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“. . .Practicando sonrisas.

—¿QUÉ HACES?

Le susurré a Agatha que se giró a verme, ella estaba un poco, demasiado, encorvada mientras anotaba cosas en la libreta. Lo raro es que la profesora aún no había llegado.

—anotando posibles candidatos para... Ya sabes —oh, si, el beso de amor verdadero de Sophie.

—De donde vienen ¿Han dado su primer beso? —Pregunte curiosa, ella me miró alzando una ceja.

—no, ninguna de las dos —Negó y asenti suavemente —¿Tú?

—no daré mí primer beso a menos que sea con mí amor verdadero —Admití sonriendo risueña, note a Agatha rodar los ojos, se notaba que no creía en eso —mi madre dice que “donde pones el ojo, pones la daga” a modo de que el primero que te atrae es porque le atraes y casi siempre es tú amor verdadero. Mí tía Anna lo encontró al segundo intento, algo raro en los cuentos de hadas —me sincere observando sus expresiones.

—¿Crees haber encontrado a tú amor verdadero? —Preguntó con curiosidad, antes de poderle responder que si pero una chica nos interrumpió.

—¿Te han invitado ya al baila para siempre? —era la pelirroja que estaba delante de mí.

—Espero que me invite Tristán —admitió girando a nosotras —¿Ya las han invitado? Recuerden que si no es así, van a reprobarlas.

—y no querrán reprobar —Continuó la pelirroja —a las reprobadas se les expulsa.

—¿Cómo? ¿Te echan de aquí? —Preguntó Agatha confundida pero baje la cabeza con tristeza.

—no —negó, Kiko.

—ojala fuese eso —Me apené y Agatha me vió con curiosidad —Es que cuando repruebas...

—te convierten en algo diferente —respondió la chica por mí y asenti dándole la razón.

—como en... Una tetera que habla o un ratón —Siguió la pelirroja de rizos —o algo mucho peor.

—¿Qué? ¿Para siempre? ¿Qué? —Agatha balbuceo aterrada.

—Por eso no quería venir a esta escuela —Admiti encogiéndome de hombros —más allá del miedo a reprobar, me parece algo inhumano. Algo cruel y un acto que debería ser despreciable.

—Bajen la voz, niñas.

Me calle, al igual que las otras, para voltear a ver a una profesora de cabello negro y rizado con flores adornando su cabello que combinaban con su vestido elegante.

—Yo soy la profesora Anemone. Y vengo a enseñarles como convertirse en mujeres muy poderosas a través de... ¡La belleza!

Abrí el espejo en mí banco viendo los maquillajes suaves hechos de frutos silvestres, aún que no usase mucho y prefiera el natural, siempre me gustó llevar algo sobre mis labios que los haga brillar y tener gusto a frutos silvestres. Había un espejo de mano, un peine, un perfume, unas brochas, entre otras cosas.

—La sonrisa de una dama es una espada en la batalla por la vida y el amor verdadero —Sonreí risueña ante eso —entonces... Tomen sus espejos ¡Y ataquen!

Comencé a sonreír oyendo los alagos de la profesora, pero cuando pasó por mí lado solo borre mí gesto avergonzada, así que decidió ir por Beatrix.

—exquisita, Beatrix —alagó, sobre la cabeza de la nombrada apareció una estrella. Abrí la boca sorprendida pero si un brinco cuando oí el espejo de Agatha cerrarse de golpe.

—Disculpe. Esto me suena muy tonto —Agatha se quejó y la observé curiosa —¿Sonreír? ¿Así seremos empoderadas?

—Sonreir es un recurso obligatorio para aprobar este curso —se puso frente a ella —entonces, muéstrame tú sonrisa si no quieres reprobar.

—¿Mí sonrisa? —Agatha me vió incredula y asenti dándole apoyo. Agatha levantó su espejo y se observo en él, pero Beatrix pronto se burló.

—no me siento a salvo —rió con maldad y mordí mí lengua queriendo ahogar mis comentarios.

—tú puedes, Agatha —preferi alentar a mí amiga. Ella me observó y luego su reflejo, intentó... Sonreír.

Mas solo consiguió que una neblina negra como polvo de hadas oscuro aparezca sobre su cabeza en forma de nube, una tormentosa “F” apareció allí. Oh, no...

—¡Esperen! ¿Qué es eso? —Preguntó confundida.

—reprobaste, lectora —Obvió la profesora.

—¿Qué? ¿Va a reprobarme por ser mala para sonreír? —cuestiono incrédula.

—Si.

Aborrecia el momento en el que papá y mamá hubiesen aceptado enviarnos a esta escuela, hubiese preferido aprender en casa donde no me amenazan en convertirme en una flor del bosque.

—Y la sonrisa nos hace empoderadas —volvió a aclarar, poniéndose en medio de nosotras dos —¿No es cierto, Kassia?

—si, señora —Mamá poseía una gran sonrisa y reinó largos años sin casarse hasta que conoció a papá.

—Muestranos tú sonrisa, espero y sea mejor que la de su amiga —señalo a Agatha que bajó la mirada.

Levanté mí espejo y observé mis ojos en el, mire mí nariz, mis labios... Mis rasgos no eran tan afinados como los de Beatrix, de hecho, no eran nada comparado con los de ella.

Pero no me fijé en mis defectos, me centre en mis cualidades especiales que me hacían yo. Mis rizos o mis pequeñas y casi invisibles pecas, en el color de mis labios que se curvaron hacia arriba, dando paso a mis dientes.  Mis ojos se achinaron y casi veía mis mejillas o mis pestañas bajas. Estaba sonriendo.

—Que hermosa sonrisa —Mire a la profesora, una estrella comenzó a formarse sobre mí cabeza —Aún más linda que la de su madre, o la de cualquier otra princesa. Una sonrisa sincera.

Mantuve mí sonrisa al oírla, mire a Agatha que me observaba con una sonrisilla ladeada.

Agatha jugaba con su comida y me senté a su lado hablándole sobre lo ocurrido con Tedros, ella parecía aburrida.

—Te aburro ¿cierto? —hice una mueca apenada.

—No, me aburre que hables de “Tedros Todas Mías de Camelot” —Se burló con voz grave haciéndome reír —¿Qué descubriste?

—No mucho a decir verdad, hoy iré a la biblioteca. Luego de buscar a mí hermana —Me sincere pero, antes de poder seguir, un chico pelirrojo se sentó frente a nosotras.

—Hola, eres Kassia ¿Verdad? —preguntó tímidamente.

—Si, eres el chico que me dio una rosa —Señalé apenada, él asintió sonriendo de manera pequeña.

—Y tú debes ser Agatha —señaló a mí acompañante.

—Hola... —Saludó la morena de rizos.

—Hola, ¿Les molesta si me siento? —negamos, en verdad sería agradable —okey... —quiso sentarse, y lo logró. Después de varios choques con su espada —Soy Gregor. Ahm, Gregor Encantador y... Soy hijo del príncipe.

—Principe Encantador de Cenicienta —Elogie sonriendo.

—si, trato de no ser tan encantador —bromeó y reí ante su chiste.

—Creo que no te sale —Él bajó la mirada avergonzada. Claro que no le salía, si solo me daban ganas de pellizcar sus mejillas.

—Ahm, oí que no quieren estar aquí —le dimos la razón —Bueno, yo tampoco.

—¿A no? —Agatha cuestionó con curiosidad.

—no tengo madera de príncipe. Yo no soy así ¿Saben que preferiría? Tener mí tienda de abarrotes.

—¿En serio? —Agatha sonrió.

—¿De abarrotes? —continue contenta.

—si, si... Amo la comida pero no vendería carne, no soporto ver la sangre. Por eso reprobé hoy, me corté en un duelo —señaló su herida en su dedo.

—¿Te ardió? —tomé su dedo preocupada.

—N-no, estoy bien —Se separó sonrojado y lo mire con tristeza. Que te reprueben por algo tan insignificante sabiendo que tendrías más chance de que te conviertan en tetera.

—perdón, ¿Te reprobaron por un pequeño corte? —Lo interrumpió Agatha.

—no solo eso —Admitió avergonzado —vi la sangre, me desmaye llevando armadura. Estaba en una colina y empecé a rodar —hice una mueca de dolor —y derribe a todos a mí paso. Tengo más madera para los abarrotes ¿No? —Agatha rió.

—Eso debió doler —Gregor me dio la razón.

—un poco —Se encogió de hombros.

—Creo que deberías hacer lo que a ti te haga feliz —Agatha aclaró segura.

—Yo te compraría abarrotes —le de la razón viendo al sonrojado pelirrojo. Mire la mesa de buffet —Ya vengo —ellos asintieron y me levanté para ir a tomar una bebida.

Cuando tome una copa, me quedé observandola, el hielo se había comenzado a mover hasta que formó la palabra “Hola”. Alcé la cabeza y busque a mí hermana. Era la única que manejaba el hielo.

Ella estaba sentada con los Nunca, quienes le lanzaban comida a los Siempre. Mí hermana estaba con el chico sin camisa. Moví también su vaso y le puse “hola”. Ella miró el agua, me miró a mí y me sacó la lengua juguetona.

Reí un poco pero cerré los ojos con fuerza para escribir “malvada” en el hielo de mí hermana. Cuando los abrí, ella ya me había respondido y puso en mí hielo “fea”. Abrí la boca ofendida.

Mire molesta a mí hermana, comencé a caminar hasta donde Agatha pero con un movimiento de manos comencé a congelar su mano que estaba sobre la mesa, cuando la quiso levantar, estaba pegada.

Sonreí orgullosa de mí misma cuando vi su rostro acompañado de una queja suya. Me senté a un lado de Agatha pero frente nuestra estaba “Sophie”.

—Hola, soy Kassia —me presente bebiendo de mí vaso.

—Si, hermana de Henna, lo sé —Achinó sus ojos en una sonrisa, misma que de Beatrix, falsa. Hice una mueca —Tedros te dió su rosa.

—Ahm, si... —Murmure rascando mí ceja —hablando de Henna ¿Crees que podrías decirle que venga? No me animo a... Pasar por ahí —señalé donde los Nunca tiraban comida.

—Creo que te haría bien conversar, si quieres te acompaño —se levantó y mire a Agatha confundida, ella tenía una carta en sus manos. Agatha se encogió de hombros.

—ahm, bien... —Me levanté y le extendí mí mano a Sophie pero ella no la tomó, solo caminó delante de mí. Fui detrás de ella y me agaché ahogando un grito cuando una morena con almohadón sobre su cabeza me tiró chocolate.

—¡Una Siempre, una Siempre en nuestra mesa! —Gritó riendo mientras me señalaba, los demás rieron y Sophie sonrió.

—Esa Siempre es mí hermana, quietos —Henna se levantó señalandolos amenazantes. Ellos se calmaron abruptamente y Henna se giró a mí —truco viejo el de pegar mí mano a la mesa, hermanita.

—Insulto bajo el de decirme “fea” —me defendí y ella tomó mí mano para ir a la mesa buffet.

—¿Qué haces del lado de los Nunca? Puedo ir a la mesa de los Siempre y ellos solo mirarán mal, pero los Nunca podrían hacerte cosas feas. Ya los viste —señaló a su escuela con orgullo.

—Sophie dijo que venga, así no tenías que ir tú —Me excuse encogiéndome de hombros —Hablando de Sophie ¿Se ha metido en líos?

—bastantes —resopló cruzandose de brazos —¿Agatha?

—Reprobó una materia —mordí el interior de mí mejilla —¿Cómo haremos para cambiarlas de escuela? O que Sophie venga a la nuestra y Agatha se vaya a su mundo.

—No lo sé, no encontré nada aun, prometo tratar de hacerlo hoy —Aclaró y frunci mis cejas —¿Qué? Estuve ocupada.

—¿Con el chico sin camiseta que está pegado a ti cada que te veo? —Pregunte y comencé a reír por su expresión.

—Se llama Hort y no es importante. Además, yo no te molesto con Arturo Junior —Señaló con su cabeza a Tedros. El castaño nos estaba viendo y me sonrió. Le devolvi el gesto —ahi tienes.

—ay, cállate. Mañana en el almuerzo hablaremos si encontramos algo ¿De acuerdo? —Ella imitó lo que yo decía en voz baja con burla —Henna...

—si, ya te oí —hizo un ademán y se fue, pasó a un lado de un lobo de guardia que me gruñó y retrocedí asustada para ir con Agatha.

Aún que me distraje y termine hablando con Gregor.

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