del corazón de la mujer resonando en sus propios oídos, un recordatorio constante de la fragilidad de la vida humana. La sangre de la mujer manchaba sus manos y su abrigo, formando un contraste oscuro en medio de la neblina. El viento gélido cortaba su piel como agujas de hielo, y los latidos del corazón de la mujer eran como un tambor constante que retumbaba en su mente, haciendo que la lucha por el autocontrol fuera aún más difícil.

Sus dedos se aferraban a Jungkook con desesperación, buscando refugio en medio de la pesadilla que la rodeaba. El aroma metálico de la sangre llenaba el aire, mezclado con el olor a tierra mojada y a hierba aplastada por la lucha. Cada vez que sus dedos rozaban la piel de la mujer, podía sentir la temperatura de su cuerpo disminuir gradualmente, un escalofrío que le recorría la espalda.

Los colmillos de Jungkook comenzaron a emerger lentamente, como sombras en su boca. La sed de sangre, una fuerza ancestral e incontrolable, comenzó a tomar el control de sus pensamientos. Sus dientes afilados se asomaban tímidamente, un reflejo de sus deseos más oscuros que se manifestaban en ese momento. Cada vez que su lengua rozaba sus colmillos, sentía el dolor punzante en las encías, como una advertencia de lo que estaba a punto de hacer.

Justo cuando estaba a punto de ceder a sus impulsos, una voz lo arrancó de ese abismo. Era la voz de Jimin, en quien confiaba más de lo que habría imaginado. Jimin se acercó con una mirada de profunda preocupación en sus ojos, su rostro reflejando una mezcla de miedo y determinación. Sus pasos eran decididos, pero su expresión mostraba que estaba preparado para cualquier desenlace.

—¡Jungkook! ¿Qué le ha sucedido? ¿Hyeri qué pasó contigo? —Jimin se aproximó a Jungkook después de dejar una bolsa de basura a un lado. La mujer seguía aferrándose a Jungkook, luchando por mantenerse en pie, mientras él evitaba que Jimin lo mirara a los ojos. Los gestos nerviosos de Jungkook eran evidentes, sus manos temblaban y su respiración estaba agitada. La mirada de Jimin era un faro en medio de la tormenta, una presencia tranquilizadora en medio del caos.

—No tengo idea, Jimin. Estaba hablando con Eunwoo por teléfono hace un momento, ¡y de repente, ella apareció así! —Jungkook respondió con la voz entrecortada, tratando de explicar lo inexplicable. Sus palabras eran un intento de encontrar sentido en una situación que parecía sacada de una pesadilla.

—¡Debemos llamar a urgencias de inmediato! Trata de detener el sangrado en su herida con tu mano, Jungkook, hasta que llegue una ambulancia. —Jimin sacó su teléfono celular y marcó el número con rapidez. Jungkook, con bastante miedo, colocó una mano en la cintura de Hyeri y la otra en su cuello, aplicando presión en la herida.

Hyeri soltó un agudo quejido al contacto de su mano con la herida, y Jungkook sintió una profunda vergüenza y miedo de sí mismo. A pesar de haber recuperado la cordura, la sed y el deseo seguían presentes, pero ahora podía controlarlos. Sus manos, que antes temblaban de ansiedad, ahora se movían con determinación para ayudar a la mujer herida. Cada uno de sus movimientos era un acto de redención personal, no debía caer ante los impulsos de su naturaleza vampírica, mucho menos frente a Jimin.

El aire estaba cargado de una tensión palpable, como si el universo mismo estuviera observando la lucha interna de Jungkook. La neblina se cerraba a su alrededor, arropando la escena en un manto de misterio y peligro. El aroma metálico de la sangre llenaba el aire, mezclado con el olor a tierra mojada y a hierba aplastada por la lucha. Cada vez que sus dedos rozaban la piel de la mujer, podía sentir la temperatura de su cuerpo disminuir gradualmente, un escalofrío que le recorría la espalda.

Jimin observaba la escena con una expresión de determinación en su rostro, sabiendo que debían actuar con rapidez para salvar a Hyeri y lidiar con la situación. Su mirada estaba fija en el teléfono, esperando desesperadamente una respuesta del otro lado de la línea. Sus pensamientos trabajaban a toda velocidad, evaluando cada detalle y posible curso de acción. Cada segundo que pasaba aumentaba la ansiedad que pesaba sobre sus hombros.

Minutos más tarde, Jungkook levantó la mirada cuando escuchó las sirenas de una ambulancia acercándose. Las luces intermitentes destellaban en la oscuridad de la tarde nublada, los paramédicos extendieron una camilla al bajar del vehículo. Jungkook ayudó a acostar a la mujer en ella, y pudo ver la expresión de alivio en su rostro al recibir ayuda. Cada movimiento de la camilla era como un rayo de esperanza en medio de la desesperación que los rodeaba.

Las calles se llenaron de actividad mientras el equipo médico trabajaba incansablemente para estabilizar a Hyeri. Los sonidos de las voces apresuradas, el crujido de las camillas y el zumbido de las luces de la ambulancia creaban una sinfonía caótica de esfuerzo y esperanza.

—¿Encontraron a esta mujer herida, jóvenes? —preguntó el médico con calma, pero con una urgencia evidente en su voz. La luz de una linterna iluminaba su rostro, creando sombras profundas en sus rasgos.

—Sí, doctor... y-yo la he encontrado —respondió Jungkook, su voz temblorosa pero firme. La mirada del médico era escrutadora, evaluando la situación rápidamente mientras comenzaba a atender a la mujer herida. Jimin vio cómo Jungkook parecía un espectro en vida, la característica palidez que siempre lo caracterizó volvía al hombre frente a él prácticamente transparente, aunque lo disimulara sus manos temblaban ligeramente al igual que su voz al comunicarse, motivo de esto fue por lo que Jimin decidió intervenir.

—Es mi vecina, doctor, Lee Hyeri. Su esposo no suele volver del trabajo hasta la noche ya que queda muy lejos, pero podría comunicarme con él. —A Jungkook siempre le sorprendió la determinación y seguridad de Jimin, incluso en esta situación lo entendía como podía hacer para mantener la calma o al menos, actuar decidido, pese a sus siglos de edad, ante sus ojos Jimin parecía mucho más sabio que él, como si este hubiera vivido más tiempo en la tierra que él.

—Necesitaría que nos acompañen mientras esperamos a que él llegue, agradecería que se ponga en contacto con el esposo de la señorita, por favor. —dijo el médico mientras sus colegas se apresuraban a estabilizar a Hyeri. Los gestos serios y profesionales del equipo médico contrastaban con la angustia que se reflejaba en los rostros de Jungkook y Jimin.

Jungkook miró a Jimin sin saber qué responder y luego siguió sus pasos hacia la parte trasera de la ambulancia, donde se sentaron. La luz intermitente de la ambulancia iluminaba la escena, creando sombras inquietantes en los rostros preocupados de ambos. Los pensamientos de Jungkook eran un torbellino de dudas y temores, pero también de gratitud hacia Jimin por haberlo sacado de la oscuridad.

Jimin estaba frente a él, y Jungkook observaba sus manos manchadas de sangre, sin comprender por qué Hyeri había sido herida de esa manera. El carmesí sobre las manos de Jungkook parecía un macabro lienzo en contraste con la palidez de su piel, un recordatorio gráfico de la violencia que había estallado en su tranquila realidad. Además, Jungkook se cuestionaba por qué ningún vampiro suele atacar durante el día, mucho menos en la modernidad del siglo actual. Esta acción inusual no solo amenazaba sus vidas, sino que también ponía en peligro la frágil coexistencia de la raza vampírica con los humanos en la sociedad contemporánea.

El aire estaba cargado de una tensión palpable, como si el universo mismo estuviera observando la lucha interna de Jungkook. La atmósfera estaba impregnada de un silencio opresivo, solo roto por el murmullo distante de la ciudad. El aroma metálico de la sangre llenaba la ambulancia, cada vez que sus dedos rozaban la piel de la Hyeri, podía sentir la temperatura de su cuerpo disminuir gradualmente, un escalofrío que le recorría la espalda como un eco de la vida que se desvanecía.

Si esos vampiros estaban realmente ahí afuera, ocultos en las sombras de la ciudad, muchas cosas estaban en peligro, no solo para las personas, sino también para Jungkook y su posición como figura conocida. La oscuridad acechaba en cada esquina, y la incertidumbre se había convertido en su compañera constante. Mientras contemplaba a Jimin, la dualidad de su existencia como artista y como vampiro se volvía más pronunciada que nunca. Debería centrarse en los retratos en óleo que debía realizar de Jimin, pero al mismo tiempo, no sabía qué peligros podrían acechar en la sombra, poniendo en riesgo la vida de Namjoon o Jimin inclusive si había algún laboratorio de científicos nuevamente experimentando con fuerzas que las personas no comprendían.

Sus pensamientos eran un laberinto de incertidumbre, un enigma sin resolver que giraba en su mente como un torbellino incesante. Sin embargo, en medio de la turbulencia, una luz de esperanza brillaba tenazmente. A pesar de las sombras que se cernían sobre ellos, habían evitado una tragedia inmediata y ahora se enfrentaban a un enemigo desconocido con valentía.

—¿Te da fobia? —preguntó Jimin, preocupado. El silencio que siguió parecía estirarse como una paleta de colores en blanco y negro, lleno de matices no dichos. Los ojos de Jungkook se convirtieron en la ventana a un conflicto interno profundo, como si una tormenta de pensamientos y emociones turbias rugiera detrás de su mirada. Jimin observó con intensidad, buscando pistas en el rostro de su amigo, tratando de comprender la complejidad de su respuesta.

—¿D-de qué hablas? —respondió Jungkook, su voz ligeramente tensa, como un violín a punto de entonar una nota que revelaría su melodía secreta. Cada palabra que escapaba de sus labios parecía un pincelazo en un lienzo en blanco, trazando el contorno de una verdad que había permanecido oculta. En el silencio inquietante que siguió, el aire parecía espeso con una mezcla de incertidumbre y expectativa. La intriga brillaba en los ojos de Jungkook, como un enigma envuelto en un misterio, una capa de emoción bajo su apariencia tranquila.

—La sangre, parecías bastante inquieto cuando Hyeri cayó en tus brazos y viste la sangre en tus manos, incluso ahora... —Jimin habló con ese tono sutil que emanaba de su voz como una melodía suave. Era una nota de comprensión y preocupación entrelazadas, una caricia al alma de Jungkook que buscaba aliviar sus inquietudes. La mirada que le dirigía estaba llena de cuidado, como un faro en medio de la oscuridad, una luz suave que disipaba las sombras de la mente de Jungkook.

—Podría decirse que algo así... tengo demasiadas fobias en lo que respecta a la sangre. —Jungkook admitió con cierta reluctancia, sus palabras fluyendo como una confesión algo indirecta. Era como si estuviera revelando un fragmento de su alma que rara vez se mostraba.

Jimin asintió con comprensión, sus gestos revelaban una empatía profunda por la situación de Jungkook. La preocupación se reflejaba en sus ojos, y se inclinó un poco más hacia Jungkook después de sentarse a su lado. Cuando posó su mano sobre el hombro del vampiro, Jungkook sintió el leve tacto de los dedos de Jimin rozando su mejilla. Sus cejas se fruncieron ligeramente debido a la ternura que experimentó al sentir el contacto de Jimin, como si fuera la pieza de cariño que había estado faltando en su vida durante tanto tiempo.

—No me quedo tranquilo sabiendo que ella está así y... algo o alguien pudo haberle hecho daño, pero más sabiendo que fue a unos pasos de tu casa, Jimin. —Reveló Jungkook, su voz cargada de preocupación. La idea de que Jimin pudiera ser la próxima persona en ser atacada le generaba un malestar profundo en todo el cuerpo. Temía por su bienestar y seguridad más de lo que podía expresar con palabras.

Jimin esbozó una sonrisa reconfortante ante la preocupación de Jungkook. En el instante en que sus miradas se encontraron, parpadeó varias veces en un breve lapso de tiempo, lo que hizo que Jungkook sonriera ligeramente. Ahora, Jimin abrazaba a Jungkook con su brazo, su mano masajeaba su nuca, y una cercanía especial se había formado entre ellos. Era una intimidad que no generaba ningún tipo de incomodidad, al contrario, les proporcionaba un profundo consuelo al tener al otro más cerca de lo habitual.

—Quizás pudo haber sido un animal, aunque... es raro, nunca vi que mordieran en el cuello únicamente, pero yo estaré bien, Jungkook... ¡Soy un chico bastante fuerte! —Jimin ofreció una posible explicación, pero sus palabras no lograron calmar por completo la inquietud que envolvía a Jungkook. La incertidumbre aún persistía en el aire, pero Jungkook no lo demostró, no cuando estaban experimentando esa cercanía especial, y podía ver el rostro de Jimin tan cerca. Cada detalle parecía dibujarse en su mente, cada gesto quedaba grabado en su memoria, como un tesoro que guardaría por toda la eternidad.

Posteriormente, la ambulancia se detuvo con un suave y casi imperceptible suspiro de sus ruedas. Los médicos, envueltos en batas blancas, descendieron de sus asientos con la solemnidad de quienes portan la esperanza en sus manos. Como si fueran cirujanos de la vida, con precisión quirúrgica, abrieron las puertas traseras del vehículo, revelando la camilla sobre la cual yacía la mujer herida. La luz blanca de los fluorescentes del hospital los recibió, contrastando con la oscuridad de la noche.

Jimin bajó de la ambulancia al igual que Jungkook y siguió el paso de los doctores, pero detuvo su paso antes de cruzar el umbral del hospital. La brisa nocturna acariciaba sus rostros y el olor a lluvia cercana se hacía presente en el ambiente. Jimin se volvió hacia Jungkook y habló con suavidad:

—Jungkook, no es necesario que vengas —murmuró con voz suave—. Yo puedo darles indicaciones precisas acerca de dónde la encontraste. Tú, en cambio, puedes ir a tu casa a darte un baño relajante.

Jungkook asintió con gratitud, pero también sintió un alivio fugaz. Sus sentidos ansiaban alejarse de la escena macabra que habían presenciado. Necesitaba liberarse del aroma de la sangre y el caos que habían teñido su percepción.

—Jimin, pero... —susurró Jungkook, sus palabras parecían ser tan frágiles como hojas de otoño que caen al suelo, mientras que la comprensión brilló en los ojos de Jimin. La mano de este se posó sobre su mejilla, y Jungkook la sostuvo con su propia mano, notando la diferencia de tamaño entre ambas manos. La mano de Jimin parecía tan delicada que sentía la necesidad de tocarla con ternura.

—Vi tu expresión de pánico cuando te pedí que hicieras presión sobre su herida —susurró Jimin, sus dedos acariciando la piel de Jungkook como una caricia protectora—. Hasta me sentí mal conmigo mismo por haberte pedido tal cosa.

Jungkook asintió nuevamente, sus pensamientos convertidos en suspiros silenciosos. No era su culpa, pero el peso de la responsabilidad lo atormentaba.

—No, Jimin, no es... —susurró Jungkook, pero sus palabras se dispersaron en el aire, perdidas entre las sombras. En ese momento, los brazos de Jimin lo envolvieron en un abrazo cálido y reconfortante. Jungkook sintió la cabeza de Jimin reposando sobre su pecho mientras él acariciaba sus cabellos azulados. La conexión entre ellos se fortaleció en ese abrazo, como un refugio en medio de la tormenta, un lazo que les recordaba que no estaban solos en este mundo turbulento.

—Ve, ¿sí? Yo me haré cargo y llamaré a Taehyung para no esperar solo —dijo Jimin, manteniéndose abrazado a Jungkook mientras observaba su rostro. La luz de la farola cercana bañaba sus rostros, resaltando cada detalle en sus expresiones. Jungkook no pudo evitar acariciar el rostro de Jimin, sus dedos recorrían las suaves mejillas de Jimin con ternura, como si estuvieran trazando una melodía invisible en la piel de su compañero. En ese momento, el tiempo pareció desacelerarse, y ambos se sumieron en una intimidad compartida, una conexión que iba más allá de las palabras.

No sabía si el cariño entre ellos era producto de las circunstancias del momento o si simplemente era eso, cariño puro y sincero. Pero podía sentir que algo especial estaba comenzando a florecer entre ellos, y eso lo hacía sentirse feliz.

—Está bien, eso haré —respondió Jungkook con determinación. Sin pensarlo dos veces, se despidió de Jimin posando sus labios sobre la mejilla de este, dejando un cálido beso en ella. Jimin sintió la suavidad de esos labios sobre su piel, como un suspiro de cariño en medio de la noche. La ternura del gesto hizo que su corazón latiera con fuerza en su pecho.

Las mejillas de Jimin ardieron ante ese gesto inesperado, y sus ojos brillaron con gratitud y sorpresa. Se despidió dedicándole una sonrisa a Jungkook y entró al hospital con prisa. Mientras caminaba por el pasillo iluminado por luces tenues, sus pensamientos estaban llenos de Jungkook y ese beso en la mejilla que había despertado emociones profundas en su interior. No sabía hacia dónde los llevaría esta nueva conexión, pero estaba dispuesto a descubrirlo.

Mientras tanto, lejos de las miradas indiscretas, Jungkook, como un fantasma errante, regresó al lugar donde se encontró con la mujer herida. La oscuridad de la noche lo envolvió como un manto misterioso mientras se movía con una velocidad sobrehumana, cruzando las calles desiertas en un abrir y cerrar de ojos. Sus pasos eran sigilosos y precisos, como si el mismo universo conspirara para ocultar su presencia.

En el lugar de la escena, los policias compartían sus teorías en susurros apenas audibles, sus voces se perdían en el silencio del vecindario. Jungkook, oculto en las sombras, se mantenía atento a cada palabra, como si estuviera en el centro de una conspiración policial. La incertidumbre pesaba sobre ellos, creando una atmósfera densa y misteriosa que envolvía todo a su alrededor.

Aquella tarde parecía ser cómplice de los enigmas que surgían, como estrellas fugaces que iluminan brevemente el cielo. Los policías, con rostros iluminados por la luz de sus linternas, examinaban minuciosamente cada detalle en la escena. Jungkook, como un espectro invisible, observaba sus movimientos con aguda atención, sabiendo que la verdadera naturaleza del colmillo debía permanecer oculta a toda costa, pues según lo que había escuchado, los policías habían encontrado un colmillo que analizarian.

Después de recopilar información crucial, Jungkook tomó su teléfono y llamó a Jin con urgencia, su voz temblaba ligeramente por la tensión del momento.

—¿Jungkook? —la voz de Jin emergió del otro lado de la línea, revelando una preocupación palpable en su tono.

—Jin, esto es algo urgente —susurró Jungkook, su voz apenas más que un susurro en la noche—. Una mujer de nombre Hyeri fue atacada en un callejón cercano a la casa de Jimin. La policía está analizando la escena, y han encontrado un colmillo. Necesito tu ayuda para hipnotizar a los agentes y obtener ese colmillo. La policía no puede descubrir nuestra verdadera naturaleza, Jin.

Jin, sin dudarlo, se comprometió a ayudar, dispuesto a enfrentar cualquier desafío, parpadeó múltiples veces sin entender completamente por qué estaban sucediendo tantas cosas en tan poco tiempo, pero si podía ser de ayuda, no dudaría ni dos veces.

—De acuerdo, estaré ahí en un instante. Envíame tu ubicación actual.

Jungkook cortó la llamada y envió su ubicación a Jin antes de guardar su celular. La tarde de a poco empezaba a envolverse en el manto de oscuridad de la noche, y el silencio del vecindario era casi palpable. En medio de la quietud, la tensión en el aire se volvía más densa con cada segundo que pasaba. Jungkook se encontraba en un estado de alerta constante, sus sentidos aguzados como nunca antes, mientras esperaba a Jin.

El vampiro se apoyó en la pared de un edificio cercano, con la vista perdida en el horizonte urbano. La incertidumbre y el miedo se entrelazaban en sus pensamientos, formando una maraña de preocupaciones que lo consumía desde adentro. La idea de que algo oscuro y desconocido acechaba en las sombras de la ciudad lo atormentaba.

La noche emergente se había transformado en cómplice de sus preocupaciones, su manto oscuro envolvía a Jungkook y Jin mientras se enfrentaban al dilema que les acechaba. Los pasos rápidos de Jin resonaron en la distancia, acercándose con una determinación compartida. La luna, testigo silencioso, derramaba su luz plateada sobre ellos, como si tratara de iluminar el camino de incertidumbre que tenían por delante.

Cuando sus miradas finalmente se encontraron, Jungkook notó el gesto de preocupación en el rostro de Jin al observar el abrigo manchado de sangre y la expresión de angustia en él. Era como si los fantasmas de las noches pasadas se hubieran materializado en la figura de Jungkook, y Jin podía sentirlo en el aire cargado de inquietud. Sus ojos eran reflejos de la gravedad del momento, como dos faros en la noche que buscaban respuestas en las sombras.

La tensión entre ellos era palpable, como una cuerda tirante que amenazaba con romperse en cualquier momento. Sin embargo, también estaba presente la confianza mutua que habían forjado en sus años juntos. Había una complicidad silenciosa que hablaba de vínculos más allá de la sangre y la inmortalidad. Jungkook sabía que podía contar con Jin en los momentos más oscuros, y eso le brindaba un atisbo de consuelo en medio del caos que los rodeaba.

—He llegado, ¿lo hacemos entonces? Simplemente nos acercamos y lo hago... creo que debemos tener una conversación larga después de esto. —Jin habló con calma, aunque sus ojos reflejaban la gravedad del momento, mientras señaló el abrigo de Jungkook, una mancha carmesí que simbolizaba el misterio y la amenaza que los acechaba.

—De acuerdo, hagámoslo. —Jungkook asintió con determinación, sintiendo el peso del momento en sus hombros, como si el destino mismo les hubiera encomendado una misión imposible. La noche se extendía ante ellos como un lienzo oscuro donde debían tejer las respuestas que necesitaban, y el futuro era incierto como las sombras que los rodeaban.

Jin y Jungkook se acercaron a los policías con una mezcla de confianza y cautela. Los agentes de la ley no sospecharon nada mientras Jin ejecutaba su habilidad hipnótica con destreza, como un mago que tejía hechizos en la mente de su audiencia. La atmósfera se cargó de un silencio tenso mientras los recuerdos se desvanecían de las mentes de los policías, dejando solo rastros de sangre en sus memorias, como huellas efímeras en la arena de la playa.

—Caballeros, no pueden entrar aquí —interrumpió uno de los oficiales con su voz autoritaria, pero antes de que pudiera continuar, Jin desató su habilidad con maestría, como un director de orquesta que guía a sus músicos en una sinfonía hipnótica.

—¿Cómo que no podemos? Claro que sí. —La voz de Jin sonó como un eco hipnótico, envolviendo a los presentes en su influencia. Los oficiales asintieron de manera automática, sus mentes quedando atrapadas en la telaraña de la sugestión, como marionetas cuyos hilos eran manipulados por el maestro de la hipnosis.

—Te escucho. —Seung, el oficial más cercano, respondió mecánicamente, bajo la influencia hipnótica de Jin. Sus ojos perdieron el brillo de la resistencia mientras miraban fijamente al vampiro, como si estuvieran atrapados en un trance profundo.

—Me darás el colmillo que tienes en tus manos y lo único que recordarás será que no había pista alguna, más que rastros de sangre de Lee Hyeri. —Jin continuó, su voz resonando con autoridad, como si fuera un mandato inquebrantable que no podía ser desafiado por ninguna voluntad. Seung asintió y entregó el colmillo sin emitir una palabra de resistencia, su rostro reflejaba la completa sumisión a la voluntad de Jin, como un actor que interpreta su papel sin cuestionamientos.

Con el uso de la hipnosis en los demás policías, lograron obtener el colmillo sin levantar sospechas. Luego, se retiraron del lugar, llevando consigo la evidencia que necesitaban, como sombras en la noche que se desvanecen en la oscuridad, dejando solo preguntas sin respuesta y una sensación de que habían desafiado a la propia realidad.

Jin acompañó a Jungkook de regreso a su casa, donde Jungkook finalmente compartió sus preocupaciones y miedos con Jin, encontrando en él un apoyo y un confidente en medio de la oscuridad de la noche emergente. La conversación entre ellos se extendió como un río de confesiones y reflexiones, como dos almas perdidas en un mar de incertidumbre que buscaban respuestas en las profundidades de la noche.

La conversación entre Jungkook y Jin se desenvolvía en el interior de su hogar, como dos almas navegando en un océano de preocupaciones y temores. Jungkook revelaba sus inquietudes más profundas, dejándolas a la deriva en el aire, como hojas que caen lentamente desde un árbol en otoño. En sus ojos se reflejaba una tormenta de emociones, como nubes oscuras que amenazaban con desencadenar una lluvia intensa de angustia.

Por otro lado, Jin suspiraba con la paciencia de quien ha caminado por senderos similares antes. Era como un faro en la noche, guiando a Jungkook a través de las aguas agitadas de su propia mente. Sus palabras resonaban con la calma de un río que fluye constante, aunque bajo la superficie, la corriente podía ser tumultuosa.

—Sé que no es el momento para decir "te lo advertí", pero cuando decidiste beber sangre animal, te dije que podría ser un camino complicado. Es como plantar una semilla y luego verla crecer en una dirección inesperada. —Jin buscaba la sinceridad, aunque consciente de que no era el momento para reproches.

—Creí que era la decisión correcta para mí, pero en lugar de eso, se convirtió en una especie de vendaval que agita mis emociones y aumenta mi deseo por la sangre humana. Si no puedo controlarlo, podría... no quiero que eso ocurra nuevamente. —Jungkook dejó escapar sus pensamientos, como un viento que lleva consigo las hojas caídas del pasado.

—Jungkook, no tienes que seguir mi camino. Yo bebo sangre humana, pero lo hago con control, como dirigir un barco en medio de una tormenta. Tú podrías optar por beber sangre envasada, como Eunwoo. ¿Cuándo fue la última vez que lo intentaste?

—Ya ni siquiera lo recuerdo. —Jungkook reflexionó sobre la última vez que había intentado beber sangre envasada, un recuerdo que se desvanecía como el eco de un susurro.

—Considera que es una forma de evitar dañar a otros, Jungkook. No podemos cambiar lo que somos, somos vampiros y siempre lo seremos. Pero en este eterno mar de la vida, debemos buscar cómo navegar sin naufragar en la culpa. ¿Quién sabe? Beber sangre envasada podría ser como encontrar un refugio seguro. —Jin intentó infundir un atisbo de esperanza en la conversación, como un rayo de sol que se filtra entre las nubes grises.

—Está bien, lo pensaré. —Jungkook admitió que era hora de reconsiderar sus hábitos y enfoques para lidiar con su sed, como un marinero que ajusta las velas de su barco en busca de un nuevo rumbo.

—Por ahora, quédate aquí. Yo estaré a tu lado. Ve a darte un baño, no puedo ir a clases contigo luciendo así de ensangrentado, y como mencioné antes, Namjoon está siendo tan persistente como una ola que amenaza con arrastrarlo todo. —Jin intentó aligerar el ambiente con una sonrisa, mientras acompañaba a Jungkook a su habitación y seleccionaba ropa limpia para él. Era un gesto que transmitía el apoyo constante que siempre había estado dispuesto a brindarle.

—Está bien, pero luego me cuentas lo que ocurrió ¿Está bien?

Jin asintió con comprensión, y Jungkook se dirigió al baño en busca de un momento de soledad. La ducha se convirtió en su refugio, y el agua caliente que caía sobre su cuerpo parecía disolver las tensiones acumuladas en sus músculos. Cerró los ojos mientras dejaba que los vestigios de sangre se desvanecieran, sintiendo cómo la calidez del agua limpiaba su piel y lo ayudaba a concentrarse.

Mientras Jungkook se perdía en sus pensamientos bajo la cascada de agua tibia, el timbre de la puerta sonó, interrumpiendo su breve momento de introspección. Le pidió a Jin que atendiera al visitante mientras continuaba sumido en sus reflexiones.

Cuando finalmente emergió del baño, envuelto en una toalla y vestido con ropa limpia, se encontró con Eunwoo, cuya expresión urgente dejaba claro que tenía noticias importantes que compartir.

—Eunwoo, ¿qué está ocurriendo? ¿Por qué esa expresión en tu rostro? —preguntó Jungkook, preocupado, mientras tomaba su celular, dispuesto a escuchar lo que su amigo tenía que decir.

Eunwoo exhaló profundamente antes de hablar, como si el peso de sus palabras fuera tangible en el aire.

—Jungkook, no puedo afirmarlo con certeza, pero creo que debes estar al tanto. Min Yoongi podría encontrarse en Daegu.

El nombre resonó en la mente de Jungkook como un eco del pasado. La fotografía que Eunwoo mostró en su celular confirmó sus sospechas. Min Yoongi, su antiguo compañero vampiro, el mismo con el que compartió momentos oscuros y secretos, parecía estar en Daegu.

—Sí, es él —murmuró Jungkook, con una mezcla de nostalgia y temor en sus ojos—. Pero, ¿cómo podríamos comunicarnos con él? Nuestra participación en la exposición nos mantiene atados aquí, y no podemos retrasarla.

Eunwoo reflexionó sobre la situación y ofreció una solución.

—Podemos adelantar la exposición para la próxima semana. Una vez concluida, realizaremos un viaje a Daegu e intentaremos hablar con Min Yoongi. Quién sabe, tal vez esté mejor informado que nosotros acerca de estos nuevos experimentos. ¿Qué opinas?

Jungkook asintió, aceptando la necesidad de tomar medidas. La oportunidad de obtener respuestas y la posibilidad de reunirse con su antiguo compañero lo motivaron a actuar.

—De acuerdo, hablaré con Jimin para acelerar la creación de los dibujos. No creo que haya problema. Estamos decididos a descubrir la verdad, Eunwoo, pase lo que pase.

Ambos compartieron un sentido de urgencia mientras planificaban su próximo movimiento. La determinación ardía en sus corazones, y estaban dispuestos a enfrentar lo desconocido en su búsqueda de respuestas.

Jimin no era una persona que disfrutara de los hospitales. Siempre había sentido incomodidad en esos lugares, donde la tensión y el olor a desinfectante llenaban el aire. Sin embargo, junto a Taehyung, esperaba pacientemente a que el esposo de la mujer herida llegara. Jimin había hecho la llamada y ahora aguardaban.

Múltiples dudas rondaban su mente, como una tormenta que se negaba a calmarse. Jimin sostenía su celular en la mano, examinando un artículo en línea que mencionaba los presuntos ataques animales que habían ocurrido durante la noche. La mayoría de las víctimas presentaban heridas en el cuello, pero nadie podía identificar qué tipo de animal era el responsable.

—Jimin... deberías dejar de leer eso —comentó Taehyung con una nota de preocupación en su voz—. Ya estamos lo suficientemente paranoicos como para pensar que puede haber un animal suelto por ahí atacando a las personas.

Jimin apartó la mirada de su teléfono por un momento y lo clavó en los ojos de Taehyung. En sus profundos ojos, se podía discernir una inquietud que se negaba a ser ignorada. La sala del hospital se volvió un reflejo de ese momento, un espacio donde los secretos flotaban en el aire.

—No es solo por eso que lo hago, Tae. Siento algo extraño en todo esto, es difícil de explicar. Estos ataques no son simples incidentes de la fauna salvaje. Y, sinceramente, ¿qué clase de animal se centra en atacar exclusivamente el cuello de sus víctimas?

Taehyung asintió mientras consideraba las palabras de Jimin.

—Tienes razón, Jimin. Es extraño, incluso para la naturaleza de los animales depredadores. Pero, ¿esto tiene algo que ver con cómo encontramos a Jungkook?

—Algo así... no sé si es admiración o algo más profundo, pero siento algo por Jungkook que no puedo explicar del todo, pero hay algo distinto en la forma en que lo veo últimamente.

La confesión de Jimin dejó a Taehyung sin palabras por un momento. Se sentía como si un vendaval hubiera irrumpido en la tranquila noche de hospital.

—¿QUÉ?

—¡Shhh, no hables tan alto!

—Dios mío, estoy impresionado. Me siento mareado ¡Ojalá no me suba la presión aquí mismo! Al menos estamos en un hospital.

Jimin respondió con una sonrisa nerviosa mientras sus ojos seguían fijos en la pantalla del teléfono, donde las noticias sobre los misteriosos ataques continuaban. La confesión había quedado en el aire, y ahora, ambos amigos enfrentaban un nuevo abismo de incertidumbre y emoción mientras aguardaban noticias sobre la mujer herida.

—¡Taehyung!

—¡Estoy aquí!

—Es solo que... cuando pienso en Jungkook, siento algo que nunca había sentido antes. Es como si cada parte de mí anhelara su cercanía, como si quisiera abrazarlo y nunca soltarlo, como si necesitara protegerlo, aunque no esté seguro de lo que estoy protegiendo exactamente. Es como si mi corazón me ordenara que lo haga.

—Lo que estás experimentando tiene un nombre sencillo, Jimin. Te esta gustando Jungkook, no solo él como amigo o como persona, sino de todo lo que él representa para ti. Es el tipo de amor que hace que tu corazón se acelere cuando está cerca, que despierte una necesidad urgente de tenerlo a tu lado. No necesitas comprenderlo del todo, solo sentirlo, y ojo, hablar de enamoramiento sería muy abrupto, pero que te gusta es innegable.

—Creo que... eso es precisamente lo que estoy sintiendo por Jungkook. Es extraño, hace mucho tiempo que no me sentía así. La última vez que te escuche hablar asi del amor fue cuando hablabas con ese chico en línea... ¿cómo se llamaba?

—Jin... mi querido Jin-Hyung. A pesar de todos estos años en Seúl, nunca he tenido la suerte de encontrármelo en persona.

—Quién sabe, Tae. A veces, el amor te encuentra cuando menos lo esperas. Tal vez sea solo cuestión de tiempo antes de que él te encuentre a ti.

Las puertas del hospital entonces se abrieron de par en par, allí estaba el esposo de Hyeri.

—¡Señor Lee!

—Chicos ¿Dónde está Hyeri?

—Está en la primer habitación a la derecha, ya lograron estabilizarla así que podrá entrar a verla.

—Gracias por quedarse con ella muchachos, cuando Hyeri este mejor les agradeceré la ayuda con una cena, pueden ir a casa.

—Es lo menos que podíamos hacer, Señor Lee.

Jimin observó al señor Lee mientras se dirigía hacia la habitación de Hyeri. Su mente estaba llena de pensamientos sobre Jungkook y la confusión que le embargaba desde que comenzaron a aflorar estos sentimientos. Las palabras de Taehyung resonaron en su cabeza, recordándole la simplicidad del amor y cómo se manifestaba de formas que no siempre podíamos comprender del todo.

Intentó llamar a Jungkook multiples veces, pero no recibió respuesta. Un nudo de inquietud se formó en su estómago, y una preocupación genuina por él comenzó a crecer en su interior. Sabía que debía averiguar dónde estaba y asegurarse de que estuviera bien, especialmente después de haber compartido sus sentimientos de una manera tan inesperada.

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