Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo XVIII: Desconfianza y un nuevo enemigo.

Dylan lo recogió en una plaza cercana exactamente cinco horas más tarde, fiel a su acuerdo. Y aunque trató de indagar en como le había ido, fue evadido y dejó de insistir, muy probablemente esa cita fue un fiasco total y él no iba a ser quien se la recordara.

Al llegar a la mansión Xiao, Sa Ding le puso mala cara como se esperaba y le informó que Xiao Zhan había llegado.

Raro.

Para ser un adicto al trabajo el Alfa era incapaz de descuidar su propio trabajo pero si descuidaba su alimentación; a veces ni siquiera comía en todo el día y lo veía tan normal, razón por la que tendía a reprenderlo constantemente y ponerle la comida casi en la boca. Sonriendo como un bobo, subió a las escaleras y se dirigió a la habitación de Yi Xung, la encontró dormida y con justa razón, pasaban de las cuatro y media, así que estaba casi al culmino de su siesta.

—Tío Yibo ha vuelto, A-Xung —anunció mirándola con devoción, a sabiendas que la niña no le respondería.

Milagrosamente, el grueso edredón le cubría casi hasta la cabeza y no se hayaba en sus pies como casi siempre; parecía un taco enrollado que ahogó una risita y salió rápidamente antes de que perturbara su sueño, podía ser muy gruñona si la despertaban, en eso era igualita a su madre.

Al final, acabó entrando al despacho de Xiao Zhan luego de buscarlo sin éxito en su habitación. Lo observó de costado y de pie, ensimismado en lo que sea que hubiera detrás de la ventana por lo concentrado que se encontraba, o quizás, solo estaba perdido en sus pensamientos.

Cerrando detrás de su espalda sonrió como un diablito a punto de hacer una travesura, sus dedos colocaron el pestillo y dió un paso, casi de puntillas.

—H...

—¿A dónde fuiste? —le preguntó Xiao Zhan, cortante y con una aspereza que le desconcertó.

¿Qué bicho le había picado?

Encaminándose hasta él normalmente, se apoyó en el marco de la ventana con los brazos cruzados y los labios apretados por su actitud.

—¿Por qué me estás cuestionando? —exigió saber en un tono que distaba de amabilidad.

Xiao Zhan apretó la mandíbula con una furia que desde luego estaba dirigida a él pero, ¿por qué? ¿se debía exclusivamente por su salida sin guardaespaldas además de Dylan? Probablemente.

—Te hice una pregunta Wang Yibo, respóndeme —demandó sin dignarse a mirarlo.

Sintiendo que le daría migraña, Yibo relajó su expresión altanera y tomó una profunda respiración, no iba a sacarle de sus casillas.

—¿Y si no quiero? ¿Qué? —le replicó con cierto reproche, incapaz de dominar sus emociones.

¡Era imposible! Xiao Zhan podía ser un Alfa muy guapo, sexi, imponente y muy bien dotado pero, también podía actuar como un niño haciendo berrinche.

—Te reduciré el 90% de tu salario como niñero de Yi Xung —dijo él con un desdén que le cortó la respiración por un segundo.

—¿Es enserio? —Xiao Zhan asintió aún sin mirarlo, demostrándole con su indiferencia cuán en serio hablaba. Le asió la muñeca izquierda pero éste se soltó como si su tacto le quemara, sorprendiéndolo —. No puedes hacerme esto.

—Por supuesto que puedo, soy tu jefe por si lo has olvidado —le recordó con frialdad, posando finalmente sus ojos absidianas sobre él, tan tempestuosos que no entendió lo que había echo mal. La salida y los guardaespaldas evadidos quedaban descartados—. ¿O es que te duele el orgullo?

—En lo absoluto —objetó, retrocediendo, sus feromonas ácidas le estaban mareando y luchó contra las inmensas ganas de cubrirse la nariz—. Pero sabes que estás siendo un tirano abusando de tu poder y de mi, ¿ahora con qué dinero voy a comprar la última colección de invierno de Gucci?

La desesperación en sus ojos no hablandó a Xiao Zhan ni un poco.

—Es por tu bien, Yibo. Últimamente te has vuelto un derrochador —le echó en cara y Yibo enrojeció de inmediato. No supo cuando ni porqué, pero de no alcanzarle antes para un par de prendas o zapatos, ahora, con su nueva vida de rico, se destrampó y quizo tenerlo todo sin importar nada. Y solo de lo mejor—. Aunque mejoraste tu gusto y, confieso, que amo verte con esos pantalones apretados que resaltan tu belleza aún más, volviéndote irresistible para cualquiera que tenga ojos.

—¿Por qué no solo aceptas que te exita mirarme el trasero?

Riéndose de verlo tan cohibido, cuando en el sexo ni siquiera lo hacía, confesó sus verdaderos pensamientos.

—Tú ganas, lo acepto. Aunque la verdad, a veces quisiera invitarte a salir como antes sé que no voy a controlarme si alguien te mira con otros ojos, sabes lo posesivo que soy —se sinceró con una expresión desquiciada.

Rompiendo la distancia que los separaba, Yibo liberó una dosis extra de su aroma y aquello pareció funcionar en el Alfa, al menos ya no quería matar a alguien.

—Hazlo, no pasará nada, se que puedes controlar tus celos —alentó pero, a cambio, recibió una negación seguido de un gruñido.

—Si te digo que no puedo es porque no puedo, Yibo. Soy capaz de agarrarme a golpes con medio mundo si desean lo que es mío —soltó con pasión para diversión de Yibo.

—¿Tuyo? ¿Desde cuando soy tuyo, Xiao Zhan? Me asustas —sin embargo, lejos de parecer asustado estaba muy suelto de huesos, riéndose.

—No responderé a eso porque nos enfrascaremos nuevamente en una pelea y no tengo ánimos —dijo tomando su mano y casi después, dejándola caer al vacío como si hubiera recordado algo importante. Yibo borró su sonrisa y lo miró en busca de respuestas, pero no era el único—. Ahora responde, ¿a dónde fuiste?

Sabiendo que Xiao Zhan no dejaría pasar el tema, decidió ser sincero.

—Con mi hermana —le respondió dando un vistazo rápido al exterior, pero no vio a nadie a parte del viejo jardinero podando el pasto.

¿Qué le preocupaba tanto a Xiao Zhan? Si pudiera saberlo no dudaría en ayudarlo a demás de solo tratar de reconfortarlo cuando éste no ponía de su parte y solo acababa llamándole la atención por nada.

—¿Qué es lo que quiere esa Omega ponzoñoza y mentirosa ahora? —increpó impregnando en aquella interrogante lo mucho que la detestaba y guardaba rencor.

Yibo entrecerró los ojos y quiso reprenderlo por hablar así sobre Lusi pero después se disuadió a si mismo. Su hermana se había ganado a pulso el desprecio de Xiao Zhan y él no podía —ni debía—, continuar defendiéndola.

—Zhan, ella es mi hermana y me duele que hables tan despectivamente de ella, sé que lo merece pero solo me haces sentir más culpable. Quizás, si la hubiese orientado más, a lo mejor... —se interrumpió y agitó la cabeza con violencia, allí estaba otra vez—. Olvídalo. Sabes, ella me llamó después del desayuno.

—¿Qué te dijo?

—Quería que nos viéramos, al parecer, quería que la volviera a ayudar, pero no cedí. Y no me mires así que mi frágil paciencia tiene un límite, y con ella ya había sobrepasado bastante —argumentó firme.

Yibo hizo el amago de besarlo pero para su perplejidad el Alfa lo esquivó con maestría y se encaminó hacia el escritorio y, sin que lo notase por estar ardiendo de deseo por él, éste escondió debajo de un montón de carpetas unas fotografías que, de aver visto, los malentendidos entre ambos no empezarían a nacer.

—Estoy orgulloso de ti, cariño. No mereces que te vean la cara, ni siquiera ella quién lo único que sabe es meter a la gente en problemas —exclamó tomando asiento en su silla y siendo copiado por el Gamma pero en la silla para invitados.

—El punto es... —tomó aire otra vez para no explotar contra él.

¿Apestaba o qué? ¿acaso no quería hacerlo tanto como él se moría por hacer? Cruzó las piernas y apretó con más presión de la requerida y pese a que sus feromonas lo delataban, Xiao Zhan ni siquiera se inmutó.

—Continúa.

Asintió tratando de ignorar el dolor en su entrepierna.

—Casi casi la amenacé con aceptar su derrota y firmar a tu favor con respeto a A-Xung —expuso ocasionando que el Alfa se descompusiera.

—¿Hablas de...?

—¿La patria potestad? —Xiao Zhan asintió, pálido—. Sí.

—Supongo que se negó.

—Supones bien, pero no te preocupes, lo hará —lo tranquilizó.

—¿Cómo puedes estar tan seguro? Con ella nunca se sabe.

—No sé, solo tengo la fuerte corazonada que lo hará.

—Espero que tú corazonada no se equivoque.

—No lo hará, confía en mí. Y sobre mi salario... —se mordió el labio y le lanzó una mirada deprimente.

Al final, el Alfa volvió a sonreír y él le devolvió la sonrisa.

—Tú ganas —accedió.

—¡Gracia, Zhan! Por eso te amo —se lanzó a sus brazos lleno de tanta efusividad que no supo lo que dijo hasta que sintió el cuerpo ajeno tensarse y se arrastró hacia atrás de golpe, con los ojos abiertos de par en par.

El rostro de Xiao tenía la misma expresión atonica que él.

—Tú... ¿Qué dijiste? —le cuestionó, dubitativo, creyendo que oyó mal.

Acomodando un mechón rubio detrás de su oreja muy roja, Yibo tragó en seco y se obligó a enfrentarlo con nerviosismo.

—Que por eso te baño —dijo sin saber que rayos acababa de decir.

—¿Qué?

Ignorando su decepción, empezó a dar vueltas de aquí para allá antes de colocarse detrás suyo e intentar quitarle la ropa superior con manos trémulas.

—Que te voy a bañar, Xiao Zhan, apestas y hace mucho calor.

—¿Calor? Yibo, está granizando —le hizo saber con la mandíbula desencajada por su abrupto cambio de actitud, empujándolo hacia atrás sin ser grosero con tal que dejara de tirar de su abrigo—. ¿Te sientes bien?

—¡Perfectisímo! —apremió pero él no estaba muy convencido que dijera la verdad—. Vamos, te daré una ducha y espero que mantengas las manos para ti mismo, la última vez Yi Xung casi nos descubre por tu culpa, si no hubiese sido por el novio de tu madre me hubiese visto montarte en la ducha.

—Ya te pedí disculpas muchas veces, Yibo —le hizo saber, divertido al recordar aquel suceso que se había repetido desde esa primera vez—. A cualquiera se le puede olvidar cerrar la puerta.

—Te perdono la de tu habitación pero no la del cuarto de ducha, ¿esperabas que alguien nos pillara o qué? Y que fuese precisamente A-Xung, Zhan, si nos veía te juro que...

Agarrándole las manos, Xiao Zhan se las besó, relajándolo de inmediato.

—Ya no digas nada, aceptaré mi culpa las veces que sean necesarias pero deja de fruncir ese ceño, envejecerás rápido. Y olvida lo del baño, no quiero pescar un resfriado —lo rechazó mientras Yibo se le acurrucaba en el pecho y fue muy tarde para impedirlo.

—Tu ganas, pero no vas a rechazarme la comida, Zhan —frotó su mejilla en su cuerpo y se llenó los pulmones de su aroma a Alfa dominante.

—¿Qué comida? —inquirió, rodeando con sus brazos su espalda.

—La que voy a cocinarte con mis propias manos —fue su argumento y Xiao Zhan empezó a reírse y él se apartó ofendido—. Y quita esa cara de victoria que no eres el único a quién le he cocinado, ¡no te sientas tan especial!

Parando de reír como si lo abofeteara, Xiao Zhan le cuestionó, celoso:

—¿Le cocinaste a él?

—¿Disculpa?

—¿Qué si le cocinaste a él? —repitió su cuestionamiento pero el Gamma continuaba sin entender. Chasqueó la lengua y gruñó furioso—. Zhang Vi Zhing, tu ex.

Rígido como una tabla y una palidez abrumadora, Yibo lo señaló con su dedo índice.

—¿Mandaste a investigarme? —acusó—. ¿Cuándo?

—Hice, pero solo fue por seguridad y sucedió antes de intentar traerte aquí —le reveló sin arrepentimientos y Yibo lo miró con dolor. Se dio la vuelta y quiso irse pero la pregunta que a continuación le hizo lo dejó en su lugar; enraizado y paralizado del miedo—. Dime algo, ¿lo has visto de nuevo?

—N... No —no se volteó y su cobardía únicamente acrecentó la ira del Alfa que llegó hasta él y lo giró bruscamente.

—Será mejor que no me mientas, Wang Yibo —lo amenazó, haciéndolo temblar—, por las buenas soy bueno, pero por las malas...

—No quiero saber —con los ojos cristalizados se zafó de su agarre y lo fulminó recuperando su valentía—. Si te dije que no lo he visto es que no lo he visto, ¡caray! Actúas como un marido tóxico y ni mi marido eres.

—Wang Yibo, no midas mi paciencia porque...

—Lo que tú digas, Xiao Zhan. Iré a prepararte algo y, por favor, deja ese maldito cigarro o no dejaré que me toques, me repugna el olor —le advirtió azorado cuando lo vio sacar uno de la cajetilla en sus pantalones y hacer amago de encender uno.

Cuando la puerta se cerró, los ojos del Alfa se volvieron rojos, y no solo de coraje y celos; el Alfa se hayaba en la superficie y trató de tomar el control cuando se concentraron en lo íntima que eran aquellas fotografías que apenas sobresalían entre papeles pero que ya había visto y le asqueaba.

A grandes zancadas llegó hasta ella y la tomó con una ira ciega, no era ningún estúpido, la fotografía era real y no una edición pero, si Yibo le aseguró que no volvió a reunirse con su ex desde su rompimiento debía creerle.

Y realmente quizo hacerlo pero, ¿por qué no podía?

La imagen de Yibo; desnudo y apenas cubierto por una delgada sábana, dormido en el pecho de un hombre alto y de cabellos castaños que definitivamente era Zhang Vi Zhing no podía mentir. Ese cabello rubio y ese rostro complacido y de veinticinco años no podían tratarse del pasado, como tampoco ese cuerpo deshibido que bien conocía, montando y abriéndose a otro mientras lo besaba con ahínco, y que se tratara precisamente de su primer amor, lo enfermaba a límites insospechables.

Así que tomó una decisión.

—HaiKuan, necesito que contrates a alguien para vigilar a Yibo. Hace unas horas recibí un paquete en la empresa y al abrirlo me encontré con sus fotografías teniendo intimidad con su ex.

—De acuerdo, Xiao Zhan, lo haré. Pero recuerda que no soy tu asistente y no puedes pedirme siempre fav....

Colgó la llamada sin esperar a que terminara. Se desplomó sobre el escritorio y una hora más tarde comió la comida que Yibo le llevó mientras actuaba con normalidad.

—¿Está rico? —le preguntó, sonrojado.

—Delicioso, cariño —alagó con una sonrisa falsa—. Si me cocinas todos los días seré el hombre más feliz sobre la faz de la tierra.

—No exageres —rodó los ojos por su chulería—. Te dejo, procura comerte todo que me esforcé mucho, A-Xung se acaba de despertar.

—Nos vemos en la cena, tengo mucho trabajo pendiente y no quiero que nadie me moleste —recalcó lo último y él asintió.

—Me imagino, quédate tranquilo y a la próxima no llegues tan temprano a mitad de semana.

—¿Por qué?

—Acabas estresandote por nada y agarrándola con todos nosotros pero luego exiges sexo y te enfureces cuando te lo niego —falfulló.

—Es qué tienes prohibido negarme eso.

—Sigue soñando —se rió y lo dejó solo con su trabajo y sus problemas.

A finales de enero, después del año nuevo chino, Xiao Zhan viajó a E.U.U por problemas legales con uno de sus socios, dejándolo con la compañía casi eterna de Xiao Yi Fei y Albert, su pareja, a quién había aprendido a tolerar más que a la Omega.

Yi Xung volvió a la escuela y él se quedó sin mucho que hacer, así que empezó a salir más a menudo; Yang Mi se había mudado recién con su familia por cuestiones de traslado laboral de Xu Kai así que se pondrían al día, sin embargo, las llamadas telefónicas no casaron y en cada uno de ellas la Beta prácticamente lo amenazaba con renunciar.

Pero él, cobardemente, no lo hacía. 

Dylan descansaba hoy por lo que Yang Yang lo llevó, era un Beta muy serio; alto, delgado pero atlético, hondulados cabellos negros y unos ojos cafés oscuro mayormente petreos, y si, muy, muy estoico y profesional. Tenían cero confianza así que no trató de hacerle plática como anteriores situaciones.

Ya que, penosamente, había fracasado.

No obstante, a mitad del camino el automóvil fue interceptado por una camioneta negra cerrada y una ráfaga de disparos cayeron sobre ellos sin que antes se le permitiera preguntar que sucedía. A través de la ventana vio a los guardaespaldas que Xiao Zhan le puso salir de sus escondites y abrir fuego al interceptor, como era de esperarse, éste acabó dándose a la fuga al ver que no estaba solo como supuso.

Al final, muerto de miedo decidió cancelar su salida con Yang Mi y recluirse en casa, por supuesto, luego de correr histérico por la autopista con Yang Yang y recoger a Yi Xung de la escuela a tres horas de haber llegado.

—¿Qué fue lo que pasó? ¿Qué hace mi nieta aquí tan temprano? —. Yi Fei dejó de morderse las uñas y se puso de pie apenas lo vio, siendo seguida por Albert.

—Sa Ding, lleva a A-Xung a su habitación, por favor —le ordenó a la ama de llaves, a estás alturas no podía confiar en nadie pero ella le demostró que pese a su ligero desagrado para con él, era de fiar.

Y Xiao Zhan la respaldaba así que no debía perder la cabeza.

—Si.

—¿Hablarás o voy a tener que sacarte las palabras con pinzas? —le cuestionó la Omega una vez estuvieron solo los tres en el living—. Darren ya nos dijo lo que pasó.

Darren Chen era el guardaespalda-jefe, encargado de proteger la seguridad de Xiao Zhan y trasladado hace tres meses como custodio de Yi Xung.

—No debió hacerlo, pero fue tan obvio lo que pasó que no podía ocultarse —dijo aún agitado y temeroso por ser atacado con armas.

—¿Se lo contaste a mi hijo?

—Hice, pero no me atendió la llamada, he de suponer que está ocupado —argumentó pesaroso, ¿por qué tuvo que suceder esto ahora que Xiao Zhan estaba ausente y a miles de millas de China?

—Sí, lo más seguro, también llamé pero no atendió. ¡Dios mío! ¿Qué habrás hecho para que te atacarán tan sanguinariamente?

Su conclusión le puso mal, ella no sabía cómo habían pasado las cosas y aún así, sacó conclusiones apresuradas, juzgándolo como siempre y logrando afectarlo por primera vez, pero dada su condición, le fue fácil hacerlo.

—No se a que se refiere, señora. De mi parte carezco de enemigos pero Zhan si que los tiene, por lo que a partir de este instante, Yi Xung no asistirá a clases hasta que su padre regrese —sentenció con firmeza.

—¡Pero será hasta dentro de tres meses! —se opuso Yi Fei pero una reprimenda de Albert, a quién no le agradaba meterse en conflictos como ella llamó su atención y adoptó una postura sumisa—. Aunque pensándolo mejor, tienes razón, estará más segura en casa.

—Sí. Y una advertencia, procuren no salir muy a menudo como es su costumbre; el siguiente blanco podrían ser ustedes —no fue su intención infundirles miedo pero, era una realidad.

Xiao Yi Fei se puso pálida como un muerto y casi se desmaya.

—¡Mandre mía! Albert, cancela mi cita con el ginecólogo por favor, me niego a poner un pie en las calles después de esto —ordenó guiando una mano a su pecho.

—Enseguida mi amor —respondió y se perdió misteriosamente arriba de las escaleras, probablemente a la habitación de huéspedes donde se estaban quedando aún si Yi Fei se opuso al principio pero no le quedó de otra cuando Xiao Zhan le dio a elegir entre esa habitación o la calle.

—¿Ginecólogo? ¿Por qué? —mostró curiosidad Yibo, enarcando una ceja.

Yi Fei lo barrió con la mirada, como si fuese un ser inferior a ella y no se le permitiera siquiera tocarla.

—Métete en tus asuntos, Yibo —escupió con rabia, subiendo las escaleras con premura.

—Vieja bruja —murmuró por lo bajo deseando retorcerle el cuello por sus groserías y humillaciones pero no podía.

Xiao Yi Fei era la madre de Xiao Zhan y, por consanguíneo, la abuela paterna de Yi Xung, lo quisiera o no lo quisiera.

Darren le informó sobre los agentes fuera pidiendo hablar con él para rendir su declaración Oficial en la comisaría, no le quedó de otra más que acceder y salir con una horda de guardaespaldas detrás.

Todos permanecieron alertas los días posteriores, y ante la tajante orden de Xiao Zhan, la seguridad no solo aumentó en la mansión, también dejó en claro algo; nadie que no fuese del servicio podía poner un pie fuera de la mansión Xiao hasta su regreso, que había logrado recortar a un mes.

No obstante, el encierro no era algo que Xiao Yi Fei pudiese manejar, poniéndose muy inquieta y acabando por desobedecer la orden de su hijo solo ocho días después, su peor error, llevarse a Yi Xung, burlando la seguridad, a Yibo y a su propia pareja.

—¿A dónde se ha llevado a Yi Xung, Albert? Es que esa mujer no tiene conciencia, ahora no es momento de andar por las calles sabiendo el peligro al que estamos expuestos. Si le llega a pasar algo, soy capaz de asesinarla —fueron las amenazas de un Yibo enloquecido que durmió más de lo usual producto del agotamiento mental y el estrés de ser casi asesinado.

—Tranquílizate, Yibo. Yi Fei es más astuta de lo que te imaginas, verás que pronto volverán con bien —dijo Albert pasándole una taza de té a Yibo que apenas olió le dió asco y no la tomó.

—Eso espero.

Las horas empezaron a pasar rápidamente y la noche descendió sobre Beijing, pero seguían sin noticias.

—Debo ir a la policía, ellas llevan más de doce horas desaparecidas, no debí escucharte y esperar tanto —lo acusó sin intención pero estaba desesperado.

—Lo siento, no imaginé que esto pasaría —se lamentó Albert marcándole por millonesíma vez a su pareja pero la llamada iba directo al buzón.

Pero antes de que Yibo pusiera un pie fuera, su  celular timbró pero lo ignoró, no conocía ese número, un minuto después volvió a timbrar, no fue hasta el quinto timbrazo que respondió airado y con los nervios a flor de piel.

—¿¡Quién carajos es!? No estoy de puto humor para...

—¡Tío Yibo!

El grito de su sobrina del otro lado de la línea lo enmudeció, su alma pareció regresar a su cuerpo pero no por mucho tiempo.

—A-...

—Guarda silencio, cariño, si no quieres que realmente le suceda algo a tu linda sobrina que, desdichadamente, tuvo que ser la hija de Xiao o de otra manera no le pondría un dedo encima —dijo una voz tan siniestra que se le puso la piel de gallina.

Sostuvo el teléfono con más fuerza, olvidando inclusive como se respiraba adecuadamente.

—¿Qué es lo que quieres? —inquirió, ignorando los ojos inquisitivos de Albert.

—Te daré una dirección, quiero verte allí en dos horas y, por lo que más quieras, no le digas una palabra a nadie o se me puede escapar un tiro y dañar sin querer a la niña, ¿me entendiste?

—Sí.

—Ven solo.

Al terminar la llamada le dijo a Albert que se trataba de un ex fastidioso y que se recostaria unos minutos para recuperar energías pero iba a ir a la comisaría si o si.

Legó a su habitación y se cambió de ropa velozmente, optando por todo negro para acelerar su fuga. Se ató el cabello que había crecido por debajo de los hombros y lo mantenía en rizos definidos para no verse como una mujer y luego de ponerse una capucha, saltó fuera de la ventana tratando de que no lo vieran y que no se cayera en el intento.

Una vez estuvo abajo, se echó a correr con todas sus fuerzas, quizás debió llamar a Xiao Zhan pero no lo hizo, seguramente alguien estaba vigilandolo y no quería poner en peligro a su sobrina. Tomó un taxi y le indicó la dirección, para su asombro, el lugar final era un rancho a las afueras de la ciudad y la tarifa fue casi un robo pero no se quejó y pagó.

Ni bien estuvo en la puerta, alguien lo noqueó y cayó de bruces al suelo, inconsciente.


Lamento la demora. Finalmente les traigo un nuevo capítulo, espero que les haya gustado.

☪Yessie

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro