Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

𝟐.



Clara se encontraba sentada en el banco del estadio local de Derry, ajustándose los tacos de fútbol con manos firmes pero nerviosas. Hoy era el día de la final del torneo, y el estadio estaba lleno de energía, con gradas repletas de estudiantes, familias, y residentes de la pequeña ciudad. Antes de ponerse de pie, Clara levantó la mirada por instinto hacia las gradas. Ahí, entre la multitud, vio a Ben, su querido amigo, quien la saludaba con una sonrisa cálida y un pulgar arriba. Unos metros más allá, divisó a Beverly, una conocida más que una amiga, pero igual le devolvió el saludo con un leve gesto de cabeza.

Entonces, sus ojos encontraron a Nathan, quien destacaba con un cartel grande que decía en letras llamativas: "La número 10 es la mejor", mientras sostenía un ramo de rosas. Clara sonrió ampliamente, y desde la distancia, le lanzó un beso al aire antes de volver su atención al entrenador, lista para entrar al campo.

El pitido inicial resonó en el estadio, y el partido comenzó con fuerza. Clara, portando el número 10 en su camiseta, se movía con agilidad y determinación por la cancha. Comunicaba constantemente con sus compañeras, pidiendo el balón y organizando el juego.

—¡Aquí, Lily! ¡Pásala! —gritó Clara, haciendo un gesto hacia su compañera de equipo, quien rápidamente le envió el balón.

Con un toque preciso, Clara recibió el pase y dribló a dos defensas del equipo contrario. Sus movimientos eran fluidos, su mente enfocada en cada detalle del juego. Al acercarse al área de penalti, vio una oportunidad y no dudó. Con un fuerte remate, envió el balón directo a la esquina superior izquierda de la portería. El estadio estalló en vítores cuando el balón cruzó la línea de gol. Clara levantó los brazos en señal de victoria mientras sus compañeras la rodeaban, celebrando el primer gol del partido.

El juego continuó con una intensidad feroz, pero Clara mantenía su compostura. A pocos minutos de finalizar el primer tiempo, nuevamente recibió el balón, esta vez de su compañera Jess, y con un pase rápido hacia adelante, superó a la última defensa y se encontró cara a cara con la portera. Sin vacilar, remató con el pie izquierdo y vio cómo el balón se deslizaba por debajo de la portera, entrando en la red. ¡Otro gol para el equipo de Derry!

Cuando el pitido final sonó, el marcador mostraba la victoria para el equipo femenil de Derry. Clara y sus compañeras se abrazaban y saltaban de alegría, riendo y celebrando el triunfo. El trofeo fue entregado al equipo entre aplausos y vítores, y Clara lo levantó junto a sus compañeras, sintiendo la satisfacción del esfuerzo recompensado.

Mientras el júbilo continuaba, Clara fue interceptada por Ben. Su amigo se abrió paso entre la multitud y la abrazó con fuerza.

—¡Lo hiciste increíble, Clara! —exclamó Ben, con una amplia sonrisa.

—Gracias, Ben. ¡No podría haberlo hecho sin tus ánimos desde las gradas! —respondió Clara, devolviéndole la sonrisa.

Poco después, Clara se encontró con Nathan. Él la recibió con un beso suave en los labios, uno que parecía expresar más que mil palabras.

—Estaba seguro de que ganarías. Eres asombrosa, Clara —dijo Nathan, entregándole el ramo de rosas que había sostenido durante todo el partido.

—Gracias, Nathan. —Clara sonrió, tomando las flores y oliéndolas con deleite. —Pero no podría haberlo hecho sin mi aficionado número uno.

—¿Aficionado número uno? —Nathan fingió estar ofendido, llevándose la mano al pecho. —Pensé que era el único. Aunque supongo que debo competir con tu talento en la cancha.

Clara soltó una risa suave, inclinándose hacia él para darle un beso en la mejilla.

—No tienes competencia —dijo ella, juguetona.

En ese momento, Kelly apareció entre la multitud, con un pequeño ramo de rosas en las manos.

—Hola, Clara. Felicidades, fue un gran partido. Por cierto, este ramo te lo manda un admirador secreto —dijo Kelly, extendiendo el ramo hacia su prima.

Clara tomó el ramo con una expresión de sorpresa, sus pensamientos comenzaron a correr, preguntándose quién podría haberlo enviado.

—Gracias, Kelly. —Clara forzó una sonrisa, todavía intrigada por el misterioso regalo.

—De nada, nos vemos luego. Me voy con papá y Logan —respondió Kelly antes de marcharse con una sonrisa.

Clara se quedó mirando el ramo, intentando adivinar quién podría estar detrás de este gesto.

—¿Quién crees que te lo haya enviado? —preguntó Nathan, curioseando con una sonrisa.

—No tengo idea... —respondió Clara, todavía pensativa. —Pero es extraño, ¿no crees?— le pregunta al final mientras se muerde el labio inferior pensando en cada chico que conoce en Derry.

—Quizás tengas más admiradores de los que piensas. —Nathan bromeó, acercándose a ella y rodeándola con un brazo. —Pero por ahora, solo tienes uno que cuenta, y que te quiere invitar a un helado para celebrar.

—Eso suena perfecto. —Clara sonrió, dejando de lado sus pensamientos sobre el ramo.— Solo deja que me cambie de ropa y me despida de las chicas— le pide a lo que el chico asciende con la cabeza, la rubia le recomienda los dos ramos para luego ir a cambiarse de ropa, despedirse de sus amigas y festejar un poco con ellas con charla, finalmente, se encamina a Nathan y entrelazando su brazo con el. Juntos, comenzaron a caminar hacia el parque, disfrutando de la calidez de la tarde y el éxito del día.


────୨ৎ────🎈────୨ৎ────

Clara caminaba de regreso a su casa, disfrutando del aire fresco y sosteniendo con delicadeza los dos ramos de rosas que había recibido. Una sonrisa tranquila adornaba su rostro mientras sus pensamientos vagaban hacia el verano que estaba por comenzar. Pensaba en los planes que podría hacer, en si realmente deseaba ir a Los Ángeles para disfrutar del sol y la diversión. Sin embargo, sus pensamientos se vieron interrumpidos abruptamente cuando una figura conocida se cruzó en su camino.

Patrick, uno de los matones de Henry Bowers, apareció de la nada, bloqueando su camino. Clara sintió un nudo en el estómago y tragó saliva; aunque antes no le tenía miedo, había algo en él que ahora le causaba rechazo.

—Jamás creí verte sola, siempre estás acompañada —le expresó Patrick con una sonrisa que parecía más una burla que un saludo.

Clara rodó los ojos, sin querer mostrarle ninguna señal de incomodidad. 

—¡Sorpresa, Patrick! Estoy sola. —Su tono era sarcástico, intentando mantener la calma mientras intentaba seguir caminando, pero él le impidió el paso.

—Veo que recibiste mis rosas. ¿Te gustaron? Recuerdo que el rosa es tu color favorito. —Patrick señaló el pequeño ramo que Clara sostenía.

Clara cerró los ojos con fuerza por un momento, suspirando profundamente antes de responder. 

—¿Por qué me las das, eh? A lo que yo tengo entendido, tú y tu grupo me odian.—le responde ciertamente desafiante.

Patrick sonrió de lado, negando con la cabeza. 

—No te odio, Clara. Sólo no entiendo por qué persistes tanto en defender a los perdedores y en intentar algo con el egocéntrico de Nathan.— le confiesa con cierta sinceridad que dejó descolocada a la chica.

Clara lo miró con confusión, sin comprender del todo su respuesta. 

—¿Defender a los perdedores? ¿Intentar algo con Nathan? —repitió, buscando una explicación en las palabras de Patrick.

—Mira, Clara —dijo él, suavizando un poco su tono—, todavía me importas. No quiero perderte, pero no entiendo por qué te juntas con esos... perdedores, ni qué ves en Nathan. Nosotros solíamos ser amigos, ¿recuerdas?— dice de una manera en la que Clara jamás lo había escuchado hablar.

—Eso fue hace mucho tiempo, Patrick. —Clara negó con la cabeza, sintiendo una mezcla de nostalgia y frustración. —Cambiaron las cosas, cambiaste tú. Te rodeas de gente que hace daño, que disfruta siendo cruel. No puedo ser parte de eso.— dice firme.

Patrick frunció el ceño, acercándose un paso más. 

—No soy como ellos, Clara. Todavía puedo ser tu amigo. Solo quiero que pienses en lo que estás haciendo.— admite aunque algo de mentira había en sus palabras.

Clara lo miró con firmeza. 

—No puedo, Patrick. Mientras sigas junto a Henry y esos idiotas, no hay nada que pensar. No quiero estar cerca de personas que disfrutan lastimando a otros.— expresa con firmeza la rubia.

La tensión en el aire era palpable, y la discusión parecía estar a punto de escalar cuando de repente Richie y Bill aparecieron corriendo, habiendo visto a lo lejos la confrontación.

—Oye, Patrick, ¿no tienes algo mejor que hacer que molestar a una chica? —intervino Richie, poniéndose entre Clara y Patrick con una mirada desafiante.

—Déjala en paz, Patrick —añadió Bill, su tono firme y protector.

Patrick miró a ambos chicos con desdén, pero se dio cuenta de que la situación no le convenía.

 —Piensa bien de qué lado quieres estar, Clara —le dijo antes de alejarse con una última mirada.

Clara dejó escapar un suspiro de alivio cuando Patrick se marchó, y luego miró a Richie y Bill con gratitud.

—Gracias, chicos. En serio, gracias por ayudarme.— dice sin dudarlo la chica, realmente habían sido su salvación de la incomodidad que estaba sintiendo.

Richie, siempre el bromista, sonrió ampliamente. 

—No es nada, pero si me das un beso, estamos a mano.— le indica con gracia.

Clara y Bill soltaron una carcajada, pero Clara no dudó en inclinarse y darle un beso en la mejilla a Richie, quien se sonrojó de inmediato, tratando de mantener la compostura.

—Vaya, esto no me lo esperaba —dijo Richie, aún ruborizado, haciendo que todos rieran de nuevo.

—Tienes un bonito cabello, Clara —comentó Bill, intentando romper la tensión, pero luego él también se sonrojó un poco.

—Gracias, Bill. —Clara sonrió, sintiendo que su corazón se calmaba un poco.

En ese momento, Eddie y Stan llegaron, habiendo visto a lo lejos lo que estaba pasando. Eddie se acercó rápidamente, con una expresión de sorpresa.

—¿Clara? ¿Estás bien?— inquiere el menor del club de perdedores.

Stan, sin embargo, mantuvo su distancia, observando a Clara con una mirada de desaprobación.

—Sí, estoy bien. Patrick me estaba molestando, pero Bill y Richie me ayudaron —explicó Clara, dirigiendo una mirada agradecida hacia los chicos.

—No fue nada —respondió Bill con modestia, mientras Richie hacía un gesto exagerado de "No hay problema."

—Feliz verano, chicos. —Clara sonrió y comenzó a caminar hacia su casa.

—Igualmente, Clara —dijeron todos al unísono, excepto Stan, quien solo la miró sin decir nada.

Una vez que Clara se fue, Eddie miró los ramos que ella sostenía.

—¿Quién le habrá dado esas rosas?— preguntó el hipocondriaco.

—No lo sé —respondió Bill, rascándose la cabeza—. ¿Tienen alguna idea?— les lanza la misma pregunta a sus amigos.

—Seguro que fue Nathan —comentó Stan con un tono seco—. Ya sabemos lo idiota que se pone cuando tiene a Clara enfrente.— expresa con disgusto.

Richie, siempre el bromista, agregó, —Oh, seguro que Nathan también le escribió un poema o algo así. Algo cursi que no tiene sentido, como "Tus ojos son como estrellas en el cielo, pero más cerca y sin brillo."— indica con gracia.

—¡Eso fue terrible, Richie! —dijo Eddie entre risas—. Pero seguro que algo así diría Nathan.—confirma el menor, para el grupo, Nathan era un tonto chico.

—No puedo creer que Clara prefiera a Nathan sobre cualquiera de nosotros. —bromeó Bill, aunque con un toque de sinceridad en su voz.

—Bueno, si lo prefieren, pueden intentar impresionarla ustedes —respondió Stan, todavía un poco malhumorado, mientras el grupo seguía su camino, riendo y bromeando sobre la situación.

—Aunque hay que admitirlo, Clara y Nathan harían una pareja extraña. Él es todo sonrisas y ella... bueno, ella es como una tormenta de verano. Sorprendente y peligrosa al mismo tiempo —comentó Eddie, riendo.

—Sí, pero ¿quién podría resistirse a un beso de Clara? —agregó Richie, volviendo a tocarse la mejilla, todavía enrojecida.

—¡Beep Beep, Richie! —exclamaron todos, antes de que el grupo estallara en risas, dejando atrás el tema mientras continuaban su camino, disfrutando de su propio inicio de verano.


────୨ৎ────🎈────୨ৎ────

Clara se encontraba en la mesa del comedor, disfrutando de su desayuno mientras los primeros rayos de sol de la mañana entraban por las grandes ventanas de la mansión. A su lado, su hermano/primo Logan estaba siendo ayudado por su padre para colocarse la kipá, un ritual matutino que siempre llenaba de solemnidad la casa. Los Halloway, siendo una familia judía, mantenían con devoción las tradiciones de su fe, aunque en el caso de Clara, estas tradiciones le traían recuerdos agridulces. Mientras observaba cómo Logan acomodaba con cuidado la kipá sobre su cabello ya que aún sentía que no estaba en su sitio, su mente viajó a un incidente de años atrás.

Cuando ella era niña al igual que Stanley Uris, durante una de esas aburridas reuniones entre sus familias, los padres de Clara y Stan hablaron con entusiasmo sobre cómo los dos podrían unirse en matrimonio algún día. Aquella conversación inocente había dejado una huella profunda en ambos. Clara y Stan, al enterarse de la idea, sintieron repulsión ante la posibilidad de casarse en un futuro, además Clara sabía la responsabilidad de casarse con el hijo del Rabino, era un rotundo NO. Desde entonces, evitaron cualquier muestra de amistad, decidiendo odiarse mutuamente como una forma de esquivar lo que sus padres veían como un destino casi asegurado.

Clara giró la muñeca, admirando la pulsera con la estrella de David que llevaba, un símbolo de su fe y de su familia. Los pequeños diamantes brillaban bajo la luz matutina, y antes de que pudiera perderse en más pensamientos, el sonido de pasos suaves interrumpió sus pensamientos. Kelly, su prima, entró en el comedor con una sonrisa. La madre de Clara, Hanna, se acercó con una taza de café y un plato de comida, sirviéndole con cariño. Kelly agradeció y tomó asiento junto a Clara, comenzando a comer con entusiasmo.

—¿Te gustaría venir conmigo hoy, Clara? Voy a ir con unos amigos al cine. ¿Qué dices? —Kelly extendió la invitación con una voz alegre, pero Clara notó un tono subyacente de urgencia.

Clara levantó la mirada, algo sorprendida por la invitación. Sabía exactamente a qué amigos se refería Kelly, y eso significaba que Patrick estaría allí. Sin querer verse atrapada en una situación incómoda, Clara sonrió y negó con la cabeza.

—Gracias, Kelly, pero tengo otras cosas que hacer hoy. Quizás en otra ocasión.— intenta alejarse de cualquier compromiso, cuidar de Kelly no era una de sus opciones para el verano.

—Te invitaré un gran bote de palomitas. Vamos, será divertido.—Kelly, sin embargo, no se dio por vencida.

Antes de que Clara pudiera responder, el señor Halloway, que había estado escuchando desde el otro lado de la mesa, intervino.

 —Le he dicho a Kelly que puede salir si tú la acompañas, Clara. Por eso está insistiendo. La verdad es que no quiero que salga con Henry y ese grupo de vagabundos que tiene por amigos.— le hace ver la situación el Señor Halloway.

Clara apretó los labios y chasqueó los dientes, reconociendo que no tenía muchas opciones. Aceptó con un gesto de resignación, y Kelly le dirigió una mirada agradecida, sabiendo que su prima la estaba salvando de un buen regaño.

Las dos primas continuaron su desayuno en silencio, aunque Clara no dejaba de pensar en cómo evitar pasar la mañana con Patrick y su pandilla. Una vez que terminaron de arreglarse, se subieron en sus bicicletas y se dirigieron hacia el centro de la ciudad.

El viento fresco acariciaba su rostro mientras pedaleaban por las calles de Derry, pero el peso de la responsabilidad hacía que Clara se sintiera menos libre de lo que le gustaría. Al llegar al cine, Clara decidió que no podía pasar el resto del día soportando la compañía de personas que no le agradaban.

—Kelly, creo que no voy a entrar al cine contigo. Prefiero ir a leer un libro a la biblioteca. Podemos reunirnos en el parque después. No quiero incomodarte en tu salida —dijo Clara, tratando de sonar despreocupada.

Kelly la miró con incredulidad y preocupación. 

—¿Estás loca? Papá puede matarme si ve que no me acompañas. Por favor, ven conmigo.— la intenta convencer.

Clara negó con la cabeza, decidida a no ceder. Sin decir nada más, subió a su bicicleta y comenzó a pedalear en dirección contraria, hacia la biblioteca.

—¡Nos vemos en dos horas! —escuchó que Kelly le gritaba desde atrás.

Clara levantó el pulgar en señal de aprobación, sin detenerse ni mirar hacia atrás, disfrutando del pequeño momento de libertad que había logrado obtener mientras se dirigía hacia el refugio tranquilo de la biblioteca.


────୨ৎ────🎈────୨ৎ────

Clara ingresó a la biblioteca, el lugar estaba tranquilo y envuelto en ese aroma a libros viejos que tanto le gustaba. Se dirigió a la sección de romance, buscando algo que la atrapara. Sus dedos rozaron varios títulos hasta que encontró "Pride and Prejudice" de Jane Austen. Sonrió al recordar lo mucho que había disfrutado de esa historia la primera vez que la leyó, y decidió que era una buena opción para perderse por un rato.

Con el libro en la mano, Clara buscó un lugar donde sentarse. Mientras paseaba la vista por las mesas, notó a un chico moreno, profundamente concentrado en un libro bastante grande. Algo en su postura y la forma en que miraba las páginas la hizo pensar que estaba preocupado o triste. Decidió acercarse.

—¿Puedo sentarme aquí? —preguntó Clara con una sonrisa amable.

El chico levantó la vista, sorprendido de verla. Tardó un segundo en responder, pero luego asintió.

—Claro, adelante —dijo, apartando su libro un poco para hacerle espacio.

Clara tomó asiento y colocó su libro sobre la mesa, sonriendo al chico mientras se acomodaba.

—Soy Clara, ¿y tú? —le preguntó.

—Mike, Mike Hanlon —respondió él, devolviéndole la sonrisa, aunque con un toque de timidez.

—Mucho gusto, Mike. ¿Qué lees? —Clara echó un vistazo al libro grueso que él sostenía.

—Es un libro de historia local, sobre Derry. Hay muchas cosas que la gente no sabe sobre este lugar... cosas que asustan un poco —dijo Mike, con una seriedad que captó la atención de Clara.

—Derry tiene sus secretos, ¿eh? —comentó Clara, entre curiosa y cautelosa—. Yo he vivido aquí toda mi vida, pero parece que hay muchas cosas que no conozco.— dice con sinceridad.

Mike asintió lentamente, y durante un rato, ambos intercambiaron historias sobre sus experiencias en la ciudad, sus recuerdos de la infancia y cómo era vivir en un lugar tan peculiar como Derry. La conversación fluyó naturalmente, y Clara se dio cuenta de que le agradaba la compañía de Mike. Era diferente a los chicos que solía conocer, más reflexivo y con una sabiduría que no encajaba del todo con su edad.

—Después de la lectura, ¿te gustaría ir a por un helado? —le sugirió Clara de repente, queriendo prolongar la charla.

Mike, sorprendido por la invitación, sonrió y asintió.

—Sí, suena genial.— acepta contento y gustoso.

Ambos se dedicaron a sus libros por un rato, perdiéndose en sus respectivas historias. Luego, cuando sintieron que era momento de un descanso, dejaron los libros en su lugar y salieron de la biblioteca en dirección al parque.

Al llegar al puesto de helados, Clara pidió su sabor favorito y Mike hizo lo mismo. Mientras esperaban, Clara sintió que alguien la abrazaba por detrás. Sonrió, asumiendo que era Nathan, pero algo en el beso que sintió en su hombro la hizo girarse rápidamente.

—¿Patrick? —exclamó sorprendida, empujándolo instintivamente para alejarlo.

Patrick sonrió de lado, pero había algo en su mirada que incomodaba a Clara.

—Tranquila, Clara. Solo estoy intentando volver a ser tu amigo —dijo él, con una voz que intentaba ser convincente. Clara lo miró, entre molesta y confundida.

—¿Amigo? ¿Después de todo lo que has hecho? No, Patrick, no puedo ser amiga de alguien que se junta con Henry y su grupo de idiotas.— se vuelve a negar, no quería estar cerca de Patrick.

El chico negó con la cabeza, frustrado.

—No es tan simple. No todo es blanco o negro, Clara. Sigues defendiendo a esos perdedores y... ¿qué ves en Nathan? Él no es mejor que el resto de nosotros.— le intenta ver "la verdad".

—Patrick, no se trata de ellos o de Nathan. Se trata de que tú cambiaste, y no para bien —replicó Clara, cada vez más enojada.

En ese momento, el vendedor les entregó los helados, pero Patrick, al notar a Mike, sonrió de forma siniestra.

—¿Y este quién es? —preguntó, dando un paso hacia Mike con una mirada amenazante.

Clara se interpuso rápidamente, levantando la mano para detenerlo.

—No vale la pena, Patrick. Lárgate ya —dijo, su voz era firme.

Patrick la miró a los ojos, y por un segundo pareció que iba a ceder. Sin embargo, en lugar de marcharse, se inclinó hacia ella.

—¿Sabes qué? No me iré sin antes tener mi respuesta. Si no puedes ser mi amiga, entonces... ¿qué tal algo más? —dijo, acercándose más de lo que Clara estaba dispuesta a tolerar.

Clara, con una calma engañosa, lo miró a los ojos y sonrió de forma coqueta.

—Está bien, Patrick, tal vez tengas razón. Quizás he sido demasiado dura contigo. —Se inclinó hacia él, como si fuera a besarlo.

Patrick, sorprendido, cerró los ojos, esperando el beso, pero lo que recibió fue un fuerte rodillazo por lo bajo que lo hizo doblarse de dolor.

—Ahora sí, déjame en paz —le dijo Clara, su voz ahora llena de desprecio.

Mike, impresionado pero preocupado, se acercó a ella mientras Patrick se retorcía de dolor.

—¿Estás segura de que eso fue buena idea? Henry y los demás no se van a quedar tranquilos —advirtió Mike. Clara suspiró, encogiéndose de hombros.

—Estoy acostumbrada, no te preocupes. Pueden intentar lo que quieran.— dice casi resignada.

Ambos se alejaron de Patrick, quien seguía intentando recuperarse. Mientras caminaban hacia el parque, conversaron sobre cosas más ligeras, riéndose y disfrutando de sus helados.

Finalmente, Clara miró la hora y se dio cuenta de que era momento de volver con Kelly.

—Debería irme, Mike. Fue divertido. Deberíamos hacerlo otra vez.— se comienza a despedir la rubia. Mike sonrió, asintiendo.

—Claro, cuenta conmigo.— le confirma el moreno.

Después de despedirse, Clara se dirigió al cine donde había dejado a Kelly. Al llegar, se detuvo al ver a su prima y a Henry Bowers besándose apasionadamente. Sintió una mezcla de disgusto y preocupación, pero decidió no decir nada.

—Es hora de irnos, Kelly —dijo con firmeza, sin molestarse en disimular su desagrado.

Kelly se separó de Henry con una sonrisa satisfecha y le dio un beso rápido antes de despedirse de él con cariño. Las primas se subieron a sus bicicletas y se marcharon, mientras Clara no podía evitar preguntarse en qué clase de problemas se estaba metiendo su prima.


Continuará...........................



¿Qué les pareció el capítulo?.

¿Alguna idea o sugerencia?, las leo con gusto.

Sin mássss. nos leemos prontoooooooo

xx Ali <3

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro