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𝟐𝟓. 𝐒𝐨𝐥𝐨 𝐮𝐧 𝐩𝐨𝐜𝐨 𝐦á𝐬.

Semanas después.

Inútilmente reviso la pantalla de mi teléfono celular en busca de algún mensaje, pero no hay ninguno. No hemos hablado en dos días, y hace unos cuatro que no nos vemos. He pasado más tiempo en mi departamento que en aquella habitación la cual se ha convertido en nuestro refugio seguro.

Lo poco que sé, es que Gustav Landrut le ha relevado mas trabajo que de costumbre.  Llegaba muy tarde a la madrugada por lo cual solo se acostaba a dormir, y debía levantarse temprano marchándose antes. También ha tenido que asistir a eventos donde debía mostrarse dichoso junto a su prometida y familia.

Nada fuera de lo normal, es lo que habíamos acordado hasta que la policía obtuviera lo suficiente para proceder, solo que se me está haciendo demasiado eterno. La última vez que pudimos estar juntos y en paz, fue aquella noche de la discoteca, al llegar al hotel nos dimos un baño juntos y luego nos fuimos a descansar abrazados. 

Me siento extraña a decir verdad, me estaba acostumbrando a verlo todas las noches, a cenar con él y dormir juntos hablando de nuestro día. Así como antes de que aquel accidente ocurriera y nos cambiará la vida por completo. Solo quiero que todo esto acabe de una vez. Solo debo tener paciencia. Solo un poco más.

—No has comida nada.

Miro a mi compañera sentada frente mío, me desconecte brevemente de la agradable conversación que estábamos teniendo. Últimamente, suelo hacerlo de todo, es muy fácil y no me doy cuenta hasta que llaman mi atención.

—Si, solo lo estoy haciendo lento —miento, revuelvo la ensalada con el tenedor.

—¿Te sientes bien? —me pregunta Joss en voz baja a mi lado. Asiento con una sonrisa.

—Si, no es nada.

—Ni siquiera bebiste el café en el desayuno.

—No tengo apetito hoy.

—¿Está todo bien?

La siento más preocupada de lo que debería, la preocupación es la que me tiene así. No es para alarmarse.

—Si, no te preocupes tontita. —la empujo con mi brazo logrando una sonrisa de su parte.

El trabajo debería ser mi espacio de distracción de todos los problemas. Debería visitar a mi padre, extraño a mi hermanito, pasar tiempo de calidad con él. También tendría que hablar con mi madre y saber cómo están mis oppas, mi sobrinito en camino y estoy poniendo excusas para eludir todo.

Mis compañeras nos distraen de la conversación entretenida que estoy teniendo con Joss ante el alboroto alrededor de una tablet. Al parecer están viendo fotos de alguna celebridad que ha acaparado la atención de ambas.

—Es muy lindo.

—Algunas tienen demasiada suerte.

Joss y yo nos miramos divertidas, parecen adolescentes hormonales.

—Ayla debe saber, ella ha pasado más tiempo al lado de ellos.

—¿De qué hablan?

—De Johan Landrut y Kathrin Meyer.

Mi sonrisa se va borrando de a poco al escuchar esos nombres, la mantengo a pesar de que se me está formando un abrumador nudo en la garganta.

—¿Qué hay de ellos?

—¿Cómo hiciste para estar al lado de ese hombre y no caer rendida a sus brazos?

—¿O de Klaus Meyer?

Se ríen, desfalleciendo por las imágenes o lo que sea que están viendo. Si tan solo supieran la verdadera realidad de todo esto no estarían hablando libremente.

—Debo admitir que ella ha tenido suerte, se ven tan enamorados.

—Dentro de dos meses se casarán, es obvio que se aman, las fotos los hacen ver perfectos.

—¿Qué fotos?

Ellas siguen parloteando sobre la ideal fantasía que sería tener a hombres como Klaus y Johan cómo novios. Yo me estoy desesperando en el reducido lapso en que me miran sonrientes, deslizan la tablet hacia mí, lo obtengo entre mis manos admirando las famosas fotos que habían mencionado minutos atrás.

La de una pareja feliz y sonriente saliendo de un evento —el cual yo sabía que irían juntos— dónde se los ve sonrientes y juntos, muy juntos, casi íntimos. Mi estómago se revuelve, estoy intentando mantenerme tranquila y no dejar que el llanto mezclado con el temblor de mi cuerpo entero me ataque ahí mismo frente a ellas.

Es imposible cuando la imagen de ellos dos casi besándose es retenida por mis ojos que escocen a causa de las lágrimas. Es obvio que se ve como un beso por la perspectiva de la foto, por el ángulo y por como ellos parecen tan cercanos. Sé que es mentira, pero las voces de las demás hablando de ello aumenta cada vez más mi malestar.

Vuelvo a pasarles el dispositivo. Coloco atención a mi ensalada que no está apto para consumir, aún así llevo un pequeño bocado a mi boca masticando despacio. Me cuesta tragar, me quedo observando a la nada misma, las voces a mi alrededor se hacen más lejanas y distorsionadas.

Mi estómago se revuelve violentamente y mi cuerpo tiembla de misma manera. Me levanto con algo de brusquedad trotando hacia el baño bajo la mirada confundida de algunas de mis compañeras. Entro al baño, de rodillas en el piso de cerámicas, frente al inodoro, devuelvo todo el contenido de mi estómago. Mis ojos llorosos arden al igual que mi nariz y garganta. Me cuesta respirar y me duele el pecho.

Cuando me siento mejor, me dirijo al lavamanos a enjuagar mi boca, empapo parte de mi rostro sin importarme que también se moje parte de mi cabello y flequillo. A través del espejo veo a Joss alcanzarme una toalla pequeña, la tomó agradeciéndole su amable acción.

—¿Ayla? —me examina— ¿Qué fue eso?

—Seguramente la comida me cayó mal.

—Deberías ir al medico, estás muy delgada, más pálida de lo normal, no es normal que estés cansada todo el tiempo.

—Estoy bien, solo es el estrés, sabes que suelo enfermar del estómago.

—No, es otra cosa —niega, me apoyo del lavamanos mirándola— voy a preguntarte algo, solo espero que por la amistad y el cariño que nos tenemos puedas confiar en mí —la miro un tanto confundida— sé honesta, ¿tú tienes algo cercano con Johan Landrut?

Casi se me sale el corazón, juro que iba a reírme, a seguir actuando haciéndome la ofendida por indicar aquello, pero en vez de eso, termine liberando el llanto contenido y le conté toda la verdad. 

Hans se detiene, desciende del vehículo abriéndome la puerta de la parte de atrás, tardo en salir porque me estoy tomando el tiempo. Me extiende la mano viendo que sola no podré, le agradezco su amabilidad y le pido que me deje seguir sola. Duda, no solo me lleva y trae, se ha convertido en mi guardaespaldas a pedido de JungKook y vela por mí con gusto.

Una vez sola dentro de elevador, respiro profundamente. Recordando las palabras de Joss me dijo cuando me acompaño a casa luego de contarle toda la verdad.

—Deberías decirle cómo te sientes. No te guardes nada. Se supone que están juntos en esto. Es mejor que lo sepa y no sacar conclusiones falsas.

Debo admitir que tiene razón, me estoy dejando llevar por una absurda deducción basada en mis inexplicables emociones.

Entró a la habitación con la tarjeta magnética, está oscuro, enciendo las luces dejando mi bolso y zapatos en la entrada —la costumbre—. Hay flores frescas, huele a madera y limpio. Se supone que debe sentirse familiar y acogedor, pero no lo siento así.

Me siento exhausta a nivel emocional. Ajena a toda esta situación que se supone es fingida, de tener que simular mi felicidad como la diseñadora del vestido y amiga de Kathrin por su matrimonio con Johan Landrut, por ver cómo JungKook sigue con ella, preocupado porque no corra peligro tampoco al estar colaborando en contra de su hermano.

Del minibar extraigo una botella de agua fresca, bebo un poco del líquido saciando la sed. Voy hasta la habitación, necesito un baño que me relaje mientras lo espero. Fue toda una sorpresa recibir un mensaje suyo diciéndome que Hans pasaría por mí para llevarme al hotel luego de contarle a Joss toda la verdad.

Una extraña coincidencia a decir verdad. 

Me detengo al ver sobre la cama varias bolsas con nombres de marcas de alta costura. Me acerco revisando por encima, Channel, Azzaro, Mac, Cartier, Victoria's Secret. Se está tomando muy en serio lo de ser el gran heredero del imperio Landrut gastando dinero que no es suyo. ¿Cómo me hace sentir eso? Un poco incómoda a decir verdad.

Creo que este juego de venganza lo está llevando demasiado lejos y me está arrastrando con él, me he convertido en su amante, la que debe ver en un cuarto de hotel —su propio hotel— para que nadie sospeche nada. Encontrarnos en mi departamento está descartado por completo, ya que Klaus sabe la ubicación y si alguien ve a JungKook entrar y salir sería demasiado sospechoso.

Hay una nota adjuntado, puedo reconocer a leguas su caligrafía.

“Me tomé el atrevimiento de comprarte algunas cosas que tal vez necesites y puedas dejarlas cuando nos veamos aquí. Te amo. J.JK”


Vuelvo a revisar el contenido de todo, hay algunos trajes y vestidos muy bonitos, maquillaje, perfume y cremas, hay tres bolsas de Victoria's Secret que son ropa interior y conjuntos de dormir. Todo es sexy y femenino. Me pregunto si le pidió ayuda a Kathrin o simplemente eligió lo que más le gustaba pensando en mí.

Me siento sofocada con todo esto, extraña recibiendo este tipo de regalos a los que no estoy acostumbrada. Perdí la cantidad de veces que me repito que sera cuestión de tiempo. No va durar toda la vida.

Hago a un lado las bolsas, no necesito nada de eso porque he traído mis propias cosas las cuales usaré.

Estoy entre las sábanas cuando escucho la puerta principal abrirse, apenas alzo la cabeza para espiar la hora en el despertador sobre la mesita de luz, la una de la madrugada. Otra noche que llega tarde. No debería ponerme así, no debería estar pendiente, no llorando como lo estoy ahora con un insoportable dolor de cabeza. Honestamente, esas fotos si me dolieron y no pude impedir el negativo sentimiento.

Deben fingir y ya no sé si estoy tan de acuerdo en que JungKook y Kathrin se muestren tan así.

Al captar su entrada a la habitación finjo dormir, intento calmar mi respiración, no logré secar las lágrimas que empapan parte de mi mejilla, por suerte le doy la espalda. El lado derecho del colchón se hunde, me rodea con su brazo besando mi hombro desnudo a causa del vestido que uso para dormir. Suspira profundamente antes de susurrarme cerca del oído.

—Viste las fotos, ¿verdad?

No respondo, escondo mi rostro en la almohada evitando que me vea flaquear, no me gusta que me vea llorar. Aborrezco sentirme así, celosa de no ser yo quien se muestre a su lado. Mi costado irracional me dice que Kathrin me lo quitará cuando sé muy bien que no es así, porque ella es quien me ha mantenido constantemente informada de todo. Bueno, por lo menos de lo que las dos sabemos y que JungKook le permite informarme.

—Ayla, no deberías dudar de mí. Por más que se vean reales o que pareciera que hay una íntima cercanía, no es así. Simplemente necesitamos que Gustav y la familia Meyer se crea en cuento que somos una pareja real.

—Lo sé. —me odio por sonar débil.

Vuelve a suspirar, su mano sujeta mi cintura para girarme de modo que le dé la cara, mis ojos se cierran cuando seca mis mejillas delicadamente con la yema de sus dedos y luego me besa en los labios uniendo nuestras frentes.

—Nunca dudes de mí, tal vez no recuerde nada de nosotros —sus ojos me observan fijamente, veo sinceridad en ellos— pero eres la única a quien necesito en estos momentos, todo esto lo hago por nosotros —besa mi nariz— solo aguanta un poco más, pronto volveremos a la normalidad, pronto volveremos a ser solo nosotros dos.

Sollozo abrazándome a su cuello, me rodea con sus brazos aferrándome a su cuerpo.
Estoy muy sensible y cualquier cosa detona el llanto en mí. Me besa de forma dulce, me dice palabras lindas al oído mientras sus manos me acarician, yo me dejo hacer porque lo necesito. Ambos nos necesitamos y sabemos cómo vamos a terminar.

El molesto ruido de una tonada hace que despierte dando un pequeño brinco del susto. Me encuentro en brazos de JungKook, aún es temprano. Se despereza un poco antes de agarrar su teléfono de la mesita de luz que suena sin parar. Aún tengo su brazo debajo de mi cabeza, vuelve acomodarse abrazando mi espalda y contesta.

—Franz, buenos días… si, ella está conmigo —hay un intervalo de tiempo en que todo queda en silencio en el cual me estoy durmiendo de nuevo— ¿Qué? ¿estás hablando en serio? —se incorpora con cuidado, su expresión es neutra y me entra la inquietud por saber.

—Gukk, ¿qué pasa?

Gira su rostro hacia mí, del otro lado siguen hablando.

—Espera un momento, pondré el altavoz.

Lo hace, ambos nos recostamos sobre el espaldar de la cama escuchando atentamente.

Necesito que Ayla vaya a casa de su padre o se resguarde en la suya. Pronto procederemos con las detenciones y por seguridad es mejor que esté en un solo lugar.

Mi corazón retumba dentro de mi pecho, ¿Al fin se acabará todo esto?

JungKook necesito que me acompañes para hacer las declaraciones correspondientes. SeungTae también estará ahí, no podemos perder tiempo ahora que tenemos pistas suficientes y la orden del juez.

Me quedo un poco ida, no escucho lo demás. Estoy en un complejo limbo donde mis emociones se entremezclan aturdiéndome. En la que los recuerdos del antes y el después del accidente arriban súbitamente. Tanto lo bueno como lo malo. Todo lo difícil que ha pasado en estos dos años y que comenzaría con el fin de nuestro suplicio.

—Lala, mi amor, tienes que respirar. Vuelve a mí, por favor.

Me encuentro entre sus brazos, está preocupado intentando devolverme a la realidad. No me había dado cuenta que estoy temblando en un ataque de llanto, pero no sabría explicar lo que siento en estos momentos con aquella noticia. Lo que anoche JungKook me dijo, se hará realidad. Al fin podríamos volver a la normalidad, podremos ser libres.

Mis manos acunan sus mejillas, sigue inquieto, beso sus labios queriendo aplacar su malestar, sus manos sostienen con firmeza mi cintura y espalda. Nos obligó a recostarnos, atrae mi cuerpo al suyo sin dejar centímetros de espacio entre ambos.

—Te amo tanto Gukk, al fin, al fin esto está pasando.

—Te dije que todo acabaría pronto —besa mi rostro— podré quererte como quiero —me rio ante su tono con doble sentido— me gusta verte así, sonriendo. Quiero recordarte, quiero recordar mi vida pasada y volver a lo de antes.

—No —mis pulgares acarician su varonil rostro, delinean cada una de sus duras facciones, es muy lindo— nada va ser como antes, será mejor, haremos que esos dos años queden en el olvido —mi nariz se apoya de su nariz, me quedo ahí, con los ojos cerrados y puedo sentir sus labios repartiendo besos en mi mejilla y mandíbula— te amo, JungKook.

—Yo también, y me encantaría quedarme contigo en esta habitación todo el día, pero debemos irnos ahora.

Asiento, me besa en los labios y se pone de pie. Estoy haciendo lo mismo cuando caigo sentada sobre el colchón por un ligero mareo repentino. Debí cenar anoche, o al menos tomarme un analgésico para ese dolor de cabeza a causa de mi llanto desmedido. Se me olvido todo cuando llegó JungKook y estuve entre sus brazos.

Me recompongo, mi emoción rebasa todos los límites y debo calmarme un poco para seguir manteniéndome fuerte.

Estoy preparando un poco de té. Ya es de noche, mentiría si dijera que no estoy nerviosa. El asunto se ha complicado un poco, la detención de Gustav Landrut fue un éxito, no se resistió, parecía esperarlo, sin embargo, negaba ser parte de todo lo que se le acusaba. En cambio con Klaus, ha desaparecido, nadie sabe su paradero y colocaron asunto primordial el detenerlo.

Kathrin esta conmigo acompañándome, vino a refugiarse porque dice no soportar el momento en que lo de su hermano ocurra y sus padres estén presentes colapsando por un hecho que los pondría en boca de cualquiera. Ella es consiente que su familia sería el gran chisme jugoso. La prensa no tendría misericordia y menos cuando salga a la luz por qué se los acusa.

Todo el mundo sabría que Johan Landrut, ya no existe en realidad. Soah me ha llamado en la tarde, están enterados de todo y me confesó el querer hacer una misa especial por el alma del chico, al fin y al cabo, estuvo solo cuando lo dejaron morir.

Llevo las tazas de té a la sala con cuidado de no quemarme, Kath está sentada en el piso frente a la mesa de café, concentrada en algunos bosquejos de mi trabajo, le llaman tanto la atención que quiere probar diseñar sus propios atuendos. Ella tiene muy buen gusto y estilo llamativo, no dudo que tendría éxito.

—Gracias.

Nos mantenemos en silencio, expectantes algún llamado que nos diga que todo salió bien. La miro, sonríe divertida.

—¿Qué?

—Apuesto a qué la pasaron muy bien anoche. —arquea ambas sus cejas de forma sugerente, apoya su mentón de su palma— aún espero que me cuentes lo que ocurrió esa noche.

Mis mejillas arden, estoy sonrojada, se ríe, apoya su mano en mi antebrazo.

—A ti te gusta ser morbosa. Que vergüenza, Kath.

—Ay por favor, es obvio lo que paso, al otro día cuando me encontré con JungKook era el hombre más feliz del mundo. Incluso abrazo a Klaus en plan mejores amigos.

—Si sabes lo que pasó para que preguntas. —quiero esconderme debajo de las piedras si es posible. Incluso sigo sintiendo vergüenza con Hans.

—No veo la hora de que todo esto acabe y verlos cumplir su promesa de casados, de verte con Luz de Luna porque ese vestido debe usarse para su misión.

La emoción del momento disminuye cuando veo el brillo apagado en sus ojos.

—A veces siento que te he quitado el sueño.

Me mira sin emoción, bebiendo un sorbo del té. Deja la taza sobre la mesa y frunce el ceño en desacuerdo.

—No digas tonterías, Ayla —niega— debo admitir que JungKook es un hombre muy atractivo y amable, entiendo porque te enamoraste —entrelaza nuestras manos— pero jamás podría competir contigo, lo eres todo para él, y a decir verdad, me he emocionado demasiado siendo parte de sus planes para que se vieran a escondidas.

No me sorprende, ha sido la cuartada perfecta cuando Gukk se quedaba conmigo en el hotel. Es la más emocionada de nosotros dos, aún así, no puedo evitar sentirme mal por ella. 

—Además, he conocido a alguien —lo dice con algo de timidez, me sorprende ese detalle.

—¿Quién es? ¿lo conozco?

Asiente sus dedos jugando desinteresada con los pliegues de las hojas, cada segundo sorprendiéndome más. Me mira y sonríe, está vez sonrojándose cuando lanza el nombre sin filtro.

—Es Franz.

No sé que responder. Estoy sorprendida, jamás pensé que ellos dos podrían tener algo. Sobre todo porque Franz no es alguien con un apellido importante o de mucho dinero. No obstante, logró conquistar el corazón de Kathrin y me alegra el alma saber que no está sola.

—No te creo.

—Es algo reciente, y aunque él no lo admita, a ambos nos pasa lo mismo —se nota la felicidad en su voz— me entusiasma saber que puede haber alguien más aparte de Johan, eso quiere decir que puedo volver a enamorarme, que puede ser el correcto, ¿no?

Asiento, feliz por ella. Merece tener a su lado alguien que la quiera de verdad y la valore, no dudo que Franz logre eso, es un gran hombre.

—Realmente me alegra por ustedes dos, Kath.

Sus ojos se ven llorosos, me acerco a ella y la contengo. Se ha convertido en un gran apoyo, me siento en deuda, sobre todo por qué he desconfiado de su lealtad y es la persona que más nos ha ayudado.

El timbre suena tomándonos por sorpresa, no estaba esperando a nadie. Por un momento pienso que es JungKook junto a mi padre, pero ellos iban avisarme a través de un mensaje para que no tuviera que preocuparme. Voy hacia la puerta al ver por el intercomunicador que no hay nadie abajo. No sé porque hago la estupidez de abrir la puerta sin preguntar o fijarme a través de la mirilla quien es.

Pero me arrepiento desde el primer segundo en que veo a sus ojos y su cínica sonrisa.

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