Choi Jihye                                                 1er año

La chica era rara, nombre raro, apariencia rara, pensamientos raros y un corazón raro que tal vez siente de maneras raras, tal vez ella sentía demasiado, tal vez era demasiado fuerte, demasiado feliz, demasiado inteligente. Ella era demasiado.

A la gente no le gusta lo fuera de lo común, nada puede ser ni muy bueno, ni muy malo, tiene que ser neutro, por eso Jihye siendo demasiado no le hacía gracia a ninguno de los niños de su casa. Ravenclaw. No eran malos, no, simplemente no estaban acostumbrados a conocer a alguien tan demasiado. Eso no era culpa de ellos, lo que sí lo era, era aquella manera cruel en la que la trataban cada vez que pasaba cerca de ellos, murmurando sobre ella y su extraña apariencia.

"Mírala, es muy rara" las voces coreaban cuando ella entraba sola a él gran comedor. Su cabeza viendo a sus pies, demasiado asustada como para ver arriba y tener que lidiar con las miradas juzgadoras. Tal vez esa palabra era parte de lo que la definía, de lo que la moldeaba, ella era rara, pero claro esa palabra no era una con la cual q uno le gustaría ser conocido por, pero para alguien como ella no había otra opción más que aceptar lo que el mundo le daba.

Cuando esto sucedía (lo cual era todos los días) ella optaba por sentarse con los niños raros de Ravenclaw. Ella ya había aceptado que era parte de ellos, le gustara o no. Luna y demás niños se juntaban al final de la mesa de Ravenclaw alejados de aquellos que los miraban con la única intención de hacerlos sentir mal. Jihye se sentaba ahí sin ver a nadie ni a nada, no comía pues la comida no era de su agrado, demasiado extravagante incluso para alguien como ella, ella suponía que aveces a la gente le gusta lo extravagante. ¿mientras no le tengas que hablar a la comida todo está bien verdad? Tal vez por eso ella no les caía bien, tal vez era porque hablaba.

Jihye nunca habló con ninguno de los niños raros, no le gustaba pensar que si hablaba con ellos la odiarían aún más los demás niños, y al parecer los demás pensaban igual pues la única que hablaba era Luna. Ella hablaba de cualquier cosa, de lo primero que se le viniera a la mente sin importarle las reacciones de los demás, aveces Jihye la envidiaba. Envidiaba que no le importara lo que los demás pensaban. Ella deseaba con una ardiente pasión aquel don.

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Por la noche Jihye se proponía dormir, sin antes ver (por mínimo 20 minutos) la foto donde estaba toda su familia reunida. La habían tomado en un viaje a filipinas y Jihye le pidió a su madre llevársela a Hogwards para no olvidarse de su familia (aunque Jihye sabía que era imposible olvidar a gente tan extraordinaria)

Jihye siempre pensaba en su casa, en su familia, en su madre, en su padre, en todo. Ella pensaba en su ascendencia un poco demasiado constantemente, no que estuviera mal, para nada, pero para la Jihye joven el pensar no le hacía para nada bien pues su mente parecía correr más rápido que lo normal y aveces la hacía quedar mal consigo misma, aveces su mente le recordaba que ahora ella era la rara y que su familia estaba a kilómetros, horas, días de distancia.

Ella siempre tardaba en caer totalmente dormida, pero ese día en específico su mente le estaba siendo más cruel de lo normal, recordándole que había gente que la estaba pasando peor que ella, que ella no tenía derecho a llorar, pero eso la hacía llorar. Aveces el mundo se mueve de formas increíbles e injustas cuando tienes 10 años y estás lejos de casa. Aveces lo único que el corazón quiere es un abrazo de mamá y el dulce olor del perfume de papá. Eso era exactamente lo que el corazón de Jihye anhelaba con tanta fuerza. Jihye creía que si lo deseaba lo suficientemente fuerte su madre aparecería aquí y la abrazaría, pero eso nunca pasaba no importará con cuanta fuerza el corazón inocente de Jihye lo deseaba.

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