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𝐝𝐢𝐞𝐜𝐢𝐧𝐮𝐞𝐯𝐞

Lo que me deja tu traición.

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No sabía en que momento el sol había salido, ese sol mañanero con algo de brisa fresca, pero aunque él día se viera asombroso ante su naturaleza; el ambiente se sentía tenso. Nos dirigíamos a un castillo en ruinas, de ahí se allegó la llegada de titanes debido a otro gran titán, a quien desconocían y aún no habían descrito. Cabalgaba tan rapido podía, al ritmo de los otros, pero era como si mi mundo estuviese lento. Me sentía en una nube con tantos pensamientos y conclusiones, solo quería llegar hasta el castillo en ruinas y ayudar a quien nos necesitaba, pero justo en ese castillo en ruinas se encontraba el pequeño grupo de expedición, donde estaban mis otros compañeros de la promoción viendo cuatros y entre ellos, Reiner y Berthold. Apretaba las sogas de mi caballo con fuerza, no era capaz de acoplarme a la idea de que ellos eran un tipo de enemigos, y es que, no era posible; no ante mis ojos, no ante esos ojos que me habían mirado todo este tiempo y ayudado, no lo creía de ellos y así sería. Visualice las pisadas de titanes, y pude ver un poco a la distancia el castillo en ruinas, pronto deberíamos ver titanes. La tensión empezaba a subir más, pero lo que más sentía recorrerme, era la adrenalina; no miedo.

Sentía mis párpados caídos, y la fuerza de mi cuerpo disminuir. La iluminación opacaba mi vista y me hacía sentir llena de cansancio, pero era lo que esto conllevaba. La brisa azoto mi capa, aquella verde que ese capitán me había prestado, pero mis fosas nasales por un instante recibieron ese olor masculino el cual reconocía proveniente de Levi. Me sentí sonrojada, y era como si deseara colocar aquella capa en mi nariz para continuar oliendo con mayor intensidad. Aún podía ser capaz de releer las palabras escritas en aquel papel, una escritura bastante recta, y es que sin duda alguna era la mejor manera de describirlo a él como persona, una recta. Llevaba mi mano libre al bolsillo, y tocaba ese papel, deseaba releerlo aunque ya supiese lo que decía, pero con miedo a perderlo por la brisa, lo guarde más profundo en mi bolsillo y continué cabalgando. Mientras más avanzábamos, más podía ser capaz de visualizar aquellas ruinas, y es que ya no parecía haber algún tipo de castillo; se había caído, y debió haber sido esta misma madrugada. Aún era capaz de observar las pisadas de titanes, como si una mayor fuerza los hubiese dirigido hacia all.

-Kirah, cuando estemos cerca serás la primera en salir del centro de retaguardia. Serás nuestro tipo de escudo.-dirigí mi mirada a Hange, esta quien había disminuido la velocidad de su caballo para llegar hasta a mi.-Eres la más rápida y ágil de todos, serás la única capaz de acabar con los titanes que rodeen las ruinas, te pido que te concentres en eso, y si luego alguien necesita tu ayuda; vas a socorrerlo. Seguido de que Mikasa te seguirá, y te cubrirá la espalda.-asentí ante sus instrucciones.-Continuando a que si se encuentran con Reiner o Berthold, deberán actuar como si nada, no lo echen a perder.-muchos asintieron ante su último comentario, a lo que continué cabalgando.

-Vale.-le dije, sintiéndome llena de confianza y de seguridad, era la primera vez que me colocaban como una líder en el cuerpo de exploración; y honestamente, se sentía genial.

-Puedes hacerlo.-a mi lado izquierdo observé a Armin, me miraba con una grata sonrisa y como si expresara algún tipo de orgullo ante eso.-Vas hacerlo.-lo arregló, a lo que simplemente me sentí llena de un nivel más de confianza, de verdad me estaba sintiendo genial.

-Voy hacerlo.-dije para mi misma, como si sintiese unas vibras arropar cada extremidad de mi cuerpo, y es que quien diría que estaba siendo parte de lo que ahora soy.

Cabalgaba, y al mirar a mi lado pude ver a Eren, su expresión estaba perdida; era como si no estuviese ahí, sabía que pensaba y le daba lata a lo mismo que yo. Sus ojos me miraron, pero no emití ninguna expresión, solo nos miramos y ya. Las órdenes fueron claras, y es que claramente me habían postulado como un tipo de líder además de Hange, pero solo para Mikasa, Armin y Eren. Los ojos de aquella teniente me miraron, y me asintieron. Me levante de mi caballo, quedando de pie y con el balance que obtuve, mi equipo de maniobras tridimensionales, hicieron el resto. Mis ganchos se incrustaron en el primer trozo de ruina que apareció, la fuga de gas empezó a salir, y me eleve en el aire observando varios titanes. Mis manos desabrocharon mis hojas, al obtener la manga de mis espadas para con fuerza, destapar mi gancho de aquella ruina y pasar alrededor de aquellos dos titanes que me tapaban la vista de lo que quizás podría ser, cadetes o soldados. La sangre de los titanes sobresalió, aquellos que medían 7 metros, cayeron en un instante. Habían demasiados, así que volví a enganchar mi gancho en una ruina más alta, con el propósito de cumplir el mandato que me habían ordenado. Yo era quien debía defender los alrededores de las ruinas, y habían al menos cuatro titanes más.

Observé a uno de ellls, quien medía cinco metros, siendo más fácil para mi rematarlo. Con un giro en el aire, tan solo pude desprender su nuca y ver cómo caía. Ni siquiera le había dado tiempo para defenderlo, no pudo ser capaz de verme en el aire, mi agilidad era una extremadamente inexplicable. Era tan liviana como mi balance que era lo que me hacía ser tan rápida, y entre los sondeados, me describían como un potente rayo lleno de furia, dispuesta a acabar con la mayor amenazada de la humanidad. Me enorgullecía escuchar las semejanzas que hacían conmigo, y con mi fallecida madre, esa a quien le debo cada suspiro de mis días y a quien anhelaré ver en otra vida. Con más fuerza desprendí la nuca de aquel titán de 7 metros, pasando por sus pies antes de que se cayera y matando al último, siendo este otro 7 metros, y viendo como caía de manera brusca encima de las ruinas. Esas donde decidí aterrizar, caí de manera brusca ante la velocidad, pero rápidamente me incorpore. Me quede parada en una ruina, cerca de donde había dejado tirado ese titán, retomando mi balance para alzar la mirada ante aquella voz reconocida que me llamo con ánimo.

-¡Kirah!-mi mirada se plasmó en él, mientras que en el aire Mikasa volaba a un ritmo neutral para darme regueros, pero yo tan solo me quede parada allí cuando lo vi.-¡Kirah!-me continuaba llamando, y es que yo no supe que cara poner cuando vi a Reiner correr hacia mi con suma emoción, mientras que veía en su brazo un tipo de vendaje que entrelazaba su brazo, a su cuello, creándole peso; estaba lesionado.

-Chicos... -susurré, observando cómo en los aires aparecían más soldados, pero frente a mi estaba la otra mitad de mis compañeros.

-¡No sabes el gusto que me da verte!-no supe cómo, pero Reiner había apretado mis caderas para bajarme de esa leve montaña de ruina y abrazarme con fuerza en el aire, mi corazón daba sacudidas, pero solo me dirigí al plan de Hange, así que lo abracé con fuerza.-Pensé que no volvería a verte.-me indico, soltándome de aquel abrazo y dejándome en el aire, mientras que observé a mi alrededor a Connie y Berthold.

-¿Creyeron que los dejaría morir aquí?-les pregunté, mirándoles, viendo más adelante la figura de Krista, y recordando también las palabras del pastor; ella era la única accesible a la verdad que escondían los muros.-No lo creo.-me asegure en responder, antes que ellos mientras que escuche otro leve grito animado.

-Te lo juro, pensé que moriría.-me hablaba Reiner, me miraba tan fijo, sus expresiones; todo me parecía extraño.-La hemos pasado terrible, no tienes idea.-me explicaba, y yo, solamente lo escuchaba, mientras sentía como el líquido de la sangre de los titanes se evaporaba, desapareciendo de mi rostro.

-Realmente terrible Kirah, te juro que yo tampoco pensé que viviría, me siento tan alivio que debo decirte, me caías tan mal cuando llegamos por primera vez a la escuela militar, y es que eres tan seriamente aburrida. No solo eso, tenía envidia de que una chica fuese mejor que yo.-mire a Connie sorprendida ante su revelación.-Tenía que decírtelo, por si mañana muero o quizás en unas horas, al menos te lo dije.-me hablaba, y yo en mi rostro mantenía una seria expresión.

-Me da mucho gusto verte, Connie.-le sonreí, viendo como él pareció pasmarse y entre abrir su boca, sorprendido, al igual que Reiner y Berthold.-No podía abandonar a mis camaradas, han sido tres años, ya somos una familia.-continué hablándoles, con una sonrisa cálida en mi rostro, era la primera vez que me veían sonreír.

-Ella está... -Connie aún me miraba sin poder creerlo, aunque ya mi sonrisa había cesado, él parecía aún procesarlo en su mente.

-Estaba sonriendo.-le recalcó Berthold, mirándome con gratitud en su mirada.-Y es una hermosa sonrisa.-me halagó, mientras que sentí como Reiner intentaba despeinar mi coleta, algo que había hecho durante los últimos tres años; solo para molestarme.

-Me alegra tanto poder presenciarla, joder, me siento hoy; más vivo que nunca.-me sonreía, y yo tan solo le sonreí devuelta, quitándole la mano para que dejara mi coleta en paz.

-¡Mate a mi primer titán, joder!-alce la mirada e intentaba de buscar a Eren, pero los chicos se me habían adelantado con rapidez.

-¡Eren!-le llamaban, y socorrían en buscarle a través de las ruinas caídas, mientras que yo vi como Berthold y Reiner de seguida se iban, yo miré hacia adelante y corrí.

-Mikasa.-le llame a ella, quien estaba bajando de una ruina, mirando un punto fijo.-Por Dios... -miraba alrededor, la mayoría de los titanes habían caído, pero mientras se evaporaban, se veían cuerpos humanos; convertidos en un tipo de ceniza, pero lo más asombroso que vi, fue algo que no pude expresar ante mi leve confusión.

-Ya no se quién es quién.-la voz de Mikasa se adentro a mis oídos cuando ambas nos quedamos paradas en el suelo, observando cómo Hange estaba aún lado de un cuerpo destrozado, de nada más y nada menos que Ymir.-Ya no lo sé... -susurró Mikasa, observando cómo Ymir tenía las marcas de transformación de titán en su cuello marcado, y debajo de sus ojos.

-Yo tampoco lo sé, Mikasa.-le respondí, viendo de manera impresionada a Ymir, le faltaba dos extremidades del cuerpo; su mano y pierna derecha.-¿Crees que ella también sea el enemigo?-le pregunté a Mikasa, sin mirarle, viendo como Krista estaba arrodillada al igual que Hange, socorriéndola.

-Mi nombre, es Historia.-Mikasa y yo nos quedamos viendo de manera fija a esa rubia, de altura baja y ojos azulados, hablar.

-No, definitivamente ya no sé con quien nos hemos liado estos años.-masculló Mikasa, distanciándose de mi, y pareciendo no querer ver más la situación, mientras que mis compañeros habían llegado a mi lado, todos, incluso Eren; observaban.

-Así que Ymir, es un titán también... -me susurró Armin, a quien tenía a mi lado, mientras que yo, solo hice silencio y me aleje al igual que Mikasa.

-Se transformó para defendernos, si no hubiese sido por ella, de seguro hubiésemos muerto.-escuche la voz de Connie, quien pareció justificar a Ymir, yo tan solo observaba que no hubiese más titanes, viendo a los alrededores como se evaporaban sus cuerpos.

-Debió haber sido una larga noche.-gire mi mirada, viendo como al parecer Reiner me había seguido el paso, siempre lo hacía, le gustaba seguirme en la base de la escuela militar; le gustaba hablar conmigo.

-Se ve que para ti también.-me indico, percatándose que me veía algo candada.-No te ves bien.-añadió, a lo que yo le sonreí de lado.

-Tu tampoco luces también que digamos.-le dije, viendo como él observaba su lesionado brazo, y como atrás de él se podía ver a Eren mirando de manera disimulada.-¿Entonces donde están sus capitanes?-pregunte curiosa, viendo que no había ningún supervisor representándolos.

-Murieron en batalla.-me respondió él, cabizbajo, como si se sintiese apenado.-Actuamos tarde, pudimos haber hecho mejor.-me dijo, a lo que yo me acerqué a él y llevé mi mano a su hombro.

-Lo importante es que están vivos, y que volvemos a reunirnos.-él me miró fijamente, y en sus ojos se veía una expresión que no podía descifrar.-Ahora, volvamos a lo que quizás es nuestro hogar, y descansemos un poco.-él me asintió, con intenciones de seguirme pero se detuvo en seco.

-Sabía que ibas a volver a florecer.-le miré confusa ante sus palabras, y lo miré detenidamente.-Has cambiado, y estoy contento de haber podido tener el privilegio de ver ese cambio. Verte entrar por los aires de esa manera y defendernos, fue una sensación inexplicable. No eres la hija de la ex comandante del cuerpo de exploración, o la hermana del actual, eres Kirah; y serás uno de los soldados más fuertes que tendrá la historia de la humanidad.-él me idolatraba, y la nostalgia me sacudía por completo mi interior.

-Quizás si no hubieses portado tu grano de arena el día en que en la base de la escuela militar, me pediste que hiciera ruido; no sería lo que soy hoy, y lo que seré mañana, Reiner.-le respondí.-Gracias por ser mi amigo, y por siempre creer en mi.-estábamos detenidos en las ruinas, mirándonos fijamente, y ahí hice una prueba.-Eres una de las pocas personas en quien confió, espero que sobrevivas mucho tiempo para que puedas verme florecer más.-le sonreí, aunque no había sido forzada, eran mis sentimientos y ahí me dio esa mirada, esa que me rompió en mil fragmentos, ya sabía lo que pasaría, pero no estaba preparada.

Me di media vuelta, y continué caminando, sin saber cual sería el rumbo o el final de este jodido día, que parecía no acabar; y es que a penas, estaba empezando. Los caballos volvieron a retomar su función, volvíamos a nuestro hogar, bajo ahora; un día gris. Mi caballo lo transportaba, transportaba a Reiner quien con una mano se aferraba a mi. Mi corazón sentía una extraña sacudida, y podía sentir que algunos quienes conocían lo que sucedía, observaban con cautela. Más allá, podía ver una carreta, una sola que habían traído, y era ahí donde portaban el cuerpo de Ymir. No la observaba, más allá, yo solo pensaba en lo que Mikasa había susurrado a mi lado. Verdaderamente, ya no sabía quién era quién, ya no sabía con quienes nos habíamos liado estos tres años. Todo me sabía amargo, y era por eso, que no prefería ni siquiera mirarles. Quizás, todo este tiempo por eso siempre evite entrelazarme con otras personas que no fueran Mikasa, Armin o Eren, y es que una parte de mi siempre tuvo miedo a lo que hoy estoy viviendo. Los muros estaban delante de nosotros, mis brazos estaban cansados, no había pegado el ojo desde hace un día, no sabía cómo he podido sobrevivir este día, sin descanso. La brisa se sentía fría, y empezaba a golpear fuerte, como si el clima entendiera como me sentía.

Los soldados se bajaban de sus caballos, al igual que yo, ayudando a Reiner. Me miraba, me sonreía, parecía sentirse lleno de gratitud ante mi presencia, y lleno de confianza. Veía los ascensores bajar, estos serían para los caballos, o para los que necesitarán; como Ymir y Reiner, a quien ayude para que subiera a uno. Observaba a Armin mirarme, también estaba pendiente a cada movimiento de nuestro compañero, a lo que yo tan solo le asentí, dándole a entender que todo estaba bajo control. Di un silbido, esperando a que pudieran subir a Reiner hacia los muros, viendo como él se acomodaba con cuidado. Con mi equipo de maniobras tridimensionales logre subir hacia los muros, pero me quede a mitad, esperando a que pudieran subir a Reiner. Él me observaba, deducía que lo esperaba y acudía por si algo sucedía con el ascensor. Finalmente subí, viendo como Eren quien yacía arriba de los muros primero que nosotros, se le acercaba, dándole una mano. Suspiré, y me arrodillé un momento. Me sentía cansada y solo quería cerrar los ojos, no quería estar aquí, por alguna razón, sentía que ya había estado en este día.

-Tiene que creerme, por favor. Es la verdad. Ymir solo ha usado su poder de titán para defendernos. No le ha importado sacrificar su vida, ha demostrado su lealtad. Admito que lo que ha hecho no tiene justificación, hasta ahora ha estado ocultando información de importancia clava para la humanidad.-miraba atrás, escuchando a quien creía que era antes Krista Lenz.-Probablemente no ha dicho nada para mantenerse a salvo, pero ahora ha cambiado. Ymir es nuestra aliada.-veía como ella y la teniente Hange se alejaban, conversando.

-Todo este tiempo su nombre era Historía Reiss... -susurré, mirando como se iba distanciando cada vez de donde me encontraba yo.

-Como duele.-el quejido de Reiner me hizo mirarle, este en el suelo y pareciendo sentir algún tipo de incomodidad en su brazo derecho.

-¿Estás bien, Reiner?-le pregunto Eren, quien yacía ayudando a Armin para que pudiera subir por completo a la cima del muro.

-Para nada.-le respondió este a Eren, mirando su lesionado brazo cubierto en una tela.-Un titán me ha mordido el brazo, solo era eso lo que me faltaba. Que jodido día, creí que no lo contaba.-veía como tapaba su rostro con su palma izquierda, se veía extraño.

-Son cosas que pasan, incluso siento tan fuerte como tú.-le comento Eren, terminando de ayudar a Armin, este quien dirigió su mirada a Reiner al igual que yo y Eren.

-¿Pero que dices? Con esta ya van dos veces.-le indicó Reiner, algo agitado.-Armin.-llevo su mirada a mi amigo, quien estaba a mi lado mirándole ante su llamado.-¿Te acuerdas cuando acabe en el puño de aquella titán?-le pregunto, a lo que no tarde en pensar en aquello que Armin contó horas atrás, entonces si era cierto.-He estado apunto de morir dos veces, al final, acabaré en el otro mundo sin darme cuenta. Y es que sé que aunque lo haya elegido, ser soldado es muy duro. Siento que mi espíritu se quebrará antes que mi cuerpo.-decía, lleno de frustración, levantándose del suelo.-Pero hasta que no tapemos el hollo qué hay en esta muralla, no habrá tiempo para lloriqueos.-indicó, mientras que veía de la manera tan extraña que Berthold le miraba.

-Sobre todo cuando están tan lejos de su hogar.-Eren empezó a caminar, dirigiéndome la mirada para que lo siguiera, mientras que aún se dirigía a Reiner.-Así que tenemos que seguir trabajando.-les dijo.

-¡Eso es Reiner! Volvamos a casa.-me detuve en seco, al igual que Eren y Armin ante el estallido de emoción que emitió Berthold.-Ya es hora de que volvamos, con todo lo que hemos pasado y aguantado hasta ahora, ya no nos queda nada.-le dijo a Reiner, quien le miraba.

-Es verdad, solo nos falta un ultimo paso.-dijo, a lo que yo miré confusa a Armin, y sintiéndome llena de inseguridad, me sentía tensa.

-¿De qué están hablando?-le pregunto Eren curioso ante ese comentario emitido de nuestro camarada, pero el sonido de unos caballos me alertaron.

-¿Hannes?-pregunte en voz alta ante visualizarlo abajo del muro, enganchó sus equipos de maniobras tridimensionales para llegar hasta acá.-De seguro vienen a decirnos dónde está el agujero.-indique, alentándole a los chicos a caminar junto a los demás, quienes parecían esperar a Hannes y ayudarle a subir.

-No hay ningún agujero.-me coloque aún lado de Mikasa, y mire con atención a Hannes mientras subía, quedando frente a nosotros.-Nos hemos tirado toda la noche buscando, y al muro no le ha pasado nada desde que venimos de Trost.-explicó, mientras que todo parecía mucho más confuso.

-¿Qué dices?-la teniente Hange parecía estar mucho más confundida, y es que era imposible que haya sido una falsa alarma, algo sucedía.

-Nos cruzamos con un escuadrón de Klorva y volvimos sobre nuestros pasos. Tampoco ha aparecido algún titán de camino.-le añadió Hannes a su información, deduciendo más su argumento.

-Pero si qué hay titanes de este lado del muro.-le decía Armin, mirándolo y añadiéndose a la conversación.

-¿Has mirado bien? ¿Seguro que no estabas borracho?-abrí los ojos grandemente y algo avergonzada ante escuchar a Eren dirigirse de esa manera a Hannes.

-Eren.-le regañe, mirándolo con el ceño fruncido, aunque la mayor parte del tiempo Hannes estaba siempre borracho; no era momento de eso.

-¿Qué estás diciendo? Claro que no, ¿y ustedes que están haciendo aquí?-nos pregunto, dirigiéndose a nosotros cuatro, cómo de usual; siempre estábamos juntos en los momentos en donde sucedía de todo, no nos perdíamos nada.

-Si no hay líos, no nos queda de otra. Nos retiraremos al distrito de Trost.-todos miramos y accedimos ante el mandado de la teniente, quien nos alentó a movernos.

-En cualquier caso, no bajen la guardia. Yo me regresaré ya.-mientras todos se esparcían, Armi, Mikasa, Eren y yo, nos quedamos frente a Hannes, viendo como estaba apunto de irse.-Hasta luego, mis niños.-se despidió, bajando por el muro con sus equipos de maniobras tridimensionales.

-¿Cómo que no le pasa nada al muro?-pregunto Eren, confuso, y es que era también una pregunta que sacudía mi cabeza.

-¿Qué significa esto? En cinco años no había pasado nada igual.-veía como Armin se iba, y de seguro su mente estaba apunto de estallar con sus teorías.

-Eren.-con delicadeza toque su brazo, deteniéndole, mientras los demás se iban.-¿Y si es una emboscada?-sus verdosos azulados ojos me miraron fijamente, sin parecer entender.-Olvídalo, quizás estoy diciendo tonterías. Vámonos, estoy muy cansada.-defendí mi inválida justificación, quizás estaba asustada.-Muy cansada... -susurré, caminando y sintiendo la fría brisa azotar aquella cala verde y como sentí removerme un poco, continué caminando y mirando hacia adelante la espalda de Armin, quien caminaba más adelante que Mikasa.

-¿Entonces es cierto?-me detuve en seco un instante ante la voz de Eren, tensándome ante la idea de que Reiner y Berthold dejaran sus identidades al aire, así que lleve con lentitud mi mano al mango de mis espadas y me gire.-¿Estás con él?-me quede helada ante la pregunta de Eren, y ver cómo su mano soltaba con el aire aquel trozo de papel, que de seguro se me había salido ante la ventolera.

-Eren... -lo llamé, sin saber que responderle ante su pregunta pero tan solo recordé sus palabras, tan solo recordé aquella decisión.-Te equívocas con lo que dices... -le respondí de manera fría, de una muy cortante.-Aún así... ¿Se supone que debía esperarte?-solté el mango de mi espada y me quede frente a él, aunque estuviésemos un poco distantes, y él me miró con un rostro abatido.

-¿Significa que te perdí?-me preguntó, y justamente ahí mi corazón sintió un bombardeo, si... era su vela, como si se estuviese encendiendo pero todo se detuvo cuando la mano de Reiner, tocó su hombro.

-¿Tienen un momento?-me quede mirando a Eren, aún con Reiner y Berthold atrás nuestras miradas no se despegaron ni un instante, transmitían muchas emociones.-Tengo que hablar con ustedes.-eleve mi mirada, observando a Reiner y asintiendo.

-¿Qué sucede?-le pregunto Eren, algo molesto, y sabía que era referente a lo que estaba sucediendo ahora mismo, con referencia al capitán Levi y a mi.

-Hace cinco años, nosotros rompimos el muro y empezamos los ataques hacia la humanidad.-me quede mirando fijamente a Reiner, y como sus palabras salían con tanta fluidez, que no era capaz de creerle.-Yo soy el titán acorazado, y el titán colosal.-dijo, mirándome a mi y a Eren, mientras que veía a Berthold atrás suyo sudando frío.

-¿Pero que estás diciendo?-le pregunto Eren, confuso y abatido ante sus palabras.

-Reiner.-Berthold miró a su amigo, y le llamó, de una manera temerosa.-¿Qué estas haciendo?-le pregunto curioso y confuso, yo tan solo los miraba.

-Nuestro objetivo era que esta parte de la humanidad se extinguiera, pero eso, ya no es necesario.-nos explicaba Reiner, nuevamente de esa manera tan fluida, como si no fuese nada; como si fuese una broma.-Eren si vienes con nosotros, ya no tenemos que destrozar más muros.-continuaba diciendo.-Deseamos que Kirah nos acompañe con un propósito, y es por eso que también se lo proponemos.-me miro, pero yo no me movía, no exclamaba absolutamente nada.

-Un momento. No entiendo nada de nada.-Eren hablo de una manera agitada, y por un momento, se puso frente a mi; como si deseara protegerme, y es que ambos lo sabíamos, sabíamos lo que estaría apunto de pasar; esto no era coincidencia, no era mentira.

-Esta claro, les pedí que vengan con nosotros.-le dije Reiner, mientras que sentía una sacudida en mi cabeza.-Siento ser tan directo, pero tiene que ser ahora.-añadía, mirándonos.

-¿Ahora? ¿Y a donde iríamos?-le pregunto Eren, intentando de acoplarse a la conversación pero yo parecía no reaccionar a nada de lo que estaban diciendo.

-No puedo decirlo, aunque bueno, es nuestro lugar de origen.-expresó Reiner.-¿Y bien, qué me dicen?-nos pregunto, pero no expresaba ninguna expresión, aún así, no podrían verla; Eren me tapaba.-No es un mal trato, de momento, evitarían correr más peligros.-añadía.

-No sé que decir.-le respondió Eren, mientras que yo veía el nublado cielo y sentía aún la fría brisa mover mi cabello.

-¡Eh! ¡Oigan, nos vamos!-gire mi mirada, observando a Armin quien nos llamaba, pero ahí estaba Mikasa detenida en seco y mirando, ella estaba escuchando. Mikasa me miro, mientras que una leve llovizna se interpuso en nuestro ambiente, ella tenía sus manos colocadas en los mangos de sus espadas.

-Venga, debes estar echo polvo. ¿Ah que no Berthold?-Eren llevo su mano al hombro de Reiner, y se dirigió a Berthold.-Has pasado un mal rato, tanto que se te ha aflojado un tobillo.-dijo, defendiendo su extraño comportamiento.

-Ah, si.-Berthold asintió ante Eren, nervioso.-Reiner solo está cansado.-defendió la postura de su amigo, quien miraba a Eren con los ojos abiertos como platos.

-Además, si eres el titán acorazado que busca la destrucción de la humanidad, ¿por qué nos pedirías algo así?-le pregunto Eren.-No pensabas que responderíamos con un "si, nos vamos contigo". ¿O si?-volvió a preguntarle.

-Cierto, tienes razón. ¿En qué estaba pensando?-se pregunto así mismo, como si no creyera la locura que había dicho.-Me habré vuelto loco, ¿de verdad?-volvía a preguntarse, mientras que yo tan solo deseaba irme.

-Vamos, andando.-le pidió Eren, a lo que con delicadeza tomó mi mano y me miro.-Aún no hemos terminado de hablar... -me susurró, pero yo tan solo lo evadí y me detuve en seco cuando una de las banderas se rompió, volando y chocando con los muros de una manera brusca.

-Claro, es eso. Llevo demasiado tiempo aquí, y es que, han sido tres años rodeado de estos idiotas. Éramos unos críos, no sabíamos nada.-nuevamente me volví a girar, al igual que Eren ante escuchar las palabras de Reiner nuevamente.-Si hubiese seguido ignorando que había gente así, yo no me habría convertido en un desgraciado que nada entre dos aguas.-miraba como se quitaba la tela del brazo, y como su sangre se evaporaba, mis ojos se abrieron como platos, y mi piel se erizo.-A estas alturas, ya no se lo que esta bien o mal. Solo se, que debo hacer frente a mis decisiones y actos hasta ahora. Y como guerrero, cumpliré mi deber hasta al final.-se quitó la tela, y hablaba entre dientes, y yo tan solo no hacía ni siquiera un parpadeo.

-¡Reiner! ¿Vas hacerlo, aquí y ahora?-Berthold le gritaba, y sabía que la mayoría de mis compañeros debían estar consiente de la escena que estábamos viviendo, yo tan solo miré fijamente a Reiner y con mi cabeza, negaba.

-Kirah, lo siento tanto.-sus ojos me miraron y lo sabía, esa mirada no me estaba mintiendo.-No mereces nada de lo que te ha pasado, y es por eso que decido ahora mismo llevarte, llevarte con Eren, quieras o no, justo ahora; esto se decide aquí.-abrí mis ojos grandemente cuando vi como se acercaba a mi con rapidez, y en ese instante tapé el cuerpo de Eren y apreté con fuerza el mango de mis espadas para sacarlo de manera brusca, pero en ese instante en el aire ella se elevó, como si lo supiera; sabía que no iba ser capaz de defenderme, solo a Eren, pero ella era capaz de protegernos a ambos, pero aún así, no me detuve.

-¡Reiner!-grite en negación, viendo como Mikasa le desprendía el cuello a Berthold, pero yo incrusté mi hoja justo en la mano de Reiner y con la otra, de seguro le había rajado la cabeza.-¡Mikasa!-vi como este con un empujón, sacó a Mikasa de la muralla, lanzándola.

-Lo siento.-me miro con sus ojos, esos a quienes me gustaba seguir a donde sea que fuera, él impidió mis movimientos, me detuvo y yo tan solo sentí como una impotencia recorría mis venas pero él tan solo me lanzó al suelo, lejos de él.-De verdad no sabes cuanto.-aún me escuchaba, mientras que lo veía repleto de sangre, ni siquiera me atrevía mirar a Berthold, solo veía a Reiner, y es que él era quien más me dolía.

Estaba tirada en el suelo, observando cómo aquellos rayos sobresalían del cielo. Todo se había vuelto lento, y doloroso. Mis ojos estaban abiertos como platos y sentía un puñal en la espalda, uno que llegaba a mis pulmones y parecía evitar que respirara. Mi pecho subía y bajaba, y tan solo observé el horror en los ojos de Eren Jeager a mi lado, pero estaba segura que todos lo veíamos igual. Los rayos sobresalieron y el viento nos azoto, lo que provocó que mi cuerpo, el cual aún estaba en el suelo, se revolcará hasta la orilla. Grite, viendo a través del humo como el cuerpo de Eren también se levantó por el aire y lo hizo elevarse en el aire, saliendo también por la muralla. Mi brazo se estrechó y agarre su capa con fuerza, escuchando gritos y como todo que permanecía en la muralla, se desprendiera. Agarraba a Eren con fuerza, y este con su gancho del equipo de maniobras tridimensionales se enganchó en la pared. Mientras que lo miré, sus ojos me observaron con horror y con tristeza. Lo sé Eren, tu mirada refleja mi sentir, yo también estaba decepcionada, pero cuando giré mi mirada, observé con horror lo que la vida nos había colocado en el camino. Nos mostró lo que nos había arruinado la paz que nuestra humanidad tenía dentro de estos muros, nos mostró lo que habíamos perdido hace cinco años.

Mis ojos se abrumaron ante observar como el titán colosal estaba parado justo frente a nosotros, no podía ser cierto lo que estaba mirando. El reflejo de Berthold se interpuso en mi mirada, pero ya no podía verlo como lo veía, y eso era lo que su traición me dejaba. Era aquel mismo que nos dejó sin hogar, fue aquel mismo titán que había acabado con esa paz. Mi corazón se estaba sintiendo agobiado, como si se empezara a quebrar al sentir el estrujón que mi alma estaba sintiendo. Gire mi vista, y es que aún podía escuchar a través del viento como el gancho de Eren se soltó, y justo cuando iba a lanzarme para atraparlo, aquella mano lo agarró. Mis ojos se elevaron y se guiaron por toda su mano, toda aquella mano blindada de tonos amarillentos, hasta que llegue a su rostro. El reflejo de Reiner estaba en ese titán, ese aquel cuyo había roto la puerta del muro María, de mi hogar. Él sostenía a Eren en aquella mano, esa que llevaba toda la sangre de cada persona muerta en aquellos pueblos que devastaron. Mi mente se lleno de fragmentos llenos de pensamientos, pero esos fragmentos tenían espinas que raspaban mis imágenes, aquellas llenas de recuerdos, recuerdos por montones. Sabía que no debía ser la única que se sentía traicionada, que tenía el corazón apunto de salirse por la boca, porque ahora todo era claro. Éramos enemigos.

Mi cuerpo se había helado, y tan solo me refleje como en aquel sueño; en aquella visión que tuve a través de mis sueños. Podía escuchar con claridad los gritos de mis compañeros incitarme a moverme, pero algo no me permitía moverme y ahora lo entendía, el portador de ese titán era mi amigo, era a quien creí mi amigo, esto era lo que me dejaba su traición; decepción. Era por esa razón que en mi visión, no podía moverme, porque su traición me dejó este sentimiento que me invadía de tristeza. Mis músculos estaban flojos y su acalorada mano estaba punto de interponerse en mi, no hasta que simplemente me eleve en el aire en un salto, dispuesta a esquivar lo que sería mi destino. Caí arrodillada de manera brusca, y aún estaba intentando de asimilar lo que estaba sucediendo. Era como si el hoyuelo que Annie había creado en mi espalda se hiciera más grande, más profundo y más doloroso. Mis nudillos estaban cerrados, y con furia los golpeé contra el cemento de los muros, raspando mi piel y sintiendo un tipo de tacto con mi hueso que me dolió, pero a fin de cuentas, no había más que me doliera que la imagen tan escalofriante que estaba viendo. Mis ojos se abrieron como platos y mi boca también, estaba asombrada.

El titán de Eren se había desprendido de la mano de ese titán acorazado, le había explotado la mano ante haberse convertido en a penas unos segundos. No quería imaginar como debía sentirse, pero yo sabía que aún no podía levantarme, tenía una estaca clavada en mi espalda que me helaba cada hueso de mi ser. El grito estruendoso de su titán me dejaba más boquiabierta pero tan solo fui testigo de cómo él, y el titán acorazado, emitieron un combate. Sentía un inmenso sentimiento de tristeza en mi interior, pero estaba tan enojada que no era capaz de llorar, quería pelear como nunca, pero sabía que aunque quisiera; yo no podía pelear contra ellos. Mis nudillos estaban rojizos, la sangre se desprendía y así era como se sentía mi corazón, raspado y sangriento ante lo que podía presenciar. La aceptación era difícil, pero yo estaba llena de esperanza a estar en mi ámbito de negación porque yo creía que jamás tendría que ver a los monstruos que arruinaron mi vida, como mis amigos. Me quería arrancar la humanidad del pecho, deseaba hacerla trizas porque tan solo pensaba en que si ellos jamás hubiesen llegado, mi hogar nunca hubiese sido destruído, la mujer que me dio la vida, aún permaneciera aquí dando los suspiros que no pudo dar.

-¡Ymir!-mi mirada se elevó en el aire cuando la mano de aquel titán colosal atrapó la camilla en donde estaba una de quien debía ser su aliada, ni siquiera me inmuté ante el desgarrador grito de Krista, ya no me importaba, me habían arrancado algo con el pecho abierto; a sangre fría, hoy les declaraba muerte.

-"Controla tus emociones".-las palabras de Levi se atravesaron en mi camino, justo cuando me coloqué en la orilla de esa muralla, apreté el mango de mis espadas, y ahora más que nunca encerraba mis emociones, porque mi propósito era pelear; acabar al enemigo, sin importar quien fuera.

-¡Kirah!-la voz de Armin se interpuso en el momento en que lo decidí, en que decidí lanzarme sin temor alguna de esa muralla, dispuesta a caer en la nuca de Reiner, grite de manera desgarradora y eleve mis espadas, me habían dado lo que jamás pude haberles dado, traición.

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