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𝟏𝟕. 𝐔𝐧𝐚 𝐬𝐨𝐥𝐚 𝐯𝐞𝐫𝐝𝐚𝐝.

Puedo notar su incomodidad, aún así agradece todo lo que Soah intenta ofrecerle. Ha sido demasiado impactante para los tres, Johan aún no sale de su asombro al ver los portarretratos con fotos de su infancia y adolescencia en algunos estantes de la sala. Bam está a su lado, lo sigue a todos lados moviéndole la cola y proclamando su atención. Él le acaricia la cabeza al can sin mirarle. No cae a la realidad todavía, creo que ninguno lo hace.

—Deben estar cansados —Junho se me acerca— porque no suben a descansar, duermen un poco, el viaje debió ser largo.

—Antes podrían comer algo, es un poco tarde para el almuerzo, pero puedo prepararles algún snack.

Cuando estoy por contestar el pelinegro se me adelanta.

—Ayla debería hacerlo, ha tenido mareos y náuseas durante todo el viaje en avión —puedo sentir la pesada mirada de Soah sobre mí— llegamos y hasta ahora solo comió una manzana.

—¿En serio? —ella sostiene mi rostro, me observa, mientras Junho a mi lado soba mi espalda despacio— el estrés ha impactado en tu cuerpo, cariño.

Les sonrió a ambos, son demasiado amorosos acto que no pasa desapercibido por Johan. Nos mira cual espectador aparte, aún no sabe cómo actuar y considero que es comprensible, se muestra bastante lejano con quiénes son sus padres. No quiero que ninguno se sienta presionado, pero es preferible de una vez sentarse hablar.

—¿Ya saben cuándo hacerse los exámenes?

Soah asiente, titubea un poco, sus ojos destellan un brillo particular de esperanza mezclado con lo obvio de las lágrimas acumulándose, peina algunos mechones sueltos de cabello detrás de mi oreja. Junho nos indica que tomemos asiento y eso hacemos todos.

Johan lo hace a mi lado, sujeta mi mano entre la suya, la que está escondida de la vista de los Jeon. Tiembla, la palma le transpira y le hago saber con una sonrisa que todo estará bien, que voy a seguir cumpliendo mi promesa de no dejarlo solo.

—He hablado con el director de la clínica, el médico Jung —ella también se ve nerviosa— le he comentado la situación, y aunque está tan sorprendido con nosotros por el giro inesperado, está dispuesto a ayudarnos —me alivia saber eso— dispondrá de una habitación donde podrá quedarse mientras le hacen todo los estudios necesarios .

—¿Qué tipo de estudios? —se lo ve interesado en saber y eso es bueno ya que no dicho palabra.

—Bueno, aparte del examen de ADN, te harán unas tomografías, un detallado análisis de sangre revisaciones típicas para saber cómo estás de salud.

—En Alemania solía hacerme estudios, estoy bien.

—No lo estás —niego, sus ojos conectan con los míos— si vinimos hasta aquí es para descubrir que están haciendo contigo, no es normal que tengas fuertes dolores de cabeza, desmayos e incluso sangrado nasal. ¿a ti te parece normal todo eso? Porque a mí no.

Traga saliva desviando la mirada, sabe que tengo razón.

—Sera de rutina —habla Junho con suavidad siendo el más calmado de los cuatro— serán un par de horas, pero es para descartar futuros problemas, yo sé que eres mi JungKook, disculpa si te hago sentir incómodo, pero desde el momento en que pisaste está casa, que vi tu rostro, que Bam te reconoció, lo sé, eres mi hijo.

Suspira impaciente, se encoge de hombros con una leve molestia. Les pido con ojos suplicantes paciencia, sabíamos que no sería fácil desde un principio.

—Me siento un poco cansado, ¿me puedo retirar con Ayla?

Ambos asienten, nos levantamos a la vez, arrastró a Johan de la mano pasando al lado de sus padres quienes no dejan de observarle. Anhelan poder abrazar a su hijo de nuevo, aún así, respetan que él no quiera. Subimos las escaleras al piso superior, nuestras valijas aún siguen abajo, pero más tarde nos encargariamos de ello.

—¿Dónde me llevas?

—¿No quieres dormir? —me detengo en medio del pasillo, sostiene mi cintura y mis manos se apoyan en su pecho— ¿Estar un rato a solas para pensar?

—No quiero estar solo, tampoco quiero pensar, me duele la cabeza.

—Entonces vamos a dormir una siesta, ¿quieres?

Asiente, sonrió entrelazando nuestras manos para ingresar a la habitación de invitados, pero se detiene observando la puerta de al lado.

Su habitación.

Desde la última vez que estuve en esta casa —el funeral— no me atrevo a entrar a ese lugar. Todos los recuerdos de Jeon JungKook están ahí, Soah los dejo intactos porque deshacerse de ellos sería como olvidar a su hijo. Y él está más presente que nunca. Puedo ver la duda en sus movimientos, en sus ojos, le causa curiosidad por alguna extraña razón que no entiendo, pero me gustaría saber.

—¿Qué hay ahí? —pregunta señalando con su índice cuando sujeto el picaporte de dicha puerta, suspiro buscando soporte, la abro de a poco adentrándonos a ambos.

—Tu habitación.

Mis ojos se llenan de lágrimas por cada rincón colmados de recuerdos, hay un ligero olor a desinfectante, no obstante, el que más se conserva en el ambiente es su perfume, uno sutil que solía usar porque no soportaba los olores fuertes. Todo está en su lugar, como si el tiempo se hubiera detenido en esta parte crucial de la casa. Sus cuadernos con dibujos en el escritorio o pegados en la pared, las fotografías de su familia y amigos, los muñecos de acción de superhéroes en los estantes.

Me vuelvo hacia él, observa todo con curiosidad, sus manos pican por tocar algunas cosas, pero se contiene. Sus ojos tienen un brillo que deduzco cómo lágrimas, también es complejo para él encontrarse con lo que se supone es parte de su vida y no recuerda. Se detiene frente al escritorio donde hay libros, cuadernos entre otras cosas. Sujeta unas fotos y un block enorme de hojas blancas, al abrirlo hay dibujos que admira.

—Eras muy bueno dibujando —murmuro, carraspeo al sentir mi voz quebrarse— pintando también —me colocó a su lado— cada cosa interesante que veías la ilustrabas, ya sea pintando, dibujando o fotografiando.

Pasa las hojas con dibujos distintos hasta que nos llama la atención una determinada  página. Tiene anexado en la parte superior de la hoja blanca con un clip una fotografía con mi rostro y seguido de ello, el dibujo.

—Al parecer eras lo más interesante para mí en su momento.

Las siguientes páginas son dibujos de mi rostro, de mis ojos, de mi sonrisa, e incluso hay uno donde nos dibuja sentados uno al lado del otro admirando el lago, ese al cual fuimos a visitar en las vacaciones de invierno en Hongcheon cuando aún éramos mejores amigos. Mis ojos se desvían a su rostro, tiene su entrecejo fruncido haciéndome saber que está pensando en algo. Estoy a punto de preguntarle cuando comienza a sisear llevando la mano hacia su cabeza.

De inmediato, lo llevo hasta la cama donde lo hago recostar.

—Estoy bien.

—Llamare a Soah —sujeto su rostro revisando si hay alguna hemorragia en su nariz, nada. Sostiene mis muñecas evitando que me aleje.

—Estoy bien, Ayla —me jala— ven, recuéstate, no me dejes solo.

No me convence dejarlo así, ¿y si tiene otro ataque, un desmayo? Por un lado, me siento tranquila de saber que Soah tiene conocimiento de primeros auxilios, por otro me preocupa que siga minimizando esto. Anhelo que ya sea otro día para llegar al hospital y se haga todos los estudios necesarios que descarten algo grave. No sabemos cuánto afecto el accidente en él y cómo fueron sus cuidado posteriores.

Veo a Bam asomar su cabeza por la puerta entreabierta, sus ojos color marrones claros se iluminan cuando ve a Johan recostado en la cama, jadea inquieto, esperando por un permiso para ingresar y tomar su puesto. Sonrió haciéndole un gesto con la mano, casi que chilla cuando entra a los tropezones y se sube a la cama para acomodarse al costado del cuerpo del pelinegro.

Este le sonríe, acaricia su cabeza y Bam hace un intento de ladrido bajito, mueve su cola, sus patas delanteras queriendo acomodarse mejor para tocarlo. Está feliz junto a su dueño, no quiere separarse de él, se demuestra eufórico, casi que no le quita la mirada de encima cuando acomoda su cabeza sobre el brazo de Johan y ahí se queda.

—Te extraño mucho.

Me mira, vuelve a mirar a Bam sin detener sus mimos.

—Soñé contigo… —le cuenta en un susurro.

Yo me acomodo a su lado recostando mi cabeza de su hombro, rodea con su brazo mi cintura, mi mano se apoya sobre su pecho muy cerca de su corazón, y así nos quedamos hasta que él y Bam se quedan dormidos.

Bajo a la cocina cuando veo que llega la noche, no tengo sueño, pero si apetito, mucho. Johan ha estado tan preocupado por mi malestar durante el viaje que no ha dormido lo suficiente, me di cuenta por su constante dolor de cabeza que ha querido calmar con esas pastillas que, se supone, debe tomar. Lo que no sabe es que las guarde en otro lado cuando tuve acceso a ellas cambiándolas por unas Aspirinas que tenían el mismo parecido.

Hasta ahora no se ha dado cuenta y espero siga así.

Me siento en la mesa que tienen en la cocina, Soah está cocinando algo, huele delicioso. Voltea para seguir cortando algunas verduras y sonríe al verme, se desvía a la nevera de dónde saca una jarra con lo que se me hace té. Sirve en dos vasos, uno lo coloca frente a mi, le agradezco y ella se sienta a mi lado. Ambas bebiendo un sorbo.

—No quise ver su cuerpo —levanto mi cabeza para verle, sus ojos están perdidos en la mesa— no quería admitir que mi bebé estaba muerto —nuestras manos se entrelazan en una acción de apoyo mutuo— lo último que le dije fue que lo llamaba más tarde porque debía trabajar, me sentí culpable por no decirle siquiera te amo. Ese día me fui con él, ese día sentí que moría también.

Es cuando intento rebuscar en los sombríos recuerdos de mi mente ese preciso momento. Para ninguna debió ser fácil y jamás hablamos de eso.

—Omma, ¿no recuerdas si el cuerpo tenía algo diferente? —sus ojos se instalan en mi rostro, apuesto que con los mismos pensamientos o parecidos— digo, estoy segura que a quien vimos no era JungKook, sino Johan, el parecido es tanto que me aterra.

—No —se queda pensativa, sus ojos brillan por las lágrimas— estaba tan lastimado, su rostro tenía muchos rasguños, demasiados hematomas en su cuerpo, incluso el gran corte en su cabeza. Estaba en shock por perder a mi hijo, jamás hubiera pensado en esta atrocidad.

Nos quedamos calladas, lo más seguro es que teniendo el mismo razonamiento, el recuerdo de ese hospital despidiendo el cuerpo es similar. Bebe de su vaso, hay algo que quiere decirme y no se atreve, su pulgar acaricia mis nudillos, hago una mueca que no llega a ser una sonrisa de modo que la incito a continuar.

—Lala, cariño, yo sé que amas a mi JungKook, pero —niega, dubitativa— esto es demasiado para mí, ese chico… ¿y si no es?

Mentiría si dijera que no me dolió, aún no le he contado los pormenores —salvo lo primordial—, cómo he llegado, o hemos llegado a la conclusión de que ese pelinegro allá arriba es su hijo JungKook. Así que entiendo que dude, entiendo que no quiera ilusionarse con algo que se escucha muy fantasioso. Porque hasta yo, a veces, no me creo está insulsa situación que parece de película.

—Es él, tienes que creerme, es él —aprieto su mano, ella me lo devuelve con un pequeño brillo de esperanza en sus ojos cristalinos— él es JungKook. Mañana se harán el ADN, ¿verdad?

Ella asiente, suspiro por nuevo aire, los nervios están atracados en las dos enredados al sentimiento de zozobra y desilusión si llegase a no ser lo que creemos. No obstante, mi corazón me dice que debo mantenerme calmada, que debo confiar porque es muy obvio y que aquel examen solo nos confirmaría la verdad. 

—Ahm, Ayla.

Ambas giramos la cabeza ante la voz ronca del pelinegro, su cabello está un poco alborotado, tiene rostro somnoliento con ojos hinchados, Bam pasa a su costado trotando hasta llegar a mí, apoya su cabeza en mis piernas esperando por mimos, se los doy mientras Soah se levanta acercándose al chico.

Él no la mira, se puede ver la tensión en los dos, la diferencia es que Soah tiene miedo, se da cuenta de la indiferencia hacia ella y eso me mata.

—¿Quieres comer algo en especial? ¿beber un té? —Johan traga saliva, niega mirándola de reojo por un segundo— puedes pedirme lo que sea, lo que necesites.

—Gracias.

Suspiro bajito cuando él asiente y la ignora pasando a su lado para tomar asiento junto a mí. Le reprochó con la mirada su comportamiento, él solo se encoge de hombros como un niño regañado. Entiendo que se sienta incómodo, pero no es manera de tratarla así, como si fuera una extraña.

Para él todos son extraños, incluso tú.

Soah finge una sonrisa limpiando disimuladamente una lágrima que cayó por su mejilla dirigiéndose a la cocina donde dejo la olla con sopa cocinándose. Esto es duro para ella.

—Appa, vendrá en un rato, ¿verdad?

—Si, Junho termina a las ocho —se mueve por la cocina en busca de platos y cubiertos, me levanto para ayudarle— uno de sus clientes tiene una hija que es relacionista pública, ha hecho un gran trabajo publicitando el bar, e incluso su hermano ayuda en la parte administrativa, así que mi querido esposo tiene más tiempo para pasar junto a mí.

De reojo veo a Johangkook escuchar atento el relato de Soah mientras acaricia las orejas de Bam.

—¿Su esposo tiene un bar?

Eso es lo que necesitábamos.

Ella me mira, le hago un gesto aleteando mis pestañas para que prosiga. Carraspea, tomo su puesto revolviendo la sopa, huele exquisito y está casi a punto. Se mueve despacio, sirviendo otro vaso con té, lo deposita frente al pelinegro sentándose  frente a él hablando tranquila.

—Si, tiene dos bares, su sueño siempre fue ser músico, pero las circunstancias no le permitieron —sonríe— así que para mantenerse trabajaba en un bar cerca del hospital universitario donde yo estudiaba y hacia las prácticas.

—¿Eres médica?

—No, soy enfermera.

—Es jefa de piso —agrego— y ahora esta en segundo año de medicina, omma es genial.

Ella sonríe halagada, Johan con sus ojos bien abiertos nos mira, la mira a ella queriendo escucharla. Soah con más confianza prosigue.

—Él era muy apuesto, todas mis compañeras tenían sus ojos en él —chasquea su lengua— solo que yo era un poco impulsiva y lo invite a salir primero.

—¿En serio? ¿y hace mucho están juntos?

—En un par de meses cumpliremos veintisiete años de casados. Tenemos mucha historia juntos.

Y en esa última frase está agregado su hijo también.

—Mi edad.

—Mi JungKook nació en una época donde nuestra economía era escasa, no teníamos una casa donde vivir, el dueño del bar nos dejaba quedarnos en un cuartito pequeño —suena triste, melancólica— pero teníamos lo que necesitábamos, nos teníamos a nosotros y eso nos bastaba. Años después pudimos resurgir, los Jeon siempre resurgen y triunfan.

Johan se queda callado, pensativo, está analizando lo que acaba de contarle. Tal vez no recuerde, pero él ha sido testigo de todo el sacrificio que sus padres hicieron para obtener lo que hoy tienen, incluso para darle la mejor educación, la mejor estabilidad económica y sobre todo el amor de sus padres.

Escuchamos ruidos en la entrada, Bam ladra causando un respingo del susto en los tres, desaparece un momento volviendo con Junho detrás.

—Buenas noches. —nos sonríe, se acerca a la mesada dejando algunas bolsas de compras, besa mi frente aprovechando de oler la olla que ya apague hace unos segundos atrás. Se dirige hacia su esposa a quien le besa la frente y luego los labios. Pasan los años y ellos siguen amándose intensamente, situación que no pasa desapercibido por los ojos curiosos del pelinegro— ¿cómo te has sentido, hijo?

Desvía su mirada a sus manos jugando con ellas. Creo que se siente un poco intimidado. Asiente y yo decido tomar la palabra antes de que todo se vuelva más tenso o incómodo.

—La sopa está lista, preparemos la mesa.

—Si, claro. Hasta he preparado kimchi.

—Yo paso —lo miramos, se levantó de la silla colocando cierta distancia que no se porque me duele.

—¿No comerás nada? —niega ante la pregunta de Junho— no puedes ir con el estómago vacío a la cama.

—Se supone que tomarán muestras de mi sangre —duda— tengo entendido que debo estar unas horas sin comer.

Soah suspira de frustración, Junho quiere convencerle, pero ella se lo detiene.

—Ve a descansar entonces. Mañana tendremos un día muy pesado.

—Gracias.

Se retira en compañía de Bam que por un momento no sabe con quién quedarse. El ambiente queda en un amargo silencio que intentamos sobrellevar mientras cenamos los tres.

La habitación donde Johan se quedará gran parte del día es privada, solo tendremos acceso sus padres, algunas enfermeras compañeras de Soah, los médicos y yo. Apenas ha querido separarse de mi lado. Puedo sentirlo vacilar todo el tiempo, su malestar por encontrarse en un sitio desconocido con personas desconocidas que cada que lo ven se impresionan por saber que no está muerto.

Lo han llamado JungKook varias veces y él no lo siente familiar, aunque responde por educación.

Le han hecho el análisis completo, sus padres también se hicieron una pequeña extracción, con ello harán el examen de ADN que es lo más importante ahora y debemos esperar, mínimo, una hora. Debe hacerse, también, una tomografía computarizada de la cabeza y una resonancia magnética. Incluso tendrá una consulta con el psiquiatra. Todo esto me tiene con el estómago revuelto.

—Cariño, ¿te sientes bien?

Soah soba mi espalda, devolví el desayuno entero. Le hago saber que me encuentro mejor, lavo mi boca mirándome al espejo un instante, puedo sentir la mirada pesada de la mujer sobre mí. Está con su uniforme celeste, su cabello azabache va atado en una coleta baja, se ve muy diferente cuando la vemos en su trabajo. Vuelvo a la habitación tomando asiento en un sofá cerca de la camilla, han llevado a Johan a hacerse un estudio y Junho está con él, por lo cual nos encontramos solas.

—¿Ayla?

Se sienta a mi lado, está muy seria y eso me preocupa, ¿habrá pasado algo grave?

—¿Qué?

—Dime la verdad, tú y él… —deja las palabras flotando en el aire, niego sin entender aún que quiere decirme.

—¿Qué pasa? —sujeta mi mano, suspira preguntando de una vez.

—¿Estás embarazada?

Juro que no quise, realmente no, pero no pude evitar carcajearme en su cara. Está estupefacta ante mi comportamiento, intento calmarme, su pregunta me es graciosa. Su ceño está fruncido recordándome un poco a su hijo.

—No, no lo estoy —no me cree— él y yo jamás tuvimos ese tipo de contacto, yo no estaría cómoda haciendo eso sabiendo que estaba comprometido y para peor, que le diseñaba el vestido a su novia —me atrevo a mirarle a los ojos siéndole sincera— hubo una ocasión en que pudo haber pasado, pero no, porque no sería lo correcto y como te dije, no podría.

Suspira aliviada. Da golpecitos suaves a mi mano asintiendo. Soah sabe quién es Kathrin, sabe que le diseñaba el vestido de novia y sabe que fue prometida de Johan o JungKook. También sabe que ese compromiso ya no está en pie porque hoy en la mañana se lo comenté en el desayuno al quedar sorprendida cuando nos encontró al pelinegro y a mí durmiendo juntos en la misma cama.

En mi defensa, él se escabullo en la madrugada —en compañía de Bam— y ambos se metieron a la cama conmigo. No podía echarlos, Johan tenía ojeras marcadas bajo sus ojos y preocupación recorriendo su rostro, sentía la necesidad de cuidarlo y hacerle saber que todo estaría bien. No iba a negarme, y para ser sincera, me estoy acostumbrando a dormir a su lado.

Después de un largo rato que se me hizo eterno, Johan llega en compañía de un enfermero, en una silla de ruedas con cara de fastidio, Junho detrás junto al médico —director de la clínica— a cargo de su caso, Soah lo hizo minutos después colocándose al lado del pelinegro, quiso tomar su mano en una acción amorosa de apoyo, pero él simplemente la alejo.

Está comenzando a dolerme su indiferencia para con sus padres.

—Hasta ahora tenemos la mayoría de los estudios hechos, nos faltaría la consulta con Hwan el psiquiatra para evaluar su estado mental.

—No creo que sea necesario.

—Lo es, muchacho, en este caso, no sabemos cuánto daño se derivó del accidente a tu cerebro —explica— me preocupa un poco los dolores de cabeza, así como los recuerdos que Ayla nos ha comentado, has tenido. —suspira, acercándose a la camilla— entendemos que todo esto sea muy estresante para ti, pero es necesario para tu pronta recuperación.

Johan solo asiente, lleva una camisa y un pantalón especial dispuesto por el mismo hospital. Una versión sosa y no tan divertida de un pijama.

—El doctor Yoon, neurólogo vendrá más tarde para hablar sobre los resultados de la resonancia y el TAC —comento Soah— en estos momentos está en cirugía.

—Si es así, le doy el alta a JungKook para que puedan marcharse tranquilos a casa.

No le ha gustado que lo llamen así.

—¿No esperaremos a los resultados del análisis?

—Claro que si, Junho, la prueba de ADN será lo primero que se entregará. Lo demás podremos esperar para más tarde.

—Bien.

—Gracias, doctor.

Ellos despiden al médico que se marcha junto a la residente que lo acompaña, me acerco a Johan sosteniendo el bolso con su ropa.

—¿Quieres que te ayude?

—No, puedo solo, gracias.

Me arrebata el bolso de las manos dirigiéndose al baño donde se encierra. Intento respirar normalmente evitando largarme a llorar en estos momentos porque considero que no vale la pena. Se está comportando de forma muy grosera, puedo entenderlo hasta cierto punto, pero lo único que hace es hacernos sentir mal, como si fuéramos los villanos y hemos estado haciendo hasta lo imposible por hacerle sentir confortable.

Soah me sujeta de la muñeca cuando ve que estoy a punto de salir por la puerta principal de la clínica. Lo mejor sería esperarlos afuera, tomarme un respiro porque estoy a punto de flaquear, me abraza, le correspondo y me susurra que me quede tranquila. Ella debería ser la más afectada, puesto que ha recibido puro rechazo de parte de su hijo, sin embargo, sonríe, llena de esperanza por algo que, ahora, temo sea lo contrario.

Nos dirigimos a la cafetería donde nos pedimos un té, tiene tiempo libre, sus compañeras la están cubriendo mientras tanto. Reviso las notificaciones del celular, mis redes sociales están vacías de nuevo contenido, hace meses que no interactuó en ellas, tengo algunos mails sin leer, mensajes de algunas amigas que tengo en Alemania, mi padre me ha escrito, incluso Yoongi para saber cómo va todo, pero no me apetece responderles por ahora.

Dentro de mi pequeño bolso apoyado sobre la mesa vibra el celular de Johan, no sé en qué momento lo dejó ahí, por simple curiosidad reviso las notificaciones de mensajes. Tiene varios, los que me llaman la atención son los de su padre y Klaus preguntándole cómo va el negocio que se supone vino hacer en este viaje. Tiene uno de Kathrin preguntándole cómo se encuentra y que le avise cuando llegue a Berlín.

¿Es normal que sienta celos e impotencia?

Mi estómago se revuelve otra vez, no quiero seguir aquí, soporte demasiado sosteniendo el muro de concreto resguardando los recuerdos de aquella noche en que vine a despedir a mi novio muerto. Él que está arriba en esa habitación no lo es, me preguntó si esto va llegar algún lugar seguro, si vale la pena hacer todo lo que estamos haciendo si al final, Johan o JungKook como sea que se llame, no nos acepta todavía.

Y puede que exagere, pero estoy dudando incluso de mis sentimientos hacia él. Esto es demasiado para mí.

Mi cabeza va estallar, Soah está a punto de marcharse porque nos hemos pasado media hora hablando de cualquier tema que no sea referente a todo esto, vemos a Junho caminar a paso rápido hacia nosotras, lleva preocupación en su rostro, podría decir que está pálido también y eso me alarma. Nos alarma.

—¿Él está con ustedes?

Nos miramos, negamos. Suspira pesadamente llevando sus manos a su rostro, tiene un papel en ellas.

—Lo deje un momento en la habitación porque debía hacer una llamada al bar, no fueron más de diez minutos, cuando volví él no estaba, nadie lo vio salir, el bolso está abierto sobre la cama —sus ojos se llenan de lágrimas— y encontré esto también.

Extiende dicho papel hacia nosotras, lo tomamos leyendo su contenido.

Mi estómago se retuerce de dolor, mis ojos arden por las lágrimas, estoy temblando entera y no sé a que sentimiento o emoción adjudicarle mientras leemos los resultados del ADN.

“En base a los alelos comunes existentes entre las muestras 1 y 2 (presuntos padre y madre) con la muestra 3 (hijo), se puede establecer que existe una relación genética que alcanza un porcentaje de paternidad del 99,99996%”

Es él, al fin surge la verdad, una sola verdad.

JungKook está vivo.

👁️👄👁️

Si, Johan es JungKook.
Recibo sus descargos, gritos eufóricos, llantos, insultos (no mentira) aquí. ➡️

Ustedes que creen que pase de ahora en mas. 🤔

Ayla está comenzando a dudar de sus sentimientos 😮

JungKook se aferra a ella por miedo o por qué confía en ella.

Las leo. No olviden que las quiero, agradecerles porque me hacen feliz apoyando a esta loca historia que sale de mi cabeeza. Cuidense mucho por favor .

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