🍷𝟕🍷
Pov Jungkook
—Chicos, les presento a Jimin. Él vino en búsqueda de respuestas a nosotros, por lo que espero que lo reciban de la mejor forma. —Jackson dejó a Jimin con los demás y me guió hacia la cabaña nuevamente.
Mientras cruzábamos la puerta, mis pensamientos se agolpaban uno tras otro. Todo estaba sucediendo demasiado rápido: los asesinatos en Gyeonggi, diseñados para incriminarnos; la repentina llegada de Jimin, un lobo puro que ni siquiera sabía que lo era.
¿Tendría algo que ver con los asesinatos? Una pequeña chispa de duda encendía mi mente, pero la descarté de inmediato. No podía ser. Eso lo sabía con certeza, incluso si las teorías algo disparatadas de Namjoon intentaban plantar una semilla de sospecha.
Afortunadamente, nuestro manager no había tenido problema en mover las fechas restantes de la gira para que finalizara en Gyeonggi. Una decisión que, aunque "casual", era justo lo que necesitábamos.
La gira era nuestra excusa perfecta para investigar. Porque, de no ser así, ¿quién habría sido capaz de orquestar un plan tan meticuloso para inculpar a los vampiros de crímenes que claramente no cometimos?
Por supuesto, los lobos habían sido nuestros principales sospechosos al principio. La vieja rivalidad entre nuestras razas, cargada de siglos de desconfianza, hacía que cualquier conflicto entre nosotros pareciera plausible. Sin embargo, esa enemistad pertenecía al pasado. Habíamos superado las hostilidades hacía ya mucho tiempo.
Hoy en día, los vínculos entre vampiros y lobos no solo eran comunes, sino que a menudo eran fuertes, ya fuera en forma de amistad o algo más íntimo. Y aun así, las heridas del pasado nunca desaparecían del todo. Solo hacía falta un malentendido para encender una chispa que amenazara con desatar un nuevo enfrentamiento.
Pero claro, esa es una historia para otro momento.
De momento, Jimin se había convertido en una incógnita más en esta maraña de eventos. Una pieza que quizás no encajaba en el rompecabezas, pero que no podía ignorar. La pregunta seguía rondando mi mente: ¿qué papel tendría él en todo esto?
—Jackson, realmente vine también para confirmar mis sospechas, pero estoy seguro de que todos lo percibieron. Ese aroma, tan invasivo que casi es imposible ignorar... es un hombre lobo puro, ¿no es así?
Jackson suspiró profundamente antes de responder, su postura rígida apenas lograba disimular la inquietud que yo ya había detectado.
—De eso que no te queden dudas, Jungkook. Sí, es un puro, pero sabes del riesgo que corremos todos, incluyéndote a ti, ¿no es así?
Había una vacilación en su tono, un ligero temblor que delataba su nerviosismo. Ese miedo velado no era propio de un verdadero líder, y era algo que no podía pasar desapercibido para mí.
—¿A qué quieres llegar, Wang?
—¡Es como tú, idiota! —exclamó con exasperación, cruzándose de brazos—. Un puro siempre es más fuerte que los transformados, y tú lo sabes mejor que nadie. Es capaz de adquirir técnicas que ningún alfa puede poseer y...
Se quedó en silencio de repente, clavando la mirada en el suelo como si buscara las palabras correctas. A pesar de su actitud firme, la indecisión lo carcomía, lo que solo servía para alimentar mi frustración.
—Ya... en palabras simples y cortas, ¿no planeas ayudarlo?
—Jungkook... sabes que n-
—Perfecto, entonc—
Un rugido ensordecedor resonó en el aire, interrumpiendo mis palabras. Instintivamente, ambos nos giramos hacia la dirección del sonido. Sin pensarlo dos veces, corrimos hacia el patio trasero.
La escena ante mis ojos era caótica. No reconocía al chico que había dejado momentos antes. El aura de Jimin era completamente diferente; parecía otra persona. Su transformación, aunque incompleta, lo hacía ver amenazante. Sin embargo, en esos ojos cargados de ira descontrolada, encontré algo extrañamente familiar.
Me recordaba a mí.
Quizás no en apariencia, pero sí en esencia. Jimin era un lobo y yo un híbrido, pero ninguno de los dos había elegido esta vida. Ambos habíamos nacido con estas maldiciones, arrastrados a un destino que jamás pedimos.
Jackson no se movía, paralizado ante la escena. Sin perder tiempo, decidí intervenir.
—¡Jimin! ¡Detente!
Corrí hacia él, mis pasos rápidos resonando en el suelo. Pero Jimin estaba demasiado perdido en su rabia como para escucharme. Antes de que pudiera atacar a Taemin, coloqué mis manos sobre sus hombros, ejerciendo la presión justa para detenerlo sin herirlo.
—Jimin... cálmate, no conseguirás nada peleando con él.
Sentí su cuerpo tensarse bajo mis manos mientras intentaba liberarse. Con paciencia, moví mi mano derecha hacia su rostro, acariciando su mejilla con mi pulgar. No había otra opción; necesitaba llegar a él de una manera que las palabras no podían.
Nuestros ojos se encontraron, y por un instante, el tiempo pareció detenerse. Poco a poco, el ardiente ojo morado de Jimin comenzó a apagarse, volviendo a su color oscuro. Sus hombros se relajaron y, de repente, lágrimas comenzaron a llenar sus ojos. Algo dentro de mí se rompió al verlo así.
—Hey... estoy aquí, todo estará bien.
Jimin hundió su rostro en mi hombro, dejando que sus lágrimas empaparan mi camisa. Lo sostuve con firmeza, pero con delicadeza, dándole el consuelo que claramente necesitaba.
—Esto es de lo que te hablaba recién, Jungkook. Me temo que deberás hacerte cargo tú, hermano. Esto va más allá de lo que yo pueda hacer. Debo pensar en mi manada, e hirió a uno de los míos. —La voz de Jackson era solemne, pero en su tono había un rastro de reproche.
Toda la manada observaba a su alfa con expresiones de descontento. Podía sentir las quejas en sus miradas, aunque ninguno se atreviera a verbalizarlas.
—¡De mi parte no hablen, yo para cualquier cosa que Jimin necesite estoy dispuesto a ayudar! —intervino Wooyoung, aunque se escondía ligeramente detrás de San, una reacción típica de los lobos que encuentran a su pareja.
—Cállate, doble cara. —respondió Baekhyun, con un tono que eliminó cualquier rastro de mi buen humor.
Suspiré profundamente, dándole unas suaves palmadas en la espalda a Jimin para indicarle que era momento de irnos.
—Deberíamos irnos. No pretendíamos molestar a tu manada, Wang. De todas formas, gracias por la ayuda... pero nunca te olvides de mis palabras: vale más tener una cicatriz por ser valiente que una piel intacta por ser un cobarde.
No miré atrás mientras salíamos de allí. Tenía suficiente con el peso de Jimin apoyado en mí y las emociones que amenazaban con desbordarse en mi interior.
El trayecto al hotel estuvo marcado por un silencio incómodo. Jimin no había dicho ni una palabra desde que salimos de la cabaña, pero su lenguaje corporal hablaba por sí solo: hombros tensos, pasos pesados y la forma en que cerró la puerta de su habitación al llegar fue suficiente para confirmar que estaba molesto, quizás herido.
En la sala, los chicos me miraron con evidente curiosidad y preocupación. Sabían que algo había salido mal, y no pasó mucho tiempo antes de que Yoongi rompiera el silencio.
—¿Jungkook? ¿Qué ocurrió? —preguntó, levantándose de su asiento con una expresión inquisitiva.
—La manada lo rechazó —respondí, dejando caer mi cuerpo en el sofá, agotado tanto física como mentalmente—. Le temen porque es un puro, así que no me queda de otra que ayudarlo yo mismo.
Yoongi asintió lentamente, procesando mis palabras. Sin embargo, fue Taehyung quien tomó la palabra, su entusiasmo habitual iluminando la sala.
—Pero si es un puro... ¿No se supone que en lugar de entrar a la manada podría desafiar al líder y convertirse en alfa? —preguntó, inclinándose ligeramente hacia adelante, completamente absorto en el tema. Sus conocimientos sobre el folclore licántropo siempre encontraban una forma de colarse en cualquier conversación.
—Es capaz, pero si no puede controlarse, no. Incluso atacó a Taemin.
Se hizo un silencio incómodo que solo duró unos segundos antes de que Taehyung soltara la primera carcajada. Fue tan inesperada que me tomó por sorpresa, pero no pude evitar seguirle el juego. Yoongi se unió poco después, y lo que comenzó como un comentario serio se convirtió en una cadena de risas.
Era inevitable. Taemin era el tipo de persona que lograba irritar a cualquiera con su actitud provocadora. Era casi como si buscara a propósito el conflicto donde no lo había.
Sin embargo, la atmósfera relajada no duró mucho. Desde la puerta de su habitación, Namjoon nos observaba con los brazos cruzados, y Yugyeom, nuestro manager, permanecía junto a él con una expresión mucho más neutral.
—¡Te dije que no debías traerlo con nosotros! —exclamó Namjoon, su tono cargado de reproche—. Es peligroso, Jungkook. De por sí, ya lidiamos con los crímenes. Está claro que la manada de Wang no tiene nada que ver en esto, pero ahora tenemos a un cachorro que no sabe absolutamente nada acerca de su propia naturaleza. Todos tenemos un pasado oscuro, y él no es la excepción. ¿Realmente no se les hace raro que un puro aparezca así de la nada?
Cerré los ojos, conteniendo mi frustración. No era la primera vez que Namjoon cuestionaba mis decisiones, pero esta vez parecía especialmente empeñado en hacerlo.
—Namjoon... ¿Lo has pensado detenidamente por solo un segundo?
—Sí, lo hice, Jungkook, y-
—No, no lo hiciste. Porque si de verdad lo hubieras hecho, no te pondrías así.
Me levanté del sofá y me dirigí hacia el sótano, tratando de poner algo de distancia entre nosotros antes de que la conversación se convirtiera en una pelea abierta. Sabía que Namjoon no hablaba solo desde la desconfianza; había algo más, algo que lo impulsaba a ser tan reacio con Jimin.
—Entonces hazlo —dijo detrás de mí, su voz resonando con una mezcla de desafío y advertencia—. Encadénalo esta noche y luego dime si me equivoco en mis palabras. Si es así, te pediré disculpas como corresponde... pero si no, seré yo quien me ocupe de convertirte en puré de murciélago si ese cachorro llega a lastimar a cualquiera de nosotros, incluyéndote a ti.
Me detuve un instante antes de continuar mi camino. No valía la pena discutir más con él. Sus palabras, aunque duras, tenían algo de verdad. Si Jimin no lograba controlarse, el riesgo sería demasiado grande.
Mientras caminaba hacia el sótano, sintiendo el peso de las palabras de Namjoon en mi mente, una mano firme se posó sobre mi hombro. Me giré rápidamente, preparado para cualquier cosa, pero me encontré con Yugyeom y Taehyung. Sus expresiones eran una mezcla de preocupación y algo más difícil de leer.
—¿Qué ocurre, Yugyeom? —pregunté, intentando mantener la calma.
—No solo te digo esto como el manager de ustedes, sino desde mi postura como amigo desde hace siglos —comenzó, con una seriedad que rara vez mostraba—. Mejor que nadie sabes lo difícil que fue para mí adaptarme a la vida vampírica, y sin tu ayuda, no sé qué sería de mí hoy. Es por eso que te digo esto: en el sótano encontrarás unas cadenas resistentes. Si pudiste lidiar conmigo en mis peores días, también podrás con él.
Asentí lentamente, sus palabras resonaban en mí. Recordaba claramente el caos que fue Yugyeom durante sus primeros años como vampiro, y aunque su caso era diferente al de Jimin, había algo reconfortante en saber que él confiaba en mí.
—Taehyung me contó algunas cosas, y hace una hora llegué y encontré a Namjoon hablando como un desesperado sobre este joven Jimin. Te juro que parecía realmente asustado.
—De todos los de aquí, pensé que estarías de acuerdo con Namjoon —admití, cruzándome de brazos.
Yugyeom soltó un suspiro antes de responder:
—Jungkook, sabes lo difícil que es para él hablar de lobos, especialmente tratándose de un puro. Intenta ponerte en su lugar por un momento. No digo que sus actitudes hacia Jimin sean correctas, pero... hay cosas que no debes olvidar.
Sus palabras calaron hondo. A veces, en mi esfuerzo por proteger a Jimin, olvidaba las cicatrices que el pasado había dejado en los demás. Yugyeom me dio unas palmadas en la espalda antes de marcharse, dejándome a solas con Taehyung.
—¿Y tú, Tae? ¿Qué quieres decirme?
—Y-yo... quiero ayudarlo. —Su voz era suave, pero había una determinación en ella que no podía ignorar.
Lo observé detenidamente, intentando discernir si realmente estaba listo para lo que implicaba involucrarse en esto. Sus ojos me devolvieron una mirada firme, aunque nerviosa.
—Si no lo harás a un lado, si estarás con él y luego lo abandonarás... no hagas esto, ¿de acuerdo?
—No pretendo hacer nada de eso... pero, Jungkook, ¿puedo preguntarte algo?
—¿Qué ocurre?
—¿Qué es lo que te atrae tanto de él? Es decir, es un lobo. Sé que la diferencia entre razas ya no es un tabú como lo era hace siglos, pero... podrías haber dejado que se arreglara por su cuenta.
Lo miré por un momento, dejando que sus palabras se asentaran en mi mente. Una leve sonrisa se dibujó en mis labios antes de responder.
—Quizás porque entiendo lo que es estar atrapado entre dos mundos, Taehyung. —Sus ojos se abrieron ligeramente, captando de inmediato el significado detrás de mis palabras—. Jimin no es solo un lobo puro; sigue siendo parte humano también. Eso lo hace diferente, como yo. Él no pidió ser así, pero lo es, y ese tipo de soledad... sé lo que significa.
Taehyung asintió lentamente, sus labios se fruncieron en un gesto pensativo. Parecía procesar lo que había dicho, quizás buscando el significado más profundo detrás de mis palabras.
—Quizás por eso sientes que no puedes dejarlo solo —dijo finalmente, su tono más suave, casi comprensivo.
—Quizás —admití, aunque sabía que era más que eso. Había algo en Jimin, algo que no podía ignorar, algo que despertaba en mí una necesidad de protegerlo, de asegurarme de que no tuviera que enfrentar el caos que yo había vivido solo.
Taehyung no respondió de inmediato, pero su expresión cambió ligeramente, como si mi respuesta le hubiera dado algo en qué pensar. Me giré, dispuesto a continuar mi camino hacia el sótano, pero no pude evitar sentir que, por primera vez, alguien entendía lo que pasaba por mi cabeza.
—¿Es necesario encadenarme cada noche? —Jimin lanzó la pregunta con una mezcla de irritación y resignación. Ajusté las cadenas con firmeza, aplicando la suficiente fuerza para asegurarme de que no escapara durante su transformación. Mis manos trabajaban con precisión, pero no pude evitar una sonrisa mientras respondía.
—Pues las próximas noches sí, no puedes controlar tus transformaciones y... la verdad no me molestaría encadenarte cada noche. —Guiñé un ojo al finalizar mi respuesta. Sabía que ese tipo de comentario solo lo irritaría más, y justo como imaginé, sus ojos me fulminaron mientras tiraba inútilmente de las cadenas. Me reí, incapaz de ocultar lo que en verdad pensaba: Park Jimin, con todas sus barreras y su actitud a la defensiva, seguía pareciendo un cachorro perdido y tierno.
—¿En serio? Mira... no tengo problema con que debas hacerte cargo tú de mi cuidado pero... ¡Haz tus comentarios con doble sentido en otra ocasión y no ahora! —Su tono era una mezcla de indignación y algo más, algo que casi podía confundirse con vergüenza.
—Nunca es mal momento para uno, Park —respondí despreocupado, aunque mi mente no podía dejar de analizarlo. Cuando entré a la habitación y lo vi, con esa mirada perdida y su cuerpo tenso como si esperara el golpe de algo que no comprendía, sentí un pinchazo de empatía. Por fuera intentaba ser fuerte, pero por dentro... sabía que estaba aterrorizado.
Un día era un chico que creía que la fuerza venía del entrenamiento o de su salud, y al siguiente, descubre que es una criatura sobrenatural destinada a transformarse bajo la luna llena. Saber que sus acciones durante esas noches podrían escapar de su control lo estaba consumiendo. Tener miedo, en su caso, era lo más humano que podía mostrar.
—¡Nochu! ¡Mochi! —La voz entusiasta de Taehyung interrumpió mis pensamientos.
—¿Mochi? —Jimin soltó un gruñido exasperado, claramente molesto por el apodo, pero esa reacción no hizo más que provocarme risa. No sabía por qué, pero cada vez que intentaba mostrarse enojado o intimidante, terminaba viéndose aún más adorable, como un cachorro confundido en medio de una tormenta.
—Si te quedaras aquí, tendrás un apodo... así que te guste o no te llamaré así. Todos tenemos uno. —La reacción de Jimin fue instantánea: una mezcla de molestia y resignación que me pareció demasiado divertida.
—Jimin... —Mi tono se suavizó mientras me acercaba a él, intentando calmar su creciente frustración—. No debes preocuparte, ¿sí? Él debe quedarse aquí porque no sabemos si eres capaz de transformarte en su totalidad a un lobo o de manera parcial. Necesito refuerzos si es que terminas siendo un lobo completo... con todas las letras de la palabra.
—Como sea. —Su voz sonó cansada, y su cuerpo reflejaba una resignación que no podía ignorar.
Taehyung y yo observábamos cada uno de los movimientos de Jimin con detenimiento. Cualquier cambio, cualquier indicio de que algo estaba por suceder, era registrado por nuestros sentidos.
Finalmente, un crujido repentino resonó en la habitación. Jimin soltó un grito que me puso en alerta de inmediato.
—Chicos... d-de verdad... deben salir de aquí. —Su voz era un ruego desesperado. Mis instintos me gritaban que retrocediera, que lo dejara solo con sus cadenas, pero me negué a moverme. Algo dentro de mí quería verlo, quería presenciar lo que estaba a punto de suceder.
—Jungkook... deberíamos, las cadenas. —La voz de Taehyung reflejaba su preocupación mientras retrocedía hacia las escaleras con rapidez.
—Pero... se supone que son resistentes. ¿Qué demonios ocurre? —Mi mirada seguía fija en Jimin, en la transformación que comenzaba a tomar forma frente a nosotros.
—Deberían irse... ¡AHORA! —La voz de Jimin se tornó grave, rasposa, como si viniera desde lo más profundo de su ser. Un escalofrío recorrió mi columna vertebral, pero mis pies permanecieron anclados al suelo.
Finalmente, comenzó. Sus músculos se tonificaron aún más, como si cada fibra de su cuerpo se fortaleciera de manera antinatural. Sus garras crecieron, afiladas y letales, mientras sus colmillos sobresalían de su mandíbula de manera amenazante. Pero lo que más llamó mi atención fue su ojo izquierdo, ese tono morado brillante que parecía contener un secreto.
No podía apartar la mirada. Incluso mientras sus ropas se desgarraban ligeramente debido a su crecimiento, había algo fascinante, algo hipnótico en su transformación.
—Woah... —El suspiro escapó de mis labios antes de que pudiera detenerlo.
Cuando dejó de luchar contra las cadenas y su respiración se estabilizó, aproveché el momento para acercarme lentamente.
Mis pasos eran cuidadosos, intentando no emitir ningún sonido que pudiera sobresaltar sus sentidos agudizados. Pero entonces, una hoja seca crujió bajo mi pie.
—Jungkook-ah... —Su voz rasposa me llamó, y levantó la cabeza, sus ojos, uno morado y otro oscuro, se clavaron en los míos—. Desátame, por favor.
Su tono tenía un filo peligroso, pero no me moví.
—No sé de qué eres capaz estando desatado, así que mi respuesta es... no. —Intenté sonar seguro, aunque mi corazón latía con fuerza.
—Tiemblas como gelatina —susurró, inclinándose hacia adelante tanto como las cadenas se lo permitían. Sus ojos eran intensos, y por un momento sentí que estaba viendo algo más allá de la superficie de Jimin—. ¿Qué te ocurre? ¿Tienes miedo?
Solté una risa seca y me agaché frente a él, apoyando mis antebrazos en mis rodillas.
—Park, conozco el miedo mejor de lo que tú puedas imaginar. Y lo que menos tengo en este instante es miedo... —Mis palabras eran firmes, pero la cercanía de nuestros rostros, el roce de su aliento contra mi piel, provocaba un extraño calor en mi interior—. ¿Ves que esté escapando de ti, nene?
Sus gruñidos se hicieron más profundos, y por un instante, nuestros labios casi se rozaron. El aire entre nosotros era tenso, cargado de algo que ninguno de los dos parecía dispuesto a nombrar.
Sabía que debía retroceder, pero algo en mí quería permanecer ahí, tan cerca de él.
Nuestros rostros quedaron a centímetros de distancia. Podía escuchar sus gruñidos bajos, casi inaudibles, pero cada uno de ellos vibraba en el aire, cargado de una energía salvaje que se sentía como un desafío directo a mi autocontrol. Sus labios y los míos se rozaban de manera sutil, como si fueran dos imanes a punto de rendirse al magnetismo. El aliento cálido de Jimin chocaba contra mi piel, y pese a que sabía que estaba completamente dominado por la luna llena, no podía evitar pensar que algo en él, en su esencia humana, también quería romper la distancia.
Mis pensamientos eran un torbellino. ¿Qué estaba haciendo? ¿Por qué no me alejaba? Esto no era correcto. Y sin embargo, la intensidad de su mirada, ese ojo morado brillante y amenazante, me mantenía atrapado.
—Las personas con miedo no siempre escapan, Jungkook-ah... —Su voz era grave, casi como un ronroneo peligroso que no podía ignorar—. Suelen quedarse observando en silencio, mientras su mente colapsa por completo y el miedo los bloquea.
El peso de sus palabras me golpeó más fuerte de lo que quería admitir. Jimin bajó la mirada hacia mis labios, y en un acto reflejo, hice lo mismo. Por un instante, parecía que el mundo se detenía a nuestro alrededor, pero sabía que debía alejarme. No podía permitir que esto fuera más allá. No debía hacer algo de lo que me arrepentiría.
Respiré profundamente, obligándome a romper esa conexión invisible que parecía tirar de nosotros.
—Debido a que estás transformado, puedo hacerte preguntas sin que intentes mentirme. Así que si no respondes... ajustaré esas cadenas con más fuerza. ¿Entendido?
Sus ojos se estrecharon ligeramente, su expresión cambió a algo más desafiante.
—¿Y por qué no preguntarme estando en mi forma humana? ¿Por qué así?
—Porque así no eres capaz de mentir. —Mi respuesta fue directa, sin titubeos.
Jimin dejó de tirar de las cadenas, acomodándose en el suelo con un gesto resignado. Sus movimientos eran lentos, casi perezosos, pero no podía evitar notar la tensión que aún permanecía en su cuerpo, como un resorte listo para saltar.
—Está bien, entonces pregunta.
—Okey, Park... —Crucé mis brazos y lo miré con firmeza—. ¿Qué te trajo a Gyeonggi?
Él soltó un suspiro, como si la pregunta lo agotara antes incluso de responder.
—¿No es obvio? Estoy aquí por la misma razón que ustedes. La iglesia y la policía en Busan tienen mucha afinidad. Así que, cuando no pueden resolver un caso, recurren a la iglesia en la que crecí. Me contactaron porque, bueno, las habilidades que siempre tuve... habilidades que ahora sé que son sobrenaturales, solían ser útiles. El padre a cargo de mí durante mi infancia y de la iglesia me envió aquí para investigar y ayudar a la policía a encontrar al asesino.
Sus palabras eran claras y sinceras, pero había algo en su tono que indicaba cansancio, como si cargar con ese deber le resultara una carga más pesada de lo que quería admitir.
—¿Y el nombre completo de este padre es...?
—Lee Jong-suk.
El aire en la habitación cambió al instante. Ese nombre resonó en mi mente como una campana de advertencia, y aunque mi rostro permaneció impasible, algo dentro de mí se tensó.
Me levanté lentamente, alejándome de él, ignorando la sonrisa ladina que apareció en sus labios. Jimin tiró de las cadenas una vez más, no para escapar, sino como si quisiera probar hasta dónde podía empujarme. Pero no podía quedarme más tiempo. La cercanía, su tono, la forma en que me miraba... todo era demasiado.
No era correcto romper la distancia. No cuando él estaba en este estado, completamente influenciado por su lobo interior.
—Te veré mañana, Park... cuando tengas control de nuevo.
Sin mirar atrás, me dirigí hacia las escaleras, el sonido de mis pasos resonando en el sótano. Cada fibra de mi ser sabía que había hecho lo correcto al alejarme, pero el calor en mi pecho y la imagen de sus ojos no me abandonarían tan fácilmente.
Taehyung estaba de pie esperándome al pie de las escaleras. Su postura relajada contrastaba con la tensión que yo sentía recorrer mi cuerpo. Solté un largo suspiro y me pasé una mano por la frente, rascando mi cien con frustración. La semana entrante se realizarían los últimos conciertos, y la sensación de que el tiempo se nos agotaba era como un peso constante en mis hombros.
—Vaya... —Su voz rompió el silencio, pero no había burla en ella, más bien algo curioso.
—No me digas que... ¿Escuchaste? —Pregunté sin mucho ánimo, aunque ya conocía la respuesta.
—El cachorro no parece ser tan cachorro, Jungkook-ah. —Taehyung sonrió de lado, pero luego dejó escapar una risa que imitaba descaradamente el tono ronco de Jimin—. Ten cuidado, porque antes de que tú claves el colmillo, él podría clavártelo a ti.
Le pegué suavemente en la cabeza, más como una advertencia que como un gesto de enojo real.
—No es momento para bromas, Tae.
Taehyung entendió de inmediato, enderezándose y borrando la sonrisa de su rostro. A pesar de su carácter despreocupado, sabía cuándo tomar las cosas en serio, y ahora era uno de esos momentos.
—Entonces, también escuchaste ese nombre, ¿no? —Levanté la mirada, buscando algún reflejo de mis pensamientos en los suyos.
—¿Lee Jong-suk? —repitió, su tono mucho más grave ahora—. ¿Crees que sea posible que...?
—No estoy seguro. —Lo interrumpí, aunque no por descortesía, sino porque prefería no dejar que esos pensamientos ganaran más terreno en mi mente de lo necesario—. Pero debemos estar atentos.
Hice una pausa, girando mis palabras cuidadosamente antes de continuar.
—Jimin no tiene idea de la persona con la que convivió durante más de veinte años. Si mis sospechas son ciertas y ese hombre es quien creo que es, no solo envió al cachorro a una trampa, sino que también podría habernos incluido a nosotros en su juego.
El silencio que siguió fue como un eco de las palabras que ambos evitábamos decir. Taehyung se llevó una mano al mentón, pensativo. Su expresión mostraba algo más allá de la simple preocupación, como si estuviera analizando todas las piezas del tablero.
—Hablaré de esto con Namjoon. —Finalmente rompió el silencio—. Mañana nos reuniremos para discutir sobre este asunto. Recuerda, Jungkook: siempre un paso más adelante.
Asentí, y sin necesidad de más palabras, él comenzó a dirigirse hacia la habitación de Namjoon. Sus pasos eran firmes pero silenciosos, como si llevara consigo el peso de la información que acabábamos de compartir.
Por mi parte, me dirigí a mi habitación. Cada paso que daba se sentía más pesado que el anterior, no por cansancio físico, sino por el nudo en mi mente. Una vez dentro, me dejé caer sobre la cama, estirándome como si al hacerlo pudiera liberar algo de la tensión acumulada.
Pasé una mano por mis ojos, intentando borrar las imágenes que se repetían en mi cabeza. Los ojos morados de Jimin, su voz profunda resonando en mi mente, el nombre de Lee Jong-suk... todo formaba un mosaico de inquietudes del que no podía escapar.
No sería sencillo dormir esa noche. No con el recuerdo de Jimin hablándome de esa forma, tan directa, tan cargada de una fuerza que aún no comprendía. Pero tampoco lo sería con la certeza de que ese hombre, quien creí que era parte de un pasado lejano, podría estar relacionado con nuestro presente.
Un paso más adelante, me repetí para mí mismo, como si al hacerlo pudiera encontrar algo de calma. Cerré los ojos, aunque sabía que el descanso no llegaría tan fácilmente.
🌟
Desde ya me disculpo porque todo en este capítulo se deja a descubrir mediante diálogos y no hay tanta narración como me gustaria dbwjw prometo que en el próximo capítulo habrá más narración no me funen 🤸♀️
Bah o conociéndome como siempre soy capaz de corregirlo en algún momento x
Desde ya, gracias por el aguante y por tomarse el tiempo de leerme 💗
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