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xii. reunions and ministry

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CAPÍTULO DOCE
REENCUENTROS Y MINISTERIO
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EL MINISTERIO de Magia estaba más lleno de lo que siempre estaba, con el anuncio del señor tenebroso había regresado. Los magos entraron en pánico por ello.

Exigían respuestas y soluciones, pero el ministro no estaba listo para dar esas respuestas.

Leonardo había ido al ministerio porque tenía que acomodar unas cosas de su herencia. Aunque normalmente esas cosas se hacían en Gringotts, Leo tenía que verificar unas cosas con su fortuna.

—Dijiste que íbamos a comer.—se quejó Rabastan al ver cómo su amigo lo había engañado.

—Lo haremos, —confirmó. —Después que me encargue de este asunto.

—¡Ay no! Siempre duras mucho tiempo.—volvio a quejarse.

—Ya Rabastan.—lo callo al ver como se acercaba el Sr. Conwell. Su abogado mágico.

—¡Ah, señor rosier!—lo saludo.

—Sr. Conwell.—saludo el de regresó. —¿Están todo listo sobre mi encargo?

—¡Por supuesto que si!—asintió con la cabeza. —Tengo todo listo, solo vamos a mi despacho. —indicó el lugar con su mano.

—¡No me dejes Leo!—Rabastan se pego a su brazo.

Leonardo miró que las personas los miraban, sonrió con falsedad antes de tirar de Rabastan.

—Comportarte. —ordenó. —Toma, comprate algo. —le tendió unos galeones antes de que comenzará a avanzar con su abogado.

El Rosier observó como era remodelado el ministerio, desde su última batalla final, las cosas habían cambiado.

El lugar parecía más sombrío y frío, como si un dementor estuviera por el lugar rondando. La alegría que había hace meses se había esfumado. Ahora todos parecían prepararse para una guerra.

Una guerra de la cual Leonardo no quería ser parte. Ya había pasado por una, ¿por que tenía que estar en otra?. Aunque no lo aceptaría nunca, tenía miedo de perder a la gente que amaba en ella.

Su muerte no era algo a lo que temiera, después de todo, ya había vivido lo suficiente. Sabía que las personas que él amaba estarían bien sin él, y que podrían vivir y superar su muerte.

Pero él sólo pensar en Rabastan muerto, le daban ganas de vomitar, el no era lo suficiente fuerte para superar la muerte de las personas. Y no quería pensar en Draco.

Moviendo la cabeza miró al Sr. Conwell señalarle su oficina, ambos entraron al lugar y Leonardo noto la gran pila de papeles en montañas por la oficina. El lugar no era el más ordenado pero no le dio importancia.

—Entonces Sr. Rosier, he estado acomodando su herencia y al parecer no tenemos ningún problema con ella. Todo esta a su nombre.

—Bien, ¿podemos hacer el papeleo entonces?

—Claro que si, solo necesito su firma en este documento y una gota de su sangre para que todo quede sellado. Por supuesto el nombre de la persona a la que le deja todos sus bienes en caso de su fallecimiento.—explico brevemente.

Leonardo asintió y dejó su firma tal y como el hombre lo pidió, después escribió el nombre de la persona que le dejaría toda su herencia.

Draco Lucius Malfoy Black.

Tomó la daga que le ofreció el hombre y hizo un corte en su palma de la mano. Así dejando caer solo una gota en el papel, esta en cuanto tocó el Pergamino desapareció sellando todo.

—¿Eso sería todo?—pregunto el pelinegro.

—Es correcto, yo me encargaré de mandar una copia de este documento a Gringotts para que los duendes estén enterados de todo y puedan hacer el cambio también ellos.—sonrió poniendose de pie. —Fue un placer trabajar con usted Sr. Rosier.

—Lo mismo digo Sr. Conwell.—el hombre de estatura mediana abrió la puerta de la oficina sólo para ver a una persona apuntó de tocar.

—¡Alex!—saludo el sr.

—Sr. Conwell.—lo saludo antes de mirar a Leo.

—¿No es esta una gran coincidencia?—preguntó el hombre mayor. —El Sr. Rosier está aquí para lo de su herencia.

—Claro...—murmuró ella. —Leonardo.

—Alexandra.—saludo el con su típica frialdad.

—¿Dejas herencia? ¿A caso por fin te vas a morir?—pregunto ella cuando vio al abogado atender una llamada.

—Siempre fuiste una comediante Alexandra. Ojalá fueras igual de buena así como auror.—se la regreso el.

—Lo siento, era una llamada importante.—dijo el hombre sin notar la tensión. —¿No es un lindo encuentro familiar?

—Siempre es bueno ver a la familia.—dijo Alex mintiendo.

—Vivo para estos momentos.—murmuró Leo. —Pero tengo que irme. —sin más que decir rodeo a la chica y salió.

—¿A caso no es un amor de hermano?—escuchó la pregunta de Alexandra, Leonardo.

Alexandra Barnes. También conocida anteriormente como Alexandra Rosier. Su hermana melliza y también la única persona que podía igualarlo en todo.

[...]


LEONARDO MIRÓ a su amigo Rabastan con la mejilla roja, le dio una mirada de curiosad al ver como una chica rubia se alejaba de él con un rostro de molestia.

—¿Qué hiciste?

—No me lo vas a creer. —dijo el sonando su mejilla.

—Viniendo de ti, me espero todo.

—Me encontré con Alex.—le dijo esperando una reacción de su parte.

—No eres el único.

—¿La viste?—preguntó con curiosidad.

Los dos avanzaron hasta la salida del ministerio sintiendo el agua pegar en sud rostros. Sacaron una sombrilla y caminaron por las lluviosas calles de Londres Muggle hacia la casa de Rabastan, la cual estaba ubicada entre muggles.

—Lamentablemente.—dijo.—¿Me vas a decir que hiciste?

—Vi a Alex y entre en pánico porque yo me le quedé viendo como un acosador y ella sintió mi mirada por que me volteo a ver y no supe que hacer, lo juro...

Leonardo suspiró y negó. —¿Qué hiciste?

—Una chica iba caminando por ahí... —Lro le dio una mirada para que siguiera. —La tomé de los hombros y la bese. —dijo deanwra nerviosa.

—Fuiste un idota.—se rio Leo sin evitarlo.

—Ella dijo lo mismo y luego me dio una explicación del porqué no debo besar a las chicas sin su consentimiento.—habló con pesadez. —Quise disculparme pero ella me dio una bofetada y se fue enojada.

—¿Sabes quien es?

—No, pero iré mañana al ministerio a disculparme.—le dijo el.

—Eso es una mala idea.—le hizo saber.

—Por supuesto que no. Es la mejor idea del mundo.

—Sigue soñando.—negó Leo antes de que los dos siguieran su camino con la lluvia más fuerte

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