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𝐬𝐢𝐞𝐭𝐞

Antes de llegar aquí.

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La lluvia caía en ese uniforme, aquel que usábamos para eventos importantes, pero un funeral; para mi no era nada de especial. Mi cabello húmedo me transmitía frío, pero aún así, me mantenía frente a esa lápida. Mis lágrimas se mezclaban con la lluvia, aquella fría que caía en este nublado día. Las nubes estaban oscuras, comprendían la tristeza que estábamos sintiendo en nuestra Isla. Habíamos perdido a varios soldados, pero ella, ella era especial. Sasha era un ser de luz, y le apagaron. Su imagen no se iba de mi cabeza, ni siquiera era capaz de estar en su lápida, estaba deprimida, y no era lo suficientemente fuerte. Todos habían venido, le habían traído flores, yo también, pero estaba aquí pensando en ti también, Erwin. No había un día en que no pensara en venir aquí, y contarte como todo estaba yendo, como el mundo seguía avanzando y tú ausencia aún se sentía. No podía negar que ya no se sentía tan pesando como antes, pero aún era capaz de extrañarte, de sufrirte y de desear que estuvieses aquí. Han pasado cuatro años desde que te dije adiós, desde que vi tu último suspiro, y ahora, estaba cargando la partida de una amiga, una que yacía conmigo desde hace siete años. Le había conocido, sin saber que tan importante para mi. Cabizbaja lloraba, deseaba dar hacia atrás, y su sabía que ella se iría, la hubiera abrazado. Ahora, su voz se escuchaba lejos, y ya no sería capaz de recordar cómo era escucharle.

Sus ojos castaños, su cabello del mismo calor, nunca se lo veía suelto, pero ella siempre nos peinaba o tocaba el cabello. A veces me acariciaba la cabeza, y yo a ella para que durmiera. Le encantaba que desayunáramos juntas, siempre me esperaba, siempre le compartía mi comida, ella era extraordinaria. Solloce, estaba segura que iba a disfrutar esta etapa conmigo, podía jurar que ella estaba igual de ilusionada que los demás, y ahora, cuidaría a la persona que nunca podré conocer más allá de las luces, más allá en un mundo donde solo hay paz. Acaricié mi abdomen, aquel que ni siquiera había crecido tanto, pero su forma se estaba desarrollando, ahora no había nada, no habían latidos, se sentía vacía. Sentir que estaba dándole una vida a alguien, me empezaba a sentir viva, pero nuevamente, morí. Todo mi interior se había apagado, una parte de mi se sentía ahogada en un vacío, uno que había muerto. Saber que ya no transmitía una pequeña vida, me creaba un vacío que no podía describir. Estaba ilusionada, pero no hubiese podido ser capaz de traerle a este mundo de horror, quizás, era mejor así, pero ahora, quería recordar todo lo que habíamos pasado cuando había paz, quería recordar como era todo; antes de llegar aquí, quería recordar.

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Dos años antes.

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El sol iluminaba por aquella ventana, dándome un nuevo día, una nueva aventura. Mi cuerpo desnudó estaba arropado por esas blancas sábanas, con una suave tela que brindaba calor. Gire mi rostro, mirándole. Levi yacía dormido, con sus ojitos cerrados y su boca entre abierta soltando leves suspiros. Las yemas de mis dedos acariciaron su rostro, y mi cuerpo se escabulló para quedar cerca del suyo, deseaba sentir su calor. Sus brazos me atraparon, y me apretaron fuertemente junto al suyo. Sonreí, y bese sus mejillas. Sintiendo como acariciaba mi espalda, y como mi piel se erizaba ante sentir como besaba mi cuello. Eran mañanas que no cambiaría, él era la decisión, que volvería a tomar. Besamos nuestros labios, iluminados por los rayos del sol. Mis caderas se movían encima suyo, a un ritmo sueca y delicado, pero placentero para ambos. Mi cabello estaba alborotado, al igual que el suyo, mis dedos le acariciaban. Mordía mis labios, y continuaba aferrada al cuerpo de Levi. Mis manos acariciaban sus brazos, le observaba como algo irreal, pero realmente, estaba enamorada de él. Si seria expresión no me atormentaba, era una parte suya que veía atractiva. Su actitud era lo más que le idolatraba, aquella que no dejaba que nada hiciera titubear, era recto.

Sus brazos me atraparon, levantándome de la cama, para así, dejar que la tibia agua de la regadera cayera en nuestros cuerpos. Nuestros labios siguieron unidos, era como si no fuésemos capaces de separarnos, como si no pudiéramos. Estaba loca de amor por él, y no tenía duda, de que él por mi también. Mis manos estaban levantadas contra la pared, entrelazada con las suyas, mientras que mis piernas se enredaban en sus caderas. Estábamos locos el uno por el otro, éramos polos opuestos que aún así, eran capaces de unir sus almas en solo una. Me aferré a su cuerpo, sintiendo como me embestía, me explotaba de placer, de un deseo de lujuria que hacía que no quisiera detenerme, empezaba a sentir algo más fuerte que un enamoramiento, estaba empezando a amarle, pero de a poco. Seque mi cuerpo junto al suyo, ambos nos vestimos juntos. Estábamos viviendo un sueño, uno que vimos muy lejos, que jamás creímos que viviríamos, pero aún así, lo estábamos disfrutando. Le acomode su pañuelo, aquel que pertenecía a un trozo de su madre en su cuello, y él hizo lo mismo conmigo. Nuestros labios se besaron en un suave beso, y ambos, nos fuimos por caminos diferentes.

-¡Sasha!-le llame a esa chica, viéndole disfrutar de un exquisito desayuno, ella me miró y me sonrió, incluso aunque tuviese comida en su boca.-Buenos días.-le salude, viendo como continuaba sonriéndome.

-Te he guardado desayuno.-me indicó, a lo que mire el plato cubierto de exquisita comida olorosa.-Niccolo la ha preparado para nosotras.-me indicó ella, mientras que vi a ese rubio mirarme y sonreír, aquel soldado de Marley a quien reteníamos, pero ya no era así, a él le agradaba estar aquí.

-Buen provecho mis damas.-saludo él, sonriente y mirándonos atentas.-¿Cuanto me das hoy?-me pregunto, mirándome, mientras que comía de manera delicada, a diferencia de Sasha, quien me sacaba unas sonrisas por su manera tan brusca de comer.

-Hoy te pasaste.-le halague, absorbiendo un poco de aquel jugo de china, hasta que sentí un brusco tacto en mi nuca.-Au.-exclamé a la vez de Sasha, mientras sentimos como ambas éramos unidas a través de esos brazos que recorrían nuestros hombros.

-Buenos dias plebeyas, ¿por qué no me han esperado para acompañarles?-pregunto Aster, con una voz adormecida.-Buenos días, guapo.-saludo ella a Niccolo, quien sonrojado sonrió avergonzado.-Oye, que solo bromeo.-se defendió ella en cuanto Sasha pareció cambiar a una expresión fulminante.

-¿Qué hay?-le pregunté, viendo como se sentaba a mi lado y cogía comida de mi plato.

-Nada, entrenarán con las armas que Yelena ha traído de Marley.-me respondía Aster.-Continúan haciendo el plan de las vías del tren, ya sabes, Armin está afligido a esa modernización, ademas que también están haciendo algunos ajustes al puerto, así pronto recibiremos a nuestros primeros aliados.-me contaba, a lo que asentía, pasándole un jugo de china.

-Debe estar con su cabeza explotada.-respondí, refiriéndome a Armin, de seguro esto era una nueva aventura para él.

-Ni que lo digas.-exclamó Aster, sonriendo de lado.-Él es genial.-halago, a lo que Sasha y yo le miramos, de manera pícara.

-¿Te gusta?-le pregunto Sasha, aún masticando.-¿A que si?-añadía.

-¿Pero que sandeces dices?-pregunto ella, alzando la ceja.-No me gusta terminar de criar como a Levi.-indicó burlona, mirándome de reojo.

-Ni que fueses tan vieja.-comentó Sasha, a lo que le mire con una ceja alzada.-No, no estoy diciendo que el capitán es viejo.-arreglaba ella, mientras que le pasaba mi plato a Aster, quien terminaba de comérselo.-Mejor me callo.-musitó bajando su voz.

-¡Pero si míralas, ya no invitan a desayunar!-la alta voz de Jean se asomó en aquella pequeña plaza, junto a Connie.

-Buenos días, mis queridas mariposas.-les saludo Aster, dándole los puños, mientras que ellos tan solo la miraba fulminante.

-Vaya saludo.-le dijo Connie, colocándose a su lado.-Que rico huele.-decía él, observando a Niccolo cocinar.

-¿Aún no terminas?-le pregunté a Sasha, dándome cuenta que llevaba más rato que yo, y aún, proseguía comiendo.-Sasha, pero si ya termine.-le indique.-Vamos, que quiero ir a entrenar.-le pedía, pero ella simplemente, continuaba comiendo.

-¿Acaso no ves que tiene su estómago hueco?-me pregunto Aster, y yo tan solo me paré de la silla, limpiando mi boca.-Me preguntó porque diablos no engorda.-hablaba ella, mirando como Sasha se paró de la silla justo después de mi, para irnos.

-Adiós, Niccolo.-se despidió Sasha amablemente.-Estuvo exquisita, ya quiero que sea la hora de almuerzo.-decía ella, felizmente, caminando a mi lado junto a Aster, mientras que me despedí de Niccolo.

-¿A que te gusta?-le preguntaba Aster burlona, visualizando cómo Sasha toda pasmada se sobresaltaba.-Jah, se que si.-afirmó Aster, mientras que caminaba entre medio de nosotras.

-Ya cállate, no lo digas alto puede escucharte.-exclamo Sasha, visualizando cómo aún no estábamos tan lejos.

-Ni que no le gustaras a él.-comenté yo, viendo como aquella chica de castaño cabello, sonreía sonrojada.

Su sonrisa, ella se veía feliz, algo en ella jamás había cambiado sin importar las situaciones que se nos avecinaban. Su brillo era intocable, y no se apagaba, brillaba más fuerza. Maduraba, al igual que yo, crecía de manera física y mental, pero siempre tenía esa niña en su interior. Sonreí de lado, llevando mis brazos a sus hombros, incluso a los de Aster. Eran momentos que no volvían, y que se debían quedar plasmados en mi corazón, hasta el día en que de mi último suspiro. Caminábamos juntas, nuestros talones pisaban a la vez. Ellas me daban una vibra extraordinaria, este escuadrón especial, realmente era especial. Sonreía cabizbaja, Aster se aferraba a mi al igual que Sasha, pero era inevitable no apreciar el cariño que Aster me estaba cogiendo, incluso a todos mis compañeros. Era como nuestra madre, al igual que Hange, ella nos cuidaba y nos guiaba, siempre estaba al pendiente, incluso aunque estuviese lejos, parecía que nos cuidaba. Ella era fría, pero su tono burlona le hacía tener una actitud diferente, su sarcasmo realmente era grande, y molesto, pero nos acostumbramos a ella, a su manera de ser. Lo mismo de Sasha, noté que su flequillo crecía, al igual que sus facciones. ¿En que momento dejamos de ser unos críos?

Me desprendí de ellas, notando como cogían por sus lados, pese a que estuviésemos en el mismo campo abierto. Mire adelante, era como si ellas supiesen que sin importar con quienes estuviera, siempre volvería a ellos. Podía verle, él estaba ahí, arrodillado y apuntando hacia esas botellas, o latas descompuestas debido al tiempo. Eren apuntaba y disparaba. Frente a él se encontraba Mikasa parada, viéndole y sosteniendo otra arma, mientras que Armin tan solo estaba sentado observando. Mirarles me hizo sentir más nostálgica, sabiendo que el tiempo nos estaba alcanzando, sabiendo que dentro de unos años, ni Armin, ni Eren; estarían con nosotras. Me era incapaz de pensar en cómo sería aquel tiempo futurista, donde mis dos mejores amigos, con quienes crecí, dormí y comí, ya no estarían a mis alrededores. Me dolía pensar una vida sin ellos, sin sus expresiones, sin escuchar sus voces. Me acercaba, pero no dejaba de pensar en eso, en cómo deseaba dar para atrás al tiempo y volver a correr como los niños inocentes que éramos, para volver a seguir a Eren, a ese niño cubierto en energía y en felicidad, sin importar que fuéramos esclavos de vivir humillados dentro de unos muros, mientras que otras personas vivían plenamente, sin importar eso, éramos felices.

-Hola, chicos.-les salude, captando su atención, viendo como me miraban fijamente y me saludaban.-¿Como van?-les pregunté, viéndoles.

-Eren ha mejorado bastante.-me indicó Mikasa, mirando al joven delante de mi, quien evadía mi presencia y continuaba practicando el disparo.

-No has venido a practicar.-Armin se dirigió a mi, mientras que me senté en el banco a su lado, visualizándole y negando.

-Están terminado el puerto, y he estado viendo como se mueve todo.-les explicaba.-Si lo pienso más, creo que terminaré enlistándome para la capitanía junto a Levi, en caso de que Aster quiera postularse como teniente.-informaba, viendo como al menos Mikasa y Armin me miraban, pero sabía que Eren me estaba escuchando.-Levi rechazó el puesto, parece que él quiere seguir con nosotros en este escuadrón, y realmente, yo también.-les confesé.

-Si.-afirmó Mikasa.-Es mejor así. Somos un equipo, y nos conocemos. No habrá manera de que alguien más nos dirija.-opinó ella, mientras que visualizamos claramente cómo Sasha corría por el campo.

-¡Es una pelota, Yelena dijo que jugaban a lanzarlas en Marley!-gritaba Aster, quien corría detrás de Sasha, queriendo quitarle la pelota.-¡No te la metas a la boca asquerosa!-le gritaba, a lo que Armin tan solo ascendió a dirigirse hacia allá, al igual que Mikasa.

-No piensas cortarlo.-le dije a Eren, tocando su cabello con suavidad, aquel que crecía largamente, él me miró, y se paró a mi lado.-Aún así, no se ve mal.-le halague, viendo como se sentaba a mi lado, y dejaba el arma a un lado.

-Si se lo dejo a Mikasa me lo hará añicos.-comentó, a lo que sonreí de lado, observando a Mikasa aún cerca, y como ella miró de reojo, ofendida.

-Opinó que luces bien.-dijo ella, observando como Armin atrapaba la pelota que Aster había traído.-Pero si quieres picarlo podemos ver qué tal.-añadió ella, abriendo su boca ante el impacto de la pelota en su pierna.-Au.-exclamó cortante, para coger la pelota.

-¡Vamos, ven!-le incitaba Sasha, pero Mikasa dudosa no se movía.-¡Vamos!-le gritaba aquella castaña chica sonriente, que tan solo quería divertirse un rato con sus amigos.

-Ve.-le indicó Eren.-Solo quieren pasar el rato, no seas agua fiestas.-le hablo de una manera neutral, pero provoco que Mikasa fuese capaz de moverse, e intentar tirar la pelota.-Tú cabello también creció.-el tocó mi cabello con suavidad, y me hizo sentir melancólica ante ese tacto.

-Lo picare dentro de un tiempo.-le dije, mirándole fijamente a sus ojos.-Me gusto tenerlo corto, así, nos veremos similares.-le indique, viendo como Eren se quedaba detenido, me miraba fijamente.

-Que bien se siente que puedas mirarme a los ojos.-dijo él, quedándose a mi lado, sentado y hablándome serenamente.-Empezaba a creer que realmente, éramos sólo unos desconocidos con recuerdos.-musitó, a lo que le mire, encontrándome con sus verdosos azulados ojos.

-Lo siento.-me disculpe, volviendo a tocar su cabello.-Preferiría no estar cerca, es como si no deseara hacerte año.-le expliqué, notando como me miraba aún.-Aún me duele, Eren.-añadí, vagamente.

-A mi también.-dijo en un suspiro, rompiendo el contacto visual, haciéndome sentir, entristecida.-Pero que seas feliz, me alivia.-añadió, pero fue un comentario que me hizo sentir mucho más pesada.

-Nada será igual, ¿verdad?-le pregunté, y no refiriéndome a nuestra relación, él sabía a lo que me refería.-Lo que viene es una tormenta.-afirmé.

-No sé que viste a través de mis ojos, pero estoy seguro, que acertarás.-interfirió, observándome nuevamente.-Hay algo dentro de mi, que ya no vive. Al igual que en ti.-comentó.

-Pero aún, tengo esperanza, Eren.-le dije, quedando pegada en su mirada.

-No importa lo que pase... -habló, pero entre medio, creó una pausa.-Siempre protegeré a esa niña que se escondía detrás de mi.-exclamó, mientras que visualicé sus mejillas sonrojadas, creando una palpitación en mi corazón.-Aunque me cueste la vida.-añadió.

-Aunque me cueste la vida.-le dije, repitiendo sus palabras, y mirando sus mejillas rosadas.-Eren.-le llame.

-¡Eh, vengan! ¡Un chapuzón!-la voz alocada de Sasha nos alertó, esta quien estaba en la espalda de Aster.

-Ve.-me pidió Eren, palmeando mi muslo con su mano.-Tendrás tiempo para decirme luego.-indicó, levantándose.-Continuaré practicando.-me indicó, a lo que visualicé como volvía a coger su arma, y simplemente asentí.

Le mire, él me dio la espalda y continuó en su práctica, pero no pude moverme. Me era incapaz de borrar la imagen de esa corta sonrisa, aquella sonrojada que valore en segundos. Mi corazón palpitaba, y me daba cuenta, que sin importar que, o quién, Eren estaba plasmada a pulso de mano en mi corazón. Entristecida, continúe mirándole. Sabía que mi corazón le pertenecía a Levi, pero Eren era mi primer amor, uno que jamás podría olvidar, pero era así que las cosas debían ser. Le di la espalda, y no mire atrás. Camine adelante, visualizando cómo mis amigos corrían, como me dejaban atrás, y ahí entendí, que jamás podría ser capaz de correr sin ellos a mi lado. Así que, me detuve, sabiendo que estaba dejando a Eren atrás, y esto era una referencia de la decisión que había tomado, pero pese a eso, estaba consiente que no era capaz de dejarle atrás. Cuando iba mirar a Eren, la voz de Armin me alertó, así que con pesadez, deje a Eren atrás y visualicé a Armin junto a Mikasa, ambos esperándome. Empecé a correr hacia ellos, pero en esa corrida, todo había cambiado. El ambiente se volvió brillante y opaco, ellos se volvieron pequeños, al igual que yo. Nuestras risas se escuchaban en eco, en un vacío lejano. Les perseguía como siempre, como cuando éramos niños, pero faltaba sin duda alguna al que habíamos dejado atrás, porque era Eren quien siempre se iba, quien estaba lejos, y a quien siempre debíamos buscar, pero ahora, éramos nosotros quienes crecíamos y empezábamos a correr, sin notar que lo dejábamos atrás.

No era con intención, pero, algo en él había cambiado y se había apagado, y por más que lo intentáramos de impulsar con nosotros; ya él no corría a nuestro lado. Así que tristemente me trepe encima de la espalda de Armin, y sonreí, mientras que Mikasa nos empujaba para que cayéramos al mar, sintiendo el agua salada. Estábamos empapados, y nos empujábamos, nos mojábamos junto a los demás. Armin me miraba, y sus ojos brillaban, su sonrisa no era fugaz, siempre estaba. Le llenaba su cabeza de arena, mientras que Mikasa se refrescaba y se quedaba a nuestro lado pasmada ante las muestras de afecto que le estábamos dando. Quería sonreír, quería reír, pero algo en mi estaba apagado, así que solo disfruté el momento hasta que decidí salirme del agua. Mis pies descalzos tocaron la arena, y me sentí vagamente en el suelo, colocando mi cabeza en mis rodillas y viendo a mi alrededor. Se divertían, y sonreían. Veía a mis amigos ser felices, ver como sin importar que tan jodido fuese el mundo, ellos estaban viviendo, y era algo que anhelaba. Anhelaba volver a reír, anhelaba volver a ser feliz. Me quede sintiendo una fresca brisa, y viendo los anaranjados tomos del atardecer, mientras que ahí yacía él. Sus azules ojos me miraron, y tan solo, se tiro a mi lado.

-¿Te cansaste de nadar?-me pregunto él, sentándose a mi lado, mientras que visualizo el horizonte frente a nosotros y quedó cautivado.-Es hermoso.-exclamó con su boca entre abierta, y observando el gran atardecer.

-Si que lo es.-le respondí, quedándome a su lado en aquella arena, mientras que aún estábamos húmedos por el agua salada.

-Tú alguna vez lo viste.-comentó.-Pero te agradezco que hayas dejado que pasara la experiencia.-dijo, mientras que se colocó en mi misma posición.

-Es lo menos que podría haber hecho por ti.-le respondí.-Te debo la vida.-añadí, viéndole de reojo como me miró ante eso.

-Y yo la mía.-dijo, visualizando al igual que yo, como Levi había llegado montado en su caballo; mientras que verle, me hizo sonrojar y no tarde en cambiar la mirada, como si no lo hubiese visto, como si no sintiera esas mariposas.-¿Como te sientes?-me pregunto Armin, mientras que intenté esconder mis mejillas sonrojadas en mis rodillas.-Ahora convives con él.-añadió, explicando mi nueva etapa, mientras que me mantuve aún sonrojada.

-Es mágico.-le exprese, sintiendo mis mejillas arder, y mis mariposas revolcarse.-No puedo dejar de mirarle cada mañana que despierto.-le confesé, alzando la mirada y viendo a Levi aún lado de Aster, mientras que hablaban, y él miraba hasta donde yo estaba.

-¿Lo amas?-ante la pregunta de Armin, me quede mirando fijamente sus ojos azulados, quedándome sin aliento ante eso.

-Hola.-ambos nos giramos, observando a Mikasa sentarse toda empapada a nuestro lado.

-¿Ya te cansaste de nadar?-le pregunté, repitiendo la misma acción de Armin con ella, mientras que se sacudía un poco el cabello.

-Dure más que ustedes.-exclamó, a lo que Armin y yo, sonreímos de lado, era cierto.

-¿Por qué no decides ser capitana?-me pregunto Armin a mi lado, quien yacía mirando hacia donde se encontraba Aster junto a Levi.-Sería un trío, tu, Aster y Levi.-decía, pero negué.

-Creo que ella se postulará como teniente en caso de que no acepte, para así quedarme con el puesto de capitanía, así podría continuar en este escuadrón especial.-les decía.-Quizás en unos años, no lo sé.-hablaba dudosa.-Ser teniente seria un cargo con mucho pesar, aún no sé si estoy preparada.-les decía.

-Kira.-Mikasa me llamo, así que la mire, evadiendo a Armin y visualizando cómo ella miraba el horizonte del mar.-¿Era aquí donde te veías hace años?-me pregunto, de una manera no cortante, pero ella parecía aturdida observando más allá.

-Algo así.-le respondí, mirando nuevamente el atardecer.-Me conformo.-admití.-Tenerlos aquí, es más que todo lo que pude pedir.-les decía.-Ustedes son especiales, no importa lo que pase. No los quiero perder.-musité, mientras que los rayos del sol aún iluminaban el cielo anaranjado.

-Ni yo a ustedes.-exclamó Mikasa, mirando el mismo horizonte, mientras que unos pasos arrastrados se escucharon atrás de nosotros.-Siempre seremos nosotros cuatro.-añadió ella, mientras miramos, los verdosos azulados ojos de Eren, y como él, se sentó a nuestro lado en la arena.

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Actualidad.

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Las gotas de la lluvia seguían humedeciendo mis telas, mientras que pensaba en aquel tiempo. Nosotros cuatro, sentados en la arena y viendo un atardecer, eran tiempos inolvidables, pero recuerdos amargos que nos devoraban mentalmente. Siempre fuimos nosotros, siempre estábamos cerca, los unos a los otros. Nuestras decisiones se basaban en que pudiéramos sobrevivir el día, en que pudiéramos volver a casa juntos, pero ahora, todo era distinto. Los próximos caminos que nos otorgaban, eran unos llenos de separaciones, y que el tiempo, no podría curar. Nuestras visiones habían cambiado, nuestra esencia había madurado, pero nuestras ilusiones de un mundo sin esperanza, nos la habían arrebatado desde que rompieron el muro María hace nueve años, desde que perdimos a las únicas personas que nos sostenían, nuestros seres queridos. Era un vacío que no se rellenaba, que ante el paso de los años, se agrietaba más. Suspire, y cabizbaja, me distancié de aquella tumba. Caminaba vagamente por aquel cementerio, bajo el gris día, su lápida estaba llena de flores, aquellas que adornaban su amarga partida. Me arrodillé y acaricié su lápida, sin duda alguna, jamás seré capaz de olvidarte, Sasha, pero es aquí, donde te dejo ir para que descanses en una plena eternidad; nos veremos en la otra vida, amiga mía.

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Próximo capítulo: El tren de la vida.
Aún recordando los días del pasado, Kira nos lleva a cómo era la vida pese al pasar de los días, meses antes de infiltrarse en Marley.

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