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𝟐𝟖. 𝐐𝐮𝐞𝐫𝐢𝐞𝐧𝐝𝐨 𝐡𝐮𝐢𝐫.

Hago el intento de retroceder y con ello cerrar la puerta, pero estoy inmóvil en mi lugar no queriendo demostrar el miedo que me causa su visita.

—¿Qué haces aquí, Klaus?

—Vine a verte.

Da un paso hacia adelante con la clara intención de querer entrar al interior. Se lo impido cerrando un poco la puerta. Bufa en una risita, coloca ambas manos sobre el marco de la puerta e inclina todo su cuerpo sobre mí para intimidarme.

—Me estoy hartando un poco de tu rechazo, Lalita. —lo dice con dureza.

Me sobresalto cuando de la cintura obtiene un arma, me apunta con el y me obliga a pasar cerrando la puerta detrás. Mis ojos se nublan de las lágrimas impidiéndome ver, estoy temblando, paralizada sin tener idea de que hacer en estos momentos.

—Ten cuidado con eso por favor —mi voz sale estrangulada fallando en el intento de mostrarme valiente.

Su mirada es severa, niega lentamente, me examina de pies a cabeza.

—Te dije que desaparecieras de la vida de Kathrin y Johan, no me hiciste caso y ahora tengo a la policía siguiéndome por algo que no fue mi maldita culpa. —escupe con odio.

—Klaus —estoy aterrada con ambas manos en el aire demostrando que no haré nada.

Kathrin camina hacia nosotros con una lentitud que se me hace terrorífica, no demuestra emoción alguna en su rostro, ni siquiera cuando ve que su hermano me está apuntando. Se quedan mirando el uno al otro, Klaus completamente sorprendido por encontrarla ahí y ella, supongo que de igual manera o tal vez ya se lo veía venir.

—¿Qué tienes que ver con lo de Johan, Klaus?

—¿Kath, qué haces aquí?

—Te hice una pregunta.

Desde mi posición veo los puños apretados de Kathrin, tiembla y sus mejillas están empapadas de lágrimas, me acercó a ella sosteniendo su brazo para calmarla, estoy aterrada. En estos momentos no sé de qué es capaz Klaus, pero quiero sacarnos de aquí.

—Aléjate de ella, no la toques.

Acato la orden cuando vuelve a apuntarme. Kathrin solloza, lo confronta con una fuerza que no tengo idea de donde saca, pero es admirable.

—¡Dime!, ¿QUÉ LE HICIERON?

Él la mira fijamente a los ojos, se quedan en silencio por un tiempo indeterminado, se vuelve dolorosamente agobiante. Tendré un ataque de pánico en cualquier momento, solo pienso en que JungKook no está aquí para presenciar esto y que está bien en cualquier otro lado. 

—¿Lo mataron? —la voz de Kath sale estrangulada. Klaus traga y niega exaltado llevando ambas manos a la cabeza.

—No —esta por llorar, respira tomando valentía para confesar lo siguiente— Johan desfalco por millones de dólares al casino, estaba metido con gente muy pesada a la que le debía dinero, pensó que escapar a Corea sería su llave a la libertad —su expresión es seria prosiguiendo con algo que hasta a mi me dolió— incluso de casarse contigo, Kath.

No puedo ver la reacción de ella, pero no dudo en que esté devastada. Aprovecho la pequeña distracción de los hermanos Meyer para acercarme a la mesa de café y tomar mi celular. Necesito llamar a Franz, ponerlo sobre aviso de que Klaus está con nosotras.

Sin embargo, el arma gatillando cómo una advertencia hacia mis acciones me hace detener, volviendo mis ojos en ellos.

—No supimos de Johan por unos días, luego Gustav recibió la llamada de que el muy idiota se encontraba internado en un hospital de Seul gravemente herido. Cuando llegamos supimos que la única manera de sobrevivir es a causa de un respirador artificial —Kath solloza, pero no se mueve, es cuando los ojos de Klaus con un brillo oscuro que me estremece se encuentran con los míos— por increíble que se escuche pasó lo de tu novio. Vimos una oportunidad valiosa. Estuvo en el lugar equivocado en el momento equivocado.

Esto es demasiado perturbador, saber que cambiaron el cuerpo de JungKook por el de Johan. Saber que ese día en que pensé que mi mundo se derrumbaba grite y llore desgarrando mi alma, fue tan solo una mentira. Creí haber perdido al amor de mi vida cuando solo lo alejaron por culpa de un loco y retorcido plan para mantener su dinero. 

Lo que ellos no tuvieron en cuenta, es que la sólida conexión que creamos con JungKook es tan intensa que ni siquiera esto pudo separarnos. Ni el tiempo, ni la distancia. absolutamente nada lo hará porque volveremos el uno al otro de alguna manera. De eso estoy totalmente segura.

—Por su culpa sufrimos mucho.

—Fue tu culpa por aparecer —espeta moviendo el arma en mi dirección— si te hubieras mantenido alejada como te dije esa vez en el hotel todo sería diferente.

—Ustedes lo mataron, dejaron morir a Johan y culpas a Ayla por sus errores —sisea con rabia Kathrin, temo cuando su temblor es más notorio— ¡Son unos malditos! ¡Me quitaste al amor de mi vida! ¡Te odio, te odio, te odio!

Klaus intenta calmarla, está fuera de si golpeándole, llorando y gritando. Es cuando corro por mi teléfono, apenas puedo encontrar el número de Franz por mis manos temblorosas cuando se escucha el estridente disparo y todo queda sumido en el más aterrador y gélido silencio.

El teléfono se me cae de las manos golpeando secamente sobre el piso de alfombra gris. Lentamente volteo sintiendo mis piernas ceder en cualquier momento, mis ojos se nublan de nuevas lágrimas, y Kathrin cae al suelo en brazos de Klaus.

—¡KATH!

Corro, de rodillas frente a ellos intento detener la hemorragia que sale de su estómago con las manos, tiene los ojos cerrados y estoy comenzando a desesperarme al no verla responder.

—No la toques.

—Debemos llamar una ambulancia.

—No la toques.

—Ayúdame a detener esto.

—¡No la toques!

Klaus me sujeta del cuello apartándome,  aprieta alrededor dejándome sin aire en segundos, golpeo su brazo desesperadamente para que me suelte, me mira con odio, con asco, queriéndome desaparecer. Me empuja más lejos y caigo al suelo tosiendo para recuperar aire. Me duele el pecho, la cabeza y mi cuerpo tiembla sin poder detenerlo.

—Levántate ahora, ¡AHORA!

Lo hago a duras penas sintiendo dolor, llorando desconsolada, gateo hasta Kathrin tendida en el suelo procurando inmediatamente detener la hemorragia, Klaus se pierde por unos segundos y al volver sostiene varias toallas que las lanza sin cuidado a mi rostro.

—Haz presión en la maldita herida, no sueltes eso en ningún momento.

Comienza a caminar de un lado a otro nervioso, sostiene torpe el arma en sus manos, gruñe de la frustración, grita una maldición. Él también está manchado de la sangre de su hermana.

—K-klaus, d-debemos llamar una ambulancia.

Grito apoderada por el pánico cuando brama exigiéndome que cierre la boca y apoya el arma sobre la piel de mi frente dejándome sentir la dureza y frialdad de aquel artefacto que podría acabar con mi vida en un segundo.

—Es tu culpa, tu maldita culpa Ayla —lloriquea, si seguimos perdiendo tiempo ella morirá— vas a callarte porque soy capaz de matarte aquí mismo, así que ahora me ayudarás, llevaremos a Kathrin al hospital. Cállate y obedece.

Lo hago, realizo un torniquete alrededor del torso de Kathrin lo suficientemente fuerte para que soporte el movimiento y el viaje. No me da tiempo a tomar mi celular, Klaus sigue amenazándome mientras sostiene a Kathrin entre sus brazos. A estas alturas no puede hacerme nada porque está llorando como niño pequeño pidiéndole perdón a su hermana.

Es de noche, tarde, por lo que nadie se encuentra en el ascensor cuando subimos en el o algunas de las instalaciones. Es como si el destino se pusiera de parte de él y yo me preguntó cuál será el mío, respondiéndome a mi misma, qué pase lo que pase al menos logré que JungKook volviera junto a su familia y está gente pague sus crímenes. Porque si Klaus se sale con la suya y me mata, no dudo en que lo pagará muy caro.

Me obliga a entrar a la parte trasera de una camioneta negra, recuesta a Kathrin en el asiento y me aseguro de que su cabeza se apoye de mis piernas. No puedo parar de llorar, de temblar y de rogar porque esto solo sea una maldita pesadilla del cual despertaré pronto estando en los brazos de JungKook, él me consolara, secara mis lágrimas y me dirá que todo está bien.

Pero no, es la realidad, una que me está sobrepasando.

Maneja a alta velocidad importándole poco pasarse algunas señales de tránsito y semáforos en rojo. La clínica más cercana está a unos quince minutos, el tiempo es crucial, ella se está poniendo mas pálida, su piel suda y está fría. Me preocupa que no lo logremos.

Al llegar, ambos nos bajamos, pienso que entraremos pidiendo ayuda, pero me sorprende en demasía cuando deja con sumo cuidado el cuerpo de su hermana en el piso a la vista de las pocas personas que están afuera fumando o bebiendo un café. Me jala del brazo con rudeza sin importarle lastimarme, me arrastra de vuelta hacia la camioneta, me lanza al interior como si no valiera nada y toma su puesto para manejar de vuelta

—¡Eres un maldito psicópata! —grito en medio de mi llanto desmedido, veo por la ventana trasera como nos alejamos y como socorren a Kathrin con rapidez.

—Son consecuencias, linda, consecuencias de tu maldita necedad, Ayla.

—Déjame ir, por favor.

—¡Cállate!

Me limito a llorar en silencio, a recostarme en el asiento del copiloto, me siento débil, mi corazón no ha dejado de latir desenfrenado desde que Klaus apareció con la única intención de desaparecerme. Así que no me doy cuenta cuando caigo en la inconsciencia y quedo en manos de la suerte.

Abro mis ojos con esfuerzo, la luz diurna me avisa que es un nuevo día. Suspiro al darme cuenta que estoy acostada sobre una cómoda cama, me tomo el tiempo de observar mi alrededor sin moverme. Es una habitación pequeña, la paredes son de madera barnizada, hay una ventana cerrada por cortinas blancas semi transparentes que da hacia el exterior.

Hay un mueble pequeño al lado de la cama que funciona como mesa de luz, una silla estilo mecedora en una esquina y a su lado una puerta con un cartel pequeño que indica que es el baño.

La puerta que creo es la salida se mantiene cerrada encontrándome completamente sola y en silencio. Me pongo de pie y al segundo sé que fue una mala idea. Siseo por el fuerte mareo que me asalta logrando que cayera sentada sobre el colchón. Me duele la cabeza.

Recuerdo lo de Kathrin y no puedo evitar abrazarme a mi misma liberando mi llanto. Caigo en cuenta de que mis manos están manchadas de su sangre que se ha secado. No sé dónde estoy ni como llegue aquí, pero es mejor a estar en presencia de ese loco. Mi estómago se revuelve violentamente y corro hasta el baño, ni siquiera enciendo las luces.

Devuelvo en el inodoro lo poco que tengo en el estómago, estoy temblando por el llanto, por el pánico y por la incertidumbre al ver cómo el agua se tiñe de rojo cuando me lavo las manos y parte de mi rostro para aclararme. Me detengo a respirar pausadamente mirándome al espejo, a intentar calmar mi desbocado corazón que quiere explotar dentro de mi pecho. Necesito mantenerme fuerte porque no se que pueda pasar de ahora en adelante.

Al volver a la habitación, la puerta se abre dejándome ver a Klaus, sonríe al verme, tiene ropa diferente y se ve completamente aseado. Deja una bolsa sobre la cama y una bandeja con algo de comida que no me fijo en detalle porque no confío en él.

—Espero hayas descansado un poco —no respondo— aquí tienes ropa limpia, puedes tomar un baño y luego comer el desayuno —habla como si la noche anterior no hubiera intentado matarme ni le hubiera herido a su propia hermana, suspira sonoramente— será mejor que cambies de actitud, Ayla, porque nos quedaremos un buen tiempo aquí.

Se acerca, trata de tocarme el rostro y retrocedo golpeando mi espalda contra la pared. Sonríe divertido arqueando una ceja por mi tonta acción, sabe que le tengo pavor, se regocija de verme así de afectada. Antes de irse observa toda la habitación y se va dejándome nuevamente sola. Puedo escuchar un par de clicks en la puerta y sé que me encerró con llave.

Agarro aquella bolsa que contiene ropa femenina junto a una toalla limpia y me meto a la ducha donde me encierro un buen rato a liberarme.

Lo único que pude captar es que estamos en medio de la nada, la ventana de la habitación está sellada, hay enormes y frondosos árboles a nuestro alrededor, el sol se cuela entre medio y se pueden escuchar el cantar de las aves. Sin embargo, aquí dentro todo es silencio, intente abrir la puerta sin tener éxito. No he podido escuchar a Klaus o algún otro ruido que me diga que no estamos solo los dos.

Desde que me dejó no ha vuelto y han pasado algunas horas de ello, no he querido comer lo que trajo porque temo que le haya puesto algo que me haga mal, mi estómago ruge del hambre, pero debo soportar un poco más. Los demás deben saber lo que pasó con Kathrin y que yo no estoy en casa. Además, encontrarán la escena sangrienta en medio de la sala por lo que solo es cuestión de tiempo para que me encuentren.

Sollozo preocupada, no me siento bien, sigo mareada y con un sabor amargo cuando una loca idea se me cruza por la cabeza, me levanto de la cama, camino despacio con los nervios de punta, coloco mi oreja sobre la madera intentando escuchar algo del otro lado, nada, pruebo mover el pomo de la puerta, no cede. Observo alrededor buscando algo que me ayude, hay una cuchara de metal sobre la bandeja, la tomo y juego con la cerradura. El cubierto se dobla, se desfigura, me lastima la mano y luego de un tiempo en que me estoy dando por vencida, se abre.

Es la antítesis con sabor a libertad a solo un paso. O hacia mi inminente final si esto sale mal y Klaus me descubre. Camino por el pasillo sigilosamente, el llanto quiere hacerse presente, por lo que me obligo a respirar un par de veces conteniendo toda flaqueza. Cómo deduje, nos encontramos en una cabaña en medio de la nada, es de un solo piso y al parecer estoy en la habitación principal. Klaus no está dentro, la camioneta está estacionada enfrente, su teléfono celular está sobre una mesa. No lo dudo, lo tomo viendo que apenas tiene señal, pero la suficiente como para enviar un mensaje o llamada.

Entro revisando su agenda, tiene a JungKook agendado como Johan, lo sé por la foto que tiene de perfil. Le envío a él la ubicación junto a un mensaje de que soy yo la que lo está haciendo, al minuto el teléfono vibra con la llamada de un número desconocido asustándome el doble al escuchar la puerta principal abrirse, escondo el dispositivo entre los almohadones del sillón y me volteo para encontrarmelo con algo de leña en sus brazos. A juzgar por su expresión de sorpresa, no está nada contento y me lo hace saber cuándo me jala torpe del cabello arrastrándome hacia la habitación a pesar de mis súplicas desesperadas para que me suelte.

—Estoy intentando comportarme, pero no me lo facilitas, Ayla.

Me lanza descuidadamente sobre la cama, parece un león enfurecido cuando camina de un lado a otro por la habitación.

—¡Déjame ir!

—¡NO! —me acorrala entre su cuerpo y el colchón, sujeta mi mandíbula con fuerza— entiende que no te irás, nos quedaremos aquí y aprenderás a respetarme —tiene una mirada extraña combinada con una locura— creíste que no sabía de ti, creíste que podían jugar a la casita con el resucitado, ah —aprieta su agarre incrustando sus uñas en mi piel haciendo que chille del dolor— al principio en que él no paraba de hablar sobre ti, sobre lo hermosa y talentosa que eras me dije que solo era por tu belleza, admito que tiene razón. Luego, ese día en que me llamaste desde el hotel para que te ayudará con él y te advertí que te alejarse comencé a sospechar y terminé de confirmarlo cuando, casualmente, ambos se fueron de viaje.

—¿D-de qué...

Me cubre la boca con la otra mano cortándome un poco la respiración. Aún así, no dejo de mirarle ni de escucharle porque me aterra hacer lo contrario.

—No me tomo mucho tiempo atar cabos, ni mucho menos averiguar sobre ti. Realmente es una mierda que justamente tú te hayas aparecido en su vida, tú quien eras su novia e ibas hacer su futura esposa.

Aparta su mano empujándome hacia el colchón, sonríe de manera tétrica. Estoy paralizada, aterrada por la forma en la que me mira fijamente.

—¿No me dirás nada? —me mantengo callada— mejor así, si vuelves a cometer otra estupidez, te juro que te mato.

La puerta se cierra, me arrastro por el colchón con el cuerpo completamente entumecido por el pánico de la anterior situación. Lloro desconsoladamente acallando con las sábanas mis alaridos. No estoy soportando quedarme aquí, solo espero que haya servido aquel mensaje que envié con la ubicación y pronto estén aquí para salvarme.

No sé cuánto tiempo pasa en que estoy tratando de conciliar el sueño y Klaus entra de golpe, azotando la puerta contra la pared como si fuera el mismísimo diablo. Estoy algo desorientada, despertando, le da lo mismo cuando me levanta bruscamente de la cama y me saca a rastras de la habitación sin darme tiempo a colocarme los zapatos. Respira con fuerza y agotado. Está enfurecido y no tengo idea de porque.

Solo sé que me está obligando a entrar a la camioneta, es cuando se enciende mi botón de supervivencia. Hago el intento de abrir la puerta y correr, pero Klaus es más rápido sosteniendo mi cintura mientras apunta mi cabeza con el arma, no puedo moverme por temor a que se le escape un disparo cómo ocurrió con su hermana.

—Te dije que si colmabas mi paciencia iba a matarte —aspira mi cabello, me da repulsión su cercanía— que tan difícil es que te quedes quieta, que no cometas una estupidez.

—N-no sé que hablas.

—No sé cómo lo hiciste, pero la policía viene por nosotros.

Mentiría si dijera que esa noticia me causo alivio, pero la manera en que me encontraba me decía que esto no iba a terminar tan fácilmente. Necesito a JungKook, quiero que me abrace y escuchar su voz diciéndome que todo estará bien, por favor que lleguen.

—Déjame ir, vete solo, yo te estorbo.

—Aunque sigas sin creerme, me interesas Ayla, realmente me fijé en ti.

Niego, el temblor se hace presente en mi cuerpo cuando comienzo a llorar de nuevo. No se va a detener jamás.

Me obliga a entrar de nuevo al interior del vehículo, apuntándome para que abroche el cinturón de seguridad, cierra la puerta y sin apartar los ojos de mi persona, rodea el auto para tomar su puesto en el asiento del piloto. Enciende el motor, se queda mirándome de forma penetrante, queriendo intimidarme, advirtiéndome que cumplira lo que me dijo si me muevo o hago algo.

Maneja a toda velocidad por la carretera, en silencio, estamos muy apartados gran parte del recorrido es bosque, no hay nada más alrededor que pura vegetación, sigue siendo de día, pero no falta mucho para que el sol caiga, vuelva la noche y Klaus se salga con la suya de nuevo logrando desaparecernos.

—Entiendo que hayas tenido una relación pasada con el resucitado, que fue tu mejor amigo, tu primer amor y que estuvieras realmente enamorada —me sorprende la claridad de la información— pero hay que avanzar, Lala, tienes que olvidarlo. Si pasó es por algo, no te olvides que se iba a casar con mi hermana, además, no era muy diferente de Johan, se ha follado a muchas.

Niego, JungKook me ha dicho la verdad esa vez en que me confesó que no estuvo con nadie desde que despertó del coma. Por qué, qué ganaba si para él sigo siendo una desconocida más allá de la relación que llevamos. Klaus es el que miente, se escucha desesperado, inventando estupideces y diciendo lo primero que se le viene a la mente.

Esnifo, me siento mareada desde hace horas, me contengo a mi misma al sentir frío.

—Aun JungKook estuviera muerto jamás voltearía a verte —me inclino hacia él, murmurando— no te podrías comparar con él, eres tan poca cosa, hagas lo que hagas jamás voy a corresponderte.

Trago saliva, se ríe como si acabará de contarle un chiste muy gracioso, aprieta el acelerador, comienzo asustarme cuando la camioneta zigzaguea en el camino. Por suerte no hay otros vehículos andando, sino sería fatal. Me sostengo cómo puedo pidiéndole que se detenga por nuestro bien.

—Si no puedes corresponderme, entonces qué nos queda, la policía va encontrarme, y JungKook te encontrará muerta a ti cuando la camioneta se vuelque.

—Klaus, detente, por favor, piensa en Kathrin, ella te adora, no puedes dejarla.

—Ella está muy bien, lo estará, tiene que.

—Detente por favor.

Chillo al percatarme que un camión de carga se cruza en nuestro camino, lo desvía con éxito, mi estómago comienza a revolverse y le pido que se detenga porque vomitare. Siento que voy a desmayarme en cualquier momento, no me puedo permitir perder la conciencia ahora.

—¡Detente ahora!

Frena de inmediato, abro la puerta saltando afuera justo para devolver mi estómago. No es más que bilis, no he comido desde hace uno o dos días y apenas he ingerido algo de líquido. El aire fresco golpea mi rostro sudado trayendo un poco de alivio a mi malestar.

Escucho su risa burlesca detrás junto con la puerta de su lado cerrarse.

—¿No me digas que mi querido amigo te preñó? —es irritante, se ríe causándome más humillación— abrirte de piernas te ha funcionado eh. Me gustaría probar que tienes.

Sigo arrodillada en el suelo de tierra y hierba mala, sus palabras me aterran porque lo creo capaz de todo, sujeta mi brazo arrastrándome un poco para levantarme, aprovecho en sujetar una piedra lo suficientemente grande para partirla en su cabeza y aturdirlo. Caigo al suelo cuando me suelta, lanza al aire un insulto, grita mi nombre con la ira sacudiéndolo, la verdad no sé más porque estoy corriendo bosque adentro.

Sugirió que estoy embarazada, no puede ser posible. Los malestares que he tenido se deben a todo el estrés que he estado pasando, mi estómago es el que siempre se resiente ante estos casos. Además, JungKook y yo no hemos cuidado, estoy al día con los monitoreos ginecológicos. No, no es cierto, no es el momento cuando no sé cuál será mi futuro. Por favor no.

Corro lo más rápido que puedo, lo que mis piernas me permiten, estoy aterrorizada aún cuando me duele respirar, él sigue persiguiéndome no está tan lejos porque puedo escucharlo llamarme nítidamente, por momentos mi propio cuerpo se quiere paralizar ante sus gritos, pero mi fuerza de voluntad por huir es más fuerte.

Llevo rato corriendo, cuando me percato que no escucho la voz de Klaus, no siento que me persiga. He vuelto a los alrededores de la cabaña, lo sé porque reconocí la vegetación bien cuidada. Debo cambiar de rumbo, estoy entrando en una zona muy peligrosa.

Un fuerte dolor ataca en mi vientre bajo, me apoyo del tronco lleno de musgo porque mis piernas quieren ceder. Esto no me puede estar pasando ahora, debo seguir corriendo huyendo. Encontrar ayuda. Respiro profundamente sosteniéndome a duras penas, intento dar dos pasos y caigo al suelo. Duele, siento como algo hace fuerte presión entre mis piernas y luego como algo tibio escurre manchando mis pantalones de color rojo.

No puede ser cierto, no puede tener razón.

En medio de mi crisis veo una camioneta negra detenerse a unos metros de dónde me encuentro, por un segundo creo que es Klaus y mi final llegó, pero al ver el rostro de Franz acompañado de oficiales detrás y seguido de ellos, a JungKook, me libero a llorar desconsolada.

Me rodean, Franz preguntando si estoy bien, si estoy herida, no puedo responderle, estoy demasiado nerviosa, ansiosa, a punto de entrar en un ataque de pánico imposible de salir. JungKook corre hasta mí, al igual que los demás tiene un chaleco antibala que protege parte de su torso. No es necesario que me pregunte o diga una sola palabra cuando ve el panorama sangriento entre mis piernas.

Me levanta entre sus brazos aferrándome a su cuerpo, todos hablan, advierten, hay otra camioneta detrás de donde bajan más agentes. Nos custodian mientras Gukk me sube con él dentro del vehículo, estoy a salvo por ahora. Me aferro a su cuerpo, a su calor, a su olor, a sus palabras de aliento, sigo temblando, el dolor se siente peor, adormece gran parte de mi cuerpo.

JungKook me llama con desesperación, sostiene mi rostro, todo me da vueltas, su voz la escucho lejana, mi vista se vuelve borrosa ante cualquier movimiento que comienza a ralentizarse hasta que solo veo oscuridad.

No soy buena describiendo persecuciones o escenas parecidas, pero me gustó lo que salió.
Perdonen por las palabras repetitivas.

El Klaus se mamo 😑😠 el JungKook va exigir venganza.

¿¿¿Será que el final se acerca??? 🤔🤔🤔

Que lo disfruten. 😊

💜💜💜

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