
Capítulo XIII: Rompiendo las reglas.
—¡¿Dónde demonios estás, Yibo?! Te recuerdo que no tienes permitido separarte un segundo de Yi Xung, ese es tu trabajo y lo sabes —la furiosa y autoritaria voz de Xiao Zhan al teléfono hizo que las lágrimas acumuladas en los bellos ojos del Gamma se desbordaran sin piedad.
Decir que estaba asustado sería quedarse muy corto, en realidad, estaba aterrorizado.
Xiao Zhan poseía un poder increíble e inimaginable sobre él; podía dominarlo y controlarlo según su voluntad, inundandolo de terror, sin embargo, no le tenía miedo, más bien, no a él específicamente, si no a su despotismo y los alcances que de pronto pudiese tener contra él en un arranque de ira.
Ni siquiera podía ser capaz de imaginarse soportar su ira, era quizás algo tardío, pero no demasiado para evitar que esta se extendiese por completo.
—Xiao Zhan, yo... —el pánico preso en su garganta provocó que su voz se rompiese a último momento y él se quebrara con la persona menos oportuna de todas. Así que no le quedó de otra más que obligarse a serenarse tras largos y tensos minutos de silencio en la otra línea y mantener a sus emociones ligeramente estables, pero era imposible debido a su condición y todo lo que había pasado recién—. Lo siento mucho, tuve que regresar solo al hotel por un asunto urgente.
—¿Qué tan urgente era como para que dejaras abandonada a mi hija? —le fue inevitable no echarle en cara con una crudeza que aumentó la culpabilidad que él ya sentía pero, el Alfa estaba en su completo derecho de desquitarse con él—. ¡Eres un irresponsable, Wang Yibo! Si tal vez yo no hubiese estado tan al pendiente de ella, no quiero ni imaginar lo que hubiese ocurrido.
Asintiendo con un amargor desagradable en la boca, Yibo se aferró a su teléfono con desesperación y mordió su labio inferior en un intento vano de no volver a ponerse sentimental.
—Sé. Y en verdad lo lamento mucho pero entré en celo inesperadamente y no tuve tiempo de avisarte —se excusó rápidamente, temiendo que el Alfa lo odiara al creer que se había atrevido a abandonar a Yi Xung como su propia madre lo había hecho.
Escuchó una ofuscada exhalación del otro lado de la línea, aumentando sus nervios y llenando su corazón de una pesada inquietud. Xiao Zhan podía ser un Alfa sin corazón la mayor parte del tiempo pero, él inclusive podía ser empático algunas veces, o al menos, estaba rogando al cielo porque así fuese.
—¿Está todo bien? —Yibo suspiró llenó de alivio al no equivocarse con él, pues a juzgar por el tono ligeramente preocupado de éste supo que su furia contra él había menguado.
—Todo controlado.
—Bien —dijo y trás una larga pausa en la que el propio Yibo miró al teléfono con extrañeza, creyendo que tal vez había olvidado colgar, pero no atreviéndose él a hacerlo, una voz ronca resonó a través de la bocina, erizando los vellos de su nuca—. Hablamos en cuanto llegue.
Entrando en pánico por el desastre que no solo era la habitación en la que recidia, si no él mismo, saltó fuera de la cama con el terror asentado en toda su expresión.
—No creo que sea la mejor.... —el fuerte pitido de la llamada concluida hizo que exhalara con fuerza y gritara lleno de frustración.
Si Xiao Zhan llegaba y presenciaba el desastre andante en que se había convertido en menos de dos horas a causa del reencuentro de su ex, con lo inteligente que era, ataría cabos en cuestión de segundos y entonces él lo perdería todo, inclusive si no había sucedido nada más que un par de besos y caricias intensas pero superficiales allí mismo antes de echarlo.
No obstante, aunque los lujos y el dinero le importaban poco, no podía decir lo mismo de su amada sobrina, al final, ella tenía todo el justo derecho de disfrutar de la fortuna de su padre.
—¡Joder! A-Xung, ¿qué rayos he hecho? —con las manos a ambos lados de su cabeza, tiró de sus cabellos rubios con impotencia y desesperación, perder la compostura en un momento tan crítico no iba a favorecerlo en ningún sentido, al contrario.
Decidió empezar a poner primero un poco de orden en la habitación que él mismo destruyó, movido por un sentimiento de negatividad y desazón, luego se encerró en la ducha por los siguientes quince minutos. De no ser por el timbre sonando con gran insistencia, lo postergaría a una hora, tal vez dos, pero si continuaba ignorando a la persona detrás de su puerta, estaría en gravísimos problemas.
Envuelto en un albornoz de gran tamaño, el cabello completamente húmedo y las mejillas rojas, abrió la puerta con una mueca de fingido fastidio.
—¿Qué estás haciendo aquí, Xiao Zhan? Este no es el mejor momento para hablar, y quiero evitar discutir contigo, me duele la cabeza —alegó con los brazos cruzados sobre su pecho, notablemente rígido.
Xiao Zhan arqueó una de sus hermosas y perfectas cejas por su actitud tímida, pero no indagó una palabra sobre ello, en cambio, chasqueó la lengua y se adentró a la habitación mientras se aflojaba la corbata y, solo porque el sitio relucía de limpio, se quitó los zapatos para agradecimiento de Yibo que no le quedó de otra que cerrar la puerta y enfrentarse a él.
—¿No piensas responder? —Yibo apretó los labios, lleno de disgusto cuando volvió a ser nuevamente ignorado—. Vaya, nunca te creí con tan poca educación, Xiao Zhan. Me sorprendes.
—Te equivocas, cariño. Quién no deja de sorprenderme cada día que pasa eres tú, ¿no lo crees? —Xiao Zhan se volvió hacia él con un sonrisa sardónica que lo descolocó por completo y rompió en pedazos su propia defensa.
—¿Estás siquiera cuerdo? —se rió, nervioso mientras recargaba su espalda en la pared y adoptaba una postura relajada sin conseguirlo del todo—. Si bebiste, entonces no tienes nada que hacer aquí, por lo que vez, tengo muchas cosas que hacer.
La imagen mental del Gamma en cuatro, desnudo y gimoteando en la cama mientras se autocomplacía nubló de pronto los sentidos del Alfa que se tragó un gruñido de posesidad.
—Ni siquiera tomé una copa, Yibo, pero no trates de cambiar la conversación —demandó con firmeza y una sed insaciable de poseerlo.
¿Qué le sucedía? Yibo no era un Omega para arrastrarlo a su cama solo con sus feromonas y adelantar su celo pero, siendo un Gamma, ¡un Gamma!, lo estaba logrando mejor que un Omega ¿Qué carajo?
—¿Y qué quieres que te diga? —el ceño de Yibo se frunció, evidenciando ante el Alfa lo enojado que estaba por regañarlo al teléfono como un cachorro. Desde luego que éste último ya se esperaba tal reaccion de su parte, conociéndolo como lo conocía. Porque aunque Yibo lo dudara, él lo conocía mejor que si mismo—. Se que cometí un error, y en verdad lo siento, pero aunque amo con todo mi corazón a A-Xung, me sorprendió mi rutina y no tuve más remedio que marcharme aún si eso significaba dejarla contigo.
—¿Qué quieres decir? —le cuestionó con dureza, captando su desconfianza en su tono de voz. Cuando Yibo se quedó callado y comprendió que era justo lo que él estaba pensando, enfureció—. ¡Estás loco, ella es mi hija!
Yibo solo se alzó de hombros como si no le interesara haber desconfiado de él y pretendido que podía hacer algo completamente vil e inhumano a su propia hija.
—Sé. Así que no te atrevas a tacharme de insensible porque no lo soy, ni siquiera la dejé completamente sola. ¡Tú estabas allí! Eres su padre, ¿no?
Los músculos de la mandíbula de Xiao Zhan crujieron totalmente indignados; Wang Yibo era un completo desubicado que primero lo tachó de pederasta y ahora pretendía aceptarlo como el padre de Yi Xung de la nada solo para su propio beneficio.
—Hace tan solo un momento parecías haberlo olvidado cuando insinuaste semejante barbaridad —le reprochó con los ojos ardiendo.
Yibo rodó los ojos.
—No hice tal cosa, esas fueron tus propias suposiciones. Y retomando el tema verdaderamente importante, no fui tan insensible para dejarla sola, Xiao Zhan, la dejé junto a su padre, ¿tiene eso algo de malo? Además, al salir le notifiqué a uno de tus hombres que me marchaba, imaginé que iba a decírtelo pero veo que no lo hizo debido a tus constantes reproches.
La mirada de Xiao Zhan se nubló de pronto, y cuando se entrelazó con la del otro, éste último jadeó, consternado con su abrupto cambio de humor.
—¿Acaso dejaste que él te tocara? —exigió saber, yendo hasta él y apresando su cintura con pasión, perfumándolo mientras cogía su mentón, posesivo.
Por un segundo, Yibo se estremeció bajo su cuerpo y se puso completamente blanco. No, Xiao Zhan no podía saber lo que había pasado entre Vi Zing y él, ¿o si?
No. De ninguna manera, se dijo con una seguridad que le hubiera gustado tener, pero incluso si el Alfa lo descubrió todo, no estaría allí seduciéndolo para llevarlo a la cama, así que se relajó y escondió en el fondo de su ser sus más oscuros miedos.
Menos mal que se había tomado el supresor o sus feromonas lo hubiesen delatado.
—¿Ahora de qué estás hablando? —fingiendo que no sabía de lo que hablaba, reaccionó pero todo lo que pudo hacer fue nada. Él Alfa lo acorraló sin preeverlo de una manera que no le agradaba en lo absoluto. Una de sus piernas había rodeado sin querer su cadera cuando intentó propinarle un golpe en la ingle y su única mano libre acompañó a la otra al querer empujarlo. Xiao Zhan imbécil solo pudo reírse de su incapacidad para escapar de él, pero no iba a quedarse quieto y él lo sabía—. ¡Y ya suéltame! Tú no eres nada mío como para creerte con el derecho de dominarme.
Grave error, él no debió decir eso.
La sonrisa de Xiao Zhan se borró como si le hubiese dado un disparo directo al corazón y, en su lugar, una escalofriante mueca de poder y superioridad iluminó su guapo rostro.
—Wang Yibo, ¡responde a mi pregunta! —le ordenó completamente fuera de si, seguidamente, lo aventó con todas sus fuerzas a la cama.
Sin tener una idea de como llegaron a esto, Yibo apretó los puños con tanta furia que tembló con toda intención de matarlo por tratarlo tan bruscamente. Fue allí que lo notó, Xiao Zhan estaba entrando en celo gracias a él, quién lo había empujado al borde del precipicio sin darse remotamente cuenta.
Pero no retrocedió, no lo haría a menos que Xiao Zhan lo hiciera primero aunque sabía que eso no ocurriría así el mundo se acabara.
—No lo haré. Ni siquiera respondes ninguna de las mías así que, ¿por qué crees que yo respondería las tuyas? ¡Eres un bastardo egoísta! ¡Imbécil! —Yibo continúo despotricando mil y un insultos en su nombre pero éste ni pestañó.
Todo lo que hizo fue fruncirle el ceño terrorificamente y aproximarse hacía él, quién lo miraba con un latente odio que, sabía, solo era pasajero.
—Me perteneces —dijo muy cerca de sus labios, con los ojos totalmente dilatados.
Tragando duro por la confrontación que lejos de parecerse a lo que se avecinaba, Yibo levantó la cara y golpeó con impertinencia la palma de su mano cuando quiso acariciarle la mejilla.
—Un pedazo de papel que me esclaviza a tu lado no me hace tuyo, Xiao Zhan. Ya deberías de saberlo —le recalcó con obstinación.
—Tal vez tengas razón en eso. Sin embargo, hay algo en este mundo que si te hace completamente mío, Wang Yibo —decretó en un tono tan dulce que el estómago de Yibo se revolvió.
A pesar de haber controlado su calor, nada parecía estar jugando a su favor, todo lo contrario. Se avergonzaba tanto de su propia debilidad que bajó la mirada, lo suficientemente abochornado para mirarlo a los ojos y darle la razón.
¡Maldita sea! Cuánto deseaba a ese Alfa, pero su estúpido orgullo le impedía expresarselo.
—Estas delirando.
—Tal vez. Pero, ¿no tienes curiosidad? —le dijo Xiao Zhan mientras se inclinaba sensualmente y comenzaba a lamerle la oreja.
Se arqueó de placer y empuñó las sábanas de la cama entre sus manos, pero ningún sonido abandonó su boca para desilusión del Alfa.
—No.
—¿Seguro? —insistió juguetón, lamiendo y mordiendo parte de su cuello hasta que su oscura cabeza quedó atrapada entre el medio de dos erectos pezones medio cubiertos por el albornoz.
Completamente excitado, Yibo le mostró un par de ojos cristalizados llenos de impaciencia y emoción. Xiao Zhan esbozó una sonrisa triunfante y lo besó apasionadamente, luego se apartó, dejándolo vibrando de deseo por él.
—¡Maldita sea, Xiao Zhan! Dilo si tienes tantas ganas.
—De acuerdo. Se trata de, esto... —sus largos dedos se colaron debajo de los muslos del Gamma y acariciaron con placer un punto húmedo y palpitante que le rogaba desesperadamente por atención.
—¿Que quieres decir? —jadeando, y sonrojado hasta la raíz del pelo, Yibo tragó duro.
—¿No lo sabías? Esta cosita rica de aquí, húmeda, rosadita y dispuesta fue echa esclusivamente para mí. Así que no se porque te niegas, tu cuerpo está reaccionando a su legítimo dueño, empieza a cooperar.
Cómo si le hubieran dado una cachetada, Yibo se incorporó en la cama y posó una de sus manos en el pecho del Alfa, sintiéndolo caliente, duro y muy masculino. Un ronroneo necesitado se le escapó de los labios, pero se recompuso de inmediato.
—Empiezas a decir incoherencias. Mejor retrocede si no quieres arrepentirte de esto más tarde —le reprochó, conciente de la existencia del contrato y las cláusulas que por supuesto debían cumplir al pie de la letra, no solo él, si no también el propio Xiao Zhan.
Pero éste parecía sufrir demencia y olvidar una de las principales consecuencias de retozar juntos durante el celo.
—Esto nació para ser mío, Yibo —ignorando completamente su advertencia y envuelto ya por su propio calor, Xiao Zhan continuó jugueteando su sexo para su horror y bochorno—. Y esto, nació para ser tuyo, ¿no lo quieres?
Rechinando los dientes, la mano derecha de Yibo vibró cuando una larga, gruesa y palpitante polla fue empujada en su puño.
—Muérete —despotricó, pero se quedó inmóvil y no hizo amago de soltar aquel preciado trozo de carne que ya estaba babeando por tener dentro suyo.
—No hablas en serio. Esto, Yibo, es tuyo, ¿y sabes lo qué quiere hacer contigo? —ajeno a su debate mental, Xiao Zhan siguó comportándose como un macho Alfa perverso que le complacía jugar con su presa antes de devorarla.
—Cállate —aseveró, ladeando la cabeza y cerrando los ojos.
Con la boca sobre su oreja, Xiao Zhan susurró obsenamente:
—Te quiere coger; duro y bestial. Hasta que ya no puedas soportarlo más, hasta que te tiemblen las piernas y no puedas ser capaz de dar un paso por ti mismo y no te quede de otra que tumbarte en la cama y dejar que te llene una y mil veces de mis hijos sin objeción alguna. Obediente y manso.
—Bastardo —farfulló, estremeciéndose de desesperación. Lo cogió de la nuca y lo atrajo hacia él en un beso brusco y lleno de lujuria—. La respuesta es no, él no me tocó.
Xiao Zhan tomó pronto el mando y le arrancó el albornoz de un solo movimiento, dejándolo en todo su esplendor y gloria. Relamiéndose los labios al admirar esa blanca piel que ahora le pertenecía, lanzó su saco por los aires y Yibo hizo todo lo demás con dedos desesperados y besos ardientes que lo ponían al límite. Cogiendo sus preciosas caderas con presición lo volteó y le separó las piernas con ojos enloquecidos.
Yibo volvió la cabeza hacia él, iracundo.
—¿Vas a volver a tomarme como un animal, Xiao? Esperé mucho más de ti.
Enarcando una de sus cejas, decidió que las palabras del Gamma representaban un reto que en definitiva debía cumplir.
—Aún no has visto nada —le respondió en un susurro que asustó y, a la vez, lleno de expectativas a su amante.
Pero antes que éste pudiese abrir la boca, Xiao Zhan lo tomó del pelo con rigor y lo penetró sin anestesia, empezando a montarlo como un verdadero semental, domando a la fiera más rebelde de su establo. Demostrando así su poder y cerrándole la boca con nada menos que su polla, admirando sus labios hinchados y su expresión sumisa y saciada que solo en la cama se daba el lujo de mostrar.
Las siguientes horas pasaron como una mancha borrosa, y cuando menos lo notaron, cayeron desplomados en la cama, sudorosos y con un atisbo de cordura.
—Hay que parar, A-Xung nos necesita —se angustió Yibo, dando un rápido vistazo hacia la ventana. La noche había caído y él lo único que había estado haciendo era aparearse con Xiao Zhan como si nada más le importara.
Respirando con dificultad, Xiao Zhan, quién al ser un Alfa —y puro, su celo había de ser mucho más intenso y cegador que el suyo—, se opuso de inmediato y se le subió encima mientras se metía de nuevo entre sus muslos y lo penetraban con un gruñido lleno de sublime dominación.
—Deja de pensar en ella, solo piensa en mi —le ordenó tratando de besarlo, lo esquivó y eso lo irritó—.Yi Xung está bien, le puse una niñera temporal así que deja de preocuparte innecesariamente y atiende a tu Alfa.
Quizás se debía al celo, pero Yibo no discutió y le entregó a Xiao Zhan todo lo que alguna vez creyó que le entregaría únicamente al hombre que amaba.
¿Cómo se llamaba? Ni siquiera tenía cabeza para recordarlo.
Habían transcurrido exactamente seis meses desde aquel encuentro en el que ninguno de los dos volvió a hablar. El tema pareció incomodarlos a los dos así que con el tiempo lo olvidaron, o creyeron hacerlo.
Eso sí, los encuentros sexuales no se habían detenido, todo lo contrario, se intensificaron a tal punto que Yibo se sentía la mayor parte del tiempo sumamente agotado. Xiao Zhan drenaba todo su energía.
—¡Papá, llegaste! —el grito de felicidad de Yi Xung lo sobresaltó.
Hablando del diablo, Xiao Zhan apareció a través de la puerta con toda la magestuosidad e imponencia que lo caracterizaba. Se mordió los labios cuando cruzaron miradas y desvío su atención hacia el enorme televisor de la sala de cine cuando sintió que se quemaba por dentro. Metió un puñado de palomitas en su boca y cruzó las piernas, todo bajo la inquisitiva mirada de Xiao Zhan.
—Te prometí que llegaría temprano y veríamos una película juntos, ¿cómo la están llevando? —preguntó a su hija en tanto le daba un beso en la frente y le entregaba una pequeña caja de regalo.
Los ojos se le iluminaron a la niña cuando se encontró con una tableta de último modelo, la misma que le estuvo insistiendo a su padre que le comprara hace dos meses, pero debido a las amenazas de su tío, su padre se había estado conteniendo.
—¡De maravilla! Gracias por mi tableta, papá, ¡eres el mejor! —chilló euforica dándole un fuerte abrazo y un beso, olvidándose de los planes que habían hecho cuando salió apresurada de la sala rumbo a su habitación.
—No debiste consentir sus caprichos —le echó en cara Yibo sin mirarlo, completamente en desacuerdo con su comportamiento blando.
Xiao Zhan negó con la cabeza y le puso seguro a la puerta en dado caso que su hija regresara, pero no lo haría porque ese aparato electrónico se había convertido en su principal atención ahora y gracias a eso podía tener a su tío las veces que quisiera sin tener que reprimirse o tener que esconderse.
Más de una vez se tuvo que esconder en el baño porque a la cachorra se le dio por querer dormir con Yibo cuando lo tenía agarrado del pelo y lo estrellaba contra la cama mientras oía sus gemidos de placer; a veces la ignoraban, otras era imposible porque empezaba a llorar y el instinto maternal de Yibo saltaba y lo acababa echando con la polla dura como una roca.
Caminando hacia él como un alcón a punto de encajarle las garras a su presa, Xiao Zhan lo cogió del mentón y lo besó con ahínco.
—Vaya que me echaste de menos —se rió Yibo, rodeando su cuello con sus brazos y ronroneando sobre su pecho.
Algo definitivamente era diferente entre los dos, pero ninguno estaba lo suficientemente preparado para hablarlo o aclararlo.
—Actúas como si fueras mi esposa —dijo Xiao Zhan en un tono que distaba de ser una reprimenda.
—¿Te importa? —Yibo parpadeó y lo atrajo hacia su boca de manera seductora.
Xiao Zhan se rió y apoyó sus manos en sus caderas, antes de arrastrarlo hacia atrás y caer uno sobre el otro en el sofá.
—En lo absoluto, querida —se burló.
Cuando sus bocas se abrieron y sus lenguas se entrelazaron, las chispas de la pasión que sentían volaron y los consumieron en cuestión de segundos. Si un día todo terminaba, Yibo no estaba seguro de poder soportarlo.
No otra vez.
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¿Se esperaban que Xiao Zhan rompiese sus propias reglas? Ya nos dimos cuenta que lo hizo, y está cayendo por Yibo aunque él no se lo crea, por otro lado, el tiempo ha pasado y ellos se han acercado tanto que el mismo Yibo se está encariñando y dependiendo tanto de él que sufriría si todo termina un día.
Eso fue todo por hoy. Cuídense mucho.
☪Yessie.
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