Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

𝐂𝐀𝐏¹ ━━━ Te extrañe...

CAPÍTULO UNO
(TE EXTRAÑE...)

Con sus tacones resonando suavemente en el suelo, avanzaba por la sala con la vista fija en el libro. Leía en voz alta para sus estudiantes, mientras su cabello, recogido en un elegante moño, se balanceaba graciosamente de un lado a otro con cada paso que daba.

── "El hombre es la medida de todas las cosas," ──recitó, deteniéndose un instante para dejar que las palabras calaran en la mente de los jóvenes.── Esto dijo Protágoras, un sofista griego que nos invita a cuestionar la naturaleza de la verdad. ¿Qué significa esto para ustedes? ──preguntó, levantando la vista del libro y paseando la mirada por el aula.

Los estudiantes, de apenas quince años, la observaban con un respeto silencioso, como si supieran que cada palabra que pronunciaba era una chispa de sabiduría que encendería sus propias ideas.

── Quizá,──continuó Storm, dando un paso hacia el centro del aula, su cabello recogido moviéndose con suavidad,── significa que cada uno de nosotros percibe el mundo de manera diferente, y que nuestras verdades, nuestras realidades, están formadas por nuestras experiencias. Pero... ──ella sonrió levemente, como si fuera a compartir un secreto,── también podría significar que tenemos el poder de moldear nuestro propio mundo, de decidir lo que es real para nosotros.

Se detuvo, permitiendo que el silencio llenara el espacio, mientras sus estudiantes reflexionaban. Finalmente, uno de ellos levantó la mano, tímidamente, era Marie, aquella pequeña niña que le recordaba bastante a su hermana Allison.

── ¿Eso significa que no hay una verdad absoluta? ──preguntó la joven, su voz llena de curiosidad.

Storm inclinó la cabeza, observándolo con interés.

── Esa es la pregunta que los grandes filósofos han debatido durante siglos, ──respondió, con una sonrisa que mostraba tanto orgullo como desafío.── Pero lo que importa ahora es cómo ustedes, con solo quince años, empiezan a formar sus propias verdades. Eso, queridos estudiantes, es solo el comienzo del viaje filosófico.

Con esa última reflexión, cerró el libro con suavidad, dejando que sus palabras flotaran en el aire mientras volvía a caminar por la sala, asegurándose de que cada uno de ellos comprendiera que la filosofía no era solo un conjunto de ideas, sino una forma de vida.

Storm vivía por la filosofía; era su esencia, su razón de ser. Cada pensamiento filosófico era una chispa que iluminaba su existencia, cada teoría, un mapa hacia el entendimiento más profundo del mundo. Para ella, la filosofía no era solo un campo de estudio, sino la fuerza vital que le daba propósito, el anhelo que la impulsaba a explorar las verdades ocultas y a desafiar las percepciones convencionales. Era lo que más amaba, su pasión más ardiente y el núcleo de su identidad.

La campana sonó, marcando el final de la extensa jornada. Exhausta pero con un leve resplandor en los ojos, la joven castaña comenzó a recoger sus pertenencias mientras sus estudiantes, igualmente fatigados, hacían lo mismo. El eco del timbre aún vibraba en el aire, pero en el rincón de la sala, Storm, con su espíritu incansable, encontraba satisfacción en el profundo intercambio de ideas que había compartido durante el día. Su amor por la filosofía le daba el vigor necesario para enfrentar cada jornada con renovada pasión.

──Nos vemos, señorita Storm ──dijo la joven pelinegra, su rostro iluminado por una amplia sonrisa al despedirse de su maestra.

──Nos vemos, Marie ──respondió Storm, mientras se colocaba el bolso en el hombro. Su sonrisa reflejaba la calidez y el aprecio que sentía por sus estudiantes, despidiéndose con una genuina satisfacción al ver cómo se llevaban consigo las lecciones del día.

Una vez que el aula quedó vacía, Storm salió con su café frío en mano. Se despidió de sus colegas con un gesto amistoso antes de comenzar su camino hacia casa. Su hogar, un pequeño departamento carente de mucha luz, no tenía mucho en términos de esplendor, pero para ella, era su refugio, el lugar más querido del mundo, donde encontraba paz y se renovaba para enfrentar el día siguiente.

La castaña vivía cerca de la escuela, lo que le permitía llegar temprano y preparar sus clases con tranquilidad. No le importaba si el lugar era pequeño o grande; había conseguido lo que tenía gracias a Allison, y aunque a veces se cuestionaba sus elecciones, no se arrepentía. La cercanía a su trabajo y el entorno familiar le ofrecían una comodidad que valoraba profundamente, a pesar de las dudas que a veces la asaltaban.

Storm abrió la puerta y entró al edificio, saludando al cuidador con una sonrisa y un gesto amistoso. Sin ascensor, tuvo que subir las escaleras hasta el décimo piso. Aunque el cansancio se hacía sentir en cada peldaño, se esforzaba por mantener una actitud positiva, sabiendo que cada esfuerzo valía la pena por la tranquilidad que encontraba al llegar a su hogar.

Al llegar, Storm rápidamente colocó la llave en su lugar y se preparó para abrir la puerta. Sin embargo, su acción fue interrumpida.

──Storm, tu celular no paró de sonar; parece que lo olvidaste en tu apartamento ──dijo Stanley, su vecino. El chico, que vivía junto a su hermano y era uno de los estudiantes a quienes Storm solía enseñar.

──Carajo... no sé dónde tengo la cabeza estos días.

──Ya es la segunda vez, ¿te encuentras bien? ──preguntó el joven, mirándola con los brazos cruzados, su expresión mezcla de preocupación y curiosidad.

──Perfectamente bien ──contestó Storm, con una leve sonrisa que buscaba disipar cualquier duda.

──Si necesitas algo, recuerda que siempre puedes tocar nuestra puerta ──dijo Stanley, en un tono cálido, dejando claro que tanto él como su hermano estarían allí para ayudarla si lo necesitaba.

──Gracias, Stan ──contestó la joven con una sonrisa. El chico se despidió con un gesto y entró en su apartamento, cerrando la puerta tras de sí. Storm suspiró antes de girar la llave y abrir la puerta de su propio hogar.

Al cruzar el umbral, inhaló profundamente, dejando que la familiaridad de su espacio la envolviera. Exhaló lentamente, sintiendo una calma reconfortante. Con una sonrisa tranquila en los labios, cerró la puerta detrás de ella y se quitó los tacones, permitiéndose finalmente relajarse después de un largo día.

Storm tomó sus tacones y los arrojó en su habitación sin mucho cuidado. Con un suspiro de alivio, decidió relajarse un rato, así que puso una película de fondo mientras se dedicaba a cocinar. El sonido familiar de la película llenaba el pequeño espacio, acompañando el chisporroteo de la comida en la sartén, creando una atmósfera que le permitía desconectar y disfrutar de la simplicidad de su rutina.

Mientras tarareaba "Army Dreamers" de Kate Bush, Storm apagó la sartén y colocó un plato sobre la encimera. Con movimientos tranquilos, sirvió su comida, dejando que la melodía suave y nostálgica de la canción la envolviera. Para ella, esos pequeños momentos de soledad y música eran un refugio, un instante de paz antes de sumergirse en sus pensamientos y reflexiones.

La joven se sentó frente a la televisión con su plato en mano, dejando que la risa brotara de sus labios mientras la película la divertía. En esos momentos, las preocupaciones del día parecían desvanecerse, reemplazadas por la sencillez de una buena comida y el humor que la envolvía en su pequeño y acogedor hogar.

El sonido del celular la sacó completamente de su modo relajado. Dejó el plato a un lado y se dirigió hacia el teléfono, tomándolo con cierta preocupación. Al ver la pantalla, se sorprendió al encontrar cuarenta y nueve llamadas perdidas de diferentes personas, pero ahora era Amanda quien llamaba. Con rapidez, limpió sus manos en su polera y atendió la llamada.

──¿Diga? ──respondió, su voz denotando una mezcla de sorpresa y alerta.

──Linda... lo siento tanto... es tu padre ──dijo su amiga desde el teléfono, su voz cargada de pesar.

El aire pareció detenerse alrededor de Storm. La calma que había logrado encontrar en su hogar se desmoronó de golpe, reemplazada por una sensación de vacío que comenzaba a invadirla lentamente.

──¿Qué? ──respondió Storm, aunque en el fondo sabía perfectamente a lo que su amiga se refería, no podía, o más bien no quería, creerlo.

──Lo siento tanto... ──repitió su amiga con una voz suave, casi en un susurro, consciente de que ninguna palabra podría mitigar el impacto de aquella noticia.

Storm dejó el celular a un lado, cortando la llamada sin decir una palabra más. Con un movimiento automático, apagó la televisión y se dejó caer en el sillón nuevamente, su mirada perdida en algún punto del vacío.

Su padre nunca fue el mejor del mundo; de hecho, había tratado a Storm y a sus ocho hermanos como máquinas, herramientas para sus propios fines, manipulándolos como si fueran marionetas sin voluntad propia. A pesar de todo, ella lo quería. Aunque Klaus, Vanya y ella misma recibieron el peor trato, una parte de su corazón seguía aferrada a ese lazo, quizás por lo que pudo haber sido, o tal vez por el simple hecho de que era su padre. La mezcla de dolor y afecto la inundaba, dejando un amargo sabor en la boca mientras intentaba asimilar la noticia.

( . . . )

Storm salió de su casa, sin detenerse a recoger nada más que lo esencial. Tomó el primer bus disponible que la llevaría de regreso a su antiguo hogar, la Academia Umbrella. La distancia y el ruido de la ciudad se desvanecieron mientras el autobús avanzaba, y sus pensamientos se dirigían hacia los recuerdos y emociones que la esperaban en ese lugar que una vez fue su refugio y, al mismo tiempo, su prisión.

Apenas salió del auto, Storm miró el lugar con una mezcla de nostalgia y aprensión. Con un suspiro profundo, se dirigió rápidamente hacia la entrada de la casa, buscando refugio en el interior mientras se preparaba para enfrentar los recuerdos y la realidad que la esperaba.

──Realmente viniste ──se escuchó desde el interior, la voz de su hermana Allison hablando con alguien, mientras Storm cruzaba la puerta.

La castaña ingresó y cerró la puerta detrás de ella, captando de inmediato la atención de sus dos hermanas.

──Hola... ──dijo Storm con un toque de timidez, provocando una suave risa de su hermana Allison.

──Hermanas... ──respondió Allison con una sonrisa nostálgica, antes de caminar hacia Vanya, quien también le sonreía a Storm mientras la recibía con calidez.

Los pasos de alguien se hicieron presentes, y Storm giró la vista hacia la dirección del sonido, encontrándose con Diego. Él la miró por un instante antes de apartar la mirada rápidamente.

──Ja. ¿A qué vino, Vanya? No pertenece aquí después de lo que hizo ──comentó Diego mientras pasaba junto a las chicas y subía las escaleras.

A pesar de la frialdad de sus palabras, Storm sintió una pizca de calidez al verlo nuevamente. Un leve sentimiento de alegría la invadió al comprobar que él estaba bien, un pequeño consuelo en medio de la tormenta emocional que enfrentaba.

──¿En serio vas a hacer esto hoy? ──preguntó Allison, mirando hacia la dirección en la que Diego se había ido, con las manos en los bolsillos.── Lindo traje para la ocasión, por cierto ──añadió, dirigiéndose a Diego mientras él subía las escaleras sin prestarle mucha atención.

──Al menos es negro ──respondió Diego, sin detener su paso, mientras se dirigía hacia el pasillo y se desvanecía en la distancia.

──¿Sabes qué? Tal vez tenga razón. Quizá... ──Vanya comenzó a decir, pero antes de que pudiera terminar, Storm se acercó con una sonrisa cálida.

──No le hagas caso──dijo Storm, interrumpiendo suavemente, buscando traer un poco de calma a la conversación. Su presencia y su sonrisa buscaban aliviar la tensión en el aire y ofrecer un rayo de consuelo a su hermana.──Es bueno verte.

──Gracias... ──contestó Vanya con una sonrisa y un pequeño asentimiento, apreciando el gesto de Storm que parecía suavizar el ambiente.

──Creo que... daré una vuelta por la casa. ¿Luther está aquí? ──preguntó Storm, con curiosidad en su voz. Luther siempre había sido su hermano favorito; compartían muchas similitudes y una conexión especial, por lo que su presencia era un consuelo en medio de la situación.

──Ya lo creo... ──contestó Allison, cruzándose de brazos con una sonrisa mientras la miraba.

Storm comenzó a subir las escaleras, cada peldaño resonando en el silencio. Al llegar arriba, dobló por el pasillo con cuidado, escuchando las voces de Luther y Diego a lo lejos. Para evitar interrumpir su conversación, se dirigió directamente a lo que alguna vez fue su cuarto, buscando el espacio que aún conservaba ecos de su pasado.

Al abrir la puerta, Storm pudo notar que su habitación estaba ordenada. No había mucho más que lo necesario: un peine para su cabello, un cubrecama gris y un par de objetos personales dispersos al igual que dos muebles con cosas negras y azules decorando. El espacio mantenía un aire de simplicidad, preservando los vestigios de su vida pasada en ese lugar.

Con cuidado, Storm se acercó y se sentó en su antigua cama, dejando que la nostalgia la envolviera. Mientras miraba alrededor, recordaba cómo solía vestirse y mirarse en el espejo antes de cada misión, ensayando cuidadosamente todo lo que diría y la razón detrás de cada palabra. Los recuerdos de aquellos momentos de preparación y determinación parecían cobrar vida en ese espacio que una vez fue su santuario.

Sus manos acariciaron el suave cubrecama con una sonrisa melancólica. Recordaba cada noche pasada allí, y especialmente las noches de lluvia, que siempre habían sido sus favoritas. El sonido de las gotas golpeando la ventana y el acogedor calor de su cama creaban un refugio que solía ser su lugar de paz.

Con cuidado, se recostó hacia atrás, colocando sus manos sobre el estómago mientras miraba el techo de su habitación, tal como solía hacer cuando era apenas una niña. El familiar espacio le ofrecía un consuelo sutil, evocando los días de inocencia.

Por unos minutos, Storm se sumergió en un silencio absoluto, un silencio que anhelaba con desesperación. La calma de la habitación, interrumpida solo por el leve crujido del cubrecama bajo su peso, le ofrecía un respiro necesario para ordenar sus pensamientos. Mientras su mirada se perdía en el techo, permitiéndose un momento de introspección, el peso de las emociones y recuerdos comenzaba a organizarse en su mente. La serenidad de ese instante le daba la oportunidad de procesar el torbellino interior que la había acompañado desde el día de ayer, ayudándola a reconectar con su esencia y a encontrar algo de paz en medio del caos reciente.

El sonido de golpes en el marco de la puerta interrumpió el silencio, atrayendo la atención de Storm. Rápidamente se sentó para ver quién estaba allí. Al mirar hacia la entrada, se encontró con la mirada de Diego, que estaba apoyado en el umbral. Él jugaba distraídamente con uno de sus cuchillos, observándola con una expresión que combinaba curiosidad y desdén.

La castaña suspiró y se apoyó en ambas manos mientras lo miraba.

──Hola... ──dijo con la mirada fija en Diego. No podía negar cuánto lo había extrañado, y aunque las palabras eran simples, llevaban consigo un peso emocional que reflejaba la profunda conexión que aún sentía a pesar del tiempo y las circunstancias.

──Hola... Te extrañé ──admitió Diego, sin dejar de jugar con su cuchillo. Sus palabras, aunque simples, estaban cargadas de una sinceridad que contrastaba con su actitud casual. La tensión entre ellos parecía disolverse momentáneamente, revelando un atisbo de la conexión que todavía existía a pesar del tiempo y las complicaciones.

──También te extrañé ──contestó Storm con una pequeña sonrisa, manteniendo su mirada fija en él.

Había extrañado a Diego más que a nada en el mundo, y esa simple confesión parecía aliviar un peso que llevaba cargando.

──Es bueno saberlo... ──respondió Diego con una sonrisa mientras seguía jugando con sus cuchillas.

El silencio reinó entre ambos, pero sus miradas decían más que cualquier palabra. En ese instante, Storm se sintió como una niña nuevamente, recordando cómo solía intentar ayudar a Diego en todo lo que podía, aunque él rara vez se lo permitía. Esa conexión, ese deseo de estar cerca y cuidar el uno del otro, aún persistía, intacto, bajo la superficie de todo lo que habían vivido.

Diego tosió, tratando de disimular las miradas que compartían, y luego desvió la vista hacia la habitación.

──Luther dice que bajes, quiere verte y... nos quiere en la sala para el funeral del viejo──dijo, alejándose de la puerta para marcharse sin más.

La sonrisa permaneció en los labios de Storm mientras lo veía irse. Saber que Diego estaba sano, bien, y con su característica energía, le hacía sentir una felicidad silenciosa pero profunda. A pesar del motivo sombrío que los reunía, su bienestar le ofrecía un pequeño rayo de consuelo.

Para Storm, Diego era como la luz en la oscuridad, un faro que siempre lograba iluminar los rincones más sombríos de su vida, el era todo para ella desde que lo conoció.

¡Primer capítulo! Espero que les guste.
Desde hace mucho quería hacer un fanfic de Diego y aquí está. El comienzo no me gustó mucho, pero trate de hacer lo que pude ¿Que les pareció?

En fin
Les deseo un buen día, una buena noche o una buena tarde, dependiendo de dónde estén. ¡Cuídense mucho, manténganse hidratados y recuerden que los quiero un montón! ❤❤

Nos vemos en el próximo capítulo, y no olviden seguirme en TikTok por si les gustaría ver algunos edits de Storm y Spoilers de lo que podría avecinarse

TikTok: _itsjosxs

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro