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Jungkook se encontró contemplando con pesar el cuerpo inerte de la criatura, cubriéndolo con la suavidad de un trozo de tela que Eunwoo había traído. La luna, con su tenue luz, bañaba el escenario en una atmósfera mágica, creando sombras danzantes que realzaban la solemnidad del momento. En ese instante, una sombra del pasado oscuro se cernía sobre ellos, como una melodía melancólica que persiste en el aire. Cada uno de los presentes mantenía un profundo silencio, como si temieran perturbar el alma del difunto vampiro que yacía ante ellos.
La tragedia de tratar a seres humanos como meros objetos había dejado una herida profunda en el alma de Jungkook, una cicatriz que nunca sanaría por completo. La visión del cuerpo sin vida de la criatura reavivaba aquellos recuerdos dolorosos, llenando su corazón de compasión y rabia. Aunque su voluntad había sido quebrantada en el pasado, su espíritu seguía ardiendo con una determinación férrea para detener a aquellos que perpetuaban tales actos crueles.
Eunwoo, con el semblante pálido y lleno de pánico, se acercó rápidamente al recibir la llamada de Jungkook, encontrándose con el desastre que había ocurrido. Sus ojos reflejaban un miedo profundo, pero también una valentía innegable. Su amistad con Jungkook le había llevado a enfrentarse a terribles situaciones, y aunque temblara por dentro, nunca se echaría atrás en proteger a Jungkook y a quienes lo necesitaran.
Tras acomodar con infinito cuidado el cuerpo en la parte trasera de su vehículo, Eunwoo limpió meticulosamente cualquier rastro de sangre del suelo, desvaneciendo toda evidencia de la existencia de aquel misterioso vampiro. Cada mancha era borrada con esmero, como si de alguna manera pudiera borrar también el pasado que perseguía a Jungkook. La sangre, de un tono bordó oscuro, parecía un recordatorio sombrío de lo que había sucedido, un símbolo macabro del mal que aún acechaba en las sombras.
Posteriormente, Jungkook ingresó en la casa de Seokjin. La penumbra del lugar parecía empatizar con el tormento que habitaba en su corazón. Se dirigió a la habitación donde yacía la mujer desconocida aún inconsciente. Jin se mantenía alerta, preparado para cualquier eventualidad. Su presencia reconfortante era un bálsamo para Jungkook, quien enfrentaba no solo el peligro externo, sino también sus propios demonios internos.
Jin se sumió en sus pensamientos, incapaz de comprender completamente el alcance de las atrocidades que Jungkook había enfrentado en el pasado.
—Conozco tu historia en relación a los experimentos —comenzó Jin, su voz tembló levemente—, pero nunca imaginé que llegarían al extremo de transformar a una persona de manera tan radical. No logro comprender cómo un grupo de personas puede seguir perpetrando tales atrocidades.
Jungkook suspiró pesadamente, su mirada perdida en el recuerdo de los experimentos a los que había sido sometido. Hablar de ello le causaba un profundo pesar.
En el pasado, estos vampiros lucían diferentes, más lentos y pequeños. Pero los científicos modernos cuentan con avances en medicina y tecnología —explicó Jungkook con un tono sombrío—. Lo que me preocupa es que estos vampiros toleren el virus una vez que sean consumidos.
—¿Qué ocurriría en ese caso? —preguntó Jin, su voz llena de inquietud.
—La gente se convierte en vampiros, pero el organismo no se regenera como debería —continuó Jungkook con angustia en su voz—. Esto los hacía verse diferentes, más débiles y sufrientes. Sin embargo, conservaban sus sentimientos. Ahora, parece que el impacto del virus en el organismo es tan fuerte que dejan de ser seres sensibles, para convertirse en completos monstruos. No estoy seguro de cómo afecte sus mentes ahora.
Jin, perturbado por las palabras de Jungkook, levantó una pregunta aún más inquietante: —El punto es, si el virus falla de esa manera, ¿qué ocurriría si no falla? ¿Tendríamos vampiros más sedientos de sangre, desprovistos de emociones? ¿Serían máquinas asesinas sin misericordia para cualquier alma que se cruce en su camino?
Jungkook apenas podía soportar la idea, y su voz se quebró mientras respondía: No sé si quiero siquiera imaginarlo, Jin.
La conversación se vio interrumpida por el chirriar de la puerta al abrirse. Eunwoo ingresó a la casa, su rostro reflejando la angustia que sentía al ver a aquellos seres indefensos sometidos a experimentos siniestros.
—¿Ella se recuperará? —preguntó Eunwoo con evidente preocupación, buscando respuestas y esperanza en sus ojos llenos de tormento.
Jin, siempre compasivo, tranquilizó a Eunwoo: —Sí, solo está desmayada.
Eunwoo apoyó su espalda en la puerta, observando sus manos manchadas con la sangre ajena al vampiro. La misma era de un tono bordó oscuro, alejándose del color tradicional de la sangre. Suspiró con pesar, sintiendo el peso de la tragedia que se desarrollaba a su alrededor.
—Hay algo que aún no comprendo. Si un vampiro al compartir su sangre con otra persona, y esta última muere, recibe el virus como corresponde, ¿por qué seguir con los experimentos? ¿No han logrado ya lo que querían?
—Nunca podremos entender hasta dónde puede llegar la mente humana, Eunwoo. Una vez que el hombre obtiene algo, siempre quiere más. —Jungkook pronunció esas palabras con amargura, consciente de la insaciable búsqueda de poder y conocimiento que impulsaba a algunos seres humanos a cometer atrocidades.
—Sabes... necesito que me hagas un favor, Eunwoo. —susurró Jungkook con una mirada apasionada, apartando la vista tímidamente mientras jugaba con sus dedos ansiosamente. El resplandor de la luna llenaba el ambiente con una atmósfera mágica, como si el universo mismo conspirara para que aquel momento fuera especial.
—Lo que sea, dime, Jungkook —respondió Eunwoo, con una voz suave llena de comprensión, sus ojos brillando con afecto por su Jungkook. La tenue luz de las velas que iluminaban la habitación realzaba la ternura que emanaba de él.
—Desconozco si aún sigue con vida, pero lo más probable es que sí. Cuando estuve preso en ese laboratorio, había un hombre con el que siempre hablaba. Fue gracias a él que no solo yo, sino también él pudo escapar. Su nombre es Min Yoongi. —Jungkook pronunció el nombre con reverencia, como si invocara la memoria de un antiguo y leal amigo.
El corazón de Eunwoo dio un vuelco al escuchar el nombre, un brillo de intriga y emoción iluminando sus ojos. A medida que la historia se desenvolvía, la curiosidad se mezclaba con una profunda conexión emocional.
—¿Quieres que investigue si sigue con vida? —inquirió Eunwoo con una ternura protectora que reflejaba su profundo vínculo con Jungkook. Una dulce melodía de piano se escuchaba de fondo, como si acompañara la emotiva conversación.
—Exactamente, haz eso. Él estuvo más tiempo que yo en ese laboratorio, por ende, sabe de sus orígenes —dijo Jungkook con un atisbo de nostalgia, como si recordara tiempos pasados llenos de complicidad. Una ligera brisa mecía su cabello, evocando el paso del tiempo y las memorias compartidas.
—Entiendo, solo necesito que me proporciones un año o información sobre él que sepas para saber desde donde tengo que investigar.
—Año 1846, fue cuando me encerraron en el laboratorio y lo conocí. Yoongi era un ciudadano más de Daegu como otro. Hace 60 años atrás él y su hermano viajaron a Busan por trabajo, así que puedes tomar los fines del siglo XVIII como referencia. Por supuesto, los primeros días no hubieron problemas, pero al año fueron capturados —relató Jungkook, con una mirada lejana y nostálgica, como si estuviera reviviendo aquellos momentos en su mente. Las estrellas brillaban con intensidad en el cielo nocturno, como testigos silenciosos de su relato.
El ambiente se impregnó de una atmósfera evocadora, como si el pasado emergiera del olvido para contar su historia. Cada palabra era como una pincelada cuidadosa en el lienzo de la memoria.
—El primero en ser infectado fue su hermano frente a sus ojos. Vio cómo el virus actuaba en las personas, quitándoles su vida primero. El corazón deja de latir, pero una vez el tiempo pasa, el ADN muta por completo, para bien o para mal... su caso fue para mal, pues al poco tiempo de despertar, su piel comenzó a despegarse de la carne. Primero eran pequeños trozos de su cara, luego cada esquina de su cuerpo. Debido a esto lo pusieron en la celda en la que solía estar yo. Yoongi me contó que ese chico sentía mucha comezón, tanta que con sus propias uñas rascaba su piel... Esto es lo mismo, chicos. Los rasgos que ese ser tenía no solo coinciden con la descripción del hermano fallecido de Yoongi, sino con los tantos que he visto... solian llamarlos freaks —Jungkook relató la historia con una mezcla de tristeza y asombro, como si estuviera narrando un cuento oscuro y conmovedor.
La historia de Jungkook resonó en el corazón de Jin y Eunwoo, quienes se vieron envueltos en la pasión y la angustia de su relato. Cada palabra era como un suspiro que se perdía en el aire, dejando una huella imborrable en sus almas.
—De acuerdo, eso me será de ayuda. Sé de dónde era y que tenía un hermano que... ¿Sabes cuál era su nombre? —preguntó Eunwoo, tratando de comprender los hilos que entrelazaban sus destinos. Sus ojos se encontraron con los de Jungkook, compartiendo una complicidad única.
—Min Yeonjun... era su nombre —respondió Jungkook con una voz llena de melancolía, como si aquel nombre evocara memorias que no podían ser olvidadas. La luz de la luna bañó su rostro, destacando las emociones que se reflejaban en su mirada.
—Entiendo, haré todo lo que pueda, Jungkook. No solo en lo que respecta a tus obras, sino en cualquier cosa que sepan acerca de esto, me llaman. ¿Está bien? —dijo Eunwoo, con una promesa silenciosa de apoyar a su Junkook en todo momento. Su voz era suave como una caricia, reconfortando el corazón de Jungkook.
—Eso haremos —asintió Jungkook, con gratitud en sus ojos por el apoyo incondicional de sus compañeros. La camaradería y la lealtad que compartían era más fuerte que cualquier adversidad.
—Pero, Jungkook... ¿Cómo harás con la exposición? ¿Con todo esto en medio podrás hacerlo? —intervino Jin, preocupado por el bienestar emocional de su amigo. Sus manos se entrelazaron, encontrando consuelo y fortaleza en su unión.
—Sí, podré, y debo hacerlo. Esto solo es una gran piedra en el camino, nada que no sea solucionable —respondió Jungkook, con una determinación resplandeciente en su mirada. Su semblante se iluminó con una chispa de esperanza, como si estuviera decidido a enfrentar cualquier obstáculo que se presentara.
—Oye... ¿Estás seguro? Te vi como te pusiste al ver a esa mujer sangrar y... —Jin se detuvo, preocupado por despertar viejos demonios en Jungkook. Sus ojos reflejaban una mezcla de aprehensión y cariño.
—¡Puedo con esto, Jin! Es solo que hace años evito la sangre humana. Yo no soy como ustedes que pueden controlarlo, no tengo la misma fuerza, mi corazón late a un ritmo más lento, podría decir que no tengo pulso inclusive, necesito tomar café para mantener mi cuerpo cálido porque sino sería frío al igual que un muerto, pero de todas formas debo interferir en los planes de estas personas, Yoongi y yo sabemos lo que es estar ahí y... pese a que esa criatura parecía un monstruo, antes solía ser una persona como nosotros, solo que no resistió a los experimentos —expresó Jungkook, con la pasión de un alma atormentada pero decidida a luchar por lo que cree correcto. Cada palabra era como un eco de su corazón, latiendo con fuerza.
—Vaya... tendrás que contarme más sobre eso, amigo, por supuesto no querría revolver cosas del pasado para ti —dijo Eunwoo, mostrando su comprensión y apoyo inquebrantable a Jungkook. Sus ojos eran cálidos y reconfortantes, como un faro en medio de la tormenta.
—Está bien, Eunwoo, de todas formas, esto es algo que forma parte de la creación vampírica, así que te pondré al día respecto a eso en otro momento —respondió Jungkook, una sonrisa fugaz iluminó su rostro, recordándoles que juntos podían enfrentar cualquier desafío.
—Entonces... realmente no estoy seguro si pueda cuidar a Namjoon yo solo —susurró Jin, con una pizca de inseguridad en su voz. La luna brillaba con suavidad sobre ellos, como si quisiera darles el valor para enfrentar lo desconocido.
—¿Como? ¡Por supuesto que puedes! Jin, tú fuiste quien me trajo a la realidad de nuevo, de no haber sido por ti, probablemente me hubiera unido a ese vampiro desconocido a tomar de la sangre de esa pobre chica y... no quiero ni siquiera imaginármelo... no podría suceder otra vez —replicó Jungkook, sus ojos expresando gratitud y confianza en Jin. La brisa nocturna acariciaba sus rostros, como una caricia reconfortante.
—Hey, eso no pasará, Jungkook —respondió Jin con firmeza, su voz llevaba la promesa de protección y apoyo incondicional.
Fue entonces que, abruptamente, la mujer atacada despertó, agitada por completo y con el miedo arrastrándose en sus venas. Sus ojos brillaron con un destello de terror, buscando respuestas en el rostro de aquellos extraños que la rodeaban.
—¡¿Qué está pasando?! ¡¿Qué demonios era esa cosa?! —exclamó la mujer, su voz temblorosa reflejando el horror que había presenciado. Jungkook le dirigió una mirada a Jin, quien entendió enseguida y se acercó lentamente hacia ella, sentándose a su lado.
—Hey hey, tranquila, estás a salvo con nosotros, solo sigue el sonido de mi voz —susurró Jin con dulzura, como un consuelo en medio de la oscuridad. La mirada de la mujer se encontró con la suya, y como por arte de magia, pareció encontrar calma en aquellos ojos comprensivos.
—Te escucho...
Jungkook podría hacer lo mismo, pero no con la misma eficacia que Jin. Él no tenía el don de la hipnosis, por lo que era mejor que Jin se encargara de guiarla hacia la paz. La capacidad de Jin para calmar a las personas siempre había sido un misterio para Jungkook, y aunque sabía que era gracias al virus que llevaban en su sangre, seguía asombrándose ante esa habilidad.
—Eso es... ¿Cuál es tu nombre, cariño? —preguntó Jin con ternura, tratando de establecer un vínculo de confianza con la joven llamada Sooyoung. Sus palabras eran como una suave caricia, disipando el miedo que la envolvía.
—S-sooyoung —respondió la mujer con voz temblorosa, como si pronunciar su nombre fuera un acto de valentía.
—De acuerdo, Sooyoung, relájate, nada de lo que pasó lo recordarás, ibas camino a tu casa y te encontraste conmigo, Seokjin y mi amigo Jungkook antes de que desmayaras debido a que no te sientes bien —dijo Jin con voz calmada, como un guía en medio de la oscuridad. Sus ojos brillaban con una intensidad tranquilizadora.
—Wow ¿Por qué mi cabeza duele tanto? Realmente les agradezco mucho, de no haber sido por ustedes me habría quedado desmayada en la calle —comentó Sooyoung, mientras sostenía su cabeza con una leve expresión de dolor.
—Por supuesto... ¿Quieres algo de agua? —ofreció Jin, con una amabilidad sincera.
Jin se acercó hacia Jungkook, que ahora se encontraba en la cocina, sirviendo el vaso de agua que Sooyoung había pedido. Los destellos de la luz de la luna se filtraban por la ventana.
—La llevaré a su casa, parece que ya no recuerda lo que sucedió, así que es mejor que llegue sana... puede que alguien esté esperando por ella —dijo Jin, con una voz cálida y comprensiva. Su mirada se cruzó con la de Jungkook, compartiendo una conexión que trascendía las palabras.
—Estoy de acuerdo en eso, yo iré a mi casa también. Espero que Eunwoo se haya llevado el cuerpo de ese vampiro de forma sigilosa... en fin, nos vemos mañana, Jin, no dudes en llamar en cuanto la veas entrar a su casa —respondió Jungkook, agradecido por el apoyo y preocupación de su amigo. Una brisa suave acarició sus rostros, como una caricia reconfortante.
—Eso haré —afirmó Jin, con una sonrisa serena. La amistad entre ambos era una fortaleza que los sostenía en tiempos difíciles.
Jungkook se despidió de Sooyoung, deseándole una pronta recuperación. Mientras veía cómo ella abandonaba la casa, alzó la cabeza para contemplar el cielo nublado. Del firmamento caían pequeños copos de nieve, como lágrimas del universo que caían lentamente sobre la tierra. Sus ojos, que habían presenciado tantas tragedias, buscaron en ese cielo encapotado la luz de su estrella. Era su faro en medio de la oscuridad, su guía constante en los momentos más oscuros de su vida.
Con paciencia y determinación, Jungkook intentó encontrar su estrella, como si ese destello en medio de la negrura pudiera disipar los recuerdos que habían sido desenterrados por la presencia de la criatura vampírica. Aquellos recuerdos eran como fantasmas del pasado, siempre acechando en las sombras de su mente.
Cada uno de esos recuerdos era un eco doloroso en su corazón, aunque ya no latieran con la intensidad de antaño. Sin embargo, entre el tumulto de memorias traumáticas, resonaban las palabras de alguien especial: "Encuentra esa mariposa de alas azules por mí, promételo". Era una promesa que se había convertido en su ancla en este mundo turbulento.
Una vez que llegó a su hogar, recibió una llamada de Jin, quien le informó que Sooyoung estaba a salvo en su casa y que él también había regresado. Jungkook agradeció la noticia y contestó algunos mensajes de Jimin. La espera de volver a ver a Jimin era su consuelo, una luz brillante que disipaba las sombras del pasado y llenaba su vida de esperanza.
Los días transcurrían con la monotonía de alguien que lucha por encontrar la fortaleza interior para seguir adelante. Jungkook se aferraba a la promesa de encontrar la mariposa de alas azules, una promesa que había adquirido un significado más profundo en su vida. En las noches, cuando el mundo estaba envuelto en silencio, la luz de su estrella seguía brillando en lo alto, y los mensajes de Jimin eran su anclaje a la realidad, un recordatorio de que no estaba solo en su lucha contra los demonios del pasado.
Jimin abrió sus ojos al escuchar el suave sonido de su celular. Una llamada esperaba por él. Rascó sus ojos y tomó su celular entre sus manos, sobresaltándose al instante al darse cuenta de que se trataba de una llamada de Jungkook. El brillo tímido de la luz del día filtrándose por las cortinas creaba una atmósfera íntima y misteriosa en su habitación.
—¡Hola, Jungkook! Buenos días —saludó Jimin con voz suave y amable, recibiendo el llamado con alegría. Cada palabra que intercambiaban parecía traer consigo una conexión única entre ellos.
—Buenos días, Jimin. Lamento llamarte tan temprano —dijo Jungkook, con una leve disculpa en su voz. La preocupación por no ser una molestia se entretejía en su tono.
—¡No es un problema, no te preocupes! Ya estaba despierto en realidad... —respondió Jimin, quizás si estaba mintiendo pero trataba de transmitir calma y comprensión. Su voz era como un bálsamo tranquilizador en medio de la incertidumbre de la madrugada.
—De acuerdo... siendo honesto, no te he llamado debido a las pinturas que debo hacer contigo, sino que... creo que necesito hablar con alguien y... no se a quien llamar realmente. —expresó Jungkook con sinceridad, revelando una vulnerabilidad en sus palabras. El peso de sus pensamientos parecía reflejarse en el silencio de la mañana.
—¿Y yo soy la mejor opción? —preguntó Jimin, mostrando que estaba dispuesto a ser ese alguien con quien Jungkook podía contar. El lazo especial que compartían era un refugio en momentos de necesidad.
—Pues ¿No es con Park Jimin con quien estoy hablando? —respondió Jungkook con una pizca de humor, reconociendo la cercanía y complicidad que compartían. A pesar de las sombras que los rodeaban, encontraban consuelo en la presencia del otro.
—Sí, no marcaste ningún número incorrecto. De acuerdo, Jungkook, entiendo que necesitas hablar —afirmó Jimin, asintiendo en la penumbra.
—No es necesario que sea en persona, no me gustaría molestarte, Jimin. —dijo Jungkook, preocupado por no ser una carga para Jimin. Sus palabras reflejaban la valentía de quien se abre sin reservas.
—¡Ya deja de decir eso! En media hora estaré en la cafetería que nos vimos el otro día y podremos hablar ahí de lo que quieras mientras desayunamos algo. ¿Te parece bien? —propuso Jimin con una determinación amistosa, ofreciéndose como el soporte que Jungkook necesitaba.
—De acuerdo, Jimin, y... gracias. —agradeció Jungkook, sintiendo el apoyo incondicional de Jimin. Sus palabras eran un lazo de confianza tejido con afecto.
—Nada que tengas que agradecerme, Jungkook. Al fin y al cabo, ¿no estamos conociéndonos también? —respondió Jimin, recordando cómo su amistad había crecido y florecido con el tiempo. La luna parecía brillar más intensamente ante la certeza de su compañía.
—¡Correcto! Entonces te veré ahí, Jimin.
—Te veo en media hora, Jungkook —dijo Jimin, despidiéndose con entusiasmo y una promesa de esperanza en el aire.
Jimin comenzó su día cambiando de ropa, dejando atrás la vestimenta de la noche anterior. Observó a través de la ventana de su habitación el cielo nublado que parecía haberse adueñado de la temporada invernal. La persistente capa de nubes se interponía entre los rayos del sol y la tierra, difuminando la luz. Era como si el gris del cielo reflejara la melancolía que Jungkook llevaba consigo.
Descendió al comedor donde Taehyung desayunaba con tranquilidad. Jimin notó que las dos piernas de Taehyung descansaban sobre el asiento de la silla, y este estaba absorto en las noticias que se transmitían en el canal de televisión. Sin previo aviso, Jimin tomó una de las almohadas y la arrojó hacia Taehyung.
—¡Oye! ¿Por qué no me despertaste? —se quejó Jimin al arrojar ágilmente el almohadón,
Taehyung lo atrapó aunque con la consecuencia involuntaria de hacer caer la galleta con mermelada que tenía en la mano.
—¡Lo hice, pero me ignoraste tantas veces que me cansé! Así que decidí desayunar en compañía de las noticias —respondió Taehyung con una sonrisa, lanzando nuevamente el almohadón hacia Jimin.
En ese momento, la noticia que compartían los periodistas captó la atención de ambos. Se trataba de Jeon Nabi, quien pronto tendría una exposición de arte. El anuncio generó intriga no solo entre los fanáticos de su obra, sino especialmente entre las admiradoras que anhelaban ver al apuesto artista una vez más. Jimin acomodó la almohada en el sofá y prestó atención a lo que la periodista tenía que decir sobre el talentoso pintor.
Múltiples fanáticos en redes están a la expectativa de lo que el artista pueda traer en su próxima exposición, tanto es el nivel de ansias que muchos de ellos mostraron decepción al ver que Nabi se toma tanto tiempo para realizar sus trabajos y terminan por dejar de esperar y dejar de ser fanáticos ¿Cuánto tiempo le llevará esta vez?
—Oye, pero eso no es justo. Se supone que si son fanáticos de sus obras deberían saber que también es una persona y que tiene una vida por vivir —protestó Jimin, mostrando su empatía hacia Jungkook.
Taehyung asintió con comprensión. —En su mayoría, pero no todos. La gente no ve a los artistas de esa manera, Jimin. Olvidan que son humanos por completo. ¿Recuerdas cuántas veces tuvimos que hacer dietas para que en las obras fuéramos bien recibidos por la audiencia?
—Bastantes...
Taehyung continuó, recordándole a Jimin la realidad que habían enfrentado como artistas. —Por eso, es mejor que Nabi vea a las personas que sabes que realmente lo valoran y saben esperar. Además, hacer obras al nivel de él no es nada sencillo.
Jimin se encontraba expectante, consciente de que este encuentro en la acogedora cafetería podría ser una oportunidad para brindar apoyo a Jungkook, tal como él había recibido en innumerables ocasiones. Sabía que Jungkook podía estar pasando por momentos difíciles y esperaba que su presencia pudiera hacer una diferencia en el día nublado de Jungkook.
Después de despedirse de Taehyung y prepararse mentalmente para el encuentro, Jimin se encaminó hacia la cafetería. Cuando llegó, observó a Jungkook sentado en una de las mesas junto a la ventana, con esa característica mirada perdida que había notado antes. Sus ojos, profundos como el océano en calma, parecían esconder un mundo de pensamientos y emociones.
Jimin ingresó a la cafetería, y al acercarse a Jungkook, notó la tristeza en su mirada, pero también una chispa de esperanza al verlo. Jungkook le pidió que no lo tratara de manera formal, sino que lo viera como alguien en quien podía confiar, como alguien que estaba dispuesto a escucharlo y entenderlo.
—Jimin, has venido... En serio, estoy agradecido de que estés aquí —dijo Jungkook con sinceridad, su voz cálida como un rayo de sol que rompe las nubes.
—Sonaba como si necesitaras a alguien, así que no podía simplemente ignorarlo. Además, gracias por pedir el desayuno —respondió Jimin, mostrando su preocupación y gratitud al mismo tiempo. — ¿De que necesitas hablar, Jungkook? O... tan solo suelta lo que necesites.
Jungkook observo a Jimin mientras comía su desayuno, pensando en que palabras emplear sin necesidad de tener que contar lo que había vivido la noche anterior o, sin más, los recuerdos de su pasado que estaban ahora en su mente y no desaparecían.
—¿Jimin, alguna vez has sentido que por mucho que intentes huir de experiencias del pasado que prefieres olvidar, estas parecen volver a ti como si fueran monstruos que se aferraran a ti sin tregua en la vida?
Las nubes teñía el cielo de tonos fríos mientras Jungkook dirigía su mirada hacia el horizonte. Sus cabellos azulados danzaban suavemente al compás de la brisa pues a su lado había una ventana semiabierta, mientras su expresión denotaba una melancolía profunda. Jimin permanecía frente a él, observándolo con una comprensión silenciosa que hablaba más allá de las palabras.
—Más veces de las que me gustaría admitirlo, Jungkook. —Jimin suspiró, los recuerdos parecían pesarle como si fueran cadenas invisibles. Pero, sin importar cuánto lo intentemos, ese pasado siempre nos perseguira de algun modo. No podemos cambiar lo que ocurrió, pero podemos dar forma a nuestro presente y futuro, lo que pasó ya pasó, sea algo bueno o malo, es imposible borrarlo.
Jungkook asentía, sus ojos llenos de empatía y cariño. Era un gesto sutil, pero decía más de lo que las palabras jamás podrían expresar.
Una sonrisa tierna y reconfortante se formó en los labios de Jungkook al sentir el cálido roce de la mano de Jimin sobre la suya. Era como un pacto silencioso, una promesa tácita de que siempre estarían allí el uno para el otro, incluso en los momentos más oscuros.
—Lo sé, es solo que... no suelo sentirme tan vulnerable.
—En algún momento, todos podemos permitirnos sentirnos así. Tú eres un artista con una historia que merece ser contada, pero también eres una persona, Jungkook. Y está bien sentirte vulnerable, eso no te hace débil.
Jungkook escuchaba atentamente, sus ojos no dejaban de explorar el rostro de Jimin, como si cada mirada fuera una puerta hacia los sentimientos más profundos de su alma.
El canto distante de un pájaro se mezclaba con el murmullo del viento en los árboles. Jimin inspiró profundamente, sus ojos encontraron los de Jungkook en busca de consuelo y entendimiento. Había algo en la forma en que Jungkook lo miraba que le transmitía seguridad, como si estuviera viendo más allá de sus palabras.
—Hay algo que quisiera mostrarle. —Dijo Jimin tomándole la mano a Jungkook y guiándolo hacia la salida de la cafetería.
Jungkook no entendía como una mano tan pequeña como la de Jimin podía guiarlo entre toda esa gente con absoluta confianza, su mirada se detenía en su desicion y entonces, decidió seguirlo.
Fue entonces que, llegaron a la academia de danza frente al teatro donde Jungkook había visto la obra donde Jimin es participe, a todo esto entonces pregunta:
—¿Qué es lo que quiere mostrame, Jimin?
—Este lugar para mí tiene mucho significado, es la academia a la que empecé a venir luego de mudarme a Seúl, luego de que peleara con mi padre mi madre y yo decidimos venir aquí en busca de oportunidades, pero luego, las oportunidades parecían imposibles, mi abuelo falleció años después de mudarnos y por ende, mi madre tuvo que volver a Busan pero, no pudo volver a Seúl de nuevo, pero si me trajo a alguien que me hizo feliz, a mi mejor amigo Taehyung. —Contaba Jimin luego de que ambos entraran al amplio lugar, Jimin estaba hacia adelante para que Jungkook siguiera sus pasos en el amplio lugar.
—¿Y tu pudiste ir al funeral, Jimin?
—No realmente, mi padre no quiso que estuviera ahí así que no pude despedir a mi abuelo, mamá me dijo que mi padre había dicho que no quería a un maricon en el funeral de su difunto padre, y lo más triste es que mamá no sabía de esto hasta que llegó a Busan, ella solo iba a ir para visitar a una amiga.
—Pero como... ¿Cómo podría prohibirte ver a tu propio abuelo?
—Desde que mi padre supo de mi sexualidad me vi obligado a tomar distancia de él, pero los lazos estaban tan rotos que tuve que irme de Busan junto con mi madre, cuando el abuelo falleció y ella no pudo volver debido a que no tenia dinero yo solía refugiarme aquí. —Jimin detuvo sus pasos y con su mano, señaló el retrato frente a él —Pero más en especifico me sentaba a observar esa pintura.
Una pintura que Jungkook había hecho pública hace unos ocho años aproximadamente, el la había titulado como "La joven danzante en busca de sus alas", la pintura mostraba a través de trazos de óleo a una bailarina con un vestido blanco y zapatillas de ballet del mismo tono, bailando siguiendo a una mariposa de color azul. Jungkook no había podido evitar sentir sorpresa, puesto que ese había sido un retrato que realmente había hecho hace siglos y había decidido publicarlo cuando ya se había quedado sin ideas.
—Siempre pensé que algún día podría ser como ella, bailar hacia mi mariposa azul y encontrar las alas que me permitieran ser feliz y encontrarme a mi mismo... no podría borrar el pasado, tampoco que en el presente mi padre me acepte por como soy... ahora permitame preguntarle, Jungkook ¿Ha pensado en buscar a su mariposa azul?
En ese momento, Jungkook sintió que su corazón no latente había sido capaz de latir desesperadamente como si estuviera corriendo una maratón, el deja vu que sintió fue tan grande que incluso sintió que su mente estaba paralizada, sin poder gesticular una palabra más que observar a Jimin —sin que el lo supiera— con su mirada cargada de un brillo intenso.
—No lo había pensado de ese modo, pero espero algún día poder encontrarla, Jimin, gracias por contarme esto. —Agradeció acercándose hacia el mencionado y tomando su mano derecha con cariño, ambas miradas se encontraron al instante, frente a aquel retrato sentimientos intensos se escribían en el aire, sentimientos que ellos podían percibir sin necesidad de utilizar palabra alguna para expresarlos, ellos sabían que estaban ahí.
¿Podría ser que, en medio de los siglos que habían pasado desde que la humanidad abandonó su ser, aún quedara una chispa de esa sentimientos en él? ¿Y que esa chispa, ese rincón escondido en su ser, era la razón por la que sus miradas se encontraban, como dos almas afines que habían encontrado un punto de conexión en el vasto universo?
Pero, la burbuja de sentimientos se vio interrumpida debido al teléfono de Jungkook sonando, más encima era un mensaje no una llamada, pero se trataba de Eunwoo pidiéndole que Jungkook fuera a su propia casa, pues lo estaba esperando ahí.
—Agh, lo siento Jimin debo irme, ya sabes cosas del trabajo...
—¡Está bien, Jungkook! Yo tampoco podía quedarme mucho tiempo.
—Eso no quita que te acompañaré hasta tu casa.
—Me parece una idea estupenda.
Ambos salieron de la academia y se dirigieron al hogar de Jimin, luchando contra el impulso de no tomar la mano del otro durante todo el camino.
Jungkook no se fue del lugar hasta ver a Jimin entrando a la casa, posteriormente comenzó a dirigirse a la suya mientras marcaba a Eunwoo para llamarlo.
—¡Jungkook! ¿Dónde demonios estás?
—Te dije que estaba llevando a Jimin a su casa, en un abrir y cerrar de ojos estaré ahí, soy vampiro no lo olvides.
—¡Sí yo también estúpido pero tu demoras una eternidad en hacer las cosas!
—No demoro, solo me gusta tomarme el tiempo necesario para hacerlas.
—Aghhhh
—Espera
—¿Qué ocurr-
—Creí haber escuchado algo, espera un momento.
Jungkook se sucumbió ante el extraño sonido que había escuchando entre los quejidos de Eunwoo, fue entonces cuando más adelante el aroma a sangre aumentaba, el mismo fue como un golpe directo hacia su rostro, tanto que necesito taparse su nariz para intentar no sentirlo.
Pero una vez ahí, una mujer que se tambaleaba se abrazo a él con fuerzas, sosteniéndose del abrigo largo que traía Jungkook.
—¡P-por favor! ¡A-ayudeme!—Rogó la mujer con las pocas fuerzas que tenía, los latidos de esta eran acelerados, Jungkook podía oír como la sangre fluía en sus venas, veía como la sangre de esta estaba en sus manos y abrigo, todo estaba nublado para él, nada parecía ser correcto o incorrecto, mucho menos cuando sus colmillos empezaron a salir a flote y su sed de sangre emergió.
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