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𝐯𝐞𝐢𝐧𝐭𝐢𝐮𝐧𝐨

A través de mis ojos.

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𝐋𝐞𝐯𝐢 𝐀𝐜𝐤𝐞𝐫𝐦𝐚𝐧

A través de aquella ventana podía ver el soleado día, mientras que me encontraba sentado en aquella silla, colocada frente a la camilla de Erwin, este quien mantenía un reposo debido a sus lesiones y a su pérdida del brazo derecho. Él mantenía una agradable charla en la que me mantenía aislado con el comandante de las tropas de guarnición, Pixis. Me quedaba viendo las nubes blancas, y el azul cielo, y por un instante, sus azulados ojos me atravesaron los pensamientos. No había podido cruzarme con ella en el paso de estos días, y no podía describir lo que estaba sintiendo ante su ausencia. Restregué mis ojos, su presencia en mis pensamientos era algo que me agobiaba, y más cuando no tenía idea de cómo estaba aquella chica. Desvíe mi mirada de la ventana cuando pude describir la presencia de Hange, quien parecía venir acompañada. Dirigí mi mirada a Erwin, este quien hablaba con Pixis mientras mostraba una expresión agitada. Sus vellos faciales y sus ojeras demostraban el descuido de su físico, incluso de su salud. Por un instante su expresión me hizo verla nuevamente en mis pensamientos, aunque parecían tener similitudes, estaba claro que no eran del todo parecidos físicamente. Dirigí mi mirada a la puerta, justo cuando fue tocada.

-Es Hange.-le afirme a Erwin ante los seguidos toques de la puerta, y es que yo, ya la había venir a través de la ventana.-Pasa.-le indique, viendo como segundos después, la puerta se abría, mostrándola a ella, junto a uno de los cadetes que la acompañaba.

-Compermiso, Erwin.-Hange se dirigió de manera respetuosa a nuestro comandante.-Usted también está, comandante Pixis.-Hange se dirigió al comandante de la elite del escuadrón de guarnición, quien le sonrió.-Este chico... -ella señaló a quien le acompañaba, este quien dirigió su saludo, con su mano derecha en el corazón.

-Soy Connie Springuer, Cadete de la promoción ciento cuatro.-dijo este, presentándose e interrumpiendo a Hange.

-Connie es originario de Ragako.-nos distinguió Hange, mientras que todos le prestábamos suma atención.

-¿Es del pueblo en que se cree que salieron los titanes?-pregunto Pixis, curioso y observando a Hange, esta quien asintió.

-Así es, y es por eso que le pedimos que comprobara el resultado de nuestra investigación. Traigo un informe, que aumenta la credibilidad de la hipótesis-comentó esta, dándole espacio a Connie, este quien sostenía un tipo de retrato, el cual le pasó a Hange.-La mujer del medio, es la madre de Connie. Un titán hallado justo encima de su hogar, el cual está en ruinas, tiene la misma descripción. Creemos que la madre de Connie, es el titán.-explicó ella, a lo que todos la escuchábamos con la atención.-Era el único titán hallado en el pueblo, lo que implica que los demás habitantes, también son titanes y yacen vagando.-añadió esta, explicándonos mientras le pasaba la imagen a Connie.

-Los titanes de este incidente, ¿eran los habitantes de Ragako?-pregunto Pixis, a lo que yo me quede aturdido, acoplando esa información en mi mente y atando cabos.

-Es decir, que todos los titanes, son humanos.-abrí los ojos ante lo que Erwin expresó, de una manera tan segura que a mí me preocupo.

-Aún no es del todo seguro.-le interrumpió Hange, aclarando su hipótesis.-Es solo una teoría.-esclareció ella, murándonos.

-Entonces... ¿qué hemos estado haciendo todo este tiempo?-cabizbajo pregunté en voz alta ante lo que estaba hablando.-Hemos matado humanos a diestro y siniestro, ¿es eso?-volví a preguntar, alzando la mirada y viendo la seria expresión de Hange.

-He dicho que no es seguro.-volvió aclarar, pero es que era inevitable no darle lata a esto que ella misma había insinuado.-Aún así, estaremos verificando más y adentrándonos a esta teoría. Es todo lo que puedo decirles.-dijo ella, dándole una palmada a Connie en su hombro, este quien mostraba una entristecida expresión.-Ahora, con su permiso, nos retiramos.-dijo ella, girando su cuerpo abriendo la puerta.

-Yo también me voy retirando, ha sido mucho por hoy.-Pixis se levanto de su silla, y no tardo en colgarse su chaqueta mientras que Hange parecía esperar para cerrar la puerta.-Erwin, espero que te recuperes pronto. Nos mantendremos al tanto.-Erwin le asintió ante su despedida.-Nos vemos, Levi.-repetí la misma acción de Levi, y vi como Pixis se iba detrás de Hange, esta quien ya se había ido.

-Que maldita locura... -susurré, mirando la ventana, viendo a Hange salir, y caminar junto a Connie, este quien se había detenido y parecía observar el retrato en sus manos.-Erwin.-le llame, girando mi mirada y observando cómo su semblante mantenía una sonrisa, la cual me hizo sentir confuso.-¿Qué haces? Por qué sonríes?-le pregunté inquieto, viendo como su expresión se relajaba y borraba aquella sonrisa.

-Por nada.-me indicó, con su cabeza baja.-Es solo que estamos un paso más cerca de la verdad.-me comentó, a lo que yo me levante de la silla y lo miré.

-¿Solo un paso?-le pregunté, entendiendo que era menos, que era muy lejos de lo que debíamos conseguir.-Es poco después de todas las muertes de humanos y titanes que ha habido.-le explique, viendo como él parecía no redimirse ante eso.

-Pero la confirmación será otro paso. Y algún día seremos capaz de descubrir la verdad que nos esconden los muros.-me respondió, a lo que tan solo no comenté nada respecto a eso, y es que este mundo para mi era un misterio.

-Voy a dejarte solo, hay unas cosas que debo hacer.-le indique a él, viendo como asentía.-Te mantendré al tanto de cualquier situación, Erwin.-termine diciendo, llevando mi mano a la manecilla de la puerta, para girarle e abrirla.

-¿Vas a verla?-detuve mi mano y me quede parado ante su pregunta.-¿No es así?-volvió a preguntar, a lo que me giré, y me recosté de la puerta.

-No he podido saber cómo está desde que volvió.-le respondí neutral mente, justificando la acción que deseaba realizar en ir hacia ella.

-Ella es increíblemente fuerte, pero este último combate la puso al límite.-me indicó él, a lo que me sentí algo más preocupado, dejándolo ver en mi expresión y viendo como él, lo descubría.-¿A qué estás jugando, Levi?-sin saber cómo responder ante esa inquietante pregunta, me mantuve en silencio, mirándole.-Nos conocemos de tiempo, y hemos sobrevivido juntos estos últimos cinco años. No intentes de engañarme, o dejarme ver que lo qué pasó entre ustedes fue un leve acto de lujuria.-me termino diciendo, esperando una respuesta de mi parte.

-Lo que sea que sienta o sentiré, es algo que solo lo sabré yo, Erwin.-le respondí de manera respetuosa, corta y precisa.

-El problema es que sientes algo desde hace mucho, y estás consiente de eso.-esclareció, a lo que baje la mirada un instante.-Un año antes de que se graduara, te envié a la escuela militar con la esperanza de que ella quizás estuviese allí. Justamente, la encontraste.-ante sus palabras, en mi mente se aclararon esas imágenes de aquel día, ese día en donde la conocí por primera vez.-Cuando volviste, algo había cambiado en ti, la habías encontrado y te sentías honrado de haberme ayudado, pero supe que viste algo que te dijo cautivado, y fue ella. La manera en la que en aquella corte la observaste, o en cómo la protegiste aquella vez del titán femenino, incluso en la batalla contra ese titán y Eren, la cuidaste. Fue ahí que lo supe, la habías estado esperando.-mis ojos estaban abiertos ante todo lo que él estaba diciendo, ante todo lo que describía.-Y es que, pese a que no se conocen de años, ella para ti, ya no era nueva.-saque mi peso de la puerta, y carraspee la garganta.

-Erwin, debiste golpearte la cabeza, estás espabilando de la misma manera en la que Hange lo hace.-le indique, viendo como él con su cabeza baja, sonreía.-Ya me has robado mucho tiempo.-comenté, abriendo la puerta para salir de aquella habitación.

-Espera.-me pidió, deteniendo nuevamente mi paso, haciendo que me quedara parado, dándole la espalda.-Quiero pedirte una cosa.-hizo una leve pausa, y pareció pensar en que me pediría, me mantuve en la misma postura y esperé.-Si algo me pasa, quiero que ella esté a cargo, pese a que no se siente preparada, Hange lo esta, de ser así, será la teniente si es que tú no decides serlo, si decides serlo; será la capitana.-me decía.-Sabes que ella tiene la capacidad de liderarnos.-asentí ante eso, pero antes de que pudiera irme, él volvió hablar.-Lo que verdaderamente quiero pedirte; es que la cuides, aunque tú vida dependa de eso.-me quede detenido ante esas palabras, gíranos mi cabeza y mirándolo de reojo.

-Te doy mi palabra.-le afirme, viendo como él me miraba de manera agradecida.-Ahora, descansa.-le pedí, saliendo de esa habitación.

Cerré aquella puerta con delicadeza, viendo aquel alumbrado pasillo, esto debido a las limpia ventanas que le adornaban. Me mantuve con una expresión neutral, con la fina línea de mis labios demostrando que no expresaba algún tipo de emoción. Pase por el lado de algunos compañeros, incluso de cadetes o soldados de otras élites, como la policía militar; quienes de seguro nos acechaban para ver cómo estarían yendo las cosas, o deseando justificar todas las bajas de soldados que perdieron como nosotros. Continué caminando con lentitud, no tenía prisa alguna de llegar a mi destino, aunque en parte, si, pero había algo que me impedía ir con tanta prisa y era el verla recostada en aquella camilla sin fuerzas. Acercándome a la habitación en donde estaba alojada, pude ver la puerta entre abierta e escuchar voces, las cuales podía reconocer. Me coloqué allí, observándolos sin que aún fueran capaz de presenciarme. Esos chicos, era como si estuviesen pegados, realmente estaban entrelazados. Verlos me recordaba a esos buenos amigos que he perdido en este camino, una melancolía me recorría. Hablaban, no de una manera animada, pero hablaban y se comunicaban. Podía ver como ese rubio e inteligente niño estaba sentado en el borde de la camilla, sus azulados ojos apuntaban hacia la seria e fría, pero fuerte niña con cabello negro, quien estaba parada junto al impulsivo, pero valiente, Eren Jeager.

Me sentía invadido por la melancolía de recordar a mis compañeros, esos fallecidos quienes podían ser similares a los que estaba viendo, los años habían pasado, pero estoy seguro que no ha sido en vano. Escucha con atención a Armin, y es que él tenía una voz llena de asombro y emoción, sin importar en qué circunstancias se encontrará. Él era el más vivo de todos, su mirada transmitía calma en el caos, y su manera de pensar más allá, nos podía salvar más de lo que ya lo había hecho. Viéndoles podía darme cuenta de que había algo que verdaderamente los unía, un lazo que parecía indestructible. Me fui acercando de a poco, y así, pude verla ante ver como Eren se despegaba de la camilla y se dirigía a responderle a Armin lo que parecían estar charlando. Esclarecí mi mirada, y la observé con detenimiento. Su pecho subía y bajaba, dormí plácidamente mientras que podía ver muchos raspes rojizos en sus ojos. Su piel se veía algo pálida, pero el color rosado de sus labios no se iba. Aún con la voz de Armin de fondo, me enfocaba tan solo en ella. Esa joven de ojos azulados, de mirada penetrante que parecía describir cada parte de mi, se adentraba a mi alma y me removía. Ella era la más diferente de todos, su belleza resaltaba en cada expresión, pero no, eso no era lo que me hacía remover mi alma.

-Chicos.-les llame, viendo como se sobresaltaron, y me miraron fijamente.-¿Cómo están?-les pregunté, dirigiéndome más a Eren, quien tenía sus manos con vendajes, incluso su cabeza, lucía cansado.

-Mejorando, capitán.-me respondió Eren, a lo que asentí, mientras que Armin no se veía tan mal, Mikasa se veía también algo lastimara.

-¿No ha despertado?-pregunte curioso, quedándome recostado en el margen de la puerta.

-No.-me respondió Armin, mientras la miraba a ella.-Es como si estuviese sumergida en un sueño.-comentó él, algo entristecido.

-Solo está descansando, excedió mucho su fuerza. No ha parado por días, casi la mano de aquel titán la aplasta junto a mi, estará cansada aún cuando se despierte.-comentó Mikasa, con aquella serena y seria voz, podía ver su expresión, y era como si me viese a mi, como un reflejo.

-Reiner, le golpeó la cabeza.-Eren habló entre dientes, gruñendo y con enojo.-Ese cabrón.-masculló con algo más de enojo.

-Entiendo.-dije cruzado de brazos ante lo que me decían.-Me quedaré con ella, deberían descansar.-les indique, viendo como me miraban, pero tan solo Eren pareció denegarse ante lo que dije.-Tan pronto despierte, les avisaré.-añadí, viendo como flexionaban sus expresiones, pero Eren aún continuaba ante su denegación.

-Me gustaría quedarme hasta que despierte.-me dijo él, mientras que vi como Mikasa elevaba su brazo para levantarle.-Déjame Mikasa, no soy un niño.-él con un brusco movimiento le saco la mano a ella de su brazo.

-Eren.-lo llame con autoridad y molestia.-Fue una orden.-le esclarecí, viendo como él, aunque quisiera dar un impulsivo berrinche, se levantó con cuidado aún lado de Mikasa, quien aún así, le ayudó.

-Que conveniente.-susurro él por lo bajo, pero me quede en aquella postura cuando sus ojos y los míos se miraron fijamente.

-¿Hay algo que quieras decirme?-le pregunté curioso ante su actitud, esa impulsiva que no podía controlar, se sumergía en sus emociones y provocaba un descontrol.

-Eren, basta.-le pidió Mikasa, incitándole a que caminara.-Tendrás tiempo de hablarle cuando despierte.-esta le hablo con actitud, de manera reprendida para que Eren se moviese de una vez.

Ellos pasaron por mi lado, pero su mirada y la mía se volvieron a conectar. Me quede mirándole, sin problema alguno, hasta que él desvió su mirada y salió por completo de la habitación, junta a Armin y Mikasa; quienes me mostraban más respeto sin cuestionamiento, a diferencia de Eren Jeager. Su salud física estaba en un hilo, y no era capaz de comprender como este chico permanecía de pie. Fue un segundo, en donde pude determinar su expresión, aquella que demostraba una inquietud que comprendía. Su anterior mirada me abría una cortina, y me mostraba los ojos azulados de aquella chica, la cual se encontraba entre medio de ambos. Desenrede mis brazos, y con cuidado, cerré la puerta a mis espaldas, quedando solo con Kirah en la habitación. Camine, acercándome a la silla que Eren dejo vacía, sentándome y acercándome a ella. Veía su pecho subir y bajar, incluso escuchaba sus livianos suspiros. Su cabello lacio estaba un poco despeinado, quizás por sus soñolientos movimientos, aquel dorado que reflejaba los rayos del sol. Mis dedos lo acariciaron, sintiéndolo suave y afinado. Mis dedos lo acariciaron hasta que llegaron a sus puntas, esas que llegaban justo a su cintura. Luego, acariciaron sus mejillas, esas adornadas de pecas y luego, sus carnosos y rosados labios.

Acaricié sus mejillas, y tan solo me enfoqué en observarla. Su belleza era una que resaltaba, sin importar en que ángulo la estuviese viendo, pero no era eso lo que me cautivaba, era la esencia de su interior. Las palabras de Erwin me recorrieron, esas que anteriormente me había dicho en referencia a su hermana, y tan solo recordé ese día que la vi, hace un año; justo antes de que se graduara. Recuerdo cómo iba a dirigirme a esa base de la escuela militar, en donde entrené hasta convertirme en lo que hoy soy. Mi intención era la misma, buscarla y saber que permanecía con vida para aliviar la inquietud de mi comandante. Justo ahí, la vida nos cruzo cuando el sargento Keith, aquel que había sido mi sargento en esa escuela, me la mostró. Había hallado a la persona que entrelazaba la sangre con Erwin, convirtiéndoles en hermanos, pero algo me detuvo ese día y no fue la calma de haberla encontrado. Me había quedado parado, viendo a una joven chica con su cabello amarrado, veía su rostro espléndido y como mantenía una seria expresión. Ella jugaba con sus compañeros, y corría. Si, jugaba con esos mismos quienes le habían traicionado. Sus ojos azulados eran iluminados por el sol, aquel que reflejaba su dorado cabello.

Mis ojos habían sido atrapados en su mirada, esa que cruzó conmigo por un leve instante, pero a diferencia de ella, yo continué mirándole. Alta y delgada, pero su cuerpo estaba algo moldeado. Tenía una similitud con Erwin Smith, pero su belleza era muchísimo más descriptiva, debía ser la viva imagen de la mujer que les otorgó la vida. Ahí lo vi, vi al chico que parecía ser la clava de la libertad, la vi sostenerle y alzarla en el aire. Ella sonrió pasmada, y deseaba que le bajara, era Eren. Continuaron jugando con un balón improvisado, parecían estar en un receso, y yo tan solo me quede a mirarla, y luego de haberme ido aquel día, era como si su imagen se hubiese quedado en mis recuerdos. Reabrí mis ojos, dejando de acariciar sus mejillas y viendo como ella se removía, pero aún, no despertaba. Dirigí mis manos a su mano izquierda, la cual yacía plasmada en el borde de la cama. La sostuve y la acaricié, justo como aquel día en que perdí a mi escuadrón especial. Sentí su piel tensarse ese día, pero ella se aferraba a mí para no caerse del cabello. Recosté mi frente en su mano, y así me quede, descansando mi posturas hasta que sentí un delicado tacto en mi cabeza, uno tan suave que hizo que me elevara con cuidado para así, ver sus azulados ojos algo apagados mirarme.

-¿Levi?-ella me llamo con una voz ronca y apagada, me llamo confusa y aún con sus ojos algo apagados, estaba soñolienta y miro por un instante otro punto de la habitación.-Hannes... él, él murió.-la miré, descifrando que parecía estar confusa, y no recordar mucho de cómo había llegado aquí inconsciente.

-Lo lamentó.-le dije, viendo como ella miraba el techo, y sentí algo, sentí algo dentro de mi cuando vi sus azulados ojos humedecerse.-Reiner y Berthold lograron escapar.-le informe, viendo como de sus ojos se desprendían lágrimas, haciéndome sentir una sensación más fuerte al verle llorar.

-No pudo hacer nada... -susurró ella en un hilo, entristecida, mientras que sus lágrimas continuaban bajando por sus mejillas.-No hice nada por ayudarle, tan solo deje que muriera, justo como a mi madre; deje que murieran... -ella restregó sus ojos y limpió sus lágrimas,

-No había nada que pudieses hacer.-aunque sonara frío, la realidad salía a través de mis palabras.-Hiciste mucho más de lo que crees, te limitaste más allá de tu fuerza.-le alague, viendo como me miraba y se veía sus ojos aún algo húmedos.-Justo como tú hermano.-sus lágrimas aún se desprendían, aunque no parecía estar adolorida, si estaba sentida.

-¿Cómo está él?-me pregunto curiosa, limpiando nuevamente sus lágrimas.

-Más vivo que nunca.-le respondí.-Aunque la policía militar va estar encima de nosotros, hubieron muchas bajas de su élite.-le conté, viendo como ella asentía.

-Sin sacrificios no hay victorias.-me quede mirándole fijamente, justo en el instante en que pareció repetir unas similares palabras que Erwin ha solido inducirnos.-Para eso entregamos nuestros corazones a esta rama, por más que deseemos que todos vivan, siempre habrá un costo... -susurró, a lo que baje la mirada, y por un instante me visualicé en una montaña de cuerpos fallecidos, muchos que habían sobrevivido conmigo y ahora, ya no estaban.-Levi.-ella me llamo, a lo que no tarde en levantar la mirada para chocar con esos azulados ojos que me miraban fijamente.-¿Alguna vez has amado?-su pregunta retumbó una y otra vez por mis tímpanos, quedando aturdido ante esa abatida pregunta.

-No.-le dije de manera cortante, sin una mala intención, y es que mi voz, ya resonaba así.-¿Por qué la pregunta?-me dirigí a ella cuando vi que se acomodó en la cama, quedando sentada y esta, tenía su cabeza baja; acompañada de una sonrisa de lado que le hizo sentir confuso.

-Lo harás.-dijo en un tono bajo, el cual pude escuchar con claridad ante su ronca voz.

-¿Por qué tan segura?-le pregunté ante la seguridad de su afirmación, esa que me hacía sentir confuso, ella alzó la mirada y nuevamente sus azulados ojos y los míos se cruzaron.

-Soñé que me amabas.-mi piel se erizo, y es que ante su voz detallar esas precisas y cortas palabras, me provocaron un escalofrío.-¿Qué quieres de mi?-me pregunto, mientras que yo, me despegue un poco de su lado para mirarle más cómodamente desde mi postura.

-¿Por qué quieres saberlo?-mi pregunta giratoria pareció incomodarle, ya que su expresión se volvió fría y seria.

-Al final tendré que tomar una decisión. Tendré que elegir.-me indicó, fríamente.-No quiero equivocarme.-añadió, dándome a entender su aún confusión entre lo que sentía y deseaba, entre Eren y yo.

-Lo que quizás sienta por ti no te impulsará a que elijas.-le respondí.-Al final, tú escogerás bajo tu propio juicio lo que tú corazón quiere.-añadí, mirando como nuevamente se esbozaba una sonrisa de lado en su rostro.

-Entonces si sientes algo.-decía, esbozando su sonrisa, y manteniendo nuevamente una seria expresión.-Vas amarme.-añadió, como si se sintiese entristecida ante eso, o quizás, no podía soportar la idea de que alguien más lo hiciera.

-Duerme un poco.-le pedí ante ver sus apagados ojos, y como bostezaba.-Estás cansada, tú cuerpo no está apto para ningún esfuerzo.-le conté, viendo como ella asentía., acerque nuevamente la silla, quedando así mucho más cerca de ella, mientras que la observé.-Me quedaré un rato más.-le indique, viendo como ella cerró sus ojos nuevamente, y yo tan solo me deje llevar cuando sentí su tacto en mi cabello.

Fue un delicado y suave tacto, uno que me impulsó a poner mi frente en su costado. Sus yemas acariciaban mi cabello y mi cuello, haciéndome sentir soñoliento ante eso. Me quede allí, sin moverme y sintiendo como mis párpados me pesaban, pero no estaba cansado. Por un instante los cerré, y quede sintiendo su suave tacto que me llevaba a esa noche en donde su alma y la mía se cruzaron, en donde la luna fue testigo de cómo la hice mía. Su respiración chocaba con la mía, mientras que su cuerpo estaba encima del mío. Mis manos estaban en sus caderas, y sus ojos estaban cerrados, mientras que su boca entre abierta. La piel se me erizaba al recordar esa noche, y es que, pese a ver recorrido otros cuerpos, el suyo me hizo sentir elevado en una nube. Sus caderas se movían con delicadeza, mientras que examinaba cada parte de su cuerpo que me pertenecía. Ella se entregó a mi con un deseo de lujuria, el mismo que nos había consumido y provocado lo que ahora estamos sintiendo. Reabrí mis ojos cuando me percaté en que ella dejó de acariciarme, deje esos recuerdos nublados y con cuidado me levante de la silla. La miré, sus cerrados ojos se abrieron, y su mano apretó mi brazo, deteniendo mi paso.

-No te vayas.-me pidió soñolienta, y con sus párpados aún más caídos, me quede mirando esa cautivadora mirada, hasta que la puerta se abrió de una manera algo brusca.

-¡Kirah!-la sorpresiva voz de Armin detonó en toda la habitación, haciendo que ella con delicadeza me soltara el brazo, y mirara a su amigo, quien se acercó.

-¿Iba a avisarnos?-me pregunto Mikasa, haciéndome sentir incómodo ante su leve pregunta, aunque mi seria expresión le hizo sentir intimidada y percatándose que su cuestionamiento, no fue el correcto.

-Chicos... -ella les llamo, animada pero sigo cansada.-¿Cómo están?-les pregunto, mientras que me fui distanciando para darles espacio en la orilla de la cama.-¿Cómo esta Eren?-añadió a su pregunta.

-Bastante preocupados por ti, aunque dentro de todo, también algo cansados.-le respondió Mikasa, de una manera serena, recostándose en la orilla de la cama; al igual que Armin.-Él está bien, ya sabes cómo es.-le respondió su segunda pregunta, mientras que yo, me fui dirigiendo a la puerta abierta.

-Capitán.-me detuve ante el nombramiento de Armin, girándome y mirando sus azulados ojos.-No tiene que irse.-le indicó ante descifrar mis intenciones, pero tan solo negué.

-Les daré su espacio.-le dije.-Les pediré que le traigan algo de comida, y ustedes, también deberían comer algo.-les pedí, viendo como asentían, mientras continuaban hablando.

Yo tan solo me fui distanciando, viendo como Kirah de una manera u otra, antes de yo salir de aquella habitación; cruzó su mirada con la mía. Nuevamente sentí una sensación que no podía describir, y quizás era por la simple razón de que nunca había sentido tanta conexión con una persona, y es que ella parecía desatar una lluvia fugaz en mi interior, una que no podía controlar. Les cerré la puerta, dándoles así su privacidad, pero me quede detenido frente a la puerta como si no quisiera irme, y es que realmente no quería irme. Empecé a escuchar sus voces, altas y animadas, aunque podía distinguir más la de Armin, pese a todo, ellos aún eran unos críos. Me impulse a caminar, solitario por aquellos pasillos, mientras que a través de las ventanas se podía ver como la iluminación disminuía; estaba atardeciendo. Nuevamente la imagen escalofriante de mi persona encima de varios cadáveres me azoto, pero si en algo Erwin tenía razón, al igual que Kirah era que sin sacrificio, no llegaríamos a una victoria segura. Mi cuerpo se postuló frente a esa puerta abierta, y no tarde en recostar todo mi peso en el margen, cruzando mis brazos. Sus ojos verdosos me miraron, y su expresión estaba seria, pero apagada.

-¿Ocurre algo?-me pregunto algo preocupado, ante notar mi presencia repentina.

-No.-le respondí primeramente.-Eren.-le llame, captando más su atención.-Te noto inquieto.-le dije de manera corta y precisa, pero él me miro confuso sin entender a qué me refería.

-Estoy algo cansado, no han sido unos días fáciles. Perdí a una persona cercana, y fui traicionado. Casi muero, y mis amigos también por intentar rescatarme, estoy ansioso.-se justificó, pero tan solo me negué ante eso.

-No, no me refiero a eso.-le corregí, viendo como él frunció su ceño.-Me refiero, a Kirah.-le dije, viendo como su expresión se relajó, pero aún así, pareció sentirse mortificado ante el nombramiento de la chica a través de mi voz.-Soy un adulto, y soy tu capitán. Entiendo que la postura que estás viendo sobre mí es algo pesada para ti, pero no creo que sea necesario que postulemos una mala racha por algo que no está en nuestras manos.-le expliqué, viendo como él bajaba la cabeza, no en forma de respetarme; parecía entristecido.

-Entonces si están juntos.-afirmó, pero yo expresivamente me quede sin mostrar nada, esperando a que alzara su mirada, pero la mantuvo baja.

-No.-le renegué, viendo como si fue capaz de alzar la mirada.-No lo estamos, Eren. Si es eso lo que te está mortificando y haciendo que pierdas el control de manera impulsiva.-le dije.-Pero no te voy a negar que la deseo a mi lado, quizás como tú también.-añadí, viendo como él cerraba y entre abría los ojos, frustrado.

-Estuviste sexualmente con ella, no creo que tenga un tipo de ventaja. ¡Te aprovechas de su debilidad emocional, tiene dieciséis años, ella no sabe lo que quiere!-me hablo entre dientes, haciéndome sentir incómodo ante eso, pero era ahí que demostraba su impulsividad.

-No, no es así, Eren. Y pido que no me hables en ese tono, intento de tener una conversación estable contigo, como dos varones que somos.-le pedí, viendo como relajaba sus expresiones, pero la molestia se le notaba.-Yo no la obligué, o manipulé. Era algo que ella quería, algo que necesitaba sentir, eso específicamente conmigo, pero Eren es algo que no debes reclamarme a mi, ni siquiera ella. No somos dueños de las personas o de sus emociones.-nuevamente su expresión cambio, pero de una manera desilusionada, lo cual me hizo sentir algo consiente de que yo estaba hablando con un niño de quince años.-Escucha.-suspiré, bajando mi tono grueso e intimidante.-Se que tú y Kirah se tienen un cariño, uno que no puedo cambiar o interferir. Solo te pido que no veas esto como una competencia, al final ella será capaz de elegir. No importa lo que hagamos por ella, eso no será suficiente al final. Aún así, te pido que si ella me elige a mi, respetes su decisión, como yo seré capaz de respetar la tuya, Eren.-él me miraba, me miraba fijamente y me demostraba que mi mirada no le intimidaba, pero aún así, se notaba la impotencia.

-¿Por qué ella?-preguntó, raspando su voz, como si no tuviese ánimos de conversar.-De todas. ¿Por qué ella?-volvió a preguntarme, a lo que yo tan solo cerré los ojos por un instante y baje la cabeza.

-Por la misma razón que tú.-le respondí, de una manera serena y aún con la cabeza baja, teniendo millones de respuestas más ante esa vaga pregunta.-No es su belleza.-dije, alzando la mirada y viéndole.-Es lo qué hay adentro de ella.-añadí.-No voy a competir, Eren. Tampoco voy a manipular las cosas, soy un adulto. Y estoy consiente que la mayoría de edad no está a mi favor, tengo veintiséis años, pero aún así, pese a que no me escoja; estoy y estaré dispuesto a siempre protegerla.-termine diciéndole, desenredando mis brazos.-Por su bien, no tiene que saber que hemos tenido esta conversación. Prefiero que sea ella quien decida, y qué no sienta un tipo de presión. Mientras tanto, descansa e enfócate en lo que realmente debes enfocarte, tú nos has traído hasta aquí; ahora debes culminarlo.-le hable serenamente, con la intención de salirme de aquella habitación, girándome y dándole la espalda.

-Al final, sin importar que, ella siempre me va amar.-me dijo, en un susurro, a lo que yo me giré y le miré fríamente, pero las palabras eran innecesarias.

Continué caminando, fuera de la habitación, volviendo a esos largos pasillos. Estaba estresándome mucho por guiar a estos niños, y es que pese a que Eren tuviera quince años, cargaba con cosas que muchos de mi edad no serían capaces de soportar, pero lo que yo sentía por aquella chica, era algo que ya no era capaz de detener. Me adentré a ese balcón, y justamente miré el cielo, viendo unos colores cálidos. Esos tonos anaranjados y rosados, eran espectaculares. Por un instante, al mirarlos y al sentir la brisa fresca, pensé en ella. Y era inevitable no pensarla, sus azulados ojos me emboscaron, e incluso su tierna sonrisa. Su cabello jugando con el viento era algo que atrapaba mi mirada, pero no más que su voz, aquella fina voz. Su manera de ver, su manera de expresar, su jodida manera de apreciar cada cosa que teníamos, me cautivaba en sus manos. No podía detenerme en pensar en todas las razones por la cual mi corazón empezaba a palpitar cuando escuchaba su voz, cuando la veía cerca, incluso cuando la sentía cerca. Y es que, aunque ella no fuese mía, mi piel se erizaría igual cuando la suya roce con la mía, cuando su calor haga temperatura con mi calor. Me quede allí parado viendo el atardecer, y pensando seriamente en donde me llevaría el futuro, si con ella, o sin ella.

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