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𝟏𝟎. 𝐓𝐮𝐬 𝐝𝐞𝐟𝐞𝐜𝐭𝐨𝐬 𝐲 𝐥𝐮𝐧𝐚𝐫𝐞𝐬.

Ya no soporte quedarme más tiempo en ese sofocante sitio, solo aumentaba mi ansiedad ante los recuerdos de hace dos años. Yo no llegué a esperar en una sala, yo llegué justo en el momento para despedir el cuerpo de JungKook, de tener que ver cómo sus padres se derrumbaban, de tener que aceptar que perdí al amor de mi vida.

Yoongi me esperó en la entrada del edificio cuando le comenté a través de un mensaje la estresante situación, era de madrugada, hacía frío, estaba muy cansada y lo único que quería era dormir un año entero. Al entrar la desilusión me invadió como un baldazo de agua helada al no encontrar a mi bebé de cuatro patas para recibirme, llore un poco, Yoongi me consoló entre sus brazos y con una taza de té de manzanilla.

Volvió a mencionar que tenía sus dudas sobre el tal Johan, que había algo que no terminaba de cerrar en todo esto, no quiso decirme nada porque no quería ilusionarme. Si supiera que ya no tengo esperanzas de nada, estoy aceptando que el pelinegro es simplemente alguien parecido a JungKook, no obstante, está empeñado en que confíe en él porque al volver a Corea podría saber responder mejor sus interrogantes.

No le di más vueltas al asunto, preferí retirarme a mi habitación para hacer mi rutina nocturna, para relajarme un poco en el silencio hasta que logré dormirme en algún momento.

Algo al lado de mi cabeza está zumbando, es realmente molesto porque perturbo mi tranquilo sueño, hace rato no dormía tan bien. Tanteo con mis manos las sábanas, debajo de la almohada, abro los ojos, veo encendida la pantalla de mi celular, vibra sobre la mesa de luz, estoy maldiciendo a la persona que se atreve a despertarme a las... cuatro de la mañana.

Grande es mi sorpresa cuando leo su nombre en la pantalla.

—Hola.

Puedo escuchar su acompasada respiración del otro lado, no hay más que silencio envolviéndonos. Cuando estoy por hablar él lo hace primero.

¿Por qué te fuiste? —eso sonó acongojado.

—Yo... ¿estás bien?

Si —suspira— estoy mejor, debo guardar reposo, solo fue algo común —lo dice con tanta simpleza que a mí me entra la desesperación de escucharlo hablar así.

—¿Común? Si sabes que sangraste y no fue una simple hemorragia —trago saliva— te agarrabas la cabeza como si te la estuvieran partiendo a la mitad.

Así se sintió —se hace un silencio entre nosotros— no me contestaste, te fuiste, me sorprendió no verte en la clínica cuando desperté.

—No vi la necesidad de quedarme —me estoy mordiendo el labio para no hablar de más— solo acompañe a Kathrin.

¿Podemos vernos?

Mis nervios van en aumento, mi corazón bombea rápido dentro de mi pecho.

—¿Para qué?

Ayla, no he dejado de pensar en el beso.

Jadeo de la impresión a la vez que corto la llamada. Estoy impactada. No, esto no puede estar pasándome justo ahora.

Si, te está pasando y yo que tú iría a ver qué le pasa.

Hago mi entrada triunfal a la cocina, Yoongi desvía la atención del libro que está leyendo y me mira con preocupación al ver mi rostro, debo verme fatal.

—No digas nada.

Me dirijo hacia la nevera de dónde saco una jarra con jugo de naranja. Me sirvo en un vaso con esforzada lentitud yendo luego a paso cancino a sentarme en la mesa esquivando su inquisitiva mirada.

—¿Lala? Deberíamos salir, tu padre me invitó a cenar esta noche comida coreana, vamos.

—Puede ser.

Suspira, cierra el libro y mira a su alrededor antes de hablar.

—¿Pesadillas?

Si supiera que recibí una llamada a las cuatro de la mañana que me dejó nerviosa cuando menciono lo que no debió suceder entre los dos, que le corté y lo intento dos veces más, por lo que tuve que apagar el celular y hasta ahora no lo encendí por qué soy una cobarde que tiene miedo.

—Salgamos algún lado, ¿por qué no vamos a pasear? Hay unos sitios que debo mostrarte. —sonrió.

Entrecierra sus ojos, sabe que le cambié el tema porque evitó decirle la verdad. Ya me conoce. Respira profundamente antes de asentir resignado. Chillo de la emoción y lo invito a almorzar en un lugar cerca de mi trabajo que conozco y es delicioso.

De repente, estoy ansiosa por bañarme, vestirme y arreglarme para salir. Yoongi hará lo mismo. Cuando regreso a mi habitación para vestirme prendo el celular, en minutos suena con varias notificaciones, al revisarlo veo dos llamadas perdidas de Johan, algunos mensajes y lo demás son notificaciones irrelevantes.

Bueno, no tan irrelevantes cuando veo los mensajes de Kathrin solicitando mi ayuda en algo referido a la boda. Me extraña porque el vestido casi que está listo, solo debemos hacer una prueba más y tenemos fecha para eso en dos semanas. El vestido de las damas ya están entregados que fue lo más fácil.

Le pregunto que es lo que necesita, casi al instante me contesta que quiere verme, que si podría ir al club donde ella está para reunirnos y hablar en tranquilidad porque tiene un problema que no específica. Intento llamarla para saber mejor de que trata, su teléfono suena, pero no me contesta.

Kathrin.
Lo siento, no puedo hablar en este momento.
¿podrás venir a eso de las cuatro?
11:38✓✓

Si, no te preocupes. En la tarde estoy por allá.
11:39✓✓

Kathrin.
Cuando llegues a recepción solo diles mi nombre y ellos te llevarán a mi.
11:39✓✓

Ok, nos vemos más tarde.
11:39✓✓

Debo desistir de salir con Yoongi, él entiende que es trabajo cuando se lo comunico con pesar, al fin y al cabo. Pero salimos juntos a almorzar de todas maneras porque quiero disfrutar de su compañía. Sé que más tarde irá a lo de mi padre, así que no me preocupa mucho dejarlo solo. Otra vez.

Cuando llegó al club campestre, le aviso a Kathrin a través de un mensaje que estoy aquí, no obtengo respuesta alguna de su parte. Me presento en recepción preguntando por ella, un hombre, que al parecer, ya me esperaba me indica que lo siga. Caminamos entrando a las inmediaciones del gimnasio. Esto se me hace más extraño cuando tomamos el ascensor hacia los pisos superiores.

Cuando las puertas metálicas se abren salimos hacia un hall de entrada que lleva a la enorme piscina techada que al parecer está vacía cuando el trabajador me abre la puerta de vidrio para que pase. Esto ya no me gusta, por qué tendríamos que encontrarnos en un lugar apartado si hablaremos de la boda, pensé que me esperaría en la cafetería o en su casa que es lo más lógico, no en una piscina.

El hombre se despide de mí, se marcha dejándome sola y confundida, busco a Kathrin con la mirada en medio de este enorme silencio dónde solo se puede escuchar el chapoteo del agua. ¿será ella?

Me sorprende que no quieras admitir lo que es obvio.

Camino aferrando entre mis manos la correa de mi bolso intentando disipar mis nervios, más que nervios se vuelve irritación, suspiro pesadamente acercándome al único ser que encuentro en lo que dejo deslizar mi bolso de mi brazo a mi mano.

—No te parece que es un poco bajo mandarme mensajes a través del celular de tu novia.

Se encoge de hombros, se levanta de la orilla, tiene ropa de entrenamiento. Se hace el inocente cuando se acerca a mi colocando sus manos detrás de su espalda. No voy a seguir con este juego. Me volteo para marcharme, pero rápidamente me sujeta del brazo.

—Ayla, no puedes escaparte.

—No me estoy escapando de nada. —jalo mi brazo de su poder, no puedo cuando ejerce más fuerza.

—¿Por qué cortaste la llamada?

—Me quedé sin batería.

Me suelta, chasquea su lengua colocando una seria expresión de incredulidad. Obvio no se cree esa tonta excusa.

—¿A qué le tienes miedo?

—¿Yo? A nada.

—¿Entonces porque huyes?

—No estoy huyendo de nada, Johan. —me escapo de ti— además no entiendo para que mientes haciéndote pasar por Kathrin.

—Ella olvidó el celular en el apartamento, solo ví una oportunidad.

—¿Oportunidad de qué?

—De estar contigo. —da un gran paso hacia a mi.

Esto no está bien, no, el prohibido no puede insinuarse, porque lo que acaba de hacer no es eso, ¿o si?

Se te insinuó de acá a la china.

Mi mano completa se apoya en su pecho cuando corta más la distancia entre ambos, es de músculos duros, la quito al instante porque siento como si me quemara, mi corazón bombea fuerte a causa de los nervios, me quiero ir, me está tentando demasiado.

Volteo para escapar corriendo, Johan me sostiene del brazo para que le dé la cara de nuevo, lo empujo para apartarlo y sin darme cuenta es un segundo estoy cayendo a la parte profunda de la piscina. Dato no menor: no sé nadar.

Así que me estoy desesperando cuando intento salir a la superficie entre medio de pataleos y braceos, apenas me da tiempo de pensar cuando me encuentro sana y salva en los brazos de alguien, estoy tosiendo en busca de aire cuando puedo respirar.

—Ayla, ¿estás bien? Nena, contestame.

Sigo tosiendo, sostiene mi rostro con una de sus manos, estoy tan cerca de él que puedo sentir su aliento. Quiero soltarme porque es peligroso está proximidad entre los dos, pero no lo hace, es más, nos mueve hasta donde se encuentra la escalera de material, me ayuda a sentarme en uno de los escalones.

Él se acuclilla uno más abajo frente a mí, peina mi cabello que se pegó a mi rostro hacia atrás. Lo veo demasiado preocupado, sus labios son demasiado tentadores cuando se los relame. Estoy a punto de contestarle cuando acorta la distancia y me besa.

Y no es un beso como el que yo le di. No, es un beso ansioso que me quita el aliento. Me toma por sorpresa cuando su cuerpo se inclina sobre el mío empujándome, siento el filo del escalón hincarme en la cintura y espalda, aún así no me importa cuando por inercia rodeo sus hombros para más cercanía. Esto está mal y no me importa.

Me separó por falta de aire. Sus ojos me miran con intensidad, se acerca para volver a besarme, se lo impido porque no es el momento, ni es el lugar, simplemente no debió pasar. Se da cuenta que estamos haciendo y se aleja de inmediato, me toma de la mano para ayudarme a ponernos de pie.

Ambos estamos empapados, la camisa blanca se le pega a su bien formado cuerpo. Sus ojos de repente se encuentran sobre mi, más específicamente en el suéter de hilo que se pega a mi torso logrando que se transparente y se vea mi brasier del mismo color. Me rodeo con los brazos, estoy sintiendo culpa y él fue el de la iniciativa.

—Debo irme.

—No así, primero te llevaré a qué te cambies.

Acepto porque no saldré a la calle en estas fachas para enfermarme. Se acerca a una mesa donde hay una pila de toallas bien dobladas, agarra dos, con una seca su rostro y parte de su cabello, la otra la extiende para acercarse a secarme. Se lo impido al instante porque tengo manos con que hacerlo.

Nos dirigimos en silencio hacia los vestuarios. Me indica un cubículo donde comienzo a quitarme la ropa mojada para secarme mejor. Él hace lo mismo en el de al lado. A los minutos me pasa ropa seca por arriba de la puerta, la tomó agradeciéndole, no puedo evitar sonrojarme al entender que solo una pared de madera nos separa entre nosotros y nuestra desnudez.

Quitando todo tipo de pensamiento me cambio con lo que me dio, es ropa suya tiene su aroma, me queda gigante, pero al menos me abriga. Al salir veo parte de su espalda desnuda mientras termina de colocarse una camiseta de mangas largas. Voltea hacia mi, yo mantengo mi vista sobre mis pies. Por suerte mi bolso no se mojo, así que tengo todo intacto. Hay un silencio que ninguno se atreve a romper.

Nos movemos hacia la salida, no sé que ha pasado, pero estoy segura que esto no ha terminado aún. Me detengo a su lado, pide el auto a uno de los cuidadores del lugar, en la espera extraigo mi celular del bolso para hablarle a Yoongi, saber que está haciendo, porque cuando llegue a casa y le cuente de esta situación, se volverá loco.

Me subo a la parte del copiloto cuando me abre la puerta, no lo dudo ni un segundo cuando veo algunos rostros conocidos, él sube a su puesto al instante. Arranca el motor alejándonos hasta una parte apartada del club donde se encuentran las canchas de golf según mi perspectiva y se detiene. El silencio es lo único que nos acompaña.

—¿Por qué me besaste?

De todo lo que podrías preguntar, le preguntas eso.

Salió sin mi permiso, lo juro. Su respuesta me deja peor.

—Porque quise.

Suena muy seguro cuando ladea su rostro para verme. Yo estoy haciendo un gran esfuerzo por no mirarle a los ojos, voy a caer estoy muy segura si lo hago. Además, su perfume invade todo el espacio en el que nos encontramos, me envuelve queriendo enloquecerme.

—Esto no está bien —susurro.

—Lo sé, pero no puedo detenerme —relame sus labios, se toma su tiempo para hablar, rasca el material del volante como si eso lo ayudará— siento la necesidad de verte todo el tiempo, desde que me besaste sentí algo extraño en la boca del estómago —niega, sus ojos miran hacia el frente, luego voltea a verme— jamás sentí esto, Ayla, no sé que me pasa contigo, pero me gusta más de lo que debería hacerlo.

—Esto está mal, te vas a casar, tienes un compromiso con Kathrin, no puedes hacerle esto a ella, te ama.

Que mentirosa eres, Ayla.

Me mira fijamente buscando la broma o que me retracte, respira profundo como si quisiera calmarse para no decir algo de lo que se pueda arrepentir. No dice nada más, enciende el auto y en silencio salimos del complejo. En el camino tampoco agrega algo, ni siquiera me mira, solo se limita a conducir, yo tampoco me atrevo a hablarle. Pero lo que dije es cierto.

Me doy cuenta a unas cuadras que está llevándome a casa. Cuando se detiene frente al edificio, estoy por bajar, pero sus palabras me detienen.

—Tú y yo sabemos que hay algo más entre nosotros, no sé lo que sea, pero es evidente la química y la atracción, no lo niegues porque no te creeré.

Que más quisiera admitirlo, pero no puedo, por varias razones que no me pondré a explicarle. En un murmuro le agradezco que me haya traído, me alejo rápidamente para subir y entrar a mi departamento en busca de refugio, dejó mi bolso y la bolsa con mi ropa mojada a un costado, me deslizó sobre la puerta hasta caer sentada en el piso.

Sigo sin saber cómo es que en minutos tuvimos un encuentro nada suave que dejó entrever que pasa algo más.

No he hecho más que martirizarme con las fotos que tengo guardadas, cada imagen es el recuerdo de mi felicidad. Tengo muchas que revele de cuando fuimos de vacaciones a Hongcheon, cuando JungKook y yo todavía éramos mejores amigos, pero estaba esa tensión palpable que vaticinaba lo más obvio. Había fotos de mis hermanos, de las chicas, del grupo juntos, de nosotros dos, de Gukk solo con su cara de gruñón.

Tenía otras de cuando estábamos de novios, de él dormido, porque amaba sacarle ese tipo de fotos sin que se diera cuenta. De Bam, cómo extraño a mi bebé de cuatro patas, lo último que supe es que estaba enfermo del estómago, pero recuperándose según Soah. Preferí quedarme en casa luego del amargo no tan amargo encuentro con el prohibido. Yoongi se fue hace un rato, no le conté sobre esto ni tampoco preguntó por mi nuevo atuendo que le recordó a su amigo.

¿Qué le diría? Que me bese con Johan, que le correspondí y luego me hice la digna recordándole que está a punto de casarse. Soy una maldita hipócrita porque no dudaría en volverlo hacer. Es poco lo que hemos tratado, aún así, suficiente para saber que entre ambos pasan cosas imposibles. De todas maneras, una vez que acabe con el vestido y sea entregado, no lo volveré a ver jamás.

Eso es lo que tú piensas.

No, estoy pensando seriamente en volver a Corea. Pensé que escapar a otro país lograría hacerme olvidar, pero fue peor, todo me recuerda a él. Suspiro, he estado sentada con las piernas cruzadas largo rato, toda la sala es un desorden, he cenado algo ligero porque me iré a dormir pronto. Mañana es otro nuevo día, otro donde pondré todo de mi para terminar ese bendito vestido de novia.

Limpio un poco la cocina, lo que ensucie cocinando, las fotos las guarde en la caja de madera que la coloco sobre el escritorio donde suelo tener mis scketchbook y demás artículos de trabajo. Tome un baño ni bien llegué para quitarme, no solo la ropa que Johan me había prestado, sino también su aroma impregnado en la tela y que por casualidad quedó en mi.

Estoy por apagar las luces cuando todo se encuentra en su puesto, pero el timbre por el intercomunicador suena llamando mi atención, pues son casi la una de la madrugada. Cuando atiendo el conserje me avisa de una nueva visita que me espera abajo, pienso que es Yoongi que se olvidó las llaves que mandé hacer, pero no es él. El hombre no sabe decirme quién es o no quiere hacerlo, así que me veo en la obligación de bajar en pijama para matar mi curiosidad.

—La está esperando, dice que no se irá antes de hablar con usted.

Era lo único que me faltaba. Esto no me puede estar pasando.

—Esta bien, no se preocupe, gracias por avisarme.

—Si necesita ayuda, solo hágamelo saber.

Se lo vuelvo agradecer, Johan está sentado en uno de los sillones de recepción, cuando me paro frente a él tiene una sonrisita divertida, sus mejillas y nariz están colorados, puedo afirmar que está ebrio porque se tambalea cuando intenta levantarse. Rápidamente, le doy mi mano, él la toma y lo ayudo a moverse hasta el ascensor.

¿Estás segura de llevarlo arriba?

No tengo de otra, no tengo idea de cómo llegó aquí en este estado. No lo voy a dejar tirado, se supone que es alguien reconocido, no puedo dejar que lo reconozcan y menos que sea en el edificio donde vive la diseñadora del vestido de novia de su prometida. Sería... un escándalo. Eso supongo.

Subimos hasta mi apartamento, en todo el trayecto en que subimos no deja de mirarme, sus ojos de cervatillo se vuelven inocentes, es como un animalito perdido. Seguiré repitiendo que me aterra el parecido con JungKook. Incluso en sus expresiones.

Lo dejo en el sillón cuando entramos, suspira mirando a su alrededor. No entiendo que hace aquí.

—Johan.

—Me gustas Ayla.

¿Qué?

Mis ojos se abren ante tal confesión.

—Estas ebrio, estás diciendo...

—¡No! Desde el primer momento en que te vi sentí atracción hacia ti —restriega su rostro con ambas manos— cuando supe que serías quien diseñaría el vestido de Kathrin no estuve de acuerdo, pero no dije nada —se ríe comenzando a divagar— pensé que solo era por lo bonita que eres, pero me besaste y me fascinó, me dejaste encantado y cuando fui a buscarte te encontré con ese tipo —lo dice de forma despectiva— sentí celos, jamás sentí celos, no recuerdo sentir eso, pero los sentí, y el día del evento en que bailamos juntos, fue como un deja vu para mí.

—Johan, por favor.

—Suelo tener sueños con una mujer desconocida, no entiendo quien es o porque sueño, en el momento de mi dolor recordé uno de esos sueños —no entiendo a dónde quiere llegar, pero mi corazón está por salirse de mi pecho— cuando desperté en la clínica esperaba verte, ¿entiendes? No era a Kathrin a quien quería, sino a ti y no entiendo porque no estabas allí, no entiendo quien eres y porque me tienes así. ¿Quién eres Kim Ayla?

Mis ojos arden por las lágrimas que se acumulan. Acaso, ¿soñó conmigo? Tampoco entiendo nada, pero siento algo extraño en mi interior. Y si Yoongi tenía razón y Johan no es quien dice ser, pero cómo. Frunce su ceño, lleva sus dedos hacia su cien y sisea, murmura que necesita ir al baño, lo ayudo a moverse, al llegar se arrodilla frente al inodoro y devuelve lo que tiene en su estómago.

Cuando parece que está mejor me pide un vaso de agua, se levanta con mi ayuda directo hacia el lavamanos donde moja su rostro. Cómo lo veo mejor parado, voy a la cocina rápidamente a por un vaso de agua fría. Al volver, no lo encuentro en el baño sino que lo encuentro recostado en mi cama. Respira con tranquilidad, está dormido.

Es tu oportunidad.

Hay algo que me inquieta, algo que llamó mi atención ese día del evento cuando bailamos juntos. Descubrí, por la cercanía entre los fos, una pequeña cicatriz en su pómulo izquierdo, así como tenía JungKook, de repente me encontraba buscando algún indicio cómo ahora lo estoy haciendo. Cómo puedo le quitó la chaqueta, es pesado.

Estoy arrodillada sobre el colchón observándole, me inclinó sobre su cuerpo, es momento de quitarme las dudas que están matándome. Comienzo a delinear su rostro, tiene la mandíbula marcada, tiene dos lunares en ambas mejillas, la que tiene en la nariz parecida a la mía, me detengo a mirar con atención debajo de su labio inferior, en su lugar tiene una peca, es muy imperceptible, pero está ahí.

Estoy temblando a punto de llorar.

Sigo, delineó con las yemas de mis dedos sus cejas, sus párpados dónde encuentro el otro imperceptible lunar, su nariz, sus labios de color rosa. Sollozo al encontrar con más claridad esa cicatriz que JungKook se la hizo jugando cuando pequeño, Soah y Junho me contaron esa anécdota muchas veces.

Mría ojos viajan hasta su cuello, en uno de los costado donde se supone debería estar otro lunar llamativo, encuentro otra peca y ahora estoy muy segura que en realidad fue un lunar, porque así es como queda cuando lo extirpan. Lloro en silencio, cubriendo mi boca para no hacer ruido y despertarlo aunque si es quien creo, no lo hará estando en este estado.

Hay otro lugares donde puedo corroborar mi teoría de que él es JungKook. Trago saliva decidida, mis manos tiemblan, desabotono su camisa lentamente, mis dedos rozan la piel de su pecho, de sus costillas dónde me detengo por el siguiente detalle. Mi ojos se nublan al ver el marcado lunar marrón en la parte izquierda de su costilla. No puede ser que dos personas tengan los mismos lunares y defectos, las mismas expresiones, la misma voz, esto solo me confirma lo que Yoongi ha intentado decirme.

Es él, Johan es JungKook.

¡Que escándalo!

Ayla dice que Johan en realidad en JungKook basado en algunos lunares y otros detalles ¿Ustedes que creen que pase ahora entre estos dos?

No fue lo que quería, pero el final es lo que importa. Johan siente atracción por Ayla desde que la vio. ¿Será esto cosa del destino? 🤔

Déjenme sus comentarios que amo leerles.

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